domingo, 29 de abril de 2012

UNA CITA CASI A CIEGAS.CAPITULO 4: LA SEÑORA Y LA SEÑORITA SWAN CON LA MECEDORA Y LA LÁMPARA EN EL PASILLO


DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.


Capitulo 4: La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en el pasillo

Pov Bella

—No quiero que esto termine cuando tenga que marcharme  –me dijo   minutos después de haber recuperado nuestra respiración tras una nueva sesión de maravilloso y explosivo sexo—. No quiero separarme de ti Bella Swan… no puedo, es superior a mí. 
—Yo tampoco quiero hacerlo…—le contesté ilusionada porque quisiera continuar con esta…llamémosle de momento amistad con derecho a roce, y menudo roce, sí señor. No es que yo haya tenido muchos novios ni soy  mujer a la que le guste el aquí te pillo aquí te mato, pero es que este hombre….
—Bella, ante todo quiero que sepas que no  soy un hombre acostumbrado a conocer a una mujer y llevarla directamente a la cama –vaya ahora es como ese vampiro del libro y lee la mente. Bella por si las moscas ándate con cuidado con  lo que piensas, se acabo la libertad de expresión mental –ya te he explicado los motivos y razones que me trajeron hasta aquí —seguí escuchando que me decía sacándome de mis pensamientos —puede que pienses que esto ha ido demasiado deprisa y quizás tengas razón, pero no en mi caso, porque yo tengo la impresión de que te conozco desde hace tanto tiempo que siento que esto es lo correcto, que este es mi lugar, que tú y yo teníamos que terminar así.
—Yo también siento lo mismo Edward, Alice siempre me habló de tu familia, de tu tía, tus primas, de tus padres, de Tanya…de…ti. He de reconocer que siempre ponía especial  atención cuando me hablaba de ti, aunque yo no tuve tanta suerte de que ese volcán huracanado que tienes por hermana  “perdiera”  sin querer una foto tuya.
 —No he  tenido demasiadas relaciones en mi vida—, seguí explicándole— la última fue hace cuatro años. No quiere decirse que no haya salido por ahí que lo he hecho, pero se han quedado en una serie de citas esporádicas, concertadas por tu hermana o mi cuñada en su mayoría, que se ha quedado en una simple cena porque la cita en cuestión no me llamaba. Lo que quiero decir es que soy una chica normal, con una vida bastante tranquila, que no acostumbra a salir demasiado y a la que no se le conocen casi ningún novio aunque no creas, tengo mi propio acosador personal. 
—Pero mi problema es que  sí creo que las cosas entre nosotros se han dado un poco rápido y tengo una variedad de sentimientos encontrados, me siento  confundida. Por un lado no se qué pensar de esto –dije señalándonos a los dos con la mano —pues es la primera vez que hago una cosa así; por otro lado, siento, al igual que tu,  que estoy en el sitio correcto, pero a la vez  creo que  en cierto modo y para lo que yo estoy acostumbrada, hemos ido muy deprisa. Sin embargo  no quiero que pare, quiero seguir… no sé si podrás entenderme porque ni yo misma puedo…
—Por supuesto que te entiendo. Como ya te he dicho, yo tampoco acostumbro a conocer a una chica y a los diez minutos estar con ella en la cama, de hecho también es la primera vez que hago esto pero la verdad es que no me arrepiento. Me quiero quedar aquí Bella Swan, quiero explorar esto que ha nacido, ponerle un nombre, ir poco a poco, sin prisas, ver hasta dónde podemos llegar,  conocernos, hablar de nuestros gustos, aficiones, costumbres, descubrirnos poco a poco el uno al otro…pero tampoco quiero que dejemos de tener estas sesiones de sexo, o mejor yo prefiero llamarlo amor,  son adictivas Bella Swan, siento que ya nunca podre estar sin ellas. Quiero que esto fructifique, llegar a algo contigo y para eso he decidido quedarme en Madrid una temporada que podría llegar a convertirse en permanente si nuestra relación funciona. De momento tengo el reportaje, que un diablo que tengo por tía me ha inventado y que ya ha metido en el apartado de proyectos por entregar, y después…bueno tengo varias ideas. Así que, dime ¿quieres que lo intentemos?, ¿quieres que pongamos nombre a esto?, sinceramente la palabra amigo se queda corta para describir lo que en estos momentos siento y lo que quiero ser para ti, pero tú tienes la última palabra.
—Mi respuesta es sí, sí quiero intentarlo y sí, si le quiero poner nombre a esto, ¿qué sugieres?
—Novios es la palabra que quiero que defina lo que sea que haya entre nosotros ¿estás de acuerdo?, ¿quieres ser mi novia Bella Swan?
—Si…quiero ser tu novia –le respondí ganándome una preciosa sonrisa y una nueva sesión de se…perdón a esta nueva sesión sería una injusticia llamarle sexo sin más, porque fue amor, amor con todas sus letras,  no dejó una parte de mi cuerpo sin acariciar, lamer y chupar y cuando me penetró lo hizo mirándome a la cara con tanta ternura que solo con eso bastó para que el cielo estallará en mil pedazos y el éxtasis  me alcanzara de una manera espectacular.
—Me parece que vamos a tener que salir de aquí si queremos cumplir con esa parte que dice conocernos e ir poco apoco –le dije no muy convencida porque aunque si era verdad que pensaba que todo había ido muy deprisa, también tenía ese sentimiento de estar en el lugar correcto y junto a un hombre que, gracias a lo que me contaba Alice, conozco de   toda la vida. La verdad es que sentía que me podría enamorar de este hombre si es que no lo estaba ya, de momento en la cama funcionábamos y conectábamos a las mil maravillas. Pero la cama no bastaba para que una relación funcionase y por eso para mí era de vital importancia que nos conociéramos, saber si éramos compatibles en nuestra vida cotidiana, en nuestros gustos, manías, defectos y, porque no, virtudes también. Y parece que él quería lo mismo ya que me había pedido esa oportunidad que yo gustosa le concedí porque también necesitaba hacerlo.

—Estoy de acuerdo, hay que ver como funcionamos fuera de la cama, como nos divertimos juntos, como charlamos, pero te digo desde ya que va a ser fabuloso y a los días anteriores me remito. Bueno, me refiero antes de llegar aquí a esta habitación  –está claro,  este hombre nos lee el pensamiento, me dijo mi mente paranoica.
—Pues primero desayunemos y luego tenemos que pasar por mi casa.  Mi hermano y Rose no estarán a estas horas, se habrán ido a su trabajo, pero necesito cambiarme de ropa y  de esto….cierto tipo de prenda que tú te encargaste de romper ayer. No acostumbro a llevar esas cosas en el bolso, aunque contigo voy a tener que ir aprendiendo. Luego te propongo pasar el día por ahí  coger mi coche y llevarte a Toledo o a Aranjuez y para finalizar se me ocurre que podríamos quedar para cenar con Emmet y Rose, estarán encantados de conocerte, y luego podemos ir al cine.  Hay una película de miedo que Rose y yo estamos deseando ver y no queremos ir solas. Tranquilo –le dije al ver el gesto de preocupación que hizo al mencionarle a Emmett  —mi hermano no muerde  de hecho te va a sorprender, no es el típico hermano cascarrabias y sobreprotector.  Es más se me ocurre, ya que dices que te vas a quedar un tiempo, que te vengas a casa, hay dos habitaciones disponibles una…esto…la mía y la otra la que siempre utiliza Alice cuando viene.
—No les molestara a tu hermano y a Rose.
—No, para nada –le dije muy convencida.  Mi hermano era una gran persona, nada sobreprotector,  siempre me daba alas para que tuviera alguna relación estable aunque esto no quiere decir que no se preocupase por mí, pero no era por así decirlo…agobiante. Pero había una cosa que me inquietaba, sus bromas, ¿cómo encajaría Edward esa faceta de mi hermano?
—Hecho pues…voy a darme una ducha ¿me acompañas? –y no me lo tuvo que decir dos veces porque mi cuerpo se rebeló contra mi sentido común y empezó a bailar y a dar saltos ante la expectativa de meterse en la ducha con ese pedazo de hombre.  Y que pedazo de hombre por dios, como me lavó, como me restregó, como…en fin… ¡que agujetas por Dios! nunca había usado tanto ni de ese modo esa parte de mi anatomía y lo más gracioso es que solo de verle frente al espejo, lavándose los dientes, con una toalla anudada a la cintura y chorreando agua, era  suficiente razón  para que mi...ejem…bueno…ya sabéis que…me gritara suplicando por mas.  Para disimular junté las piernas lo más fuerte que pude como si tuviera una necesidad fisiologica de esas que normalmente se tienen en los momentos más inoportunos  y  empecé a abrir el armario en busca de una pasta de dientes y un cepillo de los que suelen poner en los hoteles y dejando a mi paso, tal como era mí costumbre,  las puertas  abiertas. Edward en ese momento se fue del cuarto de baño no sé si para dejarme privacidad y que pudiera hacer esa supuesta necesidad fisiológica en una mala interpretación de mis piernas juntas o, simplemente, porque se quería vestir. Encontré por fin el susodicho cepillo y la susodicha pasta y me lavé muy bien lavada como mandan los cánones de la limpieza, primero arriba, luego hacia abajo, con movimientos circulares, caray si es más difícil cepillarse un diente adecuadamente que sacarse una licenciatura.
Después cogí el jabón de mano para lavármelas un poco y quitarme los restos de pasta y el jabón, cual serpiente resbaladiza, se me cayó de las manos,  me agaché a cogerlo y al levantarme…plon… un golpe en la cabeza contra uno de los picos de una  de las dos puertas, ¡menudo chichón!, en mi casa y en mi cocina esto no me pasa, pensé mientras me agachaba a coger de nuevo la pastilla de jabón que por el susto se me había vuelto a caer. Pero mi torpeza hizo acto de presencia y en vez de agacharme como es debido lo que hice fue pisar la pastilla  provocando que me resbalara y fuera patinando con ella bajo mi pie dando extrañas  vueltas hasta la bañera donde aterrice de culo, es decir, con el culo dentro de la bañera y las piernas fuera, ¿ahora ver cómo salía yo de ahí? Pero que cosas tienes Bella  Swan, me regañe a mi misma minutos después cuando mi pedazo de hombre, que desde hacía unos minutos se había convertido en mi imponente novio,  entro alarmado por el ruido y al verme en semejante posición se empezó a reír a carcajada limpia mientras me ayudaba a levantarme y me preguntaba entre risas si me había hecho daño. Pues sí, me lo había hecho en el culo y en mi dignidad. Pero como tanto reírse del mal ajeno pasa factura,  él con su risa y todo,  piso de nuevo la pastilla que todavía permanecía en el suelo sin que nadie se acordara de ella, un nuevo número de patinaje y ploff, los dos dentro de la bañera en un jaleo tal de piernas, brazos y cuerpos que era imposible de descifrar. Nos intentábamos levantar, juro que lo intentábamos pero no podíamos.  La risa no nos dejaba ponernos de pie, la fuerza  se nos iba por la boca una y otra vez y nosotros seguíamos así, mas enredados que en el juego ese al que por cierto nunca he jugado.  Cuando por fin conseguimos apaciguar el monstruo risueño, poco a poco, y como pudimos, salimos de la trampa en la que estabamos.
Metimos dentro de  la habitación el carrito con el desayuno que Edward había pedido y  que el servicio de habitaciones, supongo que al ver que no contestábamos, nos había dejado en   la puerta. Nos sentamos y nos pusimos a desayunar. De vez en cuando nos mirábamos y la risa histérica y tonta empezaba de nuevo.
—Bella a ver necesito calmarme y que nos pongamos serios,  porque yo, con esta nueva relación que hemos iniciado necesito hablarte de mi madre y de Tanya, quiero que sepas con pelos y señales quienes son y que son capaces de hacer y hasta donde pueden llegar. No quiero que en el futuro haya entre nosotros ningún tipo de malentendido por culpa de esas dos, así que por favor, promete que intenten lo que intenten, te digan lo que te digan, hagan lo que hagan, siempre me lo dirás. El primer paso para que esto funcione es la confianza mutua y eso se va ganando poco a poco, así que empecemos con esta promesa, ¿me dirás cualquier cosa que esas dos intenten contra ti, sea lo que sea?
—Edward no tengo inconveniente en decírtelo pero tampoco quiero ponerte a mal con tu madre.
—Créeme Bella nunca podrás ponerme más a mal de lo que ya estoy, eso se lo ha ganando a pulso ella solita, así que ¿me lo prometes?
—Si te lo prometo, hagan lo que hagan, digan lo que digan, antes de enfadarme, precipitarme  y actuar por mi cuenta vendré a hablarlo contigo.

—Bueno  es hora de que te cuente quien es Elizabeth Cullen Vulturi. Ella es la tercera de cuatro hermanos, Cayo, Aro, Elizabeth  y Esme. Esme es la menor y se lleva seis años con su hermana mayor y con mi padre, pero aun así nunca, nunca, entenderé porque mi padre se casó con mi madre en vez de con ella, eso es un misterio que se llevaran los dos a la tumba. Ninguno quiere hablar de ello, ninguno explica, solo se miran anhelantes el uno al otro y nos dejan a los demás en estado de shock.
 Los diablos tres y cuatro o sea mis primas Irina y Kate son hijas de Aro, el segundo de los hermanos y de Sulpicia, su esposa,  una gran mujer y un gran hombre, espero que puedas llegar a conocerlos. Ellos tampoco entienden el porqué de ese matrimonio entre mis padres, pero… yo creo que el único que tiene la solución son mis abuelos maternos Marco y Didyme, que son  igual de fríos y calculadores  que su hija mayor. Y mucho me sospecho que tiene que ver con un matrimonio de conveniencia, conveniencia para mi abuelo por supuesto, que se realizo en  para fusionar los dos periódicos de mayor tirada de Chicago. Y mucho me sigo sospechando que Vulturis’ Daily en ese momento no tenía muchos medios económicos y en fin…supongo que corría prisa un matrimonio. No sé si a mi padre se le dio a elegir o no entre las dos hermanas, pero Elizabeth es cruel, implacable cuando quiere algo y supongo que lo que buscaba en ese momento era el prestigio social de ser una Cullen ya que somos una familia de las más importantes de Chicago. El caso es que  al final venció y lo peor de todo es que ni siquiera lo amaba,  me lo confesó el otro día, ni tampoco creo que llegara a sentir nunca cariño por nosotros, ha ido siempre de fiesta en fiesta, de reunión en reunión, destacando. A ella no le importamos ninguno de los tres, casi considero mas madre mía al diablo numero dos que a mi propia madre a pesar de que solo me llevo dieciséis años con ella. Porque esto es algo que debes aprender de Elizabeth, es fría y calculadora, cruel, hipócrita,  como su padre, está acostumbrada a conseguir siempre lo que quiere. Cuando quiere algo va a por ello y no la importa quien caiga ni a quien perjudica, no tiene en cuenta sentimientos de nadie y en este caso su objetivo soy yo y mi famoso matrimonio con una mujer a la que aborrezco, así que recuerda tu promesa por favor. Digan lo que te digan, veas lo que  veas, siempre será mentira o una trampa, YO NO ESTOY ENAMORADO DE TANYA.
—Sí lo tendré presente pero no te sigo, ¿llamas a tus primas, tía y hermana como diablos y las tienes enumeradas?
—Las llamo el cuarteto diabólico –me dijo soltando la carcajada –es un apelativo cariñoso, las quiero mucho Bella ellas son mi autentica familia al igual que los padres de mis primas. A pesar de ser nuestra tía,  Esme se lleva muy pocos años con nosotros, tiene una diferencia de edad tan pequeña  con mis primas, conmigo y con mi hermana  que permite una conexión total con nosotros, sobre todo  con ellas con las que se lleva a las mil maravillas y está totalmente integrada en el grupo compartiendo y protagonizando todas sus locuras.  Con mi prima Kate solo se lleva seis años. Así que tenemos cuatro diablos, el número 1 es Alice –vaya porque será que no me extraña –el dos mi tía Esme, el tres Irina y el cuatro Kate. Cuando veas a las cuatro juntas en acción sabrás porque los motes.
—Si las otras tres son como el diablo jefe, me hago una  ligera idea –le dije con cierto tono sarcástico que el pilló y celebro con una carcajada.
-Luego están sus parejas. Laurent es la pareja de Irina y se van a casar dentro de poco. Kate está casada con Garrett y ya conoces a Jasper o El Hombre Tranquilo  como yo le llamo.
— ¿Y tus tíos Aro y Cayo?
—Mi tío Aro está tan loco como mi tía Esme, es su hermana más pequeña  y siempre fue su debilidad. Es un hombre muy bromista siempre gastando bromas a todo mundo, yo le llamo El Sombrerero Loco. Su esposa Sulpicia ya te digo que es una gran mujer, dulce, cariñosa, e igualmente tan loca como sus hijas. Mi tío Cayo, o “el hombre de las dos caras”,   tampoco es mala persona aunque a veces me despista, pero no  puedo decir lo mismo de sus hijas,  Renata y Heidi,  y su esposa Athenodora, ya que son  un calco de mi madre y totalmente pro Tanya.  A Renata yo la llamo Anastasia y a Heidi Greselda  que como sabrás son las dos hermanastras de la Cenicienta y  a su madre la Bruja del Este. Te pido por favor que también te cuides de ellas y que la promesa que me has hecho se haga extensiva a ellas.

—Eso está hecho –dije partiéndome de la risa y a la vez admirada por la inventiva y el ingenio a la hora de poner los motes —¿algún mote más que deba saber?
—Bueno me refiero a mi madre con el sobrenombre de la madrastra de Blancanieves o  la Reina y a Tanya como Cruella de Vil.
—Vaya así que la llamada de antes… con esa música…  –pregunté estallando de nuevo  en carcajadas y tarareando mentalmente la canción de Cruella de Vil de la película 101 dálmatas.
—Tengo asignadas músicas especiales para cada uno de ellos, ya las irás oyendo, pero sí la de antes era ella —me aclaro uniéndose a las risas
—.Bueno a ver seriedad, que ahora me toca hablarte de Cruella. Ella es hija de un primo de mi padre y de Carmen, los dos son buenas personas pero su hija es “peor que Satanás”, de ahí el apodo.  
Nos conocemos desde niños. Yo no me acuerdo mucho pero mi padre me dice que lo primero que se me ocurrió cuando mi madre me la presentó fue tirarle de unas coletas que llevaba, sabía que la hacía llorar con eso y por lo visto no dejaba de hacerlo.
 Conforme fuimos creciendo mi madre me la metía por las narices a toda hora y momento. Me hablaba de ella en cuanto tenia oportunidad y tal era su actitud que mi hermana Alice se enfadaba pues a veces la comparaba con Santa Tanya, como ellas la llaman, y eso la molestaba y a mí también.
 Primero en el colegio y después en el instituto ella empezó a mostrar un interés por mi y se convirtió en nuestra sombra, allí donde íbamos allí iba ella. Yo intente rechazarla primero de buenas maneras y con caballerosidad pero llegó un momento en que me hartó y me hartó de tal modo que ya no me molesto en ser caballeroso con ella, simplemente la aparto y me voy para el lado contario. Es una mujer que en apariencia es dulce, cariñosa y buena, pero no te dejes engañar, es solo apariencia en el fondo es tan fría, calculadora y cruel como mi madre y al igual que mi madre cuando se propone algo no deja de perseguirlo. Estoy convencido de  que cuando se enteren cualquiera de las dos de tu existencia,  vayan contra ti con todo lo que tienen. Estoy totalmente seguro de que las va a sentar fatal y querrán separarnos. No te confundas, delante de ti siempre pondrán buena cara. Yo intentaré evitarte por todos los medios cualquier daño y te prometo que voy a protegerte incluso con mi vida y que haré lo que sea necesario para evitar que tu y yo nos separemos por culpa de ellas y para eso necesito que confíes totalmente en mi. Pero me temo que buscaran la fisura, la aprovecharán e irán a por ti. Si eso sucede Bella por favor, habla conmigo, recuerda tu promesa. Ya sé que solo nos conocemos desde hace dos días pero confía en mí por favor y en esto que está naciendo.
—Me estas metiendo miedo.
—Lo sé y lo siento pero de verdad que las tengo mucho miedo Bella.
—De acuerdo lo haré ya te lo he prometido. Hablaré contigo de todo, pero a cambio te pido igual,  tu habla conmigo también, de cualquier duda que se te plantee. Como te he dicho tengo mi propio acosador personal, así que si alguna vez me ves con un tío dándome un beso, la mano o en  alguna actitud poco adecuada, por favor no te enfades y piensa que a veces las apariencias engañan, que yo no la he buscado ¿ok? Es más se agradecería una ayudita fuera cual fuera porque al igual que tu YO NO ESTOY  ENAMORADA DE ESE PELMAZO, es un acosador nato, se cree que porque es mas o menos mono tiene que tener a todas las tías a sus pies, es un engreído, un idiota un…
—Para, para, para  —me dijo muerto de risa –veo que tienes tu propia Tanya personal. Me acordaré te lo prometo yo también, hablar y preguntar antes de actuar.
—Bueno pues aclarado esto, ¿hay algo más que tenga que saber?
—De momento no, pero podemos ir hablando poco a poco.
—Pues vámonos entonces, es un poco incomodo estar bueno…ya sabes…
—Sí,  claro que lo sé me dijo riendo.

Y en un ambiente de lo más distendido nos fuimos hacia mi casa. El trayecto desde el hotel no era muy largo así que fuimos dando un paseo. Al llegar me cambie de ropa y…me puse  unas bragas decentes y nuevas metiendo “por si acaso” otras en el bolso. Había dejado a Edward en el salón después de haberles enseñado la casa, así que antes de bajar llamé a mi cuñada para decirle lo de la cena y el cine. NI que decir tiene el asombro, la impresión y la alegría que Rose se llevó ya que era la primera vez, desde que llevaba viviendo con ellos,  que les presentaba a un chico y además diciendo que de momento éramos novios. Cuando pronuncié esa palabra, Rose se quedo muda de la impresión y se marchó corriendo a decírselo a Emmett. MI hermano  recibió la noticia con su habitual jocosidad, ¡pobre Edward lo que le esperaba esta noche! Pero lo que más les impactó fue cuando les pregunté si les importaba que Edward viniese a vivir a casa…
—Vaya hermanita te ha dado fuerte ¿no?
—Emmett, he iniciado una relación con él que todavía no sé donde nos llevará y aunque le hemos puesto nombre, es pronto aun ¿entiendes?, pero  si me preguntas te diré que sí, me gusta mucho, muchísimo Emmett.
—Esa es mi hermanita, vaya Bella menos mal yo ya estaba empezando a temer que un día al abrir el armario te encontrase colgada dentro en lugar del abrigo. De verdad que lo abría con miedo hermanita, ya sabes lo asustadizo que soy y claro si uno abre un armario y se encuentra a su…
—Emmett Swan –se oyó decir a Rose con ese tono de ella que señalaba que mi hermano estaba en problemas –asustadizo no sé pero payaso un rato, si a veces me dan ganas de venderte al circo.
—Rosie hija no es para ponerte así.
—Bueno, ¿qué os parece lo de la cena y el cine?
—Por mi perfecto, así conozco a mi cuñado y… auch Rosie hija podías elegir otro sitio donde dar a ver si nuestra niña se va a quedar siendo hija única que sabes que los hijos únicos luego acaban…
—Emmett Swan no tienes arreglo, En fin Bella que no hay problema, encantada.  Podríamos ir a ese restaurante de comida típica de aquí, seguro que le gusta y la aprecia.
—Pues ahora que lo dices no se lo pregunté, pero estos días es verdad que ha tendido a probar cosas como la tortilla o la paella…
—Pues no se hablé más.
—Podemos quedar sobre las ocho y luego ir a la última sesión de cine ¿os parece?  Y…gracias por vuestro apoyo y comprensión.…
—No es nada y a las ocho nos parece perfecto.

Colgué el teléfono con una sonrisa, pero no me había dado  tiempo a coger siquiera algo de abrigo cuando de nuevo empezó a sonar. Mire el visor y ¡vamos! Esta ya estaba tardando, el diablo nº 1, uppss perdón, Alice en acción, alias volcán huracanado para mí.
—Dime Alice
—¿Cómo que dime?, cuéntame tu a  mí. No sé si estar enfadada contigo por no llamarme o contenta porque por fin has conocido a mi hermanito. Mira que te he tenido que insistir veces, y a él no digamos. Menos mal que por lo menos te has dignado llamar el otro día para darme las gracias, pero no es normal que aquella que se llama mi amiga no me mantenga informada puntualmente de cómo van las cosas, porque claro a esto no hay derecho Bella tengo que saber ¿porque estas tan callada?, ¿Bella?, ¿has colgado?
—No Alice no he colgado, es que estoy esperando a que termines para poder decir yo alguna cosilla aunque solo sea una –le dije admirando una vez más la capacidad de mi amiga de hacer tantas preguntas todas juntas y a la vez, y encima sin pararse a tomar aire.
—Pues venga ya terminé…—me contestó con su habitual impaciencia.
—Alice no quiero que te alteres ni que te exaltes y mucho menos que empieces a maquinar pero… me gusta Alice de verdad me gusta y parece que yo a él también. Una vez más te doy las gracias amiga, tenías razón. Hemos decidido intentarlo y de momento nos hemos hecho novios y…
Pero no me dio tiempo a terminar porque un montón de gritos me dejaron el tímpano totalmente inactivo por lo que supuse que no estaría sola y adivine que el famosos cuarteto diabólico estaba reunido. Cuando se hubieron calmado los ánimos estuve charlando con ella un rato siendo interrumpidas constantemente por las que supuse seria los otros tres diablos. Durante el transcurso de la conversación  me sacaron entre todas, ya que las otras tres se auto proclamaron  primas y tía  mías  sin siquiera conocerlas,  la promesa de irlas informando puntualmente de todo  ¿que esta familia tenía algún problema con eso de las promesas?

Pasamos un día muy agradable viendo  Toledo y después fuimos al restaurante donde habíamos quedado con Rose y Emmett. Edward congenió inmediatamente con mi hermano y entró al trapo con sus bromas siguiéndoselas con mucha facilidad y gastándole el también algunas. Rose y yo nos mirábamos con cara de vaya par de patas para un banco que se acaban de juntar.
Después de cenar fuimos a ver la famosa película. Durante la proyección Rose y yo no dejamos de pegar botes y brincos en el asiento acompañado de gritos que eran recibidos por las burlas de nuestras respectivas parejas los cuales debían tener anestesiados los brazos correspondientes de tanto pellizco, aunque ellos disimuladamente también se llevaban sobresaltos, ¡malditos hombres y su ego masculino!
Cuando salimos del cine Rose y yo no íbamos nada, pero nada tranquilas por ese parking  triste, oscuro y solitario e íbamos agarradas la una a la otra mirando para todos lados.
—A ver que la buena mujer se ha quedado dentro de la película y los muebles y los juguetes también, a ver si os creéis que no tienen nada mejor que hacer que salir de ahí para pillaros a vosotras,  y además os recuerdo que en la película no había coches amenazantes solo mecedoras, lámparas y algún que otro muñeco –dijo Emmett con su habitual guasa.
—Que tonterías dices Emmett Swan  como vamos nosotras a…
—Buuu –chilló de pronto Edward y nosotras pegamos tal grito que un guarda de seguridad salió de entre la nada mirándonos mal, muy mal, así que muy calladitas y bien apretadas la una a la otra,  decidimos seguir nuestro camino hacia los coches.
—Edward, Bella nos ha dicho que te vienes con nosotros a casa este tiempo que andes por aquí, así que me parece una tontería que vayas ahora al hotel, vente con nosotros  y mañana yo te acompaño a recoger tus cosas. Y tranquilo no me opondré a que duermas con mi hermanita, no soy tan anticuado y ella es una mujer adulta y capaz, y además se te ve un buen tío y sé que te vas a portar bien con ella,  ¿qué porque lo sé? , veras ya sabes que trabajo en la embajada en un puesto de responsabilidad y  tengo contactos con la CIA y el FBI, ya sabes gente capaz de hacer que ciertas cosas parezcan un accidente y….
—Emmett Swan… –dijo Rose mientras seguía abrazada a mi no muy convencida y mirando a su alrededor pero con su tono característico de esta noche vas a tener sexo con tu madre…
—Vale, vale, solo estaba bromeando.
—No hay problema Emmett, me voy a portar muy pero que muy bien con esta señorita, no quiero acabar siendo picadillo en cualquier restaurante de comida barata  o en alguna cuneta abandonada –dijo siguiéndole la broma y poniendo una fingida cara de espanto. Rose y yo rodamos los ojos en medio de nuestro temblequeo nervioso. Lo dicho, se habían juntado el hambre con las ganas de comer.
Llegamos hasta donde habíamos dejado nuestros respectivos coches y nos pusimos en marcha. Edward aceptó entre risas la propuesta de Emmet así que puse rumbo a casa.
Cuando llegamos, nos despedimos unos de otros y fuimos cada uno a nuestra habitación. Después de una nueva sesión de…amor silencioso por respeto a los oídos ajenos, nos quedamos dormidos. Bueno al menos él porque yo…yo no hacia más que mirar a la mecedora que tenía en mi cuarto y que curiosamente se parecía mucho a  la de la película, y la miraba y la miraba y la mecedora se movía, juro que se movía sola al igual que el cine, hacia delante, hacia atrás, sí señor, ella solita…a no ser que… alguien la moviera… temblé ante semejante pensamiento y miré hacia Edward pero estaba tan a gusto durmiendo…
De repente me fije en mi laptop, en Chicago creo que aun era de día, aunque no estoy segura…pero por probar…me levanté mirando con expresión desafiante a la susodicha mecedora y encendí el portátil comprobando con alegría que Alice estaba conectada, así que le di un zumbido y la llamé.
—Hola Bella, ¿cómo estás?, no soy Alice soy Irina su prima, veras Alice está un poco así como desconectada de la realidad, hemos tenido tarde de chicas para celebrar vuestro ya sabes… noviazgo –vaya pues que ganas tienen estas de que Edward se comprometa  —y nos hemos pasado con los mojitos. A pesar de que es demasiado pronto se han quedado todas dormidas en medio del asedio al abismo de Helm, pero hija, yo sigo aquí al pie del cañón, ya que dejar a esa gente así, que quieres que te diga no me parecía bien… ¿te puedo ayudar en algo?, ¿tienes algún problema?, ¿qué tal con mi primo?, ya tengo una idea para que se quede y no habrá que despedir al “insigne escritor “evitándonos problemas legales. Ya sé que es la primera vez que hablamos pero me encanta conocerte, puedes confiar en mí, así que dime ¿en qué te puedo ayudar?
—Desde luego digna prima de su prima parecía una pila de las que duran eternamente,  pensé para mí mientras le explicaba que no me atrevía a decirle ya que iba a pensar que estaba loca
—Bella créeme si tú estás  loca, yo soy tu Reina, a estas alturas de mi historia cualquier cosa me parece normal, así que… dispara…
Y en fin, como quiera que la mecedora y yo nos estábamos desafiando en medio de la madrugada y ella llevaba todas las de ganar balanceándose de esa forma,  le conté mi problema.
—Uff, te comprendo perfectamente, yo también vi esa película, ¿por qué no despiertas a Edward?,   estoy segura de que  él te hará olvidar enseguida, a mi  Laurent  me ayudó mucho y…
—Irina es que está tan mono dormido que me da una pena…
—Bueno pues otra opción es sacar la mecedora al pasillo…
—Sí pero es que verás…cuando al día siguiente la vea mi hermano, no sabes lo bromista que es…
—No creo que sea peor que mi padre, no sabes cómo te comprendo, son muy graciosos hasta que una es objeto de sus bromas, ¿no tienes un desván?  –vaya ahora entiendo como Edward se ha llevado tan bien con Emmett desde el principio.
—Sí, si tenemos desván.
—Pues  intenta subirla allí.
—Buena idea, ahora vuelvo.
Dejé la sesión abierta para seguir charlando con ella un poco más cuando volviera de la misión mecedora, la verdad, es que me parecía  simpática. Me levanté, cogí el mueble diabólico y salí muerta de miedo al oscuro pasillo. Nada más  cerrar la puerta de la habitación me di un golpe en la cabeza con algo duro y redondo que me hizo sobresaltarme y pegar un pequeño grito ahogado. Cuando mi ojos se acostumbraron a la oscuridad pude ver a Rose con una lámpara que tenía en su mesilla de noche en la mano, una lámpara que, curiosamente, se parecía a la de la película… daría vueltas también en una perfecta imitación de la otra.
—¿Qué haces aquí a estas horas?
—Bueno lo mismo me pregunto yo…
—esto bueno verás, es la mecedora yo… la iba a subir al desván.
—No me digas más, yo iba a hacer lo mismo con la lámpara, vamos antes de que despertemos al diablo y haya chunga a… —pero no había terminado de decir eso cuando una luz se encendió…
—La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en el pasillo –se escuchó la voz estruendosa de Emmet y del susto que nos dimos, yo deje caer la mecedora en el suelo y como acto reflejo me senté en ella dejándome balancear, Rose no tuvo tan buena idea y se quedo mirando a Emmett con cara de me han pillado y la lámpara en la mano como si fuera un arma arrojadiza. La puerta de mi habitación se abrió y apareció un somnoliento Edward con cara de sueño, pero que pedazo de hombre por dios, si hasta recién levantado era un bombón, con el torso desnudo y esos pantalones del pijama tan pegados, con esa cintura tan baja dejando entrever su… que ganas de mandar la mecedora a la porra, tirarme encima de él y… ¡Bella por dios! que estas en una situación un poco complicada, céntrate. Me fije de nuevo en mi pedazo de hombre que paso su mirada de mi a la mecedora, después a Rose con la lámpara y de nuevo a mí, y su cara de sueño fue sustituida por una de interrogación y después una de entendimiento para finalizar con una de pura y autentica guasa…
—¿Que sucede?
—¿Pues nada futuro cuñado es que aquí mi hermanita y mi Rose han decidido hacer mudanza a las 2 de la madrugada, y precisamente de dos elementos del mobiliario que salen mucho en la película que hemos visto y que dan mucho, mucho miedo –le contestó a mi pedazo de hombre mirándonos desafiante, pero yo no estaba dispuesta a ceder…
—Bueno es que he pensado que ya soy muy mayor  para tener una mecedora en la habitación, eso es cosa  de niños pequeños y…. en fin que la iba a llevar al desván o quizás podría preguntar a Rosie a ver si la quiere y…
—¿Estamos hablando de la misma mecedora que hace seis meses se te antojo traer desde Forks armando una peor que la de Waterloo?
—Bueno eso fue hace seis meses ahora ya te he dicho que soy mayor….
—¿Y tú también eres muy mayor para esa lámpara Rose?, porque te recuerdo que me hiciste recorrer siete veces el rastro arriba y abajo porque te habían dicho que ahí las vendían y que era una antigüedad y…
—¡Que… diablos…! yo no tengo por qué dar explicaciones de nada y Bella tampoco y si se nos antoja llevarnos la mecedora y la lámpara al desván a las dos de la mañana pues nos la llevamos, estaría bueno, hasta ahí podíamos llegar, vamos Bella  —y muy dignas cogimos la mecedora entre las dos y  nos dispusimos  a subirla al desván. Pero en cuento Rose bajó la trampilla la dignidad se fue al garete  uff, subir eso, por esas escaleras tan estrechas…. Y como si nos hubiesen leído la mente de nuevo, unas manos cogieron los dos objetos de la discusión y las subieron como si nada por la trampilla hasta sus destino —¿qué se creían estos dos haciendo eso tan rápido, que eran vampiros?
—¿podemos ahora irnos a dormir? –dijo Emmett con su habitual cara socarrona mientras cerraba la trampilla—. De ahora en adelante solo se permite ir al  cine a ver películas de dibujos animados. Vamos hombre hacerle esto a un pobre marido que solo tiene el fin de semana para descansar, no hay derecho –dijo yéndose a su habitación a grandes zancadas seguido de una muy malhumorada Rose.

Yo, muy calladita por si las moscas, me metí en mi habitación.  Me dirigí directamente al ordenador y miré a ver si seguía Irina, conectada estaba conectada, pero ponía que estaba ausente, después de media docena de zumbidos inútiles ante la mirada interrogante y de chunga de Edward, decidí que los mojitos habían ganado al abismo y que estaría durmiendo la merluza.
—¿Y ahora que haces? —me preguntó mi pedazo de hombre
—Esto verás yo… es que…la mecedora…el portátil…Alice que no estaba, tu prima que sí…yo
—Bella, si sentías miedo me tenías que haber despertado, 
¿dónde está la confianza esa de la que hablábamos antes?, además  yo tengo un método muy efectivo para quitar el miedo, ¿te lo demuestro?
Y me lo demostró, vaya si me lo demostró, tanto me lo demostró que la madrugada nos sorprendió en medio de la demostración.

Cuando al fin logramos levantarnos, nos duchamos, vestimos y bajamos a desayunar. Las chungas de Emmett no se hicieron esperar pero sus bromas se vieron eclipsadas porque  Edward tuvo su primer encuentro en la tercera fase con mi sobrina…

—Tú  eres el  hermano de Alice –escuché   que le preguntaba a Edward   —¿ya eres su novio?, supongo que sí porque os he visto salir juntos de la habitación de tía Bella,  menos mal –agregó ante el asentimiento de Edward —no si Alice tenía razón cuando decía que era cuestión de tiempo que os conocieseis y os gustaseis, os hicieseis novios  y… —Edward soltó una de sus consabidas carcajadas y yo me quede encajada en el sitio a la vez que el pedazo de tostada se quedaba a medio camino entre mi garganta y mi estómago ¡maldito volcán huracanado cotilla!, ¿me iba a oír!...  Por suerte para todos menos para mi sobrina, Rose decidió intervenir echándole una bronca monumental sobre como las niñas pequeñas no debían inmiscuirse en cosas de mayores, así que logramos terminar el desayuno sin mayores incidentes.
Como era sábado y mi hermano y mi cuñada no trabajaban, Rose y mi sobrina se fueron al súper y Emmett y Edward se fueron a por las cosas de este ultimo al hotel. Yo me quede sola en casa…encargada de la limpieza.
Después de ordenar un poco mi habitación y la de Rosie, bajé al salón que parecía una cuadra. Esta canguro que teníamos era muy buena pero un poco desordenada. Me puse a ordenarlo y limpiarlo. Agarré el mando de la televisión que siempre está en cualquier lugar menos en donde debería de estar y lo coloqué  en su sitio. Pasé un poco el aspirador y después lo llevé a su lugar en el escobero que había en  la cocina. De repente…oí unas voces. Muerta de miedo y convencida de que alguien había entrado en casa, cogí una sartén de las grandes y un chuchillo dispuesta a defenderme y salí de ahí con la espalda pegada a la pared y los brazos extendidos con las dos armas contundentes  en las manos. Oí como alguien trasteaba en la cerradura de casa y me dirigí hacia allí. Gracias a la mirilla  vi que eran Rose  y mi sobrina, abrí la puerta muy deprisa encontrándome a Rose con el brazo extendido y la llave en la mano.
—Rosie  cariño, espera aquí a la mama y a la tía que ahora salimos a por ti ¿vale? –y dicho esto tiré de mi cuñada y le di a mi sobrina con la puerta en las narices, pero había que protegerla ¿no?
—Rose, hay alguien en casa –le expliqué ante su  mirada de confusión, mirada que se dirigía hacia la sartén y el cuchillo. Pero su mente enseguida entendió ya que con cara de espanto agarró el cuchillo y las dos nos dirigimos, espalda con espalda, hacia al salón  al más puro estilo CSI.
Cuando llegamos al salón no había nadie y lo único que se oía era a la locutora de la televisión hablando de no sé qué nuevo lio del mundo de la farándula ¿quién diablos habría puesto la tele?, ya no había duda, alguien estaba en casa.
—Bella aquí no hay nadie –me dijo Rose
–Entonces Rose,  ¿quién ha puesto la tele?
—¿Has estado limpiando el salón?
—Sí
—¿Dónde estaba el mando?
—En cualquier lado menos en su sitio lo recogí y… —me callé de repente al darme cuenta de que la que había puesto la tele había sido yo sin querer, ya que el dichoso mando se ponía en acción en cuanto lo tocabas. Me quede mirando a mi cuñada…
—No se lo digas a esos dos…
—Ni una palabra –me contestó Rose yendo a buscar a su hija y la compra que habíamos dejado aparcadas en el pasillo –ya tenemos bastante con una mecedora y una lámpara para añadir también una tele al club.




sábado, 21 de abril de 2012

IMAGENES DE LOS OUTAKKES DE RECUPERANDO TU AMOR




PARA VER MAS IMAGENES, PINCHA AQUI

PORTADAS DE UNA CITA CASI A CIEGAS




ESTA BONITA PORTADA LA REALIZARON LAS CHICAS DEL CONCURSO LEMMONADA ESPRES POR SER EL OS INICIAL GANADOR DEL PREMIO ESPECIAL EN ESE CONCURSO. MUCHAS GRACIAS CHICAS.







PARA VER OTRAS PORTADA,  PINCHA AQUI

UNA CITA CASI A CIEGAS. CAPÍTULO 3 : ¿UNA RELACIÓN A DISTANCIA


DISCLAIMER: NINGUNO DE LOS PERSONAJES QUE APARECEN EN ESTE FIC ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD EXCLUSIVA DE S.MEYER.




Capítulo 3: ¿Una relación a distancia?
Pov Edward
—Sí… sigue así… más…deprisa por favor arggggg, que placer… más, más, no pares por favor… así…así…Bella no sabes lo que me haces de verdad que no eres consciente…argg… gemí   estirando mi mano para tomar entre ellas esos dos maravillosos montes que me llamaban…
pip, pip, pip

—Maldito artilugio del diablo—, dije entre gruñidos despertándome de golpe y dando un fuerte manotazo  a ese maldito objeto que,  con   un sonido bastante molesto, había osado sacarme de un erótico sueño que tenía como protagonista a mi amazona personal, cabalgándome como solo ella sabía hacerlo. Pero ni en el suelo el dichoso aparato se callaba, seguía con su insistente bufido una vez y otra y otra…, estiré la mano para apagarlo y, al recordar que hoy de nuevo la vería mi mal humor mejoró considerablemente.
 Me levanté tan deprisa que sin querer enredé las piernas entre las sabanas y me fui de boca contra el santísimo suelo. No pude evitar reírme a carcajada limpia, ¿era posible que se me hubiera pegado su torpeza?

Me duché y vestí en un tiempo record. Cuando estaba saliendo por la puerta de la habitación sonó mi móvil con la ya muy familiar melodía de la serie “Mujeres desesperadas” que tenía guardada para ellas, miré para ver quién era de las cuatro. Diablo numero 1, ponía el visor. Bueno esto ya me lo esperaba así que cuanto antes me someta al  tercer grado mejor…

—¿Qué tal?, ¿ya la has conocido?, ¿qué te pareció?, ¿a que es muy guapa?, ¿te resulta simpática?, ¿ a que es verdad que es muy torpe?, ¿pero a que esa torpeza es encantadora?, ¿has montado ya con ella en el autobús o en el metro?, ten cuidado si lo haces, ¿lo habéis pasado bien?, ¿has vuelto a quedar hoy con ella?, ¿da el perfil de esa mujer idealizada a la que buscas?, ¿te ha enseñado la ciudad?, ¿has visto la Cibeles y la puerta de Alcalá?, ¿a que son muy bonitas?, ¿te gusta Madrid? ella es muy buena chica Edward por favor no le hagas daño porque si no te las verás conmigo... hay por dios no te quedes callado, que parece que te comió la lengua un gato, contesta ya de una vez y dinos algo que morimos de impaciencia  –yo rodeé los ojos ante la expresión no te quedes callado…,  ¿cómo pretendía que hablara, si ella no paraba de preguntar al más puro estilo cacatúa? Como es lógico y, conociéndola como la conozco,  la dejé soltar de una sola parrafada y sin respirar todas las preguntas a la vez,  tal como era su costumbre  antes de siquiera abrir la boca  pues ya sabía yo que intentar contestar  a ese  loro cuando estaba en su modo Santa Inquisición,  era misión imposible.. Como ruido de fondo podía escuchar varias voces asintiendo a la vez por lo que deduje que el cuarteto diabólico estaría reunido en todo su esplendor. Si vosotras llegarais  algún día solo a sospechar lo mucho que me han gustado la Cibeles y la Puerta de Alcalá pensé para mí, mientras mi miembro me contestaba y mis pantalones le daban la razón.
—Sí a todas las preguntas, estoy muy bien, sí la he conocido, sí he visto los monumentos, sí he montado ya el autobús con ella  y sí me parece no solo guapa , es preciosa y tenías razón es simpática, agradable, alegre, divertida, dulce, cariñosa, apasionada…—conteste en una perfecta imitación de Alice Cullen. Normalmente solía ser  mi estrategia ya que si no me ponía a su altura no había modo de hablar. Me callé un poco al escuchar risas y voces de alegría y asombro mezcladas con estupefacción  ante lo que estaba diciendo. Realmente nunca me había mostrado tan ilusionado con una mujer y era normal que el cuarteto estuviera impresionado, lo malo es que seguro, seguro que ya estaban maquinando algo…
—Chicas… yo he decidido quedarme por aquí una buena temporada y si las cosas me salen bien, bueno, a lo mejor…me quedaría  en España de forma permanente, tengo varias ideas en mente y…
—Pues no estaría mal que una de ellas sea sustituir a ese Black, no tiene ni idea de nada de lo que escribe, le he tenido que rehacer todo el artículo, es un desastre por dios, ni siquiera sabe que hay una cosas llamada comas y puntos  que sirven para separar frases de modo que al leer pueda uno respirar un poco, como si tuviera yo tiempo de estar corrigiendo los deberes de los demás, porque me lo pediste tu y eres mi sobrino preferido que si no,  si quieres hablo con tu padre y….
—Sí, sí esa es una de las posibilidades que había barajado tía –le dije cortando la retahíla de palabras que estaba soltando intentando meter una palabra aunque solo fuera de canto y pensando en si ella conocía también el uso de la palabra pausa al hablar, ¡madre mía! vaya dos, se sabía cuando empezaban pero no cuando iban a parar,   parecía que les daban cuerda, no se quien era peor si Alice Cullen o Esme Vulturi,  y eso que aun no habían intervenido los diablos 3 y 4…—el problema es que no sé si será legal o se podrá hacer pues… —seguí diciendo pero fue de nuevo interrumpido….
—¿Preguntas si es legal?, como no va a ser legal sustituir a un reportero manta que solo sabe…
—Eso déjalo de cuenta de Laurent y mía   ya verás que pronto te lo solucionamos   –horror el diablo 3 ya intervino atreviéndose y osando interrumpir al dos y  haciéndose cargo de un problema.
—Esto…bueno…de acuerdo Irina pero vamos que si no puede ser… ya buscaré otro modo…no hace falta que hagáis nada….absurdo.
—Cuando digo que lo dejes de nuestra cuenta es que lo dejes de nuestra cuenta ¿estamos?, ¿desde cuándo las ideas que yo tengo son absurdas? –gemí para mis  adentros ante semejante pregunta, recordando en todos los líos en los que siempre nos metían sus…ideas.  No, definitivamente con ellas nunca me aburría, las iba a echar de menos. A lo mejor si las cosas funcionaban con Bella, en un futuro no muy lejano nos podríamos reunir. ¡Por dios Cullen que idea! El cuarteto diabólico suelto por Madrid y mi mente evocó la imagen de un señor vestido con uniforme azul,  con semblante muy, muy serio y una porra en la mano.
—¡Que miedo me dais!, pero bueno lo dejo en vuestras manos  y que el cielo me proteja –dije esto último mas para mí que para ellas.
—Tú solo preocúpate de cerciorarte si POR FIN –dijo el diablo que faltaba recalcando el por fin –abandonas tu hobby de cazafantasmas y esa mujer   POR FIN  —volvió de nuevo a recalcar el por fin –se convierte en  mi futura prima.
—Kate, creo que es un poco pronto para eso…—Le interrumpí, pues no tenía ganas de saber los enfadadas que estaban mis dos almorranas personales porque con imaginármelo ya me bastaba.
—Bah, eso son tonterías, si te gusta una persona te gusta desde el principio y punto. Mira Garrett y yo, fue amor a primera vista. Así que ya sabes, a por ello. Sonreí pensando en el acoso y derribo que había sufrido el pobre  Garrett por parte de Kate. Pero mi prima era una Vulturi y cuando un Vulturi se empeñaba en conseguir algo lo conseguía  fuera  como fuera. Sí, efectivamente los Vulturi eran peor que los Cullen en eso y sino que se lo pregunten a mi padre.
—Pues a por ello voy en este mismo instante, chicas os dejo que viene mi autobús.

Tomé el autobús a la hora prevista, a pesar de la intervención  del cuarteto diabólico. Llegué a la parada en donde había quedado con ella y la vi esperando así que toqué con la mano los cristales del  vehículo para llamar su atención y que viera que iba dentro, ¡qué guapa se había puesto! Su ropa era muy sencilla, constaba de unos vaqueros que se ajustaban a su cuerpo dejando a la imaginación lo que podría uno encontrar debajo de ellos. Mis pantalones ya empezaban a apretarme solo de pensarlo, ¡oh mi Dios! me esperaba una buena mañana.  Como ropa de abrigo llevaba una cazadora preciosa y muy sencilla, supongo que debajo de ella llevaría algún jersey o camisa. Mi cuerpo empezó a responder de inmediato ante el erótico pensamiento de que debajo de aquella cazadora que se veía tan tremendamente sexy en ella, no llevara absolutamente nada, ¡Dios mío los pantalones, me iban a reventar!…así que intenté desechar ese pensamiento tan inoportuno desviando mi mirada hacia su cara. Iba maquillada de manera muy delicada y sutil a diferencia de aquella otra mujer que gracias a Dios había quedado aparcada en Chicago.
Me acerqué rápidamente hacia ella antes de que el vehículo arrancara y protagonizara alguna escena catastrófica aunque, si he de ser sincero, no me molestaría en absoluto que volviera a agarrarse a un sitio que ¡diablos! se había despertado ya nada más verla. ¡Joder! Que estrechos eran estos pantalones ¿puede ser posible que la ropa encoja colgada en el armario o dentro de una maleta?
 —Veo que ya me estabas esperando.
—Esto… bueno sí… no quería bajarme  del autobús y tener que pagar otro billete.
Sin poder evitarlo le planté un beso en los labios que ella correspondió al instante mientras el autobús arrancaba y nos hacia trastabillar  en nuestro sitio cayendo encima de un pobre señor que nos miró con cara de muy pocos amigos. Definitivamente Bella Swan me había pegado su torpeza, pensé  con una sonrisa.
Como no había asientos libres la puse contra la pared del autobús y me pegué a ella todo lo que pude con una acuciante necesidad y una erección más grande aun. Era increíble como nuestros cuerpos encajaban amoldándose el uno al otro con una facilidad impresionante, reconociéndose al instante y despertando a la vida con una rapidez inusitada.  
Para ayudarla a mantener el equilibrio me apreté contra ella intentando sujetarla con mi cuerpo y casi fue peor el remedio que la enfermedad.  Cada vez que el autobús pillaba una curva, cada vez que se paraba en los semáforos o en las paradas, para luego volver a arrancar, ¡Dios!, ese roce, esa fricción, ese enfrentamiento de un sexo contra otro  ya que ella iba un poco estirada hacia abajo y nuestras partes intimas se tocaban por encima de nuestras ropas,  era dolorosamente insoportable. Cada vez que esto ocurría nos mirábamos y en nuestros ojos se reflejaba el deseo, la tensión sexual otra vez de vuelta, desafiándonos. No pude evitar volver a pegarme a ella en un beso voraz, demandante, mientras Bella se unía a mi cuerpo todavía más si podía y se frotaba contra mí ¡por Dios!... El autobús se había quedado solo, únicamente estábamos ella, yo y nuestro deseo.
—No sé si voy a poder aguantar todo el día de turismo viendo esos museos cuando la única obra de arte que quiero contemplar es tu cuerpo desnudo pegado al mío y bailando al compas de la música del amor –le dije al oído mientras ella se sonrojaba violentamente, sonrojo que me hizo desearla todavía más y más. Mis pobres pantalones estaban a punto de reventar.

Conocer junto  ella el Paseo del Prado con  sus dos museos más característicos, la fuente de Neptuno  y ese famoso monumento a los caídos en el 2 de mayo,  fue toda una experiencia. Llevaba a Bella abrazada a mi cuerpo mientras cada dos por tres la sentía tropezar a mi lado al tiempo que yo miraba disimuladamente al suelo para ver si había algún agujero, baldosa suelta o algún otro tipo de obstáculo. Pero no, era increíble,  esta chica se tropezaba con sus propios pies, el suelo estaba inmaculadamente liso y no olvidemos de que ella llevaba unos deportivos muy sabiamente elegidos ya que se suponía que íbamos a patear la ciudad.
Cada dos por tres parábamos a tomar fotos de todo lo que veía para documentar mí supuesto reportaje y de paso, tomando todas las que podía de ella. Bella hacia lo mismo para documentar su libro, mientras… nuestros cuerpos jugaban a encontrarse y el bulto en mis pantalones me llamaba pidiendo auxilio.
La anécdota más graciosa fue dentro del museo Thyssen. Mientras veíamos  la impresionante colección de cuadros, Bella iba junto a mí literalmente patinando, ya que el suelo estaba encerado y ella parecía tener problemas para caminar correctamente.
—Voy un momento al cuarto de baño –me dijo. Y ni corta ni perezosa se dio la vuelta sin percatarse de que una señora de la limpieza  acababa de fregar la entrada a los servicios. El típico anuncio de “suelo mojado” todo grande, triangular y amarillo,  se hallaba colocado y se veía perfectamente, pero Bella pareció no verlo y se lanzo literalmente, como si de un Kamikaze se tratara,  hacia ese trozo húmedo de suelo y fue patinando un relativamente corto trecho sacudiendo los brazos al mismo tiempo, hasta que se empotró contra la pared y acabó despanzurrada   en un escorzo de lo mas extraño y divertido. Yo no llegué a tiempo, juro que no llegué a tiempo. Bella era peor que un niño, los ves  venir, intentas evitar el desastre inminente,  pero nunca llegas a tiempo.
—¿Te has hecho daño? –le pregunté mientras la levantaba aguantándome la risa.
—No, y te puedes reír si quieres. Esto es parte de mi naturaleza, supongo que soy  muy torpe.
—¿supones?
—Sin coñas ¿vale?
—Vale, vale, te espero aquí.
La vi adentrase en el baño de señoras y al rato salió con una cara muy contrariada  y murmurando cosas sin sentido ¿qué diablos le había pasado ahora?
—¿Sucede algo?
—No, nada malo, es que la chica que ha salido conmigo llevaba la misma ropa que yo ¿no te has dado cuenta? no es que yo sea… en fin... que es un poco violento. A ver no soy una snob ni nada por el estilo y ya sé que mi ropa es normalita, no es de diseño, se puede comprar en cualquier sitio, aunque ahora que lo pienso la cazadora me la regalo Alice por mi cumpleaños, es un diseño suyo lo cual es de lo más extraño porque ella me dijo que era exclusivo, pero además de eso es que iba igual, igual, pantalones, bolso y zapatos incluidos.  Hasta los pendientes eran iguales y eso que Alice me dijo al regalármelos que una de tus primas los había hecho  para mi, vaya coincidencia y menuda vergüenza porque a ver…
¿Chica que había salido con ella?,  si no había salido nadie con ella. La dejé sola un instante con sus divagaciones y  me adentré en el servicio en busca de la mujer misteriosa, con peligro para mi integridad física y mental. Por fortuna, el baño estaba completamente vacío, entonces ¿donde diablos estaba la famosa mujer?, recorrí la estancia con la mirada y… ¡bingo! ahí delante de mí y ocupando la pared de lado a lado, estaba la explicación…
—Bella ¿quieres venir un momentito por favor?
—¡Anda! –exclamó perpleja  una vez estuvo de nuevo a mi altura, mientras miraba su reflejo en el enorme espejo que cubría toda la pared de la entrada al baño de señoras. Yo creí que era otra mujer y resulta que era mi imagen reflejada —dijo con la cara tan roja como  un pimiento morrón—. En fin añádele el despiste a la torpeza.
—Eres increíble Isabella Swan –le dije riéndome a carcajada limpia mientras salíamos del baño ya que una señora que acababa de entrar, bastante mayor por cierto, me estaba mirando, no sé cómo me miraba, pero me miraba y precisamente no era mi cara la que miraba sino… en fin que a la señora le había gustado… eso…,  no me gustaba esa expresión,   ¿por qué siempre las mujeres me miraban así?, ¿que no tendrían ellas maridos a los que dedicar esas miradas tan lascivas?

Después  del Thyssen fuimos al museo que daba nombre al paseo, El Prado. Me pareció espectacular recorrer aquellos pasillos llenos de cuadros de tantos pintores famosos y sobre todo excitante de la mano de esa diosa echa mujer, una mujer que hubiera podido ser la musa de Velázquez, Goya o cualquiera de los pintores cuya obra estaba expuesta en aquellas maravillosas salas. De hecho al contemplar el fabuloso cuadro de Goya “La Maja Desnuda” no pude evitar que mi perversa y hasta ahora desconocida mente, imaginara que era ella la que estaba tumbada sobre ese diván con su cuerpo totalmente desnudo, expuesto para mí y que yo era el afortunado pintor que la iba a pintar recorriéndola paso a paso con mi boca, dientes y lengua. Mi miembro empezó a hacerse notar de nuevo de manera alarmante, demandado un poco de atención, ¡por dios mis pantalones dando la lata otra vez!, ¡que pesados! Como sea que esa atención no podía ser satisfecha  en ese momento  por mucho que quisiera, a no ser que hiciera una rápida escapada al cuarto de baño , la tomé de la mano optando por la solución más sencilla, huir hacia la sala contigua. Bella me miró extrañada ante mi repentina maniobra pero solo la bastó una ojeada para dar con la explicación y una sonrisa maliciosa asomó en su cara ¡condenada mujer!, ya me resarciría yo de eso no te quepa la menor duda Bella Swan, seguía pensando para mi mientras continuábamos recorriendo las salas.
—Upss perdón –le dijo a un chico que literalmente se había tragado al volverse después de haber estado admirando el Guernica de Picasso dándole un impresionante pisotón.
—No pasa nada— contesto el chaval dando pequeños  y disimulados saltos supongo que para calmar el dolor. Menos mal que no llevaba esos condenados tacones que mi hermana y mi primas solían ponerse  –ha sido un placer, puedes chocarte contra mí las veces que quieras –dijo aquel descarado ganándose una mirada envenenada por mi parte. A ver pedazo de animal, esa mujer viene acompañada ¿que no lo ves o es que yo soy una de las pinturas mas de las paredes?, ojala llevara unos tacones de aguja tan afilados que te hubiesen traspaso el pié pedazo de…
—Definitivamente tienes que hacerte un seguro por daños a terceros –le dije en broma intentando apaciguar a ese Edward interior desconocido hasta entonces por mi y que se había levantado en guerra contra ese invasor que había tratado de conquistar mi territorio.

Salimos del museo y seguimos paseando mientras ella me iba explicando y enseñando toda la zona. Fuimos a la estación de Atocha, comimos en un restaurante muy bonito que había en el paseo de los artistas y después me enseñó el parque del Retiro…  Al fin, llegó el momento más esperado.

—Bella, no sé como pedírtelo, pero yo… yo lo pase muy bien ayer. Esto... ¿querrías volver a ese hotel conmigo?, y… bueno… me gustaría que pasásemos la noche juntos, yo… te  eché en falta ayer, verás es que…te necesito…, no es más que eso, quiero despertar contigo a mi lado acurrucada en mi pecho. Quiero que tu cuerpo sea lo primero que sienta al despertar por la mañana, tu cara la primera que vea y tus labios los primeros que bese. No sé que me has hecho Bella Swan pero yo…
—Tranquilo Edward yo también lo deseo  –me dijo cogiendo su móvil y tecleando algo en él.
Nos dirigimos a la parada del autobús totalmente abrazados. Era increíble, su cuerpo me llamaba como si fuera un poderoso imán, no podía separarme de ella. Con mucho disimulo metí la mano que sujetaba su cintura, por debajo de su cazadora  y  subí   hasta uno de sus senos y comencé a acariciarlo por encima del jersey, mi miembro se puso de nuevo en estado de alerta máxima, dispuesto y preparado para la acción,  y mis pantalones ¡hay mis pantalones!.  Estaba seguro que ella no estaba mucho mejor que yo   por las muecas y los gestos que hacía y también por esa traviesa mano que con disimulo rozaba mi erección.

El viaje de regreso en autobús mejor ni lo mencionamos ya que nos tocó de nuevo ir de pie y con tantas paradas, semáforos,  frenazos, empujones…¡hay Dios!, menos mal que traje mas pantalones…
Cuando por fin llegamos a la habitación de mi hotel no me detuve en preliminares,  cerré la puerta con uno de mis consabidos portazos. Le quité esa sexy cazadora tirándola al suelo. La acorralé contra la pared besándola furiosamente mientras mis manos se iban derechas a sus pechos, los cuales empecé a apretar por encima del molesto suéter que llevaba.  Bajé mis manos hasta el principio del dichoso jersey y se lo quité sin miramientos al igual que hice con su sujetador. Cuando me di cuenta yo también estaba desnudo de cintura para arriba y nuestra ropa yacía en el suelo formando un amorfo montón. Me apreté contra ella rompiendo el beso. Explore con mis labios su oreja, su cuello y fui bajando poco a poco hasta sus pechos donde me dediqué a chupar, lamer, mordisquear y beber el delicioso néctar que me proporcionaban sus pezones mientras sus jadeos y sus gritos se oían por toda la habitación al tiempo que sus muy traviesas manos tenían aprisionado mi pene en un torturante masaje que iba de arriba hacia abajo y viceversa,  ¿en qué momento había perdido yo mis pantalones? pero, ¿qué más daba?, pensé, mientras mi mano bajaba hacia la cremallera de sus vaqueros y los desabrochaban introduciéndome sin piedad entre sus piernas en busca de su sexualidad mientras mi boca no dejaba en paz a sus pechos y sus jadeos subían de tono siendo una música celestial para mis oídos. Me arrodillé en el suelo al tiempo que le quitaba del todo su pantalón y sus braguitas rompiéndoselas de nuevo. La alcé un poco para que enredara sus piernas en torno a mi cuello abriéndoselas todo lo que pude, sujete con mis manos sus nalgas contra la pared  y sin más miramientos, introduje mi lengua dentro de ella moviéndola y buscando ese ángulo perfecto en el cual gritaría mi nombre aun con más fuerza, cuando lo encontré empecé a embestir sin piedad degustando ese dulce manjar que sus fluidos me proporcionaban. Sus gritos y jadeos se habían convertido en la banda sonora de este ritual lujurioso  que estábamos experimentando al tiempo que con sus manos me apretaba más contra ella y sus caderas  se movían para que yo acelerara los movimientos  a pesar de la presión que ejercían mis manos sobre sus nalgas. Mi nombre era lo único que salía de su boca junto a sus gemidos y jadeos y eso me excitaba todavía más. Tal y como me lo esperaba sus paredes empezaron  cerrarse, así que con una prisa enorme le saqué mi lengua de donde estaba, me alcé haciendo que esta vez enrollara sus piernas en torno a mis caderas e introduje de una embestida mi erección. Empecé a moverme con insistencia dentro de ella empujándola contra la pared cada vez que la embestía,  hasta que  con un potente grito liberó su orgasmo que fue acompañado del mío. Los dos caímos exhaustos y agotados al suelo.
 Cuando me hube recuperado la tomé en brazos  llevándola hasta la   cama donde empezamos otra vez el juego del amor. Después de varias horas de sexo interminable, nos quedamos en silencio uno en brazos del otro, cansados pero satisfechos

—¿Sabes? –le dije un rato después  mientras acariciaba  su cuerpo después de esa sesión  placentera e intensa de loco y ardiente sexo ¿o podríamos llamarle amor? —¿Te acuerdas cuando te dije ayer que estaba esperando por la mujer de mi vida para casarme? Cuando decidí venir a Madrid lo hice siguiendo una corazonada. Yo ya te conocía antes de venir aquí. Alice me hablaba tanto de ti, que era como si fuéramos amigos de toda la vida y empecé a sentir no solo interés por ti, sino algo más, no sé cómo explicarlo, pero tenía que venir. Además…no se lo digas a mi hermana, pero la robé una foto tuya que se dejo “olvidada” en mi habitación  hace tiempo y la he conservado desde entonces, gracias a ella te reconocí al instante, nada más subir a ese autobús. No entiendo todavía muy bien porqué pero necesitaba conocerte, algo en mi me lo urgía. Ya llevaba rumiándolo en mi subconsciente desde el primer momento en que vi esa foto, pero mi insistencia de buscar y encontrar a la mujer perfecta para mí, me impedía reconocer que quizás mi búsqueda había terminado y que esa mujer podrías ser tú. Pero lo que me llevó a tomar la decisión fueron unos acontecimientos que bueno… digamos que entre mi madre y una mujer a la que desprecio y que es hija de un primo de mi padre, me hicieron una encerrona para…
—Conozco a Tanya –me dijo sorprendiéndome una vez más aunque con un tono de voz que me descubría claramente su enfado ante mi pequeño engaño. Primero terminaría de hablar y luego vería la manera de terminar con su enfado. A lo mejor el inmenso jacuzzi que había en el cuarto de baño podría ser un buen aliado –tu hermana me ha hablado de ella, de su obsesión por ti y de tus inútiles y vanos intentos de huir—. He de reconocer que me sentí aliviado ante esa revelación, otra cosa que tendría que agradecer a Alice. El hecho de que Bella supiese de la existencia de esas dos almorranas fastidiando  en mi trasero me facilitaba las cosas.
—Me alegro de que sepas de ella –le dije –el caso es que querían forzarme a un matrimonio que ni quiero, ni he buscado, ni deseo. Si algún día me caso quiero casarme por amor Bella y yo… no amo a esa mujer, no siento nada por ella, es más la desprecio. Llevo huyendo de ella desde que tengo uso de razón. Pero hace dos días toqué fondo con esa encerrona,  así que puede decirse que me sentí agobiado, en cierto modo necesitaba escapar, huir, que me dejaran tranquilo. Alice me dio la opción de venir aquí  y al mirar tu foto de nuevo me decidí.

—No sé si estar enfadada contigo por no haberme dicho  quien eras antes de dejarme hacer el ridículo como lo hice, o alagada por las cosas que me dices, ¿cómo es posible que no me dijeras nada cuando yo….
—Perdóname Bella  se que hice mal, pero es que cuando te vi sentí la necesidad de observarte sin que supieras quien era. Mi hermana me advirtió de que no te hiciera daño y al verte se me ocurrió que podría observarte en silencio, sin que lo supieras y ver si tú… podrías ser esa mujer. Pero tu cuerpo se empeñaba en buscarme y creo que el mío también tenía la misma idea. Nuestro primer encuentro en el autobús fue devastador para mí y muy relevador pero decidí seguir un poco más, confirmando lo que ya mi subconsciente  me gritaba y tras el segundo encuentro o podríamos llamarle mejor tropiezo, simplemente supe que había hecho lo correcto, que ese plan que ese cuarteto habían urdido era…
—¿De qué plan hablas? —  preguntó de nuevo a la defensiva –ufff ya me había hablado también Alice de su terquedad y de su mal genio, aunque espera no ser testigo tan pronto de ello. A ver si una vez aclarado esto, el jacuzzi cumplía con su función.
—Ya sabes que mi padre es el dueño del periódico en el que trabajo, así que me inventé, bueno más bien mi hermana y mi tía se inventaron, este reportaje como excusa para venir. Déjame decirte que nunca me arrepentiré de haber hecho caso a ese par de locas   –y volví  a capturar sus labios en un beso  apasionado que me devolvió con ansias a pesar de estar enfurecida por mi especie de engaño, por mi confesión, por no decirle que la había reconocido al instante   y por la vergüenza y el ridículo que le había hecho pasar sin necesidad. Podría haberla  dicho desde el principio quien era ¿o no?, pero tenía que saber, que confirmar antes de hacerle  daño… de nuevo  nuestros cuerpos jugaron  a amarse…
Después de lamer, morder, besar y chupar sus pechos durante un buen rato, bajé dejándola besos por todo su cuerpo hasta conquistar su entrepierna pero en vez de detenerme ahí seguí descendiendo por sus muslos dejando suaves besos tanto por dentro como por fuera. Seguí mi camino  hasta llegar a sus rodillas, la cuales bese y mordisqueé, primero una y luego otra, ganándome suaves jadeos. Llegué hasta sus tobillos y repetí de nuevo la operación, los jadeos estaban subiendo de intensidad. Alcancé sus pies y me dediqué a lamer y morder sus diez dedos, uno por uno para luego volver a ascender de nuevo por sus piernas, rodillas y muslos y me detuve allí un rato más. Mi erección estaba pidiendo a gritos su desahogo, ya no aguantaba más y  a juzgar por sus gritos ella tampoco. Me levanté de la cama ante su evidente sorpresa y estupefacción y me dirigí al cuarto de baño. Abrí los grifos del susodicho jacuzzi y volví de nuevo a por ella, no sin antes coger un par de condones. Me tumbé un momento sobre ella y atrapé su boca con la mía, sus labios se abrieron al instante permitiéndome un total acceso a ellos y yo aproveché para explorar  todos los secretos que esa dulce cavidad escondía. Me separé  de ella lo justo para tomarla entre mis brazos y llevarla derecha al cuarto de baño introduciéndonos a los dos en el jacuzzi que se había llenado a la mitad. Una vez dentro me arrodillé en el suelo de la bañera, abrí sus muslos todo lo que pude y con mis dedos busqué ese punto que sabía la iba a llevar de nuevo a la locura y cuando lo encontré empecé a embestirla añadiendo un dedo mas a la colección. Con la otra mano, tocaba su clítoris haciendo pequeños círculos,  mi boca se dedicaba a succionar el delicioso néctar de sus pechos y  la otra mano arañaba sugerentemente su pierna que tenía  sumergida en el agua.  Cuando vi que sus paredes comenzaban a cerrarse saque mis dedos de su sexualidad, subí las dos piernas apoyándolas en el borde de la bañera dejando que su cuerpo descansara  sobre mis propias piernas y los sustituí  por mi miembro el cual posicioné en su entrada. Con uno de mis brazos las rodeé los hombros haciendo que su cabeza descansará en él para que no se hiciera daño y la atraje hacia mí. Poco a poco la fui penetrando, llenando, subí una de sus piernas a mi cuello quitándola de donde la había dejado minutos antes,  mientras que la otra seguía en su posición inicial, de forma que el ángulo de penetración fuera más profundo. Conseguí  de esta manera arrancar un grito involuntario de puro placer que me excitó aun mas lo que aceleró mis embestidas. En esa postura y sin dejar de lamer sus pechos, seguí embistiendo más y más rápido sin dejar que nuestras miradas rompieran el contacto hasta que juntos llegamos a la culminación del placer.

—Debería estar enfadada contigo –me dijo una vez que nos hubimos recuperado del orgasmo aun sin salir del jacuzzi , pero cuando me miró puse  aquella familiar mueca de perdón que Alice me dedicaba muy a menudo y que yo había aprendido de ella… dio un largo y sonoro suspiro, murmurando algo así como se nota que son hermanos, el caso es que parece que no lo pudo evitar y me perdonó con un beso en los labios, a ese beso siguió otro en el pecho lo que aprovecho para lamer mis pezones mientras arrancaba un fuerte gemido de mi parte y  así siguió bajando lentamente por mi cuerpo dejándome besos en todas partes hasta que llegó a esa zona de mi anatomía que empezó a chupar y lamer, haciendo realidad esa fantasía que tuve con ella la noche anterior, mejorándola en un cien por cien.  Ni que decir tiene que ese cuarto de baño fue testigo silencioso de  otra sesión de apasionante amor,  porque yo a estas alturas de la historia y a pesar de que no habían pasado ni dos días desde que la conocía,  tenía la seguridad que no solo teníamos sexo, hacíamos el amor. Sus gemidos se mezclaban con los míos y no se sabía donde terminaban unos y empezaban los otros, el olor de nuestros sexos se unía al de las sales de baño, creando un aroma original y único que enloquecía aun más mis ya enloquecidos sentidos. Nunca tendría suficiente de esta mujer y esperaba que ella nunca de mí.
Recuperarnos de este último asalto fue más difícil que de los anteriores, ya que había sido totalmente devastador. Cuando conseguí que mi cuerpo obedeciera, Salí de la bañera que había quedado impregnada de nuestro olor y cogiendo una toalla de las grandes,  la invité a venir conmigo. Cuando llegó a mi altura, sequé cada centímetro de su cuerpo con movimientos eróticos, incitándola, desafiándola… cuanto terminé ella hizo lo mismo, deteniéndose más de la cuenta en mi erección que ya empezaba de nuevo a cantar dispuesta para la batalla. Nos encaminamos de nuevo a la cama... la noche era joven y yo no podía estar más satisfecho  y feliz.
Solo un pequeño detalle enturbiaba mi supuesta felicidad, pensaba con ella adormilada a mi lado y en mis brazos  descansando después de la ultima sesión …yo  vivía en Chicago  y ella en España ¿seguiríamos esta relación en la distancia si no teníamos mas remedio,  o todo se acabaría cuando  tuviera que volver y nos dijésemos adiós?, ¿sentiría  la misma necesidad de mi?,   ¿aceptaría  que me trasladase a vivir con ella en este país como era mi intención?,   ¿estaría conforme mi padre en que hiciera mi trabajo desde aquí o que sustituyese a ese Black?,  ¿se quedarían mi madre y Tanya quietas e impasibles ante semejante decisión?
Yo tenía muy claro que me iba a quedar por aquí durante una larga temporada y que iba  a hacer todo lo posible para que esa temporada fuera permanente logrando que mi padre aceptase mis sugerencias. El problema seguían siendo la madrastra de Blancanieves y Cruela de Vil, pero no creo que en la distancia pudieran hacer mucho, vamos digo yo. Además se trataba de mi vida y tarde o temprano mi madre tendría que acabar aceptándolo.
 Pero por si acaso y a pesar de que tanto Alice como yo le habíamos  contado algo por encima, debería explicarle con pelos y señales el asunto, de forma que estuviera  preparada para lo que fuera dándole el arma necesaria para luchar contra ellas.
Un móvil sonó rompiendo la tranquilidad de la habitación. Reconocía esa música de los 101 dálmatas nada más empezar a escucharla, así que con un suspiro exasperado me levanté,  y al confirmar en el visor del aparato lo que esa melodía me indicaba, le di directamente a colgar. Bella me miró extrañada, pero yo le di mi mejor sonrisa preparándome para esa conversación  que tendríamos que tener y que cambiaria mi vida de una manera absoluta   en caso de que ella correspondiera mis sentimientos. A estas alturas de la historia estaba seguro de que así iba a ser. Me tumbé  de nuevo a su lado y la abracé con fuerza atrayéndola hacia mí, nuestros cuerpos despertaron de nuevo.

—No quiero que esto termine cuando tenga que marcharme  –le dije   minutos después de haber recuperado nuestra respiración tras una nueva sesión de maravilloso y explosivo sexo—. No quiero separarme de ti Bella Swan… no puedo, es superior a mí. 
—Yo tampoco quiero hacerlo…—me contestó inflando mi corazón de alegría.