lunes, 18 de julio de 2011

RECUPERANDO TU AMOR: CAPITULO 2 : JACKSONVILLE


DISCLAIMER: 
Los personajes no me pertenecen son de la inigualable SM, yo solo he jugado con ellos para crear esta mi primera historia.
Gracias a mi nueva beta por emplear su tiempo en corregirmelo.

Capitulo 2: Jacksonville
Sumido en todos estos pensamientos,  llegamos a la cafetería. Después de localizar una mesa vacía intente sentar a mi hija en una silla, pero observé con alegría que Gabriela no quería abandonar mis brazos, así que fui yo el que se sentó con ella en mi regazo.
—¿Qué queréis tomar? –pregunto Emmet a los tres críos que de pronto  se miraron entre ellos.
—Helado –contestó mi hija muy segura mirándole directamente a la cara como retándole a que dijera algo en contra… ¡Cómo me recordaba a Bella!
—Señorita Gabriela —la reprendió Emmet  mirándola muy serio—,no olvides que soy el padre de estos dos figuras, marido de Rose y hermano de tu madre, así que fingiré que no he oído nada y lo preguntaré otra vez. ¿Qué queréis tomar?
—¿Cacao y un bollo pequeñito? –preguntó Tony poniendo su famosa carita de inocencia. Los otros dos asintieron con la cabeza.
—Eso está mejor –contestó Emmet poniéndose de pie para  dirigirse  a la barra —. ¿Tú qué quieres Edward? —me preguntó.
—Un café  y lo que te parezca a ti bien para comer.
—¿Entonces eres mi papá de verdad? –me preguntó mi hija mirándome a los ojos, una vez que Emmett se había alejado—. ¿Tu apellido es Massen?
—Sí Gabriela, soy tu papá de verdad. Y mi apellido es Massen. ¿Sabes ya leer? –le pregunté  sacando mi identificación.
—Sí, ya se leer muy bien —contestó orgullosa cogiendo el carnet con la mano y mirándolo con detenimiento. Por lo bajo empezó a recitar sílaba por sílaba mi apellido; cuando se dio por satisfecha me lo devolvió.
—¿Entonces esos señores malos te han  dejado por fin venir a verme? – preguntó otra vez, dejándome totalmente desconcertado ¿Qué le habría dicho  Bella?, pero ella misma me aclaró el asunto.
—Es que mamá  me ha contado que no podías venir,  porque tienes el mismo trabajo que el tío Jacob. Pero que donde vives sólo estáis tú, el abuelo y el tío Emmet.  Y vosotros os quedáis allí para que el abuelo pueda venir a verme. Yo muchas veces digo que alguna vez el abuelito se podía quedar y dejarte venir a ti, pero mamá dice que el abuelito es mayor y que  no puede perseguir a los malos como tú y que por eso te tienes que quedar —yo la escuchaba maravillado pero sintiendo como mi corazón se oprimía al ver como Bella la había ayudado y guiado para poder vivir lo mejor posible esta desgraciada situación.
—Bueno, pues mamá tiene razón, pero yo tenía muchas ganas de verte y como la abuela se ha caído,  unos amigos míos me han hecho el favor y he podido venir –le contesté con los ojos cristalinos y conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir. En esto llegó Rose.
 —Veo que te ha llamado —dije mirándola con tristeza.
— Y que esperas Edward, llevas cinco años sin verlas y después de lo que le dijiste…
—Ya lo sé Rose ya lo sé –Le dije notando como las primeras lágrimas caían ya por mi mejilla —.La verdad, he encontrado más de lo que esperaba –le respondí mirando a mi hija —. Por cierto Rose ¿Cómo es que la niña sabe tan bien quién soy yo? –Le pregunté en un tono más  bajo para que los críos no me oyeran,  aprovechando que los tres estaban jugando con unos cochecitos que Peter siempre llevaba en el bolsillo.
—Al principio era muy pequeña —comenzó  a explicarme Rose en el mismo tono de voz—, pero cuando se fue haciendo un poco más mayor observó, que a los otros niños  les iban a buscar su padre y su madre a la salida del colegio y empezó a preguntar. Entonces Bella le habló de ti e inventó la historia de los señores malos. Le dijo que si no estabas aquí con ella, era porque no podías, pero que la querías mucho, que eso no lo dudase. La niña tiene en su habitación aquella foto tuya que Bella te sacó vestido de policía metida en un marco, por eso te ha reconocido.

Yo no podía describir como me sentía en ese momento. Bella era maravillosa. A pesar de todo el daño que yo le había hecho y de todo lo que le dije, había hablado a la niña de mí y le había hablado bien. Le había dicho que la quería y hasta le había dado una foto. Mi corazón se hinchó. Si alguna vez pensé que no podría querer a Bella más de lo que ya la quería, ahora estaba seguro de mi equivocación. Esa mujer cada vez que movía un dedo, hacia que la quisiera más y más. Definitivamente merecía la pena luchar por ellas. Tenía miedo, sí, mucho miedo, temía por su vida ni más ni menos. Pero Emmet tenía razón, yo era policía, estaba entrenado para ello, podría protegerla. Pero también temía su rechazo y eso era peor que cincuenta mil balas impactando contra mi pecho. Para eso no estaba entrenado ni preparado. Tendría que ver la manera de conseguir que volviera a Forks, y una vez libre de Tanya, podría comenzar a luchar por ella, tal y como  se merecía…

—Y luego para rematar –de repente me di cuenta de que Rose seguía hablándome—  tenemos a una pareja de “niños”, por no llamarles de otra forma, que se han empeñado en hacerle la vida imposible con el tema. Peter y Tony vienen todos los días llenos de moratones y golpes. A saber cómo queda el otro.  Uno de ellos es una niña, espero que no la hayan pegado, pues por mucha razón que tengan esa no es la educación que Emmet y yo les hemos inculcado. Nos consta que Gaby la agarró un día de los pelos y la arrastró por toda la playa. No sabemos qué le diría. Los regañamos a los tres porque no tenemos más remedio y Bella castigó a Gaby pero…
—El caso es que Bella nunca le ha ocultado nada.  Todos los días antes de acostarse, le da un beso a la foto y  te desea las buenas noches – ¡Por Dios! las lágrimas empezaron a caer de nuevo libremente por mi cara. ¡Pobre hija mía! ¡Cuánto sufrimiento tan pequeñita! De repente odié a Tanya y a Aro, mucho más de lo que les había odiado hasta ahora. No dejaría que les hicieran más daño, por encima de mi cadáver.
—Y no le puedo estar más agradecido Rose – Le dije intentado salir de mi nuevo momento de dolor—, y no puedo ya quererla más de lo que la quiero. Siento que mi corazón late después de mucho tiempo y miedo me da que se me vaya a salir del pecho –dije llorando ya sin poder evitarlo, escondiendo mi rostro de la vista de los niños.
—Aquí están los  cacaos – dijo Emmet poniendo un vaso y un plato al lado de cada uno, dándose cuenta de mi estado emocional con un simple vistazo.
—¿Te parece bien sentarte en una silla mientras te lo comes, así no te manchas y  yo me puedo tomar mi café? –pregunté indeciso no queriendo ofenderla.
—Vale, pero antes… yo te quería preguntar…  —dijo mordiéndose el labio como siempre hacía su madre. Desde luego no podían negar que eran madre e hija. Gaby había heredado muchos gestos de Bella, como este de morderse el labio o cuando rueda los ojos —. ¿Me llevarías con mis amigos después de ir a ver a la abuela, en vez de ir a la guardería? Es que quiero que te conozcan.
—Lo que pasa –aclaró Peter con la boca llena– es que hay dos niños que se meten con ella porque dicen que  no tiene papá y que ellos sí, por eso quiere que vayas, tío Edward  –¡Por dios! Exclamé para mis adentros, escuchando la confirmación de lo que Rose había dicho momentos antes. Que maldad tenían algunos niños ¿Cómo tan pequeños podrían ser tan crueles? Claro que eso depende de la educación que  sus padres les den. Así luego llegan a mayores y… qué me lo digan a mí.
—Le preguntaré a mamá a ver qué le parece y sí está de acuerdo te llevaré un rato y me los presentas ¿Ok?. Que luego tengo que volver a quedarme con la abuela para que la tía Rose y el abuelito puedan dormir —le dije intentando que no notara que tenía los ojos rojos y nuevamente llenos de lágrimas.
—Vale. Se lo preguntamos a mamá, pero seguro que dice que sí —dijo con entusiasmo.
—Pues nosotros también vamos, que la guardería  del hospital es un rollo, no hay más que niños pequeños –decidió más que pidió Tony.
—¿Vas a poder con los tres?—preguntó Emmett—, si quieres voy contigo.
—No, quédate con mamá y con Rose, yo… necesito hacer esto solo –le contesté.
—Pues te recomiendo que andes con cuatro ojos Edward porque… —dijo Rose.
—¿Les ha pasado algo a tus hijos estando conmigo alguna vez, Rose?—le corte  fingiendo estar molesto.
— No, la verdad es que no, pero ahora son tres, no dos. Cuando se juntan mis dos hijos son de temer, no te digo nada cuando se juntan los tres. Son tres mentes perversas a maquinar Edward. Y déjame decirte algo de Gaby, ella piensa, decide y directamente,  al igual que si fuera un Kamikaze, lo hace sin avisar primero. Nunca sabes con lo que te va a salir ni por dónde,   con lo cual tienes que estar totalmente pendiente de ella —me advirtió.
—Podré con ellos Rose y además necesito hacerlo.
—Bueno, no te vendría mal como práctica —me dijo de nuevo—. Bella ha adquirido el fabuloso don de saber lo que planea y cuál va a ser su siguiente paso con sólo mirarla a la cara. Y lo mismo hace con mis hijos, no sé como lo hace pero lo admiro.
De repente una dulce voz se oyó detrás de mí atrayendo todos mis sentidos y su maravilloso olor traspasó mis fosas nasales.
—Pues ya les he dicho que o lo arreglan pronto o cambiamos de empresa. ¡Vamos! mira que decir que no es para tanto – dijo sentándose a ¿mi lado? – De verdad es que… como no vengan a arreglarlo pronto, en este hospital va a tener lugar una nueva glaciación. ¡Por Dios! pero si traemos a dos pingüinos y se nos quedan a vivir. Y de paso traemos a dos osos polares y nada montamos el zoológico —tenía razón, el aire acondicionado estaba o muy alto o estropeado, y hacía más frío de lo usual y teniendo en cuenta que  Bella siempre ha sido muy friolera.
—Que exagerada eres Bella —le contestó otra voz junto a ella.
—¿Exagerada?, ¿Y entonces que haces tú con esa chaqueta de lana puesta encima de la bata y el pijama?, ¿Te la has comprado hace poco y quieres lucirla? –le dijo enarcando una ceja en  un gesto que yo recordaba como muy característico de ella—.  Chicos esta es Alice—, nos la presentó–. Una gran amiga mía.
—Sí, creo que nos conocemos —dije recordándola de alguna vez en otros tiempos en que había podido venir a ver a Bella cuando estaba embarazada y en los primeros meses de vida de mi niña.
—Sí,  estás en lo cierto, pero a ti no —dijo la chica dándole la mano a Emmett –. Bueno  –dijo otra vez Alice sentándose a su vez y dirigiéndose a los tres figuras—, ¿Qué tal las clases de natación?
—Bien —contestó Gabriela. Era curioso, un adulto preguntaba y los dos niños miraban a Gabriela antes de contestar—  ¿sabes? –Siguió diciendo mi hija—, hemos estado fijándonos y tito Jacob tiene razón —¿quién diablos seria ese Jacob al cual ya era la segunda vez que  mencionaban? ¿y porque mi niña lo llamaba tito?
—¿Si?  –pregunto perpleja Rose—. ¿Y en que tiene razón si puede saberse?
—Tito Jacob nos dijo el otro día que en cuanto entráramos al agua, los tiburones y las barracudas saldrían corriendo  del susto que se iban a llevar al vernos, pues dice que somos unos diablillos. Y es verdad, no hemos visto ninguno –contestó Peter muy serio como si acabara de plantear el más grande de los misterios…
—Si es verdad —dijeron Gabriela y Tony a la vez—  no se veía ni un pez. Pues si no somos tan diablillos ¿verdad? ¿verdad papá? ¿verdad mamá?— preguntó Tony —. ¿A qué no? –dijo a su vez Gaby mirando a Bella.
—¡No! –les contestaron  Rose y Bella aguantándose la risa y mirando a los tres muy fijamente.
—Supuse que os encontraría aquí —dijo de repente un hombre rubio que se parecía mucho a Alice.
—Hola Carlisle, ¿Cómo estás? –le saludó Bella—,  mira te presento a mis… a Emmet y a Edward. Chicos este es Carlisle, padre de Alice, mi maestro, mentor y amigo. Y director de Urgencias de este hospital.
—Hola —le saludamos mi hermano y yo, tras lo cual tomó asiento en nuestra mesa
—Toma Bella, las pruebas que pediste, como venia hacia acá y sabia que te encontraría  aquí, te las he traído –dijo el padre de Alice, dándole unos papeles a Bella.
—Vaya, el maestro haciendo de secretario—, comentó Bella con coña abriendo el sobre—. ¡Por Dios! – Exclamó poniendo mala cara—.  Cómo odio tener razón, este es uno de esos momentos en los que no me gusta ser médico —dijo Bella mirando esas pruebas. Se la veía totalmente desesperada —, menos mal que ya hablé con sus padres sobre el tema de la quimioterapia y ellos están de acuerdo y han accedido.  Tengo que ir a hablar con ellos de nuevo para derivarles  a oncología e  iniciar las sesiones enseguida –dijo empezándose a levantar.
—Tranquila Bella —le dijo Carlisle empujándola de nuevo hacia la silla—. Ya lo he hecho yo, Soy consciente de lo mucho que te iba a costar este caso en particular. Eso sí, el chico me ha dicho que quiere verte, que luego subas a verlo.
—Por supuesto es lo menos que puedo hacer, por lo menos que se sienta arropado. Y además tengo que explicar a su familia el tema del trasplante de médula en caso de que la quimioterapia falle.
—Vaya el alumno, vuelve a superar al maestro —dijo Alice con sorna y consiguiendo  aligerar un poco el estado de tristeza en el que se había sumido Bella ¿Qué tendría ese paciente? Ella siempre tan buena, siempre preocupándose y sufriendo por los demás. ¡Qué buen médico debía ser! Sabía por Rose que por fin había conseguido sacar la especialidad en medicina de urgencias  y además con unas calificaciones muy altas. ¡Qué suerte tendría Forks de contar con ella! Tenía que conseguir que volviera…
—Vamos hija, ¿te has pasado al lado oscuro? —contestó Carlisle siguiéndole la broma y adivinando las intenciones de su hija—. Mira que enseguida te encuentro algo que hacer. ¿No tienes que ir a poner alguna inyección por ahí? — le amenazó Carlisle divertido.
—No, de eso ya se encargan las enfermeras papi —contesto Alice a su padre —y  estoy en el lado correcto. Siempre con Bella —dijo mirándome ¿desafiante?
—Está bien, lo admito, no supe ver las señales –concedió Carlisle con gesto derrotado—.  Otra cosa Bella… –añadió dirigiéndose a ella –como director de urgencias de este hospital debo felicitarte por tu rápida actuación de ayer. Aquí donde la veis… –dijo dirigiéndose  a nosotros– la Doctora Swan puso en marcha a todo el servicio de urgencias en un segundo tras recibir un aviso de un accidente múltiple. Yo tenía que ir  a operar a  su madre y la dejé al cargo. Me sentí un poco mal porque estaba nerviosa y preocupada pero… no tenía más remedio—. Me sentía muy orgulloso de oír como Carlisle hablaba tan bien de ella. Sabía, por mediación de Rose y de sus padres que su jefe la tenía en muy alta estima y que cada vez le daba mas responsabilidad en su servicio—.  Creo que voy a tener que dejar el servicio en tus manos más veces. Pero claro eso me da un motivo más para intentar convencerte… Ya sabes de qué.
—Mejor tú me nombras jefa de Urgencias aquí y  te vas a  dirigir lo que tengas que dirigir  allí –le contestó  Bella. Yo miraba de hito en hito sin llegar a comprender y ellos parecían no darse cuenta de que estábamos más personas en la mesa…
—Bueno –dijo Carlisle–, tengo que formar un equipo y en mi equipo quiero a los mejores y…
—Pero allí hay una jefa de urgencias ya, segurísimo –le cortó Bella
—Que se va a jubilar –terció Carlisle
—Bueno papá —dijo Alice con aire de “se acabó la discusión”—,  Bella va a  aceptar eso sí o sí, como que me llamo Alice Cullen que…
—Pero que no te habías pasado al lado oscuro Alice —contraatacó Bella—. Otra vez cambiando de chaqueta hija, yo que tú hablaría con Marco  que para político no tienes precio —. Le bromeó.
—Bella ya sabes —añadió Rose—, nunca apuestes contra Alice.
—¡Vamos! supongo que encontró una aliada, ¿no Rose? —acusó Bella.
—Por supuesto querida —le contestó ella pestañeando teatralmente…
— Ufff—bufo Bella —. Alice, ¿allí no hay centros comerciales sabes? ¿Qué vas  a hacer?, ¿La gran Alice sin poder comprar?—le preguntó haciendo gestos muy exagerados con las manos.
—No te equivoques Bella —terció Rosalie —, eso ha cambiado mucho ¿Sabes? Hay dos o tres muy buenos.
—¿Alguna otra excusa Bella? –preguntó Alice levantando las dos cejas.
—Y Jazzy, ¿has contado con tu marido Alice? Supongo que él también tendrá algo que decir, ¿o no? –contraatacó Bella
— No, pero ya se lo diré y seguro que aceptará, yo sé cómo convencerlo
—dijo Alice alzando una ceja.
—Seguro que le amenazas con llevarle una semana de compras si no accede —contesto Bella con sorna.
—Esa podría ser una gran idea, pero mejor…—dijo Alice mirándose las uñas
—No te molestes en decir la otra delante de mí —le cortó Carlisle divertido—,  no en vano soy tu padre hija.
—Pues nada, que tengáis buen viaje—,  dijo Bella un poco enfadada.
—Nada de tengáis, tengamos Bella, tengamos—dijo Alice enfadándose también.
Estaba un poco perdido. Emmet estaba igual que yo. Nos mirábamos incrédulos. ¿Adónde se supone que iban a viajar, que Bella no quería? ¿Dónde se supone que ahora había centros comerciales y antes no? De repente en mi cabeza algo  hizo clic. ¿Sería posible que no quisiera aceptar la plaza que le habían ofrecido en el nuevo hospital de Forks y esta gente estuviese intentando convencerla de que lo hiciera? ¡Dios mío!, ella tenía que volver, sé que es muy egoísta de mi parte, que aún estoy con Tanya, pero tenía que volver, yo la necesito allí, no puedo estar más tiempo alejado de ella. Ahora que la he vuelto a ver, lo sé. Y además con  Aro  siendo investigado, a lo mejor mi matrimonio con Tanya no dura más que dos telediarios. Ahora que ella tenía a ese tal Marco de padrino y ninguno de los dos podía evitar que volviera.  Tenía que aceptar como fuese y yo iba a hacer lo posible para que lo hiciera, aunque tuviera que ponerme de rodillas. Pero claro, si se lo pedía, ¿Qué razón le iba a dar? No podía ir nada más que con la verdad por delante, ella no confiaría en mi,   habían habido demasiadas mentiras en el pasado, pero es que…  si era totalmente sincero con ella, seguro que entonces no volvía ni a rastras.  Pero yo quería que volviera. Haría y daría lo que fuera porque regresara, quizás había llegado el momento de asumir riesgos…


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