DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen. Son
Capitulo 24: El perdón
Pov Bella
La mañana de
Nochebuena amaneció nevada y sombría al estilo de Forks. Cuanto había echado de
menos esto. Pero a pesar del día yo me sentía feliz y contenta. De nuevo había
amanecido en los brazos de Edward tras una noche de intenso amor en la que nos
habíamos amado, adorado, entregado sin reservas. Me removí un poco y me acerqué
más a su cálido cuerpo, acurrucándome
más contra él. Sabía que estaba despierto y que se había percatado que yo
también, pero quería alargar un poquito más esa sensación.
—De nada te
va a servir disimular –dijo dándome un beso en el pelo–, sé que estás despierta
y tenemos una cita con cierta niña que quiere ir con sus primos a tirar bolas
de nieve al parque. Es otra cosa que tenemos que recuperar ¿te acuerdas de
nuestras peleas en la nieve, preciosa?
—Claro que
me acuerdo –le dije—, una bola de nieve en manos de Emmett era como una bomba
nuclear lanzada directamente contra mi cabeza, pero nunca me llegaban porque tú
siempre me defendías.
—Pero luego
te acababa rebozando la nieve por la cara —dijo divertido—y terminábamos
besándonos uno encima del otro, esa era la mejor parte.
—Sí, hasta que nos encontraba Emmett y nos
jorobaba con sus bromas.
—Cuantos
recuerdos Bella. Me encantaba nuestra relación, era perfecta. Yo te quería, tú me querías y para mí no había nada más
importante. ¿Crees que alguna vez recuperaremos del todo lo que teníamos?
—Bueno –le
contesté. Todavía no quería decírselo no era el momento— yo creo que ya lo
hemos recuperado y lo hemos reforzado consiguiendo una mezcla entre lo antiguo
y lo nuevo mucho mejor. ¿O es que no te gusta ahora nuestra relación?— le pregunté
fingiendo molestia.
—Me encanta
mi amor, la adoro, la amo, os amo a ti y a Gaby, más que a nada—me respondió—
es solo que me siento nostálgico, si Tanya y Aro no hubieran interferido nunca
nos hubiéramos separado y…
—Y ahora
tendríamos lo mismo que tenemos en este momento –le respondí.
—Pero yo no
me hubiera perdido el ver crecer a mi hija, sus primeras palabras, sus primeros
pasos. Tu no hubieras tenido que pasar sola por la aventura de criar y educar
una hija que, por cierto, déjame decirte que lo has hecho de maravilla —me dijo
en un tono tan melancólico que me dio mucha pena.
—Gracias por
el cumplido –le contesté—. Edward, te
has perdido sus primeros cinco años, pero tiene toda una vida por delante en la
que tu estarás presente. Y de momento lo estás haciendo muy bien. Ángela me ha
comentado que más del cincuenta por ciento de su recuperación ha sido gracias a
ti, pues le has demostrado que estás ahí para ella y eso es tan importante como
ver sus primeros pasos o sus primeros meses de vida.
—Y eso es
gracias a ti cielo, podrías haber optado por no haberle hablado de mi o por
haberla obligado a odiarme por lo que os hice. Pero optaste por hacerle saber
quién era yo y la enseñaste a quererme. Nunca tendré vida suficiente para
agradecértelo mi amor y para ganar tu perdón y sentirme merecedor de él. Solo
espero que con lo que he estado haciendo hasta ahora y con lo que haré, sea
digno de merecer por lo menos una pizca —me dijo y se le notaba muy triste. Le
acaricié la cara con el dorso de mi mano y el cerró los ojos para sentir mi
contacto.
—Yo creo que
lo estás haciendo muy bien –le dije sin querer comprometerme demasiado por el
momento—, pero ya te dije que tienes que saber perdonarte a ti mismo, eso es esencial Edward y creo que deberías
hacerlo, ya es hora de que lo hagas. Me parece que has purgado bastante tu culpa, no te
atormentes más.
Una gran
sonrisa iluminó su cara, ya digo que no me quería comprometer demasiado hasta
esta noche, pero ante lo que había oído quería darle por lo menos una pista. Me
iba a responder con un beso cuando una pequeña inoportuna nos interrumpió.
—¡Hoy es
Nochebuena, hoy es Nochebuena, y esta noche viene Papa Noel!—dijo dando tales
saltos en la cama que parecía que hubiera un terremoto—. La abu Renée dice que
esta noche me tengo que quedar a dormir en su casa con mis primos porque Papa
Noel siempre deja todos los regalos allí –añadió tan feliz.
Y en ese
momento caí en que esa noche Edward y yo estaríamos solos. La que se podría
armar, sobre todo después de mi regalo.
—Bueno
jovencita, basta de saltar en la cama
porque como sigas así esto se puede convertir en un Terremoto de categoría 9.9,
por lo menos –le dijo Edward divertido por el comportamiento de la niña y
disfrutando de la situación más que ella—. Venga, vamos a desayunar que tenemos que ir con los
primos a tirar bolas de nieve. ¿Quieres ir bajando?, nos vestimos y ahora te
alcanzamos.
—Sip. Voy
buscando las tazas y los platos –dijo muy complaciente. Como se notaba la fecha
por Dios.
—Te advierto
que ahora vas a salir de aquí en contra de mi voluntad –me dijo poniéndose
sobre mi y dándome un beso—, pero espero
que esta noche vuelvas a ella con más
ganas y me supliques que regresemos. No
me vas a tener que suplicar mucho porque yo tendré tantas ganas de volver a
hacerte mía como tú de serlo. Porque esta noche volverás a ser mía Bella Swan, o mejor dicho Bella Masen –y
dicho esto se levantó dándome un beso, se puso los pantalones del pijama y salió de la habitación. Me encantó lo que me había dicho, era precioso pero lo
había dicho en un tono tan misterioso que no sabía si sus palabras podrían
tener algún otro significado.
Me levanté y
me dirigí a la cocina donde mi niña había puesto la mesa muy rápidamente.
Edward estaba haciendo café para nosotros y el cacao de Gaby. Fui hacia la
nevera a por lo necesario para hacer el
desayuno. Comimos como siempre entre risas y bromas, esta vez contándole a Gaby sobre nuestras guerras de nieve. Parecía
que tuviéramos prisa en recuperar los recuerdos y que estos se recuperarían
antes si se los contábamos a nuestra niña.
Cuando
terminamos de desayunar, nos duchamos, vestimos y nos fuimos al parque donde
habíamos quedado con los demás. Al llegar observé que Ángela, Ben, sus hijos,
Rose y Emmett ya habían llegado, pero
también fui consciente de que no
estábamos solos. Jessica y Lauren
también estaban allí. ¡Horror! No me había encontrado con ellas aún desde que
había regresado.
—Vaya —dijo
Lauren nada más vernos y dirigiéndose a Jessica—, mira quien está aquí la amante y su bastarda.
Al oír esto, Edward
dejó a Gaby en el suelo y se
encaminó hacia ella con una rabia que hasta a mi me dio miedo. Emmett fue con
él mientras yo calmaba a mi niña.
—¿Por qué
esa señora me ha llamado eso, mamá?,
¿qué significa eso?, sus hijos también
me lo llaman en el colegio—me dijo llorando. Al oír eso mi instinto primario de
protección maternal salió a la luz gritando alto y claro.
—Sujeta a la niña Rose, por favor. Y me dirigí a donde estaban esas
dos zorras esbirras de la Zorra mayor. Al llegar oí a Edward discutir con
ellas.
—Escuchadme
y escuchadme bien —les decía con una
rabia en los ojos, una furia, una frialdad, que no había visto nunca en él—, esa
niña que veis allí y a la que os ordeno que dejéis de molestar ya, tanto
vosotras como vuestros hijos, es mi hija biológica, natural y legal. Nacida
en el seno de un matrimonio que se amaba
y se ama con locura y que la zorra de vuestra amiga Tanya se encargó de separar
con chantajes y amenazas. Ella me obligó a dejar a mi mujer, habéis oído bien, MI
MUJER, amenazando con matarlas si no hacia lo que quería —les grito—. Sí habéis oído bien —les repitió ante su cara de perplejidad—, amenazó con matarlas y de hecho cumplió su amenaza y
mi sobrino y una amiga estuvieron a punto de morir por eso. Yo nunca quise a
Tanya, estaba con ella por obligación,
porque me obligaba. Esta mujer que veis aquí es mi autentica mujer, mi esposa,
la madre de mi hija, ¿estamos?
—Edward
—dijo Jessica con burla en la voz y sin una pizca de vergüenza por la
información que Edward le había dado sobre Tanya –¿cómo puedes hablar así de tu
esposa estando en la cárcel mientras te paseas con esas dos por la calle?
—¿Quién te
dice a ti que Tanya es mi esposa?—le preguntó cogiéndola por la solapa del
abrigo con gesto amenazador—. Para tu información te diré que mi matrimonio con
Tanya se ha disuelto porque era ilegal, ya que era un matrimonio forzado. Y un
juez ha decretado que mi matrimonio con esta mujer que veis aquí es el único
válido ¿estamos?, que nunca, repito, nunca más te oiga referirte a mi mujer y a mi hija de esa
manera. Aquí no hay ninguna “esa”, ellas son Bella, mi esposa, y mi hija Gaby ¿entendido? —les dijo
mirándolas a las dos con gesto amenazante
—Quítame las
manos de encima —dijo Jessica amenazante—, o si no voy a tener que acusarte de
brutalidad policial.
—Ahora mismo
no estoy de servicio –contestó Edward quitándole la mano de la solapa de la
chaqueta—. De todas formas tengo aquí
muchas personas que atestiguaran que no te he tocado. ¿A quién piensas que van
a creer?, ¿a mí con mi trayectoria e
historial en este pueblo o a dos zorras a las que no aguantan ni sus maridos?
—Edward no
ceo que…— empezó Lauren un poco más sorprendida que Jessica por lo que acaba de
oír. De hecho apostaría lo que fuera a
que Lauren no tenía ni idea de lo que había ocurrido, al contrario de Jessica.
—Edward
nada. Os prohíbo terminantemente a vosotras y a vuestros hijos meteros con mi
familia, porque os juro que os denuncio por injurias y calumnias. Retirad eso
de bastarda y amante porque Bella es MI MUJER y Gaby MI HIJA natural y legitima y punto. A lo mejor aquí
los únicos bastardos son esos hijos que tenéis que se parecen a cualquiera
menos a sus padres—añadió—, yo les aconsejaría a Mike y a Tyler la prueba de paternidad por si acaso, de
todos es sabido que os habéis acostado con medio estado y no tendré ningún
inconveniente en decirlo si no dejáis de
calumniar a mi familia.
Y dicho todo
esto me cogió del brazo y nos marchamos
a consolar a nuestra hija dejándolas plantadas. Yo tenía la intención de
decirles cuatro cosas pero ante la contundencia y las palabras de Edward, estaba
todo dicho, otro punto nuevo más a su favor.
—Ya calma
hija, calma no llores cielo —le decía mientras la acunaba en sus brazos, sentado en un banco del parque—, no merece la
pena que sufras por lo que esas mujeres te han dicho.
—Pero porque
me dicen eso papá ¿qué significa barcaza? –preguntó Gaby y si no fuera por lo
triste de la situación me hubiera echado a reír, pero no tenía ganas era lo
cierto. Edward la miró sin saber que contestarle, como le explicabas esa
palabra a una niña tan pequeña y encima afectándola a ella directamente.
—No es
barcaza, es balarda —tercio Tony —Mike y Tyler no hacen más que decirle eso en el cole, por eso venimos siempre tan
magullados mami —añadió mirando a Rose con cara de disculpa.
—Supongo que
eso quiere decir que os peleáis con ellos ¿no?—preguntó Rose alzando una ceja.
—Pues sí, lo
hacemos –dijo Peter desafiante—, es
nuestra prima y esos dos son unos…
—No lo
pongáis peor —dijo Rose—, dejadlo como está porque no os voy a regañar. Me
parece muy bien que defendáis a vuestra prima.
—¿De
verdad?—preguntaron incrédulos.
—De verdad
—respondió Rose—. Tenéis permiso para defender a vuestra prima pero no para
iros peleando por ahí con todo el mundo ¿queda claro?
—Sí mami –
dijeron los dos a la vez.
—Y esto
también va para vosotros jovencitos, podéis defender a vuestra amiga pero no
pelearos con cualquiera que se ponga por medio –dijo Ben mirando a sus hijos. Vi que Seth y Maggie también
asentían por lo que me quedó claro que ellos también la defendían y en ese
momento me sentí contenta de que mi hija ya no estuviera sola pues en
Jacksonville a veces se había sentido apartada en el colegio por culpa de Jane
y Alec.
Edward
besaba y acariciaba el pelo y las manitas de mi hija y con ese gesto lleno de
amor había logrado calmarla. He de reconocer que lo había conseguido en un
tiempo récord, yo nunca habría
conseguido hacerlo tan pronto.
—¿Pero
porque me dicen eso?, ¿qué significa?
–volvió a preguntar y mis sobrinos y los hijos de Ángela nos miraron con la
misma pregunta reflejada en la cara. Estaba claro que había que decirles algo.
Miré a Ángela pidiendo ayuda, hasta
ahora había sido un testigo silencioso de la situación no atreviéndose a
inmiscuirse quizás porque consideraba que era cosa nuestra. Pero ante mi mirada
de ruego se adelantó agachándose a nuestra altura pues seguíamos en el banco.
—Gaby verás…—antes
de seguir le hizo un gesto a Edward preguntándole en silencio si podía
intervenir a lo que Edward asintió—. Gaby esa palabra se emplea para hablar de
un niño o una persona mayor que no tiene padre o que no lo conoce –le explicó
Ángela, diciéndole una verdad a medias
deliberadamente, pero era una salida buenísima.
—Pero yo sí
tengo papá, y sí que lo conozco —dijo
abrazándose más a él y Edward correspondió el gesto dándole un beso en la
frente.
—Entonces,
¿qué te preocupa? lo que ha dicho esa señora es mentira ¿no?, pues ya está, lo
que sucede es que ella no lo sabía, pero ya verás cómo no te vuelven a decir
nada—le siguió diciendo en ese tono tan peculiar de Ángela que yo recordaba capaz
de calmar hasta una tormenta.
—Pues es
verdad, lo que pasa es que como no me conocen estaban confundidos —dijo muy
convencida y secándose las lágrimas—. Ahora seguro que no me lo dicen más.
—Que ni se les
ocurra porque las mato con mis propias manos —oí decir a Edward entre dientes.
—¿Y eso otro
que ha dicho sobre tita Bella que significaba?—preguntó Peter. Uf otro
problema, pensé para mí, pero Ángela lo solucionó rápido.
—Bueno eso
se suele decir cuando una mujer esta con un hombre porque se quieren mucho y
tus tíos se quieren mucho ¿o no?—le contestó al niño.
—Pues si es
eso no hay problema —dijeron los niños a
coro— ¿nos ponemos ya con la guerra de nieve?—preguntaron y Gaby se mostró de
acuerdo pues nunca había jugado con la nieve y le llamaba la atención.
Una vez
pasado el disgusto disfrutamos del resto de la mañana.
Esperamos por Alice y Jasper que habían
acordado reunirse con nosotros un poco más tarde. Cuando los dos se enteraron
de lo que había pasado se exaltaron muchísimo, pero por el bien de los niños se
calmaron. Hicimos nuestra famosa pelea de bolas de nieve, chicos contra chicas
y como era de esperarse ganamos las chicas, con Alice al frente como Capitán General. Mis padres y los
padres de Alice que, habían llegado esa misma mañana a pasar la Navidad con
nosotros, se nos unieron unos minutos después y comimos todos juntos, como era
tradición en la familia Swan, sentados en las mesas que el parque de Forks tenia habilitada para tal fin. Hacía frío
pero estábamos abrigados y no se estaba mal. Gaby después del disgusto estaba
disfrutando de lo lindo, pero yo seguía triste, no lo podía evitar. A pesar de
mis intentos por disimularlo Edward lo notó y me llevó aparte para hablar.
— Bella mi
amor, no sabes cuánto lo siento. Tanya ya me amenazó con que haría algo de esto
y Rose y yo estamos al tanto de que los niños han estado metiéndose con Gaby en
el colegio. Yo quería intervenir pero Rose no me dejaba. Me decía que les diera
tiempo a ver si lo solucionaban ellos, que debía dejar que mi niña se ventilara
sus asuntos. Que el momento de intervenir era cuando me pidiera ayuda. Ángela
me decía lo mismo, así que yo me limitaba a escucharla cuando me lo decía y a
consolarla.
—Edward,
deja ya de disculparte –le dije— tú no tienes la culpa de nada. El problema
está en que a sus ojos estás casado con esa zorra y todo el pueblo ha asimilado
que es ella tu mujer y no al revés. Va a costar mucho tiempo y esfuerzo que la
gente cambie de opinión. Mientras no sepan que tu matrimonio ha sido anulado y
porqué, y yo me vuelva a casar contigo,
desgraciadamente no seré más que eso para ellos, tu amante. Pero es algo que
tengo totalmente asumido y lo único es que me duele por nuestra hija, no quiero
que sufra Edward, pero tú has estado a la altura de las circunstancias, no solo
en cómo te has enfrentado a esas dos, sino también con el cariño que has
tratado a tu hija consiguiendo consolarla en un tiempo récord. Me siento muy
orgullosa por cómo nos has defendido y estoy segura que tu hija también lo hará
cuando ya más mayorcita entienda el alcance de todo esto. Lo único que me pasa
es que estoy triste con la situación, nada más, pero es algo pasajero hasta que
el pueblo entero sepa la verdad. Y si los chismes siguen funcionando en este
pueblo como antes, no creo que tarden mucho en averiguarlo.
—¿De verdad
te sientes orgullosa de mi Bella? –me dijo mirándome intensamente.
—De verdad
—le contesté sin ningún atisbo de duda en la mirada.
—Pues no
sabes lo que eso significa para mí, mi amor—me dijo abrazándome—. Te prometo que a partir de hoy nadie podrá
poner en duda nuestro amor. Te juro que no volverá a pasar nada como esto, de
eso me encargo yo —dijo de nuevo con ese tono misterioso que tenía desde esta
mañana
—Bueno sé
que hay algo que me ocultas. Pero supongo que ya me enteraré —dije riendo ante
la cara que ponía.
—Es una
sorpresa para ti amor, te la daré justo esta noche —me dijo con los ojos
brillantes por el entusiasmo—, espero que te guste, aunque bueno el caso es que
ya sabes pero...
—Por
supuesto que me gustará Edward –le dije
acariciándole la cara— ¿Por qué no habría de
gustarme?
Una vez
aclaradas las cosas, volvimos con los
demás. He de decir que ya me sospechaba que lo que me ocultaba era una
sorpresa. Pero, ¿qué sería? me tenía intrigadísima.
—Vámonos
yendo —dijo Emmett—, empieza a hacer frío y tenemos que ayudar a mamá.
— Sí—convino
Rose—, tenemos que ayudar a tu madre a preparar las cosas.
Recogimos
todo y nos encaminamos a casa de mi madre. Renée había dejado todo dispuesto
para preparar mi plato favorito y mi
postre. La estuvimos ayudando entre
todos en lo que cada uno buenamente pudo y cuando ya estuvo todo
preparado, mesa incluida, nos dirigimos a nuestras casas para
ducharnos y vestirnos.
Me puse para
la ocasión un vestido azul que uno de los diseñadores que colaboraban en mi
revista me había regalado al dejar Jacksonville. Me pinté muy poco ya que no me
gustaba demasiado el maquillaje y me dejé el pelo suelto haciendo ondas que
caían con gracia hacia abajo. Contenta con el resultado, salí del baño para
encontrarme a un guapísimo Edward, porque madre mía como estaba, esperándome
con unos papeles en la mano.
—Le he dicho
a Gaby que nos espere en la sala de juegos –me dijo— quería estar un momento a
solas para darte esto. Es mi sorpresa Bella y quería dártela a ti sola sin
nadie más delante, por eso te lo doy ahora y no mañana con todos los regalos.
Cogí el
sobre que me tendía. He de reconocer que me resultó extrañamente familiar.
Cuando lo abrí, entendí porque. Eran los mismos documentos de divorcio que
yo había firmado hace cinco años. Junto
a ellos había otro documento según el
cual el matrimonio de Tanya y Edward quedaba totalmente anulado. En
concreto decía que “en base a las pruebas presentadas y las declaraciones de
los testigos, el matrimonio formado por Tanya Vulturi Denali y Edward Anthony
Masen quedaba anulado porque el consentimiento de uno de los contrayentes se
había obtenido con violencia e intimidación hacia la persona de Edward Masen y
sus familiares”. Un segundo documento rezaba que “habiendo comprobado que
Edward Anthony Masen fue víctima de un episodio de Enajenación mental
Transitoria debido al chantaje y a la extorsión a la que estaba a siendo
sometido y dado que su matrimonio con Tanya Vulturi Denali ha quedado anulado
en base a lo establecido en el documento de anulación, el susodicho queda
absuelto del delito de Bigamía”. Y había
un tercer documento que decía que “en base a esa sentencia de nulidad y
comprobando que el demandante había sido obligado a casarse en contra de su voluntad
y estando ya legalmente casado, se
declaraba como válido y legal el primer matrimonio de Edward Anthony Masen con
Isabella Marie Swan”. Me lo quedé mirando con lágrimas en los ojos
—No fui
capaz de firmarlos Bella, ya lo sabes –me dijo con los documentos de la demanda
de divorcio en sus manos—, no pude, tenía el alma desgarrada por lo que te
había hecho y el corazón partido en dos. Fueron unos días difíciles y
horribles. Cuando recibí esos documentos firmados por ti junto con el anillo y
las alianzas que me devolvías y esa nota me sentí morir. Cogí el volvo y me
dirigí a nuestro prado y allí no se cuanto tiempo estuve llorando y gritando
como un loco. Cuando volví de nuevo a casa, guardé el anillo, las alianzas y
los documentos sin firmar, simplemente
no pude hacerlo —me dijo cogiéndome de la cintura y atrayéndome hacia él—, me
casé con Tanya sin saber exactamente qué estaba haciendo, me sentía aturdido y
simplemente mi mente lo olvidó. Cuando me di cuenta hace poco de que había
cometido un delito que en este estado está penado con hasta ocho años de cárcel,
me aterré. Cuando me calmé lo primero que hice fue llamarte para contarte todo
Bella, te había hecho una promesa y la cumplí. Y tú me demostraste que estabas a la altura de las
circunstancias. Me comprendiste, me apoyaste y me mandaste a tu mejor amiga y
abogada para que me ayudase. Y gracias a ello aquí estoy. Divorciado de esa
zorra, por fin, y junto a mi verdadera y auténtica mujer y no porque lo diga
ese papel. Bella a partir de ahora y hasta que nos casemos tenemos que gritarle
al pueblo entero que yo ya no estoy con Tanya, que ella me obligó, que nos
vamos a casar de nuevo. No puedo esperar al 20 de junio para que a ojos de
todos seas mía otra vez, para que lo que ha ocurrido hoy no se vuelva a repetir
de nuevo. Esos documentos me llegaron el otro día junto a los que firmaste para compartir la propiedad
de esta casa. Y este es mi regalo Bella – Me dijo
entregándome los malditos
documentos de la demanda de divorcio—, rómpelo amor, rompe ese maldito
documento, rómpelo tu, quiero que lo hagas tu por favor. Este es el único que
vale –dijo enseñándome el acta de matrimonio firmada por los dos hace tanto
tiempo junto con la declaración del juez dándolo por válido. Cogí los dichosos
documentos con las manos y los rompí,
los rompí en mil y un pedazos, los rompí como si lo que estuviera rompiendo
fuera la cabeza de Tanya y no un simple papel. Cuando acabé los tiré a la
chimenea y me sentí agradecida, realmente me había hecho un buen regalo, ahora me
sentía más su mujer. Edward cogió el resto de la documentación, la metió en su
sobre correspondiente y la guardó en la caja fuerte, cuya contraseña era casualmente una combinación de las fechas
de cumpleaños mía y de Gaby.
—Según el
juez –empezó a explicarme Edward— yo ya estaba casado por lo que fueron ellos
los que me obligaron a incurrir en un delito de Bigamia independientemente de
que me obligaran a divorciarme de ti.
Además existieron amenazas contra vuestra vida, sobre todo contra la de
Gaby siendo una niña, amenazas que de hecho se llevaron a cabo. Cuando hay
niños de por medio, ese delito está
penado con la cárcel de por vida. Así que añádele todo eso a la
sentencia que les va a caer. Por lo visto, y ante el asombro de todos, este caso tenía un precedente de hace algunos
años y el juez se ha agarrado a él para
hacer más firme su sentencia. Es cierto que Tanya podrá recurrir pero ¿en base a qué? está claro que
fui coaccionado y obligado, las pruebas contra ella está muy claras, Kate dice
que tendría las de de perder.
Nos miramos durante unos segundos y nuestras
bocas se fueron acercando poco a poco, muy lentamente, me cogió entre sus brazos y me llevó a la cama donde me tumbo, se tumbo sobre mí y
atrapo mis labios comenzando el beso más especial, espectacular y maravilloso
que jamás nos habíamos dado. Nuestras lenguas danzaban en un baile hermoso,
lento, sin prisas, saboreándose la una a la otra, profundizando un poco más
cada vez. No sé cuánto tiempo estuvimos así, lo que sí sé es que al separarnos me costaba mucho respirar
y a él también.
—Me gustaría
darte también mi regalo ahora — le dije.
—No te
preocupes esposa mía –me contestó—, yo
tengo otro para ti también escogido con mucho amor, nos los daremos a la vez.
—Edward, yo
no tenía intención de darte ese regalo delante de todos porque es algo muy
especial y particular que quiero que veas solo tú. Te lo iba a dar esta noche
cuando regresáramos y estuviéramos a solas. Mañana te iba a dar otra cosa que
te compré. Pero en vista de los acontecimientos te lo quiero dar ahora –le dije
intentando que leyera un poco entre
líneas.
—Calla mi
amor no me estropees mi sorpresa —me dijo con una gran sonrisa en el rostro que
reflejaba alegría, felicidad, alivio, pero sobre todo una inmensa felicidad. Me
volvió a besar de nuevo pero esta vez
con más pasión mientras notaba como gruesos lagrimones caían de sus ojos. Su
beso era demandante, pasional, orgulloso, dulce, maravilloso, que solo rompimos
cuando nuestras respiraciones ya no podían más.
—No sabes
cuánto me cuesta moverme de aquí –me dijo con la voz entrecortada por la
emoción y el llanto mientras me dejaba sitio para que me levantara—, pero ahora
quiero verlo y de todos modos tenemos que irnos. Pero esta noche no te escapas
Bella Masen.
Me levanté y
fui hasta el armario donde lo tenía guardado, fui de nuevo hasta la cama me
senté y se lo di.
Lo abrió con
una gran sonrisa en la cara y cuando lo vio su sonrisa aunque no abandonó su
cara, decayó un poco demostrando confusión. Yo reí divertida ante el gesto,
¿qué esperaba?
—El
verdadero motivo por lo que quería que lo vieras solo tú está en la inscripción
que tienes grabada en la parte de atrás de la esfera —le aclaré dando la vuelta
yo misma al reloj.
—“Te perdono
totalmente, te lo has ganado y lo mereces, siempre te lo mereciste… –le leí yo
misma en voz alta —tuya por siempre
Bella Masen”–. Me miró con una expresión de felicidad y alegría
imposible de describir con palabras. Se tiró hacia mí, me cogió entre sus
brazos abrazándome fuertemente y escondió la cara en mi cuello comenzando a
llorar de nuevo como un niño pequeño y yo le dejé, tenía que sacar afuera cinco
años de frustración, vergüenza, sufrimiento, tortura, soledad y dolor.
—Que sepas
que yo también me he perdonado a mi
mismo Bella, acabo de hacerlo ahora mismo gracias a ti –me dijo mientras se tranquilizaba pero aún sin levantar la cara de mi hombro—, solo
tú podías conseguirlo mi amor, y lo has logrado con tu amor, con tu confianza y dándome tu
perdón —dijo besándome de nuevo esta vez con mas pasión que antes. Como siempre
había sido costumbre en él, su lengua no pidió permiso allanó mi boca sin más,
cosa que lógicamente, a mi no me importó. Nos besamos, nos acariciamos, nos
tocamos, su boca dejó la mía y descendió
por mi cuello dejando un camino de besos hasta el principio de mis senos
mientras yo bajaba la mano y con la palma abierta le frotaba su ya muy dura
erección. Me encantaba hacerle eso, sabía perfectamente que le ponía a cien por
hora y eso me gustaba, me hacía sentir importante y me excitaba a mí al mismo tiempo. Algo parecido le pasaba a él
con mis pechos, pues aprovechaba siempre para acariciarlos tanto con sus manos
como con su boca, acto que me ponía al límite. Pero había que parar, Gaby
estaba a unos pasos de nosotros y podía aparecer en cualquier momento. Además,
teníamos una cena pendiente. Cuando conseguimos controlar el problema que tanto
a él como a mí nos había producido tanto beso, nos levantamos de la cama,
recompusimos nuestras ropas mi maquillaje y el peinado y fuimos a buscar a nuestra niña al cuarto de
juegos. Nada más llegar la niña se tiró a los brazos de su papi y juntos, abrazados, como una familia que éramos compuesta por un
matrimonio feliz que se adoraba y su preciosa hija, nos fuimos a celebrar la
Nochebuena con el resto de la familia.
Llegamos a
esa casa que había sido mi hogar durante tantos años y me quedé a un lado
observando a mi familia. Mi hermano Emmett con sus bromas de siempre huyendo de
los coscorrones de Rose, ante la mirada divertida de los niños. Mis padres
Renée y Charlie que a pesar de llevar siglos casados todavía se amaban,
respetaban y querían como el primer día. Mi amiga Alice, la mejor que nunca
tuve además de Rose. Siempre conmigo, siempre a mi lado, sacrificando su vida por
estar junto a mí, hasta que gracias a Dios llegó Jasper. Jasper, mi hermano, mi
amigo, mi consejero. Esme y Carlisle que habían venido desde Jacksonville para
celebrar la Navidad con nosotros y que habían llegado a ser como mis segundos
padres. Me acordé en ese momento de Jacob y
de Sam que habían quedado en Jacksonville. Quil y Embry se habían venido
para acá para reforzar la vigilancia aquí mientras tenía lugar el juicio, según
ellos no estábamos a salvo aún. Junto a ellos había venido una “niñera “nueva
para vigilar a Gaby y a los niños y que ahora estaba dentro de la casa haciendo
su trabajo. Claire había sido investigada minuciosamente por el FBI y había
sido aprobada con nota.
Y por
último, me quedé mirando a mi marido y a mi hija, y a lo bien que interactuaban
entre ellos. Me di cuenta de como habían congeniado en tan poco tiempo, nada
más conocerse, era como si una fuerza superior a ellos los empujase el uno
contra el otro. Y yo sabía muy bien cual era esa fuerza puesto que yo también
la sentía, era ni más ni menos que la fuerza más poderosa que existe, la fuerza
del amor y ni el más letal de todos los ejércitos podría nunca contra ella.
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