miércoles, 16 de enero de 2013

LA APUESTA (OS)





OS GANADOR DEL TERCER PREMIO EN EL CONTEST LEMMONADA_EXPRES 2

PORTADA REALIZADA POR RO-RO DEL STAFF DE FFTH




Summary: " Lemmonada_Expres 2" Acudir a una cita con el ginecólogo nuevo, hombre para más señas, puede llegar a ser…extremadamente interesante e instructivo.


_________________________________________________________________________________



La apuesta.

Bella Pov

—¿Entonces, como tengo que llamarte profe o mamá? –preguntó Cintia inocentemente mientras la llevaba tomada de la mano, bueno más bien la llevaba arrastrada de mi mano ya que no tenía ninguna gana de ir al colegio nuevo. Era su primera vez y se estaba haciendo la remolona.

—Puedes llamarme profesora Swan, o profe a secas o… — abruptamente detuve mi paso para mirar fijamente a mi hija de tres años que, si bien físicamente era igualita a sus padres, pelo cobrizo y ojos chocolate, por dentro era una mezcla altamente letal y explosiva entre sus tíos Alice y Emmett, algo muy difícil de lograr, igualar, y, por supuesto superar.

—¿Sabes?, mejor no me llames –le contesté adivinando una futura travesura Emmetiana detrás de esa insistencia.

—Pero, ¿y si necesito decirte algo?

Me volví a parar bruscamente ya que había vuelto a reanudar mi apresurado caminar…aquí había gato encerrado, eso estaba más que claro.

—Simplemente levanta la mano y cuando te de la señal me preguntas.

—Pero, ¿y si estas de espaldas y no me ves?

—Esto…ummmm…no te preocupes ya me volveré.

—¿Sabes?, esto no me hace gracia, eres mi madre, ¿por qué no puedo llamarte mamá?

—Porque esto es el cole y yo aquí soy tu profesora no tu madre.

—Entonces tendré que llamarte profe.

—Bueno, pero profe sin más, no quiero ninguna trastada Cintia Alexandra Cullen.

—Jo mamá no voy a hacer nada.

—Eso espero hija, eso espero

Y continué con mi paso acelerado ya que si seguíamos a este ritmo no llegaríamos nunca a la escuela y yo no me podía permitir el lujo de llegar tarde ya que a mis alumnos no se les podía dejar solos ni dos nanosegundos. Eran demasiado pequeños y…demasiado traviesos todo al mismo tiempo.

Suspiré con tristeza al recordar a Edward…como echaba de menos a mi Edward…pero él estaba fuera cumpliendo su sueño y yo no tenía derecho a interponerme en su camino…me consolaba pensando que ya quedaba poco y por fin podríamos estar juntos otra vez.

Suspiré de nuevo y mientras apuraba el paso empecé a recordar nuestro tórrido comienzo.

Primer Flashback

—Lo siento señorita Swan pero la doctora Weber está de vacaciones y sus pacientes han sido derivados al Doctor Edward Cullen –¿un hombre…? ummm…¿un ginecólogo hombre mirándome, metiendo la cabeza y sus manos por…mis partes nobles? yo que tu esperaría Swan, total que más te da quedarte embarazada hoy que pasado mañana.

—Esto y…dígame ¿hasta cuándo estará de vacaciones la doctora Weber?

—Pues no sabría decirle, pero por lo menos tardará como tres meses en volver, ha tenido un bebé ya sabe y…

—¡Madre mía!¿tres meses?, yo no puedo esperar tres meses—. Vamos a ver Bella céntrate, tienes dos opciones o dejas que un hombre, más bien un doctor, hombre al fin y al cabo, pero doctor, te mire por ahí para valorar la posibilidad de la fecundación in vitro o…simplemente te esperas. Claro que también puedes buscar otra ginecóloga. Pero ¿donde coño encuentro una ginecóloga de urgencias?

—¿Señorita, sigue usted ahí? –escuché que me llamaba la enfermera desde el otro lado de la línea.

—Esto…um…sí, aquí estoy ¿cuándo podría recibirme esto…el doctor Cullen?

—Tiene un hueco mañana a última hora de la tarde ¿la viene a usted bien?

—Pues…sí, sí me viene bien –le diré a Jessica que me acompañe.

Y aquí estaba yo en el lugar indicado, a la hora correcta y sola, más sola que una ostra sin perla y ¿por qué?, pues porque mi amiga, mi muy querida amiga Jessica, no podía hacerme el favor de venir conmigo ya que tenía una cita con su ultimo novio, un tal Mike no se qué, y claro la señora no podía sacrificarse cinco minutos. Vamos a ver Bella se valiente, eres una chica grande y las chicas grandes se enfrentan a sus problemas ellas solitas, solo tienes que entrar ahí, abrirte de piernas y dejar que el buen doctor te miré. A lo mejor es un hombre de estos… ya mayor que te da confianza y parece tu abuelo, ¿mi abuelo?, ¡joder qué vergüenza! Bueno también podría ser un hombre joven, guapo, apuesto, ¡Dios que calor!

—Señorita Swan ya puede pasar –la voz de la enfermera que salió de repente de no sé donde me sacó de mis cavilaciones haciéndome pegar un salto enorme –por aquí por favor —me dijo un poco confundida por mi reacción.

Cuando entré a la consulta y me encontré de frente con el buen doctor no puede evitar quedarme clavada en el sitio, eso no era un hombre, ni era un doctor, eso era un adonis, un dios griego bajado del Olimpo para atormentarme, un homenaje para la vista, ¿cómo coño iba yo a adoptar semejante postura en presencia de…?

—Señorita Swan ¿verdad?

—Esto…sí

—Siéntese un momento por favor –y así lo hice obedientemente ya que su tono de voz no dejaba lugar para las dudas o vacilaciones –acude usted a mi consulta porque quiere hacerse una revisión y valorar la posibilidad de una fecundación in vitro ¿no es así? –me dijo levantando la mirada ¡por dios que mirada!, ¡que ojos verdes mas preciosos!, unos ojos en los que una podría perderse como esos de la isla* y no querer nunca volver a ser encontrada.

—Sí…si…así es –le dije sosteniéndole una mirada que él no había apartado de mi. Me miraba, ¡ay por dios!, yo que sé cómo me miraba con esos ojos, con esa boca, con esa lengua con la que se relamía los labios mientras lo hacía. Si no fuera porque estábamos donde estábamos pensaría que en esa mirada había ¿deseo?, ¿lujuria?

—Pase por aquí si es tan amable –me dijo con una voz ronca que reflejaba una excitación que estaba muy lejos de ser normal. Como tampoco era muy normal el bulto en sus pantalones, no es que yo tuviera mucha experiencia en ese tipo de bultos pero… Sus ojos abandonaron los míos y se dirigieron a mis pechos y de su garganta salió un gemido ahogado. ¡Ay madre mía donde me he metido yo! Y encima ya vamos para allá, a la camilla con los famosos estribos. ¡Por dios, por dios! ¿Cómo voy yo a salir de aquí?, vamos a ver Bella ¿de verdad quieres salir?, sin con solo mirarte ya ha conseguido lo que Black no pudo por años y sino pregúntaselo a tus bragas que tienen ya una inundación considerable. Y era cierto y extraño. Desde que rompí con el innombrable de Jacob Black no había vuelto a tener un orgasmo en condiciones, vamos a ver qué digo, ni con ese impresentable había tenido yo un orgasmo en condiciones, pero eran orgasmos al fin y al cabo que le desfogaban a una. Pero el caso es que desde que rompí no he vuelto esto…ummm…a follar con ningún hombre, ninguno me ha llamado la atención y ahora llego aquí y con el primero que pillo. Vamos a ver Bella es que el primero que has pillado no es cualquiera, es…

—Señorita estoy esperando –dijo con un tono autoritario que me dejó con las bragas en el aire.

Sin más dilación me levanté mi falda de vuelo, puesta adrede para la ocasión, a ver no se confundan es que venir a un sito de esos con jeans y tener que quitárselo todo delante de un desconocido, que encima es un hombre que esta para mojar y comer…bueno a lo que iba, me levanté mi falda de vuelo y me quité mis muy mojadas braguitas. Acto seguido me subí a la camilla me abrí de piernas y puse cada pie en un estribo. Noté como él se acercaba a mí lentamente, tomándose su tiempo, sin prisas y yo me estaba excitando cada vez más. Alto ahí ¿excitando?, Bella por Dios que esto es una consulta médica, sin tan necesitada estás metete por internet en un sitio de citas de esos cuando salgas de aquí...

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando después de escuchar un click, síntoma de que se había cerrado con cerrojo la puerta, una mano, que se suponía era la del buen doctor ya que estábamos los dos solos, empezó a subir desde mis pies acariciando suavemente mis tobillos, mis piernas, mis muslos, mis…¡ay madre!¿es que era este un nuevo método de revisión aun desconocida para mí? Bueno no solía yo venir mucho a un ginecólogo pero Ángela nunca me había revisado así.

—Estese quieta señorita –me dijo con una voz tan ronca, tan sensual, que yo…yo no hice caso y me retorcí como pude y sin querer saqué un pie del estribo

—Si no se está usted quieta no la puedo examinar –me dijo mientras subía y bajaba sus uñas por la parte interna de mi muslo –pero ese es un problema que vamos a solucionar –me dijo al tiempo que quitaba la mano de donde estaba y se marchaba. A ver hijo de….no me dejes así –supliqué con la mente mientras intentaba incorporarme un poco a ver qué sucedía.

—Túmbese –me dijo con voz autoritaria mientras regresaba junto a mí. Sentí que tomaba mi pie entre sus manos y lo aferraba al estribo sujetándolo con ¿una cuerda?, ¡oh por dios!, ¿quién se creía este hombre?, ¿el protagonista de ese libro que todas estamos leyendo?, que conste que yo también me incluyó que una no es tonta.

Empezó a deslizar su mano empezando otra vez desde mis pies hasta mis muslos, pero esta vez no se detuvo ahí, subió mi falda dejando mi trasero totalmente al descubierto, al final me la quitó del todo desabrochando la cremallera y empujando mi trasero hacia arriba él mismo. Vamos a ver, vamos a ver, ¿desde cuándo para una revisión de estas hace falta que una se quite la falda?, por lo general una se la levanta un poco y el doctor pone una especie de sabana encima de ti pero… a lo dicho, mi mente se había secado o se había ido de vacaciones porque yo no podía pensar algo mínimamente coherente.

Siguió su recorrido por mi vientre, mi cintura la que acarició de manera lenta durante un buen rato, luego siguió hasta mis pechos que también acarició por encima de la blusa de una forma que yo ya sentía que me iba a venir y con tan solo tocarme así. Dejó mis pechos y subió hasta mi clavícula, mi cuello, para volver a bajar lentamente por mis brazos, los cuales tomó y subiéndolos hacia arriba, juntó mis muñecas y las ató sujetándolas con ¿unas esposas? a una especie de barra de acero que había detrás de mí. ¡Oh por Dios! ¿Todo esto hacía falta para hacerme una revisión? No, no creía que nada de esto hiciera falta. Sí yo soy muy buenecita y me suelo estar bien quieta. Intenté protestar pero de pronto silenció mi protesta con un beso y vaya beso. Su lengua entró sin permiso en mi boca y empezó a rebuscar y rebuscar hasta llegar a mi garganta, y yo…yo que iba a hacer si no devolverle aquel beso lleno de lujuria, deseo, pasión. Cuando ya el aire estaba empezando a ser más que necesario, dejó mi boca y con sus labios empezó a descender por aquellos sitios donde antes estaban sus manos y estas se dirigieron directamente a mi centro y cuando llegó, ¡madre mía cuando llegó!, metió dos dedos en mi interior y empezó a moverlos de una manera y una forma desconocida para mi hasta entonces. Pero por lo menos parecía que ya me estaba revisando.

—Me temo que voy a tener que quitar su blusa para examinarle los pechos mas concienzudamente…señorita Swan –me dijo y como me lo dijo yo exploté, no puede mas y exploté. Una sonrisa de autosuficiencia se instaló en su cara. Con esa sonrisa que me estaba volviendo loca me desabrochó poco a poco la blusa depositando un beso cada vez que soltaba un botón en la piel expuesta que iba dejando. Cuando terminó con mi blusa, metió los dedos por debajo de mi sujetador y empezó a estimular los pezones con sus pulgares.

—Buenos pechos señorita Swan, podrían alimentar sin problemas a muchos niños –anda la osa este que se cree que soy un ama de cría. Pero ese pensamiento iracundo tan pronto como apareció se fue ya que lo que ese hombre me hacia…¡maldito Jacob Black! la de tiempo que malgaste contigo y tus pobres intentos de seducción. Madre mía lo que yo me he estado perdiendo.

De nuevo mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando noté como mi sujetador era sacado de lugar donde debería estar y llevado sin más miramientos hasta mis ojos cubriéndolos con él. ¡Madrecita del amor hermoso!¿y ahora que va pasar? Sentí como se alejaba de mi ¿dónde va ahora este hombre?, pero de nuevo sentí sus manos en mis pechos mientras su boca descendía, descendía y descendía y llegaba a…argggggg. Su lengua empezó a dar vueltas y vueltas por un clítoris más que sobreexcitado y ansioso de más. ¿No tendrían que ser sus dedos los que estuvieran ahí explorando en busca de algo…anormal? Definitivamente Swan o esto es un método nuevo y revolucionario de exploración o te ha tocado con el doctor salido. ¿A lo mejor es un tipo de cámara oculta? Pero a pesar de esto, tenía un problema y de los grandes, yo no quería mas lengua ni mas manos en ningún lado, quería su…¡oh por Dios!, exclamé mentalmente mientras escuchaba como se abría una bragueta y el ruido de las ropas al caer al suelo, ¿se estaba desnudando?, ¿era esta una forma nueva y más moderna de revisar?—me pregunté de nuevo , pues sí que se lo pasaban bien los ginecólogos por dios. No sé qué especialidad seria la que correspondía al género masculino pero…yo me iba a estudiarla en cuanto saliera de aquí.

Pero no me dio tiempo a pensar más porque de pronto lo sentí completo encima de mí mientras su erecto pene entraba sin contemplación en mi interior. Jadeé no de sorpresa ni de dolor, no señor, jadeé de puro y simple placer. Yo había venido aquí por una fecundación in vitro y desde luego fecundándome me estaba fecundando, de eso no cabía la menor duda. Ahora faltaba saber si la operación tenía éxito a la primera o se necesitaba…un segundo intento.

—No sé que me está pasando con usted señorita Swan, pero me está haciendo excitarme como nunca me había excitado y es un auténtico placer estar dentro de usted, no quiero salir nunca de aquí –me dijo mientras empezaba a moverse al principio muy lentamente, torturándome en cada movimiento, con cada embestida. Entraba y salía dentro de mi con gran presteza masajeando mis pechos una y otra vez y cada vez que lo hacia mi placer ascendía a límites que hasta ahora para mi estaban sin explorar y era…sencillamente delicioso. Al estar atada de pies y manos el movimiento se me hacía muy difícil y mi cuerpo me pedía más fricción a pesar de la fiereza con la que él ahora me embestía. Era una tortura no poder moverme pero al mismo tiempo me excitaba aun más si cabía, era distinto, era especial, era muy placentero. Y además estaba el hecho de que mis sentidos se habían agudizado pues mi sujetador en la cara me nublaba la visión. Su boca arremetió de nuevo contra mis pezones mientras sus movimientos seguían lentos, sincronizados, tomándose su tiempo y yo como podía le respondía de igual manera.

Sus embestidas de repente se hicieron más fuertes, violentas, agresivas, sus gemidos iban en aumento al mismo ritmo que sus envites y todo era…perfecto. Mi cuerpo respondía a él como si le hubiera estado esperando por años y años y a pesar de no poder moverme nunca, nunca jamás había experimentado un placer similar.

—Córrete conmigo…ahora…me ordenó y yo que soy muy obediente cuando quiero y me apetece, me corrí vamos que si me corrí, mis fluidos iban saliendo y saliendo sin orden ni medida mientras sentía como él se tensaba encima de mí y se descargaba con un grito enorme, desgarrador. La fecundación había terminado.

Después de un rato más o menos largo que necesitamos para recuperar nuestras respiraciones y nuestro ritmo cardiaco normal, se incorporó y escuché como se vestía de nuevo ¿qué pasa conmigo?, ¿me vas a dejar atada aquí?, bueno a lo mejor ahora viene la segunda parte de la revisión, esto…ummm…la de verdad porque dudo que esta haya sido de verdad, más bien ha sido un inesperado encuentro en la tercera fase sin precedentes por lo menos en mi triste y corta historia sexual.

—Ya puedes vestirte y marcharte, y dale las gracias a tu jefe…ha sido un placer compartir contigo esta… experiencia señorita Swan, aquí junto a tu bolso te dejo una pequeña gratificación. Sinceramente espero y deseo que podamos vernos de nuevo ¿quizás en mi apartamento?, podríamos jugar a muchas cosas –me dijo al tiempo que me desataba.

—¿Qué?, ¿de qué me está hablando?, ¿qué pasa con mi revisión?

—¿Su revisión?, creo que ya la he revisado a conciencia, señorita Swan —dijo un tanto asombrado —¿todavía quiere más? Si es así, no tiene más que decirlo, hablaré con su jefe y… lo cierto es que este jueguecito de doctor/paciente es muy entretenido pero peligroso a la vez, conocerla a usted me ha hecho valorar la posibilidad de tener una mujer permanente a mi lado que sea capaz de seguir mi ritmo y satisfacer todas mis…digamos necesidades ¿estaría usted dispuesta?

—¿Qué?, ¿mi jefe?, ¿qué jefe? , yo soy maestra –le informé empezando a comprender un poco la situación, pero que inocente eres Bella Swan. Este tío es un sinvergüenza que contrata putas para jugar con ellas a llamémosles…juegos de rol —oiga usted –le dije incorporándome y tapando mis senos con una mis manos ya que con la fuerza con que me había levantado mi sujetador estaba por ahí perdido….no se sabe dónde, y con mi otra mano me tapaba mis… vergüenzas… –yo he venido aquí para que me hiciera una revisión y valorar la posibilidad de tener un bebe por fecundación in vitro. Soy paciente de la doctora Weber no una….puta barata.

—¿Es usted paciente de la Doctora Weber?, ¿una paciente de verdad? –me preguntó pasándose las manos por el pelo visiblemente aterrado. No sabía yo que había pacientes de verdad y pacientes de mentira, primera noticia.

—Pues sí –le conteste como pude –soy una paciente de verdad, siempre me atendió la doctora Weber y…

—Maldita sea –exclamó con un grito —¿pero porque no se ha quejado usted cuando he empezado esto…ummm…con el juego?

—Porque usted no me ha dado opción a quejas, ha tomado lo que le ha dado la gana, como le ha dado la gana, ha dado por sentado lo que no era y…—pero que mentirosa eres Bella Swan.

—Esto es una broma ¿verdad?, usted quiere chantajearme para no ir por ahí revelando que el famoso Doctor Cullen, hijo del prestigioso cirujano, contrata putas para tirárselas en la consulta jugando a que son sus pacientes. Quiere amenazarme con revelar mi secreto. Y con lo que hemos hecho irá por ahí diciéndole a todo el mundo que soy un putero. ¿Dime cuánto dinero quiere por callar? –me dijo sacando una chequera de uno de los cajones de la mesa.

¡Oh mierda!

Sin terminar de vestirme del todo le tiré a la cara su "gratificación" por los servicios prestados y salí de aquella consulta como alma que lleva el diablo. La enfermera se me quedó mirando estupefacta.

Fin del primer flashback

Y como ustedes pueden imaginar después de aquel tórrido encuentro Edward me buscó y le fue fácil encontrarme gracias a mi ficha. Me explicó que nada mas irme llamó a su amigo Riley, mi supuesto jefe, quien le confirmo que él no había mandando ese día ningún… regalo para él. Me dijo que Riley era un amigo de toda la vida dueño de un club. Él siempre se estaba metiendo con él por su vida un tanto…ermitaña. Su amigo se divertía burlándose por su muy escasa vida sexual, pero en el fondo era un buen amigo y lo hacía por su bien pues era consciente de que su problema era la soledad una total y enorme soledad. Su familia era encantadora y los quería pero su hermana y su novio Jasper, así como sus padres, derrochaban amor por los cuatro costados y su otro hermano Emmett siempre andaba enamoriscado de alguna o de otra. Él no servía para salir con una mujer solo por puro y simple sexo, buscaba algo más, buscaba lo que tenían sus padres y al no encontrarlos había llegado un momento en que se sentía tan solo que terminó aceptando la apuesta que le lanzó su amigo, un encuentro sexual en un sitio peligroso como puede ser su propia consulta.

Me aseguró que había sentido algo muy profundo durante nuestra velada en su consulta y deseaba intentar algo conmigo, comenzar una relación. Que esa fría propuesta había sido un modo de retenerme aunque fuera con dinero ya que pensaba que yo era una…puta. Pero yo no estaba dispuesta a aceptar una relación con un hombre cuyo deporte favorito era…aceptar los regalos de su amigo, ¿Cómo podía yo saber que lo que contaba era verdad y que todo había sido una apuesta? El problema fue que él no estaba dispuesto a aceptar mi negativa así que un mes más tarde...

Segundo flashback

Mi buena, nótese el sarcasmo, amiga Jessica me había convencido para que saliese con ella y su novio Mike a una discoteca. Según ella desde que había roto con el innombrable parecía una monja de clausura, claro que mi pobre amiga no tenía ni idea del tórrido encuentro paciente/doctor acaecido un mes antes. Para no oírla más ya que Jessica cuando se ponía pesada era horrible, accedí a ir con ellos.

Y aquí estaba yo en medio de la pista de baile junto a mis dos amigos bailando una canción bastante caliente y con un modelito de esos que enseñan más que insinúan. Pero ya llevaba unos cuantos mojitos así que…me daba lo mismo. De repente noté como alguien me cogía por detrás y se ponía a seguir mi ritmo con unos movimientos que… ¡ay madrecita del amor hermoso! ¿Por qué siempre me pasaba esto a mí…?

—No pensarías que me había olvidado de ti –me dijo una voz que reconocí de inmediato y que me calentó de arriba abajo poniendo especial atención en mi zona más sensible, bueno…más sensible a él –llevo vigilándote desde que me dijiste que no, esperando mi oportunidad, hoy no te escapas –me dijo al oído al tiempo que mecía su cuerpo al mismo ritmo que el mío en unos movimientos tan provocadores, sugestivos, calientes y seductores que mis bragas empezaron a mojarse en el acto. En verdad era provocadora, muy provocadora su forma de bailar, de moverse, de hacerme notar su erección totalmente pegada allá donde dicen que la espalda pierde su nombre. Y yo…yo que podía hacer sino seguir bailando, no podía resistirme a él, era superior a mí.

—¿Se puede saber que quieres ahora?, ¿ya te has cansado de follar "pacientes" en tu consulta?

—No he follado con ninguna otra mujer desde que lo hice contigo, todo fue una estúpida apuesta. Me has calado muy hondo Bella Swan, tienes que ser mía. Como ya te digo llevo vigilándote todo este tiempo. De esta noche no pasas, tienes que ser mía Bella Swan. Te deseo, ¿es que no ves como me tienes?

Y sin más preámbulos me cogió de la mano y me llevó a su coche, un volvo plateado precioso, y a toda velocidad me llevó a lo que se supone era su apartamento. Una vez allí me hizo entrar y me condujo hasta un sillón colocando los asientos de manera que estuviéramos más cómodos y me hizo tumbar pidiéndome, eso sí, permiso con la mirada.

—Perdona pero la habitación esta en el segundo piso y sinceramente no llego, luego si quieres la estrenamos—. Me tumbó del todo sobre el sillón y se puso encima de mí besándome la cara, la barbilla, los labios mientras su mano desabrochaba con premura los botones de mi blusa.

—No sabes cuánto deseo estar dentro de ti otra vez, me dijo mientras atacaba mis labios e introducía sin permiso su lengua dentro de ellos. Los botones de mi blusa estaban todos desabrochados y me incorporó para quitármela, mi sujetador y mi falda fueron detrás. Volvió a tumbarme sobre el cálido asiento del sofá y siguió atacando mis labios con precisión, con movimientos exactos y correctos, los justos para hacer que mis bragas colapsaran y mi cuerpo se tensase con la anticipación. Sus labios dejaron los míos y bajaron por mis pechos desnudos donde se detuvo lamiéndolos y acariciándolos con su lengua mientras que sus manos bajaban para llegar a mi reino, ese que solo él sabía cómo conquistar. Sus dedos implacables se introdujeron en mí una vez que se hubo desecho de mis bragas y se movían haciendo círculos, entrando y saliendo, volviéndome loca, completamente loca. Mis manos ansiosas por tocarlo buscaron la cremallera de su jeans bajándola lo más deprisa que mis propios estallidos de placer me permitían. Edward se incorporó un poco para ayudarme y bajó sus pantalones hasta sus pies junto a sus bóxers liberando una protuberancia tan enorme que me pregunté cómo era posible que eso cupiera dentro de mí. Pero cabía, vamos si cabía. Y lo comprobé, valla si lo comprobé ya que de repente lo sentí dentro de mí, muy dentro de mí. Sin salir de mi interior me incorporó y se las apañó para que quedara sentada sobre él consiguiendo un ángulo de penetración que…oh por Dios en mi vida había experimentado una cosa así ¿Dónde estaba este hombre cuando decidí dejar de ser virgen?

—Muévete Isabella, muévete que hoy no estás atada y quiero que me cabalgues –y eso fue suficiente para que mi cuerpo respondiera como un autómata y empezara a moverme con fuerza, subiendo y bajando, entrando y saliendo. Subía y volvía a dejarme caer de golpe mientras sentía como su miembro penetraba en mi cada vez más duro.

—Ya no puedo más, no lo resisto, toda tú eres irresistible, córrete conmigo, lleguemos juntos a la cumbre.

Y juntos llegamos, vaya si llegamos, subimos y descendimos de nuevo quedando uno encima del otro recuperando nuestras fuerzas.

Ese día me llevó a casa entre disculpas y más disculpas por confundirme aquella vez con una de las chicas de su amigo. Pero yo no estaba dispuesta a ceder tan pronto. Bueno…mi mente no estaba dispuesta, pero mi cuerpo…ese era asunto aparte. Pero la batalla mente versus cuerpo la ganó mi mente…de momento.

Unos días más tarde me encontraba con una especie de depresión extraña que no sabía como había aparecido y mucho menos el porqué así que me fui a pasear por un parque cercano a casa. Al llegar frente a un hermoso lago me detuve y me senté a contemplar los patos y los miles de peces de colores que vivían en ese espació. No le vi acercarse, solo lo sentí cuando por detrás me rozó el lóbulo de mi oreja y me habló al oído muy, muy bajito y sensual.

—Yo paseando tan tranquilo y ¿con que me encuentro?, a una ninfa de los bosques, una diosa convertida en mujer.

—¿Se puede saber qué diablos haces aquí? –le pregunté levantándome para encararlo de frente. Bueno eso de decir que me levanté es una licencia poética bastante inexacta, porque no me llegué a levantar ni un poquito ya que me agarró del brazo y me tumbó sobre la hierba poniéndose justo encima de mí.

—No has contestado a mí…pregunta –le dije o más bien trate de decirle cuando su boca dejó la mía para que yo pudiera respirar aunque solo fuera un poco.

—Ya lo sabes, te lo dije la ultima vez, no pararé hasta conseguirte —me contestó entre besos y besos que descendían desde mi cuello pasando por mi clavícula hasta detenerse en mis pechos. Bajó hasta el principio de la camiseta que llevaba y sin que tuviera opción a decir no, me la quitó de un tirón levantándome suavemente para que pudiera salir por mi cabeza. Un momento ¿he dicho antes de que me diera opción a decir no?, ¿es que acaso quería yo decir no?, pero si con este hombre si iban al cuerno mi fuerza de voluntad y solo quedaba de mi un cuerpo traicionero que respondía y se convulsionaba ante cada toque.

—No pensarás que lo vamos a hacer aquí.

—Preferiría mi apartamento…o en su defecto el tuyo, tú eliges.

— ¿Tu apartamento? — le dije dando un grito, bueno más que un grito fue un fuerte gemido ya que su lengua estaba jugando de tal manera con mis pezones que como siempre mis bragas ya estaban empezando a notar los estragos de su cercanía–. Ya me llevaste engañada allí el otro día y te dije que no volvería a follar en ningún lugar contaminado por las muchas y variadas zorras que has llevado allí a lo largo de los años que haga que…bueno…ya sabes.

—Tú eres la primera que ha pisado mi apartamento mi diosa, a nadie más he llevado, solo tengo deseos de llevarte a ti para perderme por horas en tu cuerpo tan hermoso. Pero si prefieres tu casa me da igual puestos a perderse da lo mismo un sitio que otro.

—Y si yo no quiero que te pierdas

—Lo estas deseando –me contestó frotando su muy grande erección contra mí y haciendo que mi cuerpo respondiera al movimiento frotándose a su vez contra él –lo ves como lo deseas, deseas perderte en mi tanto como yo en ti –agregó levantándose y tomándome en sus brazos de improviso, me llevó hasta un árbol cercano aprisionándome contra la madera del mismo y su cuerpo. Con un rápido y ágil movimiento bajo la cremallera de mis jeans para introducir sus manos dentro de mí comprobando con arrogancia lo mojada que estaba. Pero yo no iba a ser menos, no señor, ¿quiere jugar? pues Bella Swan jugaría. Le empujé un poco para que se apartara de mí dejándolo un poco sorprendido lo que me dio tiempo para ponerme de rodillas en el suelo bajando la cremallera de su pantalón y liberando su enorme serpiente de dentro de su guarida. La agarré con ambas manos apretando suavemente y empecé a moverla arriba y abajo con movimientos lentos y precisos. Un grito se escuchó en la noche, un grito de placer, de enorme e intenso placer, sin previo aviso me la metí en la boca y succioné tan profundamente que su glande tocaba mi garganta. La lamí y la mordisqueé entre gemido y gemido aprisionándola con mis labios para exprimir todo lo que pudiera de él. En un movimiento inesperado sacó su erección de mi boca y se arrodilló junto a mi sentándome encima de él y penetrándome de un sólo golpe, en un giro rápido nos dio la vuelta sin salir de mi quedando él encima.

—No es así como quiero poseerte Isabella, quiero a mi polla dentro de ti, no en tu boca –me dijo mientras los dos tumbados en la hierba nos movíamos al unisonó. Sus labios volvieron a bajar hasta mis pechos donde su lengua hizo maravillas, sí señor, autenticas maravillas con mis pezones que se mostraban erguidos y dispuestos para la acción. Y yo que no podía ser menos, toqué y besé cada parte de su piel que quedaba a mi alcance porque lógicamente la camisa había salido disparada junto con mi camiseta. Estuvimos moviéndonos lentamente durante un buen rato, explorándonos el uno al otro, degustándonos hasta que poco a poco nuestros movimientos se fueron haciendo cada vez más poderosos e intensos y juntos explotamos en uno de esos orgasmos en los que te dejas la vida…y algo más.

Una vez que hubimos recuperado nuestras respiraciones y antes de que le pudiera dar el tortazo de rigor, me cogió en sus brazos y me llevó hasta su coche en lo que se dice un pis pas, me empujó dentro echando el seguro para que no pudiera escapar y dando un rápido rodeo se metió por la puerta del conductor.

—Se puede saber donde me llevas, maldito putero de mierda –le dije toda cabreada, bueno más bien disimulando que estaba cabreada.

—Tú eliges, o prefieres que te trate como a una zorra y en ese caso iremos a mi consulta o prefieres que lo haga como a una dama, en ese caso iremos a mi apartamento.

—Te he dicho que yo no follo en un lugar en donde lo han hecho dios sabe cuántas zorras.

—Ok en ese lugar vamos a mi consulta porque como ya sabes aunque no quieras creerlo con la única que he hecho el amor allí eres tú, pero decididamente prefiero mi apartamento —¿qué?, pero si es a ese lugar en concreto al que me refería. Sin darme tiempo a replicar más me vi yendo inexorablemente hacia su casa. Al igual que la primera vez que estuve aquí el sitio parecía inmaculado, limpio y ordenado. Estaba claro que lo limpiaba una mujer casia diario porque era imposible que un hombre lo tuviera tan pulcro. Pero se veía muy masculino, muy…él. Sin darme tiempo a expresar mi opinión sobre el entorno me volvió a cargar llevándome hasta el baño donde sin pedir permiso me sacó toda la ropa y me depósito en la bañera la cual comenzó a llenar de agua mientras él se desvestía a su vez. Se metió detrás de mí y con una esponja de baño empezó a masajear mi clítoris de una forma gloriosa, dando pequeños golpecitos, llevándome con ello a la total y completa locura. La esponja fue sustituida por su mano y sus dedos, que invadieron mi intimidad, provocaron que me retorciera y me retorciera encima de su enorme erección que cada vez adquiría dimensiones más considerables. Sin darme tiempo a respirar me levantó sentándome sobre él y en la misma posición que estábamos, es decir, con la espalda pegada a su pecho me envistió por detrás. Me fue penetrando muy lentamente, disfrutando del momento, deleitándose con él. Mis piernas estaban dobladas sobre mis rodillas en un escorzo casi imposible y sus envites y movimientos eran cada vez más certeros y profundos. Cuando vio que íbamos a llegar llevó una mano a mi clítoris y lo estimulo para que mi éxtasis llegara con más rapidez y explotamos juntos en un orgasmo que arrasó con toda nuestra cordura.

Esa noche hicimos el amor de mil y una posturas, muchas de ellas que ni siquiera conocía. Me dio besos por todas partes pidiéndome perdón por tratarme así.

—Edward –le dije en un momento de relax –es que así no se consigue el perdón. Nos hemos visto tres veces y en las tres hemos tenido estos…llamémosles encuentros. En resumidas cuentas, no puedes llegar y coger lo que te interesa sin más.

—Parece ser que es de la única forma que nos entendemos Bella Swan, por eso lo hago. Pero quiero que salgamos por ahí en una cita convencional, que hablemos, que nos conozcamos y que veas la persona que hay detrás de aquel que conociste en mi consulta.

—¿Y qué hay de eso?

—¿Qué hay de qué?

—De tus actividades en el trabajo.

—Ya te dije que esa fue la primera vez y que solo respondía a la apuesta que me lanzó mi amigo, una especie de reto si quieres verlo así. Pero desde que tú estuviste allí y robaste mi corazón es imposible que pueda haber ninguna otra.

—No sé si creerte.

—Tenemos toda la noche –me dijo cerniéndose sobre mi y atacando mi boca de nuevo.

Fin del segundo Flashback

Unos cuantos perdones más, seguidos de muchos besos, caricias y…lo siguiente, cedí antes sus ruegos e iniciamos una relación que duró un año hasta que se vio truncada por culpa de la zorra de Tanya, una amiga de su hermana Alice quien me dijo en una ocasión que estaba harta de ella y que no le caía nada bien. Tuve claro desde el primer momento que estaba detrás de él, pero Edward nunca le hizo caso. Nunca…hasta ese momento en que ella supo jugar muy bien sus cartas e hizo a la perfección su papel de amiga que consuela. Ella le hizo creer a Edward que yo le estaba engañando con Jacob Black mi ex novio el cual había vuelto a aparecer en mi vida sin que nadie le llamase. No me dio tiempo a explicarle, no me dio tiempo a nada, cogió el petate y se fue, se fue lejos a otro país a estudiar un máster en ginecología que unos días atrás había rechazado por quedarse conmigo, cosa que a mí no me hacía gracia ya que hacer ese máster que le ayudaría en su carrera era su sueño, tanto es así que estaba valorando la posibilidad de dejarlo todo e irme con él.

Tres años más tarde me escribió una carta en la que me decía que había descubierto el engaño de Tanya y me pedía perdón. Me aseguraba que me amaba, que extrañaba el sexo conmigo, nuestros encuentros, las conversaciones que teníamos, las peleas, las reconciliaciones, que me extrañaba a mí. Pero yo no podía perdonarle y hacer borrón y cuenta nueva no…cuando se había marchado sin mirar atrás dejándome un regalito y sin saber de él durante tres malditos y horrorosos años.

Sumida en mis pensamientos llegué al colegio. Mientras estaba en la puerta recibiendo a mis alumnos, recordé aquel día en que engendramos a nuestra hija. Tres días antes de que Tanya soltara su bomba. Nuestra relación era…especial y digo especial porque habíamos seguido jugando y ese día tocaba encuentro causal en la playa.

Tercer flashback

—Vaya pero que tenemos por aquí ¿una sirena?

—Así es señor y no puedo llegar al agua ¿querría usted ayudarme?

—Con mucho gusto –me tomó en sus brazos y juntos nos metimos en las cálidas aguas del mediterráneo en donde estábamos pasando unos días de vacaciones, hicimos el amor dentro del agua con tanta pasión y fervor que…puede decirse que entramos dos y salimos tres. Mis piernas se aferraron a su cintura y le bajaron poco apoco el bañador mientras él con sus dientes me subía la parte de arriba del bikini al tiempo que me la desabrochaba para quitármela. Mis pezones quedaron libres y a la espera de una atención que no tardaron en recibir poniéndose erguidos como siempre lo hacían ante la impecable lengua de Edward. Sus manos bajaron por mis costados hasta llegar a las minúsculas braguitas que llevaba puestas, la cuales me fue quitando muy despacio. Yo ya había terminado con su bañador, así que nuestros sexos sueltos y libres se encontraron en un punto del camino, reconociéndose y haciéndose sitio el uno al otro. Menos mal que la playa estaba desierta porque solo se oían nuestros gemidos mezclados con el vaivén de las olas, vaivén que hacía más profunda y placentera la penetración. Nuestros labios se encontraron, nuestras miradas se conectaron, nuestros movimientos se aceleraron y el éxtasis nos alcanzó en medio de aquel mar tranquilo y cálido.

Fin del tercer flashback

Días después todo explotaba ante nuestras narices y como digo se marchó, se marchó sin mirar atrás sin preguntar y acompañado por esa furcia.

Después de aquella carta en la que me pedía perdón reanudamos una relación pero solo de amistad, era lo único que de momento podía darle, ya que yo no podía perdonarle aún que se hubiera marchado sin más y menos con esa zorra de Tanya. Pero yo no me podía resistir por mucho tiempo a los encantos de mi doctor favorito, eso ya había quedado claro en aquella famosa consulta, por lo que estaba esperando desde hacía ya algún tiempo que me propusiese ser…algo más. Pero esa proposición nunca llegaba.

Los cuatro años que habían pasado eran tiempo suficiente para que mi herida estuviera curada pero no cerrada del todo por eso le había ocultado la existencia de Cintia. Evidentemente se iba a enfadar mucho cuando se enterara pero esperaba que luego recapacitara, al fin y al cabo había creído una mentira y me había dejado sola. Además tenía a Emmett y Alice para ayudarme. Ellos siempre creyeron en mí al igual que Esme y Carlisle, su padres, pues conocían a Tanya demasiado bien y me conocían a mí. Quien parecía no conocernos era Edward

Pero no las tenía todas conmigo…esa rubia explosiva que me había presentado hacia unos meses por Skipe…Ellos decían que solo eran amigos pero…estaba claro que la rubia estaba detrás de él. Edward me había dicho que tenía una sorpresa para mí, bueno en realidad para todos ¿y si cuando llegara esa sorpresa era…? Alice y Emmett me decían que no fuera tonta que Edward me amaba más que a su vida y, aunque en un principio se enfadase por el pequeño secretito que le había ocultado, luego prevaleciera su amor por encima de todo. Pero yo era por naturaleza insegura y no podía evitar sentir celos de la rubia. Después de aquel día en que me pidió perdón no había vuelto a proponerme nada ¿y si yo había perdido mi oportunidad por tonta?

Y los días fueron pasando y había llegado el momento de enfrentarme a él y presentarle a esto…nuestra hija. El avión llegó puntual y tan puntual como el avión, salió Edward acompañado de la famosa rubia explosiva que iba colgada de su brazo como si tal cosa. Mi alma se derrumbó al verla pero cuando iba a dar media vuelta para marcharme por donde había venido con mi hija pues para mí todo estaba claro, muy claro, unos fuertes brazos me cogieron y me levantaron dándome vueltas y más vueltas al tiempo que plantaba un fuerte beso en mis labios ¿cómo era capaz?

—¿Y esta niña quién es? –me preguntó confundido cuando me dejó en el suelo. En su expresión se notaba que había hecho la conexión nada más verla.

—¿Te acuerdas de nuestro tórrido encuentro junto al mar antes de que…pasara lo que pasó?, pues ahí tienes el resultado –le solté a lo bruto y sin anestesia ya que estaba muy cabreada y dolida.

—¿Por qué no me lo habías dicho? –me preguntó visiblemente enfadado, pero la presencia de la rubia hizo hervir mi sangre y no medí mis palabras.

—Bueno si no recuerdo mal, te fuiste con una zorra y ahora vuelves con otra. Pero no te preocupes, sigue con tu rubia que yo me quedo con mi hija. Tranquilo que no te voy a reclamar nada, la he sacado adelante todos estos años y así seguirá siendo. Monta una consulta que puede que te haga falta y sigue jugando a los médicos con tu zorra —le dije dando media vuelta y marchándome junto a mi hija

—Tú no me quieres, ya sabía yo que no me ibas a querer –le dijo mi pequeño ángel antes de que saliésemos las dos juntas de aquel aeropuerto dejando a Edward plantado en el sitio.

—De verdad que eres un auténtico gilipollas –escuché como decía Alice mientras salía detrás de mí junto con Jasper, ¿cómo te atreves a aparecer por aquí del brazo de otra…mujer? Y yo que siempre te he defendido cuando la pobre se quejaba de que tenías algo con ella.

—Alice, Bella y Edward habían roto él no está haciendo nada malo –escuché que Jasper le iba diciendo mientras me seguían.

—Pero él fue un imbécil marchándose y dejándola abandonada y además ahora le estaba dando esperanzas ¿te atreves a llevarme la contraria Jasper Hale? –dijo mi amiga mirando a Jasper de forma muy amenazante lo que provocó que éste tragara saliva al tiempo que ponía cara de pánico.

No pudimos llegar más que a la puerta porque una mano decorada con un esmalte de uñas rojo chillón me detuvo.

—Bella, me parece que estás cometiendo el mismo error que Edward cometió hace años. Sois tal para cual, hacéis caso de lo que veis y no os paráis a preguntar. Yo no tengo ningún interés amoroso por Edward, he venido con él por…por…—en ese momento me cogió del brazo y me llevó a un rincón aparte —Bella yo creía que mis padres había muerto en un accidente y…resulta que es mentira…yo fui secuestrada, cuando me enteré los busqué y mi búsqueda me llevó hasta Edward…ellos viven aquí…he venido a…conocerlos…Edward me está ayudando porque…Jasper Hale es mi hermano.

—Doble, triple, cuádruple y quíntuple mierda, ¡que metedura de pata!

Me volví y pude ver a Edward que tenía en brazos a nuestra hija y con lagrimas en los ojos la estaba diciendo algo, no podía escuchar bien pero era algo hermoso ya que mi niña también estaba llorando y por su carita esas lagrimas era de alegría. Me acerqué a ellos.

—Me parece que he caído en el mismo error que tú hace años ¿me perdonas?

—Creo que tenemos que hablar –me dijo muy serio. ¿Vamos a tu casa?

—Llegamos a mi modesto apartamento y al entrar mi niña le tomó de la mano llevándole a dar una recorrido turístico por todo el sitio mientas yo iba a la cocina a preparar algo de cena.

—Cenamos en un ambiente más o menso distendido debido a la presencia de Cintia. Una vez que esta se marchó a dormir y que Edward voluntariamente le leyese un cuento, nos marchamos al salón y con una copa en la mano nos sinceramos el uno al otro.

—En primer lugar Edward tengo que decirte que lamento haberte ocultado la existencia de Cintia, pero como digo tú te marchaste con esa zorra y luego tras pedirme perdón, siempre tenias una excusa para no venir.

—En primer lugar –respondió imitando mi frase –yo no me marché con ninguna zorra, Tanya vino detrás de mí y la despedí con cajas destempladas desde el primer día y no he vuelto a saber más de ella. Fue el propio Jacob Black quien apareció un día en el hospital donde hacía el máster y me contó que nunca hubo ningún lio entre vosotros, que todo fue un plan urdido por Tanya haciéndoos unas fotos tomadas en momentos que a simple vista podían parecer incorrectos, pero que no eran más que un intercambio de unos amigos que hace tiempo que no se veían. Tanya se escondió para haceros esas fotos comprometedoras sin que os dierais cuenta, luego me las envió a mi correo de forma anónima. Por lo visto él se enteró porque fue la propia Tanya quien le propuso el plan pensando que seguía enamorado de ti. Pero Jacob no accedió ya que tenía por novia a la que hoy en día es su esposa y que fue con él al hospital. Por lo visto Tanya siguió por libre pero él no se entero hasta tres años después que regresó junto a su esposa.

—Bien eso concuerda ya que Jacob marchó de nuevo aquella misma noche y no le volví a ver hasta después de ese tiempo y efectivamente me habló de su novia Leah.

—Muy arrepentido –prosiguió Edward —me puse en contacto contigo, pero no me perdonaste, al menos no del todo y eso me destruyó pero fui consciente de que todo fue mi culpa así que me propuse reconquistarte aunque fuera por internet. Las cosas no se dieron como yo quería, solo éramos amigos y fue por eso por lo que evitaba volver aquí, Si ya era difícil para mi ser solo tu amigo vía internet imagina como hubiera sido teniéndote delante sin poder tocarte ni besarte —me dijo empezando a tocarme sugerentemente ascendiendo desde mis muslos hasta mis pechos—. Así que dada la situación soy yo el que también debo pedir perdón. Te amo Bella Swan, nunca deje de hacerlo, ver aquellas fotos me dolió, pero más me dolió tu ausencia y darme cuenta de que te había perdido por mi estupidez. Quiero de verdad tu perdón, tu autentico perdón y que volvamos a ser una pareja – mientras me decía todo esto su mano subía y bajaba desde mis pechos a mis muslos y viceversa y a mí me estaba haciendo entrar en combustión solo con ese toque.

—Te perdono si tu…me perdonas a mi –le contesté con la voz ronca por la excitación llevando mi mano a su entrepierna.

—Con una condición.

—¿Cuál?

— Cásate conmigo –me dijo tumbándome contra el sillón y cerniéndose sobre mí. Y ya íbamos otra vez para allá.

—No quieres saber la contestación a tu pregunta –le dije entre mordiscos en los labios y besos.

—No tengo prisa, me acabarás diciendo que sí ya lo veras.

—Y si no lo hago

—Ya sabes lo insistente que puedo llegar a ser –me dijo atacando de nuevo mi boca acallando del todo lo que le iba a responder.

Ya sabéis como nos conocimos y lo que paso después ¿queréis saber cómo sigue y lo que le contesté?




PARA LEER OTROS OS, PINCHA AQUI

UNA CITA CASI A CIEGAS. CAPÍTULO 27: ANTOJOS MADE IN SPAIN Y LA TEORÍA DE LOS PLANETAS




DISCLAIMER:

Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capítulo 27: Antojos Made in Spain y la teoría de los planetas.

Pov Edward

—¿Estás completamente seguro Jacob?, ¿no te lo quieres pensar un poco más?, ya sabes que aquí siempre tendrás un sitio –le preguntó mi esposa por enésima vez al que ahora era uno de nuestros mejores amigos. Estábamos los cinco sentados alrededor de la nueva mesa de Bella que ahora compartía despacho conmigo para enorme alegría mía. Por fin había conseguido que aceptara el puesto que desde el principio yo quise ofrecerle, dirigir juntos el periódico. Pero no me puedo atribuir yo el merito ya que fue mi tío Cayo quien, dictando sentencia como siempre hacia cada vez que hablaba, la convenció, más bien impuso, que aceptara el cargo. Bella sabía de sobra que mi tío no se casaba con nadie y si él la proponía para ese puesto es que se lo había ganado por sus propios meritos y esa era la única razón válida para mi esposa.

Cayo admiró y valoró a Bella como profesional nada más conocerla, pero fue la publicación de su libro y el enorme éxito que había obtenido aquí en España, donde los Cullen no éramos para nada poderosos, lo que terminó de decidirlo.

Chelsea había pasado a ocupar su puesto de redactora jefe de la sección de política nacional y Carlos se había unido a la plantilla de política internacional.

Ahora estaba encantado y expectante con el nuevo libro que mi esposa estaba escribiendo, no me había dejado leer nada pero…sin querer…fisgando en su laptop…como quien no quiere la cosa…mientras ella se duchaba…en fin que había leído el título y…ufff no me dio tiempo a más casi me pilla pero solo por el título…podía hacerme una idea del tema y estaba deseando leerlo. Me sentía orgulloso de mi mujer, muy orgulloso y…amado.

A su lado un inmenso parque albergaba en su interior a nuestro hijo y a nuestras dos preciosas ahijadas, que ya contaban seis meses de edad. Desde los sucesos por los que habíamos tenido que pasar hacía cinco meses no había forma humana de convencerla para que dejara al niño en la guardería que el propio periódico tenía para los trabajadores. Era un amplio espacio situado en la última planta de un edificio fuertemente custodiado por agentes de seguridad pues después del incidente no íbamos a correr riesgos ni con nuestros hijos ni con los de ninguno de los empleados que teníamos. A esta planta, que albergaba solo la guardería, se accedía mediante un ascensor con una clave que solo sabía el guardia de seguridad que subía y bajaba de allí a los padres. Este guardia era siempre el mismo y, si por algún motivo tenía que ser sustituido, se ponía en su lugar otro de nuestros guardias mas expertos en vez de solicitar uno nuevo a una agencia que de todos modos era de nuestra total y absoluta confianza. La clave de acceso se cambiaba todos los días y en caso de que hubiera algún fallo todas las entradas y salidas del edificio estaban fuertemente custodiadas. Pero Bella argumentaba cada día una nueva excusa distinta para no dejar al niño allí. Y el caso es que yo la comprendía…hasta cierto punto al menos porque… me tenía muy preocupado. Chelsea le seguía el juego, aunque solo en apariencia, porque también había desarrollado una particular manía sobreprotectora hacia sus hijas, y dejaba a las niñas junto a Eddie con la excusa de que así el niño no se sentía solo. De todos modos el caso de Chelsea no era tan grave pero…el de Bella…Carlos y yo estábamos preocupados por ellas

—Vamos Bella todos sabemos que no soy ningún erudito –escuché que decía mi amigo sacándome de mis pensamientos al tiempo que mi esposa y Chelsea, mirándose entre ellas, hacían un ruido extraño con la boca al tiempo que se encogían de hombros y alzaban los ojos en señal inequívoca de…bueno no sé de qué pero de algo —escribir no es lo mío, lo sabes, vosotros mismos lleváis todo este tiempo respaldándome y corrigiendo todos los errores que cometo –nuevo sonido gutural de Bella y mi amiga acompañado de alzamiento de cejas—. No me gusta esto, provengo de una familia de periodistas, estudié esa carrera por imposición y porque en realidad no tenía otra opción que me llamase más. Pero ahora sí la tengo. Ya he terminado el curso con una nota muy buena, mi preparación física es excelente, Sam me ha ofrecido formar parte de su equipo, es algo que quiero aceptar. Además ya sabes que Lizzie ha dejado el cuerpo y se viene conmigo ¿qué más puedo pedir?

—De acuerdo entonces pero…por favor no pierdas el contacto.

—Muy difícil va a ser cuando tienes a todos los mafiosos de España y Chicago detrás de ti y Sam me va a meter en el grupo que se encarga de protegeros.

Como ya he dicho, habían pasado cinco meses desde aquel incidente en que casi pierdo a las dos razones más importantes que tengo para vivir y todavía no habíamos conseguido nada, absolutamente nada, aunque estábamos en vías de lograrlo. De momento cada vez que respirábamos, estornudábamos o tosíamos, un montón de guardaespaldas aparecían a nuestro lado. Era algo incomodo pero…necesario. Y en caso de que Bella accediera a dejar a Eddie en la guardería estoy seguro de que Sam apostaría a uno de sus hombres permanentemente junto a la entrada de la misma.

—Bueno si Laurent e Irina tienen suerte y consiguen que se celebre ese nuevo juicio para dictaminar el posible peligro que supone que Carmen tenga acceso al dinero, no tendrás que seguir protegiéndonos.

—Sam no opina así, cree que aunque ganéis ese juicio debéis permanecer con la vigilancia durante un tiempo más por lo menos hasta que salga el resultado del otro posible juicio. Solo hasta que la mafia tanto de aquí como de Chicago entiendan que Carmen Denali y Elizabeth Vulturi no tienen un duro para pagarlos. En ese momento dejareis de ser su objetivo ya que a la mafia en sí no les habéis hecho nada, el peligro radica en los mafiosillos de tres al cuarto que solo son unos simples mercenarios que se venden al mejor postor y por eso son tan peligrosos.

—Sí, así es –le contesté apesadumbrado porque sabía de sobra que aunque Laurent consiguiera probar el peligro potencial que Carmen suponía, la mafia no nos dejaría en paz hasta que no lo tuviera claro.

—Además, confió en que ese otro frente que han abierto tus primos surta más efecto, ya que defraudar al estado es algo muy grave.

Efectivamente tal y como Jacob decía, Laurent e Irina intentaban a toda costa que se les hiciera un nuevo juicio a Carmen y Elizabeth por el nuevo intento de secuestro pero la ley era clara en ese aspecto, no se puede juzgar a alguien dos veces por el mismo delito, además no existían pruebas de que ese secuestro fuese ordenado por ellas y por lo tanto no había lugar para un nuevo juicio. Encima, Tanya, la única persona que podía testificar que había escuchado a las dos preparar y ordenar el susodicho secuestro, estaba siendo sometida a un intenso tratamiento psiquiátrico debido a sus múltiples desordenes.

Por este motivo mis dos primos estaban enfocando el asunto de otra manera y era hacerles ver a los jueces el peligro que suponía para nosotros que Carmen Vulturi, pues Elizabeth ya no tenía nada, manejara dinero pero tropezábamos con la misma pared, no existían pruebas.

Por otro lado estaban moviendo un tema nuevo del que podría salir algo muy positivo. Los detectives que Irina tenía a su servicio habían descubierto posibles desfalcos, negocios fraudulentos y malversaciones de fondos cometidas por los Denali a lo largo de muchos años y en los que Elizabeth de una manera o de otra estaba implicada, involucrando de paso a su familia y a la nuestra, por lo que mis abuelos se había encargado de dejar correr por todos los mentideros de Chicago que los Vulturi y los Cullen ya no tenían nada que ver con sus tejemanejes; en el caso de que existieran tales desfalcos eran todos única y exclusivamente culpa de la ex esposa de Carlisle Cullen. Siempre procuraban resaltar el EX para que quedase bien claro, dejando igualmente claro que ni Alice ni yo éramos sus hijos. El simple hecho de que fueran nuestros propios abogados los que denunciasen el tema nos dejaba fuera de toda sospecha. El asunto es que, si esto era verdad, tanto los unos como la otra se quedarían en la ruina ya que el Estado reclama siempre lo que es suyo y la mafia dejaría de perseguirnos. De todos modos Elizabeth ya estaba oficialmente desheredada, solo tenía el dinero que Carlisle legalmente le pasaba en concepto de manutención tras el divorcio.

—No, si al final les va a pasar como a Al Capone, nadie pudo con él hasta que llegó el fisco –dijo Bella haciéndonos reír a todos. Y así estábamos cuando sonó el teléfono de la mesa de mi esposa.

—Hola Carlisle –saludó Bella cordialmente y a mí me resultó extraño que mi padre la llamara directamente a ella. No me molestaba, al revés me agradaba esta confianza entre ellos pero ¿habría pasado algo?

—¿Torrijas?, sí claro que las sé hacer, no es un postre muy típico de estas fechas pero…se me da bien cocinarlas no hay problema. ¿Paella?, si también me sale buena y diles que el cocido también; ¿las ensaimadas de Mallorca? son fáciles de conseguir creo que Chelsea sabe de un sitio donde las traen directamente de allí.

—Bella –dijo Chelsea interrumpiendo a Bella —si lo que pasa es que Esme y Kate quieren ensaimadas de Mallorca no hay problema, yo se las hago, hice un reportaje sobre ellas y me dieron la receta –una vez más me sorprendí del poder de compenetración de estas mujeres ¿cómo diablos puede saber Chelsea lo que habla Bella por teléfono con mi padre?, Jacob, Carlos y yo nos quedamos mirando, pensando lo mismo y con gesto de total impotencia.

—Carlisle, Chels os hace las ensaimadas, no te preocupes pero el problema van a ser las rosquillas que yo sepa solo se hacen para la festividad de San Isidro pero déjame indagar, de todos modos a Esme le gustan mucho las rosquillas que hace Rose. ¿Tarta de Santiago?, no esa no tengo ni idea habrá que comprarla pero…un momento ¿cómo piensas que os hagamos llegar todo eso hasta allá?, en un avión pueden estropearse, sobre todo los productos perecederos, se podrían congelar pero…ah que mandas el jet de la empresa…sí, sí claro lo que sea para que se callen…sí lo entiendo…pues nada cuenta con ello, de todos modos tanto las lentejas, como el cocido y la fabada las venden enlatadas,  no son como las caseras, pero saben buenas. Ah que ya las habéis buscado y nada, bueno tranquilo que de todos modos ya os mandamos nosotros desde aquí pues no serán la misma marca y a Kate le gusto la fabada la última vez que la tomó. ¿Quieres hablar con Edward?, ¿no es necesario? –me siento ignorado les dije a mis amigos con la mirada alzando los brazos y los hombros —vale de tu parte.

—Se puede saber que pasa –interrogué a mi esposa todo intrigado por la conversación culinaria tan extraña.

—Tu madre y Kate que tienen antojos Made in Spain y en Chicago es imposible encontrar cocido, paella, torrijas, en fin….por lo visto el otro día se pasaron la noche en vela buscando por todos los súper que abren de noche unos huesos de santo y claro, el caso es que se les ocurrió ir a una de las tiendas de productos españoles, encontraron algo similar…pero…lo huesos de santo…son difíciles porque solo se hacen en una época y fecha determinadas…. —Jacob, Carlos y yo empezamos a reírnos a carcajadas de solo imaginar a Garrett y a mi padre en una situación en la que no hacía mucho yo me había visto, Bella nos fulminó con la mirada.

—Ya te daré a ti risitas cuando tu esposa se quede embarazada –le dijo mi Bella con gesto enfadado a Jake ya que hacía dos meses que Lizzie y él se habían casado en una ceremonia más o menos privada si es que se le puede llamar privado a que estén presentes todos los Swan, los Cullen y los Vulturi, además de la familia de ella—. Vamos que ni todos los poderes del Capitán América van a ser suficientes para que consigas adivinar que se le va antojar de un segundo para el siguiente.

—Sí doy fe de ello porque cuando… –pero me calle de golpe ante la mirada de mi esposa.

-Bueno por lo menos Eddie puede contarnos su experiencia –intervino ahora Chelsea mirando mal a su esposo que se había encogido en el asiento.

Entre unas cosas y otras se nos había pasado el día muy deprisa por lo que recogimos el campamento y decidimos regresar a casa. Jacob se despidió de nosotros pues había quedado en recoger a Lizzie a quien sus compañeros le habían hecho un homenaje por ser su último día en el cuerpo. Llegamos a casa visiblemente cansados por lo que cenamos y nos fuimos directos a dormir.

Otra de las cosas que me tenían muy preocupado de Bella era el hecho de que todavía no había consentido en que Eddie durmiera solo en su cuarto argumentando miles de excusas a cada cual más original para que se quedará con nosotros en la habitación. A mí no me importaba, era mi hijo y lo adoraba, pero…como ya digo Bella me tenía preocupado no era normal tanta ansiedad y tanta sobre protección, el cuarto estaba justo al lado del nuestro y teníamos los "vigila bebés" más modernos del mercado con su cámara y todo para ver al niño a la vez que oírle, pero Bella era muy terca. A simple vista parecía que estaba bien pero por dentro…yo mismo aun me despertaba por la noche sudando, soñando una y otra vez con Bella y mi hijo muertos sobre el suelo del recibidor. Un recibidor que habíamos cambiado por completo, de hecho habíamos vuelto a redecorar la casa para que no pareciese la misma y esto nos había ayudado mucho.

El caso es que todos estábamos intentando superar los acontecimientos a nuestra manera apoyándonos unos a otros como buenamente podíamos. Pero todos teníamos algún que otro problema relacionado con aquel mal trago que tuvimos que pasar. Rose no estaba mucho mejor y según Emmett se levantaba cada dos por tres a mirar si Rossie estaba bien. Chelsea también tenía sus momentos de pánico sobreprotegiendo a sus niñas también en exceso y llamando cada dos por tres a su marido si este no lo había hecho en media hora. Por mi parte yo tenía unas pesadillas horribles al igual que Carlos, y Emmett no podía perdonarse el hecho de no haber podido estar en casa para su familia.

—Ufff que frío tengo ¿no está la calefacción puesta?

—La he quitado como siempre al ir a dormir amor pero lleva toda el día encendida es imposible que tengas frío. Anda ven metete en la cama que yo te arropo y te doy calor –le dije con cariño y nuevamente preocupado pues otro de los síntomas que me mosqueaban eran los continuos temblequeos o bajadas bruscas de la temperatura corporal, no sé si de frío o de nervios, que observaba en mi esposa en ciertos momentos. Era una mujer dura, muy dura y a simple vista parecía que estaba bien pero…los que la conocíamos.

—¿Eddie está bien?, espera que voy a mirarle –me dijo dos segundos después de haberse metido en la cama.

—Amor le has echado un vistazo antes de acostarte, el niño está bien, pero tranquila que ya voy yo, quédate aquí tapada –me levanté de la cama y fui a ver a mi hijo que, como siempre y ajeno a todo, estaba dormido plácidamente boca abajo, con la carita echada hacia un lado y con el culete en pompa haciendo resaltar el pañal –tal y como dije está perfecto mi vida, anda relájate —le pedí volviendo a meterme en la cama junto a ella y atrayéndola a mis brazos para darle el calor que a su cuerpo le faltaba.

—Lo intento Edward te juro que lo intento pero…

—Amor –le dije tanteando la situación –no puedes seguir así, tienes miedo por todo, no te atreves a dejar solo a tu hijo ni siquiera al cuidado de tus hermanos, tienes constantes bajadas de temperatura sin causa aparente ninguna, sobre todo por las noches, a veces sufres mareos y se te dificulta la respiración, ya sé que me los ocultas pero soy tu esposo y lo veo. Bella no…

—Ya lo sé cielo…

—Shhhh déjame terminar mi vida –le dije tomándola mejor en mis brazos poniéndome sobre ella con cuidado de no aplastarla, dándole besos en la cara mientras le expresaba, con cuidado de no enfadarla, todas mis preocupaciones—, lo que te quería decir es que deberías buscar ayuda profesional, de hecho yo también la necesito, podríamos ir juntos. Lo que nos pasó es muy fuerte Bella y por mucho que quieras aparentar que estás bien no lo estás. Ninguno de nosotros lo estamos –terminé de decirle sin parar de darle besos, era mi modo de hacerla saber que la entendía, apoyaba y que solo buscaba lo mejor para ella.

—Pues eso es lo que quería decirte –me dijo pasando las manos por mi espalda para poder pegarse aun más a mi cuerpo y aprisionando mi cintura con sus piernas. Lo cierto es que estaba helada y eso para mí era muy preocupante –yo misma soy consciente de lo que me ocurre, no sabes cuánto daría por salir a solas contigo como hacíamos antes y no sentir la necesidad de volver deprisa para ver cómo está el niño. Por eso llamé a Emily que me ha puesto en contacto con una psiquiatra compañera suya, se llama Shioban, es irlandesa y…tengo cita mañana con ella al salir del trabajo y yo…quería preguntarte…¿podrías venir conmigo?

—Por supuesto que sí mi vida –le dije verdaderamente aliviado —¿cómo puedes pensar que te voy a dejar sola en un momento así? sabes que nunca te dejaría sola ante nada, claro que vamos a ir juntos somos un equipo Bella, en lo bueno y en lo malo ¿recuerdas?, el amor se demuestra en los malos momentos más que en los buenos, pues estos son fáciles de pasar, y yo te amo mucho mi vida. Además ya te he dicho que yo también necesito ayuda. No te quería decir esto Bella pero como ya veo que has asumido el…problema…verás…muchas noches me despierto y…tengo pesadillas con vosotros Bella…pesadillas en donde estáis los dos…

—Shhhh calla amor no lo digas. Ya sé que tienes pesadillas cielo, a pesar de estar dormida lo noto. Me dijiste una vez que cuando yo salía de la cama tu mente en cierto modo me echaba de menos, a mi me pasa lo mismo, si tú no estás bien…si no duermes bien…yo tampoco.

—Ahora duerme mi niña que ya sabes que velo tus sueños.

—Seguro que Eddie está bien.

—Sí cielo totalmente seguro –le contesté dándole un profundo beso, beso que como siempre nos pasaba, fue subiendo de intensidad, Bella comenzó a entrar en calor de una manera muy efectiva y la ropa ya nos empezaba a sobrar, la cosa terminó pues igual que siempre, con nosotros dos haciendo el amor como dos locos desesperados. Desde la noche en que Bella me había esperado en casa con la mesa puesta, un modelito de infarto, velas aromáticas encendidas por toda la casa y un exquisito asado hecho por ella para celebrar que la cuarentena había pasado, hacíamos el amor casi todas las noches de una forma totalmente desesperada como si el mundo se fuera a terminar al día siguiente y no nos fuera a dar tiempo a saciar nuestro amor. Aunque no tuviéramos intención de ello, de una manera o de otra nuestros sexos se llamaban a gritos y al final…siempre terminaban encontrándose. No había postura que no conociéramos o hubiéramos experimentado, algunas nos gustaron más que otras y las repetíamos constantemente pero siempre, siempre encontrábamos una manera original y única de hacerlo. Bella me sorprendía constantemente, hacer el amor con ella era cada vez más adictivo para mí, la necesitaba, la adoraba, la amaba en todos los sentidos y acepciones que tiene la palabra amar.

Al día siguiente tal como lo habíamos hablado, acudimos a la consulta de la psicologa acompañados de Chelsea que se ofreció a quedarse con Eddie y sus niñas en la sala de espera mientras estábamos dentro, pues los dos habíamos notado la reticencia de Bella a que Carlos y ella se fueran con los tres a casa. Por otro lado Chelsea también quería pedir hora y mis cuñados nos habían solicitado que lo hiciéramos por ellos.

—Esto que me cuentas tiene un nombre científico Bella –nos dijo la psicóloga que era una mujer muy amable y capaz, muy capaz, de hacerte ver lo que no es manipulándote a su favor para hacerte sentir bien y poder curarte —es algo que ocurre cuando una persona pasa por una experiencia altamente traumática tal y como os ocurrió a vosotros, de hecho no tengo inconveniente alguno en visitar también a tus hermanos y amigos, claro está por separado, porque veo que cada uno tiene unos síntomas distintos, una reacción diferente ante ese hecho. Pero también sería muy buena una sesión en conjunto para que cada uno expresara en voz alta como vivió ese momento. En cuanto a vosotros dos, lo primero que tenéis que hacer es estabilizar vuestras vidas y para ello el primer deber que os pongo es que este fin de semana salgáis a cenar y después al cine o al teatro, dejad al niño con vuestros hermanos, llevad el móvil pero no lo uséis para llamarlos, resiste a esa tentación Bella. El primer día es el más difícil pero a partir de ahí todo será más sencillo, ya lo verás. Tenéis que recuperar esa parte de vuestra vida que no solo es el hecho de salir solos de vez en cuando, cosa que al matrimonio le viene muy bien, sino el hecho de recuperar la libertad de hacerlo. Lo que tienes es una fobia Bella y la fobia te merma la libertad…es una especie de cárcel y tienes que procurar salir de ella. En cuanto a ti Edward las pesadillas pasarán en la medida en que veas a Bella mejor y te encuentres más tranquilo, puedo darte algo para dormir si quieres, pero tómalo en caso de necesidad, no te acostumbres. También os vendría muy bien a los dos expresar en alto vuestra experiencia, veo que no lo habéis hecho por no molestar al otro y las cosas que no se hablan dentro quedan amargándote de por vida. Es otro ejercicio que os pongo, hablad entre vosotros de como os sentisteis y, si accedéis, también lo hablaremos aquí en sesiones particulares de solo los dos y conjuntas con los demás.

—Está bien doctora —contestamos los dos a la vez demostrando nuestro acuerdo con lo que nos decía. Y con esos deberes puestos y una vez que concertadas las distintas citas para los demás aparte de la siguiente nuestra, regresamos a casa donde mi Bella y Chels habían quedado con Rose para cumplir con los antojos culinarios de mi madre y prima.

En poco menos de un minuto la cocina se convirtió en una especie de campo de batalla en donde había muchos generales y muy pocos soldados. Yo subí a la habitación con la excusa de ducharme para quitarme un momento del medio y dejar que las cosas se normalizaran, si ellas mismas quisieran echar mano de nosotros ya nos llamarían, pero Emmett y Carlos se quedaron viendo lo que hacían para ver si podían ayudar. Cuando bajé de la ducha me encontré a mi cuñado y a mi amigo muy circunspectos y serios en el salón. Me acerqué a la cocina haciendo caso omiso de sus consejos pues lo cierto es que ver como se hacía tanta comida me había dado hambre. Miré primero por encima del hombro de Bella para ver como se hacía el arroz para la famosa paella al tiempo que mi esposa le daba vueltas a algo liquido y blanco, luego observé como hacía Rose lo que parecían ser Judías blancas o fabada, todos estos platos en realidad les salían muy bien a las dos y a mí me entró más hambre. Pero en ese momento me llamó mucho la atención Chelsea quien estaba propinándole una soberana paliza a una especie de masa que tenía extendido sobre la mesa. ¡Joder! espero que esta mujer no se enfade nunca conmigo. La arrugaba, le daba de golpes, la extendía, la volvía a arrugar y…vuelta a empezar.

—Edward –me dijo de pronto mirándome ceñuda pues me había posicionado detrás de ella a ver como lo hacía pero en vez de quedarme quieto en un sitio iba de un lado a otro siguiendo sus movimientos…digo…esto…su paliza a lo que sea que fuera eso —¿eres algún tipo de planeta extraño, misterioso y desconocido hasta la fecha? –me preguntó muy seria y yo me quedé en blanco.

—Esto…ummmm….pues no…

—Perfecto, entonces si no te importa no orbites a nuestro alrededor que ninguna de nosotras somos el sol que te alumbra por las mañanas –bueno habla por ti porque Bella…le iba a contestar pero por la mirada que tenían las tres pensé que era mejor no hacerlo y en vez de eso empecé a girar sobre mi propio eje, no sabía muy bien por qué si quieren que les sea sincero.

—Y ahora encima se pone a rotar sobre sí mismo –chilló mi Bella toda histérica —¿quieres por favor salir de aquí que se me corta la salsa?, si te parece luego llamamos a la NASA para que estudie este extraño ataque de planetitis aguditis que padecéis los tres, pero ahora ¡fuera de aquí por favor!, que total para nada que hacéis…—y bastante enfurecido salí de la cocina sin importar demostrar lo herido que estaba…bueno…no era para tanto…ya las conocía…sabía cómo eran pero eso haría que mi Bella toda arrepentida me pidiera perdón esa noche…yo me haría el ofendido y….buen plan Cullen, muy buen plan. Mi erección estuvo de acuerdo mientras se preparaba toda contenta y erguida para la noche que nos esperaba y yo me retorcía solo de pensarlo. De repente recordé que había ido allí porque me sentía hambriento.

—Esto…—les dije volviendo sobre mis pasos –veréis…yo vine aquí porque…tengo hambre.

—Uffff toma esto y calla –me dijo Bella poniendo en mi mano un plato con Sándwiches.

—Perfecto, tú haciendo toda clase de comidas ricas para las señoras del otro lado del charco y los demás por aquí a base de Sándwiches –dije para mi mismo visiblemente ofendido porque en realidad ahora sí que lo estaba. Bella iba a tener que esmerarse mucho esta noche para ganar mi perdón, y ese pensamiento perverso hizo que de pronto mi ánimo mejorara y una sonrisa maligna se instalara en mi cara, eso es Bella a ver que se te ocurre porque no hay derecho de portarse así con un pobre esposo como yo tan atento, cariñoso y amable. A ver un momento Cullen, cuidado con ese ego tan subido porque…pero una especie de sollozo repentino me sacó de mis tonterías mentales haciendo que me volviera hacia la fuente del sonido. Mi Bella estaba mirándome con lagrimas en los ojos y un gesto de dolor, ¿quizás yo y mi gran bocota habíamos dicho algo que no debíamos decir en voz alta?

—Edward Anthony Cullen –uffff mi nombre al completo, Cullen realmente estás en serios problemas a ver como sales de esta, parece ser que al final algo debí decir en voz alta algo que no debía, esperemos que no fuera eso de… —¿acaso me estás diciendo que no soy una buena esposa y no te alimento y cuido como es debido? —¿qué?, ¿de dónde se ha sacado esa estupidez?, vale, vale confirmado del todo, mi bocota se abrió sin que yo me diera cuenta…las cosas de pasar tanto tiempo junto a Emmett –parece mentira que no seas consciente de que estoy aquí trabajando a destajo para que tu madre y tu prima, repito TU madre y TU prima, unas pobres, hambrientas y desvalidas embarazadas…

–Bueno a ver un momento lo de hambrientas vale pero ¿desvalidas y pobres? —intenté volver a decir para mi mismo pero no tuve éxito, otra vez mi bocota me traicionó.

—Edward Cullen, eso no es el caso que nos ocupa solo fue…una manera de hablar y no es un dato relevante para el tema, la cuestión es que estoy metida en la cocina trabajando para que ellas puedan satisfacer sus antojos y tú, tú, te crees con derecho a recriminarme que solo te doy Sándwiches ¿tienes una queja de mi?, dime ¿tienes alguna queja de mi?

—No, mi amor, ¿cómo puedes siquiera pensar eso?, yo…es que yo…lo siento -le dije intentando acércame a ella pero…la bandeja de los Sándwiches que seguía en mi mano me lo impedían y ella también

—¡Ni te acerques…! espero que esta noche te esmeres mucho en conseguir que te perdone porque desde luego ahora no puedo –me dijo señalando mi pecho con un dedo acusatorio.

—Sí mi amor, descuida –le dije todo confundido.

—Y ahora ¿quieres hacer el favor de salir de mi cocina? –y visiblemente anonadado salí de ahí como alma que lleva el diablo. Vamos a ver, en qué momento cambiaron las tornas, ¿no era yo el ofendido y él que tenía que hacerme querer?, ¿qué diablos había pasado?, nada Cullen, nada serio, la influencia de Emmett en ti nada más. Con gesto contrariado me senté al lado de Carlos poniendo la bandeja con los famosos Sándwiches en medio por si querían alguno.

—No digas que no te lo advertimos –me dijo Emmett muy serio pasándome un plato con rosquillas.

—Al menos vosotros conseguisteis rosquillas –le dije visiblemente ofendido ya que mi Bella sabía cuánto me gustaban las rosquillas de Rose.

—Sí pero es que nosotros queríamos algo salado.

—Ahh

—Y encima se creen Galileo –dijo Carlos rascándose la nuca.

—Hipatia

—¿Qué?

—Pues que se creen Hipatia, ya sabéis, Ágora, la película, la primera mujer que puso contra las cuerdas a Aristóteles con la teoría de los planetas y todo eso.

—Ahhh —en esto el timbre sonó sacándonos otra vez de una conversación tan tonta y estúpida como mis pensamientos anteriores en la cocina. Me levanté a abrir la puerta y por ella aparecieron Jacob y su esposa. Lizzie me saludó y marchó hacia la cocina, otro general más en una guerra sin soldados. Jacob intentó ir tras de ella pero yo se lo impedí.

—No me digas más, la cocina es el cuartel general de la Gestapo y nosotros somos el mando aliado.

—Ummm más bien la Resistencia diría yo…

—Ni siquiera una simple cerveza.

—Inténtalo. Y eso hizo el muy….todos nos quedamos mirándole con gesto ceñudo cuando salió de allí cargado con una cerveza para cada uno metidas en una bolsa que llevaba colgada del brazo y un plato de empanadillas y pimientos rellenos recién hechos en una mano mientras que en la otra traía una enorme e inmensa tortilla de patatas partida en trozos.

—Todavía hay clases, uno que es experto en negociar con la Gestapo, de algo me tenía que servir tener complejo de Capitán América –nos dijo petulante y yo casi le estrello los Sándwiches en la cara.

A la mañana siguiente y después de una noche intensa en donde Bella se hizo de rogar hasta bien entrada la madrugada, el avión de la compañía nos esperaba en el aeropuerto junto a un piloto visiblemente confundido por el hecho de que en vez de personas no entraban más que bolsas y bolsas térmicas con tappers llenos de comida congelada.

—Cosas de embarazadas –le dije a modo de disculpa y el hombre frunció aun más el ceño, supongo que preguntándose a sí mismo como era posible que utilizáramos el avión de la compañía para…semejante cosa. Lo cierto es que después de lo que yo pase con Bella y Chelsea comprendía a mi padre mucho mejor de lo que ellos mismos pensaban. Si hubiera tenido que ir a China a por sopa de nido de Golondrina, sin duda lo hubiera hecho…en el susodicho avión.

El fin de semana llegó y la noche del viernes, siguiendo las ordenes de Shioban, Bella y yo dejamos a Eddie con mis cuñados y salimos a cenar y al teatro.

—¿Estará bien?, seguro que tiene que estar bien, si no estuviera bien Rose habría llamado ¿verdad que habría llamado? –me dijo Bella por enésima vez mientras cenábamos.

—Por supuesto que sí mi amor –le contesté acercando la silla para darle un besito casto en los labios.

—Perdóname Edward de seguro que te vas a hartar de mi y de mis dichosos miedos pero es que…

—Yo nunca en la vida podré hartarme de ti Bella, sabes que te necesito como el aire para respirar, mucho más que al aire cielo. Todos tenemos miedos, manías, extravagancias, virtudes, defectos, es por eso que somos humanos amor, sino seríamos maquinas. Yo me enamoré de ti con todo lo que tú eres, con tus virtudes que son muchas, con tus defectos que a mi modo de ver te hacen más perfecta y supongo que tú me amas a mí de la misma manera, bueno…no lo supongo estoy seguro de ello. Esto que te ocurre no es más que una consecuencia lógica de tu esencia, eres buena, te preocupas por los demás, tienes una capacidad de amar extraordinaria,  nos quieres a nuestro niño y a mí por encima de todo. Hemos pasado momentos malos y eso te ha llevado a estar así ahora. Solo tienes que superarlo cielo y aquí estoy yo para ayudarte. Si te pusieras enferma, físicamente hablando, yo te cuidaría, si te rompieras algo o te hicieras daño de algún modo, haría lo mismo, pues igual con esto mi amor. Anda termina de cenar y deja de pensar cosas raras. Si quieres antes de entrar al cine llamamos a ver qué tal –le dije acariciándole la cara tiernamente mientras la miraba directamente a los ojos para que viera en ellos la verdad de mis palabras.

—No, tengo que superarlo Edward, por ti, por mi y por el niño, no puede crecer teniendo una madre histérica todo el día detrás de él, pobre crío, tengo que superarlo.

—De acuerdo entonces –le dije y los dos nos terminamos el delicioso postre de trufas que estábamos tomando. Una vez acabamos de cenar nos fuimos al cine, había cogido entradas para la última sesión, esa que llamaban la "hora golfa" y que se proyectaba a partir de las diez de la noche. Era una película nueva que estaba teniendo muy buena crítica y no era para menos ya que a ambos nos gustó y la disfrutamos mucho. Una vez que salimos del cine Bella, por decisión propia, llamó a Rose para decirle que si Eddie estaba bien, iríamos mañana temprano a recogerlo ya que era una lástima sacarlo a la calle a esas horas y despertarlo en el proceso. Perdimos un poco más de tiempo dando un paseo por una ciudad que había sido testigo de nuestro amor,  deambulando por todas aquellas calles por las cuales paseamos los dos primeros días, si hasta me pareció que al pasar junto a la Cibeles esta me guiñaba un ojo y la Puerta de Alcalá me habría sus brazos con expresión cómplice.

—Tenemos toda la noche para nosotros señor Cullen, a ver qué inventas para que te perdone que aun no lo hice…del todo –me dijo una vez que estábamos en el coche parados en un semáforo ya de camino a casa, mirándome con gesto seductor mientras rastrillaba sus dedos por mi pecho. Mi erección saltó decidida a contribuir en todo lo que pudiera para ganarme ese perdón y a mí la boca se me hizo agua.

Conduje todo lo más deprisa que pude hacia casa y una vez aparcado el coche en condiciones en el garaje, no esperé mas y me lancé sobre Bella que aun tenían puesto el cinturón de seguridad, la besé, lamí y relamí en el lóbulo de la oreja, el cuello, mejillas y cara sin dejar que se sacara el cinturón. Baje una de mis manos por su muslo, lentamente,  con cuidado. Para hacer mas deliciosa la tortura, me deslice por debajo de su falda, subí de nuevo por su muslo hasta llegar a sus braguitas las cuales quité como siempre hacia, rasgando la suave tela de un tirón. Con mi otra mano tenia inmovilizadas las de Bella pero al ver que no conseguía retenerla me saqué el cinturón de mis pantalones y le até las muñecas pasándoselas después por debajo de su cabeza de forma que esta quedara apoyada en ellas. Mis dedos traviesos invadieron su entrada penetrándola de forma más o menos cuidadosa mientras que con la otra mano desabrochaba la blusa para poder acceder a sus senos. Subí su sujetador hasta dejarlo anclado por debajo de su barbilla, inmovilizándola así un poco más, y empecé a lamer con mi lengua sus suaves pezones provocando que se volvieran duros como piedras. Dentro del coche solo se escuchaban nuestros gemidos y respiraciones entrecortadas. Al tiempo que mi lengua excitaba sus senos, mis dedos seguían moviéndose en su interior buscando aquel punto de fricción que sabía le volvía loca.

—¡Por Dios santo Edward!, arggggggg…¡por favor…!

—Me encanta verte así, expuesta, excitada, rogándome por más –le dije dejando sus senos para atacar su boca con delirio, la lástima es que estés atada porque no puedes ver como me tienes –añadí notando como mi dura erección estaba pidiendo a gritos por un poco de atención.

—Desátame y veré que puedo hacer por ti –me contestó seductora.

—Puedo esperar Bella, me excita tu excitación –contesté bajando por su cuello y omóplatos hasta volver a sus senos los cuales ataque otra vez sin piedad mientras mis, ahora tres dedos, seguían su intrusión dentro de ella. En un momento determinado vi como sus paredes vaginales se contraían atrapando mis dedos en el proceso. Con una sonrisa maliciosa los saqué de su interior, la desaté, le desabroché el cinturón de seguridad, la tome en volandas sentándome en su asiento y la monté a horcajadas sobre mí. Bella adivinando mis intenciones, bajó sus manos hasta mi cremallera desabrochándola al tiempo que pasaba lentamente sus manos por mi erección que todavía tenía la prisión de los bóxers. Al final la muy ladina la liberó del todo y sin mediar más palabra se sentó de un golpe sobre mí introduciéndosela de un solo empellón. Nuestros movimientos no eran para nada tiernos y cariñosos sino fuertes, duros…lujuriosos, Bella subía y bajaba montando como la experta amazona que era, yo me derretía de placer cada vez que salía de mi para volver a introducirse de golpe y sin piedad…Bella cuando me cabalgaba de esa manera era una diosa del sexo bajada del Olimpo solo para mi placer. Llevé con prisas una de mis manos a su clítoris para adelantar su orgasmo ya que el mío propio no podía esperar más…con un grito agónico y sincronizado los dos explotamos juntos, subimos juntos a la cima y juntos volvimos a descender al planeta tierra.

Pero no tuvimos bastante con esta erótica, lujuriosa y pervertida escena en el coche, ya que al entrar en casa, sabedor de que debajo del vestido ya no llevaba sus bragas, pues estas descansaban en un lugar indeterminado del vehículo, volvimos a hacer el amor como locos en el suelo de la cocina. Esta vez la puse a cuatro patas penetrándola por detrás de la misma manera fuerte y ruda en que ella lo hizo en el coche. Solo se oía el sonido de nuestros cuerpos juntándose, llamándose, nuestras respiraciones entrecortadas, nuestros jadeos y gritos. Cuando ya estábamos llegando de nuevo los dos a la vez, la levanté para que se sentara encima de mí con su espalda pegada a mi pecho, hacía tiempo que sabíamos que esta postura era total y absolutamente espectacular y nos hacía estallar en mil y mil pedazos. Allí, en el suelo inmaculado de nuestra cocina, la experiencia fue única. Yo quería mucho a mi hijo, de verdad que lo adoraba, pero hay que reconocer que con él fuera de casa y sin la preocupación de despertarlo o que se despertara el sexo era fenomenal, pero ¿cuándo no lo era entre Bella y yo?

Esa noche terminamos haciéndolo en todos los rincones de la casa y cuando acabamos en el baño, eso fue…maravilloso, pecaminoso y no apto ni siquiera para adultos pues es algo que siempre quedará entre ella y yo. Pero lo mejor de todo es que habíamos conseguido ganar una gran batalla, Bella se separó de Eddie durante toda una noche segura y convencida de que con sus hermanos estaba igual que en su propia casa.

Para convencerla todavía más de ello, al día siguiente cuando fuimos a por él, Rossie estaba dando de comer ella solita su desayuno a un Eddie que estaba encantado con su prima. Bueno decir que Rossie le daba el desayuno era decir mucho y bueno a favor de mi sobrina…aunque…al menos eso intentaba o aparentaba intentar porque creo que había papilla por todas partes menos en su boca. Rossie le había enseñado a hacer pedorretas pues había descubierto que al hacerlas con la boca llena de papilla, mi hijo desparramaba y expandía la comida por todos los lugares de la cocina, nevera, paredes, suelo, encimera…y a mi hijo le hacía mucha gracia también por lo que hacia la pedorreta con más ímpetu sintiéndose el rey de la fiesta. Pero a Eddie y a Rossie no eran los únicos a los que le hacía gracia la situación, Emmett se lo estaba pasando en grande y Rose…Rose era tema aparte mirándolos ceñuda, con los brazos en jarras y una bayeta en su mano que seguro iba destinada a Emmett.

—Emmett Swan lo vas a recoger con la lengua, te juro que lo haces –le dijo pero la fuerza se le escapó por la boca ante una nueva pedorreta del niño y acabamos todos riéndole la gracia. Entre risas y bromas terminamos de darle de desayunar al niño, recogimos el desastre y luego nos fuimos todos a pasar el día fuera de casa.

Las sesiones con Shioban se fueron sucediendo y justo el mismo día en que cumplíamos una quincena acudiendo diariamente a ellas se produjo el milagro. Shioban me había dicho que era algo que tenía que salir de mi Bella y no forzarlo.

—¿Dónde vas? –le pregunté todo confundido cuando vi que Bella al entrar al edificio se dirigió al ascensor que llevaba hasta la guardería.

—Es momento de ir enfrentando Edward, de dejar el pasado atrás, de pasar página y escribir una nueva, sé que hoy lo voy a pasar mal pero…es momento de hacerle frente –y así fue como Bella y Chelsea empezaron a dejar a Eddie y a las niñas en la guardería. El primer día lo pasaron las dos fatal, tanto es así que a media mañana Bella se levantó de la silla y ella misma desmontó el parque argumentando que nos lo tendríamos que llevar para casa, pero poco a poco todo fue yendo mejor.

El tiempo fue pasando inexorable, los jueces habían admitido a trámite la demanda por los posibles desfalcos y no veía la hora de que señalasen la fecha para un juicio. Como dice el refrán las cosas de Palacio van despacio y yo ya me estaba impacientado. Las medidas de seguridad eran cada vez más estrictas cosa que me ponía nervioso y no contribuía en nada a la recuperación tanto de Bella como de todos, aunque habíamos experimentado una notable mejoría en todos los aspectos. Bella ya dejaba tan tranquila a nuestro hijo en la guardería con los demás, cosa que el niño agradeció pues la interacción con los otros niños era muy crucial para su desarrollo. Yo ya no tenía pesadillas y me constaba que Carlos tampoco.  Bella me volvió a sorprender  de nuevo pidiéndome que desmontáramos  la cuna que había en nuestra habitación y dejando a nuestro hijo dormir, por fin, en la cama/cuna que con tanta ilusión habíamos comprado para él.

Tanto Rose como Chelsea estaban mucho mejor al igual que Emmett, quien por fin y tras varias sesiones conjuntas en donde cada uno expresamos como nos sentíamos, se acabó dando cuenta de que no era su culpa no haber estado ahí.

Eddie por su parte crecía sano y feliz, ya tenía siete meses de edad y mi nueva misión era sentarme todos los días a jugar con él y enseñarle a que dijera papá o mamá, me hacía ilusión que su primera palabra fuera una de las dos pero solo chapurreaba una cosa rara algo así como…iabea, o algo por el estilo pero no tenía ni idea de que narices quería decir con eso. Lo que si se le daba muy bien era señalar a las niñas con el dedo haciendo ruidos con la boca, como si estuvieras llamándolas y repitiendo ese extraño sonido. Las niñas le miraban, también le señalaban, chapurreaban algo extraño y todos se reían saltando sobre nuestras…pobres…bueno los que son padres seguro que me entienden.

Por otro lado mis ahijadas también crecían muy deprisa, Carlos estaba empeñado en la misma misión que yo pero por partida doble pero de ellas solo conseguía pedorretas, risas y tirones tanto de pelo como de nariz, la verdad es que estaban muy traviesas. Una de ellas, no me pregunten cual pues eso se lo dejo a la madre, siempre sonreía cuando estaba mi niño presente y le tiraba los brazos. A veces pensaba si no se turnaban para hacerlo...era tan difícil distinguirlas.

Lo cierto es que a ambos nos encantaba jugar con nuestros hijos, pasar tiempo con ellos, disfrutar de su infancia. Chelsea y Bella nos miraban divertidas cada vez que intentábamos hacer que dijeran una de esas dos palabras y cuando mi hijo emitía ese extraño ¿sonido?, ¿palabra?, o la gemela de turno lanzaba los brazos a Eddie, ellas dos se miraban alzando la ceja como si entendieran perfectamente lo que el niño…o la niña quería decir.

Otro mes más pasó sin noticias de la fecha del juicio,  yo ya estaba poniéndome de los nervios pero intentaba disimularlo ante Bella aunque fracasaba estrepitosamente pues mi esposa me conocía muy bien y…que narices…me gustaba su forma de darme ánimos ¿a quién no? Ahora estábamos los dos en el despacho trabajando cada uno en nuestras cosas, Chelsea estaba fuera en su mesa, Carlos estaba en la suya, el ambiente era tranquilo y relajado, de vez en cuando miraba a Bella y le lanzaba un beso en el aire, beso que ella me devolvía…siempre estábamos así, no podíamos remediarlo…nada parecía presagiar la tormenta que en el transcurso de un mes desencadenarían cuatro noticias…tres de ellas ya las esperábamos pero…¿la cuarta?...el teléfono de Bella sonó…era Alice

—¡Bella, Bella! –escuché como chillaba toda histérica desde el otro lado de la línea y por los nuevos aullidos supuse que Irina estaba con ella pues esos berridos no podían ser más que de mi prima —¿estás con Edward?, pon el manos libres tenemos noticias frescas. Llama a Chelsea y a Carlos, ¿están por allí?

—Sí, sí estoy con él, un momento que los llamo –contestó Bella haciendo ruidos en el cristal para llamar la atención de Chels quien al verlo se levantó rápido para venir al despacho, yo por mi parte llamé a Carlos por el teléfono interior obedeciendo una orden que Bella me dio moviendo los labios y manos —espera que pongo el manos libres. No es posible que hayan tenido el bebé Esme o Kate es pronto, ¿cuando salían de cuentas?, ¿si les queda todavía un mes?, ¿o no?, ¿si les quedaba un mes?, ¿no me digas que alguno se ha adelantado?, si ya teníamos todo previsto viajar para allá en esas fechas, Chelsea y Carlos acaban de llegar –cuando mi esposa hablaba con mis diablos uno y cuatro adquiría la costumbre de ellas…o sea…hablar todo de seguido sin hilar las frases correctamente y…a mí se me hacía difícil seguirlas. Ufffff me mareaba.

—No, no, no es eso…todavía no, aunque están en ello…es otra cosa distinta…una noticia bomba…esperada…ansiada…menos mal que por fin…ya era hora...ufff que plastas…sin casi llegamos a pensar que íbamos a tener que obligarles a punta de pistola y…

—Alice, Irina soltadlo ya por favor –le dije impaciente y nervioso pues los chillidos por teléfono estaban empezando a superar los decibelios admitidos

— ¡QUE NOS CASAMOS!, chillaron las dos a la vez en un escándalo tan estruendoso que seguro se habían roto los tímpanos ellas mismas y a mí me pegaron tal susto que reboté en la silla donde estaba sentado y Carlos casi se cae de la otra. A mí la noticia no me vino de nuevas pues sabía de sobra las intenciones de Laurent y Jasper quienes habían pospuesto proponérselo como deferencia a nosotros y los hechos que estaban aconteciendo pero yo los había animado a hacerlo.

—Alice, Irina…chicas…eso es maravilloso chillaban Bella y Chelsea a la vez dando saltitos a su alrededor girando sobre sí mismas, como si ellas fueran ahora los famosos planetas. En seguida comenzó una competencia de berridos en donde todas gritaban pero nadie escuchaba…yo estaba a punto de salir de la habitación…me estaba poniendo histérico y a mi amigo le sucedía lo mismo. Un vistazo al frente me dejo saber que toda la redacción se había enterado de las noticias, Ángela entró con cara alegre y…se unió al coro de gritos.

-Ni que estuviéramos en una representación en vivo y en directo de Parque Jurasico –me dijo Carlos al oído y a mí me entró la risa tonta

—Bella –dijo Alice –una vez todas se hubieron calmado y Ángela y Ben fueran debidamente invitados al evento de la temporada –eres lo más parecido que tengo a la hermana que siempre quise tener, no te ofendas Edward pero…una chica…siempre desea tener como cómplice a otra chica…pero has sido un hermano perfecto siempre y lo sabes…te quiero mucho —bueno hay me pilló con la guardia baja y se me saltaron las lagrimas.

—Gracias, tú también eres la mejor hermana que yo podría esperar –le dije emocionado –me diste a mi Bella.

—Y tú me diste a esa hermana y ahora…Bella…yo…quiero que seas mi madrina.

—Sí, sí, sí, sí –nuevo estallido de gritos redundantes acompañados de golpes en la mesa y giros sobre sí mismas, toda la redacción miraba divertida la escena pues aun con la puerta cerrada, como digo, se escuchaba todo.

—Y tu Chels junto a Rose, Lizzie,  Esme  y Kate vais a ser  nuestras Damas de honor.

—Sí, sí –y ahí empezábamos de nuevo.

Pero vosotras no digáis nada a Rose y a Lizzie,  que ahora las llamamos, se tienen que enterar por nosotras, lo vamos a hacer nada mas colgaros, esta noche ya podéis celebrar…-bueno eso era una connotación interesante…¿celebrar esta noticia con mi Bella…? mi erección se puso a la defensiva –y cuando digo celebrar es tomar una copa de champan juntos primo –añadió Irina. Vamos a ver ¿esta mujer como diablos podía saber lo que yo pensaba?

—¿Y para cuando es la boda? –acerté a preguntar todo enrojecido y esperando poder cambiar de tema.

—Vamos a esperar a ver si sale la fecha del dichoso juicio y a que Esme y Kate tengan los bebés y recuperen un poco el tipo.

—Por lo del juicio no os preocupéis, me da que va para largo.

—Estamos haciendo todo lo posible primo, espero que se resuelva pronto.

Pasaron otros quince días más sin saber cuándo se iba a celebrar el dichoso juicio. Habíamos vuelto a pasar de nuevo las navidades en familia como siempre hacíamos, esta vez con el incentivo y la ilusión de los tres niños que ya estaban y los dos que iban a llegar. Yo a veces me ponía de mal humor sin saber muy bien porqué pero Bella sabía calmarme como nadie nunca lo había hecho, de una forma muy…muy…efectiva y sino que le consulten a mi erección. Aun así mis nervios muchas veces no me dejaban ni dormir y no era la primera noche que tenía que echar mano de las pastillas que Shioban, a la que seguíamos viendo, me había mandado la primera vez. Pero las cosas acaban pasando, parece que no pasaran nunca, pero terminan sucediendo y eso me quedó muy claro en la siguiente semana en la que iba a recibir las tres noticias restantes, dos esperadas y una…

Estábamos a mitad de semana, acabábamos de llegar a casa, Bella y yo estábamos bañando a Eddie cosa que nos gustaba hacer juntos pues era muy divertido jugar con él en la bañera aunque, como es natural, acabábamos todos mojados y empapados de agua. Mi teléfono móvil resonó en toda la estancia, siempre lo llevaba conmigo…era mucha mi ansiedad…me sequé…fui a por él…miré quien llamaba…era mi padre…

—Hijo, ya tienes una madre y un primo, tu hermana y tu sobrina acaban de nacer –y dale con las confusiones otro como yo.

—Que sea enhorabuena padre ¿qué tal están todos?, se han adelantado un poco, teníamos pensado salir para allá el viernes.

—Fenomenal Edward, fenomenal pero…ufff no sabes como lo hemos pasado. La verdad es que se han adelantado un poco…el médico dice que en el caso de Esme es normal pues ya os tuvo a vosotros y es su segundo parto pero Kate nos ha sorprendido, parece que la dio envidia ver a su tía pariendo y decidió hacerlo ella también. Te repito que no sabes lo mal que lo hemos pasado. Estábamos cenando en un restaurante cuando tu madre se puso de parto, y Kate al llegar al hospital y verla…pues se puso ella también...no te imaginas el lió que hemos armado.

—Me puedo hacer una idea.

—Dale la enhorabuena de mi parte –me dijo mi Bella –y diles que el viernes las veo.

Colgué el teléfono con una sonrisa boba en la cara, a mi edad  tenía un nuevo hermano, era maravilloso y…original…aunque a veces me sacaran de quicio me encantaba mi familia. Llamé a Chelsea y Carlos para decírselo mientras Bella llamaba a sus hermanos.

Al día siguiente una nueva llamada interrumpió una reunión de edición…era de Laurent…

Edward tengo dos noticias…una es la que esperábamos pero la otra es…sorprendente y alucinante…¿cuál quieres primero?

Hola chicas. En primer lugar quiero disculparme con vosotras por la enorme tardanza, no solo me he tomado vacaciones de Navidad sino que parece que haya querido empalmar con las del siguiente año. Las navidades son una época altamente estresante y agobiante para mí en las que suelo deprimirme un montón. Normalmente esta depresión se me va pasando de forma repentina en el momento en que pasa el día de Reyes, pero esta vez parece que me duró más y a esto debemos añadirle un fuerte constipado. Espero que comprendáis que no he tenido mucho tiempo ni ánimos para escribir y además un fic en clave de humor. De verdad que lo siento, pero por fin aquí lo tenéis.

Y…bueno...¿qué pensáis que puede ser esa noticia sorprendente y alucinante?, se admiten teorías.