DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de la magnifica S. Meyer
Capitulo 22: Redención
Pov Edward
—A ver
familia— dije llamando su atención, todos callaron y me miraron.
—Bueno
huelga deciros que Bella y yo estamos juntos de nuevo porque es más que obvio,
pero si queríamos deciros que seguimos
oficialmente casados —había evitado dar este detalle a la familia para que
fuera una sorpresa para todos.
—Eso es
sencillamente estupendo—, exclamaron un montón de voces a la vez, pero yo las
callé de nuevo.
—Como todos
ya sabéis –dije mirando a mi padre el cual me había echado una pequeña bronca
cuando se lo conté —no firmé ni entregué los papeles del divorcio incurriendo
inconscientemente en un delito de bigamia.
Sí papá —silencié sabiendo lo que me iba decir—, sé que
podía haber terminado en la cárcel, pero Bella tiene muy buenos amigos
como también sabéis, y me enorgullece
saber que son también amigos míos.
Gracias a la ayuda de Kate, de mis amigos y sus testimonios a mí favor,
la declaración de Ángela y la
intervención de ese juez amigo de
Marco, todo quedo solucionado,
he quedado absuelto del delito de Bigamia,
el matrimonio con Tanya es ilegal desde el momento en que fui
coaccionado mediante chantaje para
celebrarlo, obligándome con ello a
separarme de la mujer que realmente amaba, así que el juez lo ha invalidado, es
como si nunca hubiera existido, el único
que tiene valor es el mío con Bella, el Juez lo ha declarado válido y legal a
cambio de mi declaración en el juicio.
—Un
momento—dijo Charlie, rompiendo la alegría general—, en qué estado ha firmado
el juez todo esto.
—En el
estado de Washington papá, —le contesté —pero el juez me ha dicho que su
resolución será válida en cualquier estado de la Unión.
Mientras mi
padre y Emmet respiraban aliviados, todo el mundo gritó emocionado. Pero antes
de que se desmandaran y no me dejaran terminar, les silencié otra vez.
—Esperad,
hay más —les dije—, veréis he pedido a mi esposa que renovemos los votos matrimoniales en la misma
iglesia, con toda la familia, los amigos y cualquier vecino de Forks que quiera
asistir y ella me dijo que sí, así que
familia, Bella y yo renovaremos nuestros votos matrimoniales.
En unos
segundos nos vimos envueltos en besos, abrazos, felicitaciones, por parte de
toda la familia. Mi hija, sobrinos y los hijos de Ángela y Ben nos miraban
intrigados, hasta que claro, vino la
pregunta obvia.
—¿Por qué
estáis todos tan contentos? – preguntó un quinteto perfectamente coordinado.
—Hija ven
aquí –la llamé cogiéndola en brazos y sentándola en el borde de la mesa—, verás, ¿te acuerdas que preguntaste si me volvería a casar con tu madre?
—Síiii
–chilló ella emocionada— ¿os vais a volver a casar?
—No
exactamente, hay unos papeles que dicen que estamos casados y que no hace
falta, pero aun así queremos ir a una iglesia y hacer como si nos casáramos
otra vez, ¿te parece? –le pregunté—. Sabes en esas ceremonias siempre hay una
niña que lleva los anillos ¿querrías ser
tú?
—Siiiiiiiiii — chilló de nuevo, realmente emocionada y
dando saltos por toda la habitación.
—¡Lo sabía…
lo sabía! –chilló de repente una muy histérica Alice compitiendo con mi hija en su danza de saltos, mientras el
resto de la familia se dedicaba a felicitarnos de nuevo–, lo sabía desde que
has entrado y he visto el anillo de nuevo en tu dedo –cosa que fue corroborada
por mi madre y por Rose—. Felicidades amiga, no sabes cuánto me alegro. ¿Habéis
decidido ya la fecha de la boda?
—Bueno…pues…—dije
dubitativo mirando a Bella.
—¿Para
cuando piensas que se celebrará el juicio?
—Supongo que
para principios de año, no sé marzo,
abril como mucho, Aro sigue grave, se está recuperando pero aún no está fuera
de peligro, si se salva, habrá que esperar a que pueda presentarse.
—¿Qué te
parece entonces el 20 junio si todo marcha bien?
—Pues que no
me podías hacer un mejor regalo de cumpleaños –dije mirándola con los ojos
empañados con lágrimas de felicidad.
—Pues el 20
de junio entonces.
—Eso es muy
poco tiempo –volvió a chillar Alice de nuevo–. Tenemos muchas cosas que hacer,
el vestido lo primero, encargar las invitaciones, contratar la iglesia, el
catering, los vestidos de las damas de honor, las flores…
—¡Alice
para! –gritaron a la vez Bella y Jasper. Y como si de un robot al cual hubieran desconectado se tratase,
Alice se quedó completamente quieta mirando
a mi Bella y a su marido con una cara rara…
—Vale, vale
—dijo por fin –ya me he puesto hiperactiva pero es que hay tantas cosas que
hacer y es tan poco tiempo que…
—Alice… –volvieron
a repetir Jasper y Bella.
—Bueno,
bueno ya paro. Pero luego cuando
tengamos que ir corriendo ya os lo diré yo. Porque a ver, tenemos que ver
el vestido eso lo primero y…
—Nada Bella,
que no tiene arreglo—dijo Jasper dando un suspiro. Y Todo el mundo empezó a
reír y rodó los ojos ante la hiperactividad de esta mujer.
—Si queréis
vamos al salón a tomar el café —dijo mi madre.
—Me parece
bien –contestó Bella que ya se había instalado en mis piernas con la
consiguiente broma de Emmett—, pero antes Rose —dijo dirigiéndose a mi cuñada —
tengo un regalo para ti –anunció levantándose a coger su bolso.
Y dicho esto
entrego a Rose un sobre muy parecido al
que Carmen nos había entregado con los
documentos de las tierras de Emmett. Rose se la quedo mirando confundida y miró
al sobre como si fuera una carta bomba.
—Ábrelo—
dijo mi Bella riéndose—, no te va a comer. Es un regalo mío y también
de Marco, él lo encontró.
Rose abrió
el sobre más confusa todavía y después de unos segundos de mirar lo que había dentro, se abalanzó sobre nosotros, pues Bella volvía
a estar sobre mi regazo, y abrazó a
Bella llorando de alegría. Todos estábamos confundidos, bueno yo estaba
confundido y ahogado porque el peso de las dos sobre mí, en fin era mucho peso
y me estaban asfixiando. Por el rabillo del ojo vi como Emmett arrebataba a
Rose el papel que tanta ilusión le había hecho.
—¡Bella, hermanita!
–exclamó Emmett con una sonrisa de oreja a oreja cuando vio lo que eran esos
papeles. A ver si los demás nos enterábamos también. Tal era la que se había
formado que hasta los niños se habían acercado.
—¿Cómo has
conseguido esto? – preguntó Emmett y el papel le fue arrebatado de las manos
por mi impaciente madre. Mi padre se puso a leer el contenido por encima de su
hombro y yo enjaulado como seguía no me enteraba de nada.
—Más bien ha
sido Marco el que lo vio. Corín Denali,
que al igual que su padre estaba harta de los tejemanejes de Aro y Cayo,
nos ha puesto objeción a que el FBI revisara las transacciones de su empresa
con las de Aro. Eleazar, su padre,
también va a ser investigado pues se sospecha que los negocios que se
traía con los hermanitos no eran muy legales, y si colabora saldrá
bastante bien librado. Parece ser que
Aro obligaba a Eleazar a colaborar con él
debido a Carmen. Y no me digas
cómo, pero de repente apareció entre las cosas que Aro traspasó a
Empresas Denali y Corín no ha
puesto inconveniente en vendérmela. Marco me ha dicho que ni queramos saber
para que la utilizaban así que me imagino que necesitara bastante reforma
—explicó Bella.
—¿Se puede
saber de qué habláis? — pregunté una vez que había conseguido incorporarme un poco pues
Rose y Bella seguían abrazadas y yo no pensaba apartarme de Bella así muriera
en el acto por aplastamiento.
—Es la casa
de los padres de Rose —tuvo a bien informarme Bella—, donde Rose paso los
primeros años de su infancia.
—Los únicos
felices hermanita —aseguró Rose con una mirada nostálgica—, Dios Bella te ha
debido costar mucho dinero —se quejó— y ya nos habías dado para recuperar
nuestra casa. No…no me lo merezco.
—Pues yo
creo que sí te lo mereces Rose, es mi forma de agradecerte el que estuvieras
siempre ahí, siempre siendo mi amiga y mi hermana, pasase lo que pasase y luchando
contra quién tuvieras que luchar,
sin importarte las consecuencias. La vida te ha hecho pasar por una dura prueba
Rose, por culpa mía, y menos mal que solo quedó en eso Rose en una prueba que
has superado y con la nota muy alta. Por todo eso, gracias. Rose tu sabes mejor que nadie que
puedo permitírmelo. Es tuya de nuevo, tu herencia, haz con ella lo que quieras
—dijo mi Bella, Rosalie tenía lágrimas en los ojos, mientras yo bajaba la cara
bastante avergonzado porque era verdad, Rose fue la única que se mantuvo firme
y le plantó cara a esa zorra cuando los demás estábamos doblegados, la única
que me decía las verdades a la cara y me ponía en mi sitio.
—Pues ya que
hablamos del tema –apostilló Emmet—no sé cómo pero tengo que ir devolviéndote
como pueda el dinero que me has dejado, te has debido de arruinar hermana y eso
no lo puedo permitir.
—Ni se te
ocurra—dijo Bella indignada—, eso fue un regalo y lo de Rose también. Ni se te
ocurra Emmet Cullen devolverme nada de dinero porque te juro que… Mira, se me
ocurre algo si te vas a sentir mejor, abre una cuenta a nombre de tus hijos y
ves metiendo allí lo que se supone me debes a mí y digo se supone porque no me
debes nada —terminó de decir muy digna.
—Pero Bella
—siguió Emmet tercamente—deben ser todos tus ahorros, es imposible que hayas pagado todo esto sin
quedarte sin ningún remanente para ti, te has debido arruinar. Si no me lo coges,
lo que hago es abrir una cuenta para tu hija.
—Emmet no me
hagas presumir de persona adinerada porque no va conmigo —dijo Bella —solo
cógelo. Tómalo como un regalo y cállate. Gaby está bien, no necesita nada.
Tengo todavía dinero. Pero déjame decirte una cosa Emmet Cullen —advirtió en el
mismo tono que empleaba mi madre para zanjar una cuestión—aunque me hubiera
quedado en la más completa y absoluta ruina lo hubiera hecho igual, eso que te
quede bien clarito y tampoco querría que me lo devolvieras. El dinero es eso
dinero, lo importante son las personas.
—Amén a eso —dijo Rose —y como yo sé de lo que
hablas te lo acepto todo. Gracias de nuevo, Bella —dijo levantándose de donde
estaba, gracias a Dios porque yo ya
empezaba a no sentir mis piernas.
—Pues parece que eso de ser médico se paga muy bien
–dijo Emmett volviendo a su modo bromista—, ¿o es que te has dedicado a atracar
bancos en estos años y no nos hemos enterado?,
¿no te habrá entrado complejo de Bonnie y te habrán declarado Enemigo Público en algún
sitio verdad?, mira que por aquí hay mucha poli suelta.
—Emmet,
¿conoces la Corporación Plat? —preguntó Bella.
—Cascaras y
quien no –contestó Emmet.
—Pues
Esme, la madre de Alice, es la dueña junto a su padre. Ella me aconsejó unas buenas inversiones que tuvieron éxito y
además soy una de las dueñas y accionista de la revista Quiérete un poco más ¿te suena?— pregunto con ironía.
—Si es una
revista de esas de mujeres que… ¿Rose no es esa la que compráis mamá y
tú?—preguntó despistado como siempre
—La misma,
pero no la compramos hijo —contestó mi madre orgullosa—Bella nos la manda
gratis todos los meses.
—¿Y tú eres
la dueña?–volvió a decir Emmet—¿qué más ases tienes escondidos en la manga
hermana?, ¿no serás también la dueña de
Mac Donald’ s y yo pagando por las
hamburguesas todos los días? –dijo tan serio que acabó provocando una carcajada
general. La verdad es que al ir a por el dinero que necesité para comprar la casa de Emmett, no pude evitar ver el saldo que en esa cuenta
había y quedé realmente asustado pero orgulloso al mismo tiempo de todo lo que
mi Bella había conseguido y de lo sencilla y buena que seguía siendo. Dicen que
el dinero cambia a las personas, pero a mi Bella la había cambiado para ser
mejor aún.
—No
Emmet—dijo mi Bella riéndose aún y haciendo un movimiento con el cuerpo al
reírse que hizo muchos estragos en mi entrepierna. A ver si nos podemos ir
pronto y Gaby se duerme deprisa, pensé para mí.
—Bueno –dijeron Alice y Jasper haciendo realidad mí
deseo—, es hora de que nos marchemos. El viaje ha sido largo y estamos
cansados.
—Además
–agregó Jasper—, Alice aún no está recuperada del todo y… se calló de repente al ver la mirada envenenada que le
estaba echando su esposa.
—Sí, será
mejor que nos vallamos – dijo si dejar de mirarle con las cejas levantadas —a
descansar, el viaje ha sido largo.
—Nosotros
también nos vamos a ir, Edward— dijo mi
amor. ¡Al fin ¡ grité yo en mi mente —estoy cansada. Y me gustaría estrenar ese
Jacuzzi —me dijo al oído muy sensualmente y el pantalón de repente encogió tres
tallas.
—Sí, mi
amor, vámonos que Gaby estará cansada —dije levantándome deprisa pero cubriendo
el cuerpo con el de ella para que no se viera mi problema. Gaby vino y me pidió
que la cogiera en brazos. Mira, una buena manera de ocultarlo también.
— Bella –dijo
Rosalie al despedirse de ella —mañana quiero hablar contigo, se me ha ocurrido
una idea. He pensado que podríamos arreglar la casa y convertirla en un centro
de reeducación para jóvenes que padecen trastornos alimenticios como anorexia y bulimia, bueno y no tan jóvenes.
Sabes que siempre he admirado tu labor en esa revista y en todas las
organizaciones benéficas en las que estás metida para luchar contra esto y me
gustaría aportar mi granito de arena.
—Me parece
perfecto Rose, es una gran idea.
—Pues mañana
hablamos –dijo Rose.
—Cuenta con
mi apoyo –dijo Ángela–, supongo que necesitarán ayuda psicológica ¿verdad?
—Y con el
nuestro –dijeron Alice y Jasper a la vez –y supongo que Esme y Dydime también
querrán aportar. Desde luego Esme se encargará personalmente de la reforma de
la casa, eso no te quepa la menor duda, ya sabes como es.
—Pues yo no
me voy a quedar fuera –dijo mi madre—. Después de todo serán casi todas
adolescentes, alguien tendrá que ponerlas firmes ¿no?
Después de
despedirnos de todos, Bella y yo con Gaby en mis brazos medio dormida, nos
encaminamos hacia nuestra casa. Qué bien sonaba eso. Rose y Emmett iban a
acercar a Jasper y Alice hasta su nuevo hogar, pues no sabían exactamente donde
estaba. Yo por mi parte con mi niña en uno de mis brazos, su cabeza apoyada en mi hombro y con el otro
abrazando a Bella mientras caminábamos por el pasillo que llevaba a casa,
sentía que tenía el mundo en mis manos. No necesitaba nada mas, lo demás podía irse a la porra yo
así ya era feliz.
Cuando llegamos
a la casa, llevamos directamente a Gaby a su habitación, con mucho cuidado de
no despertarla le pusimos el pijama y la
metimos en la cama.
Salimos de
allí entornando un poco la puerta y ya no me pude aguantar más. La cogí en
brazos y la cargué estilo novia en
dirección a nuestra habitación. Cuando
llegué la deposité directamente sobre la cama y me tumbé encima de ella.
—¿Pero no
íbamos a estrenar el Jacuzzi? –preguntó Bella mientras empezaba a bajar su mano
desde mi pecho hasta mi cintura y tirando de mi camiseta, me la sacó de un tirón.
—Cambio de
planes –le dije yo empezando a desabrocharle la blusa. Llevaba una blusa roja
muy bonita con muchos botones. Esto estaba bien para jugar un poquito, verás
como la iba a poner. Empecé a desabrocharle un botón muy lentamente, y cuando
lo conseguí le di un beso en los labios
y luego descendí por su barbilla, hasta el cuello y de allí a la parte que
había dejado desnuda el botón desabrochado. Pero estaba claro que Bella tenia
las mismas ganas que yo porque ni corta
ni perezosa bajó su mano hacia mi ya muy abultada erección y a través de la
tela del vaquero, la abarcó con sus manos mientras la apretaba y
frotaba para después arquearse de
forma que fuera su centro el que se
frotara contra mí. Era una lucha de poderes para ver quien ponía más al límite
a quien y estaba decidido a ganar. Me separé un poco de ella y con la lengua
empecé a chupar por la parte de la blusa donde estaba el segundo botón,
intentando cogerlo con mi boca. Llevé mi mano al mencionado botón y lo desabroché
mientras volvía a recorrer el mismo
camino anterior, boca, cuello y piel al descubierto. Ella con sus manos
apretaba y masajeaba mi pene por encima de los pantalones y se arqueaba
intentado entrar en contacto con esa parte de mi cuerpo, pero yo no me dejaba,
así que optó por desabrochar la cremallera de los pantalones. Ante ese gesto me
tensé, pues sabía lo que venía a continuación y efectivamente me bajó los
pantalones y metió su mano por
dentro de mí bóxer y empezó a acariciar mi pene. Lo acariciaba
lentamente, igual de lento que yo le desabrochaba la blusa. Porque eso sí yo no había dejado de desabrocharle botón por
botón y besando cada trozo de piel que
quedaba expuesta. Ella empezó a masajear mi glande muy lentamente, acariciando,
haciendo círculos con su dedo. No sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar,
su contacto era exquisito y le había
echado mucho de menos.
—Edward—me
llamó con voz entrecortada y ronca de excitación —por favor entra dentro de mí,
no me tortures mas.
—Solo un
poco más mi amor, no tengas prisa —dije mientras terminaba de quitarle la blusa
del todo y empezaba con el sujetador que ya me estaba molestando. La subí un
poco hacia mí, cosa que aprovechó para enredar sus piernas alrededor de mi
cintura moviéndose sugestivamente contra mi pene. Una vez que el sujetador
terminó, y no me pregunten cómo, colgado
de una de los apliques de la lámpara del techo, empecé a tocarla con la mano uno de los pezones,
acariciándole, masajeándolo al igual que ella hacía con mi pene. Y con mi boca me dedicaba al otro, chupándolo,
saboreando su dulce sabor. Esos pechos eran mi perdición, siempre lo habían
sido y ahora más. Con la mano que me
quedaba libre había conseguido subir su falda hasta conseguir llegar a sus
braguitas, las cuales sin remordimiento alguno arranqué literalmente de su
cuerpo. Ya le compraría otras. Busqué su
centro y empecé a acariciarlo de la misma forma torturadora con que ella me
acariciaba el pene. Busqué la cremallera
de la falda y con dificultad la bajé, pues solo tenía una mano ya que la otra estaba
dedicada a mi estimulante favorito, el pecho. Ella dejó mi placentera tortura
un momento para terminar de quitarse la falda y yo aproveché para quitarme del
todo los pantalones y el bóxer. Una vez desnudos
y expuestos el uno al otro, volvimos a
nuestra tarea, yo masajeaba y chupaba sus pezones, y con la otra mano le
acariciaba el clítoris y la invadía con
mis dedos. Pero no era suficiente, dejé de chupar sus pezones y fui bajando con
mi boca dándole besos por todo el
cuerpo hasta llegar a su centro, donde
empecé a lamerlo describiendo círculos con mi lengua mientras mis dedos seguían
metidos en su interior. Al tiempo que
ella seguía exquisitamente entretenida con mi pene.
—Edward… —me
llamaba, pero yo estaba ocupado, no podía contestar.
—Por favor…
no aguanto más –me avisó.
—Pues
córrete mi amor, no te aguantes, venga suéltalo
—la incité. Y debí excitarla un montón porque de repente noté como mi
boca se llenaba de su dulce néctar.
Cuando hube
bebido todo lo que ella me dio, subí de nuevo por su cuerpo sin dejar un solo
centímetro sin lamer y sin besar. Llegué a su boca y la besé, con pasión, con ternura,
con lujuria, con necesidad, al tiempo que mi pene se iba introduciendo
lentamente en su interior.
—No lo hagas
tan lento por favor… —me pidió.
—¿Qué prisa
tienes?– le pregunté—, ¿has quedado con
alguien? –le dije mientras me movía deliberadamente lento en su interior. Hasta
que ella tomó un poco las riendas y rodeándome con sus piernas para profundizar
más empezó a moverse tan rápido que yo veía que me venía el orgasmo antes que a
ella y no quería que ella se quedara insatisfecha. Así que empecé a estimularla
de todas las maneras posibles mientras me movía todo lo lento que ella misma me
lo permitía, al final un grito suyo me
dijo que estaba llegando, así que yo me
dejé ir con ella.
Nos quedamos
un rato uno encima del otro. Bella con las piernas rodeándome y yo aún sin
salir de ella. Había sido muy intenso, no en vano estábamos recuperando cinco
años de amor perdido.
—No salgas
de mí —me pidió cuando una vez recuperadas nuestras respiraciones, intenté
salir de ella para recostarme a su lado.
—¿No
íbamos a ir al Jacuzzi? –le pregunté.
—¿Tú crees
que podríamos llegar conmigo en tus brazos y sin salir de mi? – me pregunto
desafiante. Era costumbre nuestra lanzarnos estos desafíos ¡Otra cosa que
también había echado de menos!
Nos levanté a los dos de la cama, no sin esfuerzo, y con
sus piernas rodeando mi cadera y mi pene dentro en ella, llegamos al jacuzzi.
Haciendo verdaderos ejercicios malabares, entré dentro de la bañera y la tumbé poniéndome
encima de ella. Me alcé un poco para dejar que los chorros de agua salieran.
Con tanto movimiento, mi pene había
comenzado a crecer de nuevo dentro de ella, así que empecé a moverme
lentamente, mientras la besaba y lamía con mi lengua.
—No me has
dejado salir de ti y mira lo que ha pasado por tu culpa, mi amor —le dije
moviéndome dentro de ella cada vez más deprisa pues seguía teniendo mucha
necesidad a pesar de no hacer ni diez minutos del anterior.
—Pues habrá
que solucionarlo –dijo enredando más sus
piernas en mí y moviéndose como solo ella sabía hacerlo, consiguiendo que me
excitara todavía más. Salí de ella con su consiguiente protesta y le di la
vuelta rápidamente pues no estaba para ir despacio, y la penetré de una sola
estocada por detrás. Mi cuerpo se movía por detrás suyo frotándose contra su
delicioso trasero mientras ella se arqueaba hacia atrás para facilitar que le
dejara besos y más besos en el cuello mientras con una mano le acariciaba sus
senos y los dedos de la otra frotaban su clítoris. Ella, completamente arqueada contra mi pecho echaba
las manos hacia atrás tocando y acariciando todo lo que podía. Nos
excitamos hasta tal punto el uno al otro,
que mi siguiente orgasmo fue más intenso que el primero y el suyo también.
—Esto es
maravilloso –dije todavía sin haber recuperado mi respiración del todo. Al
salir de ella me había sentado en el suelo del Jacuzzi y la había atraído hacia
mi pecho.
—Cuanto te
he echado de menos Edward —me dijo
acariciándome otra vez por zona peligrosa y poniéndose a horcajadas sobre mí.
Gesto que yo respondí y así terminamos enredados de nuevo en ese juego amoroso
que solo dos personas que se aman de verdad, que se quieren, que se disfrutan,
pueden compartir.
La mañana
nos sorprendió sin que nos diéramos cuenta. No sé cuantas veces más habíamos
hecho el amor esa noche, pero si puedo asegurar que la cama y el Jacuzzi quedaron oficialmente estrenados. Yo
me sentía pleno, completo, dichoso, feliz, mi cuerpo gritaba por el suyo, ya no
sentía vergüenza de mí mismo, la había dejado en esa casa que había sido mi
cárcel tantos años. La tenia acurrucada contra mi pecho y para mí eso era el
mundo.
—Quédate un
poco más amor –le dije apretándola
contra mi cuando vi que se removía –aún es pronto. Gaby está dormida
todavía.
—¿Y cómo lo
sabes? –dijo mientras me miraba interrogante.
—Por ese
aparato que ves ahí. Es el que tiene la culpa —le expliqué mientras cogía el
Walkie—. Como ves es un Walkie como los
que utilizamos los policías para comunicarnos, ya te conté ayer ¿te acuerdas?
—El caso es
que Ángela la dijo que tendría que acostumbrarse a dormir solita. Parece que
mis dos mujeres Swan tienen mucha afición a dormir conmigo —dije mirándola con
burla.
—Es que eres
irresistible, que le vamos a hacer –dijo con fingida resignación rodando los
ojos, gesto que yo correspondí con un nuevo beso.
—El caso
–seguí con mi relato —es que se me
ocurrió la idea de comprarnos uno y conectarlos a la hora de dormir y así si tenía
pesadillas o miedo no tenía nada más que llamarme. Ángela al principio no
estaba muy convencida pero los resultados han sido geniales. Como ves ha vuelto
a dormir toda la noche de un tirón.
—¿Y Peter y
Tony? —interrogó Bella.
—Pues más o
menos lo mismo. Tony aún tiene alguna
que otra pesadilla pero Ángela dice que es normal ya que él se llevo la peor parte, pero por lo demás
están bien, son los mismos niños de siempre.
—Gracias por
acceder a traerla contigo –dijo acurrucándose otra vez en mi pecho—, si se
hubiera quedado allí no se habría recuperado tan pronto.
—No, gracias a ti por dejármela y depositar esa
confianza en mí. Bella con ella aquí he renacido, he hecho y recuperado cosas que hacía tiempo no tenia o
hacia, me ha hecho sentirme libre, distinto y responsable de alguien. Solo me
faltabas tu para estar completo del todo y aquí estás, ya no puedo pedir nada
más ni quiero nada más mi amor —le dije besándola de nuevo. Tendríamos que ir
con cuidado porque Gaby no tardaría en despertar, menos mal que por el Walkie
la oiríamos antes de que se presentase de improviso en la habitación pues
estábamos desnudos y tenía intención de seguir así un ratito más.
—¿No tienes
que ir a trabajar?–me preguntó de repente—, me apetece verte vestido de poli,
hace tiempo que no te veo y estás tan guapo con el uniforme.
—Bueno —le
dije juguetón —luego te hago un pase privado, puedes mirar mientras me desnudo o ayudarme a
quitármelo, como prefieras —le dije mordiéndole el labio.
—Acepto esa
propuesta —me dijo estremeciéndose en mis brazos—, pero tendrá que ser cuando acabes el turno que
si no, no llegas.
—Me lo
tendré que poner a propósito pues había
pedido vacaciones. De hecho pensaba salir esta misma mañana rumbo a
Jacksonville a pasar las navidades los tres juntos.
—¿De verdad
pensabas hacer eso? –me dijo incorporándose un poco y mirándome con alegría en
sus ojos.
—De todas
las épocas del año, amor, la Navidad es cuando más te echaba de menos. Las
compras, los paseos por las calles de Port Ángeles iluminadas con las
luces, poner el árbol, las peleas por
donde colgábamos cada adorno, las reuniones bajo él una vez adornado cantando
villancicos, la Nochebuena y la posterior reunión en la plaza del pueblo con
velas encendidas para seguir cantando más villancicos, la Navidad con sus
regalos, el año nuevo… Me dije a mi mismo que no pensaba pasar una Navidad más
si ti, así que si tu no venías a mi…
— Es curioso
porque yo sentía lo mismo. Le pedí permiso a Carlisle, pero me mostraba reticente
porque aún estabas con la zorra, pero cuando la detuvieron salí corriendo para
acá.
—Pues casi
que me alegro amor –le dije. Bueno en algún momento tenía que contárselo
¿verdad?— verás… el lunes siguiente al día de Navidad, es el tradicional baile
de la policía en Seattle ¿recuerdas cuando íbamos a él?
—Sí, sí lo
recuerdo—me dijo mirándome pensativa y aquí venia la pregunta —Edward…
—No tuve más
remedio que ir en estos años amor. Al principio me resistí, pero le bastaba
amenazarme con haceros daño para que
hiciera lo que ella quisiera —le dije con vergüenza de nuevo, pero era bueno
hablar de ello y desahogarme y que ella me escuchara. Eso contribuía a
recuperar también mi autoestima—. Pero
no disfrutaba —dije volviendo al tema de la fiesta—, es por eso que tengo ganas
de volver contigo de mi brazo. Bueno y además es que… este año… Emmett iba a ir
en mi nombre…pero ya que estás aquí…
—¿Qué pasa
Edward?—dijo mirándome expectante —me dijiste que no me ibas a ocultar nada.
—Y no te lo
oculto es solo que no fue para tanto, cualquiera lo hubiera hecho, solo que
Emmett y yo estábamos ahí. Verás por culpa de un cortocircuito se originó un
incendio en el colegio. Los bomberos no daban abasto porque el fuego se
extendió rápidamente, imagínate cuanto papel y madera puede haber para que arda
en un colegio. Creíamos que los habían sacado a todos, pero no fue así. De
repente escuché sus gritos y vi sus pequeñas manitas asomar por una ventana
pidiendo socorro. Se habían quedado encerrados en el cuarto de baño y me llamaban
a través de la estrecha ventana. No me lo pensé dos veces, cogí una manga de
riego que afortunadamente quedaba sin usar, me empapé de agua todo lo que pude
y me metí en el colegio de nuevo. Emmett iba detrás de mí, conseguimos llegar
hasta la puerta del cuarto de baño la cual menos mal que cedió a balazo limpio,
no sin antes advertir a los niños que ser quitaran, les rociamos de agua a todos y salimos de ahí tan de prisa como pudimos.
Salieron todos sin más problema que un poco de intoxicación por humo. Emmett y
yo salimos más perjudicados pues inhalamos bastante más, pero nos recuperamos
en seguida. El caso es que por petición
de la mayoría de la gente del pueblo, nos
van a dar una especie de placa en
ese baile y el Cuerpo de Policía nos va a dar una condecoración…
—¿Qué no es
para tanto dices?, ¿salvaste a un montón de niños pequeños de la peor de las
muertes y dices que no es para tanto?—me dijo emocionada y ¿orgullosa?— Edward
eres un héroe y ¿dices que no es nada?—me volvió a repetir echándose a mis
brazos mientras me decía lo orgullosa que se sentía de amar un hombre así, y yo
no puede sentirme más feliz de oír eso. Si Bella Swan, perdón Masen, estaba orgullosa de mi, eso me bastaba.
Aunque era yo el que estaba más que orgulloso de ella por muchas razones.
—Alice se va
a quedar muda de la impresión cuando sea yo la que le proponga ir de compras –
me dijo mirándose las uñas como si nada—, me voy a comprar el vestido más
bonito de todo Seattle e iré contigo del brazo a esa fiesta sintiéndome la mujer
más orgullosa del mundo. Y Gaby vendrá con nosotros ¿podrá?, ¿nosotros íbamos?, ya verás cuando se entere…
—Ya lo he oído todo, mi papi es un héroe, mi papi
es un héroe —dijo mientras la oía como bajaba de la cama para venir a nuestra
habitación. Nos levantamos rápido a por un pijama mientras sus pasos se
acercaban. Cuando llegó se echó a mis brazos concediéndole a Bella el tiempo de
vestirse del todo, yo ya me había puesto los pantalones del pijama.
—Mi papi un
héroe, mi papi un héroe —repetía una y otra vez dándome besos por toda la cara.
Y yo no podía sentirme más feliz. Las dos personas que más quería en el mundo
estaban orgullosas de mí. Entre las dos habían conseguido lo que hacía dos
meses me parecía imposible: me habían redimido, me habían salvado, era otra vez
yo. Ya no me sentía sucio ni avergonzado, todo eso quedo atrás. Había
recuperado su amor no solo el de Bella, sino el de las dos.
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