DISCLAIMER: Ninguno de los personajes
que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.
Capitulo 25: Solo por un segundo
Pov Edward
El silencio era absoluto, la tensión del ambiente se podía
cortar con un cuchillo, solo se escuchaban las fuertes pisadas pertenecientes a
un número indeterminado de personas que se acercaban a la puerta de entrada.
—Agente Ibáñez vaya a abrir y ya sabe lo que tiene que hacer
–le dijo el Capitán de la policía a la agente que se había llevado a Jacob con
ella. Lo cierto era que los secuestradores tenían un punto maquiavélico al
llamar a la puerta de ese modo. Lizzie, que así se llamaba la policía que iba a
hacer de cebo, se dirigió hacia ella vestida con ropa de calle y una peluca
simulando el pelo de mi Bella. Si no fuera porque yo distinguiría a la mujer de
mi vida donde fuera y como fuera, podría jurar que esa chica que iba a abrir la
puerta y a enfrentarse a los mafiosos era mi esposa.
—Disculpe –se oyó que decía una voz con un acento extranjero
demasiado familiar para nosotros –nos han avisado de una avería del gas en uno
de los chalets cercanos a este y dado el potencial peligro de explosión nos
gustaría que, por favor, nos dejase entrar a mi compañero y a mí para revisar
la instalación –añadió enseñándole una especie de tarjeta que supuse era una
identificación falsa.
—Claro no hay problema pasen ustedes –contestó Lizzie del
modo más inocente posible.
—¡Qué gran actriz! –se oyó decir a Jacob por el pinganillo
del agente que tenía al lado. El susodicho agente le mando callar.
—¿Hay alguien más en la casa? –le preguntó a Lizzie otra voz
con un acento parecido a la anterior.
—No, solo estamos yo y…mi hijo que duerme arriba en la
habitación –contestó Lizzie otra vez con el mismo tono de inocencia, como si
dar ese tipo de información a un extraño fuera de lo más normal en un país en
donde las estafas y los secuestros de este tipo, sobre todo en los chalets,
estaban a la orden del día.
—Pues en ese caso… ¡vía libre chicos el marido no está!
–dijo la primera voz al tiempo que, con una enorme rapidez, se metían en la
casa un número indeterminado de personas que hasta el momento había permanecido
escondidas.
—Tranquilita y sin chillar –dijo el hombre que había hablado
al principio y que parecía ser el cabecilla, apuntando con la pistola la cabeza
de Lizzie al tiempo que la aprisionaba por detrás para que no pudiera moverse
mientras se adentraba del todo en la casa seguido de los demás.
—¿Qué pasa?, ¿qué es lo que quieren?, el dinero está en la
caja fuerte, llévenselo todo incluso las joyas, voy a buscarlas, pero por
favor, mi hijo es muy pequeño y… –rogaba la policía en una interpretación
perfecta de una mujer confundida y aterrada mientras hacía un vano intento por
zafarse de la prisión de los brazos del mafioso.
—Mala suerte querida pero me temo que ese niño y su mamá no
verán el siguiente día. No venimos a por dinero, aunque ya puestos…estamos aquí
para cumplir un encargo, hay personas a las que molestas mucho preciosa y
quieren verte fuera de circulación –le dijo pasando sus asquerosas manos por el
cuerpo de la agente que se dejaba hacer como si en verdad fuera una mujer
indefensa. Por el pinganillo escuchaba como el Capitán decía que esperase un
poco más, pues ya casi tenían la información que precisaban para detenerlos
—¿qué les habrás hecho a las zorras esas de la cárcel de Chicago? –siguió
diciendo el hombre que la tenia amenazada—, una mujer que parece tan frágil e
inocente –añadió mientras seguía manoseándola —pero antes de matarte me parece
que nos vamos a divertir ¿no es así chicos?, un poco de entretenimiento
mientras esperamos a tu marido no nos vendrá mal, al fin y al cabo no sabemos
cuánto tardará y el encargo lo dice muy claro: él tiene que ver como morís,
tiene que ser testigo de vuestra muerte y después tenemos que dejarlo con vida
para que viva con eso lo que reste de existencia. Mientras venía hacia aquí,
iba planeando que si no estaba en casa, le llamaras por teléfono para acabar
con esto cuanto antes pero…¿sabes que estás muy buena?, no podemos
desaprovechar la oportunidad de pasar un buen rato –añadió de nuevo ante el
rugido de asentimiento de los demás. Y a mí la bilis se me revolvió solo de
pensar que si Jacob no nos hubiera avisado ahora sería mi Bella la que estaría
siendo manoseada por ese cerdo y a punto de ser…no quería ni pensar en la
palabra…los ojos se me llenaban de lagrimas solo de sentir lo que mi Bella
podría haber sentido.
—Ya les tenemos –escuché que decía uno de los policías por
el pinganillo, vamos a por ellos, agente ya sabe qué hacer.
—Pues me parece que no va ser posible, lamento estropearles
la diversión –le contesto Lizzie al secuestrador que la tenía supuestamente
inmovilizada propinándole un buen rodillazo en la entrepierna al tiempo que con
una llave magistral se hacía con el malhechor tirándolo al suelo boca abajo y
poniéndole las esposas. Los demás a la señal que nos hizo el Capitán, empezamos
a disparar sin dejarnos ver. Los otros reaccionaron en seguida y también
comenzaron a abrir fuego. Los guardaespaldas que aguardaban la señal fuera de
la casa salieron de sus escondites iniciándose así un muy peligroso fuego
cruzado en el cual los secuestradores tenían las de perder pues los disparaban
desde dos frentes distintos.
Los siguientes minutos, segundos, horas, fueron
angustiantes, el enemigo no cedía, nosotros tampoco, uno de los policías estaba
malherido tumbado en el suelo, Lizzie al intentar salir del fuego cruzado
llevándose a su prisionero consigo también había sido herida pero lo que más
temía es que Bella y Rose al escuchar el escándalo abrieran la puerta que las
protegía exponiéndose a las balas. Rogaba a Dios que se quedaran donde estaban
ya tenía bastante con haber escuchado lo que había escuchado, esta vez Carmen y
Elizabeth no se librarían de un buen castigo y si podía le iba a decir a los
abogados que pidieran la pena máxima. Lo siento, era mi tía, hermana de mi
madre, pero por lo que escuchaba quería matar a mi Bella y a mi hijo delante de
mi ¿se podía ser más cruel?
—Tranquilo Edward –me dijo Sam como siempre leyéndome el
pensamiento –Quil y Embry están haciendo guardia en la puerta. Conociendo a
esas dos mujeres toda precaución es poca.
—Gracias –le dije sinceramente agradecido por toda su ayuda.
Ya sé que era su trabajo y le pagábamos por ello pero aun así…era un buen
amigo.
El sonido de las sirenas de la policía mezclados con el de
las ambulancias me sacaron de esos horribles pensamientos en donde veía a mi
Bella rota y ensangrentada muerta en el suelo con mi hijo en sus brazos. Por lo
visto el Capitán había pedido refuerzos y estos no tardaron en llegar
haciéndose cargo de la situación. A pesar de que los superábamos en número, los
secuestradores parecían tener un entrenamiento militar que les permitía
presentarnos cara sin ningún problema. En el reportaje que Bella había hecho
sobre las mafias de la Europa del Este se decía que todos ellos eran soldados
de los ejércitos que habían sido derrotados en las cruentas guerras que habían
asolado esa zona hacia unos cuantos años. Numerosos testigos le habían relatado
a Bella como en algunas ocasiones les habían visto hacer el saludo militar en
presencia de algún oficial de alto mando.
Gracias a los refuerzos que tanto Sam como la policía habían
pedido, en cuestión de minutos los secuestradores estaban reducidos y todo
volvía a la normalidad. Eché un vistazo al vestíbulo de entrada a la casa cuyas
paredes estaban llenas de agujeros de las balas y uno de los bonitos cuadros
que las chicas nos había comprado como regalo de bodas estaba seriamente dañado
al igual que una enorme fotografía nuestra en las Pirámides. Pero no era nada
que no pudiera arreglarse con una buena mano de pintura, una nueva copia y un
buen restaurador. Sin prestar más atención al lado material del asunto que para
mi carecía de toda importancia así se hubiese destruido la casa entera, me
lancé escaleras abajo en busca de mi esposa, mi hijo, mi cuñada y mi sobrina.
—No me vuelvas a hacer esto otra vez Edward Cullen –decía mi
Bella quien nada más abrir esa puerta se había lanzado a mis brazos –no vuelvas
a pretender que yo me quede en segundo plano mientras tu vida corre peligro de
esa forma, yo tenía que haber estado ahí contigo, me oyes –chillaba toda
histérica dándome puñetazos en el hombro antes de caer llorando en mis brazos.
—Mi amor…una vez más lo siento, pero no podía permitirlo. Mi
disculpa es por haberte hecho pasar este infierno pero si la situación se
repite te pondría a salvo de nuevo ¿es que no ves que sois mi vida?, no puedo
consentir que os pase nada yo…Bella venían a por ti y a por el niño, querían
mataros delante de mí después de…me callé pues me era imposible pronunciar esa
palabra, pero Rose me entendió al instante.
—¿Y es que tu no ves que eres la mía también?– proseguía sin
embargo mi terca esposa dándome de nuevo puñetazos en el pecho—, si te hubiera
pasado algo yo…yo… ¿qué…que dices?, ¿querían matar a mi bebé delante de ti…y a
mí también después de…? —preguntó incrédula una vez que hubo asimilado la
crudeza de la situación, pero la voz del Capitán que entraba en ese momento en
la estancia me impidió saber lo que iba a decir. Rose y mi sobrina se unieron
al abrazo.
—Ya está todo en orden señor Cullen, los llevamos a
Comisaria para interrogarlos. Hemos grabado todo lo que han dicho, aun así es
necesaria una declaración por su parte para reafirmar la acusación. Necesitamos
saber más de esas dos personas que desde la cárcel han urdido todo esto. Así
que en cuanto puedan les rogaría que…
—Se llaman Carmen Denali y Elizabeth Vulturi, están presas
en la cárcel estatal de Chicago acusadas de un montón de cosas, entre otras
otro intento de secuestro a mi esposa y un tiroteo que iba encaminado a
matarnos a todos.
—Algo así tenía entendido por lo visto ese secuestro tuvo
lugar aquí en Madrid, uno de mis compañeros llevó el caso, ya me he puesto en
contacto con él y se va a volver a hacer cargo del asunto, aun así sino les
importa.
—Vamos en seguida –dijo mi Bella recuperándose del shock que
le produjo saber que iban a matar a nuestro bebé porque al final de todo eso
era lo que más le había impactado.
—Jacob ¿me permites un momento?– le dije al que desde ahora
ya consideraba un amigo –necesito decirte algo. Verás yo…nosotros –añadí
mirando a mi Bella que, sin saber que gracias a él estábamos aquí, asistía en
silencio a lo que fuera que iba a decir. Recuerdo vagamente haberle dicho algo
por teléfono pero no estoy seguro y por su cara daba muestras de no saber nada
–nosotros queremos agradecerte lo que has hecho, sino fuera por ti no
estaríamos aquí. Considérame un amigo a partir de ahora porque nunca tendré
tiempo suficiente en esta vida para compensarte por todo.
—No tengo nada contra vosotros Edward…bueno…tu me
despediste…pero en cierto modo lo entiendo aunque…mi único delito fue
enamorarme de Bella –me contestó con una sinceridad y firmeza en la mirada que
desgarraban.
—¿Se puede saber de qué habláis? –preguntó mi Bella y
rápidamente les conté tanto a ella como a Rose que había sido gracias a él por
lo que nos habíamos salvado. Bella al enterarse se abalanzó hacia él y le dio
un enorme abrazo al igual que hizo Rose. Yo estaba decidido a recompensarle,
recuperaría su estatus en mi empresa así tuviera que corregir yo personalmente
todos sus errores…si…al menos se dejara aconsejar en eso…pensé para mis
adentros.
—No si al final tenías que terminar abrazándome –dijo Jacob
en un claro intento de aliviar la tensión.
—No sueñes Black, no sueñes contestó mi Bella siguiéndole el
juego.
A pesar de que ya lo peor había pasado la policía, que no se
fiaba de que fuera hubiera todavía algún peligro para nosotros, nos llevó
escoltados en una de las patrullas. Yo llevaba en mis brazos a mi Bella que a
su vez llevaba a nuestro hijo contraviniendo, ante la mirada comprensiva de la
policía, un montón de normas de tráfico. No quería separarme de ellos ni un
milímetro y mi Bella era de la misma opinión. Ambos nos mirábamos diciéndonos
todo con la mente, solo de pensar que solo un segundo, un solo efímero y
miserable segundo, hubiera bastado para perder todo lo que teníamos…se me ponía
la carne de gallina. Rose iba a nuestro lado con su hija también en brazos y
apoyada en mi hombro muy callada y silenciosa yo le pase un brazo por detrás de
los hombros en un claro gesto de consuelo.
—No puedo dejar de pensar en Emmett –dijo mas para sí que
para los demás –solo de pensar que hubiera tenido que llamarle
para…decirle…que…
—Rose, tranquila –le dijo mi Bella que iba sentada encarada
hacia ella –ya no ha pasado nada, todo está bien.
—Gracias a Jacob Black –musite yo en un susurro.
—Sí, al final vamos a tener que ascenderle al grado de
Capitán América —dijo mi Bella añadiendo una nota de humor en el ambiente.
Llegamos a la comisaría donde en la puerta de entrada nos
estaba esperando el mismo detective que se había hecho cargo del caso la
primera vez.
—Parece ser que las señoras tienen muchos recursos a pesar
de estar incomunicadas –nos dijo dándonos un fuerte apretón de manos en un
claro gesto de solidaridad –he pasado el expediente a los compañeros de Chicago
que se encargaron de Tanya Denali y Elizabeth Vulturi una vez que fueron
extraditadas así como de los demás detenidos allí. Pasen por aquí por favor, no
les entretendré mucho.
—Gracias detective –dijo mi Bella mientras los tres nos
encaminábamos hacia donde nos señalaba el policía.
—Bueno pues eso es todo –nos dijo el agente una vez le
contamos lo que sabíamos al igual que Jacob que estaba con nosotros. Parece ser
que alguien le había contactado para decirle que estuviese atento pues habían
ordenado la muerte de Bella y nuestro hijo encargándoselo a la mafia que
imperaba en España. Por lo visto, quien había informado a Jacob estaba de
acuerdo en separarnos pero no quería que nadie muriese y lo había llamado para
advertirle pensando en obtener su ayuda. Ahora todo era cuestión de saber la
verdadera identidad de esa persona que de momento respondía como "la
vampiresa" pero estaba claro que ese no era su nombre. Además para mas
intriga esa llamada se había hecho desde un lugar indefinido de Chicago y era
un hombre quien la realizó en nombre de quien quiera que fuese esa tal
"Vampiresa".
—Señor –dijo el Capitán de la policía que había intervenido
en casa –no creo que debamos relajarnos, puede haber otros que intenten lo
mismo.
—Cierto es, ya había pensado en ello. Queda usted encargado
de la vigilancia de la casa de los Cullen reforzando la labor de sus
guardaespaldas y…señora Swan le aconsejo que hasta que todo esto no se aclare o
vuelva su marido se quede con sus cuñados.
—No se preocupe oficial no tengo intención de pasar la noche
sola a pesar de que sé que me están vigilando fuera.
—Esto…agente ¿cómo está la oficial que se encargó hacer de
señuelo?— preguntó de pronto Jacob dejándonos a todos anonadados –y…el otro
agente también por…supuesto –añadió en un intento de arreglar…lo que fuese que
tuviera que arreglar. He de decir en su favor que yo también me preguntaba lo
mismo.
—La agente Elisa Ibáñez está bien, solo fue un rasguño
aunque no puedo decir lo mismo de Mario Gutiérrez que ha tenido que ser
intervenido de urgencias aunque no se teme por su vida.
—Por favor transmítale mis respetos al…al agente Ibáñez y…
—Y ténganos informados de la evolución del señor Gutiérrez
–añadí yo para ayudarlo pues ya me sospechaba por donde iba la cosa. A ver no
era muy difícil, Lizzie era muy parecida a Bella, casi igual solo que tenía el
pelo más corto y encima había abatido a ese hombre de un rodillazo en la
entrepierna, muy al estilo de Bella, como si fuera mantequilla en sus brazos,
sumemos dos y dos…y nos sale…solo añadir que Bella sino hubiera sido periodista
quizás….madera tenía para eso que se lo cuenten sino a esos dos que la
secuestraron junto con Kate.
Escoltados de nuevo por la policía que se apostó en nuestra
casa haciendo equipo con la gente de Sam, llegamos de nuevo a nuestro hogar.
Entre los cuatro recogimos todo el yeso desprendido de las paredes y los
cristales que había esparcidos por el suelo provenientes de los dos cuadros.
Unos "hermosos", nótese el sarcasmo, jarrones de porcelana que
adornaban la mesa de entrada, regalo de Renée, también habían caído. Rose y
Bella se miraron de forma cómplice pues a ninguna de ellas les gustaban y Rose
tenía otros dos iguales en su recibidor.
Llamé a Chicago para ver que tal iba todo por allí, ya lo
habíamos hecho antes de salir hacia comisaria, pero era mi familia y necesitaba
saber de nuevo como estaban sobre todo mi madre con su embarazo. Rose también
volvió a llamar de nuevo a Emmett quien, sin atender a razones y loco de
terror, quiso salir corriendo en el primer avión que encontrase. Mis dos
abuelos y Charlie le convencieron de que era inútil, jamás llegaría a tiempo y
en Chicago en ese momento hacia mas falta. Bella también hablaba con una muy
histérica Renée que quería a toda costa venir a Madrid como fuera para darnos
un abrazo a los cuatro
—No te preocupes hijo –me dijo mi padre por teléfono –ya te
digo que por aquí no ha pasado nada, nadie vino a atentar contra nosotros, me
temo que han ido directamente a por Bella y Eddie –noté como su voz temblaba
cuando me dijo esto último.
—También han intentando matar a Chelsea padre.
—Lógico, es gracias a ella que todos están en la cárcel, no
podían dejarla en paz.
También habíamos hablado con Chelsea y Carlos que habían
sido víctimas de un intento de secuestro y asesinato al igual que nosotros. He
de decir que la policía mallorquina actuó con inusitada rapidez al igual que la
madrileña y gracias a ellos, al aviso de Jacob y a nuestros guardaespaldas
estábamos todos vivos.
—Pero ¿de verdad estáis todos bien?– insistí de nuevo –¿y
mamá?
—Tu madre está muy bien Edward, la doctora ha venido a
examinarlas y nos ha asegurado que está todo correcto –no se me pasó por alto
el empleo del plural…
—¿Examinarlas?
—Esto…bueno…verás…Edward, me llaman tengo que colgar –y
dicho esto me colgó el teléfono sin darme opción a replica dejándome con la
palabra en la boca y mirando el teléfono como un idiota esperando que quizás él
me desvelase el misterio.
—Rose, Bella, ¿vosotras sabéis si pasa algo con Kate?
—No, nada concreto… ¿por qué? –se me había olvidado el
detalle de que tanto mi cuñada como mi mujer desconocían el hecho de que mi
prima había sido encerrada a la fuerza junto con Esme en prevención de lo que
pudiera pasar.
—No, por nada –les contesté pensando que lo que fuera ya nos
los dirían –Jacob –añadí dirigiéndome al que a partir de ahora consideraba de
la familia y que había vuelto con nosotros a la casa –tenemos una habitación de
invitados libre, aun no está decorada pero tenemos una cama inflable, quédate,
la verdad es que te debo mucho y no me hace gracia que te vayas solo, es obvio
que saben que los has delatado e irán a por ti.
—Gracias te lo agradezco.
—Rose la niña puede dormir en la cama que habíamos comprado
para cuando Eddie fuera mayor o bien podéis hacerlo las dos juntas en la
habitación de Renée y Charlie –también habíamos habilitado un cuarto para los
padres de Bella al igual que lo habíamos hecho con mis padres. Mis suegros ya
disponían de su propia habitación en la casa de Emmett pero yo no quise que se
sintieran discriminados en la mía. Renée, por supuesto, la había decorado
digamos que…a su estilo.
—Si no te importa Bella, prefiero dormir en la habitación de
tus padres con Rossie no me quiero separar de ella –dijo mi cuñada con un
evidente deje de temor en la voz.
—Te entiendo, yo iba a pedirle a Edward que traslade la cuna
de mi niño a la nuestra, tampoco quiero estar separada de él hasta que esto no
se aclare –dijo apretando mas contra su cuerpo a nuestro hijo a quien sostenía
en sus brazos y yo no pude estar más de acuerdo porque tampoco quería dejar
dormir a Eddie solo en su cuarto.
Y así fue como Jacob me ayudó a trasladar la cuna. Gracias a
su ayuda fue más fácil pues no hizo falta desmontarla.
El redactor jefe de la sección de sucesos del periódico me
llamó para confirmar la "extraña" noticia que estaba empezando a
filtrarse en los medios. Yo le conté todo de primera mano, si íbamos a ser
noticia de primera pagina quería que mi periódico fuese el primero en informar,
llamémosle…deformación profesional. Una vez hecho esto, cenamos algo, sacamos
también cena para los de fuera junto con dos termos llenos de café caliente.
Con la seguridad de que los agentes de policía estaban fuera
junto a todo el equipo de guardaespaldas nos fuimos a dormir. Pero por
precaución yo eché el cerrojo a la puerta y aconsejé a los demás que hicieran
lo mismo. Rose nos pidió que tuviéramos el móvil a mano por…si acaso… así se
sentiría más segura.
Dejamos a Eddie en su cuna. Después de su toma se había
dormido ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor. Mi Bella se puso el pijama y
antes de meterse en la cama fue al cuarto de baño muy deprisa. Al principio yo
pensé que tenía prisa por razones obvias pero pronto escuché el inconfundible
sonido de las arcadas. Me levanté todo lo más rápido que pude y la encontré
agarrada a la taza del inodoro echando fuera todo lo que había cenado. Todavía
estábamos en época de cuarentena por lo que un nuevo embarazo era imposible,
así que tenían que ser los nervios concentrados y la angustia.
—Perdona amor…es que…es que…solo de pensar que querían matar
a mi niño yo…se me revuelve el estómago, creo que tardaré mucho en asimilarlo.
Es lo peor que le puede pasar a una madre yo…
—Lo entiendo cielo –le conteste acariciando su pelo y
mejillas y sabiendo que también era lo peor que le podía pasar a un padre. Lo
cierto es que ningún padre debería ver morir a sus hijos y menos de forma tan
cruel. Mis sospechas de que su vomito era causado por los nervios y la tensión
se habían confirmado, el problema era la secuela psicológica que nos pudiera quedar.
A mí también se me removían las entrañas solo de pensar que un solo segundo,
solo un miserable segundo, hubiera bastado para que destruyeran nuestras vidas.
Para que me arrebataran de la forma más cruel e injusta a las dos personas que
más amaba en este mundo. Yo tenía muy claro mi destino si eso hubiera pasado,
no habría podido sobrevivir sin ellos.
—Si Eddie no hubiera estado en peligro de morir, no hubiera
permitido que esos hombres me tocaran –me dijo de repente mirando a la nada –no
al menos estando viva-. Les habría cogido como hubiera podido el arma y me
habría pegado un tiro. Nadie más que tú me toca así yo…yo…hubiera preferido
morir a permitirlo, pero no hubiera podido hacerlo por Eddie, no mientras él
siguiera con vida pues mi deber es protegerle aún a costa mía y sí…si hubiera
tenido que elegir entre él y yo…tengo muy claro lo que hubiera hecho… –al
escuchar esa desgarradora declaración no pude más que sentir todavía mas amor
por esa mujer que era todo para mí.
—Lo siento amor…lamento mucho no…estar de acuerdo contigo
pero yo…no hubiera podido resistir eso. Entiendo exactamente como te hubieras
podido llegar a sentir, cualquier hombre sensible y con tres dedos de frente lo
entendería pero…no puedo evitar ser un maldito egoísta porque soy capaz de
soportar cualquier cosa que la vida me eche menos...tu muerte…no habría podido
seguir sin ti mi amor…te habría ayudado Bella, habríamos salido adelante como
buenamente hubiéramos podido pero no puedo admitir la idea de que hubieras
muerto…mi mente no…lo asimila como tampoco asimila que hubiera podido hacerlo
Eddie.
—Lo siento cielo, siento ser una egoísta yo también pero es
que…si hay algo peor que la muerte para una mujer es…eso. Y además si Eddie
hubiera…y yo siguiera viva yo…tampoco hay nada peor para una madre, por lo
menos nada que se me ocurra.
—Te entiendo mi amor, no sabes cómo te entiendo –le dije
tomándola en mis brazos y dejándola que se desahogase en mi pecho mientras en
mi mente se abría paso con desgarradora crueldad la certeza de que de todos
modos, si los secuestradores hubieran conseguido llevar a cabo su cruel misión…
mi Bella y mi hijo…hubieran muerto –lo hubiéramos tenido que superar entre los
dos, hubiera sido muy difícil vida mía pero no nos hubiera quedado otra. Nos
habríamos apoyado el uno en el otro y compartido nuestra pena pero…no ha pasado
nada amor, estamos aquí…tranquilízate ¿vale? –Bella me estaba empezando a
preocupar pues no hilaba una frase coherente, todo eran pensamientos que
expresaba en palabras tal y como la venían sin hilar y estaba pensando
seriamente en darle un tranquilizante.
—Es que le he llevado nueve meses dentro de mí, es mi niño,
una parte de ti y de mí, un compendio de los dos, fruto de nuestro amor, los
dos lo estábamos esperándolo con ilusión y solo pensar que en un segundo…
—Ya…ya…cálmate vida mía no ha pasado nada, Eddie está en su
cuna dormido, protegido, a salvo y seguro…cálmate –le decía mientras le
acariciaba el pelo y la espalda dejando que se desahogase pues le venía muy
bien.
—No sabes cuánto te amo –me dijo entre hipidos y sollozos.
—Pero sí sé cuanto lo hago yo –le contesté dándole besos en
el pelo —ven vamos a dormir amor –le dije cogiéndola al estilo novia después de
dejar que se enjuagara la boca. Con ella en mis brazos fui hasta la cama y la
deposite suavemente en ella, me recosté a su lado dándole un tierno y profundo
beso de buenas noches. Siempre nos dábamos un beso así antes de dormir pero
este era especial, en él iba implícita la angustia que sentía de pensar lo que
había estado a punto de perder –duerme cielo ya todo pasó le dije acunándola en
mis brazos al tiempo que le cantaba una suave melodía, esa que era solo
nuestra, de los dos.
A eso de las tres de la mañana, Bella se levantó para ir al
servicio de nuevo. A pesar de que era costumbre en ella, desde que se había
quedado embarazada, hacerlo varias veces en la noche, me quedé esperando por si
escuchaba alguna señal de que estaba vomitando de nuevo. Pero no fue así, al
rato y después de controlar que Eddie estuviese bien, volvió a meterse conmigo
en la cama buscando, como siempre hacía, el calor de mi cuerpo para abrazarme y
acurrucarse en mi pecho. Yo le abrí mis brazos con gusto y la atraje hacia mí.
—¿Sabes?– le dije haciéndole saber que estaba despierto —una
de las cosas que adoro de ti es que cuando te levantas por la noche al
servicio, al volver a la cama buscas de nuevo mi cuerpo para acurrucarte junto
a mí.
—Y yo adoro que tu dormido o despierto abras tus brazos para
cobijarme.
—Créeme Bella de un modo o de otro sé que no estás en la
cama, en cuanto te levantas te extraño y mi mente se despierta de algún modo
hasta que vuelves de nuevo a mis brazos –le contesté dándole de nuevo un beso
que pronto se volvió más serio, más feroz, era la manera que tenía mi cuerpo y
mi mente de hacerme ver que Bella estaba conmigo, que nada les había pasado ni
a ella ni a mi bebé. A pesar de saber que no debíamos ir más allá de unos besos
y unas caricias debido a la cuarentena, no podía evitar deslizar mi boca por
todo su cuerpo haciéndola saber lo adorable, deseable y, sobre todo, necesaria
que era para mí y eso es lo que hice, la acaricié con mis labios, lengua y
boca, la bese, le provoqué un orgasmo lamiéndole su hinchado clítoris, degusté
sus fluidos ansioso de que la época de sequía terminase y pudiese de nuevo
hundirme en ella. Bella me devolvió las caricias una por una, con lentitud, sin
prisas, chupando y lamiendo todo mi cuerpo, disfrutando de él y yo me dejaba
hacer, era algo que necesitábamos después de lo que habíamos pasado. Acarició
mi glande con su lengua haciendo lentos y tortuosos círculos hasta que se metió
toda mi longitud en su boca lo más hondo que pudo. Yo la acerque más a mí al
tiempo que me movía al ritmo de su lengua y dientes suplicando por más hasta
que el orgasmo me visitó de una manera feroz descargando en su boca todo mi
semen. Ella tragó hasta la última gota limpiando después con su lengua mi
miembro, demostrándome así una vez más cuanto me amaba. Estuvimos un buen rato
más besándonos y acariciándonos, degustando en nuestras bocas los fluidos de
ambos mezclados con nuestras salivas hasta que Eddie nos despertó reclamando su
alimento.
Al día siguiente nos levantamos de los primeros. Bella
después de ducharse conmigo bajó a la cocina a preparar los desayunos. Yo aproveché
para llamar a la compañía que nos había hecho la reforma para pedirle que
vinieran cuanto antes a pintar y reparar los desperfectos que teníamos. El jefe
de la empresa nos dijo que iría al mediodía y no se iría de allí hasta dejarlo
todo correcto. Le advertí que sería objeto de un exhaustivo registro por parte
de Sam y su equipo así como de los policías que custodiaban nuestra casa, él no
puso ninguna pega y lo acepto sin rechistar sabedor de lo que había pasado,
pues tal y como había sospechado, éramos noticia de primera plana en todos los
telediarios y periódicos de la mañana. Bella sacó un suculento desayuno a todos
los que velaban en la puerta de casa por nuestra seguridad, cosa que todos
agradecieron pues el café caliente así como los dos termos de la noche les vino
muy bien. A pesar de que estábamos en mayo no en vano esto era la sierra
madrileña y las noches seguían siendo frías.
El teléfono estuvo echando chispas toda la mañana sobre todo
provenientes de nuestras compañeros los cuales, naturalmente, se había enterado
de todo al verlo publicado en su propio periódico y llamaban muy preocupados a
preguntar por nosotros la más afectada fue Ángela pues había desarrollado una
amistad especial con mi esposa. Yo redacté un comunicado explicando lo sucedido
y diciendo que todos estábamos bien para que lo publicaran. Pasamos el día
encerrados en casa sin atrevernos a salir para nada entreteniéndonos con video
juegos o viendo películas. Bella no soltaba a su hijo bajo ninguna concepto y
yo andaba detrás de ella todo el rato. Rose no estaba en mejor situación. Jacob
resultó ser un excelente compañero de juego y Rossie se lo pasó genial con él y
eso contribuyó a relajar el ambiente.
A eso de las dos del mediodía el detective Morales,
encargado del caso se presentó en nuestra casa con una historia de esas para no
dormir.
Por lo visto los nuevos abogados de Carmen y Elizabeth eran
a su vez los letrados favoritos de toda la mafia de Chicago que a su vez
contactó con la que disfrutábamos aquí provenientes de la Europa del este para
hacer el "encargo". Bien, eso ya lo esperábamos, pero lo más insólito
de todo es que fue Tanya quien había llamado a Jacob. Por lo visto se enteró de
los planes de Carmen y mi tía en uno de los paseos que las tres solas hacían
por el patio de la cárcel. Ella desconocía que habían contactado con Jacob para
que les ayudase con su plan, solo conservaba en la memoria su número de móvil
de la vez en que ellas mismas habían intentado reclutarle. Pidió llamar por
teléfono esgrimiendo su derecho a ponerse en contacto con su abogado. Y fue el
abogado en persona quien lo había llamado. Al principio sentí admiración por
ella, algo que nunca había sentido en todo el tiempo que la conocía, pero bastó
un segundo, solo un segundo para que esa admiración se tornara en lastima, de
verdad que esta mujer estaba loca.
—Por lo visto fue una forma más de llamar su atención, señor
Cullen, estaba convencida de que tras saber que, gracias a su intervención,
Bella y el bebé se habían salvado, usted se daría cuenta de lo muy enamorado
que estaba de ella y volvería a su lado.
—Mi Eddie me ama
mucho, solo que esa mujer lo tiene cegado, pero verá usted como se da cuenta de
lo mucho que me quiere después de esto que voy a hacer por esa zorra –le
dijo al agente que la interrogó. Y solo eso bastó para que su condena siguiera
como siempre, estaba claro su grado de locura y que era un peligro para
nosotros. Hoy nos había salvado pero mañana podría intentar matarnos. Era una
mujer inestable y su propio abogado pidió un psiquiatra para que la atendiera.
Por otro lado la cabeza de Bella, por decirlo de algún modo,
tenía un precio en dólares muy elevado que Carmen y Elizabeth habían puesto por
lo que aun no estábamos seguros. Marco, que a pesar de las amenazas aun no
había cambiado el testamento desheredándola pues no en vano era su hija, había
instado a Laurent para que redactara un nuevo documento haciendo saber al mundo
que Elizabeth Vulturi estaba sin un duro. Otra cosa distinta era Carmen que,
heredera de toda la fortuna de su familia mas lo que tenía de su propio marido,
aun contaba con dinero suficiente para hacerlo. Pero una orden judicial
solicitada por Irina y Laurent al juzgado intentaba que ni Carmen ni nadie de
su familia, en aras del bien público, dispusieran de ese dinero. Además se iban
a poner en contacto con Eleazar para que, a cambio de algún tipo de trato, le
negara el acceso a su cuenta. Era una apuesta muy arriesgada y con poca base
legal pero algo teníamos que hacer.
Y con todo aclarado Emmett decidió volver de nuevo junto a
su familia a la que tenía ganas de abrazar y besar. Con él vinieron mis
suegros, abuelos, tíos, padres…y el resto de los diablos. Todos juntos otra
vez, ¡qué alegría!
El encuentro entre Alice y Bella fue muy emocionante pues
ambas al verse se abrazaron de tal modo que todos los demás presentes
sobrábamos. No en vano se conocían desde hacía mucho tiempo, habían pasado
juntas los mejores años de su vida en la universidad protagonizando ambas
muchas anécdotas y aventuras algunas más divertidas que otras. Recuerdo que
Alice solía contármelas en aquella época en la que mi mente inconsciente
prestaba atención pero mi parte terca seguía buscando a esa supuesta mujer
perfecta. Luego Bella me había relatado también muchas cosas. Rose en un momento
determinado se soltó del férreo abrazo al que la sometía su marido y se unió a
Bella y a Alice ya que mi cuñada también tenía toda una historia junto a ellas.
Alice sentía un cariño especial por las dos, quería a sus primas, a su madre, a
mí. Los dos habíamos pasado juntos también por mucho viviendo con una supuesta
madre que nunca nos quiso, pero por Bella sentía algo especial…algo
inexplicable…la consideraba esa hermana que siempre quiso tener. Y con Rose le
pasaba lo mismo.
—No me puedo creer que he estado a punto de perderte hermana
–le dijo con lagrimas en los ojos –y a mi sobrino…
—Me hubiera matado Alice, sabes que lo hubiera hecho si esos
hombres hubieran…si mi niño...
—Lo sé —contesto mi hermana ante la mirada cristalina de
todos los que la estábamos observando sobre todo de los hombres pues
entendíamos como se puede llegar a sentir una mujer y una madre que ha tenido
que pasar por eso. Irina y Kate se sumaron a aquel abrazo colectivo pues sabía
de sobra que ellas también sentían algo muy fuerte por mi Bella. Mi madre me
soltó, ya que me había agarrado de tal forma que parecía imposible que alguien
nos pudiera despegar, y fue a unirse a ese abrazo grupal y emotivo. Renée que
estaba con mi sobrina y mi hijo en sus brazos llenándolos de besos, también se
sumó no sin antes darme a Eddie para que lo cogiera. Poco a poco lo fuimos
haciendo toda la familia despertando la curiosidad de todo el que pasaba por
delante de nosotros en aquel aeropuerto atestado de gente porque ¡oh sorpresa!,
estábamos en el aeropuerto, como no.
Otro momento muy emotivo fue el encuentro con Chelsea quien
se lanzó a los brazos de Bella llorando como una magdalena. Era increíble
también la extraña conexión que se había creado entre estas dos mujeres cuyo
comienzo no fue el mejor.
—Menos mal que estás bien Bella, menos mal, no puedo creerme
lo que ha estado a punto de suceder. Dios Bella si te hubieran hecho algo…si
hace tan solo dos meses las dos estábamos hablando de los nombres…de los
padrinos…esperando con ilusión y de repente en un solo segundo…
—Sabes lo que yo hubiera hecho ¿verdad?
—Lo sé de sobra amiga, lo sé porque yo también hubiera hecho
lo mismo. Eddie cariño ven aquí, menos mal que estáis bien, no sabes cuánto
lamento…
—Ya...ya Chelsea –le dije intentando calmarla –todo pasó.
Espero que volváis para quedaros.
—Eso por supuesto Edward –me dijo Carlos dándome una palmada
en el hombro –ya hemos arreglado todo lo necesario.
—Estoy deseando que veáis la casa que os hemos comprado,
está muy cerca de la de Rose y Emmett así como de la nuestra –le dije mientras
veía como Bella tomaba en sus brazos a una de las gemelas, la que según Chels
era Isabella porque yo las veía a las dos iguales y a su padre le pasaba lo
mismo. En un gesto muy bonito y emotivo mi mujer cogió con el otro brazo a
nuestro hijo. Yo tome en brazos a Marie y todos nos hicimos una foto
inmortalizando ese hermoso momento.
—Seguro que la casa es perfecta, si la ha elegido Bella,
será la mejor casa de todas –dijo Chelsea hipando por las lágrimas contenidas
un momento después de hacernos la foto.
—Y más bonita será cuando entre todas terminemos de
decorarla ¿verdad cariño? –le dijeron Renée y Esme quienes sentía algo muy
intenso por esta chica que en su día arriesgó su vida para salvar la nuestra y
que de nuevo la había vuelto a arriesgar. Chelsea en ese momento termino de
perder a una madre a la que nunca tuvo, pero en el proceso había ganado dos.
Salimos todos en tropel de aquel aeropuerto a…nuestro
estilo…armando escándalo como siempre era habitual en nuestra familia. Y del
mismo modo llegamos a casa. Renée se entristeció por la pérdida de los según
ella "hermosos" floreros mientras Rose y Bella se miraban de manera
cómplice al tiempo que un Emmett desconocido sonreía por lo bajo. Y digo desconocido
porque se había mantenido muy callado todo el rato, serio, distante, yo creo
que intentando asimilar que en un segundo, solo en un segundo, hubiera podido
perder a su hermana, su sobrino, su mujer y su hija.
—Todo está muy complicado Edward –dijo Laurent quien nos
había puesto al corriente de todos los pasos que habían dado y de cómo estaban
las cosas –no se puede juzgar a una persona dos veces por el mismo delito,
Carmen y Elizabeth ya lo fueron por intento de asesinato. Eleazar se niega a
cooperar y el juez sostiene que es muy difícil que Carmen pueda disponer de su
dinero en la cárcel pues se le han quitado las tarjetas de crédito por lo que
no nos concede la orden judicial que hemos solicitado. No le entra en la cabeza
que ha podido dar un poder a sus abogados para manejarlo por ella. Por su parte
Vladimir y Stephan están rozando los límites de la legalidad, de tal manera que
aunque se sabe que son los abogados de toda la mafia de Chicago no se puede
actuar contra ellos, no han hecho nada ilegal y en caso de que lo hicieran
pronto tendrían a una legión de otros compañeros defendiéndolos. Estamos con
las manos atadas…tanto la firma, como Irina y yo no sabemos que mas hacer.
—De momento –dijo mi abuelo Marco muy serio –solicitar que
permanezcan incomunicadas y que debido a la gravedad de la situación no se les
permita entrar a los abogados ya que, aunque no se puede probar nada, están
bajo sospecha. Y en segundo lugar vallamos donde vallamos me temo que todos
debemos llevar guardaespaldas. Emmett ya sé que los que tenéis aquí en Madrid
los has contratado tu y de hecho son muy buenos pero si alguna vez, y esto va
para los cuatro, tenéis problemas para pagarlos solo me lo decís…se trata de mi
familia nada será bastante para daros ¿quedó claro?
—Lo mismo digo –añadió mi otro abuelo al que se le notaba un
cierto rastro de miedo en la voz y el rostro.
—Se trata de mi familia –les dije a los dos y con ella no se
juega…si necesito ayuda no dudéis que os la pediré.
—Bueno pues… ya que no podemos hacer otra cosa…porque no nos
relajamos y…hablamos de algo más…no sé…¿agradable? –dijo Sulpicia mirando a su
hija mayor con una sonrisa.
—Chicos —dijo Kate de pronto atrayendo la atención de todos
pero dirigiéndose a nosotros, a Chelsea y Carlos –tengo algo que deciros…—vaya
por fin íbamos a desvelar el secreto de Kate.
—Somos todo oídos Kate –dijo Esme sonriéndola de manera
cómplice. Mientras que Alice e Irina miraban de mala forma a sus parejas.
—Bueno pues…que dentro de unos nueve meses Eddie y las
gemelas van a tener un primo con quien jugar –dijo con una mirada radiante de
alegría y los cuatro a la vez nos levantamos a felicitar a la feliz pareja.
Todos celebrábamos el hecho de que a pesar de todo lo que nos estaba pasando la
vida se abría camino ella sola, sin llamar ni pedir permiso solo decidía venir
y lo hacía.
—Desde luego…que mundo más injusto –dijo de pronto una
enfurruñada Alice dejándonos con la boca abierta –perdona prima ya sabes que me
encanta saber que vas a tener un bebé peo si algunos de aquí se decidieran a…lo
que tienen que decidirse…a lo mejor…yo también… -añadió frunciendo el ceño y
cruzándose de brazos
—Eso –confirmó Irina –y todos estábamos expectantes mirando
a Jasper y Laurent. Desde luego nadie mejor que ellas para relajar el ambiente.
—Sois únicas las dos –contestó Jasper muy enfadado –un caso
único digno de estudio. Vosotras solitas os pintáis para joder una sorpresa.
—¿Joder una sorpresa?, ¿y cómo vamos a saber nosotras que
nos teníais una sorpresa?, sino lo decís…
—Mi querida Alice si te lo dijera ya no sería una sorpresa…
—También es verdad…
Y allí estábamos todos reunidos en mi salón, una familia que
a pesar de todos sus defectos permanecía unida en lo bueno y en lo malo por los
lazos más inquebrantables que nunca existieron… los del amor incondicional.
Después de todo lo que había pasado nos necesitábamos unos a otros,
necesitábamos estar juntos, apoyándonos. Puede que los diablos fueran
entrometidos y a veces exasperantes, que mis tíos fueran muy peculiares al
igual que Renée que nos volvía a todos locos con sus ocurrencias, pero éramos
una familia y nos protegíamos unos a otros.