DISCLAIMER:
Ninguno de los
personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva
de S. Meyer
Capítulo 3:
Reencuentro, parte 1
Narrador en tercera
persona
Las largas horas de vuelo necesarias para recorrer la
distancia entre Escocia y New Haven, estaban pasándole factura a Edward. Al
final habían tenido que alquilar un avión privado que los llevara a Estados
Unidos ya que su padre les había prohibido coger el Jet de la compañía y así se
lo había ordenado a un pobre Stephan que no sabía muy bien qué hacer. Es un aparato que está para viajes de
negocios relacionados con la empresa no para caprichos absurdos y estúpidos,
le había dicho su padre cuando Edward le llamó para recriminarle pero Carlisle
se había mostrado impasible añadiendo que todavía era el dueño de esa compañía
y se hacía lo que él mandaba.
Su estado de ánimo estaba prácticamente por los suelos
debido a que los carísimos detectives no habían podido encontrar aun el paradero
de Bella. Sabía que aun era muy pronto para que hubiesen descubierto algo, pero
estaba impaciente...tanto tiempo buscándola. Estaba barajando la posibilidad de
que estuviera utilizando otro nombre pero ¿cuál?, no quería ni pensar en que se
hubiera casado. Nunca le llegó a decir el apellido de soltera de su madre y era
algo más que una posibilidad que lo estuviera utilizando pero…era como buscar
una aguja en un pajar, solo tenía una pista…tendría que ser un apellido
español. De todos modos ya había puesto a trabajar en ello a su gente ¿Cuántas
Isabellas con un apellido español podría haber?, de pronto se le ocurrió que el
equivalente de Isabella en ese idioma era Isabel ¿y si?, sin pensar mucho en la
hora resolvió llamar a Jenks para darle ese nuevo dato.
Cogió el teléfono del avión, ya que los móviles en pleno
vuelo estaban totalmente prohibidos, y llamó a Jenks. Después de ladrar las
órdenes pertinentes y viendo que Alice seguía plácidamente dormida, decidió
telefonear a las únicas personas de la familia, a excepción de su hermana, que
le comprenderían, apoyarían y ayudarían con su plan de reconquista, eso
suponiendo que Bella estuviese en New Haven. De todas formas tenía pensado
llamarlos. Eran las únicas personas de la familia de su padre, junto con sus
tíos, que merecían realmente la pena.
Su primo Emmett, hijo de Edward un hermano de su padre del
que había heredado el nombre pues también era su padrino, había sido
prácticamente repudiado por la familia Cullen al enamorarse perdidamente de una
mujer sencilla, sin muchos recursos, que vivía al día intentando sacar adelante
su pequeño negocio de fotografía. Pero eso no era lo peor, lo peor para la
familia es que era una mujer viuda que se había casado embarazada a los
diecisiete años siendo muy joven e inexperta, y esto la hacía inaceptable a los
ojos de todo el clan Cullen. Poco le importaba a esa prepotente y señorial
familia que su prima se hubiese dejado los cuernos estudiando, trabajando y
sacando ella sola adelante a su hija. Se habían conocido en el restaurante
donde ella trabajaba en aquella época durante uno de los viajes de estudios de
Emmett enamorándose total y completamente uno del otro. Tanto es así que su
primo, enfrentándose a todos, había abandonado su cómoda vida y se había casado
con Rose. Ahora vivían en New Haven de forma modesta pero feliz. El único
problema de la pareja era María, la hija fruto de su anterior matrimonio con
Royce King un infeliz que lo mejor que había podido hacer en su vida era
morirse de aquella sobredosis. María, era una adolescente rebelde que no
parecía admitir mucho a Emmett como padre pues lo veía como un usurpador del
puesto de Royce.
Sin embargo, según le contó en su última conversación, una
profesora del instituto donde acudía había obrado el milagro y conseguido que
María y Emmett se acercasen un poco más. Esa mujer había logrado con mucho
esfuerzo y paciencia que los dos hablaran, que María comprendiera que el papel
de Emmett en esta historia no era suplir a su padre sino ser para ella alguien
en quien poder apoyarse y confiar. Parecía que poco a poco la relación entre
ambos iba prosperando.
—Edward, lo que hizo tu padre, no tiene nombre ni excusa,
pero me sorprende que te hagas de nuevas…yo creía que ya sospechabas algo así.
Has vivido mucho tiempo engañado por ese hombre –le dijo su primo después de haber
escuchado atentamente lo que Edward tenía que contarle. Emmett adoraba a su
primo, para él era más que un primo, era un hermano al igual que la pequeña
Alice, los dos únicos de la familia que, junto a sus padres, le habían ayudado
y apoyado con Rose.
—Sí pero…—en realidad Edward no sabía que decir porque, a
pesar de tener una ligera sospecha todo este tiempo, la verdad le había caído
como una losa. Para él, la culpable de todas sus desdichas era la frívola Esme
a quien su padre le daba todos los caprichos. Para Edward, Carlisle era una
especie de héroe que siempre se había desvivido por procurar el bienestar de
sus hijos. Era por eso por lo que no le había preocupado que estuviese hablando
con Bella mientras él intentaba, con una sonrisa hipócrita en la cara, que la
zorra de Ángela estuviera lo más lejos posible de ella. De vez en cuando miraba
hacia donde estaba Bella hablando con su padre, mientras bebía copa tras copa
que Ángela le proporcionaba y que él tomaba gustoso pues aunque ambos parecían
hablar tranquilos él estaba de los
nervios, de vez en cuando la sonreía para darle ánimos. Había cometido el error
de confiar en él, de confesarle su amor por esa chica, pensaba que Carlisle lo
apoyaría…ahora era consciente de su error. ¿Qué le diría?, ¿que hizo que ella
se marchara tan deprisa sin siquiera enfrentarlo?, eso no era propio de
Isabella Marie Swan la mujer que se enfrentaba a todo en esta vida con una
actitud valiente y decidida. Carlisle debía haberla hecho mucho daño.
No podía recordar cuando terminó la fiesta, ni siquiera como
llegó a su casa…solo recordaba que se había despertado al día siguiente en el
sillón de su apartamento, Ángela por lo visto había dormido en su habitación.
Su primer pensamiento fue para Bella, Carlisle le dijo que él se había
preocupado de llevarla a su casa ya que Edward no estaba en condiciones
de…hacerlo por sí mismo porque que había ingerido demasiado alcohol y Alice se
había marchado con un compañero de su misma clase con el que había estado
coqueteando toda la noche. Le comentó que dado su estado se habían auto
invitado a su apartamento y que él mismo había procurado que…Ángela durmiese
sola dada la nueva situación de la que, por supuesto, tendrían que hablar. Pero
él le dijo que esa conversación debería esperar pues lo primero era encontrar a
Bella, confesarle sus sentimientos y sobre todo…quien era él, tal y como había
pensado hacer la noche pasada. Su padre le dijo que Bella había asegurado que
le llamaría por la mañana pero Edward…no se quedó conforme y salió a buscarla
no sin antes ducharse, desayunar , ponerse ropa limpia y coger…el regalo de
graduación de su Bella, más bien los regalos de graduación. Sus padres se
habían marchado de su casa mientras se duchaba, argumentando que tenían algo
que solucionar, cosa que Ángela aprovechó para pasearse desnuda por todo el
apartamento, provocándole, que poco sabía ella que lo único que provocaba en él
era repulsa. Lo cierto es que ni siquiera la miraba pues su única preocupación
era hablar con Bella. La buscó por todas partes, fue a su casa, llamó al timbre
hasta quedarse sin piel en el dedo y…nada. No tenía móvil, precisamente era uno
de sus regalos para ella, ya que sus precarios medios económicos no le
permitían costearse uno, esperaba que se lo aceptase pues era muy terca aparte
de que pensaba que él tampoco tenía
muchos recursos, pero cuando…supiera quién era solo esperaba que…no pusiese
tanto reparo en aceptarlo. Llamó al teléfono de su apartamento… nadie
contestaba, Alice tampoco podía dar con ella. Nunca más la volvió a ver.
Lo cierto es que descubrir que su padre fue el culpable de
todo eso había sido un duro golpe para él pero…más le preocupaba su hermana ya
que lo tenía en un pedestal y así se lo dijo a su primo. Y también le
preocupaba ella…su Bella ¿Qué habría sido de ella?, ¿qué estaría pensando de él
y de la fama de mujeriego que le habían creado las revistas?, fama que Edward
mismo había fomentado para echar a Ángela de su lado, lo cierto es que todas
esas mujeres acudían a fotografiarse con él para tener su minuto de gloria,
nunca hubo nada más, él no lo hubiera consentido más por respeto a Bella que a
esa…mujer pero nunca se paró a pensar que Ella podría ver esas revistas y esas
fotos, estaba tan desesperado, pero ahora…ahora se daba cuenta de ese error.
—No debes preocuparte por Alice. Puede que ella sea tu
hermana pequeña pero es una mujer adulta capaz de enfrentarse a lo que le echen
–oyó que le decía su primo—. Más me preocupa lo que tu padre le dijo a…esa
chica Edward…me ha preocupado toda la vida pero…reconoce que para ti Carlisle
era intocable. No se te podía decir nada en contra de él.
—Sí Emmett, lo reconozco, ahora veo mi error.
—Pues ahora lo importante es encontrar a tu mujer, por Alice
no te preocupes ya te digo que lo superará.
—Es lo mismo que yo pensaba primo pero supongo que
necesitaba escucharlo de alguien más, alguien imparcial.
—Habla con ella del tema Edward, déjala que se desahogue, no
lo rehúyas para no hacerle daño, quizás necesite asimilarlo para salir adelante
–le aconsejó de nuevo –ni que decir tiene que no necesitáis buscar un hotel,
aquí tenéis sitio, tu puedes dormir en la habitación de invitados y Alice con
María.
—¿No le importara?
—Hace unos meses puede que sí, pero ahora es otra persona
distinta, esa mujer la ha transformado, nunca la estaremos lo suficientemente
agradecidos...definitivamente ella es mi heroína. Y… ¿cuál has dicho que es el
apellido de Bella?
—Swan ¿por qué?
—No…por nada…solo quería saber si podía ayudar…por si la
conocía…ya sabes…—a Edward le pareció entrever un cierto tono de misterio en la
voz de su primo, pero estaba cansado, desanimado… exhausto y además tenía una
conversación pendiente con Alice, así que lo dejó pasar.
—Emmett, Alice está despertando, te dejo, voy a ver si…hablo
con ella.
—¿Qué es eso de lo que tenías que hablarme? –le pregunto su
hermana incorporándose un poco aun adormilada.
—Bueno…veras…de lo que hemos descubierto…de que en realidad
fue…papá el que alejó a Bella de mi lado
—No voy a decir que no me duele, porque sería mentira, duele
y mucho, toda una vida pensando que ese ser que te dio la vida es alguien
tierno y cariñoso, alguien que miraba por y para sus hijos, que le daba el
contrapunto a la frialdad de nuestra madre y, de repente, llevarnos esta enorme
decepción, pero vamos a tener que asumirlo. Lo que más me cuesta aceptar es lo
engañados que nos tenía. Su gesto amable, su expresión comprensiva…, todo era
una máscara. Dios porque no estaría al lado de Bella en aquella dichosa fiesta
en lugar de estar ligando con el estúpido de Tyler…si ni siquiera me gustaba
pero pensé que…debía darle espacio a papá para…hablar con Bella y conocerla. De
verdad pensé que papá solo quería…ayudarte. Todo este tiempo engañados por
ese…hombre que dice ser mi padre. ¿Todo ha sido mentira entonces?, ¿el amor que
decía tenernos no ha existido nunca?
—Eso parece Alice, eso parece, quizás nos quiera…a su manera
pero…lo dudo…creo que Carlisle Cullen solo quiere a alguien y es así mismo
–dijo Edward levantándose del asiento para tomar a su hermana en brazos y
sentarla en su regazo donde la dejó llorar hasta que el avión aterrizó al
tiempo que le acariciaba el pelo suavemente y le daba besos en el mismo en un
gesto que sabía que a ella le tranquilizaba.
Una vez en tierra tuvieron que alquilar un coche pues
Carlisle ni siquiera había permitido que la filial de Cullen's Enterprises les
enviara uno de los autos que tenían reservado para cuando alguno de los grandes
jefes les visitaba. Conduciendo él mismo, se adentró en el tráfico de esa hora
de la noche.
Aparcó el coche frente a la puerta de la casa de sus primos.
Era una casa modesta, no muy grande, acorde a su posición, sin grandes
pretensiones, humilde pero cálida y confortable…un hogar en resumidas cuentas,
algo de lo que Alice y Edward habían carecido siempre a pesar de su enorme
castillo, sus muchos sirvientes y su gran cantidad de dinero. Salieron del
vehículo yendo hacia la entrada, sus primos ya los habían visto llegar y
abrieron la puerta con una sonrisa enorme. Con ellos estaba un muchacho rubio,
muy apuesto, de ojos muy azules y sonriente, era la viva imagen de Rose por lo
que Alice dedujo, mirándolo de arriba abajo, que era su famoso hermano gemelo,
aquel que se había marchado con una ONG a tierras africanas para ayudar a la
gente de allí.
—Hola Rosalie, Emmett.
—¿Cómo estáis? –les dijo su primo dándoles un fuerte abrazo.
Abrazo que también les dio Rose.
—Os presento a mi hermano, acaba de regresar de Mombasa y
esta vez para quedarse –le dijo imprimiendo a la palabra quedarse un cierto tono de autoridad.
—Vaya, el hermano errante –dijo una muy descarada Alice que
seguía mirándole de arriba abajo y sin ningún pudor –he escuchado hablar tanto
de ti que ya tenía ganas de conocerte. He esperado mucho para ello –le dijo con
coquetería y Edward no tuvo más remedio que rodar los ojos al
cielo…Alice…era…Alice pero esta vez estaba actuando de un modo muy extraño ¿le
habría gustado de verdad ese chico?
—No sabe cuánto lamento haberla hecho esperar tanto mi
estimada señorita, acepte mis disculpas –contestó el rubio besando su mano y
Edward pensó que Alice se derretiría allí mismo. ¿Sería posible que por fin la
flecha de Cupido hubiera dado de plano en el corazón de la inconquistable Alice
Cullen?, solo Dios y él había sido testigos de todos los corazones que su
hermana había roto, su gran amigo Riley entre ellos.
—Ummm…disculpas aceptadas pero con una condición.
—¿Cuál?
—Que me invites a cenar en un restaurante de tu elección
—Que así sea –contesto el hermano.
—¿Tu nombre era..?, espera no me lo digas, Jasper ¿no? –Y
Edward suspiró desesperado mirando a su primo que tenía la boca abierta en una
enorme "O", desde luego Alice estaba total y completamente
desconocida ya que de sobras sabía cuál era el nombre del hermano de su prima.
Rose por su parte esgrimía una amplia sonrisa. Tenía unas ganas enormes de que
su hermano encontrase a alguien a quien amar y tuviese la mejor excusa para
quedarse en el continente y no volverse a alejar jamás. Era la única familia
que le quedaba y le resultaba muy dura esa distancia. ¿Y quién mejor para el
puesto de cuñada que su querida prima política?
—Exacto, para servirte en lo que…sea que desees –le contestó
Jasper en un tono que a Edward se le antojó…seductor.
—Pero pasad por favor no os quedéis ahí, tenemos mucho de lo
que hablar –dijo Emmett una vez que hubo reaccionado del impacto causado por
Alice.
Y eso es lo que hicieron, hablaron y hablaron hasta bien
entrada la noche. Alice no quitaba sus ojos de Jasper y Jasper no perdía de
vista a Alice. Rose sonreía complacida. María se quedó con ellos un rato
fascinada por la historia del primo de su padrastro mientras una especie de
sospecha surgía en su cabeza. La otra noche cuando…y si fuera posible que…
tendría que hablar mañana con su madre y con Emmett de esto porque…con ese
pensamiento se fue a la cama, no sin antes desear buenas noches a ambos
invitados y decirle a Alice que era bienvenida en su cuarto.
Y mientras tanto no muy lejos de ahí unos muy insistentes
Tanya, Peter y Charlotte habían tomado al asalto el apartamento de su amiga.
Los tres estaban hartos de ver a Bella revolcarse en la mierda, del papel de
víctima que había aceptado y asumido. Ellos no sabían si Bella estaba o no en
lo cierto y si ese hombre, ese tal
Edward la engañó de verdad para luego dejar que su padre terminara de rematarla
o todo era una trampa puesta para los dos, ese era uno de los cabos sueltos en
toda esta historia, algo que quizás nunca llegaran a descubrir porque su amiga
hizo lo peor que se puede hacer en estos casos…huir. Y no la culpaban, nadie
mejor que la misma Bella podría entender cómo se sintió en ese momento pero… el
caso es que ya estaban hartos, Bella era una muy buena chica, generosa, amable,
cordial, solidaria, una gran amiga, simplemente no podían soportar verla así de
derrumbada y la cosa se había puesto peor desde que un misterioso personaje le
había hecho esa propuesta. Pero tampoco podía bailarle el agua, ella era una
mujer muy luchadora, se lo había demostrado poco a poco desde el tiempo que
hacía que la conocían ¿Por qué marcharse así?, no comprendían ni apoyaban su
postura.
—¿Veis?, miradla revolcándose en la mierda tal y como os
dije –dijo su amiga Tanya entrando muy resueltamente en el apartamento de Bella
seguida de Peter y Charlotte, entre los tres habían decidido que esta situación
no pasaba de hoy, su amiga iba a publicar ese libro sí o sí, era su sueño, su
gran oportunidad, si era esa gente los que estaban detrás y la habían
reconocido ella no tenía nada que esconder.
—Yo no estoy revolcándome en ninguna mierda –se defendió
Bella intentando sonar enojada pero lo único que consiguió fue sonar…patética.
—¿Ah no? –contraatacó Tanya. La estaba costando trabajo ser
tan dura, ella no era así, pero a situaciones desesperadas medidas más
desesperadas aun y esta era una situación altamente desesperada. Además algo la
decía que su amiga no solo estaba así por el peligro que podría conllevar
publicar Bajo tu poder.
—Tanya por favor…—le pidió Charlotte.
—Ni Tanya ni nada, no me voy a ir de aquí hasta soltar todo
lo que llevo un año queriendo soltar y que no he soltado por no herirla pero ya
está bien. Uno de los derechos de una amiga es decir las verdades a la cara
¿para qué están las verdaderas amigas sino?, ¿para tomar cuatro cervezas,
emborracharse y pasarlo bien?
—Tanya en serio que no tienes de que…
—Alto ahí, me vas a escuchar quieras o no. Sabes, llevo
mucho tiempo enamorada de Félix y si algún día un padre prepotente, engreído,
cruel y envuelto en dinero me llega y me dice que Félix no es quien yo pensaba
que era y que me aleje de él porque tiene novia, le doy un corte de mangas y
encaro al que de verdad tengo que encarar. Porque a ver ¿con quién mantenías
una relación de amistad, con Carlisle Cullen o con Edward Cullen?
—Con Edward pero…
—Pero nada Bella, si la relación era con Edward tenías que
haber ido a encarar a Edward, sobre todo después de encontrar ese ofensivo
cheque en tu bolso, cheque que, diste por sentado, él había consentido en
darte.
—¿Y qué quieres que piense? , él no me buscó
—¿Y tú que sabes?, ¿le diste tiempo acaso? no, no se lo
diste, saliste corriendo como alma que lleva el diablo. Fue un acto de cobardía
y si hay algo que tú no eres es cobarde, hay algo mas, ¿qué más sucedió?, ¿qué
te llevo a reaccionar así?
–Tanya es evidente que él sabía lo del cheque, tu no estabas
ahí yo sí, mientras su padre me…trataba como a una…cualquiera él no hacía más
que mirarme mientras sonreía como tonto a su novia quien estaba colgada de su
brazo. Ella…es una mujer muy guapa yo…
—Colgada de su brazo Bella, ¿no te dice nada eso?, puede que
a Edward no le gustase para nada que estuviese colgada de su brazo y esa
sonrisa fuese fingida, ¿guapa?, ¿dices que esa mujer con tanta pintura puesta
encima es guapa?, ¿tú la has mirado bien?
—Pero él le sonreía y de vez en cuando miraba hacia mí
dándome a entender que…esperaba que su padre hiciera el trabajo sucio, el que
él no se atrevía a realizar. Y sí, sí la he mirado, sigo diciendo que es una
mujer muy guapa –dijo poniéndose en modo tozudo al más puro estilo Swan.
—En primer lugar ¿él sonreía o disimulaba?, esa es la gran
pregunta; en segundo lugar… ¿y si estás equivocada?, mira Bella te lo vuelvo a
repetir si a mí un tío me mete en el bolso un cheque como ese, voy le doy
cuatro bofetones para desahogarme y luego le pido explicaciones. En tercer
lugar, tú dirás que es guapa porque tienes un complejo absurdo e idiota de
patito feo pero esa mujer es de todo menos guapa, sus ojos fríos, su expresión
adusta y altiva, su prepotencia, créeme eso no la hace guapa.
—Pues yo creo que sí es guapa y además es de su misma
posición social, yo solo soy una pobre huérfana nacida en un pequeño pueblo
y...
—Por Dios bendito ¿pero la estáis oyendo?
—Sí, la estamos oyendo y créeme no la doy una bofetada
porque sé que así no soluciono nada, pero si con ella pudiera meter un poco de
cordura en esa cabeza –dijo Charlotte –vamos a ver Bella tu misma has dicho
muchas veces que su expresión en las fotos de las revistas que tiene junto a su
novia es falsa, fingida, tú que lo conoces muy bien lo dices y yo, que no lo
conozco más que por esas imágenes y por esa historia que cuentas, te digo que
tienes razón, en esas fotos él no es feliz, en ninguna.
—¿Y tú que sabes?, si ni siquiera le conoces tal y como has
dicho, a lo mejor es solo su expresión, su gesto, su… además en esas revistas
se les ve…muy bien y él…él es un mujeriego, un sinvergüenza que engaña a su
novia con cualquiera, la humilla…delante de todo el mundo. Si es capaz de hacer
eso, es capaz de cualquier cosa…hasta…de encargar a su padre que me quitara del
medio por él sin que su novia se enterase.
—¿O sea que solo te fías de las apariencias?
—No, me fio de lo que vi.
—Y si lo que viste no fue real.
—Yo sé lo que vi ¿Y qué me dices de las revistas?, ¿eso
tampoco es real?
—Esto…si me dejáis meter una palabra aunque solo sea de
canto creo que en el tema de las fotos en las revistas tengo algo que decir
–dijo Peter –Bella los hombres somos capaces de cometer las mayores estupideces
cuando nos vemos acorralados o…perdemos algo muy valioso para nosotros. Su
padre te dijo que él estaba prometido a esa mujer ¿y si era un compromiso
arreglado?, todavía sigue siendo muy común en familias de alta alcurnia como
esa. Puede que Edward yendo con todas esas mujeres le esté mandando un mensaje
a su…novia y a sus padres, puede que esa mirada en la que dices que te sonreía
fuese una mirada nerviosa porque no estaba seguro de lo que su padre querría
decirte, puede que estuviese apartado con…esa mujer porque no quisiera que se
te acercase y te dijese algo hiriente…puede que él confiase en su padre lo
suficiente como para pensar que no iba a decirte nada que…te hiciese salir
corriendo. Puede que esté actuando así simplemente porque esté herido, porque
se está viendo forzado a hacer algo que no quiere hacer. Pero no podemos estar
seguros porque tú no te quedaste a averiguarlo. Bella, opino como Tanya, nunca
debieron meterte ese cheque el bolso pero ¿quién te dice que él lo sabía?, creo
que debiste ir al apartamento a devolvérselo tú en persona y pedirle una explicación.
—¿Y para que iba a hacerlo? –contestó Bella a punto de
derrumbarse del todo pues a su mente acudían las últimas palabras dichas por
ese ser horrible que decía ser el padre de Edward—, si estaba todo muy claro,
¿para humillarme más?, para que me dijera a la cara todo lo que ya me había
dicho su padre.
—Para saber la verdad Bella, nada más y nada menos que para
eso –le dijo Tanya –amiga te lo he preguntado antes y te has hecho la loca, así
que te lo vuelvo a preguntar ahora, ¿hay algo mas verdad? –Y Bella se derrumbó,
a su mente volvieron de nuevo esas últimas palabras, esas que sentenciaron su
destino. Cayó de rodillas en el frió suelo del apartamento abrazándose a sí
misma, sus tres amigos se quedaron petrificados. Peter la cogió en brazos y sentándose
con ella en el sillón la puso en su regazo.
—Shhh…ya, ya pasó, venga, sé que hemos sido duros contigo
pero…es necesario Bella, estás muy cambiada desde que recibiste esa propuesta,
no que digo, desde antes de recibir la propuesta ¿qué sucede amiga?, ¿quién
puede contigo de esa manera?
—Solo queremos ayudarte Bella, lamento haberte llevado a ese
extremo pero…
—Pero era necesario Tanya –dijo Bella bañada en lagrimas
entre hipidos de pura desolación –yo no soy ninguna cobarde yo…le enfrenté, le
dije que él no era nadie para tratarme y hablarme así que…era el mismo Edward
quien tenía que decirme lo…que fuera que tuviese que decirme…además le dejé
bien claro que éramos amigos, no novios y que…no me marcharía de allí sin
hablar con él y con Alice. Carlisle Cullen me contestó que había sido su hijo
en persona quien le pidió que solucionara este pequeño problemilla por él, que
estaba harto de mí, que era patética y estúpida pero que no sabía cómo
quitárseme de encima. Yo le contesté que no lo creía, que un chico tan amable
como Edward no podía ser así y entonces me dio…la estocada final…me amenazó,
amenazó con destruir mi vida y la de mi abuela sino me iba en ese mismo
instante de allí, me dijo que se encargaría de que todos los medios de
comunicación existentes hasta la fecha hablaran de la zorra que quiso acostarse
con Edward Anthony Cullen para engendrar un heredero y así pillar una de las
fortunas mas grandes no solo del país sino del mundo. Me explicó como contarían
esos mismos medios que Edward molesto y asqueado me rechazó una y mil veces
pues él solo tiene ojos para su prometida. Me aseguró que la noticia daría la
vuelta al mundo, que posiblemente llegaría a oídos de mi abuela y entonces me
hundí. Mi abuela siempre me educó dentro de unos valores muy fuertes, al igual
que mis padres, una noticia así la mataría. Desde la muerte de mi abuelo ella
no estaba bien y eso…terminaría del todo con ella. Pero sin embargo no me
amedrenté, yo podría probar que no me había acostado con Edward…Carlisle me
dijo que era muy fácil amañar unos análisis y que además todo el mundo tendría
claro que teniendo una novia tan hermosa Edward Cullen jamás iba a querer
acostarse con…una mujer como yo. Pero aun así seguí sin amedrentarme…era yo
contra ese coloso pero quería que Edward me dijese todo eso en persona y además
estaba Alice. Carlisle me dijo que…Alice Cullen solo ambicionaba una cosa…el
dinero y que por dinero estaba dispuesta a lo que fuera…simplemente ella vio en
mí una amenaza y se hizo mi amiga para proteger a su hermano. Pero continué
encarándole, eran ellos quienes tenían que decirme, intenté acercarme a Edward
o a Alice para hablar pero Carlisle me detuvo volviéndome a amenazar con armar
un escándalo allí mismo delante de todo el mundo, escándalo que daría la vuelta
al mundo y en el que solo yo saldría perjudicada. Con toda la dignidad que pude
me marché de esa fiesta no sin antes decirle a ese…monstruo de hombre que no
descansaría hasta no hablar con ellos. Me volvió a amenazar diciéndome que como
me acercara a alguno de sus hijos a la mañana siguiente todo el mundo conocería
a la zorra que se había acostado con su hijo por…dinero. Salí de allí humillada
y hundida pero resuelta a llamar a Edward y a Alice por teléfono y que fueran
ellos quienes me lo dijeran pero cuando…abrí el bolso y vi ese cheque…venía
junto a una nota…era de él…—Bella se levantó del regazo de su amigo quien junto
a Tanya y Charlotte escuchaban sin respiración el resto de la historia, el cabo
suelto que faltaba, su amiga había luchado, en verdad que había luchado, pero
era David contra Goliat y en este caso ella no había sido tan hábil como el tal
David de la historia, estaba sola en un país extranjero y sola tuvo que
defenderse. Vieron como su amiga rebuscaba en una caja que se había traído de su
habitación y les daba una pequeña nota, lo que leyeron en ella les dejó sin
saber que decir:
Mí querida zorra:
Aléjate de mi hermana
y de mí si no quieres que todo el mundo sepa quién es la puta que calienta mi
cama cuando mi prometida no está. Solo fuiste una diversión para mientras
estudiaba mi carrera, solo lamentó que fueras tan mojigata que ni siquiera pude
llevarte a la cama. Pero eso nadie tiene porque saberlo ¿verdad?
Espero que este cheque
te ayude a superarme.
Edward Anthony Cullen
—Ahí está todo muy claro ¿no creéis?, esa es mi respuesta.
Sin embargo fue tan grande la ira que me entró que a la mañana siguiente muy
temprano decidí ir a su apartamento, encararlo, tirarle ese cheque a la cara y
decirle cuatro cosas bien dichas, sobre todo que Isabella Marie Swan no era
ninguna zorra. Llegué hasta su apartamento pero…cuando iba a entrar, vi como su
novia se asomaba a la ventana de su dormitorio completamente desnuda…sin ningún
pudor de que la vieran, así que me marché. Antes de salir de mi casa ya había hecho
mi equipaje con las cuatro cosas que tenía así que no tenía porque volver a él.
Acudí a uno de esos servicios de entrega inmediata y le envíe de vuelta el
cheque maldito. Pensaba que había sido lo mejor ver a su novia en esa ventana
porque me había evitado la humillación. ¿Para qué enfrentarlo? no hacía falta,
en esa nota ya me decía todo lo que necesitaba escuchar y ya había visto todo
lo que necesitaba ver. Él era feliz al lado de su prometida ¿quién era yo para
enturbiar esa felicidad?, lo amaba, lo amaba muchísimo...aun lo hago y porque
lo amaba mi deber era dejarlo en paz para que pudiera ser feliz aunque yo
estuviese muriendo cada patético minuto de mi triste existencia.
—¿Y si esa nota no la hubiera escrito él? —dijo Charlotte
sembrando de nuevo la duda en la cabeza de una muy confusa Bella
—Es su letra, reconocería esa letra entre mil. No hay duda
alguna.
—Bella –dijo Tanya conmocionada, teniendo tanto dinero, es
fácil conseguir los mejores falsificadores, puede que él no escribiera eso, sí,
es muy novelesco, ya lo sé pero…tu misma lo sabes, sigues sin poder creértelo a
pesar de esta…evidencia ¿Por qué no has salido huyendo cuando temes que te
hayan encontrado por la historia?, ¿cuándo tanto temes que sean ellos los que
te han hecho la propuesta? Y no me vengas con la excusa de que estás harta de
huir hay algo más.
—No he salido huyendo porque ya no quiero huir más, porque
yo no hice nada, porque han sido ellos los que…se han acercado a mi…en teoría
porque está claro que…puede interesarles mi historia pero no yo…puede que les
mueva un falso remordimiento de conciencia por lo que me hicieron pero…nada
más.
—O puede que no quieran darse a conocer para no asustarte,
que se quieran acercar a ti poco a poco.
—¿Y a santo de qué?
—De que esa nota es falsa, de que todo fue una trampa –dijo
su amiga esgrimiendo el papel — ¿de verdad crees capaz a Edward de ser tan
cruel?
—El Edward que yo conocí no pero… ¿cómo puedes estar tan
segura de que la nota es falsa?
—No puedo estar segura, lo intuyó y tu también lo haces.
Bella hay algo más, algo que hace que mantengas la esperanza, algo que…te
impide volver a huir.
—Me conoces muy bien Tanya. Sí hay algo…más bien alguien…esa
mujer me dijo que…
—¿Qué mujer? –preguntó Peter perplejo.
Bella se levantó con una resaca de los mil demonios, al
final y después de hablarles de…esa mujer…terminaron de pasar todo el fin de
semana juntos. Los tres amigos decidieron que Bella no debía de quedarse sola
así que se quedaron con ella jugando a las cartas, viendo películas y… ahogando
sus penas en el estupendo vino español que Bella tenía guardado, un sangre de toro, como lo conocían en
España, que se subía rápidamente a la cabeza.
Poco a poco sus amigos fueron emergiendo de los lugares en
donde se habían quedado dormidos. Era lunes…otra vez y debían de ir a trabajar
por lo que Peter se marchó a cambiarse de ropa a casa. Tanya y Charlotte
decidieron que la ropa de Bella les iba a quedar muy bien, no era la primera
vez que se la intercambiaban. Se ducharon por turnos en la pequeña ducha que
Bella tenía, desayunaron, se vistieron y se encaminaron al trabajo. Bella
estaba más calmada y más animada. Durante esos dos días con sus amigos había
decidido publicar Bajo tu poder,
Peter se encargaría de todo pero…ella daría la cara…el libro se publicaría con
su verdadero nombre…si la encontraban y querían algo de ella…ya sabían dónde
estaba…si intentaban algo contra ella para desprestigiarla tenía boca para
hablar, no huiría mas. No era ninguna cobarde y sin embargo tenía que reconocer
que la cobardía, la furia, la rabia, la humillación, los celos y el miedo
guiaron sus pasos haciéndola huir de Escocia…lejos de él… sin enfrentarlo.
Además tenía que averiguar si lo que decía esa mujer era…verdad, solo así
podría pasar página y seguir adelante pero…tenía muy claro que de ser
cierto…ella tendría también disculpas que pedir y las pediría. Nunca le había
dicho a esa mujer quien era en realidad pero…solo era cuestión de tiempo que lo
adivinara, si es que no lo había hecho ya.
Pero nada más llegar al trabajo su buen humor se desvaneció
y todos sus buenos propósitos se vinieron abajo. Tanya palideció al ver a su
amiga con ese gesto de terror y esa…revista en la mano.
Unas cuantas horas después, no muy lejos de allí…
—No entiendo porque te empeñas tanto en que vengamos a
buscar a María –dijo Edward bastante malhumorado ante la extraña insistencia de
su prima –yo pensaba que ya iba y volvía ella sola del instituto. Ya es mayor
¿no…? En lugar de estar aquí perdiendo el tiempo debería estar buscando a
Bella.
—Eso ya lo están haciendo los detectives Edward dales
tiempo, llevas todo el fin de semana gruñendo, dando gritos y voces, frustrado,
paseando de un lado al otro con el teléfono en la mano y sin saber por dónde
empezar, relájate un poco.
—Es que no entiendo porqué una niña de quince años puede
querer que su madre, su tío y un par de desconocidos la vallan a buscar.
—Ella me lo ha pedido personalmente, ha insistido mucho,
quiere que vallamos a buscar a Emmett e ir los seis juntos a cenar –le contestó
Rose totalmente desesperada pues ya no sabía qué hacer…su primo político era
tan…terco, cabezota, obstinado—. Edward , mi relación con ella todavía es muy
precaria pues ya sabes que se resintió cuando me casé con Emmett, ahora parece
que está aceptándolo y yendo por el buen camino, todo gracias a esa mujer, así
que cualquier cosa que mi hija me pida si no es descabellada y sirve para
ayudar…se la daré.
—Vale ¿y si te pide dinero para drogas o alcohol?, ¿también
se lo das? –dijo Jasper alzando una ceja e intentando poner la nota de humor en
el ambiente. Alice se lo quedó mirando extasiada y Edward alzó los ojos al
cielo, habían estado así durante todo el fin de semana después de que volvieran
de esa cena a la que Alice se había auto invitado.
—He dicho que no sea descabellada Jasper –contestó Rose
rodando los ojos.
—Perdonad –dijo entonces Edward pasándose la mano por el
pelo en un gesto que demostraba lo desesperado que estaba –es que esta mañana
he tenido un fuerte enfrentamiento con mi padre, pretendía que volviese con
urgencia a Edimburgo, según él mi presencia era imprescindible allí, no sé para
qué…él se las apaña muy bien solito.
—¿Y qué le has contestado? –preguntó Rose con miedo de que
su primo en estos precisos momentos hubiera decidido volver.
—Que no sabía que parte de no voy a volver sin Bella no
habría entendido porque…
—Por favor hermano deja ya el asunto no le des más vueltas
que papá espere sentado y…mirad por allí viene María con…. —Edward se volvió
hacia donde Alice le señalaba asustado por la extraña expresión que su hermana
había puesto, se había quedado blanca, sin palabras y sus ojos estaban tan
abiertos que se salían de sus órbitas sus piernas parecían no responderla por
lo que Jasper la estaba sujetando tan asustado como él...pero cuando volvió la
cabeza y observó lo mismo que Alice estaba viendo...se le heló la sangre en las
venas.
—¿Bella? –exclamaron los dos al mismo tiempo.
—¿Es ella?, ¿es esa tu Bella? –preguntó Rose que ya estaba a
su altura, con un brillo en los ojos. Su intuición y la de su hija había sido
la correcta. Su plan de momento estaba funcionando.