viernes, 22 de febrero de 2013

EN BUSCA DE UN AMOR PERDIDO. CAPÍTULO 3: REENCUENTRO PARTE 1


DISCLAIMER:

Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer

Capítulo 3: Reencuentro, parte 1

Narrador en tercera persona

Las largas horas de vuelo necesarias para recorrer la distancia entre Escocia y New Haven, estaban pasándole factura a Edward. Al final habían tenido que alquilar un avión privado que los llevara a Estados Unidos ya que su padre les había prohibido coger el Jet de la compañía y así se lo había ordenado a un pobre Stephan que no sabía muy bien qué hacer. Es un aparato que está para viajes de negocios relacionados con la empresa no para caprichos absurdos y estúpidos, le había dicho su padre cuando Edward le llamó para recriminarle pero Carlisle se había mostrado impasible añadiendo que todavía era el dueño de esa compañía y se hacía lo que él mandaba.

Su estado de ánimo estaba prácticamente por los suelos debido a que los carísimos detectives no habían podido encontrar aun el paradero de Bella. Sabía que aun era muy pronto para que hubiesen descubierto algo, pero estaba impaciente...tanto tiempo buscándola. Estaba barajando la posibilidad de que estuviera utilizando otro nombre pero ¿cuál?, no quería ni pensar en que se hubiera casado. Nunca le llegó a decir el apellido de soltera de su madre y era algo más que una posibilidad que lo estuviera utilizando pero…era como buscar una aguja en un pajar, solo tenía una pista…tendría que ser un apellido español. De todos modos ya había puesto a trabajar en ello a su gente ¿Cuántas Isabellas con un apellido español podría haber?, de pronto se le ocurrió que el equivalente de Isabella en ese idioma era Isabel ¿y si?, sin pensar mucho en la hora resolvió llamar a Jenks para darle ese nuevo dato.

Cogió el teléfono del avión, ya que los móviles en pleno vuelo estaban totalmente prohibidos, y llamó a Jenks. Después de ladrar las órdenes pertinentes y viendo que Alice seguía plácidamente dormida, decidió telefonear a las únicas personas de la familia, a excepción de su hermana, que le comprenderían, apoyarían y ayudarían con su plan de reconquista, eso suponiendo que Bella estuviese en New Haven. De todas formas tenía pensado llamarlos. Eran las únicas personas de la familia de su padre, junto con sus tíos, que merecían realmente la pena.

Su primo Emmett, hijo de Edward un hermano de su padre del que había heredado el nombre pues también era su padrino, había sido prácticamente repudiado por la familia Cullen al enamorarse perdidamente de una mujer sencilla, sin muchos recursos, que vivía al día intentando sacar adelante su pequeño negocio de fotografía. Pero eso no era lo peor, lo peor para la familia es que era una mujer viuda que se había casado embarazada a los diecisiete años siendo muy joven e inexperta, y esto la hacía inaceptable a los ojos de todo el clan Cullen. Poco le importaba a esa prepotente y señorial familia que su prima se hubiese dejado los cuernos estudiando, trabajando y sacando ella sola adelante a su hija. Se habían conocido en el restaurante donde ella trabajaba en aquella época durante uno de los viajes de estudios de Emmett enamorándose total y completamente uno del otro. Tanto es así que su primo, enfrentándose a todos, había abandonado su cómoda vida y se había casado con Rose. Ahora vivían en New Haven de forma modesta pero feliz. El único problema de la pareja era María, la hija fruto de su anterior matrimonio con Royce King un infeliz que lo mejor que había podido hacer en su vida era morirse de aquella sobredosis. María, era una adolescente rebelde que no parecía admitir mucho a Emmett como padre pues lo veía como un usurpador del puesto de Royce.

Sin embargo, según le contó en su última conversación, una profesora del instituto donde acudía había obrado el milagro y conseguido que María y Emmett se acercasen un poco más. Esa mujer había logrado con mucho esfuerzo y paciencia que los dos hablaran, que María comprendiera que el papel de Emmett en esta historia no era suplir a su padre sino ser para ella alguien en quien poder apoyarse y confiar. Parecía que poco a poco la relación entre ambos iba prosperando.

—Edward, lo que hizo tu padre, no tiene nombre ni excusa, pero me sorprende que te hagas de nuevas…yo creía que ya sospechabas algo así. Has vivido mucho tiempo engañado por ese hombre –le dijo su primo después de haber escuchado atentamente lo que Edward tenía que contarle. Emmett adoraba a su primo, para él era más que un primo, era un hermano al igual que la pequeña Alice, los dos únicos de la familia que, junto a sus padres, le habían ayudado y apoyado con Rose.

—Sí pero…—en realidad Edward no sabía que decir porque, a pesar de tener una ligera sospecha todo este tiempo, la verdad le había caído como una losa. Para él, la culpable de todas sus desdichas era la frívola Esme a quien su padre le daba todos los caprichos. Para Edward, Carlisle era una especie de héroe que siempre se había desvivido por procurar el bienestar de sus hijos. Era por eso por lo que no le había preocupado que estuviese hablando con Bella mientras él intentaba, con una sonrisa hipócrita en la cara, que la zorra de Ángela estuviera lo más lejos posible de ella. De vez en cuando miraba hacia donde estaba Bella hablando con su padre, mientras bebía copa tras copa que Ángela le proporcionaba y que él tomaba gustoso pues aunque ambos parecían hablar  tranquilos él estaba de los nervios, de vez en cuando la sonreía para darle ánimos. Había cometido el error de confiar en él, de confesarle su amor por esa chica, pensaba que Carlisle lo apoyaría…ahora era consciente de su error. ¿Qué le diría?, ¿que hizo que ella se marchara tan deprisa sin siquiera enfrentarlo?, eso no era propio de Isabella Marie Swan la mujer que se enfrentaba a todo en esta vida con una actitud valiente y decidida. Carlisle debía haberla hecho mucho daño.

No podía recordar cuando terminó la fiesta, ni siquiera como llegó a su casa…solo recordaba que se había despertado al día siguiente en el sillón de su apartamento, Ángela por lo visto había dormido en su habitación. Su primer pensamiento fue para Bella, Carlisle le dijo que él se había preocupado de llevarla a su casa ya que Edward no estaba en condiciones de…hacerlo por sí mismo porque que había ingerido demasiado alcohol y Alice se había marchado con un compañero de su misma clase con el que había estado coqueteando toda la noche. Le comentó que dado su estado se habían auto invitado a su apartamento y que él mismo había procurado que…Ángela durmiese sola dada la nueva situación de la que, por supuesto, tendrían que hablar. Pero él le dijo que esa conversación debería esperar pues lo primero era encontrar a Bella, confesarle sus sentimientos y sobre todo…quien era él, tal y como había pensado hacer la noche pasada. Su padre le dijo que Bella había asegurado que le llamaría por la mañana pero Edward…no se quedó conforme y salió a buscarla no sin antes ducharse, desayunar , ponerse ropa limpia y coger…el regalo de graduación de su Bella, más bien los regalos de graduación. Sus padres se habían marchado de su casa mientras se duchaba, argumentando que tenían algo que solucionar, cosa que Ángela aprovechó para pasearse desnuda por todo el apartamento, provocándole, que poco sabía ella que lo único que provocaba en él era repulsa. Lo cierto es que ni siquiera la miraba pues su única preocupación era hablar con Bella. La buscó por todas partes, fue a su casa, llamó al timbre hasta quedarse sin piel en el dedo y…nada. No tenía móvil, precisamente era uno de sus regalos para ella, ya que sus precarios medios económicos no le permitían costearse uno, esperaba que se lo aceptase pues era muy terca aparte de que pensaba que él tampoco  tenía muchos recursos, pero cuando…supiera quién era solo esperaba que…no pusiese tanto reparo en aceptarlo. Llamó al teléfono de su apartamento… nadie contestaba, Alice tampoco podía dar con ella. Nunca más la volvió a ver.

Lo cierto es que descubrir que su padre fue el culpable de todo eso había sido un duro golpe para él pero…más le preocupaba su hermana ya que lo tenía en un pedestal y así se lo dijo a su primo. Y también le preocupaba ella…su Bella ¿Qué habría sido de ella?, ¿qué estaría pensando de él y de la fama de mujeriego que le habían creado las revistas?, fama que Edward mismo había fomentado para echar a Ángela de su lado, lo cierto es que todas esas mujeres acudían a fotografiarse con él para tener su minuto de gloria, nunca hubo nada más, él no lo hubiera consentido más por respeto a Bella que a esa…mujer pero nunca se paró a pensar que Ella podría ver esas revistas y esas fotos, estaba tan desesperado, pero ahora…ahora se daba cuenta de ese error.

—No debes preocuparte por Alice. Puede que ella sea tu hermana pequeña pero es una mujer adulta capaz de enfrentarse a lo que le echen –oyó que le decía su primo—. Más me preocupa lo que tu padre le dijo a…esa chica Edward…me ha preocupado toda la vida pero…reconoce que para ti Carlisle era intocable. No se te podía decir nada en contra de él.

—Sí Emmett, lo reconozco, ahora veo mi error.

—Pues ahora lo importante es encontrar a tu mujer, por Alice no te preocupes ya te digo que lo superará.

—Es lo mismo que yo pensaba primo pero supongo que necesitaba escucharlo de alguien más, alguien imparcial.

—Habla con ella del tema Edward, déjala que se desahogue, no lo rehúyas para no hacerle daño, quizás necesite asimilarlo para salir adelante –le aconsejó de nuevo –ni que decir tiene que no necesitáis buscar un hotel, aquí tenéis sitio, tu puedes dormir en la habitación de invitados y Alice con María.

—¿No le importara?

—Hace unos meses puede que sí, pero ahora es otra persona distinta, esa mujer la ha transformado, nunca la estaremos lo suficientemente agradecidos...definitivamente ella es mi heroína. Y… ¿cuál has dicho que es el apellido de Bella?

—Swan ¿por qué?

—No…por nada…solo quería saber si podía ayudar…por si la conocía…ya sabes…—a Edward le pareció entrever un cierto tono de misterio en la voz de su primo, pero estaba cansado, desanimado… exhausto y además tenía una conversación pendiente con Alice, así que lo dejó pasar.

—Emmett, Alice está despertando, te dejo, voy a ver si…hablo con ella.

—¿Qué es eso de lo que tenías que hablarme? –le pregunto su hermana incorporándose un poco aun adormilada.

—Bueno…veras…de lo que hemos descubierto…de que en realidad fue…papá el que alejó a Bella de mi lado

—No voy a decir que no me duele, porque sería mentira, duele y mucho, toda una vida pensando que ese ser que te dio la vida es alguien tierno y cariñoso, alguien que miraba por y para sus hijos, que le daba el contrapunto a la frialdad de nuestra madre y, de repente, llevarnos esta enorme decepción, pero vamos a tener que asumirlo. Lo que más me cuesta aceptar es lo engañados que nos tenía. Su gesto amable, su expresión comprensiva…, todo era una máscara. Dios porque no estaría al lado de Bella en aquella dichosa fiesta en lugar de estar ligando con el estúpido de Tyler…si ni siquiera me gustaba pero pensé que…debía darle espacio a papá para…hablar con Bella y conocerla. De verdad pensé que papá solo quería…ayudarte. Todo este tiempo engañados por ese…hombre que dice ser mi padre. ¿Todo ha sido mentira entonces?, ¿el amor que decía tenernos no ha existido nunca?

—Eso parece Alice, eso parece, quizás nos quiera…a su manera pero…lo dudo…creo que Carlisle Cullen solo quiere a alguien y es así mismo –dijo Edward levantándose del asiento para tomar a su hermana en brazos y sentarla en su regazo donde la dejó llorar hasta que el avión aterrizó al tiempo que le acariciaba el pelo suavemente y le daba besos en el mismo en un gesto que sabía que a ella le tranquilizaba.

Una vez en tierra tuvieron que alquilar un coche pues Carlisle ni siquiera había permitido que la filial de Cullen's Enterprises les enviara uno de los autos que tenían reservado para cuando alguno de los grandes jefes les visitaba. Conduciendo él mismo, se adentró en el tráfico de esa hora de la noche.

Aparcó el coche frente a la puerta de la casa de sus primos. Era una casa modesta, no muy grande, acorde a su posición, sin grandes pretensiones, humilde pero cálida y confortable…un hogar en resumidas cuentas, algo de lo que Alice y Edward habían carecido siempre a pesar de su enorme castillo, sus muchos sirvientes y su gran cantidad de dinero. Salieron del vehículo yendo hacia la entrada, sus primos ya los habían visto llegar y abrieron la puerta con una sonrisa enorme. Con ellos estaba un muchacho rubio, muy apuesto, de ojos muy azules y sonriente, era la viva imagen de Rose por lo que Alice dedujo, mirándolo de arriba abajo, que era su famoso hermano gemelo, aquel que se había marchado con una ONG a tierras africanas para ayudar a la gente de allí.

—Hola Rosalie, Emmett.

—¿Cómo estáis? –les dijo su primo dándoles un fuerte abrazo. Abrazo que también les dio Rose.

—Os presento a mi hermano, acaba de regresar de Mombasa y esta vez para quedarse –le dijo imprimiendo a la palabra quedarse un cierto tono de autoridad.

—Vaya, el hermano errante –dijo una muy descarada Alice que seguía mirándole de arriba abajo y sin ningún pudor –he escuchado hablar tanto de ti que ya tenía ganas de conocerte. He esperado mucho para ello –le dijo con coquetería y Edward no tuvo más remedio que rodar los ojos al cielo…Alice…era…Alice pero esta vez estaba actuando de un modo muy extraño ¿le habría gustado de verdad ese chico?

—No sabe cuánto lamento haberla hecho esperar tanto mi estimada señorita, acepte mis disculpas –contestó el rubio besando su mano y Edward pensó que Alice se derretiría allí mismo. ¿Sería posible que por fin la flecha de Cupido hubiera dado de plano en el corazón de la inconquistable Alice Cullen?, solo Dios y él había sido testigos de todos los corazones que su hermana había roto, su gran amigo Riley entre ellos.

—Ummm…disculpas aceptadas pero con una condición.

—¿Cuál?

—Que me invites a cenar en un restaurante de tu elección

—Que así sea –contesto el hermano.

—¿Tu nombre era..?, espera no me lo digas, Jasper ¿no? –Y Edward suspiró desesperado mirando a su primo que tenía la boca abierta en una enorme "O", desde luego Alice estaba total y completamente desconocida ya que de sobras sabía cuál era el nombre del hermano de su prima. Rose por su parte esgrimía una amplia sonrisa. Tenía unas ganas enormes de que su hermano encontrase a alguien a quien amar y tuviese la mejor excusa para quedarse en el continente y no volverse a alejar jamás. Era la única familia que le quedaba y le resultaba muy dura esa distancia. ¿Y quién mejor para el puesto de cuñada que su querida prima política?

—Exacto, para servirte en lo que…sea que desees –le contestó Jasper en un tono que a Edward se le antojó…seductor.

—Pero pasad por favor no os quedéis ahí, tenemos mucho de lo que hablar –dijo Emmett una vez que hubo reaccionado del impacto causado por Alice.

Y eso es lo que hicieron, hablaron y hablaron hasta bien entrada la noche. Alice no quitaba sus ojos de Jasper y Jasper no perdía de vista a Alice. Rose sonreía complacida. María se quedó con ellos un rato fascinada por la historia del primo de su padrastro mientras una especie de sospecha surgía en su cabeza. La otra noche cuando…y si fuera posible que… tendría que hablar mañana con su madre y con Emmett de esto porque…con ese pensamiento se fue a la cama, no sin antes desear buenas noches a ambos invitados y decirle a Alice que era bienvenida en su cuarto.

Y mientras tanto no muy lejos de ahí unos muy insistentes Tanya, Peter y Charlotte habían tomado al asalto el apartamento de su amiga. Los tres estaban hartos de ver a Bella revolcarse en la mierda, del papel de víctima que había aceptado y asumido. Ellos no sabían si Bella estaba o no en lo cierto y  si ese hombre, ese tal Edward la engañó de verdad para luego dejar que su padre terminara de rematarla o todo era una trampa puesta para los dos, ese era uno de los cabos sueltos en toda esta historia, algo que quizás nunca llegaran a descubrir porque su amiga hizo lo peor que se puede hacer en estos casos…huir. Y no la culpaban, nadie mejor que la misma Bella podría entender cómo se sintió en ese momento pero… el caso es que ya estaban hartos, Bella era una muy buena chica, generosa, amable, cordial, solidaria, una gran amiga, simplemente no podían soportar verla así de derrumbada y la cosa se había puesto peor desde que un misterioso personaje le había hecho esa propuesta. Pero tampoco podía bailarle el agua, ella era una mujer muy luchadora, se lo había demostrado poco a poco desde el tiempo que hacía que la conocían ¿Por qué marcharse así?, no comprendían ni apoyaban su postura.

—¿Veis?, miradla revolcándose en la mierda tal y como os dije –dijo su amiga Tanya entrando muy resueltamente en el apartamento de Bella seguida de Peter y Charlotte, entre los tres habían decidido que esta situación no pasaba de hoy, su amiga iba a publicar ese libro sí o sí, era su sueño, su gran oportunidad, si era esa gente los que estaban detrás y la habían reconocido ella no tenía nada que esconder.

—Yo no estoy revolcándome en ninguna mierda –se defendió Bella intentando sonar enojada pero lo único que consiguió fue sonar…patética.

—¿Ah no? –contraatacó Tanya. La estaba costando trabajo ser tan dura, ella no era así, pero a situaciones desesperadas medidas más desesperadas aun y esta era una situación altamente desesperada. Además algo la decía que su amiga no solo estaba así por el peligro que podría conllevar publicar Bajo tu poder.

—Tanya por favor…—le pidió Charlotte.

—Ni Tanya ni nada, no me voy a ir de aquí hasta soltar todo lo que llevo un año queriendo soltar y que no he soltado por no herirla pero ya está bien. Uno de los derechos de una amiga es decir las verdades a la cara ¿para qué están las verdaderas amigas sino?, ¿para tomar cuatro cervezas, emborracharse y pasarlo bien?

—Tanya en serio que no tienes de que…

—Alto ahí, me vas a escuchar quieras o no. Sabes, llevo mucho tiempo enamorada de Félix y si algún día un padre prepotente, engreído, cruel y envuelto en dinero me llega y me dice que Félix no es quien yo pensaba que era y que me aleje de él porque tiene novia, le doy un corte de mangas y encaro al que de verdad tengo que encarar. Porque a ver ¿con quién mantenías una relación de amistad, con Carlisle Cullen o con Edward Cullen?

—Con Edward pero…

—Pero nada Bella, si la relación era con Edward tenías que haber ido a encarar a Edward, sobre todo después de encontrar ese ofensivo cheque en tu bolso, cheque que, diste por sentado, él había consentido en darte.

—¿Y qué quieres que piense? , él no me buscó

—¿Y tú que sabes?, ¿le diste tiempo acaso? no, no se lo diste, saliste corriendo como alma que lleva el diablo. Fue un acto de cobardía y si hay algo que tú no eres es cobarde, hay algo mas, ¿qué más sucedió?, ¿qué te llevo a reaccionar así?

–Tanya es evidente que él sabía lo del cheque, tu no estabas ahí yo sí, mientras su padre me…trataba como a una…cualquiera él no hacía más que mirarme mientras sonreía como tonto a su novia quien estaba colgada de su brazo. Ella…es una mujer muy guapa yo…

—Colgada de su brazo Bella, ¿no te dice nada eso?, puede que a Edward no le gustase para nada que estuviese colgada de su brazo y esa sonrisa fuese fingida, ¿guapa?, ¿dices que esa mujer con tanta pintura puesta encima es guapa?, ¿tú la has mirado bien?

—Pero él le sonreía y de vez en cuando miraba hacia mí dándome a entender que…esperaba que su padre hiciera el trabajo sucio, el que él no se atrevía a realizar. Y sí, sí la he mirado, sigo diciendo que es una mujer muy guapa –dijo poniéndose en modo tozudo al más puro estilo Swan.

—En primer lugar ¿él sonreía o disimulaba?, esa es la gran pregunta; en segundo lugar… ¿y si estás equivocada?, mira Bella te lo vuelvo a repetir si a mí un tío me mete en el bolso un cheque como ese, voy le doy cuatro bofetones para desahogarme y luego le pido explicaciones. En tercer lugar, tú dirás que es guapa porque tienes un complejo absurdo e idiota de patito feo pero esa mujer es de todo menos guapa, sus ojos fríos, su expresión adusta y altiva, su prepotencia, créeme eso no la hace guapa.

—Pues yo creo que sí es guapa y además es de su misma posición social, yo solo soy una pobre huérfana nacida en un pequeño pueblo y...

—Por Dios bendito ¿pero la estáis oyendo?

—Sí, la estamos oyendo y créeme no la doy una bofetada porque sé que así no soluciono nada, pero si con ella pudiera meter un poco de cordura en esa cabeza –dijo Charlotte –vamos a ver Bella tu misma has dicho muchas veces que su expresión en las fotos de las revistas que tiene junto a su novia es falsa, fingida, tú que lo conoces muy bien lo dices y yo, que no lo conozco más que por esas imágenes y por esa historia que cuentas, te digo que tienes razón, en esas fotos él no es feliz, en ninguna.

—¿Y tú que sabes?, si ni siquiera le conoces tal y como has dicho, a lo mejor es solo su expresión, su gesto, su… además en esas revistas se les ve…muy bien y él…él es un mujeriego, un sinvergüenza que engaña a su novia con cualquiera, la humilla…delante de todo el mundo. Si es capaz de hacer eso, es capaz de cualquier cosa…hasta…de encargar a su padre que me quitara del medio por él sin que su novia se enterase.

—¿O sea que solo te fías de las apariencias?

—No, me fio de lo que vi.

—Y si lo que viste no fue real.

—Yo sé lo que vi ¿Y qué me dices de las revistas?, ¿eso tampoco es real?

—Esto…si me dejáis meter una palabra aunque solo sea de canto creo que en el tema de las fotos en las revistas tengo algo que decir –dijo Peter –Bella los hombres somos capaces de cometer las mayores estupideces cuando nos vemos acorralados o…perdemos algo muy valioso para nosotros. Su padre te dijo que él estaba prometido a esa mujer ¿y si era un compromiso arreglado?, todavía sigue siendo muy común en familias de alta alcurnia como esa. Puede que Edward yendo con todas esas mujeres le esté mandando un mensaje a su…novia y a sus padres, puede que esa mirada en la que dices que te sonreía fuese una mirada nerviosa porque no estaba seguro de lo que su padre querría decirte, puede que estuviese apartado con…esa mujer porque no quisiera que se te acercase y te dijese algo hiriente…puede que él confiase en su padre lo suficiente como para pensar que no iba a decirte nada que…te hiciese salir corriendo. Puede que esté actuando así simplemente porque esté herido, porque se está viendo forzado a hacer algo que no quiere hacer. Pero no podemos estar seguros porque tú no te quedaste a averiguarlo. Bella, opino como Tanya, nunca debieron meterte ese cheque el bolso pero ¿quién te dice que él lo sabía?, creo que debiste ir al apartamento a devolvérselo tú en persona y pedirle una explicación.

—¿Y para que iba a hacerlo? –contestó Bella a punto de derrumbarse del todo pues a su mente acudían las últimas palabras dichas por ese ser horrible que decía ser el padre de Edward—, si estaba todo muy claro, ¿para humillarme más?, para que me dijera a la cara todo lo que ya me había dicho su padre.

—Para saber la verdad Bella, nada más y nada menos que para eso –le dijo Tanya –amiga te lo he preguntado antes y te has hecho la loca, así que te lo vuelvo a preguntar ahora, ¿hay algo mas verdad? –Y Bella se derrumbó, a su mente volvieron de nuevo esas últimas palabras, esas que sentenciaron su destino. Cayó de rodillas en el frió suelo del apartamento abrazándose a sí misma, sus tres amigos se quedaron petrificados. Peter la cogió en brazos y sentándose con ella en el sillón la puso en su regazo.

—Shhh…ya, ya pasó, venga, sé que hemos sido duros contigo pero…es necesario Bella, estás muy cambiada desde que recibiste esa propuesta, no que digo, desde antes de recibir la propuesta ¿qué sucede amiga?, ¿quién puede contigo de esa manera?

—Solo queremos ayudarte Bella, lamento haberte llevado a ese extremo pero…

—Pero era necesario Tanya –dijo Bella bañada en lagrimas entre hipidos de pura desolación –yo no soy ninguna cobarde yo…le enfrenté, le dije que él no era nadie para tratarme y hablarme así que…era el mismo Edward quien tenía que decirme lo…que fuera que tuviese que decirme…además le dejé bien claro que éramos amigos, no novios y que…no me marcharía de allí sin hablar con él y con Alice. Carlisle Cullen me contestó que había sido su hijo en persona quien le pidió que solucionara este pequeño problemilla por él, que estaba harto de mí, que era patética y estúpida pero que no sabía cómo quitárseme de encima. Yo le contesté que no lo creía, que un chico tan amable como Edward no podía ser así y entonces me dio…la estocada final…me amenazó, amenazó con destruir mi vida y la de mi abuela sino me iba en ese mismo instante de allí, me dijo que se encargaría de que todos los medios de comunicación existentes hasta la fecha hablaran de la zorra que quiso acostarse con Edward Anthony Cullen para engendrar un heredero y así pillar una de las fortunas mas grandes no solo del país sino del mundo. Me explicó como contarían esos mismos medios que Edward molesto y asqueado me rechazó una y mil veces pues él solo tiene ojos para su prometida. Me aseguró que la noticia daría la vuelta al mundo, que posiblemente llegaría a oídos de mi abuela y entonces me hundí. Mi abuela siempre me educó dentro de unos valores muy fuertes, al igual que mis padres, una noticia así la mataría. Desde la muerte de mi abuelo ella no estaba bien y eso…terminaría del todo con ella. Pero sin embargo no me amedrenté, yo podría probar que no me había acostado con Edward…Carlisle me dijo que era muy fácil amañar unos análisis y que además todo el mundo tendría claro que teniendo una novia tan hermosa Edward Cullen jamás iba a querer acostarse con…una mujer como yo. Pero aun así seguí sin amedrentarme…era yo contra ese coloso pero quería que Edward me dijese todo eso en persona y además estaba Alice. Carlisle me dijo que…Alice Cullen solo ambicionaba una cosa…el dinero y que por dinero estaba dispuesta a lo que fuera…simplemente ella vio en mí una amenaza y se hizo mi amiga para proteger a su hermano. Pero continué encarándole, eran ellos quienes tenían que decirme, intenté acercarme a Edward o a Alice para hablar pero Carlisle me detuvo volviéndome a amenazar con armar un escándalo allí mismo delante de todo el mundo, escándalo que daría la vuelta al mundo y en el que solo yo saldría perjudicada. Con toda la dignidad que pude me marché de esa fiesta no sin antes decirle a ese…monstruo de hombre que no descansaría hasta no hablar con ellos. Me volvió a amenazar diciéndome que como me acercara a alguno de sus hijos a la mañana siguiente todo el mundo conocería a la zorra que se había acostado con su hijo por…dinero. Salí de allí humillada y hundida pero resuelta a llamar a Edward y a Alice por teléfono y que fueran ellos quienes me lo dijeran pero cuando…abrí el bolso y vi ese cheque…venía junto a una nota…era de él…—Bella se levantó del regazo de su amigo quien junto a Tanya y Charlotte escuchaban sin respiración el resto de la historia, el cabo suelto que faltaba, su amiga había luchado, en verdad que había luchado, pero era David contra Goliat y en este caso ella no había sido tan hábil como el tal David de la historia, estaba sola en un país extranjero y sola tuvo que defenderse. Vieron como su amiga rebuscaba en una caja que se había traído de su habitación y les daba una pequeña nota, lo que leyeron en ella les dejó sin saber que decir:

Mí querida zorra:

Aléjate de mi hermana y de mí si no quieres que todo el mundo sepa quién es la puta que calienta mi cama cuando mi prometida no está. Solo fuiste una diversión para mientras estudiaba mi carrera, solo lamentó que fueras tan mojigata que ni siquiera pude llevarte a la cama. Pero eso nadie tiene porque saberlo ¿verdad?

Espero que este cheque te ayude a superarme.

Edward Anthony Cullen

—Ahí está todo muy claro ¿no creéis?, esa es mi respuesta. Sin embargo fue tan grande la ira que me entró que a la mañana siguiente muy temprano decidí ir a su apartamento, encararlo, tirarle ese cheque a la cara y decirle cuatro cosas bien dichas, sobre todo que Isabella Marie Swan no era ninguna zorra. Llegué hasta su apartamento pero…cuando iba a entrar, vi como su novia se asomaba a la ventana de su dormitorio completamente desnuda…sin ningún pudor de que la vieran, así que me marché. Antes de salir de mi casa ya había hecho mi equipaje con las cuatro cosas que tenía así que no tenía porque volver a él. Acudí a uno de esos servicios de entrega inmediata y le envíe de vuelta el cheque maldito. Pensaba que había sido lo mejor ver a su novia en esa ventana porque me había evitado la humillación. ¿Para qué enfrentarlo? no hacía falta, en esa nota ya me decía todo lo que necesitaba escuchar y ya había visto todo lo que necesitaba ver. Él era feliz al lado de su prometida ¿quién era yo para enturbiar esa felicidad?, lo amaba, lo amaba muchísimo...aun lo hago y porque lo amaba mi deber era dejarlo en paz para que pudiera ser feliz aunque yo estuviese muriendo cada patético minuto de mi triste existencia.
—¿Y si esa nota no la hubiera escrito él? —dijo Charlotte sembrando de nuevo la duda en la cabeza de una muy confusa Bella

—Es su letra, reconocería esa letra entre mil. No hay duda alguna.

—Bella –dijo Tanya conmocionada, teniendo tanto dinero, es fácil conseguir los mejores falsificadores, puede que él no escribiera eso, sí, es muy novelesco, ya lo sé pero…tu misma lo sabes, sigues sin poder creértelo a pesar de esta…evidencia ¿Por qué no has salido huyendo cuando temes que te hayan encontrado por la historia?, ¿cuándo tanto temes que sean ellos los que te han hecho la propuesta? Y no me vengas con la excusa de que estás harta de huir hay algo más.

—No he salido huyendo porque ya no quiero huir más, porque yo no hice nada, porque han sido ellos los que…se han acercado a mi…en teoría porque está claro que…puede interesarles mi historia pero no yo…puede que les mueva un falso remordimiento de conciencia por lo que me hicieron pero…nada más.

—O puede que no quieran darse a conocer para no asustarte, que se quieran acercar a ti poco a poco.

—¿Y a santo de qué?

—De que esa nota es falsa, de que todo fue una trampa –dijo su amiga esgrimiendo el papel — ¿de verdad crees capaz a Edward de ser tan cruel?

—El Edward que yo conocí no pero… ¿cómo puedes estar tan segura de que la nota es falsa?

—No puedo estar segura, lo intuyó y tu también lo haces. Bella hay algo más, algo que hace que mantengas la esperanza, algo que…te impide volver a huir.

—Me conoces muy bien Tanya. Sí hay algo…más bien alguien…esa mujer me dijo que…

—¿Qué mujer? –preguntó Peter perplejo.

Bella se levantó con una resaca de los mil demonios, al final y después de hablarles de…esa mujer…terminaron de pasar todo el fin de semana juntos. Los tres amigos decidieron que Bella no debía de quedarse sola así que se quedaron con ella jugando a las cartas, viendo películas y… ahogando sus penas en el estupendo vino español que Bella tenía guardado, un sangre de toro, como lo conocían en España, que se subía rápidamente a la cabeza.

Poco a poco sus amigos fueron emergiendo de los lugares en donde se habían quedado dormidos. Era lunes…otra vez y debían de ir a trabajar por lo que Peter se marchó a cambiarse de ropa a casa. Tanya y Charlotte decidieron que la ropa de Bella les iba a quedar muy bien, no era la primera vez que se la intercambiaban. Se ducharon por turnos en la pequeña ducha que Bella tenía, desayunaron, se vistieron y se encaminaron al trabajo. Bella estaba más calmada y más animada. Durante esos dos días con sus amigos había decidido publicar Bajo tu poder, Peter se encargaría de todo pero…ella daría la cara…el libro se publicaría con su verdadero nombre…si la encontraban y querían algo de ella…ya sabían dónde estaba…si intentaban algo contra ella para desprestigiarla tenía boca para hablar, no huiría mas. No era ninguna cobarde y sin embargo tenía que reconocer que la cobardía, la furia, la rabia, la humillación, los celos y el miedo guiaron sus pasos haciéndola huir de Escocia…lejos de él… sin enfrentarlo. Además tenía que averiguar si lo que decía esa mujer era…verdad, solo así podría pasar página y seguir adelante pero…tenía muy claro que de ser cierto…ella tendría también disculpas que pedir y las pediría. Nunca le había dicho a esa mujer quien era en realidad pero…solo era cuestión de tiempo que lo adivinara, si es que no lo había hecho ya.

Pero nada más llegar al trabajo su buen humor se desvaneció y todos sus buenos propósitos se vinieron abajo. Tanya palideció al ver a su amiga con ese gesto de terror y esa…revista en la mano.

Unas cuantas horas después, no muy lejos de allí…

—No entiendo porque te empeñas tanto en que vengamos a buscar a María –dijo Edward bastante malhumorado ante la extraña insistencia de su prima –yo pensaba que ya iba y volvía ella sola del instituto. Ya es mayor ¿no…? En lugar de estar aquí perdiendo el tiempo debería estar buscando a Bella.

—Eso ya lo están haciendo los detectives Edward dales tiempo, llevas todo el fin de semana gruñendo, dando gritos y voces, frustrado, paseando de un lado al otro con el teléfono en la mano y sin saber por dónde empezar, relájate un poco.

—Es que no entiendo porqué una niña de quince años puede querer que su madre, su tío y un par de desconocidos la vallan a buscar.

—Ella me lo ha pedido personalmente, ha insistido mucho, quiere que vallamos a buscar a Emmett e ir los seis juntos a cenar –le contestó Rose totalmente desesperada pues ya no sabía qué hacer…su primo político era tan…terco, cabezota, obstinado—. Edward , mi relación con ella todavía es muy precaria pues ya sabes que se resintió cuando me casé con Emmett, ahora parece que está aceptándolo y yendo por el buen camino, todo gracias a esa mujer, así que cualquier cosa que mi hija me pida si no es descabellada y sirve para ayudar…se la daré.

—Vale ¿y si te pide dinero para drogas o alcohol?, ¿también se lo das? –dijo Jasper alzando una ceja e intentando poner la nota de humor en el ambiente. Alice se lo quedó mirando extasiada y Edward alzó los ojos al cielo, habían estado así durante todo el fin de semana después de que volvieran de esa cena a la que Alice se había auto invitado.

—He dicho que no sea descabellada Jasper –contestó Rose rodando los ojos.

—Perdonad –dijo entonces Edward pasándose la mano por el pelo en un gesto que demostraba lo desesperado que estaba –es que esta mañana he tenido un fuerte enfrentamiento con mi padre, pretendía que volviese con urgencia a Edimburgo, según él mi presencia era imprescindible allí, no sé para qué…él se las apaña muy bien solito.

—¿Y qué le has contestado? –preguntó Rose con miedo de que su primo en estos precisos momentos hubiera decidido volver.

—Que no sabía que parte de no voy a volver sin Bella no habría entendido porque…

—Por favor hermano deja ya el asunto no le des más vueltas que papá espere sentado y…mirad por allí viene María con…. —Edward se volvió hacia donde Alice le señalaba asustado por la extraña expresión que su hermana había puesto, se había quedado blanca, sin palabras y sus ojos estaban tan abiertos que se salían de sus órbitas sus piernas parecían no responderla por lo que Jasper la estaba sujetando tan asustado como él...pero cuando volvió la cabeza y observó lo mismo que Alice estaba viendo...se le heló la sangre en las venas.

—¿Bella? –exclamaron los dos al mismo tiempo.

—¿Es ella?, ¿es esa tu Bella? –preguntó Rose que ya estaba a su altura, con un brillo en los ojos. Su intuición y la de su hija había sido la correcta. Su plan de momento estaba funcionando.

EN BUSCA DE UN AMOR PERDIDO. CAPÍTULO 2: LITTLE HIGLANDER...LA SOMBRA DE UNA DUDA




DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer

Capitulo 2: Little Higlander…la sombra de una duda.

Narrador en tercera persona

—De verdad que no quieres venir, anda por favor, ven aunque solo sea un rato, no puedes pasarte toda la noche metida en casa, pensando lo que no debes y llegando a conclusiones que a lo mejor no son las ciertas –le dijo su amiga haciéndole uno de sus pucheritos, pero ella esa noche no estaba para pucheritos made in Tanya.

—No insistas Tanya, no me apetece, me duele un poco la cabeza y además…

—Además qué amiga, vamos ni siquiera eres capaz de inventar una buena excusa.

—Vale, vale no tengo excusa es solo que hoy…no me apetece.

—Peter dice que se ha puesto en contacto con esa gente, ¿es por eso que estás así?

—No voy a mentirte sí, es por eso, no sé qué hacer Tanya y si lo público y por culpa de eso…

—¿Tienes tu acaso algo que ocultar o de que arrepentirte? –preguntó su amiga alzando una ceja.

—No pero…

—Pues entonces…si lo publicas y sucede…lo que temes que suceda…no estarás sola amiga que aquí nos tienes a nosotros, además Peter dice que se ha puesto en su sitio negándose a dar datos tuyos y dejando claro que todo se tiene que hacer a través de él.

—Pero…

—Pero nada, si es lo que crees y…te han descubierto, no eres tú la que tiene que agacharse y esconder la cara, ahora tienes amigos, nos tienes a nosotros, no seremos tan poderosos pero…nunca escatimes el poder de una familia, tenga dinero o no lo tenga y tu eres de los nuestros Bella. De todos modos sabes que…siempre…he pensado que…antes de salir huyendo debiste de haberte quedado a…

—¿A qué?, a que me humillaran más. Estaba todo demasiado claro.

—No sé qué decirte amiga, no lo sé, solo que las apariencias a veces engañan —dijo Tanya derrotada. Era una mujer que normalmente tenia respuestas para todo, pero con ese problema de su amiga…sentía que en toda esa historia había cabos sueltos pero…no los sabía atar.

—Pues salvada por la campana, esta es mi parada –dijo la muchacha aliviada.

—Hasta el lunes entonces…bueno quizás hasta antes del lunes no creas que voy a dejar que pases todo el fin de semana comiéndote la cabeza.

—Adiós Tanya, pásalo bien.

Con una sonrisa triste en su cara y un cierto aire melancólico, salió del metro como todos los días y se encaminó hacia el pequeño apartamento que se había comprado recientemente con lo que había ido ahorrando de sus dos sueldos, producto de su trabajo en un instituto y dando clases en la facultad de Literatura en la Universidad de New Haven. No era mucho, ya que le mandaba todos los meses una parte a su abuela Marie a la que estaba intentando traerse a vivir con ella, pero era una mujer tan terca. Estaba enamorada de ese país, decía que allí estaba enterrado su marido, el gran amor de su vida y que allí moriría ella para que la enterrasen junto a él. Y no la extrañaba ya que era un país precioso, de gente cordial, dicharachera y amigable. Se había sentido feliz el tiempo que vivió en Madrid el problema era…que no podía volver…ellos la encontraría en seguida…sobre todo Ella porque dudaba mucho que…Él, se molestase en buscarla. ¿Para qué?

Nada más entrar en su casa, se desvistió poniéndose ropa cómoda y fue a la cocina a preparar un poco de cena mientras se servía una copa del mejor vino español, que su abuela le enviaba a requerimiento suyo, uno de los pocos lujos que se permitía.

El caso es que se sentía muy satisfecha consigo misma pero a la vez…estaba muerta de miedo. La historia había gustado tanto que le habían propuesto publicarla como libro pero…el problema era ¿quién era el misterioso personaje que se lo había propuesto?, esa persona que contactó con ella no le había dicho el nombre de la supuesta editorial. Escribir un libro y poder publicarlo, desde siempre fue su sueño, por eso no quería dejar pasar esa oportunidad, era algo que había dejado en el olvido cuando se marchó de aquella universidad escocesa dejando atrás su corazón roto en mil y un pedazos. Siempre fue una persona decidida y luchadora, pero al mismo tiempo siempre tuvo miedo de fracasar, de que su sueño no se cumpliera y es por eso que lo había postergado…tampoco tenía a nadie que la animara a seguir…no los tenía a Ellos. Ahora contaba con otros amigos, de acuerdo, sobre todo con Tanya que era una maravillosa persona pero…no era lo mismo.

Pero alguien se había fijado en su historia, puede ser que esa fuera su oportunidad y no quería desperdiciarla. Sus pocos amigos Charlotte, Tanya y Peter, las únicas tres personas que habían conseguido conquistar su maltrecho corazón después de aquello, la habían insistido mucho en que la publicara en esa página de internet y ahora…había dado sus frutos por lo que entre los tres la estaban animando a aceptar esa propuesta. Además los fans que tenía en la mencionada página, no hacían más que preguntarle si tenía otra en mente. Y eso subía mucho una autoestima que, por culpa de Ellos, estaba muy maltrecha.

Nunca podría estar más agradecida a Peter, novio de Charlotte, alias Demetri Vulturi para sus seguidores, ya que era la persona que le revisaba los capítulos, de haberse ofrecido a negociar por ella. No era buena en ese tipo de negociaciones y además…era consciente de que podría ser…su editorial. Ese era su gran miedo, que la persona que se había fijado en su historia pudiera trabajar para Ellos o que incluso pudieran ser…Ellos. Conocían de sobra su historia y descubrirían enseguida que, tras ese pseudónimo se ocultaba ella. Por otro lado, si sus sospechas fueran ciertas, ¿por qué ocultarse?, fueron Ellos los que la engañaron y por lo visto pretendían seguir haciéndolo, en el caso de que estuviera en lo cierto. Por lo menos aquella que dijo ser su amiga durante tantos años podría dar la cara pero…claro, que tonta, se le olvidaba que la engañaron cruel y vilmente y, en caso de que en verdad Ellos estuvieran detrás de todo, solo estarían interesados en su historia porque la verían potencialmente rentable, su autora no les importaba nada a ninguno de los dos por eso no se habían dado a conocer. Para ella era evidente que si era su ex amiga o Él quienes habían leído Bajo tu poder, la habrían reconocido en seguida. Ahora se arrepentía de lo pesada que había sido en la facultad, leyéndoles una y otra vez lo que ella escribía. Ellos parecían interesados pero…¿por qué tenía la sensación de que solo se reían?, claro por supuesto, la habían engañado ocultándole la verdad. Lo cierto es que no comprendía como aquella que fue su amiga, a la cual le había contado todas sus cosas , absolutamente todas, bueno…casi todas pues siempre le ocultó el amor que sentía por su hermano por miedo a que le dijese que no era correspondida, aunque su amiga siempre le insistía y le lanzaba todo tipo de indirectas, se había prestado para seguir el engaño de aquel hombre que había amado tan profundamente y… todavía seguía amando. Pero amaba a un espejismo, a esa falsa imagen que Él le había dado en ese momento, porque la realidad era otra bien distinta. Por eso podía olvidar ni perdonar, no después de haberla hecho sentirse como una vulgar…fulana barata. Los dos eran tal para cual, ambos la habían traicionado. Que cruel broma del destino, condenada a amar para siempre a un hombre que…la había hecho tanto daño y que ni siquiera era en realidad tal y como ella pensaba.

Casi todos los días solía recibir un mensaje privado a la cuenta que se había creado única y exclusivamente para recibir mensajes sobre su relato, en donde le preguntaban si tenía en mente alguna otra historia. Para gran alivio de sus fans, sí la tenía en mente y prácticamente escrita, pero… le suponía un gran reto publicarla porque sabía de sobra que en el momento en que lo hiciera, alguno de Ellos podría leerla o, en su defecto, alguien que les conociera en aquella época, alguien cercano o incluso aquellas tres personas horribles que tan cruelmente le habían dicho la verdad, y entonces seguro que la reconocerían rápidamente. Ya se había arriesgado publicando Bajo tu poder y además no había sido muy original con el pseudónimo, pero el anonimato que proporcionaba este tipo de páginas la protegía y ahora esa protección podría venirse abajo si…decidía publicarla. Una buena opción era dejar a Peter todo el tema de la negociación y…seguir utilizando pseudónimo. Toda esta situación le daba pavor, le daba pavor que la reconocieran, estaba a gusto en New Haven, era uno de sus sueños enseñar allí, no quería seguir huyendo, no era mujer acostumbrada a huir, no era esa la educación que le había dado su padre. Pero no podía enfrentarse a Ellos, sobre todo a…Él y a su perfecta vida junto a su mucho más que perfecta novia. No se equivoquen, ella lo amaba lo suficiente para dejarle ir, y porque lo amaba le deseaba toda la felicidad del mundo, por eso se había marchado dejándole el camino libre a…su prometida, aquella mujer con la que le dijeron que iba a ser muy feliz.

Tanya opinaba que en ese momento no hizo bien, que no debió haber huido, que tenía que haberse quedado y enfrentarlo pero…el dolor de la humillación infringida era demasiado profundo. El caso es que ella no lo veía feliz cuando alguna revista del corazón le mostraba alguna foto, le conocía lo suficiente como para saber que su gesto en esas fotos era fingido, era algo así como una especie de felicidad artificial. Pero si tenía razón, ¿por qué seguía con esa mujer?, estábamos en el siglo XXI nadie puede obligarte a casarte por obligación por muy poderosa y rica que sea tu familia. Además ¿había llegado a conocer de verdad al verdadero Edward Anthony Cullen?, no claro que no, ella solo había conocido a un chico sencillo y honesto, por lo tanto ¿por qué pensar que ese gesto era fingido?, tal vez fuera su gesto real, era más que obvio que con quien había fingido era con ella. No debía caer en el error de engañarse a sí misma, estaba segura de que él consentía eso porque quería hacerlo y a lo mejor amaba a esa mujer, a su propia y especial manera la amaba, quizás simplemente le molestase salir en los medios, de ahí ese gesto extraño que ella identificada con infelicidad. Decidió entonces dejar de divagar porque esas divagaciones la hacían daño y…no llegaban a ningún lado, así que se centro de nuevo en uno de sus principales problemas, publicar o no su nueva historia en esa página de internet.

Al principio la había empezado a escribir como una especie de desahogo emocional, de hecho le estaba costando mucho hacerlo, cada dos por tres tenía que parar y echar unas cuantas lagrimas…, pero Charlotte y Tanya insistían en que la publicara y ¿por qué no?

Charlotte y Tanya eran primas. Tanya era hija de Eleazar y Carmen, dueños y directores del instituto donde daba clases de español y a los que les costaba un enorme esfuerzo mantenerlo en pie pues todo eran facturas y sueldos que pagar. Tanya tenía dos hermanas, Kate e Irina con las cuales se llevaba más o menos bien. Charlotte era prima de ellos y Peter el novio de ésta. Tanya estaba soltera y sin compromiso pero su corazón pertenecía a Félix, un compañero del instituto al que pretendía darle caza legal, tal y como ella siempre decía. Kate estaba casada con Garrett e Irina tenía un novio, Laurent del que estaba muy enamorada. No es de extrañar que en este ambiente tan…romántico…ella se sintiera desplazada, la pieza que no encaja, por eso prefería meterse en su casa con un buen libro a salir por ahí con unos amigos entre los que se sentía…la oveja de la discordia. Y todo era por su culpa, porque ellos insistían en insistían procurando no hacerla sentir así, pero…no podía evitarlo…la amargura y la melancolía son malos compañeros de viaje. Por suerte para ella, solo pocas veces lograba escabullirse de la insistencia de Tanya y de Charlotte y siempre terminaba yendo con ellos a donde sea que sus amigas decidiesen. Pero hoy era uno de esos días en los que se sentía especialmente triste, tenía que tomar una decisión, publicar ese libro o no publicarlo y en caso de optar por la primera posibilidad arriesgarse a todo asumiendo completamente las consecuencias de sus actos.

Después de cenar se tomó una larga y relajante ducha, después se sentó en el sillón del salón con la intención de ver algo en la tele, pero todo lo que echaban era un rollo. Dudó entre sí poner una película o adelantar un poco la historia. Se decantó por lo segundo. Cuanto antes terminara mejor que mejor.

Encendió el portátil y empezó a leer por donde lo había dejado. Era una historia triste. Hablaba de una chica que había perdido a sus padres a muy temprana edad en un horrible accidente de tráfico. Su madre era una humilde camarera del único restaurante de Forks, su pueblo natal, y su padre era el Jefe de policía allí. La muerte de sus padres la dejó sola y desamparada a pesar de los esfuerzos de los vecinos por consolarla. No tenía más familia, solo una abuela a la que no conocía más que por carta y teléfono, que un buen día se había enamorado de un emigrante español. Del matrimonio nació una hija, Renée, que al alcanzar la mayoría de edad se casó con Charlie. Su abuelo materno decidió en ese tiempo que ya había estado bastante tiempo fuera de España por lo que decidió volver a su patria, llevándose consigo a Marie antes de que ella tuviera la oportunidad de conocerla. Tras la muerte de sus padres, sus abuelos vinieron a por ella haciéndose cargo de la niña. En España fue feliz, muy feliz, hasta que su abuelo murió víctima de un cáncer dejándolas sin un duro ya que el pobre hombre se había quedado sin trabajo debido a su enfermedad. Marie trabajaba en lo que podía pero la situación económica del país no ayudaba en nada y mucho menos la edad de la pobre mujer. Ella contribuía trabajando para aportar parte de su sueldo, al tiempo que estudiaba pero su abuela se negaba a cogerla un solo céntimo decía que era para sus estudios. Ella a veces la engañaba comprando la comida que faltaba antes de que su abuela lo hiciera o pagando alguna que otra factura de la casa.

Como era muy buena estudiante, le fue concedida una beca de intercambio para estudiar en un país extranjero para perfeccionar el idioma y ampliar sus estudios. Como tenía algo de dinero ahorrado, se arriesgó a invertirlo en estudiar otra carrera aparte de la que le pagaba el estado con la beca, prometiéndose a sí misma buscar un trabajo nada más llegar a su destino. Su país elegido fue Escocia, siempre la atrajo ese país, su historia…sus leyendas.

Nada más ingresar en la universidad conoce al hombre de su vida. La relación empieza como una buena amistad, pero poco a poco se va convirtiendo en algo mucho más profundo, por lo menos para ella…está claro que tanto él como su hermana… la habían engañado.

Ese muchacho tan tierno, amable, dulce, caballeroso, comprensivo, a la vez que divertido, dicharachero y muy buena persona, se había convertido en el centro de su universo. Lo amaba con locura y tenía la seguridad de ser correspondida. Tanto es así que estaba totalmente convencida de que en la fiesta que se celebraba después de la graduación le iba a pedir que fuera su novia. De hecho su hermana y mejor amiga suya, le había insinuado algo de un anillo que había ido a comprar con él, razón por la cual esa noche…le había hecho albergar esperanzas. Pero cuál no sería su decepción cuando en medio de esa fiesta descubre que ese muchacho sencillo y dicharachero le había mentido y que era nada más ni nada menos que el hijo mayor de una aristocrática familia escocesa, heredero de un potente imperio editorial que además tenía una novia formal desde hace tiempo con la que se iba a casar en breve.

Es precisamente el padre del muchacho, al que conoce en la fiesta, quien le explica todo esto pues él nada le había dicho de aquello, ni su posición social…nada. Le había mentido, al igual que su hermana, haciéndola creer que eran otras personas. El mismo padre le presenta a la novia y le dice, muy educadamente eso sí, que se aleje de él, pues ella no ha sido más que un simple capricho, una mera distracción pues al lado de esa mujer despampanante, de buena y noble familia, tipazo de modelo, guapísima, ella no tenía nada que hacer. Con un dolor inmenso en el pecho no lo puede aguantar más y se escapa de esa fiesta sin esperar a decirle nada. La chica no es ninguna cobarde, no se vayan a pensar, solo quiere que sea feliz, darle su espacio y si para eso tenía que renunciar a él lo haría.

Cuál no sería su sorpresa cuando al abrir el bolso para sacar las llaves del pequeño apartamento que tenía en el campus, encontró un cheque por una cantidad enorme de dinero firmado por Carlisle Cullen. Nunca podría llegar a explicar la cólera y la rabia que sintió, ¿qué se creía esta familia que era ella?, ¿una puta de lujo?, no sabía cómo devolverle el cheque al buen señor pero sí como hacérselo llegar a su hijo. Aquel que la había decepcionado del todo. Le había ocultado la verdad, le había hecho creer cosas que no eran ciertas, la había utilizado…, y para rematar había permitido que su padre le pusiera dentro del bolso ese cheque para que se vaya y no cause problemas, ¡que cobardes por Dios!, ni siquiera se había dignado a dar la cara dejando todo el trabajo sucio a su padre… ese no era el chico del que se había enamorado, era otro, uno al que ella no conocía pero que no merecía la pena conocer.

Lo primero que hizo al día siguiente fue enviarle de vuelta el cheque a través de un servicio de reparto, lo segundo recoger sus cosas y sin despedirse de nadie se marchó.

Con los pocos ahorros que le quedaban y sus dos títulos que buen trabajo la había costado conseguir, en la maleta, saco un billete de avión rumbo a New Haven en Estados unidos, ¿por qué allí?, muy sencillo, aunque su intención inicial era ir a España a vivir con su abuela, sabía que era ahí en el primer sitio donde la buscaría en el caso de que se molestase en buscarla, claro está. Y además siempre le hizo ilusión enseñar literatura en esa universidad. Tanto él como su hermana sabían de ese sueño pero…se arriesgaría ya había perdido mucho en el camino, no estaba dispuesta a perder nada más. De todos modos estaría tan ocupado con su novia que no se molestaría en buscarla, ni siquiera se daría cuenta de que se había marchado.

Antes de abordar el avión llamo por teléfono a su abuela. La pobre mujer adoraba a su nieta, la única familia que le quedaba, pero no había podido acudir a la graduación por falta de medios económicos. Es curioso, Él se ofreció a pagarle los gastos de avión y hotel, pero ella lo había rechazado, pensando encima que se quedaría sin sus ahorros. Menos mal que lo había hecho, pues así esa familia no tendría motivos para decir ni mu de ella. Le dijo a su abuela que no se preocupara que estaba bien pero que le habían ofrecido un trabajo de incorporación inmediata y no lo podía rechazar. Por supuesto, no le dijo exactamente de su paradero ya que contra menos supiera mejor para ella.

Le costó Dios y ayuda conseguir un puesto de maestra de español en un colegio de la ciudad, idioma que había perfeccionado durante los muchos años que vivió con su abuela, pero su mayor ilusión era enseñar en la Universidad así que trabajó y luchó muy duro hasta conseguir una plaza como profesora de literatura inglesa en New Haven.

Levantó de nuevo la cabeza del portátil y miró por la ventana el paisaje que se veía a través del cristal. Esa no era una historia cualquiera, era la historia de su vida, de su muy penosa vida. Por una parte estaba satisfecha por los logros personales, pero por otra estaba sola, sus únicos amigos tenían su propia pareja. Muchos chicos se le acercaban con intenciones bastante claras, pero los rechazaba a todos…no eran Él, nunca podrían ser Él, puesto que Él tal y como ella lo había conocido no existía. Era un producto de su mente.

Sabia por las revistas del corazón que se había hecho cargo junto a su hermana y su padre de la empresa editorial, que tenía una filial aquí en New Haven. Por eso había pedido ese favor a Peter, no quería que fuese precisamente nadie de esa compañía quien se hubiera fijado en ella. Además, la manera de expresarse de ese mensaje privado le recordaba a Alice aunque, como decían Charlotte, Tanya y Peter, podría ser muy bien su paranoia. No quería nada con ese hombre ni con esa familia, le habían hecho mucho daño. La habían tratado como a una cualquiera. Parece mentira que Ellos no la conocieran lo bastante como para saber que Isabella Marie Swan, sería pobre pero honrada y jamás aceptaría sobornos de nadie. Para colmo, tenía que verle en las revistas que sus compañeros de trabajo, ignorantes de su historia, le enseñaban y tenía que aguantar leer, con el corazón encogido, como se las pasaba por ahí de fiesta en fiesta y discoteca en discoteca con su maravillosa novia Ángela Weber y...un buen montón de mujeres cosa que hablaba muy mal de él. Ángela no le caía muy bien pero, ¿cómo podía hacerle eso? No podía comprender ni estar de acuerdo con ese Edward Cullen del que hablaban los medios de comunicación, un total y completo mujeriego sin vergüenza ninguna que, estando prometido con una mujer, se dejaba ver con un montón de modelos y actrices que seguro iban a la busca de su momento de fama y gloria. No, ese no era el Edward que había conocido en la universidad. Pero el caso es que…ella vivió engañada todo ese tiempo y un hombre capaz de engañar de esa manera era…capaz de todo. En el fondo sentía pena por esa mujer, aunque en su día la hubiese tratado como…a una puta.

Pero hacía unos cuantos días, la madre de una adolescente, que había tomado bajo su tutela, solicitó hablar con ella, se habían caído bien no en vano ella trataba de encauzar a esa jovencita y llevarla por el camino correcto…esa mujer le estaba agradecida…una cosa llevó a la otra, la invitó a cenar a su casa y…

Sumida en todos esos pensamientos se quedó dormida y soñó, soñó con que aquel muchacho dulce y atento le decía que la amaba, soñó con que paseaba con él de la mano, soñó con que le pedía ser su novia después de la fiesta de graduación, soñó con que se arrodillaba ante ella y le pedía matrimonio tiempo después, soñó con su noche de bodas, soñó…

Sus fuertes manos bajaban despacio por su cuerpo acariciando y absorbiendo cada centímetro de su anatomía, besando sus senos con ternura para después morderlos y ponerlos duros como una piedra. Su boca siguió bajando hasta llegar a su centro en donde introdujo su lengua penetrando con ella en aquel lugar destinado solo a él. Sus dedos jugaban con su clítoris mientras la lengua entraba y salía de su cavidad provocando que fuertes gritos de placer salieran de su garganta. Sintió como abandonaba ese punto sensible de su anatomía para descender dejando besos por sus muslos hasta llegar a los dedos de sus pies, los cuales beso y mordisqueó uno a uno, a la vez que arañaba la planta con sus uñas para después hacerlo con sus dientes. Empezó de nuevo a subir dejando un reguero de besos húmedos allá por donde pasaba, hasta llegar de nuevo a sus muy erectos pezones. Ella a su vez exploraba su cuerpo fuerte y bien moldeado con la inocencia de la primera vez, con ansias, con amor, con pasión y él se estremecía ante su toque. Cuando sintió la punta de su pene dispuesta en su entrada para invadir su palacio, no tuvo duda alguna de ello y le dio su permiso sin vacilar. Al principio dolió un poco pero él era tan suave, tan tierno, que fue capaz de sustituir ese dolor que decían era capaz de partirte el alma en dos, por estertores de puro placer, de puro éxtasis agónico. Los movimientos al principio, fueron lentos, rítmicos, acompasados…Edward dejaba que Bella se acostumbrase a ese miembro duro y erguido que había invadido su cuerpo y lo reconociera como suyo. Fue la misma Bella la que aceleró los movimientos dándole a entender que estaba preparada. Él pasó entonces sus piernas por encima de su cintura para buscar una penetración más profunda, aquella que le resultara inolvidable y totalmente placentera. Bella poco a poco, sintió como su estomago se contraía bailando al ritmo de los jadeos y gemidos de su compañero de danza. Un orgasmo tan bestial y profundo como el amor que sentía por él la invadió por completo al tiempo que sintió como su pareja se derramaba por completo dentro de ella.

Bella despertó de repente sobresaltada por el insistente sonido del teléfono, sintiéndose mojada, fría y sola. En un confuso estado de semi inconsciencia, se levantó del sillón para ira a contestar.

-¿Por qué tardas tanto en contestar?, seguro que estás revolcándote en la mierda –escuchó que le decía la preocupada voz de su amiga al otro lado de la línea.

-Estoy bien Tanya, no debes preocuparte, en serio.

-¿Y porque tardabas tanto en contestar?, ¿por qué será que no me creo que estás bien?

-Me había puesto a escribir y me he quedado dormida nada más.

-¿A escribir?, ¿la historia?, lo que digo revolcándote en la mierda.

-Tanya estoy bien.

-Pues no me lo creo y como no me lo creo hemos decidido trasladar la fiesta a tu casa, en seguida llegamos –dijo su amiga colgando el teléfono antes de darle tiempo siquiera a replicar.

Con gesto apesadumbrado, volvió de nuevo al sillón recostándose otra vez en él. Había sido un sueño, el mismo sueño recurrente que tenía desde que había salido corriendo de Escocia, un sueño más durante el cual ella le entregaba su virginidad al único hombre que había amado y que amaría. Definitivamente tendría que terminar cuanto antes esa historia y dejar a Edward Cullen enterrado para siempre en su memoria como un bonito recuerdo.

¿O quizás no?, esa mujer le había contado…



UNA CITA CASI A CIEGAS. EPÍLOGO: MOMENTOS SUELTOS DE UNA VIDA PLENA Y FELIZ.







DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esa historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

Diez años después.

Aprendiz de Celestina.

Pov Bella

—¿Qué diablos os ha pasado? –exclamé yendo al encuentro de mi niño quien salía de la mano de Rossie todo sucio y desarreglado, como si se hubiera pegado con alguien.

—Jacob y él se han peleado –dijo mi sobrina rodando los ojos—, aunque no sé muy bien porqué. Sus profesoras los han regañado a los dos y me han llamado para que os lo diga. Dicen que quieren hablar con Lizzie y contigo por lo visto están todo el día a la gresca. Así que…misión cumplida, me voy con Seth –y soltándonos a los dos niños pues traía a Jacob de la otra mano, se marchó con ¿su amigo?

—Es que Jacob me tiene harto no hace más que acosar a mi Isabella –dijo mi Eddie.

—¿Tu Isabella?, no sabía yo que la hubieras comprado –le dijo Jacob junior todo rabioso—, además ¿Cómo sabes que es ella si hay dos y son iguales?

—Isabella es mía, la tía lo dice siempre, vosotras hicisteis un pacto antes de que naciéramos –dijo mi niño visiblemente enfadado mirándonos a Chels y a mi —¿a que si mamá, a que si tía?

—Esto pues…—empezó mi amiga rascándose la cabeza confundida sin saber que contestar. A su lado Lizzie miraba la escena bastante entretenida y menos mal que éramos amigas porque era la típica situación en la que dos madres discuten y dejan de hablarse para siempre mientras que al día siguiente los cabritos de los niños están otra vez como amigos sin que nada hubiera pasado.

—Pero ella puede elegir –dijo Jacob que estaba igual de sucio, despeinado y desarreglado, yo pensé para mis adentros que como el hijo fuera tan pesado como el padre, Eddie lo llevaba claro. Claro que mi Eddie a sus once años estaba en vías de convertirse en un pedazo de hombre al igual que su padre y entonces no habría Capitán América versión 2 que pudiera con él.

—Si ni siquiera las distingues –apuntó mi niño –no sabes cual es una y cuál es la otra y además eres más pequeño que ellas.

—¿Tu si las distingues?, y la edad es una cifra –dijo Jacob impasible, dejándonos a las tres madres atontadas ya que era muy curioso que un niño de casi nueve años dijera esas cosas.

—Igualito, igualito de cursi que su padre –murmuró Lizzie entonces. No, si ya lo decía yo.

—Pues si porque la quiero, ¿verdad tía Chelsea que cuando quieres a alguien la distingues entre todas?, tu siempre lo dices cuando te preguntan cómo diferencias a una de la otra.

—Pues a ver listillo por ahí vienen las dos juntas, ilumíname ¿quién es Bella y quien es Marie?

—La de la derecha es Isabella, no le gusta que la llamen Bella, pedazo de mendrugo, porque la confunden con mi madre. ¿A que la de la derecha es Isabella?, ¿a que si tía Chelsea?, ¿a que ella es para mí porque al saber distinguirla de su hermana es que la quiero?, ¿tu siempre lo dices?, ¿o no lo dices?

—Esto yo…bueno…pues…sí…sí lo digo y sí efectivamente es Isabella –contesto mi amiga tan confundida como yo por la pelea tan…¿absurda?, pero Chels como siempre reaccionó antes que yo y menuda reacción que tuvo la señora—. Pero no hay porque discutir, tengo dos, es obvio que Isabella es para Eddie que sabe distinguirla muy bien de su hermana –por el rabillo del ojo vi como el ladino de mi hijo sonreía triunfante con esa sonrisa made in su padre que mandaba las bragas de todas las féminas a tomar el viento fresco –pero Marie es una niña muy mona, igualita que su hermana por si no te habías dado cuenta y además también está Bree la hermana de Eddie, ¿no te gustaría ser cuñado de Eddie?, y Maggie, también están Maggie y Sophie ¿no te parecen monas?, Alice estaría encantada de que cortejaras a su hija y así serías primo de Eddie y Esme no pondría reparos en que fueses novio de Maggie, ¿quién mejor que tu para su hija? Esto…con tu permiso Lizzie que tu hijo y yo tenemos cosas importantes de que hablar ¿me cuidáis a mis niñas por favor?, esto es una conversación de hombres –le dijo a la perpleja madre que se quedó tan alucinada y clavada en el sitio como yo. Realmente nuestra amiga no tenía arreglo.

Ni corta ni perezosa cogió en brazos a Diego, su hijo de tres años, al tiempo que agarraba con la misma mano a Liam, un niño libanes de doce años que Carlos y ella habían recogido y adoptado cuando Chelsea cubrió una noticia sobre los niños procedentes de Libia que Cruz Roja Internacional, por motivos médicos, había trasladado a España, para que fueran atendidos dada la terrible situación que atravesaba este país después de sufrir esa guerra cruenta. Con la mano que le quedaba libre tomó de los hombros a Jacob en un gesto de complicidad y adelantándose a los demás siguió hablando con él ante la mirada atónita de Liam y Eddie que salió corriendo detrás de ellos, no en vano era parte interesada en el asunto.

—Bree y Sophie son todavía muy pequeñas –escuchamos como protestaba Jacob.

—Si ahora lo son, pero crecerán no se va a quedar así toda su vida –rebatía Chels. Además ¿no has dicho antes que la edad es una cifra? Mi hijo les cogió el paso.

—Ella tiene razón, hay más, puedes dejarme a mí la mía. Además Bree es más pequeña te viene mejor, no tengo ningún problema en ser tu cuñado porque el caso es que me caes bien; aunque si prefieres a Sophie por mí estupendo; y si te gustan mayores pues también están Maggie y Clarice.

—Eddie tiene razón —metió baza Liam chapurreando como bien podía un español que el pobre estaba aprendiendo ya que acudía a un colegio especial que subsanara este inconveniente—, eres un egoísta deja a Isabella para él y también podrías dejar a Marie de paso que hay muchas, somos una familia grande. Es muy cierto que no sabes distinguirlas, si tan pronto adulas a una como a los cinco minutos haces lo mismo con la otra.

—Ahora me vendrás con que Marie también es tuya y que sabes distinguirla de Isabella perfectamente —dijo un Jacob totalmente enfurecido. Lizzie y yo nos miramos levantando una ceja ante el sorprendente comentario de Liam.

—Pues sí claro que sé distinguirla porque también la quiero mucho —contestó Liam sacándole la lengua Marie tiene...—Lizzie y yo volvimos a mirarnos con complicidad. Chels seguía en la séptima luna...o eso parecía.

—Calla no le des pistas —dijo entonces Eddie, que lo descubra por si solo si tanto las quiere.

—Me había olvidado de Clarice –dijo Chelsea ignorando el comentario de su hijo y las opiniones de los otros dos ya que ella estaba a su bola...o...sigo diciendo que... eso daba a entender —además ella es de tu edad.

—Esa está muy lejos al igual que lo están Maggie y Sophie, que manía os ha dado con la edad, ya sé que Clarice es tan grande como yo. Y no soy egoísta —rebatió el pobre niño cruzándose de brazos.

—Pues mira quien ha ido a hablar, el que ha dicho antes que mi hermana y Sophie son muy pequeñas. Y Liam tiene razón con todas las que hay y tienes que ir a quitarme la mía.

—Y encima la confunde y se mete con Marie —dijo Liam también muy malhumorado.

—Las relaciones a distancia son las mejores créeme –le contestó mi amiga sin hacer caso de lo que los niños hablaban entre ellos, o al menos eso daba a entender porque o yo no conocía a esa mujer, o Chels había asimilado los comentarios de Liam desde la primera letra y estaba intentando llevar a Jacob a su...terreno. Lizzi y yo rodamos lo ojos.

—¿Sabes Bella?– me dijo Lizzie –esto va a ser un duelo de titanes porque mi hijo es…tan pesado e insistente como el padre pero Chelsea es…

—Cabezota, terca, testaruda y ahora está en modo de este burro no hay valiente quien me baje.

Con esta extraña conversación llegamos a los coches y Chelsea ni corta ni perezosa se subió en el suyo. A pesar de que íbamos al mismo sitio a trabajar e íbamos a recoger a los niños al mismo colegio, cada una tenía que llevar su propio coche pues en uno solo no cabían dos adultos, tres sillas de coche y cinco niños más mayores. Puso en las sillas a su hijo más pequeño, subió a Liam, Eddie y a Jacob y arrancó dejándonos plantadas a las demás con sus hijas, Anthony, mi pequeño niño de cinco años y mi niña de tres, sí han oído ustedes bien, nuevamente nos quedamos embarazadas juntas y nuevamente parimos juntas también pero esta vez…estaba Carlos presente, créanme mi pedazo de hombre se ocupó de ese detalle…por la cuenta que le traía.

—Me parece que tengo que ir a tu casa a recoger algo que me han…esto…pedido prestado y de paso dejar lo que yo…me he quedado en su lugar –dijo Lizzie con su habitual sarcasmo. Ya llevo yo a las gemelas no te preocupes te sigo con mi coche.

—Si como dices el hijo es tan pesado como el padre, creo que tendremos para rato. Así que no hay prisa ¿chicos queréis merendar?

—No te quepa la menor duda amiga nos da tiempo a merendar cuatro veces.

—¿Por qué la tía se ha ido sola llevándose a Eddie y Jacob consigo? –preguntó mi pequeño Anthony.

—Esto…bueno…verás

—Es siempre igual…como soy pequeño…nadie me dice nada –dijo refunfuñando al tiempo que pataleaba en el suelo.

—Eh tú no te hagas la victima que a nosotras también nos ha dejado y somos sus hijas y partes implicadas te recuerdo que discuten por mí –Lizzie y yo volvimos a rodar los ojos.

—Esto...¿y de que queréis disfrazaros en Hallowen? —pregunté yo más por cambiar de tema que por otra cosa.

—De Bellatrix Lestrange —contesto esto...uffff...bueno que mas da una de las dos.

—Y...¿no querríais ir de otro personaje de Harry Potter? ¿Hermione, Harry, Ron? —pregunté con la esperanza de convencerlas ya que ese disfraz era como muy...difícil.

—Nop, porque los demás son magos buenos y van vestidos de normal, a no ser que queráis hacernos una capa como las que ellos llevan y buscarnos el uniforme del colegio con escudo de la casa y todo, además estamos en Hallowen tía no en carnaval tenemos que pasarnos al lado oscuro —me contesto quien fuera de las dos rodando los ojos.

—¿Alguna sabe de qué se va a disfrazar mi niño? —pregunte con la esperanza de que fuera facilito.

—Sip de Voldemort y no vale solo con ponerle un gorro de baño para semejar que está calvo que quiere el traje enterito.

—Ostras amiga pues lo lleváis claro.

—No te quejes que Jacob dice que quiere ir de Severus Snape y ese también lleva capa.

—Lizzie y yo nos miramos aterradas, menudo trabajo extra que nos habían buscado estos chicos.

—Y yo quiero ir disfrazado de Joker.

Bueno a ese con pintarle la cara...o al menos eso pensaba yo.

—Vamos a ver Chelsea vas a dejar ya esa estupidez de conversación, creo que son muy pequeños para eso además tengo que hablaros de algo que… —le dijo por enésima vez mi marido a una Chelsea empeñada en dejar arreglado el futuro amoroso de mi hijo y de Jacob junior. Por lo visto mi amiga en vez de ir a su casa se vino directamente a la nuestra ya que entraba y salía de allí como Pedro por su casa, al igual que nosotros los hacíamos de la suya. Tanto es así que teníamos nuestras propias llaves. Nosotras hacia como diez minutos que habíamos regresado después de disfrutar de una buena merienda. Cuando llegamos, mi pedazo de hombre nos estaba esperando todo desesperado en la entrada de la misma, pues Chels le estaba volviendo loco.

—De estupidez nada, Eddie, estamos decidiendo el futuro.

—Vamos ni que fueras Obama en una cumbre mundial.

Ummmm nunca menosprecies la mano que mece la cuna, porque esa es la mano que moverá el mundo –dijo tan tranquila parodiando a la famosa película a cuya protagonista no la quería yo a menos de doscientos mil kilómetros de mí pero bueno, la frase hay que reconocer que tenía su aquél, no sé qué pintaba en ese momento concreto pero mi amiga era así. El timbre de la puerta sonó y mi pedazo de hombre fue corriendo a abrirla, se le notaba nervioso. Carlos, Jacob y mis hermanos aparecieron por ella. Lo cierto es que tanto Lizzie como yo estábamos muy mosqueadas por su actitud y nos mirábamos entre nosotras de vez en cuando pues parecía ¿ansioso?, hacía muchos años que no le veía así y eso…me dio pavor ya que me trajo muy malos recuerdos, recuerdos que tenía totalmente olvidados. Había llamado personalmente a los chicos y a Rose para una especie de reunión de urgencia.

—Que es eso que tienes en la mano mi amor –le pregunté a mi Edward al ver que sostenía algo parecido a una carta totalmente estrujada.

—Es…no sé cómo decirlo…es…una carta de Tanya –nos dijo pasándose la mano por el pelo, cuando ya todos los demás estaban acomodados en el sillón y los niños jugando en la sala destinada para ellos.

—¿De Tanya? –preguntamos todos perplejos.

—Sí, no sé como lo ha hecho y si es legal lo que ha hecho, en realidad no ha salido del país pero ¿qué querrá?, he llamado a Laurent y me ha dicho que él ya tenía conocimiento de que nos iba a llegar pero…que no sabe su contenido…su abogado le llamó y le pidió permiso, por lo visto tanto él como su médico están al corriente. El doctor Ian Gerandy le dijo que era…algo que su paciente necesitaba hacer.

—¿Por qué Laurent no nos avisó? –preguntó ahora Rose

—Porque dice que como soy muy ansias, no me quiso decir nada hasta que la carta no llegase…de todos modos me ha asegurado que su gente está vigilando de nuevo a Tanya y…no me ha querido decir más pero creo que sabe algo que no me cuenta.

—Bueno, míralo por este otro lado Eddie si ella llamó a Laurent a través de su abogado, y este le ha dado su permiso legal nada malo puede ser.

—Si…eso creo pero…tengo tanto miedo.

—Mi amor ella ha cambiado, lleva años sin dar señales de vida –le dije sentándome en su regazo para acariciarle el pelo, cosa que le tranquilizaba.

—Pues por eso ¿qué puede querer ahora?

—¿Por qué no la abres, lo averiguas y así nos enteramos todos? –le dijo Emmett

—Porque os estaba esperando a todos, está dirigida a los señores Cullen y demás familia –me contestó rasgando el sobre. La miró por unos momentos y empezó a leer.

Queridos Bella, Edward y… los demás:

Sé que estaréis sorprendidos por mi carta pero he de deciros que es completamente legal pues la estoy escribiendo delante de mi abogado y de mi médico. Necesitaba escribiros. Edward, necesitaba escribirte sobre todo a ti, en realidad esta carta es para ti, bueno la primera parte de ella, pero…no quería crear malos entendidos y…por eso la dirigí a todos esperando que la leas delante de los demás, sobre todo de Bella. Solo quería decirte que ahora entiendo tu punto, comprendo lo que me quisiste decir aquel último día que nos vimos en la sala de visitas de la prisión, ahora soy consciente del daño que estuve a punto de haceros.

Hace como cosa de dos años empecé a salir con un compañero del trabajo, una cosa llevo a la otra y nos fuimos enamorando poco a poco. Sí, cuesta trabajo creerlo, mi obsesión por ti ya pasó, me enamoré de verdad o…al menos eso creo porque sé que en el fondo de mi alma siempre te querré y siempre serás mi primer amor, pero de todos modos soy feliz. Estoy embarazada de seis meses y con mi hijo aun dentro de mí ahora sé lo que sentiste, porque es lo mismo que sentiría yo si alguien quisiera hacer daño a Tom o a mi pequeño aun no nato.

Y aquí va el resto de la carta, la que va dirigida a todos, según pone aquí –relato Edward.

Ian, que aun sigue siendo mi médico, ha solicitado mi libertad bajo fianza puesto que me he casado y no es bueno criar a un niño en una cárcel. Ian piensa que estoy restablecida y preparada para incorporarme del todo a la sociedad, pero siento que, independientemente de que os escriban solicitando vuestra opinión, os lo tengo que decir yo y pediros por favor personalmente que aceptéis. No puedo salir de momento del país y siempre estaré vigilada, pero tampoco tengo ninguna intención de haceros daño y volver a las andadas, quiero a mi marido porque me hace feliz, es cariñoso, dulce y atento, quiero a mi hijo y solo necesito vivir en paz y tranquila a su lado. Por eso os ruego que aceptéis mi petición.

Recibid un fuerte abrazo

Tanya

—¿Qué os parece que tenemos que hacer? –dijo mi hombre aun perplejo.

—Bueno primero tenemos que tener garantías de que no se va a acercar a nosotros, pero algo me dice que es sincera, ya veremos lo que nos cuentan Laurent e Irina. De todos modos no vendría mal pedir informes médicos, todo lo necesario para asegurarnos de que no está fingiendo, pero si es sincera yo daría el visto bueno pues no podemos negarle el poder ser un poco feliz ya que ella fue…tan victima como nosotros. Hace años perdonamos Edward, creo que es momento de olvidar –le dije totalmente convencida de lo que decía. Lo cierto es que hacía años que había relegado al olvido aquellos malos momentos, solo era cuestión de hacerlo oficial.

—Estoy totalmente de acuerdo con Bella –dijo Chelsea

—Y yo –dijeron los demás.

Y así fue como por fin dejamos olvidado, atrás y en el pasado ese negro capitulo de nuestras vidas mirando hacia delante con decisión.

Navidades de aquel mismo año:

—Así que entonces la tía Alice te obligó a ir y así fue como conociste a papá –volvió a preguntarme Eddie por enésima vez, tanto él como Anthony me miraban expectantes al tiempo que Bree se dedicaba a jugar con mi pelo. Se sabían de memoria la historia pero querían que se las repitiera una y otra vez.

—Sí ella se empeño y no pude negarme, nadie puede negarle nada a tía Alice, pero en este caso nunca le estaré más agradecida por obligarme a ir a aquella cita.

—Es que mi hermana siempre tiene que salirse con la suya, pero…

—Pues sí…como otra que yo me sé.

—¿Tienes algún problema Jacob Black? –preguntó Maggie poniéndose en jarras muy, muy, al estilo Alice.

—Lo veis, como la hermana pero en pequeño –volvió a decir Jacob.

—Desde luego hijo que moscón cojonero eres…no sé a quién habrás salido –dijo su madre y todas las que estábamos presentes en esa habitación nos la quedamos mirando. Y cuando digo todas me refiero a todas las féminas de la familia Cullen/Swan/Vulturi en pleno pues estábamos pasando las navidades en Chicago.

Habíamos llevado a nuestros respectivos hijos a dormir pero mis niños, desde hacía unos pocos meses nunca querían hacerlo sin escuchar atentamente la historia de amor de sus padres, o sea la nuestra. Esa extraña afición había surgido justo a los pocos días de publicar mi nuevo libro, Una cita casi a ciegas, que como es obvio contaba nuestra historia. Yo había pillado más de una vez a Eddie cotilleando en mi portátil para ver si conseguía leer el original y al final opté por contarles una versión más o menos light de una historia que no solo era la favorita de mis hijos ya que el libro estaba obteniendo un enorme y gran éxito. Lo cierto es que tenía de todo, humor, intriga, suspense, acción y…sobre todo amor, mucho amor.

En esos años la familia Cullen/Swan/Vulturi había crecido. Chelsea como ya se sabe, además de a las gemelas tenía a Liam y a Diego; yo había tenido dos preciosos niños más, Anthony y Bree que tenía a Edward comiendo de su mano; Irina tenía a Cintia, Kate a Garrett junior y a Tyler, Alice tenía a Clarice que tenía los mismos años que Jacob y a Sophie, de la misma edad que Diego y Bree, sí, sí ya lo sé a otra que le dio por quedarse embarazada al mismo tiempo que Chelsea. Mis hermanos por fin habían conseguido tener un segundó niño que se llamaba Charlie como mi padre. Esme solo se había quedado con Maggie que era, como ya predije una Alice en pequeño y…bueno…no me gusta ser celestina…eso se lo dejo a Chels pero…Jacob últimamente la miraba mucho. Al final se le había pasado su fijación por Isabella...¿o quizás por Marie? justo en esos días en los que estábamos todos reunidos en la Mansión Cullen.

Ni que decir tiene que todos los niños también estaban interesados en esa historia ya que, aunque era la historia de Edward y mía, salían también sus propios padres y claro…los detalles sórdidos de un padre…siempre llaman la atención. Sobre todo les gustaba la parte en la que Irina y yo nos tragamos aquel famoso carro de la compra cuando huíamos de Cruella y la Madrastra, o la aventura en el famoso templo de Debod al cual se habían empeñado en ir y claro…los adultos no tuvimos más remedio que rememorar aquella época…que sacrificio ¿no? También adoraban escuchar nuestras andanzas en el metro y lo torpe que era yo en los autobuses. Pero la parte que más le gustaba a Maggie era escuchar como su madre…se enfrentaba a la autoridad competente y…salía victoriosa metiéndosela en el bolsillo, claro que Eddie y Anthony para eso ya tenía sus dos propias heroínas, su abuela y yo. Por supuesto, siempre les dábamos una versión edulcorada del asunto insistiendo en que nunca faltamos el respeto a nadie sino que conseguíamos lo que queríamos con educación y buenos modales. Lo cierto es que esa parte de la historia siempre la habíamos omitido hasta que el bocazas de Emmett, quien sino, se lo tuvo que contar. Al principio les dijimos que era mentira, que su tío exageraba pero mi hermano seguía metiendo la gamba más y más por lo que terminamos contándoles una…verdad a medias. El respeto y los buenos modos, era lo más importante de todo y eso se lo dejábamos bien claro a todos, no teníamos muchas ganas de que los niños, antes de ser adultos, quisieran hacer lo mismo que…sus padres y cuestionar a las autoridades fuesen quienes fuesen sin tener la edad suficiente para saber lo que estaban haciendo y en todo caso siempre había que hacerlo con educación y respeto. Era algo que les repetíamos mucho, sobre todo el abuelo Charlie que como buen Jefe de policía les daba unos muy buenos sermones sobre como respetar a la autoridad competente, durante los cuales era normal que se quedasen dormidos como troncos. Los niños nos miraban con ojitos inocentes y nos lo prometían, claro que sabían de sobra que el castigo por infringir la norma sería…muy duro.

Rossie, ya convertida en toda una preciosa adolescente, también solía estar interesada en esa historia a pesar de haberla vivido de primera mano. Siempre la escuchaba con atención argumentado que era muy pequeña para acordarse y diciendo que ojala ella encontrara un hombre que la amara tanto como Edward me amaba a mí o su padre amaba a su madre.

—Vale, vale, se parece a su padre, lo confieso, solo fue una manera de hablar –dijo Lizzie de repente levantando las manos y dándose por vencida.

Quince años más tarde.

—Edward, ya está todo preparado –le dijo Diego a mi pedazo de hombre que estaba guapísimo con ese smoking.

—Pues solo faltan las novias, a ver si no se hacen esperar –le dijo Edward con un sonido gutural que se asemejaba a un gruñido—, Diego esto…¿quién es ese individuo que está hablando con Bree?

—Por Dios Edward, es Riley el hijo pequeño de uno de nuestros vecinos, no es el enemigo, es un amigo de Diego y Bree –le dije yo intentando apaciguar a la bestia.

—Bueno…para mí si es el enemigo desde el primer momento en que ha puesto sus ojos…y lo que no son sus ojos en mi niña.

—La verdad es que no me gusta nada como la mira –dijo Anthony acercándose a nosotros.

—A mi tampoco –apuntó Eddie.

—Pues creo que ya somos tres –añadió mi hombre.

—Oh vamos Edward solo está hablando con ella por favor –le dijo Chelsea –dejad ya los tres de ser tan sobre protectores. Ufff que suerte tiene mi Diego de ser mi hijo porque de seguro que si no fuera hijo mío, lo llevaba claro el pobre.

—Estás muy equivocada Chels –contestó mi pedazo de hombre ceñudo –Diego se ha ganado a pulso mi aprobación y respeto. Creo que él es lo mejor que le ha pasado a mi niña, después de mi claro está.

—Humildad quítate que viene mi Edward –dije yo por lo bajo, pero sin suerte porque mi hombre me oyó.

—Ni humildad ni nada Bella, un padre es lo mejor que le puede pasar a una hija, luego si ese padre tiene la suerte de dar con un chico como Diego, bueno pues…estaría más conforme de compartir a su niña.

—Tu niña ya no es tan niña, tiene dieciocho años, creo que ya es tiempo de que aceptes eso –le dijo mi hija que había escuchado todo, acercándose a él de forma amenazadora –oh papá siempre serás mi padre y te quiero pero tienes que dejar que viva mi vida. Además yo amo a Diego pero eso no significa que no pueda hablar con otros hombres, además si Diego no…

—Diego no te dice nada por no armarla el día de la boda de mis hermanas, pero lo cierto es que no me gusta nada como te mira ese…

—¿Veis?, ya somos cuatro los que lo decimos.

—Bueno…esto… ¿qué tal si dejamos el drama para más tarde?, dijo Chelsea visiblemente emocionada –esto es una boda no es así Eric –añadió mirando a nuestro amigo el cura, porque sí, quien iba a celebrar la famosa boda era el mismo sacerdote de siempre, que se había convertido en el cura de la familia Cullen/Vulturi/Swan. Cuando se enteró de que íbamos a celebrar una nueva boda, esta vez triple, se ofreció voluntario para venir a oficiarla, al igual que hizo hace años con Alice e Irina. Lo cierto es que nuestra familia y sus cosas, le había atraído desde aquella primera vez en que nos casó a Esme y a mí y se había convertido en un buen amigo, ¿Quién mas sino iba a celebrar esa boda? De hecho era muy joven cuando nos conoció, él era hijo único y se sintió atraído por nosotros.

—Pues sí, Chelsea sí, una boda es, pero déjame decirte que ellos tienen razón, hay cada individuo suelto por ahí, si yo te contara.

—Lo siento mi niña, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y estoy muy enamorada de ti, por eso no puedo evitar ponerme celoso cuando te veo hablando con otro –dijo Diego ignorando a Eric y mirando a Bree con ternura.

—Pues yo también te quiero, pero no puedes encerrarme en una burbuja –dijo de nuevo Bree desafiante, además somos muy jóvenes aún.

Pero todo lo que Diego iba a contestar se esfumó en el aire cuando la música empezó a sonar, todos ocupamos nuestros puestos. Yo como la orgullosa madrina me puse al lado de mi hijo. Junto a Eddie estaba Liam y a su lado Chels. Justo a mi izquierda estaba Lizzie que acompañaba a Jacob. La puerta de la hermosa Iglesia se abrió y unas novias muy peripuestas y felices aparecieron por la puerta, precedidas del enorme cortejo de Damas de Honor y madrinas entre las que se encontraban ¿cómo no? mis hermanos, mi sobrina, mis tres queridas primas con sus maridos y sus respectivos hijos e hijas. Las hermosas mujeres que hoy se convertirían en todas unas señoras casadas, empezaron a caminar por el pasillo en busca de sus muy felices novios.

Primero apareció Isabella del brazo de mi pedazo de hombre que estaba ejerciendo una vez más de padrino ya que Carlos no podía apadrinarlas a las dos. Lo cierto es que Edward se sintió muy feliz cuando Isabella se lo pidió pues nunca había abandonado ese papel, ya que para él esas dos niñas eran como sus propias hijas. Marie apareció detrás, cogida del brazo de un muy orgulloso Carlos. Isabella se casaba con mi Eddie al cual se le veía feliz y muy enamorado; Marie iba al encuentro de Liam a quien mis dos queridos amigos le dieron una oportunidad de vivir una vida digna, completa y feliz, oportunidad que él siempre aprovechó al máximo. Después de Isabella y Marie apareció una sonriente Maggie que del brazo de Carlisle iba al encuentro de Jacob quien se había ido enamorando de ella poco a poco. Esme al verla aparecer empezó a llorar del mismo modo que Renée y Didyme lo habían hecho tiempo atrás cuando éramos nosotras las felices novias. Mi madre lloraba junto a ella, tal y como era su deber de abuela. Tía Sulpicia le dio un pañuelo a Esme y otro a Renée. Mi padre se limitaba a rodar los ojos junto a mi tío Cayo, Emmett y Aro como siempre sonrientes y felices, miraban la escena que se desarrollaba a su alrededor.

Mi sobrina Rossie lloraba también un poco acurrucada en el pecho de Seth, su marido. Sí, ese mismo Seth por el que se peleó con una amiga tanto tiempo atrás.

Y fue una boda tan bonita, a nuestro propio y peculiar estilo, pero preciosa. A pesar de todos los años que habían pasado, la familia Cullen/Swan/Vulturi no había perdido su toque especial y original. Faltaban algunos miembros pero…esos permanecían en nuestros corazones donde vivirían allí para siempre. Sí algo había que destacar era el inmenso cariño que nos teníamos en esa gran familia, una familia que había sabido estar unida en los malos momentos, en aquellos en los que es más necesario tenerla. Porque en los buenos momentos es fácil vivir, lo peor es cuando vienen los problemas y esos los habíamos enfrentando juntos.

Cuatro meses más tarde de la boda de Eddie. San Valentín y una nueva cita casi a ciegas.

—¿En serio tienes que ir? –le pregunté totalmente decepcionada.

—Sí, mi amor, no tengo más remedio, no sé qué tipo de emergencia será pero Carlisle no puede acudir y el segundo al mando soy yo, no tengo más remedio cielo mío.

—Pero…pero…esta noche –le dije titubeando y con lágrimas en los ojos –era...una noche especial. Es San Valentín. ¿Y porque no puedo ir contigo? Bree va a salir con Diego, y Anthony con Melany, yo me quedaré sola.

—¿Y crees que no lo sé?, pero tendremos muchas noches para demostrarnos nuestro amor cariño, muchas, que el amor no solo se demuestra en un día como hoy, el amor hay que fomentarlo y mimarlo todos los días, cielo, ¿o es que acaso no te das cuenta de lo mucho que yo te amo? Bella, esto ha surgido tan de repente que no ha dado tiempo casi de nada, créeme que me encantaría que vinieras conmigo pero el avión me está esperando, no hay tiempo que perder y alguien se tiene que quedar para que el barco aquí se mantenga a flote ¿no? –y con un beso de los suyos, de esos que hacen que se me olvide hasta de quien soy salió por la puerta de casa dejándome sola en…una noche como hoy. Nada más verlo desaparecer con el coche calle abajo, subí a mi habitación y me puse a llorar como una tonta, ya sé que era una ridiculez pero…él nunca me había hecho esto, nunca consintió que el trabajo se interpusiera entre nosotros. Muy bien me podría haber ido con él, el barco se manejaba solo, no era la primera vez que nos íbamos los dos juntos, aquí había gato encerrado ¿Podría ser posible que me hubiera dejado de querer y tuviera una amante con la que prefería pasar ese día?, ¿tan grave era la emergencia que no podía esperar… a que por lo menos yo me fuera con él? y ¿tan misteriosa?, me costaba trabajo creerlo. Pero era creer eso o la posibilidad de que…tuviera una amante con la que se había ido a pasar una noche como está y esa posibilidad era tan…horrible que no quería ni pensar en ella. Simplemente era para mí inconcebible que Edward me engañase.

Pero…el caso es que había una tercera posibilidad…lleve mi mano al bolsillo de mis pantalones donde descansaba una de las misteriosas cartas que llevaba recibiendo desde hacía varios días junto a una rosa roja, símbolo del amor. Lo cierto es que todo lo que estaba sucediendo era…tan raro. Desdoblé una vez más la carta y la leí, era la letra de un hermoso poema escrito por Gustavo Adolfo Becker uno de los poetas románticos más importantes que le dio España al mundo entero y uno de mis favoritos. De hecho todas las cartas eran más o menos iguales, todas contenían una hermosa poesía, pero esta carta era especial ya que al final de ella, quien fuese que la enviase, me proponía una cita. Me la quedé mirando fijamente y volví a leerla:

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡todo sucederá! Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor

Este poema solo refleja una pequeña, muy pequeña parte del inmenso amor que siento por ti mi hermosa Bella porque bien cierto es que podrán apagar la energía de mi corazón, pero ni por esas dejaré nunca de amarte. Porque yo soy ese hombre mí amada Bella, el que te amará por toda la eternidad, aun después de la muerte.

Te espero mañana a las siete de la tarde en la Puerta de Alcalá. Por favor no faltes.

Y hasta ahí, íbamos bien, hasta ese momento para mi estaba más que claro que la carta podría ser de Edward, él sabe mejor que nadie como me gustan los poemas de amor y en especial Gustavo Adolfo Becker y Fabián Ruiz autor de los poemas de las otras cartas. Además, en esta última, junto a la poesía, me proponía una nueva cita a ciegas. Pero lo que seguía a continuación me tenía descolocada.

Ya sé que estás casada y amas a tu marido por encima de todas las cosas pero…por favor no faltes…no te arrepentirás. Tranquila cielo no lo vas a engañar…yo sé que nunca lo harías.

Te amo con toda mi alma.

Tu misterioso admirador, tu amante secreto.

Desde luego una cosa estaba clara y era que no tenía las más mínima intención de engañar a mi hombre aunque…él me estuviera engañando a mí con alguna fulana posiblemente más joven que yo, tal y como había empezado a sospechar esa misma noche. No podría hacerle eso. De ningún modo pensaba acudir a esa cita, lo decidí en el mismo instante en que termine de leerla la primera vez, pero ese viaje misterioso y repentino…es como si me estuviera allanando el camino y además, debía ser sincera conmigo misma, estaba intrigada y mucho, por eso llevaba la carta metida en el bolsillo en vez de haberla quemado como fue mi primera intención. Con una gran confusión mental tomé el teléfono y llamé a Chelsea y a Rose pensado que tal vez, solo tal vez, ellas tuvieran razón. Quizás la carta sí era de Edward y negándome a ir le estaba destrozando lo que fuera que me tuviese preparado. No sabía qué hacer, pero una cosa estaba clara, si al final iba y no era él, me volvería inmediatamente a casa pero eso sí, Edward ya podía tener una buena excusa para dejarme plantada en una noche como hoy.

—Oh vamos Bella –me dijo por milésima vez Chelsea desde que había entrado por la puerta de mi casa seguida de Rose –solo una miradita aunque solo sea de lejos no te vendrá mal.

—¿Estas sugiriendo que engañe a mi marido Chels? –le dije sorprendida.

—No, por Dios, en la vida se me ocurriría eso Bella, lo que sucede es que estoy tan convencida de que el dueño de esas cartas es el mismo Edward que por eso te empujo a que vallas. Quien si no podría mandarte esas cartas tan bonitas, solo él Bella, nadie más que él.

—Muy seguras estáis las dos pero ¿y si no es él?, os recuerdo que se ha ido de viaje ¿y si tiene una amante?, no será el primer hombre de su edad que se busca una…más joven que la esposa –les dije poniéndome a llorar de nuevo cosa que no había dejado de hacer desde que las dos habían llegado.

—Bella por favor, ese hombre te ama demasiado como para engañarte, besa el suelo por donde tu pisas, te mira de una forma abrasadora, se siente el amor que te tiene a distancia, aparte de ese misterioso viaje ¿qué más motivos te ha dado?, ¿acaso ha dejado de tratarte como la diosa que siempre has sido para él? –me dijo Rose visiblemente enfadada.

—Ninguno pero…

—Pero nada…ese viaje no existe, es una tapadera, él es quien te ha enviado esas cartas así que deja de decir y hacer estupideces, ponte guapa y acude a esa cita con tu hombre.

—¿Y si no es él?

—Pues le dejas las cosas bien claras a quien sea y te vuelves a casa a esperar a tu marido que te ama con locura –dijo Chelsea como si todo fuera tan fácil y obvio—. Bella no te enviaría allí sino estuvieras convencida de que es él, analiza las cartas. ¿No son esos tus dos poetas favoritos?, vamos Bella si ni siquiera nosotras sabíamos que te gustaran tanto esos dos poetas, con los años que hace que nos conocemos.

—Si…pero…

Así que aquí estaba yo, escondida detrás de una esquina esperando a ver si descubría quien era el misterioso dueño de la carta, bueno que tonterías digo, lo que estaba esperando ver era a Edward con un buen ramo de flores en la mano, era la única persona a la que quería ver, con quien quería estar. Pero…no había señales de él. Sin embargo, había varios hombres portando sendos ramos …esperando, ¿sería alguno de esos el que…? estaba a punto de volverme para regresar a una casa de donde nunca debí haber salido, para esperar a que volviera mi marido y encararle sobre la posibilidad de la amante cuando…mi pie piso algo blando. Una sensación de deja vu se apoderó de mí en ese momento, o yo era muy oportuna para pillar una porquería perruna o...

—Señora disculpe…creo que lo que hay debajo de su pie es el mío –escuché como me decía una voz aterciopelada que reconocería entre todas las voces del mundo. Me volví lentamente y ahí estaba él, mi pedazo de hombre con el ramo de rosas rojas más hermoso y grande que nunca vi, junto a la típica caja de bombones en forma de corazón y una sonrisa más hermosa aun, de esas que te mandan las bragas a paseo. A pesar de las huellas visibles de la edad en su rostro, seguía siendo para mí el mismo pedazo de hombre del que me enamoré aquel día ya tan lejano en el mismo sitio donde estábamos ahora, La Puerta de Alcalá, desde entonces lo amaba con locura y era ese mismo amor el que ahora veía reflejado en sus preciosos ojos verdes.

—Así que…eras tú…el de la carta eras…

—¿Y quién mas podría ser mi vida?, soy yo el que te ama como un loco, esta noche y todas las noches que me queden por vivir –me dijo tomándome por la cintura para acercarme a él dándome un beso tan ardiente que mis bragas se colapsaron en el acto.

—Que sepas que no iba a venir…no estaba segura de que fueses tu y…yo nunca te engañaría…Rose y Chelsea me obligaron…me decían que eras tú.

—Ya lo sé mi amor, te conozco lo suficiente para saber que nunca me serías infiel, como yo tampoco lo sería, ¿cómo pudiste pensar eso cielo?

—Bueno tú…el viaje…la emergencia…nunca habías antepuesto el trabajo a mí y claro…me sentí un poco confusa e insegura, me resultaba difícil creerlo pero…perdona Edward, perdona por haber dudado de ti —le dije con mucho remordimiento de conciencia.

—Perdonada estás, la verdad es que yo…con mi actitud te di pie a pensar eso…pero que sepas que te amo con locura nunca lo haría mi vida, nunca sería tan tonto de arriesgar todo lo que tenemos, todo lo que hemos construido con tanto amor a lo largo de estos años.

—Yo tampoco lo haría, que sepas que Rose y Chelsea me obligaron y... —volví a repetir tercamente.

—Ya lo sé mi amor, sé lo testaruda que eres, realmente las compadezco, por eso me inventé el viaje ya que sabía que por más que ellas te insistieran no ibas a venir si yo…bueno…si no tomaba medidas drásticas –me dijo dándome un nuevo beso devora mentes y voluntades.

—O sea…que…la emergencia…—le dije cuando me hube recuperado un poquito, pero solo eso un poquito de aquel beso.

—¿Y que puede haber más importante que salir a cenar con el amor de mi vida en una noche como esta?, la noche de los enamorados.

—¿Y eso de que no solo me quieres esta noche, sino todas, que el amor hay que fomentarlo y mimarlo y…?

—Eso mi querida esposa es la única verdad de todas las mentiras que te he dicho hoy –y ahí estaba esa sonrisa torcida de nuevo y yo…yo no tenía bragas de repuesto.

—¿Me acompaña mi hermosa dama?, la ciudad nos espera y después de cenar…nos espera nuestro hotel.

—¿Has alquilado una habitación en…el mismo hotel?, ¿pero todavía existe?

—La misma habitación mi vida…

—¿Rose y Chels estaba al tanto de esto verdad?

—Hasta del más mínimo detalle, Anthony, Bree y Diego también han sido mis cómplices –y sin más palabras él me rodeó los hombros con su brazo y yo le pase el mío por su cintura y así comenzamos a caminar por una parte de la ciudad que, una vez más, era testigo de nuestro amor.

—Gracias Bella –me dijo después de una hermosa noche de amor en donde habíamos tenido de todo. El sexo seguía siendo maravilloso con ese pedazo de hombre…a pesar de los años transcurridos y a pesar de… que ya no estábamos para grandes trotes, pero aun así hacíamos lo que podíamos porque nos seguíamos necesitando como el primer día.

—¿Por qué me das las gracias? –le pregunté confundida.

—Gracias por haber aceptado la cita a ciegas que te propuso Alice, gracias por aceptarme a mí a pesar del equipaje que traía conmigo, gracias por creer en mí, gracias por dejarme conocerte, gracias por darme esta hermosa vida que he tenido junto a ti, gracias por nuestros maravillosos hijos, gracias por existir mi amor. Y gracias por acudir de nuevo a esta nueva cita a ciegas.

—Gracias a ti también Edward, gracias por amarme.

No había más palabras que decir, así que nuestras bocas hablaron por nosotros fundiéndose en un apasionado y tierno beso, un beso lleno de amor, de todo el amor que nos teníamos.

Habíamos tenido una vida tan plena y feliz que…ninguno de los dos la cambiaríamos por nada. Y todavía nos quedaba bastante guerra que dar, no se crean ustedes porque seguro que nos esperaban muchos momentos mágicos y maravillosos.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola por aquí. Bueno pues ahora sí que está historia ha llegado a su fin, aunque todavía no apretaré el botón de complete, no sin subiros ese outakkes que os tengo prometido. La historia de Esme y de Carlisle. Espero tenerla finalizada pronto ya que meterme en la mente de otros personajes de Twilight que no sean Bella y Edward me resulta complicado debido a que es la primera vez que lo hago.

Muchas gracias a todas por vuestros hermosos rr y por estar ahí apoyándome desde el principio de esta locura que empezó siendo un OS que presentaba a un concurso y acabo convirtiéndose en una historia.


Besos.