DISCLAIMER: Ninguno de los personajes
que aparecen en este fic son de mi propiedad ya que pertenecen en exclusiva a
la magnífica S. Meyer, creadora de la saga de nuestros sueños.
Capitulo 22: Vestidas para matar y
amanecer de chicas
Pov Edward
Si aquellos que construyeron la Torre de Babel levantasen la
cabeza, se volvían a morir ellos solitos y sin que nadie se lo mandase. Al
menos ellos tenía la excusa del idioma, pero estas mujeres nuestras hablaban
todas perfectamente en inglés y en español además de alguna que otra lengua y,
sin embargo, no conseguían entenderse ni que las entendiéramos. ¿Cómo era
posible hacer tantas preguntas todas a la vez, sin respirar, al tiempo que se
atiborraban de helado? porque eso sí, estaban las nueve sentadas en círculo alrededor
de la mesa de la cocina. Y comían a tal velocidad que todos los botes estaban
prácticamente vacíos incluso cinco mas que había traído alguna de ellas. Y
mientras comían preguntaban a voces ¿quiénes
eran las mujeres de los mensajes?, ¿qué hacían aquí el grupo de brujas del
este? o, lo que es peor, no dejaban que nos acercáramos ni a un milímetro.
Y entendía su punto porque Bella era consciente de que con solo rozarla se
derretía y acababa cayendo en mis redes, pero si ese era su punto también era
mi estrategia. Por supuesto todo se lo decían ellas mismas y a los demás no nos
dejaban meter ni siquiera una palabra aunque fuese de canto para defendernos y
explicarles la situación tal y como nosotros la habíamos vivido. Según una
máxima judicial todos eran inocentes hasta que no se demostrara lo contrario y
ellas, como no las convenía, pasaban de la máxima como de comer…bueno ya
sabemos que. Y la peor era Irina puesto que como abogado se debía de saber ese
término legal a la perfección, de hecho ella lo había esgrimido como argumento
en algunas ocasiones, pero en esta se ve que no la venía bien.
A excepción de Bianca, María y una tal Leah que había
mandado el mensaje a Laurent, no conocíamos a ninguna de las otras
llamémosle…señoritas…que se habían atrevido a desafiar a estos demonios
vestidos de mujer. Las tres frecuentaban el club de Garrett al cual yo solía ir
ya que era de mi primo, pero en cuanto veía aparecer a Bianca salía corriendo
de allí. Nunca conocí mujer más exasperante y desagradable. Era de esas que
pensaban que con tan solo enseñar las tetas y mover el culo tenían a todos los
hombres a sus pies, pero yo no era de esos…no señor. La única que me ponía en
acción, bueno a mí no sino a mi miembro, era Bella y en esos momentos, al verla
así, toda enfadada, comiendo helado y extremadamente sexy, mi muy querida amiga
me estaba pidiendo que solucionase el incidente ¡ya!, y fuéramos a perdernos
uno en el otro a nuestra habitación. De
verdad Cullen, pensé para mí mismo, eres
tremendo, estás en medio de la primera crisis de tu matrimonio y todavía
piensas en…bueno en lo que piensas
siempre que narices, pero la culpa no es mía, no señor, la culpa es de ese
diablo lujurioso vestido de mujer que tenía por esposa. Así que mi objetivo en
estos momentos era obtener su perdón y subirla corriendo al dormitorio aunque
fuera a rastras. Yo lo único que quería era que entendiese que nosotros no
habíamos urdido nada, que todo era una trampa, que me perdonase lo más rápido
posible ya que el dolor en cierta zona ya era lacerante. Pero Bella no opinaba
lo mismo.
—Detente Cullen –decía mi amor con la boca llena de helado
–¿qué hacia la mano de esa zorra en tus partes?, esas solo las toco yo ¿te ha
quedado claro?, si vuelvo a encontrar alguna mano que no sea la mía hay puesta
te juro que vas a acordarte hasta del día en que naciste –añadió toda furiosa y
yo no puede evitar llevar una mano a la zona que ni por esas dejaba de estar
erguida y en forma —ni pienses que me vas a seducir para que te perdone, tienes
mucho que explicar ¿quién es esa Bianca?, ¿a ver quién?, ¿no se suponía que en
tu búsqueda de esa mujer perfecta tenias una vida social muy….aburrida?, ¿no se
supone que no hacías caso a ninguna de ellas?,
—O eso es lo que nos hacía creer –terció Alice metiéndose
una cucharada enorme de helado en su pequeña boca, tan enorme que yo me
pregunté si le cabría –¿no se supone que no me tenía que preocupar por María?,
¿quién es esa zorra para estar mensajeándose contigo a ver?
—¿Y tú?, ¿No se supone que vives en España y aquí no conoces
a nadie?, pues si que te has dado prisa en socializar con la crema y nata de la
sociedad de Chicago –decía una muy enfadada Chelsea apuntando con la cuchara
del helado a Carlos y sin escuchar ni hacer caso de lo que decían juntas y a la
vez, Alice y Bella.
—La misma pregunta se puede aplicar a ti Emmett Swan –decía
una muy indignada Rosalie sin dejar que las otras terminasen de hablar al
tiempo que abría un nuevo bote, ¿dónde les podría caber tanto helado?
—Rose cariñó no me chilles mira que vas a despertar a la
niña y luego…
—¿Y luego que Emmett Swan?, si se despierta vas y la cuidas
que eso es lo que tienes que hacer en vez de andar por ahí de…pingoneo.
—Rosie cielo yo no…
—Cállate Swan, lo mejor es que te calles.
—¿Y qué tiene que decir el señor jefe de policía?– intervino
ahora Renée—, con lo bueno que parecía él y mira…dos días en Chicago, solo dos
días…
—Que ilusas somos –decía Irina al mismo tiempo –todas esas
tardes de chicos en las que decían que estaban jugando a la Wii. Ya te voy a
dar yo a ti Wii.
—Menudo morro que tienen ¡será posible! y nosotras aquí como
imbéciles –decía Kate sumándose al coro de voces sin sentido. ¿Cuándo dejarían
de decir tonterías y nos dejaran explicarles lo sucedido?
—Y eso que algunos están casados –decía Esme y…–y de nuevo
empezaron a hablar todas a la vez sin orden ni concierto hasta que un silbido,
tan potente que daño mis pobres tímpanos, nos hizo rebotar a todos en nuestro
sitio escuchándose en toda la habitación.
—¡A ver si conseguimos que haya un poco de orden! –dijo un
muy enfadado Aro subido en medio de la mesa de la cocina para que todo el mundo
pudiera verle. El pobre hombre tragó en seco al ver la mirada que le echó
Sulpicia, pero no se amedrentó, siguió y los demás nos escudamos detrás de él como
si tuviese un escudo protector invisible que nos protegía de aquellas mujeres
convertidas en demonios.
—¿Os hemos dado nosotros alguna vez muestras de engaño?
—No…pero podéis habérnoslo ocultado –dijo Sulpicia tan
fresca encogiéndose de hombros.
—¿Cuándo Sulpicia si se puede saber?, si hay veces que
parezco una prolongación tuya y… no, no me malentiendas –agregó desesperado al
ver la cara de…bueno mejor lo dejamos en la cara que ponía mi tía. Parecía un
vampiro a punto de saltar sobre una presa que no tenía ninguna posibilidad de
salvarse —no me quejo solo quiero que veas mi punto, repito la pregunta ¿os
hemos dado alguna vez muestras de engaño?, esas cosas se notan y vosotras que
sois muy listas –añadió con un tono de adulación en la voz –mucho más todavía,
a ver ¿podéis hacer el favor de contestar a mi pregunta?
—Esto…pues…nosotras…esto...
—Lo veis. ¿No os habéis parado a pensar que esto ha sido una
estratagema mas de aquellos que quieren destruir a Bella y Edward?
—Están en la cárcel –dijo Irina muy seria y con expresión
triunfante –e incomunicadas.
—O eso es lo que pensamos, por lo que no estaría mal querida
hija que Laurent y tú os pasaseis por la cárcel a ver como están las cosas. De
todos modos yo creo que esto no tiene nada que ver con Carmen, Tanya o
Elizabeth sino con el hecho de que Heidi, Renata y mi querida cuñada han sido
humilladas en público por vosotras una y otra vez y más todavía desde que Bella
apareció. No es que os lo recrimine porque me lo he pasado muy bien
pero…pensad…pensad que sois lo bastante inteligentes para llegar a la
conclusión vosotras solitas. A ver recapacitad, todas recibís un mensaje
supuestamente de Alice que os hace alejaros de vuestras casas. Ellas ven que
nosotros salimos también de la nuestra para venir aquí y suponen que Garrett ha
hecho lo mismo y aprovechando que estamos solos se presentan y montan el
numerito. Pero ellas sabían que no tardarías en descubrir el engaño y volver
por lo que todo estaba perfectamente calculado.
—Y Leah, Bianca y María, ¿qué tienen que ver en todo esto?
—Es de todos sabido que cada una de ellas está detrás de
Edward, Jasper y Laurent, ¿quién no os dice que las han utilizado al igual que
han utilizado en el pasado a otras tantas personas?
—Bueno podría ser –empezó a decir Chelsea pero de repente se
detuvo mirando fijamente a Bella. Las dos empezaron a mantener una conversación
silenciosa que solo ellas podían entender porque los demás ni zorra, al tiempo
que se ponían verdes, amarillas, moradas, en fin toda una gama de colores pasaban
por su cara en ese momento. Se miraron durante unos minutos más y acto seguido
salieron las dos a la vez disparadas hacia el baño que usaba el servicio
dejando a su paso una banqueta y dos botes de helado vacíos tirados en el
suelo. ¡Bravo ahora de tanto comer lo que no deben habían cogido una
indigestión! Yo, naturalmente salí corriendo detrás de ella. Los votos
pronunciados hablaban de estar juntos en la salud y en la enfermedad y si mi
esposa estaba enferma aquí estaba yo para cuidarla. La amaba muy profundamente
mi dolor era su dolor y si ella se encontraba mal era para mí un placer
cuidarla. Pero Bella seguía sin estar conforme
—He dicho que no te acerques Cullen.
—La prohibición también va para ti —le dijo Chelsea a Carlos
que venía corriendo y alarmado detrás de mí mientras las dos seguían vomitando
una a cada lado de la taza y agarradas a la misma como si fuesen naufragas del
Titanic.
—Ya nos encargamos nosotras –dijeron unas beligerantes
mujeres quienes nos echaron de allí a patadas.
—Pero es mi mujer yo soy el que tengo que estar con ella no
vosotras…
—Haberte acordado de ese pequeño detalle cuando te
mensajeabas con Bianca –dijo Bella toda ofendida en un momento en que las
arcadas parecían que había cesado. Y como no había manera de hacerles entender
las cosas y menos en ese momento volvimos a la cocina en donde los demás
estaban esperando con cara de circunstancias.
—¿Qué fue eso? –preguntó Carlisle
—¿Una indigestión? –contesté yo a modo de pregunta.
—O puede que no –dijo Emmett muy convencido –mi Rose se puso
así cuando…
—Sí Sulpicia también…
—Y Renée…
¿Qué…estáis…queriendo... decir? –preguntamos Carlos y yo un
poco mosqueados pero con una cara de felicidad enorme ante la posibilidad que
se nos planteaba. Cuando empezamos el viaje de luna de miel, le dije a mi Bella
que si ella se sentía preparada yo también lo estaba para emprender juntos la
aventura de ser padres. Bella dejo de tomar el anticonceptivo desde ese mismo
instante y…no podemos negar que nosotros éramos muy…activos. Mire a Carlos
quien me devolvía la mirada con una sonrisa en los labios ya que ellos llevaban
tiempo buscando un bebé.
—Bueno, bueno, no os hagáis ilusiones todavía hasta que
ellas no confirmen. Han comido mucho helado y solo puede ser eso. En ese
momento Bella y Chelsea entraba de nuevo en la cocina con un gesto muy teatral
ayudadas por las demás que llevaban una sonrisa pintada en el rostro. Carlos y
yo nos acercamos a ellas, yo solo quería abrazarla, mimarla y besarla, aunque
mi erección opinase otra cosa, pero lo primero era lo primero, si mi Bella
necesitaba mimitos era yo quien tenía que dárselos. Pero ellas nuevamente nos
detuvieron iniciando así una nueva ronda de acusaciones infundadas. Esme y Kate
se pusieron los abrigos y salieron disparadas de casa. ¿Dónde irían otra vez?,
algo hizo click en mi cabeza, obvio ¿no?
—¡Ya está bien! –grito de nuevo Aro haciéndolas callar, cosa
en la cual por lo que veía era todo un experto, años de lidiar con dos de mis
diablos y su mujer. Sí, sería eso —¿se os ha olvidado lo que hemos estado
hablando?
—¿Y se os ha olvidado a vosotros que eso no explica los
mensajes?
—Yo creo que he dicho algo bastante acertado, ¿por qué no
nos relajamos todos un poco y pensamos con coherencia?, chicas vuestros maridos
y novios os adoran. Yo adoro a mi esposa. Bella, Esme y tú os acabáis de casar,
¿cómo podéis pensar algo malo de unos hombres que besan el suelo por donde
pisáis?
—Si…pero Bianca.
—¡Bella, por dios! –le dije visiblemente dolido por esa
falta de confianza en mí, si en vez de ser Bianca quien me manda un mensaje
hubiese sido el Capitán América el que te lo mandase a ti y yo hubiese
reaccionado así, ¿cómo te sentirías?
—Bueno…supongo que mal…dolida…pero –vale ya la tenía donde
yo quería, no del todo pero estaba llegando.
–Yo te adoro Bella, eres la mujer de mi vida, mi esposa por
y para siempre, mi compañera ideal, mi mujer perfecta —le dije arrodillándome
ante ella feliz porque me dejara acercarme—. ¿Crees por un minuto que yo
echaría a perder lo que tengo contigo por un revolcón con una chica a la que
nunca he mirado? Y aunque lo hubiese hecho alguna vez ¿lo crees de verdad?,
Bella lo que tú y yo tenemos es único y especial, dime ¿de verdad los crees?
—No, la verdad es que no –respondió convencida pero es que
llegar a casa después de darnos cuenta que nos habían engañado esas….esas…y
encontrarlas aquí desnudas…, esa zorra tocando lo que es mío y luego los
mensajes y…. te quiero tanto Edward que solo pensar en que te vas con otra me
destruye…lo siento…creo que he reaccionado mal –dijo empezando a llorar como
una magdalena y yo me levanté corriendo a abrazarla y besarla como corresponde.
Por mi parte la crisis había pasado pero…
—La misma pregunta para ti Chelsea –dijo Carlos —¿lo piensas
después de todo lo qué hemos vivido?
—Y yo pregunto lo mismo Alice.
—Y todos os preguntamos lo mismo –terminó Laurent, antes que
un concurso de "y yos"
enrareciera de nuevo el ambiente.
—Vale, vale, está bien, nos hemos extralimitado pero si a
una le sacan de la cama en donde duerme plácidamente a golpe de timbrazo para
descubrir que yo he mandado un mensaje que no he mandado y…
—El mensaje decía que tu marido se había marchado de casa y
lo tenías durmiendo contigo a tu lado ¿sí o no?
—Cierto, cierto —y las demás fueron asintiendo poco a poco y
dándonos la razón todo lo que su orgullo de mujer lo permitía…la crisis había
pasado del todo.
—Bueno pues ahora solo queda investigar el porqué de todo
esto, aunque yo lo tengo más que claro, pero hay que pillarlas. ¿Alguno sabe
donde coño viven?
—¡Nooooooooooooooooo!—, contestamos todos muy rápido no
fuera a ser que la crisis estallara de nuevo— que cosas se te ocurren Aro
–agregó Jasper ante la mirada inquisitoria de Alice, sí esa que te ponía los
pelos de punta. Las demás nos estaban mirando igual pero se relajaron ante
nuestra negación y el comentario de Jasper. En esto Kate y Esme regresaron de
donde fuera que hubiesen ido escondiendo algo en sus manos.
—¿Se puede saber que ha pasado? –Aro volvió a explicar de
nuevo toda su teoría, Esme y Kate también se dirigieron a sus parejas
dispuestas a perdonarlos.
—Creo que eso puede esperar –dijo Bella mirando a Kate que
le daba algo que no podíamos saber que era porque estaba envuelto pero yo ya
tenía una ligera idea.
—Sí tendrá que esperar –dijo Chelsea –tomando el suyo de las
manos de Esme. Carlos y yo nos miramos y ellas interceptaron nuestras miradas.
—¿Qué?– dijeron las dos muy enfadadas – ¿tenemos monos en la
cara?
—No, no…es…eso…es que…
—¿Es que, qué? –pregunto Chelsea levantando una ceja y
nosotros nos callamos, sí ya lo sé somos unos cobardes o puede que unos tíos
muy listos que saben cuándo hay que callarse con estas mujeres.
—Creo que si nadie sabe donde viven, lo mejor será ir al
club a ver si las encontramos y que nos expliquen –dijo Aro siguiendo con su
rollo como si nada lo hubiera interrumpido.
—¿Qué? ¡No!, vosotros no vais a ninguna parte. Al club vamos
a ir nosotras a cogerlas de los pelos, a limpiar con ellas el suelo, a darlas
tal manporrazo que mandaremos sus cabezas a tomar el aire… —empezó Alice –ojala
tuvieras aquí tu bate de beisbol Charlie porque te juro que le iba a dar un
buen empleo —siguió diciendo mientras Jasper intentaba calmarla al tiempo que
bateaba hacia una cabeza imaginaria.
—La idea de ir al club no está nada mal —dijo una Esme que
se ponía en su modo estratega cosa que de solo pensarlo me hizo temblar –todas
a mi habitación tenemos una noche de chicas imprevista, hay que planear muy
bien lo que vamos a hacer. Carlisle tu puedes irte a dormir con Edward o…en el
sillón si te apetece —bravo mis planes de seducción se iban por la borda,
gracias madre de verdad que te lo agradezco.
—Pero Esme amor, no podéis tener ahora una noche de chicas
casi esta amaneciendo, ¿por qué no vamos todos a dormir y mañana?
—Mañana ya es hoy –contestó Esme y si no podemos tener una
noche de chicas porque ya no es de noche tendremos un amanecer de chicas que
para cosas raras y originales nosotras nos pintamos solitas.
—¿No se os habrá ocurrido traer más helado verdad? —preguntó
Irina
—Si aquí está –contestó Esme levantando una bolsa que no
habíamos visto hasta ahora –pero que ni Chelsea ni Bella lo prueben…por si
acaso.
—Eso –dijeron todas a la vez levantándose y dirigiéndose a
la habitación de mis padres donde trasladaron la reunión mientras nosotros nos
quedamos de nuevo plantados en la cocina con cara de idiotas.
—Bueno –dijo Aro —a no ser que también queráis tener un
amanecer de chicos, yo por mi parte me voy a casa tengo un asunto que arreglar
con mi hermano.
—Yo me voy contigo –dijo mi padre y los demás convinimos en
ir todos juntos a encarar al marido de ese trío de brujas pero Aro, la voz de
la razón en ese momento, nos disuadió.
—Chicos, chicos, chicos, ¿queréis despertar de nuevo la ira
de los dioses? ¿Qué creéis que pensaran si salen de la habitación y no os
encuentran aquí?, que poco conocéis a vuestras mujeres, cuando ellas han dicho
que iban a tener una…bueno, lo que sea de chicas, querían decir también que os
quedarais aquí quietecitos y sin protestar.
—¿Tú crees?, la verdad es que cada vez se está haciendo más
difícil entender a estas mujeres –dijo Jasper contrariado.
—Sí Jasper sí lo creo, tú conoces bien a Alice, piensa hijo
piensa. Hacerme caso son años y años de lidiar con mis dos hijas y mi mujer.
—Estoy de acuerdo –dijo Charlie –yo también soy un experto
en eso…
—Yo me encargo de Cayo y os cuento –dijo Aro saliendo por la
puerta y dejándonos allí plantados sin saber qué hacer.
—Bueno, propongo que cada uno busque una habitación, sillón
o…lo que sea y echemos una cabezadita, algo me dice que habrá una nueva
revolución dentro de nada –dijo Carlisle pero nada más que terminó de hablar un
adormilado abuelo apareció de repente en la estancia mirándonos a todos como si
fuéramos alienígenas.
¿Qué sucede?, ¿qué hacéis todos aquí?, ¿es que no tenéis
casa? –y de nuevo pasamos a relatar toda la historia, lo cierto es que era muy
extraño que con el escándalo que teníamos formado no se hubiera despertado al
igual que ahora mi nueva sobrina. Pero el misterio se solucionó de pronto
cuando al sentarse para tomar el café se sacó de los oídos uno tapones para los
mismos.
—Es que los recién casados siempre hacen mucho ruido –dijo a
modo de excusa. Y sí, ruido puede decirse que habíamos hecho pero no del que yo
quisiera —y en cuanto a lo otro me parece que conozco a alguien que tiene los
días contados en la familia Vulturi ¿cómo es posible que se hayan atrevido a
hacer semejante cosa?
Como era de esperar a la mañana siguiente, demasiado
temprano para nuestro gusto, unas muy hiperactivas mujeres empezaron a enredar
por toda la casa. Las palabras tenemos
que ir de compras, luego al spa y vestirnos para matar hizo eco en nuestros
horrorizados oídos ya que cuando los diablos decían eso es que algo terrible se
estaba cociendo en el ambiente.
—Emmett cuida de la niña y que te ayude Edward así va
cogiendo practica –dijo una muy autoritaria Rose y mi cuñado y yo no pudimos
más que asentir con la cabeza mientras las mirábamos embobados y con la boca
abierta.
—A ti tampoco te vendría mal adquirir experiencia –le dijo
Chelsea a Carlos quien asintió con la misma expresión estúpida que teníamos
nosotros dos. Todas salieron por la puerta dejando tras de sí esa estela de
tranquilidad que sobreviene después de un huracán de grandes dimensiones.
—¿Alguien puede decirme como coño soluciona uno el problema
que nos ocupa en un spa, de compras y vistiéndose para matar? –dijo un muy
confundido Emmett.
—Son nuestras mujeres cuñado con ellas cualquier cosa es
posible –le contesté encogiéndome de hombros.
—Lo cierto es que tenían que haber nacido con un libro de
instrucciones bajo el brazo –comentó Charlie todo circunspecto pero… a Renée ya
me la dieron así y no se me ocurrió pedir el de Bella –y de nuevo se hizo el
silencio.
Nuestras mujeres no volvieron en todo el día ¿dónde
estaban?, ni idea, las llamábamos a los móviles y ni siquiera se dignaban
cogerlo. A mí ya me estaba entrando pánico de que hubieran averiguado la
dirección de alguna de las…. señoritas y tuviéramos que salir del país a toda prisa
huyendo para que no nos cogiera la policía, ya veía nuestra cara en un montón
de carteles de Se busca repartidos por toda la calle advirtiendo al transeúnte
que íbamos armados y éramos peligrosos. A eso de las cinco de la tarde llamaron
con las órdenes pertinentes para la noche.
—Tenéis una hora para arreglaros, esta noche vamos al club
de Garrett pero ni se os ocurra poneros algo especial o…excesivamente sexy.
Nosotras llegaremos ahí sobre las seis espero que nos estéis esperando. Y
colgaron el teléfono dejándonos de nuevo con la palabra en la boca. Los chicos
se fueron a sus casas para vestirse mientras Carlisle, Charlie, Emmett y yo
hacíamos lo mismo.
—¿Un Club?, ¿Qué diablos pinto yo en un club? –rezongaba
Charlie mientras subíamos las escaleras.
—¿Y donde se supone que dejo a Rossie?, cuando le he
preguntado a mi Rose me ha dicho Ummmm, ¿cómo se supone que debo interpretar el
Ummm?
—Ese Ummm no tiene más que una explicación y es que te
busques la vida llamando a una canguro –le aclaro Charlie, perro viejo en este
tipo de interpretaciones. Nota mental, solicitarle un curso acelerado.
—¿Dónde encuentro yo una de esas?
—No te preocupes Emmett se lo diré a alguna de las chicas
del servicio, ellas cuidaran de la niña por un poco mas de dinero.
Y con todas estas diatribas nos fuimos a vestir. No había
pasado aun la hora cuando los demás comenzaron a venir uno detrás de otro. Aro
nos informó de que estuvo hablando con Cayo y que su hermano estaba muy
disgustado por la actitud de las tres…brujas pirujas sobre todo por la de su
mujer. Disgustado era decir poco porque por lo visto habían saltado las chispas
y algún que otro adorno de cristal cuando Aro le contó que su cónyuge se había
desnudado delante de nosotros.
—Si las vierais como lloraban y desmentían delante de su
marido y mis padres lo que yo contaba, son patéticas en serio, mi madre hasta
les ha dado una torta, muy merecida por cierto, no entiendo que pudo ver mi
hermano en una mujer así, mira que se lo dije veces. Menos mal que poco a poco
se le está cayendo la venda de los ojos y no ha creído nada de lo que ellas han
dicho. Athenodora está cruzando un límite muy peligroso, mi hermano no se anda
con medias tintas y mi padre está muy cabreado, me da la impresión de que esta
mujer va a estar fuera de la familia en un decir Jesús amen y además con una
pensión mínima.
—Pues es lo menos que se merece, ¿cómo se puede ser tan
perra?, ¿qué pretendían con ese numerito?
—Incordiar Edward, incordiar, desestabilizar y que
discutiéramos entre nosotros, divide y vencerás ¿recuerdas? No solo tienen algo
contra ti, ya es general porque nos hemos puesto de vuestra parte humillándolas
siempre que hemos podido. Saben que al final no conseguirán separarnos pero no
por eso van a dejar de intentarlo.
—Pues casi, casi lo logran –dijo Garrett. No nos dio tiempo
a especular mas porque la puerta de la entrada se abrió y lo que entró por ella
mandó nuestras libidos a paseo mientras los bóxers y los pantalones se hacían
más estrechos cada vez y las indomables erecciones pedían a gritos respirar. Si
a esto se referían con ir vestidas para matar, desde luego muertos ya estábamos
o lo íbamos a estar muy pronto.
—¿No pretenderás salir así a la calle? –pregunto Aro
haciéndose eco del sentir general.
—No, para nada, de hecho ya vengo de ella, aunque ahora
volveré a salir…contigo. Vamos no os quedéis ahí parados que os entran moscas.
Prisa, que hay prisa —y esa expresión me recordó a cierto personaje de cierta
saga épica cuyas películas me hacían ver una y otra vez, solo las faltaba el
anillo de poder. Un momento, ¿qué diablos va a faltarles?, ese ya lo llevaban
impreso y tatuado en la piel y en la mirada porque todos, sin excepción de
ninguno, empezamos a andar hacia la puerta de la calle.
Llegamos al club repartidos en varios coches y, como siempre
Garrett nos coló llevándonos a la zona VIP.
—¿Las veis? –preguntó Kate.
—Sí allí están –respondió Jasper señalando a las tres zorras
culpables de la situación de mi erección que estaba en modo quejica.
—Bien adelantaros, que crean que estáis solos.
—Pero chicas nosotros no…
—Edward Cullen cuando decimos adelantaros es que os
adelantéis, forma parte del plan ¿ok?
—De un plan que no nos habéis explicado –dijo Carlos muy
ofendido.
—¿Para qué?, no es necesario, no necesitáis saber tanto como
nosotras –dijo Alice muy resuelta.
—Pero… –empecé a decir muy enfadado aunque no pude terminar
mi argumento ya que alguien me detuvo.
—Edward amor, que bueno que has venido, ¿no recibiste ayer
mi mensaje corazón?– ¿qué coño le pasaba a esta tía?
—El corazón te lo voy arrancar yo a ti de cuajo y se lo voy
a dar de comer a los buitres como te descuides zorra oxigenada de mierda
–chilló Bella dándole un bofetón en la mejilla tan fuerte que la sentó de culo
en el suelo.
—¿Se puede saber qué coño te pasa pu…?
—Shhhhh, cuidado con lo que dices de mi esposa Bianca que
aquí se cree el ladrón que todos son de su condición –dije en defensa de una
esposa que no necesitaba defensa ninguna.
—¿Esa es tu mujer? –pregunto sorprendida aun con el culo
puesto en el suelo.
—Sí así es –contestó mi Bella sin darme tiempo a abrir el
pico –yo soy su esposa, su mujer y su compañera. Aquí el corazón solo es mío y
de nadie más ¿te ha quedado claro? Y si alguna otra vez osas tan solo ponerle
un dedo encima te las vas a ver conmigo y no digo nada de esa costumbre
adquirida de mandar mensajes que no debes. Los mensajes se los mandas a tu
puñetero padre ¿me oyes?, ¿me has escuchado bien? Y ahora te vas a venir
conmigo a la calle y me vas a explicar quién te ha dado el numero de móvil de
MI MARIDO y quien eres tú para mandarle nada –finalizó tomándola del brazo y
arrastrándola a la puerta ya que no le dio tiempo a levantarse del todo del
suelo. El guardia de seguridad intervino en ese momento para defender a Bianca
pero la mirada de Bella y el gesto de Garrett se lo impidieron. Yo por mi parte
iba detrás de ella intentando evitar el desastre inminente y tras de mi iban
los demás haciendo lo mismo puesto que los diablos, Renée, Chelsea y Rose
llevaban a las otras dos a rastras hacia la calle de igual modo. Leah iba
forcejeando con Irina quien la llevaba atrapada en una llave de karate difícil
de definir. Y Alice…bueno Alice se notaba que le tenía a María unas ganas
enormes ya que la obligaba a avanzar a empujones y trompicones e iba tropezando
a cada paso que daba.
—¿Y ahora nos vais a decir que significa esto? –dijo Alice
tirando a María contra la pared con el móvil de Jasper en la mano al tiempo que
me fije en que todas tenían nuestros aparatos en las suyas, ¿cuándo coño los habían
cogido?, ¿es que ahora le iban a hacer la competencia a los carteristas?
—Nosotras… –empezó María rascándose la cabeza en la zona
donde se había llevado el coscorrón al chocarse contra la pared.
—¿Vosotras…? –dijo una muy impaciente Irina.
—Alguien de vuestra familia, tu madre creo –dijo mirándome—,
vino diciéndonos que tu…Edward te habías casado con una fulana que solo buscaba
tu dinero, que estabas siendo embaucado y manipulado por ella, que te estaba
tendiendo una trampa para arruinarte y…nos pagó para que os mandáramos los
mensajes.
—Aunque yo lo hubiera hecho gratis sabes de sobra que me tu
me gustas y…si lo que decían es verdad…—dijo Bianca jugándose el pellejo y la
propia vida.
—¿Y si todo iba contra Bella porque los demás? –preguntó
Irina en plan abogado con el móvil en la mano al tiempo que yo detenía la mano
de Bella que iba de nuevo hacia la cara de Bianca quien se encogió presta a
recibir el golpe que logré interceptar. A ver era la persona que la había
contactado quien la había llamado fulana no María o Bianca, pero esta se había
extralimitado al confesar que yo le gustaba pero…en fin hay que ser justos.
—No lo sé, sinceramente no lo sé, solo nos pagaron para que
lo hiciéramos no sabemos nada más.
—¿Quién os pagó?
—Fue un hombre, dijo que venía de parte de Elizabeth Cullen.
Por lo visto ella tiene una deuda pendiente contigo Esme. Y...con todos también
ya que…parece ser que está en la cárcel por vuestra culpa –dijo María quien
parecía ser la que tenía más información.
—¿Cómo conseguisteis nuestros números de móvil y lograsteis
una mujer para cada uno? –preguntó Laurent.
—Fue fácil, el hombre nos los dio, no hay más mujeres solo
nosotras tres, firmamos con nuestros nombres en los de Jasper, Laurent y Edward
para hacerlo más creíble, como ha dicho Bianca antes, todos sabéis que nosotras
bueno…nosotras.
—Estáis a la caza de nuestros maridos –dijo Alice pegando
una nueva torta a María cuya cabeza rebotó de nuevo contra la pared, Jasper no
sabía qué hacer para calmarla.
—¡Bueno ya está bien, hasta aquí hemos llegado!— dijo una
Kate muy histérica haciendo pegar a Garrett un brinco del susto –no sé quien
coño os habrá contactado pero lo averiguaremos, os juro que lo averiguaremos y
si nos enteramos de que estáis mintiendo ya podéis dar vuestros ovarios por
perdidos. Estos de aquí son nuestros hombres y nadie, repito, nadie los manda
mensajes ni los toca, ya os hemos aguantado bastante ¿es que no te das cuenta
Bianca de que Edward sale corriendo cada vez que te ve?, ¿tan tonta eres?, ¿o
quizás tan zorra?, en cualquier caso tomaros en serio la amenaza si no queréis
acabar en el Lago Michigan metidas dentro de una bolsa de plástico y llenas de
cuerdas—. Nosotros estábamos mudos de la impresión ¿desde cuándo estas dulces
chicas se habían convertido en unas mafiosas de los pies a la cabeza?, si Lucky
Lucciano levantara la cabeza las reclutaba en el acto. Garrett sujetaba a Kate
en ese momento ya que la cabeza de María peligraba de nuevo. Leah también
estaba siendo aporreada por Rose, Irina y Esme mientras sus maridos y novio
intentaban contenerlas y Bella… mi dulce y preciosa Bella parecía un vampiro
neófito sediento de una sangre en concreto. Y si no fuera porque yo la tenía
fuertemente agarrada de la cintura la yugular de Bianca se habría ido a paseo.
Mi erección estaba ya delirando, dichosa Bella si en modo dulce era deseable
hasta lo inimaginable en modo enfurecido era…la perversión en persona.
—Chicas –dijo una muy prepotente Sulpicia cuando Kate acabó
de rematar su discurso –no me he vestido así para estar perdiendo el tiempo con
tres zorras estúpidas vamos a divertirnos.
—Eso –dijo mi suegra –que aquí el Jefe Swan no sabe salir a
ningún lado que no sea la comisaria y el sillón de casa para ver el beisbol.
—Os seguimos –dijeron las demás y sin terciar más palabra se
soltaron de nuestro agarre.
—Soy la esposa del dueño, ¿me vas a dejar pasar o qué? –le
dijo Kate al pobre guarda de la puerta que estaba presenciando la escena que
tenía lugar ante sus ojos con los…en la garganta.
—Te voy a decir una cosa Bianca y esto va para todas –dije
antes de entrar en el local junto a mi mujer –esa chica que acaba de entrar por
esa puerta es mi esposa y la mujer de mi vida. Ayer la humillaste con tu
mensajito. Si tan solo una vez más te atreves a hacer eso, algo parecido o
similar ten por seguro que, olvidándome de que soy un caballero, te destrozo
con mis propias manos ¿te ha quedado claro?
—Edward yo…
—Ni Edward ni nada, no me atraes ni siquiera un poco Bianca,
nunca lo hiciste apártate de mi camino y déjame en paz.
—Lo mismo para vosotras dos –dijo Jasper –un solo problema
más que me busques con Alice y te juro que es lo último que haces.
Y sin decir nada más porque no tenía caso nos adentramos en
el local. Las chicas estaban sentadas en una mesa de la zona VIP con unas
bebidas en la mano. Cuando nos acercamos a ellas pude observar que mientras las
demás estaban tomando cócteles, Bella y Chelsea, estaban tomando un refresco
pero no me dio tiempo a preguntar.
—¿Por qué tardabais tanto?, ¿qué diablos les teníais que
decir a esas zorras?
—Nada importante solo estábamos aclarando un par de puntos.
¿Y qué puntos eran esos?
—Solo les decíamos que nos dejasen en paz amor.
—Mas os vale, bueno a otra cosa –dijo Irina a voz en grito
pues la música del local estaba bastante alta –Zorra dos dijo…
—¿Zorra dos? –preguntó Emmett, mi cuñado como siempre no
sabiendo como callar a tiempo.
—Bianca es zorra uno, María zorra dos y Leah zorra tres
–contestó Esme con impaciencia.
—Ahhhh –contestamos todos a la vez. No venía mal esa
información ya que parece ser que íbamos a hablar en clave.
—Pues como decía antes de la interrupción –dijo Irina
mirando mal a Emmett –zorra dos dice que las contactó un hombre en nombre de
Elizabeth Cullen, ¿qué te han dicho cuando has llamado?
—Ahhh ¿es… que… tenía que llamar? –contestó Laurent
apartándose un poco y preparándose para la furia que estaba por emerger.
—No sé si eres tonto por naturaleza o porque te entrenas
para serlo, es obvio que después de lo que ha pasado llamaras a la cárcel a ver
si esas dos habían recibido visitas –contestó mi prima cogiendo el móvil y
levantándose de la mesa.
—Pues yo no lo veo tan obvio amor, se supone que pensábamos
que las habían engatusado Athenodora y sus hijas ¿cómo iba yo a saber? además
también podías haber llamado tu ¿o no?
—Pues no pienses tanto que se te agotan las neuronas, sí,
oiga, me llamo Irina Vulturi… —y ya no pudimos oír que más decía porque se
alejó de allí hacia los servicios para oír mejor.
Mientras volvía seguimos hablando un poco mas especulando
sobre la posibilidad de que Elizabeth o Tanya hubieran podido contactar con
alguien fuera de la cárcel y en esos estábamos cuando, en un microsegundo que
la música dejo de sonar para cambiar a otra canción, se oyó una sonora bofetada
y un grito de angustia señal de que alguien había recibido un fuerte golpe
en…salva sean las partes.
—¿Pero quién te has creído que eres maldito idiota para
manosearme con tus asquerosas manos y hacerme esa proposición?, soy una mujer
decente con novio formal ¿te enteras?, si quieres una puta estoy segura de que
por aquí hay muchas pero yo no soy una de ellas –escuchamos gritar a Irina
mientras se oía un nuevo aullido del hombre producto de un nuevo porrazo
seguramente propinado con los poderosos tacones que llevaba. Laurent se levantó
de inmediato con el objeto de proteger el honor de una mujer que no necesitaba
protección alguna pero nuestro orgullo masculino no nos permitía dejarlo
simplemente pasar, no era la primera vez que ocurría esto, a este paso mis primas
y mi madre iban a ser mundialmente conocidas por sus…tacones clavados en…según
sea que parte.
—Es que con esa ropa tan ínfima que lleváis puesta –empezó a
decir el bocazas de siempre.
—¿Pasa algo con nuestras ropas Emmett Swan? –preguntó una
muy ofendida Rosalie. Ves a cualquier mujer de por aquí con ese atuendo y se te
van los ojos detrás con la baba resbalándose por tu boca y ¿yo no puedo
vestirme así?
—Es que a mí no me hace gracia que los demás…
—Los demás ¿qué? hermanito, de modo que hay quien sí puede y
quien no –los demás no hacíamos más que hacerle gestos a mi cuñado para que
callara ya que no se él pero los demás habíamos descubierto el porqué de su
vestuario para matar…demostrarnos con hechos que ellas eran tan apetecibles
como lo podían ser Bianca, Leah o María. Simplemente querían mostrarnos lo que
teníamos en casa. Como si no lo supiéramos ya ¿de verdad eran tan idiotas de
compararse con esas mujerzuelas?
—Bueno pues si le tenemos que dar un puñetazo a alguien no
os molestéis porque…
—Vosotros no tenéis que dar ningún puñetazo a nadie –dijo
Alice muy seria –nuestras guerras las luchamos nosotras.
—Sí Alice sí, ya lo sabemos y…lo acabamos de comprobar –dijo
Jasper intentando apaciguar de nuevo a las fieras.
—Bueno, cambiando de tema –dijo Irina sentándose de nuevo en
la mesa –según consta en los archivos Carmen ayer recibió una visita de una
mujer que por la descripción puede muy bien ser Athenodora. No me han querido
decir más argumentando la hora que es pero…mañana tendremos que hacer una
visita a esos tres seres abominables.
—Iremos todas –dijo Esme muy segura.
–No sé si nos dejarán entrar esta vez. La última vez lo
hicieron. Bueno ya pensaremos en una excusa.
—¿La ultima vez?— preguntaron a la vez Aro y Carlisle
—¿cuándo habéis ido a verlas y porqué?
—Chicas esta música me llama ¿venís a bailar? –dijo de
pronto Chelsea cambiando de tema muy oportunamente y dejándonos a todos
anonadados. O sea hacia solo unos escasos minutos estaban todas enfurecidas
jugando a capos de la mafia ¿y ahora se creían Maddona?, pero una cosa si es
cierta la forma de terminar una conversación no deseada era su especialidad.
—¿Vais a mover el culo para sacarnos a bailar o tenemos que
salir de caza? Os abierto que hoy hay mucho ganado –dijo Alice mirando a Jasper
que se levantó de su asiento cuadrándose ante ella, los demás hicimos lo mismo.
Lo último que me hacía falta era bailar con Bella y que su hermoso trasero se
rozase contra mi sufrida erección que a estas alturas estaba en coma profundo.
Y tal y como había predicho, su maravilloso y seductor culo se frotaba contra
mi miembro en un ensordecedor y sensual baile que duró hasta altas horas de la
noche. Pero yo no me quedaba atrás, mi cuerpo se pegaba al de ella mientras me
movía al ritmo de la música que sonaba, frotándome contra su espalda y trasero
de tal modo que en más de una ocasión me pareció que un gemido rompía la
armonía ambiental. La verdad es que bailando encajábamos los dos con la misma
perfección que haciendo el amor, no en vano dicen que el baile es algo así como
amarse en público. Nuestros movimientos se hacían cada vez más sugestivos, la
música nos llamaba embriagándonos y nos invitaba a caer en el más perverso de
los placeres. Mis movimientos y los suyos se sincronizaban a la perfección mientras
yo la tenia cogida de la cintura por detrás pegándome a su cuerpo todo lo que
podía. La verdad es que lo estaba pasando muy bien, por primera vez desde que
Garrett abrió el club estaba disfrutando de la música y del baile pues en otras
ocasiones era alguno de mis diablos los que bailaban conmigo sino lo hacíamos
todos en grupo y claro…no era lo mismo.
Cuando por fin conseguimos llegar a casa tome su cuerpo en
volandas llevándola al dormitorio.
—¿De verdad has llegado a pensar por un solo instante que yo
te engañaría con esa zorra? –le pregunté posicionándome detrás de ella mientras
pasaba mis labios desde el lóbulo de su oreja hasta su mandíbula rozando, solo
rozando, las comisuras de sus labios y dejándola con ganas de más. Ahora era el
nene el que iba a jugar.
—Bueno…esto…yo… —decía mientras jadeaba y se convertía en
pura y simple mantequilla ante mi simple roce.
—¿Cuántas veces tendré que repetirte lo mucho que te amo, lo
importante que eres para mí?, ¿cómo puedes creer que me iba a ir con otra
estropeando una relación que he buscado por años? –le dije rozando con las
puntas de los dedos sus pechos por encima de la blusa que aun tenia puesta
–eres mi vida Bella, toda mi vida, mi razón de ser, mi excusa para vivir, por
ti me levanto todos los días, por ti respiro, sin ti no sería nada, no era nada
antes de conocerte, solo un solitario caminando sin rumbo por la vida,
buscándote, anhelándote.
—Edward yo…perdóname mi amor, yo también te adoro y eres
todo, todo para mí por eso es que me puse así yo…—me decía mientras siseaba de
placer ya que mis uñas ahora estaban arañando su clítoris por encima de las
bragas ya que tenía una mano metida por debajo de ese proyecto de falda que
llevaba puesto.
—No tienes porque vestirte así comparándote con una zorra
sin escrúpulos para que yo sepa el valor de lo que tengo en casa. Lo sé de
sobra, lo valoro, lo aprecio.
—Me alegro de eso –dijo de nuevo poniéndose en plan
beligerante –si ellas pueden yo también porque…—pero no pudo decir el porqué ya
que la callé con un fuerte y demandante beso.
—¿Tienes una idea, tan solo una pequeña idea de cómo me has
puesto con este modelito pecaminoso que llevas? –le dije bajando la cremallera
de su falda y dejándola expuesta ante mí de cintura para abajo –ni Bianca, ni
ninguna otra mujer podría ponerme así nunca aunque estuviera desnuda y tu lo
harías hasta vestida de monja –mi boca se hallaba posicionada justo en su oído
mientras le hablaba en pequeños y seductores susurros, al tiempo que metía la
mano por entre sus bragas penetrándola con mis dedos— ¿sabes lo mucho que me ha
excitado ver como defendías lo que es tuyo en la puerta de ese local?, ¿no?,
pues ahora lo vas a saber –añadí sacándole con la otra mano la minúscula
camiseta que llevaba atacando sus pezones sin piedad por encima de su
sujetador.
—Edward…
—¿Qué?, ¿qué quieres mi amor? –pero no pudo contestarme ya
que la cogí en volandas y la tiré encima de la cama donde nos amamos con furia
y dulzura a la vez, con deseo, con pasión, dando rienda suelta a nuestro amor.
Mis manos recorrieron su cuerpo, mis labios lo adoraron y cuando la penetré lo
hice con tal ímpetu que nos fundimos el uno con el otro como si fuera la última
vez que pudiéramos hacerlo, como si mañana se acabase el mundo.
—No me vuelvas a hacer pasar por esto mi amor –le dije
acariciando su pecho desnudo una vez que nos hubimos recuperado de nuestro
tercer orgasmo –no sabes lo mal que lo he pasado. Si yo te digo que eres la
mujer de mi vida y que no hay nadie más que tú, créelo por favor. Después de
todo lo que nos han hecho y lo que hemos pasado ¿no crees que merecía un voto
de confianza?
—Perdona Edward no sé que me ha pasado, bueno que nos ha
pasado a todas. Pero en mi caso llegar a casa y ver a esas…zorras de pacotilla
desnudas en la cocina y a…Heidi tocando tus partes…
—La estaba apartando en ese momento amor, ¿cómo puedes
pensar siquiera que me iba a dejar tocar así?, si sintiera algo por ella jamás
te había pedido que te casaras conmigo ¿no lo ves? , unos segundos más tarde y
no habrías visto nada mi amor –le dije comprendiendo su punto
—Pero el caso es que lo he visto y algo se ha revuelto
dentro de mí, no he podido evitarlo, normalmente soy muy pacifica pero… —dijo
frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. Vaya día que llevaba pasaba de la
risa al llanto, de la dulzura a la furia y yo tenía una pequeña idea de la
razón
—¿Las hormonas quizás? –le dije sonriéndole de manera
cómplice.
—¿Qué hormonas? –me contestó ceñuda, no me irás a salir
ahora con la típica frase de que estoy pre menstruando o algo así ¿no?, porque
de ser ese el caso que puntería hubiéramos tenido todas para menstruar a la
vez. ¿Por qué siempre los hombres salís con el mismo y eterno rollo
cavernícola?, pues que sepas que… —dijo intentando levantarse de la cama pero
no se lo permití.
—No, no, amor, no es eso lo que quería decir –le dije
poniéndome encima de ella y besándola de nuevo para apaciguar al monstruo que
de nuevo estaba surgiendo –me refería a que…en fin ninguna de las demás se
fueron corriendo a vomitar al baño, solo Chelsea y tu, luego Kate dándote algo
que salió a comprar de urgencia junto con Esme…bueno…yo…me preguntaba si tal
vez…
—Ah ¿te refieres a eso? –dijo tranquilizándose un poco y
pasando sus piernas por mi erección.
—¿A que si no mi vida?, sabes que me harías el hombre más
feliz del mundo.
—Lo cierto es que no me he realizado antes la prueba porque
quería hacerlo contigo, ¿quieres que sea ahora?
—Sí por favor –dije levantándome de la cama y llevándola en
brazos hasta el cuarto de baño. Bella abrió el mueble que tenía asignado para
ella y sacó la prueba que había guardado allí la noche anterior antes de ir al
amanecer de chicas. Seguimos las instrucciones al pie de la letra. Los cinco
minutos siguientes fueron eternos y nos entretuvimos hablando y haciendo planes
de futuro. Lo primero era comprar una casa pues Rose y Emmett querrían su
intimidad y nosotros también. Lo malo de todo es que hablar de lo que sea con
la mujer que amas desnuda a tu lado con el culo puesto en la tapa del inodoro y
las piernas subidas en la encimera del lavabo era…pecaminosamente insoportable.
Supongo que a ella le sucedía lo mismo ya que me encontraba apoyado sobre la
susodicha encimera tal y como Dios me trajo al mundo y sus ojos se desviaban
constantemente hacia mi compi siempre alerta y dispuesto para la acción. Por
fin pasaron los cinco minutos, había llegado el momento de confirmar las
sospechas…
Una raya negativo y dos positivo o al revés, ¿qué dicen las
instrucciones?
—Esto…no se… ¿donde las hemos echado?
—Edward Cullen de verdad que eres un caso no pierdes la
cabeza porque la llevas sujeta sobre los hombros –dijo levantándose de la taza
del inodoro y poniéndose a cuatro patas para mirar por debajo del mueble
regalándome una increíble vista de su trasero. Mi erección hizo un salto mortal
mientras yo me abalanzaba hacia ella penetrándola en esa postura en que se
encontraba intentando por encima de todo ser suave y cariñoso ya que no
sabíamos el resultado y no quería arriesgarme a nada, pero es que me ponía en
tal estado de excitación que a veces no respondía de mi mismo. Bella no se
quejó, muy por el contrario me recibió con un grito de placer y por unos largos
y extensos minutos nos olvidamos de hormonas y pruebas.
—Tu busca por allí y yo por aquí y deja de mirarme el culo
que a este paso no sabremos nunca el resultado –dijo mi Bella en plan sargento
una vez nos hubimos recuperado de un orgasmo bestial.
—Pues tú deja de mirar también para abajo –le contesté
arrogante ya que cada vez que me volvía sus ojos se iban inmediatamente a esa
zona de mi cuerpo que nunca conseguía estar flácida con esa mujer delante, ni
siquiera después de haber disfrutado de cuatro sesiones de amor intenso.
—Aquí está –dijo levantándose con un vaivén de tetas que
¡hay por Dios! esta mujer me mata después de drenarme por completo.
—Vamos a ver aquí dice que una rayita es no y dos sí, a ver
el palito –dijo cogiéndolo de donde lo había dejado –lo observó durante unos
segundos para después mirarme con una expresión indescifrable.
—¿Bella? –le pregunté mientras cogía el palito que me
tendía.