DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.
Capitulo 4: La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en
el pasillo
Pov Bella
—No quiero que esto termine cuando
tenga que marcharme –me dijo minutos después de haber recuperado nuestra
respiración tras una nueva sesión de maravilloso y explosivo sexo—. No quiero
separarme de ti Bella Swan… no puedo, es superior a mí.
—Yo tampoco quiero hacerlo…—le
contesté ilusionada porque quisiera continuar con esta…llamémosle de momento
amistad con derecho a roce, y menudo roce, sí señor. No es que yo haya tenido
muchos novios ni soy mujer a la que le
guste el aquí te pillo aquí te mato, pero es que este hombre….
—Bella, ante todo quiero que sepas
que no soy un hombre acostumbrado a
conocer a una mujer y llevarla directamente a la cama –vaya ahora es como ese
vampiro del libro y lee la mente. Bella por si las moscas ándate con cuidado
con lo que piensas, se acabo la libertad
de expresión mental –ya te he explicado los motivos y razones que me trajeron
hasta aquí —seguí escuchando que me decía sacándome de mis pensamientos —puede
que pienses que esto ha ido demasiado deprisa y quizás tengas razón, pero no en
mi caso, porque yo tengo la impresión de que te conozco desde hace tanto tiempo
que siento que esto es lo correcto, que este es mi lugar, que tú y yo teníamos
que terminar así.
—Yo también siento lo mismo Edward,
Alice siempre me habló de tu familia, de tu tía, tus primas, de tus padres, de
Tanya…de…ti. He de reconocer que siempre ponía especial atención cuando me hablaba de ti, aunque yo
no tuve tanta suerte de que ese volcán huracanado que tienes por hermana “perdiera”
sin querer una foto tuya.
—No he
tenido demasiadas relaciones en mi vida—, seguí explicándole— la última
fue hace cuatro años. No quiere decirse que no haya salido por ahí que lo he
hecho, pero se han quedado en una serie de citas esporádicas, concertadas por
tu hermana o mi cuñada en su mayoría, que se ha quedado en una simple cena
porque la cita en cuestión no me llamaba. Lo que quiero decir es que soy una
chica normal, con una vida bastante tranquila, que no acostumbra a salir
demasiado y a la que no se le conocen casi ningún novio aunque no creas, tengo
mi propio acosador personal.
—Pero mi problema es que sí creo que las cosas entre nosotros se han
dado un poco rápido y tengo una variedad de sentimientos encontrados, me siento
confundida. Por un lado no se qué pensar
de esto –dije señalándonos a los dos con la mano —pues es la primera vez que
hago una cosa así; por otro lado, siento, al igual que tu, que estoy en el sitio correcto, pero a la vez creo que en cierto modo y para lo que yo estoy
acostumbrada, hemos ido muy deprisa. Sin embargo no quiero que pare, quiero seguir… no sé si
podrás entenderme porque ni yo misma puedo…
—Por supuesto que te entiendo. Como
ya te he dicho, yo tampoco acostumbro a conocer a una chica y a los diez
minutos estar con ella en la cama, de hecho también es la primera vez que hago
esto pero la verdad es que no me arrepiento. Me quiero quedar aquí Bella Swan, quiero
explorar esto que ha nacido, ponerle un nombre, ir poco a poco, sin prisas, ver
hasta dónde podemos llegar, conocernos,
hablar de nuestros gustos, aficiones, costumbres, descubrirnos poco a poco el
uno al otro…pero tampoco quiero que dejemos de tener estas sesiones de sexo, o
mejor yo prefiero llamarlo amor, son
adictivas Bella Swan, siento que ya nunca podre estar sin ellas. Quiero que
esto fructifique, llegar a algo contigo y para eso he decidido quedarme en
Madrid una temporada que podría llegar a convertirse en permanente si nuestra
relación funciona. De momento tengo el reportaje, que un diablo que tengo por
tía me ha inventado y que ya ha metido en el apartado de proyectos por entregar,
y después…bueno tengo varias ideas. Así que, dime ¿quieres que lo intentemos?,
¿quieres que pongamos nombre a esto?, sinceramente la palabra amigo se queda
corta para describir lo que en estos momentos siento y lo que quiero ser para
ti, pero tú tienes la última palabra.
—Mi respuesta es sí, sí quiero
intentarlo y sí, si le quiero poner nombre a esto, ¿qué sugieres?
—Novios es la palabra que quiero que
defina lo que sea que haya entre nosotros ¿estás de acuerdo?, ¿quieres ser mi
novia Bella Swan?
—Si…quiero ser tu novia –le respondí
ganándome una preciosa sonrisa y una nueva sesión de se…perdón a esta nueva
sesión sería una injusticia llamarle sexo sin más, porque fue amor, amor con
todas sus letras, no dejó una parte de
mi cuerpo sin acariciar, lamer y chupar y cuando me penetró lo hizo mirándome a
la cara con tanta ternura que solo con eso bastó para que el cielo estallará en
mil pedazos y el éxtasis me alcanzara de
una manera espectacular.
—Me parece que vamos a tener que
salir de aquí si queremos cumplir con esa parte que dice conocernos e ir poco
apoco –le dije no muy convencida porque aunque si era verdad que pensaba que
todo había ido muy deprisa, también tenía ese sentimiento de estar en el lugar
correcto y junto a un hombre que, gracias a lo que me contaba Alice, conozco de
toda la vida. La verdad es que sentía
que me podría enamorar de este hombre si es que no lo estaba ya, de momento en
la cama funcionábamos y conectábamos a las mil maravillas. Pero la cama no
bastaba para que una relación funcionase y por eso para mí era de vital
importancia que nos conociéramos, saber si éramos compatibles en nuestra vida
cotidiana, en nuestros gustos, manías, defectos y, porque no, virtudes también.
Y parece que él quería lo mismo ya que me había pedido esa oportunidad que yo
gustosa le concedí porque también necesitaba hacerlo.
—Estoy de acuerdo, hay que ver como funcionamos
fuera de la cama, como nos divertimos juntos, como charlamos, pero te digo
desde ya que va a ser fabuloso y a los días anteriores me remito. Bueno, me refiero
antes de llegar aquí a esta habitación –está claro, este hombre nos lee el pensamiento, me dijo mi
mente paranoica.
—Pues primero desayunemos y luego tenemos
que pasar por mi casa. Mi hermano y Rose
no estarán a estas horas, se habrán ido a su trabajo, pero necesito cambiarme
de ropa y de esto….cierto tipo de prenda
que tú te encargaste de romper ayer. No acostumbro a llevar esas cosas en el bolso,
aunque contigo voy a tener que ir aprendiendo. Luego te propongo pasar el día
por ahí coger mi coche y llevarte a Toledo
o a Aranjuez y para finalizar se me ocurre que podríamos quedar para cenar con Emmet
y Rose, estarán encantados de conocerte, y luego podemos ir al cine. Hay una película de miedo que Rose y yo
estamos deseando ver y no queremos ir solas. Tranquilo –le dije al ver el gesto
de preocupación que hizo al mencionarle a Emmett —mi hermano no muerde de hecho te va a sorprender, no es el típico
hermano cascarrabias y sobreprotector. Es más se me ocurre, ya que dices que te vas a
quedar un tiempo, que te vengas a casa, hay dos habitaciones disponibles una…esto…la
mía y la otra la que siempre utiliza Alice cuando viene.
—No les molestara a tu hermano y a
Rose.
—No, para nada –le dije muy
convencida. Mi hermano era una gran
persona, nada sobreprotector, siempre me
daba alas para que tuviera alguna relación estable aunque esto no quiere decir
que no se preocupase por mí, pero no era por así decirlo…agobiante. Pero había
una cosa que me inquietaba, sus bromas, ¿cómo encajaría Edward esa faceta de mi
hermano?
—Hecho pues…voy a darme una ducha ¿me
acompañas? –y no me lo tuvo que decir dos veces porque mi cuerpo se rebeló
contra mi sentido común y empezó a bailar y a dar saltos ante la expectativa de
meterse en la ducha con ese pedazo de hombre.
Y que pedazo de hombre por dios, como me lavó, como me restregó, como…en
fin… ¡que agujetas por Dios! nunca había usado tanto ni de ese modo esa parte
de mi anatomía y lo más gracioso es que solo de verle frente al espejo,
lavándose los dientes, con una toalla anudada a la cintura y chorreando agua, era suficiente razón para que mi...ejem…bueno…ya sabéis que…me
gritara suplicando por mas. Para disimular
junté las piernas lo más fuerte que pude como si tuviera una necesidad
fisiologica de esas que normalmente se tienen en los momentos más inoportunos y empecé
a abrir el armario en busca de una pasta de dientes y un cepillo de los que
suelen poner en los hoteles y dejando a mi paso, tal como era mí costumbre, las puertas abiertas. Edward en ese momento se fue del cuarto
de baño no sé si para dejarme privacidad y que pudiera hacer esa supuesta
necesidad fisiológica en una mala interpretación de mis piernas juntas o,
simplemente, porque se quería vestir. Encontré por fin el susodicho cepillo y
la susodicha pasta y me lavé muy bien lavada como mandan los cánones de la
limpieza, primero arriba, luego hacia abajo, con movimientos circulares, caray
si es más difícil cepillarse un diente adecuadamente que sacarse una
licenciatura.
Después cogí el jabón de mano para lavármelas
un poco y quitarme los restos de pasta y el jabón, cual serpiente resbaladiza,
se me cayó de las manos, me agaché a
cogerlo y al levantarme…plon… un golpe en la cabeza contra uno de los picos de
una de las dos puertas, ¡menudo chichón!,
en mi casa y en mi cocina esto no me pasa, pensé mientras me agachaba a coger
de nuevo la pastilla de jabón que por el susto se me había vuelto a caer. Pero
mi torpeza hizo acto de presencia y en vez de agacharme como es debido lo que
hice fue pisar la pastilla provocando
que me resbalara y fuera patinando con ella bajo mi pie dando extrañas vueltas hasta la bañera donde aterrice de
culo, es decir, con el culo dentro de la bañera y las piernas fuera, ¿ahora ver
cómo salía yo de ahí? Pero que cosas tienes Bella Swan, me regañe a mi misma minutos después
cuando mi pedazo de hombre, que desde hacía unos minutos se había convertido en
mi imponente novio, entro alarmado por
el ruido y al verme en semejante posición se empezó a reír a carcajada limpia
mientras me ayudaba a levantarme y me preguntaba entre risas si me había hecho
daño. Pues sí, me lo había hecho en el culo y en mi dignidad. Pero como tanto
reírse del mal ajeno pasa factura, él
con su risa y todo, piso de nuevo la
pastilla que todavía permanecía en el suelo sin que nadie se acordara de ella,
un nuevo número de patinaje y ploff, los dos dentro de la bañera en un jaleo
tal de piernas, brazos y cuerpos que era imposible de descifrar. Nos
intentábamos levantar, juro que lo intentábamos pero no podíamos. La risa no nos dejaba ponernos de pie, la
fuerza se nos iba por la boca una y otra
vez y nosotros seguíamos así, mas enredados que en el juego ese al que por
cierto nunca he jugado. Cuando por fin
conseguimos apaciguar el monstruo risueño, poco a poco, y como pudimos, salimos
de la trampa en la que estabamos.
Metimos dentro de la habitación el carrito con el desayuno que
Edward había pedido y que el servicio de
habitaciones, supongo que al ver que no contestábamos, nos había dejado en la puerta. Nos sentamos y nos pusimos a
desayunar. De vez en cuando nos mirábamos y la risa histérica y tonta empezaba
de nuevo.
—Bella a ver necesito calmarme y que
nos pongamos serios, porque yo, con esta
nueva relación que hemos iniciado necesito hablarte de mi madre y de Tanya,
quiero que sepas con pelos y señales quienes son y que son capaces de hacer y
hasta donde pueden llegar. No quiero que en el futuro haya entre nosotros
ningún tipo de malentendido por culpa de esas dos, así que por favor, promete
que intenten lo que intenten, te digan lo que te digan, hagan lo que hagan,
siempre me lo dirás. El primer paso para que esto funcione es la confianza
mutua y eso se va ganando poco a poco, así que empecemos con esta promesa, ¿me
dirás cualquier cosa que esas dos intenten contra ti, sea lo que sea?
—Edward no tengo inconveniente en
decírtelo pero tampoco quiero ponerte a mal con tu madre.
—Créeme Bella nunca podrás ponerme
más a mal de lo que ya estoy, eso se lo ha ganando a pulso ella solita, así que
¿me lo prometes?
—Si te lo prometo, hagan lo que
hagan, digan lo que digan, antes de enfadarme, precipitarme y actuar por mi cuenta vendré a hablarlo
contigo.
—Bueno es hora de que te cuente quien es Elizabeth Cullen
Vulturi. Ella es la tercera de cuatro hermanos, Cayo, Aro, Elizabeth y Esme. Esme es la menor y se lleva seis años
con su hermana mayor y con mi padre, pero aun así nunca, nunca, entenderé
porque mi padre se casó con mi madre en vez de con ella, eso es un misterio que
se llevaran los dos a la tumba. Ninguno quiere hablar de ello, ninguno explica,
solo se miran anhelantes el uno al otro y nos dejan a los demás en estado de shock.
Los diablos tres y cuatro o sea mis primas
Irina y Kate son hijas de Aro, el segundo de los hermanos y de Sulpicia, su
esposa, una gran mujer y un gran hombre,
espero que puedas llegar a conocerlos. Ellos tampoco entienden el porqué de ese
matrimonio entre mis padres, pero… yo creo que el único que tiene la solución
son mis abuelos maternos Marco y Didyme, que son igual de fríos y calculadores que su hija mayor. Y mucho me sospecho que
tiene que ver con un matrimonio de conveniencia, conveniencia para mi abuelo
por supuesto, que se realizo en para
fusionar los dos periódicos de mayor tirada de Chicago. Y mucho me sigo
sospechando que Vulturis’ Daily en ese momento no tenía muchos medios económicos
y en fin…supongo que corría prisa un matrimonio. No sé si a mi padre se le dio
a elegir o no entre las dos hermanas, pero Elizabeth es cruel, implacable
cuando quiere algo y supongo que lo que buscaba en ese momento era el prestigio
social de ser una Cullen ya que somos una familia de las más importantes de
Chicago. El caso es que al final venció
y lo peor de todo es que ni siquiera lo amaba, me lo confesó el otro día, ni tampoco creo que
llegara a sentir nunca cariño por nosotros, ha ido siempre de fiesta en fiesta,
de reunión en reunión, destacando. A ella no le importamos ninguno de los tres,
casi considero mas madre mía al diablo numero dos que a mi propia madre a pesar
de que solo me llevo dieciséis años con ella. Porque esto es algo que debes
aprender de Elizabeth, es fría y calculadora, cruel, hipócrita, como su padre, está acostumbrada a conseguir
siempre lo que quiere. Cuando quiere algo va a por ello y no la importa quien
caiga ni a quien perjudica, no tiene en cuenta sentimientos de nadie y en este
caso su objetivo soy yo y mi famoso matrimonio con una mujer a la que aborrezco,
así que recuerda tu promesa por favor. Digan lo que te digan, veas lo que veas, siempre será mentira o una trampa, YO
NO ESTOY ENAMORADO DE TANYA.
—Sí lo tendré presente pero no te
sigo, ¿llamas a tus primas, tía y hermana como diablos y las tienes enumeradas?
—Las llamo el cuarteto diabólico –me
dijo soltando la carcajada –es un apelativo cariñoso, las quiero mucho Bella
ellas son mi autentica familia al igual que los padres de mis primas. A pesar
de ser nuestra tía, Esme se lleva muy
pocos años con nosotros, tiene una diferencia de edad tan pequeña con mis primas, conmigo y con mi hermana que permite una conexión total con nosotros,
sobre todo con ellas con las que se
lleva a las mil maravillas y está totalmente integrada en el grupo compartiendo
y protagonizando todas sus locuras. Con
mi prima Kate solo se lleva seis años. Así que tenemos cuatro diablos, el
número 1 es Alice –vaya porque será que no me extraña –el dos mi tía Esme, el
tres Irina y el cuatro Kate. Cuando veas a las cuatro juntas en acción sabrás
porque los motes.
—Si las otras tres son como el diablo
jefe, me hago una ligera idea –le dije
con cierto tono sarcástico que el pilló y celebro con una carcajada.
-Luego están sus parejas. Laurent es
la pareja de Irina y se van a casar dentro de poco. Kate está casada con
Garrett y ya conoces a Jasper o El Hombre Tranquilo como yo le llamo.
— ¿Y tus tíos Aro y Cayo?
—Mi tío Aro está tan loco como mi tía
Esme, es su hermana más pequeña y
siempre fue su debilidad. Es un hombre muy bromista siempre gastando bromas a
todo mundo, yo le llamo El Sombrerero Loco. Su esposa Sulpicia ya te digo que
es una gran mujer, dulce, cariñosa, e igualmente tan loca como sus hijas. Mi
tío Cayo, o “el hombre de las dos caras”, tampoco es mala persona aunque a veces me
despista, pero no puedo decir lo mismo
de sus hijas, Renata y Heidi, y su esposa Athenodora, ya que son un calco de mi madre y totalmente pro Tanya. A Renata yo la llamo Anastasia y a Heidi
Greselda que como sabrás son las dos
hermanastras de la Cenicienta y a su
madre la Bruja del Este. Te pido por favor que también te cuides de ellas y que
la promesa que me has hecho se haga extensiva a ellas.
—Eso está hecho –dije partiéndome de la
risa y a la vez admirada por la inventiva y el ingenio a la hora de poner los
motes —¿algún mote más que deba saber?
—Bueno me refiero a mi madre con el
sobrenombre de la madrastra de Blancanieves o
la Reina y a Tanya como Cruella de Vil.
—Vaya así que la llamada de antes…
con esa música… –pregunté estallando de
nuevo en carcajadas y tarareando
mentalmente la canción de Cruella de Vil de la película 101 dálmatas.
—Tengo asignadas músicas especiales
para cada uno de ellos, ya las irás oyendo, pero sí la de antes era ella —me
aclaro uniéndose a las risas
—.Bueno a ver seriedad, que ahora me
toca hablarte de Cruella. Ella es hija de un primo de mi padre y de Carmen, los
dos son buenas personas pero su hija es “peor que Satanás”, de ahí el apodo.
Nos conocemos desde niños. Yo no me
acuerdo mucho pero mi padre me dice que lo primero que se me ocurrió cuando mi
madre me la presentó fue tirarle de unas coletas que llevaba, sabía que la
hacía llorar con eso y por lo visto no dejaba de hacerlo.
Conforme fuimos creciendo mi madre me la metía
por las narices a toda hora y momento. Me hablaba de ella en cuanto tenia
oportunidad y tal era su actitud que mi hermana Alice se enfadaba pues a veces
la comparaba con Santa Tanya, como ellas la llaman, y eso la molestaba y a mí
también.
Primero en el colegio y después en el
instituto ella empezó a mostrar un interés por mi y se convirtió en nuestra
sombra, allí donde íbamos allí iba ella. Yo intente rechazarla primero de
buenas maneras y con caballerosidad pero llegó un momento en que me hartó y me
hartó de tal modo que ya no me molesto en ser caballeroso con ella, simplemente
la aparto y me voy para el lado contario. Es una mujer que en apariencia es
dulce, cariñosa y buena, pero no te dejes engañar, es solo apariencia en el
fondo es tan fría, calculadora y cruel como mi madre y al igual que mi madre
cuando se propone algo no deja de perseguirlo. Estoy convencido de que cuando se enteren cualquiera de las dos de
tu existencia, vayan contra ti con todo
lo que tienen. Estoy totalmente seguro de que las va a sentar fatal y querrán
separarnos. No te confundas, delante de ti siempre pondrán buena cara. Yo
intentaré evitarte por todos los medios cualquier daño y te prometo que voy a
protegerte incluso con mi vida y que haré lo que sea necesario para evitar que
tu y yo nos separemos por culpa de ellas y para eso necesito que confíes
totalmente en mi. Pero me temo que buscaran la fisura, la aprovecharán e irán a
por ti. Si eso sucede Bella por favor, habla conmigo, recuerda tu promesa. Ya
sé que solo nos conocemos desde hace dos días pero confía en mí por favor y en
esto que está naciendo.
—Me estas metiendo miedo.
—Lo sé y lo siento pero de verdad que
las tengo mucho miedo Bella.
—De acuerdo lo haré ya te lo he
prometido. Hablaré contigo de todo, pero a cambio te pido igual, tu habla conmigo también, de cualquier duda
que se te plantee. Como te he dicho tengo mi propio acosador personal, así que
si alguna vez me ves con un tío dándome un beso, la mano o en alguna actitud poco adecuada, por favor no te
enfades y piensa que a veces las apariencias engañan, que yo no la he buscado
¿ok? Es más se agradecería una ayudita fuera cual fuera porque al igual que tu
YO NO ESTOY ENAMORADA DE ESE PELMAZO, es
un acosador nato, se cree que porque es mas o menos mono tiene que tener a
todas las tías a sus pies, es un engreído, un idiota un…
—Para, para, para —me dijo muerto de risa –veo que tienes tu
propia Tanya personal. Me acordaré te lo prometo yo también, hablar y preguntar
antes de actuar.
—Bueno pues aclarado esto, ¿hay algo
más que tenga que saber?
—De momento no, pero podemos ir
hablando poco a poco.
—Pues vámonos entonces, es un poco
incomodo estar bueno…ya sabes…
—Sí,
claro que lo sé me dijo riendo.
Y en un ambiente de lo más distendido
nos fuimos hacia mi casa. El trayecto desde el hotel no era muy largo así que
fuimos dando un paseo. Al llegar me cambie de ropa y…me puse unas bragas decentes y nuevas metiendo “por
si acaso” otras en el bolso. Había dejado a Edward en el salón después de
haberles enseñado la casa, así que antes de bajar llamé a mi cuñada para
decirle lo de la cena y el cine. NI que decir tiene el asombro, la impresión y
la alegría que Rose se llevó ya que era la primera vez, desde que llevaba
viviendo con ellos, que les presentaba a
un chico y además diciendo que de momento éramos novios. Cuando pronuncié esa
palabra, Rose se quedo muda de la impresión y se marchó corriendo a decírselo a
Emmett. MI hermano recibió la noticia
con su habitual jocosidad, ¡pobre Edward lo que le esperaba esta noche! Pero lo
que más les impactó fue cuando les pregunté si les importaba que Edward viniese
a vivir a casa…
—Vaya hermanita te ha dado fuerte
¿no?
—Emmett, he iniciado una relación con
él que todavía no sé donde nos llevará y aunque le hemos puesto nombre, es
pronto aun ¿entiendes?, pero si me preguntas
te diré que sí, me gusta mucho, muchísimo Emmett.
—Esa es mi hermanita, vaya Bella menos
mal yo ya estaba empezando a temer que un día al abrir el armario te encontrase
colgada dentro en lugar del abrigo. De verdad que lo abría con miedo hermanita,
ya sabes lo asustadizo que soy y claro si uno abre un armario y se encuentra a
su…
—Emmett Swan –se oyó decir a Rose con
ese tono de ella que señalaba que mi hermano estaba en problemas –asustadizo no
sé pero payaso un rato, si a veces me dan ganas de venderte al circo.
—Rosie hija no es para ponerte así.
—Bueno, ¿qué os parece lo de la cena
y el cine?
—Por mi perfecto, así conozco a mi
cuñado y… auch Rosie hija podías elegir otro sitio donde dar a ver si nuestra
niña se va a quedar siendo hija única que sabes que los hijos únicos luego
acaban…
—Emmett Swan no tienes arreglo, En
fin Bella que no hay problema, encantada.
Podríamos ir a ese restaurante de comida típica de aquí, seguro que le
gusta y la aprecia.
—Pues ahora que lo dices no se lo
pregunté, pero estos días es verdad que ha tendido a probar cosas como la tortilla
o la paella…
—Pues no se hablé más.
—Podemos quedar sobre las ocho y
luego ir a la última sesión de cine ¿os parece?
Y…gracias por vuestro apoyo y comprensión.…
—No es nada y a las ocho nos parece
perfecto.
Colgué el teléfono con una sonrisa,
pero no me había dado tiempo a coger
siquiera algo de abrigo cuando de nuevo empezó a sonar. Mire el visor y ¡vamos!
Esta ya estaba tardando, el diablo nº 1, uppss perdón, Alice en acción, alias
volcán huracanado para mí.
—Dime Alice
—¿Cómo que dime?, cuéntame tu a mí. No sé si estar enfadada contigo por no llamarme
o contenta porque por fin has conocido a mi hermanito. Mira que te he tenido
que insistir veces, y a él no digamos. Menos mal que por lo menos te has
dignado llamar el otro día para darme las gracias, pero no es normal que
aquella que se llama mi amiga no me mantenga informada puntualmente de cómo van
las cosas, porque claro a esto no hay derecho Bella tengo que saber ¿porque
estas tan callada?, ¿Bella?, ¿has colgado?
—No Alice no he colgado, es que estoy
esperando a que termines para poder decir yo alguna cosilla aunque solo sea una
–le dije admirando una vez más la capacidad de mi amiga de hacer tantas
preguntas todas juntas y a la vez, y encima sin pararse a tomar aire.
—Pues venga ya terminé…—me contestó
con su habitual impaciencia.
—Alice no quiero que te alteres ni
que te exaltes y mucho menos que empieces a maquinar pero… me gusta Alice de
verdad me gusta y parece que yo a él también. Una vez más te doy las gracias
amiga, tenías razón. Hemos decidido intentarlo y de momento nos hemos hecho
novios y…
Pero no me dio tiempo a terminar
porque un montón de gritos me dejaron el tímpano totalmente inactivo por lo que
supuse que no estaría sola y adivine que el famosos cuarteto diabólico estaba
reunido. Cuando se hubieron calmado los ánimos estuve charlando con ella un
rato siendo interrumpidas constantemente por las que supuse seria los otros
tres diablos. Durante el transcurso de la conversación me sacaron entre todas, ya que las otras tres
se auto proclamaron primas y tía mías sin siquiera conocerlas, la promesa de irlas informando puntualmente de
todo ¿que esta familia tenía algún
problema con eso de las promesas?
Pasamos un día muy agradable
viendo Toledo y después fuimos al
restaurante donde habíamos quedado con Rose y Emmett. Edward congenió inmediatamente
con mi hermano y entró al trapo con sus bromas siguiéndoselas con mucha
facilidad y gastándole el también algunas. Rose y yo nos mirábamos con cara de
vaya par de patas para un banco que se acaban de juntar.
Después de cenar fuimos a ver la
famosa película. Durante la proyección Rose y yo no dejamos de pegar botes y
brincos en el asiento acompañado de gritos que eran recibidos por las burlas de
nuestras respectivas parejas los cuales debían tener anestesiados los brazos
correspondientes de tanto pellizco, aunque ellos disimuladamente también se
llevaban sobresaltos, ¡malditos hombres y su ego masculino!
Cuando salimos del cine Rose y yo no
íbamos nada, pero nada tranquilas por ese parking triste, oscuro y solitario e íbamos agarradas
la una a la otra mirando para todos lados.
—A ver que la buena mujer se ha
quedado dentro de la película y los muebles y los juguetes también, a ver si os
creéis que no tienen nada mejor que hacer que salir de ahí para pillaros a
vosotras, y además os recuerdo que en la
película no había coches amenazantes solo mecedoras, lámparas y algún que otro
muñeco –dijo Emmett con su habitual guasa.
—Que tonterías dices Emmett Swan como vamos nosotras a…
—Buuu –chilló de pronto Edward y
nosotras pegamos tal grito que un guarda de seguridad salió de entre la nada
mirándonos mal, muy mal, así que muy calladitas y bien apretadas la una a la
otra, decidimos seguir nuestro camino
hacia los coches.
—Edward, Bella nos ha dicho que te
vienes con nosotros a casa este tiempo que andes por aquí, así que me parece
una tontería que vayas ahora al hotel, vente con nosotros y mañana yo te acompaño a recoger tus cosas.
Y tranquilo no me opondré a que duermas con mi hermanita, no soy tan anticuado
y ella es una mujer adulta y capaz, y además se te ve un buen tío y sé que te
vas a portar bien con ella, ¿qué porque
lo sé? , veras ya sabes que trabajo en la embajada en un puesto de
responsabilidad y tengo contactos con la
CIA y el FBI, ya sabes gente capaz de hacer que ciertas cosas parezcan un
accidente y….
—Emmett Swan… –dijo Rose mientras
seguía abrazada a mi no muy convencida y mirando a su alrededor pero con su
tono característico de esta noche vas a tener sexo con tu madre…
—Vale, vale, solo estaba bromeando.
—No hay problema Emmett, me voy a
portar muy pero que muy bien con esta señorita, no quiero acabar siendo
picadillo en cualquier restaurante de comida barata o en alguna cuneta abandonada –dijo
siguiéndole la broma y poniendo una fingida cara de espanto. Rose y yo rodamos
los ojos en medio de nuestro temblequeo nervioso. Lo dicho, se habían juntado el
hambre con las ganas de comer.
Llegamos hasta donde habíamos dejado
nuestros respectivos coches y nos pusimos en marcha. Edward aceptó entre risas
la propuesta de Emmet así que puse rumbo a casa.
Cuando llegamos, nos despedimos unos
de otros y fuimos cada uno a nuestra habitación. Después de una nueva sesión
de…amor silencioso por respeto a los oídos ajenos, nos quedamos dormidos. Bueno
al menos él porque yo…yo no hacia más que mirar a la mecedora que tenía en mi
cuarto y que curiosamente se parecía mucho a
la de la película, y la miraba y la miraba y la mecedora se movía, juro
que se movía sola al igual que el cine, hacia delante, hacia atrás, sí señor,
ella solita…a no ser que… alguien la moviera… temblé ante semejante pensamiento
y miré hacia Edward pero estaba tan a gusto durmiendo…
De repente me fije en mi laptop, en
Chicago creo que aun era de día, aunque no estoy segura…pero por probar…me
levanté mirando con expresión desafiante a la susodicha mecedora y encendí el
portátil comprobando con alegría que Alice estaba conectada, así que le di un
zumbido y la llamé.
—Hola Bella, ¿cómo estás?, no soy
Alice soy Irina su prima, veras Alice está un poco así como desconectada de la
realidad, hemos tenido tarde de chicas para celebrar vuestro ya sabes… noviazgo
–vaya pues que ganas tienen estas de que Edward se comprometa —y nos hemos pasado con los mojitos. A pesar
de que es demasiado pronto se han quedado todas dormidas en medio del asedio al
abismo de Helm, pero hija, yo sigo aquí al pie del cañón, ya que dejar a esa
gente así, que quieres que te diga no me parecía bien… ¿te puedo ayudar en
algo?, ¿tienes algún problema?, ¿qué tal con mi primo?, ya tengo una idea para
que se quede y no habrá que despedir al “insigne escritor “evitándonos
problemas legales. Ya sé que es la primera vez que hablamos pero me encanta
conocerte, puedes confiar en mí, así que dime ¿en qué te puedo ayudar?
—Desde luego digna prima de su prima
parecía una pila de las que duran eternamente,
pensé para mí mientras le explicaba que no me atrevía a decirle ya que
iba a pensar que estaba loca
—Bella créeme si tú estás loca, yo soy tu Reina, a estas alturas de mi
historia cualquier cosa me parece normal, así que… dispara…
Y en fin, como quiera que la mecedora
y yo nos estábamos desafiando en medio de la madrugada y ella llevaba todas las
de ganar balanceándose de esa forma, le
conté mi problema.
—Uff, te comprendo perfectamente, yo
también vi esa película, ¿por qué no despiertas a Edward?, estoy segura de que él te hará olvidar enseguida, a mi Laurent me ayudó mucho y…
—Irina es que está tan mono dormido
que me da una pena…
—Bueno pues otra opción es sacar la mecedora
al pasillo…
—Sí pero es que verás…cuando al día
siguiente la vea mi hermano, no sabes lo bromista que es…
—No creo que sea peor que mi padre,
no sabes cómo te comprendo, son muy graciosos hasta que una es objeto de sus
bromas, ¿no tienes un desván? –vaya
ahora entiendo como Edward se ha llevado tan bien con Emmett desde el principio.
—Sí, si tenemos desván.
—Pues intenta subirla allí.
—Buena idea, ahora vuelvo.
Dejé la sesión abierta para seguir
charlando con ella un poco más cuando volviera de la misión mecedora, la
verdad, es que me parecía simpática. Me
levanté, cogí el mueble diabólico y salí muerta de miedo al oscuro pasillo.
Nada más cerrar la puerta de la
habitación me di un golpe en la cabeza con algo duro y redondo que me hizo
sobresaltarme y pegar un pequeño grito ahogado. Cuando mi ojos se acostumbraron
a la oscuridad pude ver a Rose con una lámpara que tenía en su mesilla de noche
en la mano, una lámpara que, curiosamente, se parecía a la de la película…
daría vueltas también en una perfecta imitación de la otra.
—¿Qué haces aquí a estas horas?
—Bueno lo mismo me pregunto yo…
—esto bueno verás, es la mecedora yo…
la iba a subir al desván.
—No me digas más, yo iba a hacer lo mismo
con la lámpara, vamos antes de que despertemos al diablo y haya chunga a… —pero
no había terminado de decir eso cuando una luz se encendió…
—La señora y la señorita Swan con la
mecedora y la lámpara en el pasillo –se escuchó la voz estruendosa de Emmet y
del susto que nos dimos, yo deje caer la mecedora en el suelo y como acto reflejo
me senté en ella dejándome balancear, Rose no tuvo tan buena idea y se quedo
mirando a Emmett con cara de me han pillado y la lámpara en la mano como si
fuera un arma arrojadiza. La puerta de mi habitación se abrió y apareció un somnoliento
Edward con cara de sueño, pero que pedazo de hombre por dios, si hasta recién
levantado era un bombón, con el torso desnudo y esos pantalones del pijama tan
pegados, con esa cintura tan baja dejando entrever su… que ganas de mandar la
mecedora a la porra, tirarme encima de él y… ¡Bella por dios! que estas en una situación
un poco complicada, céntrate. Me fije de nuevo en mi pedazo de hombre que paso
su mirada de mi a la mecedora, después a Rose con la lámpara y de nuevo a mí, y
su cara de sueño fue sustituida por una de interrogación y después una de
entendimiento para finalizar con una de pura y autentica guasa…
—¿Que sucede?
—¿Pues nada futuro cuñado es que aquí
mi hermanita y mi Rose han decidido hacer mudanza a las 2 de la madrugada, y
precisamente de dos elementos del mobiliario que salen mucho en la película que
hemos visto y que dan mucho, mucho miedo –le contestó a mi pedazo de hombre
mirándonos desafiante, pero yo no estaba dispuesta a ceder…
—Bueno es que he pensado que ya soy
muy mayor para tener una mecedora en la habitación,
eso es cosa de niños pequeños y…. en fin
que la iba a llevar al desván o quizás podría preguntar a Rosie a ver si la quiere
y…
—¿Estamos hablando de la misma
mecedora que hace seis meses se te antojo traer desde Forks armando una peor
que la de Waterloo?
—Bueno eso fue hace seis meses ahora
ya te he dicho que soy mayor….
—¿Y tú también eres muy mayor para esa
lámpara Rose?, porque te recuerdo que me hiciste recorrer siete veces el rastro
arriba y abajo porque te habían dicho que ahí las vendían y que era una
antigüedad y…
—¡Que… diablos…! yo no tengo por qué
dar explicaciones de nada y Bella tampoco y si se nos antoja llevarnos la mecedora
y la lámpara al desván a las dos de la mañana pues nos la llevamos, estaría bueno,
hasta ahí podíamos llegar, vamos Bella —y
muy dignas cogimos la mecedora entre las dos y
nos dispusimos a subirla al
desván. Pero en cuento Rose bajó la trampilla la dignidad se fue al garete uff, subir eso, por esas escaleras tan estrechas….
Y como si nos hubiesen leído la mente de nuevo, unas manos cogieron los dos
objetos de la discusión y las subieron como si nada por la trampilla hasta sus destino
—¿qué se creían estos dos haciendo eso tan rápido, que eran vampiros?
—¿podemos ahora irnos a dormir? –dijo
Emmett con su habitual cara socarrona mientras cerraba la trampilla—. De ahora
en adelante solo se permite ir al cine a
ver películas de dibujos animados. Vamos hombre hacerle esto a un pobre marido
que solo tiene el fin de semana para descansar, no hay derecho –dijo yéndose a
su habitación a grandes zancadas seguido de una muy malhumorada Rose.
Yo, muy calladita por si las moscas,
me metí en mi habitación. Me dirigí
directamente al ordenador y miré a ver si seguía Irina, conectada estaba conectada,
pero ponía que estaba ausente, después de media docena de zumbidos inútiles
ante la mirada interrogante y de chunga de Edward, decidí que los mojitos
habían ganado al abismo y que estaría durmiendo la merluza.
—¿Y ahora que haces? —me preguntó mi pedazo
de hombre
—Esto verás yo… es que…la mecedora…el
portátil…Alice que no estaba, tu prima que sí…yo
—Bella, si sentías miedo me tenías
que haber despertado,
¿dónde está la confianza esa de la
que hablábamos antes?, además yo tengo
un método muy efectivo para quitar el miedo, ¿te lo demuestro?
Y me lo demostró, vaya si me lo
demostró, tanto me lo demostró que la madrugada nos sorprendió en medio de la
demostración.
Cuando al fin logramos levantarnos,
nos duchamos, vestimos y bajamos a desayunar. Las chungas de Emmett no se
hicieron esperar pero sus bromas se vieron eclipsadas porque Edward tuvo su primer encuentro en la tercera
fase con mi sobrina…
—Tú
eres el hermano de Alice
–escuché que le preguntaba a Edward —¿ya eres su novio?, supongo que sí porque os
he visto salir juntos de la habitación de tía Bella, menos mal –agregó ante el asentimiento de
Edward —no si Alice tenía razón cuando decía que era cuestión de tiempo que os
conocieseis y os gustaseis, os hicieseis novios y… —Edward soltó una de sus consabidas
carcajadas y yo me quede encajada en el sitio a la vez que el pedazo de tostada
se quedaba a medio camino entre mi garganta y mi estómago ¡maldito volcán
huracanado cotilla!, ¿me iba a oír!... Por
suerte para todos menos para mi sobrina, Rose decidió intervenir echándole una
bronca monumental sobre como las niñas pequeñas no debían inmiscuirse en cosas
de mayores, así que logramos terminar el desayuno sin mayores incidentes.
Como era sábado y mi hermano y mi
cuñada no trabajaban, Rose y mi sobrina se fueron al súper y Emmett y Edward se
fueron a por las cosas de este ultimo al hotel. Yo me quede sola en casa…encargada
de la limpieza.
Después de ordenar un poco mi habitación
y la de Rosie, bajé al salón que parecía una cuadra. Esta canguro que teníamos
era muy buena pero un poco desordenada. Me puse a ordenarlo y limpiarlo. Agarré
el mando de la televisión que siempre está en cualquier lugar menos en donde
debería de estar y lo coloqué en su
sitio. Pasé un poco el aspirador y después lo llevé a su lugar en el escobero que
había en la cocina. De repente…oí unas
voces. Muerta de miedo y convencida de que alguien había entrado en casa, cogí
una sartén de las grandes y un chuchillo dispuesta a defenderme y salí de ahí
con la espalda pegada a la pared y los brazos extendidos con las dos armas
contundentes en las manos. Oí como
alguien trasteaba en la cerradura de casa y me dirigí hacia allí. Gracias a la mirilla
vi que eran Rose y mi sobrina, abrí la puerta muy deprisa
encontrándome a Rose con el brazo extendido y la llave en la mano.
—Rosie cariño, espera aquí a la mama y a la tía que ahora
salimos a por ti ¿vale? –y dicho esto tiré de mi cuñada y le di a mi sobrina
con la puerta en las narices, pero había que protegerla ¿no?
—Rose, hay alguien en casa –le expliqué
ante su mirada de confusión, mirada que
se dirigía hacia la sartén y el cuchillo. Pero su mente enseguida entendió ya
que con cara de espanto agarró el cuchillo y las dos nos dirigimos, espalda con
espalda, hacia al salón al más puro
estilo CSI.
Cuando llegamos al salón no había
nadie y lo único que se oía era a la locutora de la televisión hablando de no sé
qué nuevo lio del mundo de la farándula ¿quién diablos habría puesto la tele?,
ya no había duda, alguien estaba en casa.
—Bella aquí no hay nadie –me dijo Rose
–Entonces Rose, ¿quién ha puesto la tele?
—¿Has estado limpiando el salón?
—Sí
—¿Dónde estaba el mando?
—En cualquier lado menos en su sitio
lo recogí y… —me callé de repente al darme cuenta de que la que había puesto la
tele había sido yo sin querer, ya que el dichoso mando se ponía en acción en
cuanto lo tocabas. Me quede mirando a mi cuñada…
—No se lo digas a esos dos…
—Ni una palabra –me contestó Rose
yendo a buscar a su hija y la compra que habíamos dejado aparcadas en el pasillo
–ya tenemos bastante con una mecedora y una lámpara para añadir también una
tele al club.