OS GANADOR DEL TERCER PREMIO EN EL CONTEST LEMMONADA_EXPRES 2
PORTADA REALIZADA POR RO-RO DEL STAFF DE FFTH
Summary: " Lemmonada_Expres 2" Acudir a una cita
con el ginecólogo nuevo, hombre para más señas, puede llegar a
ser…extremadamente interesante e instructivo.
_________________________________________________________________________________
La apuesta.
Bella Pov
—¿Entonces, como tengo que llamarte profe o mamá? –preguntó
Cintia inocentemente mientras la llevaba tomada de la mano, bueno más bien la
llevaba arrastrada de mi mano ya que no tenía ninguna gana de ir al colegio
nuevo. Era su primera vez y se estaba haciendo la remolona.
—Puedes llamarme profesora Swan, o profe a secas o… —
abruptamente detuve mi paso para mirar fijamente a mi hija de tres años que, si
bien físicamente era igualita a sus padres, pelo cobrizo y ojos chocolate, por
dentro era una mezcla altamente letal y explosiva entre sus tíos Alice y
Emmett, algo muy difícil de lograr, igualar, y, por supuesto superar.
—¿Sabes?, mejor no me llames –le contesté adivinando una
futura travesura Emmetiana detrás de esa insistencia.
—Pero, ¿y si necesito decirte algo?
Me volví a parar bruscamente ya que había vuelto a reanudar
mi apresurado caminar…aquí había gato encerrado, eso estaba más que claro.
—Simplemente levanta la mano y cuando te de la señal me
preguntas.
—Pero, ¿y si estas de espaldas y no me ves?
—Esto…ummmm…no te preocupes ya me volveré.
—¿Sabes?, esto no me hace gracia, eres mi madre, ¿por qué no
puedo llamarte mamá?
—Porque esto es el cole y yo aquí soy tu profesora no tu
madre.
—Entonces tendré que llamarte profe.
—Bueno, pero profe sin más, no quiero ninguna trastada
Cintia Alexandra Cullen.
—Jo mamá no voy a hacer nada.
—Eso espero hija, eso espero
Y continué con mi paso acelerado ya que si seguíamos a este
ritmo no llegaríamos nunca a la escuela y yo no me podía permitir el lujo de
llegar tarde ya que a mis alumnos no se les podía dejar solos ni dos
nanosegundos. Eran demasiado pequeños y…demasiado traviesos todo al mismo
tiempo.
Suspiré con tristeza al recordar a Edward…como echaba de
menos a mi Edward…pero él estaba fuera cumpliendo su sueño y yo no tenía
derecho a interponerme en su camino…me consolaba pensando que ya quedaba poco y
por fin podríamos estar juntos otra vez.
Suspiré de nuevo y mientras apuraba el paso empecé a
recordar nuestro tórrido comienzo.
Primer Flashback
—Lo siento señorita Swan pero la doctora Weber está de
vacaciones y sus pacientes han sido derivados al Doctor Edward Cullen –¿un hombre…? ummm…¿un ginecólogo hombre
mirándome, metiendo la cabeza y sus manos por…mis partes nobles? yo que tu
esperaría Swan, total que más te da quedarte embarazada hoy que pasado mañana.
—Esto y…dígame ¿hasta cuándo estará de vacaciones la doctora
Weber?
—Pues no sabría decirle, pero por lo menos tardará como tres
meses en volver, ha tenido un bebé ya sabe y…
—¡Madre mía!¿tres meses?, yo no puedo esperar tres meses—. Vamos a ver Bella céntrate, tienes dos
opciones o dejas que un hombre, más bien un doctor, hombre al fin y al cabo,
pero doctor, te mire por ahí para valorar la posibilidad de la fecundación in
vitro o…simplemente te esperas. Claro que también puedes buscar otra
ginecóloga. Pero ¿donde coño encuentro una ginecóloga de urgencias?
—¿Señorita, sigue usted ahí? –escuché que me llamaba la
enfermera desde el otro lado de la línea.
—Esto…um…sí, aquí estoy ¿cuándo podría recibirme esto…el
doctor Cullen?
—Tiene un hueco mañana a última hora de la tarde ¿la viene a
usted bien?
—Pues…sí, sí me viene bien –le diré a Jessica que me
acompañe.
Y aquí estaba yo en el lugar indicado, a la hora correcta y
sola, más sola que una ostra sin perla y ¿por qué?, pues porque mi amiga, mi
muy querida amiga Jessica, no podía hacerme el favor de venir conmigo ya que
tenía una cita con su ultimo novio, un tal Mike no se qué, y claro la señora no
podía sacrificarse cinco minutos. Vamos a
ver Bella se valiente, eres una chica grande y las chicas grandes se enfrentan
a sus problemas ellas solitas, solo tienes que entrar ahí, abrirte de piernas y
dejar que el buen doctor te miré. A lo mejor es un hombre de estos… ya mayor
que te da confianza y parece tu abuelo, ¿mi abuelo?, ¡joder qué vergüenza!
Bueno también podría ser un hombre joven, guapo, apuesto, ¡Dios que calor!
—Señorita Swan ya puede pasar –la voz de la enfermera que
salió de repente de no sé donde me sacó de mis cavilaciones haciéndome pegar un
salto enorme –por aquí por favor —me dijo un poco confundida por mi reacción.
Cuando entré a la consulta y me encontré de frente con el
buen doctor no puede evitar quedarme clavada en el sitio, eso no era un hombre,
ni era un doctor, eso era un adonis, un dios griego bajado del Olimpo para
atormentarme, un homenaje para la vista, ¿cómo coño iba yo a adoptar semejante
postura en presencia de…?
—Señorita Swan ¿verdad?
—Esto…sí
—Siéntese un momento por favor –y así lo hice obedientemente
ya que su tono de voz no dejaba lugar para las dudas o vacilaciones –acude
usted a mi consulta porque quiere hacerse una revisión y valorar la posibilidad
de una fecundación in vitro ¿no es así? –me dijo levantando la mirada ¡por dios
que mirada!, ¡que ojos verdes mas preciosos!, unos ojos en los que una podría
perderse como esos de la isla* y no querer nunca volver a ser encontrada.
—Sí…si…así es –le dije sosteniéndole una mirada que él no
había apartado de mi. Me miraba, ¡ay por dios!, yo que sé cómo me miraba con
esos ojos, con esa boca, con esa lengua con la que se relamía los labios
mientras lo hacía. Si no fuera porque estábamos donde estábamos pensaría que en
esa mirada había ¿deseo?, ¿lujuria?
—Pase por aquí si es tan amable –me dijo con una voz ronca
que reflejaba una excitación que estaba muy lejos de ser normal. Como tampoco
era muy normal el bulto en sus pantalones, no es que yo tuviera mucha
experiencia en ese tipo de bultos pero… Sus ojos abandonaron los míos y se
dirigieron a mis pechos y de su garganta salió un gemido ahogado. ¡Ay madre mía donde me he metido yo! Y encima
ya vamos para allá, a la camilla con los famosos estribos. ¡Por dios, por dios!
¿Cómo voy yo a salir de aquí?, vamos a ver Bella ¿de verdad quieres salir?, sin
con solo mirarte ya ha conseguido lo que Black no pudo por años y sino
pregúntaselo a tus bragas que tienen ya una inundación considerable. Y era
cierto y extraño. Desde que rompí con el innombrable de Jacob Black no había
vuelto a tener un orgasmo en condiciones, vamos a ver qué digo, ni con ese
impresentable había tenido yo un orgasmo en condiciones, pero eran orgasmos al
fin y al cabo que le desfogaban a una. Pero el caso es que desde que rompí no
he vuelto esto…ummm…a follar con ningún hombre, ninguno me ha llamado la
atención y ahora llego aquí y con el primero que pillo. Vamos a ver Bella es que el primero que has pillado no es cualquiera,
es…
—Señorita estoy esperando –dijo con un tono autoritario que
me dejó con las bragas en el aire.
Sin más dilación me levanté mi falda de vuelo, puesta adrede
para la ocasión, a ver no se confundan es que venir a un sito de esos con jeans
y tener que quitárselo todo delante de un desconocido, que encima es un hombre
que esta para mojar y comer…bueno a lo que iba, me levanté mi falda de vuelo y
me quité mis muy mojadas braguitas. Acto seguido me subí a la camilla me abrí
de piernas y puse cada pie en un estribo. Noté como él se acercaba a mí
lentamente, tomándose su tiempo, sin prisas y yo me estaba excitando cada vez
más. Alto ahí ¿excitando?, Bella por Dios
que esto es una consulta médica, sin tan necesitada estás metete por internet
en un sitio de citas de esos cuando salgas de aquí...
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando después de
escuchar un click, síntoma de que se había cerrado con cerrojo la puerta, una
mano, que se suponía era la del buen doctor ya que estábamos los dos solos,
empezó a subir desde mis pies acariciando suavemente mis tobillos, mis piernas,
mis muslos, mis…¡ay madre!¿es que era este un nuevo método de revisión aun
desconocida para mí? Bueno no solía yo venir mucho a un ginecólogo pero Ángela
nunca me había revisado así.
—Estese quieta señorita –me dijo con una voz tan ronca, tan
sensual, que yo…yo no hice caso y me retorcí como pude y sin querer saqué un
pie del estribo
—Si no se está usted quieta no la puedo examinar –me dijo
mientras subía y bajaba sus uñas por la parte interna de mi muslo –pero ese es
un problema que vamos a solucionar –me dijo al tiempo que quitaba la mano de
donde estaba y se marchaba. A ver hijo de….no me dejes así –supliqué con la
mente mientras intentaba incorporarme un poco a ver qué sucedía.
—Túmbese –me dijo con voz autoritaria mientras regresaba
junto a mí. Sentí que tomaba mi pie entre sus manos y lo aferraba al estribo
sujetándolo con ¿una cuerda?, ¡oh por dios!, ¿quién se creía este hombre?, ¿el
protagonista de ese libro que todas estamos leyendo?, que conste que yo también
me incluyó que una no es tonta.
Empezó a deslizar su mano empezando otra vez desde mis pies
hasta mis muslos, pero esta vez no se detuvo ahí, subió mi falda dejando mi
trasero totalmente al descubierto, al final me la quitó del todo desabrochando
la cremallera y empujando mi trasero hacia arriba él mismo. Vamos a ver, vamos
a ver, ¿desde cuándo para una revisión de estas hace falta que una se quite la
falda?, por lo general una se la levanta un poco y el doctor pone una especie
de sabana encima de ti pero… a lo dicho, mi mente se había secado o se había
ido de vacaciones porque yo no podía pensar algo mínimamente coherente.
Siguió su recorrido por mi vientre, mi cintura la que
acarició de manera lenta durante un buen rato, luego siguió hasta mis pechos
que también acarició por encima de la blusa de una forma que yo ya sentía que
me iba a venir y con tan solo tocarme así. Dejó mis pechos y subió hasta mi
clavícula, mi cuello, para volver a bajar lentamente por mis brazos, los cuales
tomó y subiéndolos hacia arriba, juntó mis muñecas y las ató sujetándolas con
¿unas esposas? a una especie de barra de acero que había detrás de mí. ¡Oh por Dios! ¿Todo esto hacía falta para
hacerme una revisión? No, no creía que nada de esto hiciera falta. Sí yo soy
muy buenecita y me suelo estar bien quieta. Intenté protestar pero de
pronto silenció mi protesta con un beso y vaya beso. Su lengua entró sin
permiso en mi boca y empezó a rebuscar y rebuscar hasta llegar a mi garganta, y
yo…yo que iba a hacer si no devolverle aquel beso lleno de lujuria, deseo, pasión.
Cuando ya el aire estaba empezando a ser más que necesario, dejó mi boca y con
sus labios empezó a descender por aquellos sitios donde antes estaban sus manos
y estas se dirigieron directamente a mi centro y cuando llegó, ¡madre mía
cuando llegó!, metió dos dedos en mi interior y empezó a moverlos de una manera
y una forma desconocida para mi hasta entonces. Pero por lo menos parecía que
ya me estaba revisando.
—Me temo que voy a tener que quitar su blusa para examinarle
los pechos mas concienzudamente…señorita Swan –me dijo y como me lo dijo yo
exploté, no puede mas y exploté. Una sonrisa de autosuficiencia se instaló en
su cara. Con esa sonrisa que me estaba volviendo loca me desabrochó poco a poco
la blusa depositando un beso cada vez que soltaba un botón en la piel expuesta
que iba dejando. Cuando terminó con mi blusa, metió los dedos por debajo de mi
sujetador y empezó a estimular los pezones con sus pulgares.
—Buenos pechos señorita Swan, podrían alimentar sin
problemas a muchos niños –anda la osa
este que se cree que soy un ama de cría. Pero ese pensamiento iracundo tan
pronto como apareció se fue ya que lo que ese hombre me hacia…¡maldito Jacob
Black! la de tiempo que malgaste contigo y tus pobres intentos de seducción.
Madre mía lo que yo me he estado perdiendo.
De nuevo mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando
noté como mi sujetador era sacado de lugar donde debería estar y llevado sin
más miramientos hasta mis ojos cubriéndolos con él. ¡Madrecita del amor
hermoso!¿y ahora que va pasar? Sentí como se alejaba de mi ¿dónde va ahora este
hombre?, pero de nuevo sentí sus manos en mis pechos mientras su boca
descendía, descendía y descendía y llegaba a…argggggg. Su lengua empezó a dar
vueltas y vueltas por un clítoris más que sobreexcitado y ansioso de más. ¿No tendrían que ser sus dedos los que
estuvieran ahí explorando en busca de algo…anormal? Definitivamente Swan o esto
es un método nuevo y revolucionario de exploración o te ha tocado con el doctor
salido. ¿A lo mejor es un tipo de cámara oculta? Pero a pesar de esto,
tenía un problema y de los grandes, yo no quería mas lengua ni mas manos en
ningún lado, quería su…¡oh por Dios!,
exclamé mentalmente mientras escuchaba como se abría una bragueta y el ruido de
las ropas al caer al suelo, ¿se estaba
desnudando?, ¿era esta una forma nueva y más moderna de revisar?—me pregunté de
nuevo , pues sí que se lo pasaban bien los ginecólogos por dios. No sé qué
especialidad seria la que correspondía al género masculino pero…yo me iba a
estudiarla en cuanto saliera de aquí.
Pero no me dio tiempo a pensar más porque de pronto lo sentí
completo encima de mí mientras su erecto pene entraba sin contemplación en mi
interior. Jadeé no de sorpresa ni de dolor, no señor, jadeé de puro y simple
placer. Yo había venido aquí por una fecundación in vitro y desde luego
fecundándome me estaba fecundando, de eso no cabía la menor duda. Ahora faltaba
saber si la operación tenía éxito a la primera o se necesitaba…un segundo
intento.
—No sé que me está pasando con usted señorita Swan, pero me está
haciendo excitarme como nunca me había excitado y es un auténtico placer estar
dentro de usted, no quiero salir nunca de aquí –me dijo mientras empezaba a
moverse al principio muy lentamente, torturándome en cada movimiento, con cada
embestida. Entraba y salía dentro de mi con gran presteza masajeando mis pechos
una y otra vez y cada vez que lo hacia mi placer ascendía a límites que hasta
ahora para mi estaban sin explorar y era…sencillamente delicioso. Al estar
atada de pies y manos el movimiento se me hacía muy difícil y mi cuerpo me
pedía más fricción a pesar de la fiereza con la que él ahora me embestía. Era
una tortura no poder moverme pero al mismo tiempo me excitaba aun más si cabía,
era distinto, era especial, era muy placentero. Y además estaba el hecho de que
mis sentidos se habían agudizado pues mi sujetador en la cara me nublaba la
visión. Su boca arremetió de nuevo contra mis pezones mientras sus movimientos
seguían lentos, sincronizados, tomándose su tiempo y yo como podía le respondía
de igual manera.
Sus embestidas de repente se hicieron más fuertes,
violentas, agresivas, sus gemidos iban en aumento al mismo ritmo que sus
envites y todo era…perfecto. Mi cuerpo respondía a él como si le hubiera estado
esperando por años y años y a pesar de no poder moverme nunca, nunca jamás
había experimentado un placer similar.
—Córrete conmigo…ahora…me ordenó y yo que soy muy obediente
cuando quiero y me apetece, me corrí vamos que si me corrí, mis fluidos iban
saliendo y saliendo sin orden ni medida mientras sentía como él se tensaba
encima de mí y se descargaba con un grito enorme, desgarrador. La fecundación
había terminado.
Después de un rato más o menos largo que necesitamos para
recuperar nuestras respiraciones y nuestro ritmo cardiaco normal, se incorporó
y escuché como se vestía de nuevo ¿qué pasa conmigo?, ¿me vas a dejar atada
aquí?, bueno a lo mejor ahora viene la segunda parte de la revisión,
esto…ummm…la de verdad porque dudo que esta haya sido de verdad, más bien ha
sido un inesperado encuentro en la tercera fase sin precedentes por lo menos en
mi triste y corta historia sexual.
—Ya puedes vestirte y marcharte, y dale las gracias a tu
jefe…ha sido un placer compartir contigo esta… experiencia señorita Swan, aquí
junto a tu bolso te dejo una pequeña gratificación. Sinceramente espero y deseo
que podamos vernos de nuevo ¿quizás en mi apartamento?, podríamos jugar a
muchas cosas –me dijo al tiempo que me desataba.
—¿Qué?, ¿de qué me está hablando?, ¿qué pasa con mi
revisión?
—¿Su revisión?, creo que ya la he revisado a conciencia,
señorita Swan —dijo un tanto asombrado —¿todavía quiere más? Si es así, no
tiene más que decirlo, hablaré con su jefe y… lo cierto es que este jueguecito
de doctor/paciente es muy entretenido pero peligroso a la vez, conocerla a
usted me ha hecho valorar la posibilidad de tener una mujer permanente a mi
lado que sea capaz de seguir mi ritmo y satisfacer todas mis…digamos
necesidades ¿estaría usted dispuesta?
—¿Qué?, ¿mi jefe?, ¿qué jefe? , yo soy maestra –le informé empezando
a comprender un poco la situación, pero
que inocente eres Bella Swan. Este tío es un sinvergüenza que contrata putas
para jugar con ellas a llamémosles…juegos de rol —oiga usted –le dije
incorporándome y tapando mis senos con una mis manos ya que con la fuerza con
que me había levantado mi sujetador estaba por ahí perdido….no se sabe dónde, y
con mi otra mano me tapaba mis… vergüenzas… –yo he venido aquí para que me
hiciera una revisión y valorar la posibilidad de tener un bebe por fecundación
in vitro. Soy paciente de la doctora Weber no una….puta barata.
—¿Es usted paciente de la Doctora Weber?, ¿una paciente de
verdad? –me preguntó pasándose las manos por el pelo visiblemente aterrado. No
sabía yo que había pacientes de verdad y pacientes de mentira, primera noticia.
—Pues sí –le conteste como pude –soy una paciente de verdad,
siempre me atendió la doctora Weber y…
—Maldita sea –exclamó con un grito —¿pero porque no se ha
quejado usted cuando he empezado esto…ummm…con el juego?
—Porque usted no me ha dado opción a quejas, ha tomado lo
que le ha dado la gana, como le ha dado la gana, ha dado por sentado lo que no
era y…—pero que mentirosa eres Bella
Swan.
—Esto es una broma ¿verdad?, usted quiere chantajearme para
no ir por ahí revelando que el famoso Doctor Cullen, hijo del prestigioso
cirujano, contrata putas para tirárselas en la consulta jugando a que son sus
pacientes. Quiere amenazarme con revelar mi secreto. Y con lo que hemos hecho
irá por ahí diciéndole a todo el mundo que soy un putero. ¿Dime cuánto dinero
quiere por callar? –me dijo sacando una chequera de uno de los cajones de la
mesa.
¡Oh mierda!
Sin terminar de vestirme del todo le tiré a la cara su
"gratificación" por los servicios prestados y salí de aquella
consulta como alma que lleva el diablo. La enfermera se me quedó mirando
estupefacta.
Fin del primer
flashback
Y como ustedes pueden imaginar después de aquel tórrido
encuentro Edward me buscó y le fue fácil encontrarme gracias a mi ficha. Me
explicó que nada mas irme llamó a su amigo Riley, mi supuesto jefe, quien le
confirmo que él no había mandando ese día ningún… regalo para él. Me dijo que
Riley era un amigo de toda la vida dueño de un club. Él siempre se estaba
metiendo con él por su vida un tanto…ermitaña. Su amigo se divertía burlándose
por su muy escasa vida sexual, pero en el fondo era un buen amigo y lo hacía
por su bien pues era consciente de que su problema era la soledad una total y
enorme soledad. Su familia era encantadora y los quería pero su hermana y su
novio Jasper, así como sus padres, derrochaban amor por los cuatro costados y
su otro hermano Emmett siempre andaba enamoriscado de alguna o de otra. Él no
servía para salir con una mujer solo por puro y simple sexo, buscaba algo más,
buscaba lo que tenían sus padres y al no encontrarlos había llegado un momento
en que se sentía tan solo que terminó aceptando la apuesta que le lanzó su
amigo, un encuentro sexual en un sitio peligroso como puede ser su propia
consulta.
Me aseguró que había sentido algo muy profundo durante
nuestra velada en su consulta y deseaba intentar algo conmigo, comenzar una
relación. Que esa fría propuesta había sido un modo de retenerme aunque fuera
con dinero ya que pensaba que yo era una…puta. Pero yo no estaba dispuesta a
aceptar una relación con un hombre cuyo deporte favorito era…aceptar los
regalos de su amigo, ¿Cómo podía yo saber que lo que contaba era verdad y que
todo había sido una apuesta? El problema fue que él no estaba dispuesto a
aceptar mi negativa así que un mes más tarde...
Segundo flashback
Mi buena, nótese el sarcasmo, amiga Jessica me había
convencido para que saliese con ella y su novio Mike a una discoteca. Según
ella desde que había roto con el innombrable parecía una monja de clausura,
claro que mi pobre amiga no tenía ni idea del tórrido encuentro paciente/doctor
acaecido un mes antes. Para no oírla más ya que Jessica cuando se ponía pesada
era horrible, accedí a ir con ellos.
Y aquí estaba yo en medio de la pista de baile junto a mis
dos amigos bailando una canción bastante caliente y con un modelito de esos que
enseñan más que insinúan. Pero ya llevaba unos cuantos mojitos así que…me daba
lo mismo. De repente noté como alguien me cogía por detrás y se ponía a seguir
mi ritmo con unos movimientos que… ¡ay madrecita del amor hermoso! ¿Por qué
siempre me pasaba esto a mí…?
—No pensarías que me había olvidado de ti –me dijo una voz
que reconocí de inmediato y que me calentó de arriba abajo poniendo especial
atención en mi zona más sensible, bueno…más sensible a él –llevo vigilándote
desde que me dijiste que no, esperando mi oportunidad, hoy no te escapas –me
dijo al oído al tiempo que mecía su cuerpo al mismo ritmo que el mío en unos
movimientos tan provocadores, sugestivos, calientes y seductores que mis bragas
empezaron a mojarse en el acto. En verdad era provocadora, muy provocadora su
forma de bailar, de moverse, de hacerme notar su erección totalmente pegada
allá donde dicen que la espalda pierde su nombre. Y yo…yo que podía hacer sino
seguir bailando, no podía resistirme a él, era superior a mí.
—¿Se puede saber que quieres ahora?, ¿ya te has cansado de
follar "pacientes" en tu consulta?
—No he follado con ninguna otra mujer desde que lo hice contigo,
todo fue una estúpida apuesta. Me has calado muy hondo Bella Swan, tienes que
ser mía. Como ya te digo llevo vigilándote todo este tiempo. De esta noche no
pasas, tienes que ser mía Bella Swan. Te deseo, ¿es que no ves como me tienes?
Y sin más preámbulos me cogió de la mano y me llevó a su
coche, un volvo plateado precioso, y a toda velocidad me llevó a lo que se
supone era su apartamento. Una vez allí me hizo entrar y me condujo hasta un
sillón colocando los asientos de manera que estuviéramos más cómodos y me hizo
tumbar pidiéndome, eso sí, permiso con la mirada.
—Perdona pero la habitación esta en el segundo piso y
sinceramente no llego, luego si quieres la estrenamos—. Me tumbó del todo sobre
el sillón y se puso encima de mí besándome la cara, la barbilla, los labios
mientras su mano desabrochaba con premura los botones de mi blusa.
—No sabes cuánto deseo estar dentro de ti otra vez, me dijo
mientras atacaba mis labios e introducía sin permiso su lengua dentro de ellos.
Los botones de mi blusa estaban todos desabrochados y me incorporó para
quitármela, mi sujetador y mi falda fueron detrás. Volvió a tumbarme sobre el
cálido asiento del sofá y siguió atacando mis labios con precisión, con
movimientos exactos y correctos, los justos para hacer que mis bragas
colapsaran y mi cuerpo se tensase con la anticipación. Sus labios dejaron los
míos y bajaron por mis pechos desnudos donde se detuvo lamiéndolos y
acariciándolos con su lengua mientras que sus manos bajaban para llegar a mi
reino, ese que solo él sabía cómo conquistar. Sus dedos implacables se
introdujeron en mí una vez que se hubo desecho de mis bragas y se movían
haciendo círculos, entrando y saliendo, volviéndome loca, completamente loca.
Mis manos ansiosas por tocarlo buscaron la cremallera de su jeans bajándola lo
más deprisa que mis propios estallidos de placer me permitían. Edward se
incorporó un poco para ayudarme y bajó sus pantalones hasta sus pies junto a
sus bóxers liberando una protuberancia tan enorme que me pregunté cómo era
posible que eso cupiera dentro de mí. Pero cabía, vamos si cabía. Y lo
comprobé, valla si lo comprobé ya que de repente lo sentí dentro de mí, muy
dentro de mí. Sin salir de mi interior me incorporó y se las apañó para que
quedara sentada sobre él consiguiendo un ángulo de penetración que…oh por Dios
en mi vida había experimentado una cosa así ¿Dónde estaba este hombre cuando
decidí dejar de ser virgen?
—Muévete Isabella, muévete que hoy no estás atada y quiero
que me cabalgues –y eso fue suficiente para que mi cuerpo respondiera como un
autómata y empezara a moverme con fuerza, subiendo y bajando, entrando y
saliendo. Subía y volvía a dejarme caer de golpe mientras sentía como su
miembro penetraba en mi cada vez más duro.
—Ya no puedo más, no lo resisto, toda tú eres irresistible,
córrete conmigo, lleguemos juntos a la cumbre.
Y juntos llegamos, vaya si llegamos, subimos y descendimos
de nuevo quedando uno encima del otro recuperando nuestras fuerzas.
Ese día me llevó a casa entre disculpas y más disculpas por
confundirme aquella vez con una de las chicas de su amigo. Pero yo no estaba
dispuesta a ceder tan pronto. Bueno…mi mente no estaba dispuesta, pero mi
cuerpo…ese era asunto aparte. Pero la batalla mente versus cuerpo la ganó mi
mente…de momento.
Unos días más tarde me encontraba con una especie de
depresión extraña que no sabía como había aparecido y mucho menos el porqué así
que me fui a pasear por un parque cercano a casa. Al llegar frente a un hermoso
lago me detuve y me senté a contemplar los patos y los miles de peces de
colores que vivían en ese espació. No le vi acercarse, solo lo sentí cuando por
detrás me rozó el lóbulo de mi oreja y me habló al oído muy, muy bajito y
sensual.
—Yo paseando tan tranquilo y ¿con que me encuentro?, a una
ninfa de los bosques, una diosa convertida en mujer.
—¿Se puede saber qué diablos haces aquí? –le pregunté
levantándome para encararlo de frente. Bueno eso de decir que me levanté es una
licencia poética bastante inexacta, porque no me llegué a levantar ni un
poquito ya que me agarró del brazo y me tumbó sobre la hierba poniéndose justo
encima de mí.
—No has contestado a mí…pregunta –le dije o más bien trate
de decirle cuando su boca dejó la mía para que yo pudiera respirar aunque solo
fuera un poco.
—Ya lo sabes, te lo dije la ultima vez, no pararé hasta
conseguirte —me contestó entre besos y besos que descendían desde mi cuello
pasando por mi clavícula hasta detenerse en mis pechos. Bajó hasta el principio
de la camiseta que llevaba y sin que tuviera opción a decir no, me la quitó de
un tirón levantándome suavemente para que pudiera salir por mi cabeza. Un
momento ¿he dicho antes de que me diera opción a decir no?, ¿es que acaso
quería yo decir no?, pero si con este hombre si iban al cuerno mi fuerza de
voluntad y solo quedaba de mi un cuerpo traicionero que respondía y se convulsionaba
ante cada toque.
—No pensarás que lo vamos a hacer aquí.
—Preferiría mi apartamento…o en su defecto el tuyo, tú
eliges.
— ¿Tu apartamento? — le dije dando un grito, bueno más que
un grito fue un fuerte gemido ya que su lengua estaba jugando de tal manera con
mis pezones que como siempre mis bragas ya estaban empezando a notar los
estragos de su cercanía–. Ya me llevaste engañada allí el otro día y te dije
que no volvería a follar en ningún lugar contaminado por las muchas y variadas
zorras que has llevado allí a lo largo de los años que haga que…bueno…ya sabes.
—Tú eres la primera que ha pisado mi apartamento mi diosa, a
nadie más he llevado, solo tengo deseos de llevarte a ti para perderme por
horas en tu cuerpo tan hermoso. Pero si prefieres tu casa me da igual puestos a
perderse da lo mismo un sitio que otro.
—Y si yo no quiero que te pierdas
—Lo estas deseando –me contestó frotando su muy grande
erección contra mí y haciendo que mi cuerpo respondiera al movimiento
frotándose a su vez contra él –lo ves como lo deseas, deseas perderte en mi
tanto como yo en ti –agregó levantándose y tomándome en sus brazos de
improviso, me llevó hasta un árbol cercano aprisionándome contra la madera del
mismo y su cuerpo. Con un rápido y ágil movimiento bajo la cremallera de mis
jeans para introducir sus manos dentro de mí comprobando con arrogancia lo
mojada que estaba. Pero yo no iba a ser menos, no señor, ¿quiere jugar? pues
Bella Swan jugaría. Le empujé un poco para que se apartara de mí dejándolo un
poco sorprendido lo que me dio tiempo para ponerme de rodillas en el suelo
bajando la cremallera de su pantalón y liberando su enorme serpiente de dentro
de su guarida. La agarré con ambas manos apretando suavemente y empecé a
moverla arriba y abajo con movimientos lentos y precisos. Un grito se escuchó
en la noche, un grito de placer, de enorme e intenso placer, sin previo aviso
me la metí en la boca y succioné tan profundamente que su glande tocaba mi
garganta. La lamí y la mordisqueé entre gemido y gemido aprisionándola con mis
labios para exprimir todo lo que pudiera de él. En un movimiento inesperado
sacó su erección de mi boca y se arrodilló junto a mi sentándome encima de él y
penetrándome de un sólo golpe, en un giro rápido nos dio la vuelta sin salir de
mi quedando él encima.
—No es así como quiero poseerte Isabella, quiero a mi polla
dentro de ti, no en tu boca –me dijo mientras los dos tumbados en la hierba nos
movíamos al unisonó. Sus labios volvieron a bajar hasta mis pechos donde su
lengua hizo maravillas, sí señor, autenticas maravillas con mis pezones que se
mostraban erguidos y dispuestos para la acción. Y yo que no podía ser menos,
toqué y besé cada parte de su piel que quedaba a mi alcance porque lógicamente
la camisa había salido disparada junto con mi camiseta. Estuvimos moviéndonos
lentamente durante un buen rato, explorándonos el uno al otro, degustándonos
hasta que poco a poco nuestros movimientos se fueron haciendo cada vez más
poderosos e intensos y juntos explotamos en uno de esos orgasmos en los que te
dejas la vida…y algo más.
Una vez que hubimos recuperado nuestras respiraciones y
antes de que le pudiera dar el tortazo de rigor, me cogió en sus brazos y me
llevó hasta su coche en lo que se dice un pis pas, me empujó dentro echando el
seguro para que no pudiera escapar y dando un rápido rodeo se metió por la
puerta del conductor.
—Se puede saber donde me llevas, maldito putero de mierda
–le dije toda cabreada, bueno más bien disimulando que estaba cabreada.
—Tú eliges, o prefieres que te trate como a una zorra y en
ese caso iremos a mi consulta o prefieres que lo haga como a una dama, en ese
caso iremos a mi apartamento.
—Te he dicho que yo no follo en un lugar en donde lo han
hecho dios sabe cuántas zorras.
—Ok en ese lugar vamos a mi consulta porque como ya sabes
aunque no quieras creerlo con la única que he hecho el amor allí eres tú, pero
decididamente prefiero mi apartamento —¿qué?, pero si es a ese lugar en
concreto al que me refería. Sin darme tiempo a replicar más me vi yendo
inexorablemente hacia su casa. Al igual que la primera vez que estuve aquí el
sitio parecía inmaculado, limpio y ordenado. Estaba claro que lo limpiaba una
mujer casia diario porque era imposible que un hombre lo tuviera tan pulcro.
Pero se veía muy masculino, muy…él. Sin darme tiempo a expresar mi opinión
sobre el entorno me volvió a cargar llevándome hasta el baño donde sin pedir
permiso me sacó toda la ropa y me depósito en la bañera la cual comenzó a
llenar de agua mientras él se desvestía a su vez. Se metió detrás de mí y con una
esponja de baño empezó a masajear mi clítoris de una forma gloriosa, dando
pequeños golpecitos, llevándome con ello a la total y completa locura. La
esponja fue sustituida por su mano y sus dedos, que invadieron mi intimidad,
provocaron que me retorciera y me retorciera encima de su enorme erección que
cada vez adquiría dimensiones más considerables. Sin darme tiempo a respirar me
levantó sentándome sobre él y en la misma posición que estábamos, es decir, con
la espalda pegada a su pecho me envistió por detrás. Me fue penetrando muy
lentamente, disfrutando del momento, deleitándose con él. Mis piernas estaban
dobladas sobre mis rodillas en un escorzo casi imposible y sus envites y
movimientos eran cada vez más certeros y profundos. Cuando vio que íbamos a
llegar llevó una mano a mi clítoris y lo estimulo para que mi éxtasis llegara
con más rapidez y explotamos juntos en un orgasmo que arrasó con toda nuestra
cordura.
Esa noche hicimos el amor de mil y una posturas, muchas de
ellas que ni siquiera conocía. Me dio besos por todas partes pidiéndome perdón
por tratarme así.
—Edward –le dije en un momento de relax –es que así no se
consigue el perdón. Nos hemos visto tres veces y en las tres hemos tenido
estos…llamémosles encuentros. En resumidas cuentas, no puedes llegar y coger lo
que te interesa sin más.
—Parece ser que es de la única forma que nos entendemos
Bella Swan, por eso lo hago. Pero quiero que salgamos por ahí en una cita
convencional, que hablemos, que nos conozcamos y que veas la persona que hay
detrás de aquel que conociste en mi consulta.
—¿Y qué hay de eso?
—¿Qué hay de qué?
—De tus actividades en el trabajo.
—Ya te dije que esa fue la primera vez y que solo respondía
a la apuesta que me lanzó mi amigo, una especie de reto si quieres verlo así.
Pero desde que tú estuviste allí y robaste mi corazón es imposible que pueda
haber ninguna otra.
—No sé si creerte.
—Tenemos toda la noche –me dijo cerniéndose sobre mi y
atacando mi boca de nuevo.
Fin del segundo
Flashback
Unos cuantos perdones más, seguidos de muchos besos,
caricias y…lo siguiente, cedí antes sus ruegos e iniciamos una relación que
duró un año hasta que se vio truncada por culpa de la zorra de Tanya, una amiga
de su hermana Alice quien me dijo en una ocasión que estaba harta de ella y que
no le caía nada bien. Tuve claro desde el primer momento que estaba detrás de
él, pero Edward nunca le hizo caso. Nunca…hasta ese momento en que ella supo
jugar muy bien sus cartas e hizo a la perfección su papel de amiga que
consuela. Ella le hizo creer a Edward que yo le estaba engañando con Jacob
Black mi ex novio el cual había vuelto a aparecer en mi vida sin que nadie le
llamase. No me dio tiempo a explicarle, no me dio tiempo a nada, cogió el
petate y se fue, se fue lejos a otro país a estudiar un máster en ginecología
que unos días atrás había rechazado por quedarse conmigo, cosa que a mí no me
hacía gracia ya que hacer ese máster que le ayudaría en su carrera era su
sueño, tanto es así que estaba valorando la posibilidad de dejarlo todo e irme
con él.
Tres años más tarde me escribió una carta en la que me decía
que había descubierto el engaño de Tanya y me pedía perdón. Me aseguraba que me
amaba, que extrañaba el sexo conmigo, nuestros encuentros, las conversaciones que
teníamos, las peleas, las reconciliaciones, que me extrañaba a mí. Pero yo no
podía perdonarle y hacer borrón y cuenta nueva no…cuando se había marchado sin
mirar atrás dejándome un regalito y sin saber de él durante tres malditos y
horrorosos años.
Sumida en mis pensamientos llegué al colegio. Mientras
estaba en la puerta recibiendo a mis alumnos, recordé aquel día en que
engendramos a nuestra hija. Tres días antes de que Tanya soltara su bomba.
Nuestra relación era…especial y digo especial porque habíamos seguido jugando y
ese día tocaba encuentro causal en la playa.
Tercer flashback
—Vaya pero que tenemos por aquí ¿una sirena?
—Así es señor y no puedo llegar al agua ¿querría usted
ayudarme?
—Con mucho gusto –me tomó en sus brazos y juntos nos metimos
en las cálidas aguas del mediterráneo en donde estábamos pasando unos días de
vacaciones, hicimos el amor dentro del agua con tanta pasión y fervor que…puede
decirse que entramos dos y salimos tres. Mis piernas se aferraron a su cintura
y le bajaron poco apoco el bañador mientras él con sus dientes me subía la
parte de arriba del bikini al tiempo que me la desabrochaba para quitármela.
Mis pezones quedaron libres y a la espera de una atención que no tardaron en
recibir poniéndose erguidos como siempre lo hacían ante la impecable lengua de
Edward. Sus manos bajaron por mis costados hasta llegar a las minúsculas
braguitas que llevaba puestas, la cuales me fue quitando muy despacio. Yo ya
había terminado con su bañador, así que nuestros sexos sueltos y libres se
encontraron en un punto del camino, reconociéndose y haciéndose sitio el uno al
otro. Menos mal que la playa estaba desierta porque solo se oían nuestros
gemidos mezclados con el vaivén de las olas, vaivén que hacía más profunda y
placentera la penetración. Nuestros labios se encontraron, nuestras miradas se
conectaron, nuestros movimientos se aceleraron y el éxtasis nos alcanzó en
medio de aquel mar tranquilo y cálido.
Fin del tercer
flashback
Días después todo explotaba ante nuestras narices y como
digo se marchó, se marchó sin mirar atrás sin preguntar y acompañado por esa
furcia.
Después de aquella carta en la que me pedía perdón
reanudamos una relación pero solo de amistad, era lo único que de momento podía
darle, ya que yo no podía perdonarle aún que se hubiera marchado sin más y
menos con esa zorra de Tanya. Pero yo no me podía resistir por mucho tiempo a
los encantos de mi doctor favorito, eso ya había quedado claro en aquella
famosa consulta, por lo que estaba esperando desde hacía ya algún tiempo que me
propusiese ser…algo más. Pero esa proposición nunca llegaba.
Los cuatro años que habían pasado eran tiempo suficiente
para que mi herida estuviera curada pero no cerrada del todo por eso le había
ocultado la existencia de Cintia. Evidentemente se iba a enfadar mucho cuando
se enterara pero esperaba que luego recapacitara, al fin y al cabo había creído
una mentira y me había dejado sola. Además tenía a Emmett y Alice para
ayudarme. Ellos siempre creyeron en mí al igual que Esme y Carlisle, su padres,
pues conocían a Tanya demasiado bien y me conocían a mí. Quien parecía no
conocernos era Edward
Pero no las tenía todas conmigo…esa rubia explosiva que me
había presentado hacia unos meses por Skipe…Ellos decían que solo eran amigos
pero…estaba claro que la rubia estaba detrás de él. Edward me había dicho que
tenía una sorpresa para mí, bueno en realidad para todos ¿y si cuando llegara
esa sorpresa era…? Alice y Emmett me decían que no fuera tonta que Edward me
amaba más que a su vida y, aunque en un principio se enfadase por el pequeño
secretito que le había ocultado, luego prevaleciera su amor por encima de todo.
Pero yo era por naturaleza insegura y no podía evitar sentir celos de la rubia.
Después de aquel día en que me pidió perdón no había vuelto a proponerme nada
¿y si yo había perdido mi oportunidad por tonta?
Y los días fueron pasando y había llegado el momento de
enfrentarme a él y presentarle a esto…nuestra hija. El avión llegó puntual y
tan puntual como el avión, salió Edward acompañado de la famosa rubia explosiva
que iba colgada de su brazo como si tal cosa. Mi alma se derrumbó al verla pero
cuando iba a dar media vuelta para marcharme por donde había venido con mi hija
pues para mí todo estaba claro, muy claro, unos fuertes brazos me cogieron y me
levantaron dándome vueltas y más vueltas al tiempo que plantaba un fuerte beso
en mis labios ¿cómo era capaz?
—¿Y esta niña quién es? –me preguntó confundido cuando me
dejó en el suelo. En su expresión se notaba que había hecho la conexión nada
más verla.
—¿Te acuerdas de nuestro tórrido encuentro junto al mar
antes de que…pasara lo que pasó?, pues ahí tienes el resultado –le solté a lo
bruto y sin anestesia ya que estaba muy cabreada y dolida.
—¿Por qué no me lo habías dicho? –me preguntó visiblemente
enfadado, pero la presencia de la rubia hizo hervir mi sangre y no medí mis
palabras.
—Bueno si no recuerdo mal, te fuiste con una zorra y ahora
vuelves con otra. Pero no te preocupes, sigue con tu rubia que yo me quedo con
mi hija. Tranquilo que no te voy a reclamar nada, la he sacado adelante todos
estos años y así seguirá siendo. Monta una consulta que puede que te haga falta
y sigue jugando a los médicos con tu zorra —le dije dando media vuelta y
marchándome junto a mi hija
—Tú no me quieres, ya sabía yo que no me ibas a querer –le
dijo mi pequeño ángel antes de que saliésemos las dos juntas de aquel
aeropuerto dejando a Edward plantado en el sitio.
—De verdad que eres un auténtico gilipollas –escuché como
decía Alice mientras salía detrás de mí junto con Jasper, ¿cómo te atreves a
aparecer por aquí del brazo de otra…mujer? Y yo que siempre te he defendido
cuando la pobre se quejaba de que tenías algo con ella.
—Alice, Bella y Edward habían roto él no está haciendo nada
malo –escuché que Jasper le iba diciendo mientras me seguían.
—Pero él fue un imbécil marchándose y dejándola abandonada y
además ahora le estaba dando esperanzas ¿te atreves a llevarme la contraria
Jasper Hale? –dijo mi amiga mirando a Jasper de forma muy amenazante lo que
provocó que éste tragara saliva al tiempo que ponía cara de pánico.
No pudimos llegar más que a la puerta porque una mano decorada
con un esmalte de uñas rojo chillón me detuvo.
—Bella, me parece que estás cometiendo el mismo error que
Edward cometió hace años. Sois tal para cual, hacéis caso de lo que veis y no
os paráis a preguntar. Yo no tengo ningún interés amoroso por Edward, he venido
con él por…por…—en ese momento me cogió del brazo y me llevó a un rincón aparte
—Bella yo creía que mis padres había muerto en un accidente y…resulta que es
mentira…yo fui secuestrada, cuando me enteré los busqué y mi búsqueda me llevó
hasta Edward…ellos viven aquí…he venido a…conocerlos…Edward me está ayudando
porque…Jasper Hale es mi hermano.
—Doble, triple, cuádruple y quíntuple mierda, ¡que metedura
de pata!
Me volví y pude ver a Edward que tenía en brazos a nuestra
hija y con lagrimas en los ojos la estaba diciendo algo, no podía escuchar bien
pero era algo hermoso ya que mi niña también estaba llorando y por su carita
esas lagrimas era de alegría. Me acerqué a ellos.
—Me parece que he caído en el mismo error que tú hace años
¿me perdonas?
—Creo que tenemos que hablar –me dijo muy serio. ¿Vamos a tu
casa?
—Llegamos a mi modesto apartamento y al entrar mi niña le
tomó de la mano llevándole a dar una recorrido turístico por todo el sitio
mientas yo iba a la cocina a preparar algo de cena.
—Cenamos en un ambiente más o menso distendido debido a la
presencia de Cintia. Una vez que esta se marchó a dormir y que Edward
voluntariamente le leyese un cuento, nos marchamos al salón y con una copa en
la mano nos sinceramos el uno al otro.
—En primer lugar Edward tengo que decirte que lamento
haberte ocultado la existencia de Cintia, pero como digo tú te marchaste con
esa zorra y luego tras pedirme perdón, siempre tenias una excusa para no venir.
—En primer lugar –respondió imitando mi frase –yo no me
marché con ninguna zorra, Tanya vino detrás de mí y la despedí con cajas
destempladas desde el primer día y no he vuelto a saber más de ella. Fue el
propio Jacob Black quien apareció un día en el hospital donde hacía el máster y
me contó que nunca hubo ningún lio entre vosotros, que todo fue un plan urdido
por Tanya haciéndoos unas fotos tomadas en momentos que a simple vista podían
parecer incorrectos, pero que no eran más que un intercambio de unos amigos que
hace tiempo que no se veían. Tanya se escondió para haceros esas fotos
comprometedoras sin que os dierais cuenta, luego me las envió a mi correo de
forma anónima. Por lo visto él se enteró porque fue la propia Tanya quien le
propuso el plan pensando que seguía enamorado de ti. Pero Jacob no accedió ya
que tenía por novia a la que hoy en día es su esposa y que fue con él al
hospital. Por lo visto Tanya siguió por libre pero él no se entero hasta tres
años después que regresó junto a su esposa.
—Bien eso concuerda ya que Jacob marchó de nuevo aquella
misma noche y no le volví a ver hasta después de ese tiempo y efectivamente me
habló de su novia Leah.
—Muy arrepentido –prosiguió Edward —me puse en contacto
contigo, pero no me perdonaste, al menos no del todo y eso me destruyó pero fui
consciente de que todo fue mi culpa así que me propuse reconquistarte aunque
fuera por internet. Las cosas no se dieron como yo quería, solo éramos amigos y
fue por eso por lo que evitaba volver aquí, Si ya era difícil para mi ser solo
tu amigo vía internet imagina como hubiera sido teniéndote delante sin poder
tocarte ni besarte —me dijo empezando a tocarme sugerentemente ascendiendo
desde mis muslos hasta mis pechos—. Así que dada la situación soy yo el que
también debo pedir perdón. Te amo Bella Swan, nunca deje de hacerlo, ver
aquellas fotos me dolió, pero más me dolió tu ausencia y darme cuenta de que te
había perdido por mi estupidez. Quiero de verdad tu perdón, tu autentico perdón
y que volvamos a ser una pareja – mientras me decía todo esto su mano subía y
bajaba desde mis pechos a mis muslos y viceversa y a mí me estaba haciendo
entrar en combustión solo con ese toque.
—Te perdono si tu…me perdonas a mi –le contesté con la voz
ronca por la excitación llevando mi mano a su entrepierna.
—Con una condición.
—¿Cuál?
— Cásate conmigo –me dijo tumbándome contra el sillón y
cerniéndose sobre mí. Y ya íbamos otra vez para allá.
—No quieres saber la contestación a tu pregunta –le dije
entre mordiscos en los labios y besos.
—No tengo prisa, me acabarás diciendo que sí ya lo veras.
—Y si no lo hago
—Ya sabes lo insistente que puedo llegar a ser –me dijo
atacando de nuevo mi boca acallando del todo lo que le iba a responder.
Ya sabéis como nos conocimos y lo que paso después ¿queréis
saber cómo sigue y lo que le contesté?
PARA LEER OTROS OS, PINCHA AQUI
PARA LEER OTROS OS, PINCHA AQUI