DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer
Capítulo 8: Carlisle cuenta su
versión
Por Edward
Cuando sus
pies volvieron a tocar el suelo, comenzó a dar saltos, gritos y vueltas a su
alrededor mientras gritaba Jasper, Jasper,
mi Jasper ha venido a verme.
Conclusión, todo el aeropuerto mirándonos
intentado averiguar quién era el
tal Jasper que había ido a verla. Cuando Alice se calmó, o
mejor dicho, cuando su pobre y sufrido novio consiguió que se calmara, y
después de los respetivos besos y saludos nos fuimos a una cafetería
para que desayunaran y poder hablar. Los
chicos se sentaron en otra mesa para darnos privacidad. Carlisle, muy serio,
empezó su relato.
—Tenía
veintidós años cuando vi por primera vez a Esme y a Elizabeth Vulturi. Acababa de terminar la
carrera y tu abuelo Edward me esperaba ansioso para que ocupara mi lugar junto
a él. Nada más llegar me presentó al dueño del otro periódico importante de
Chicago, Vulturi’s News, y me dejó caer que no nos vendría nada mal una
alianza en forma de matrimonio. Me comentó que Marco tenía una hija de mi misma
edad guapísima y que no estaría mal que nos casásemos. Yo por aquel entonces
era un chico muy inocente Edward, nada parecido a ti que has luchado con uñas y
dientes contra un matrimonio que no quieres ni deseas. Yo era más conformista. Tu abuelo me dijo que si me negaba él no me
iba a forzar, ya que los Cullen no necesitaban de ningún matrimonio pues su
empresa era fuerte y solvente, aunque esa alianza reforzaría el negocio, así que…. fui a conocer a la chica. Lo malo
es que conocí a la chica… y a la
hermana… y esa fue la que de verdad me gustó. El problema… Esme solo tenía
quince años.
—Marco y mi
padre se dieron cuenta de esto y Marco, en su afán de unir nuestras familias,
me dio permiso para cortejarla dentro de
unos límites, claro está. ¿Porqué Marco me dio su consentimiento?, muy
sencillo, por ansias de poder. No olvidéis
que nosotros somos una de las familias mas prestigiosas e influyentes de
Chicago, casarse con un Cullen representa prestigio y poder, algo que todo el
dinero de los Vulturis no era capaz de comprar. Pero, como es lógico, me puso
unas condiciones. La primera que Esme consintiera en el matrimonio pues jamás
sería el culpable de la infelicidad de una de sus hijas. Segunda, hasta que no tuviera dieciocho años no nos
podríamos casar ya que solo era una niña y tenía que terminar sus estudios y,
eso sí, tenía que darle la oportunidad de hacer una carrera si ella quería. Yo
acepté esas condiciones por supuesto ya que Esme me gustaba mucho y yo a ella
también.
—En el
momento en que hablé por primera vez con Marco sobre su hija me di cuenta que a
pesar de ser un hombre frio y calculador, Esme era su debilidad, su ojito
derecho. Me advirtió que tuviera cuidado y fuera cauto ya que era solo una
chiquilla sin ninguna experiencia y yo
un hombre adulto. Me dijo que pagaría las consecuencias si alguna vez le hacía
daño. Comencé a cortejarla con cuidado y
precaución, intentando ganarme su confianza y su amistad. Yo pensé que la otra
hermana, la cual me caía bastante mal, iba a enfurecerse por mi decisión pero
muy lejos de eso, alentó esa relación ya que las dos hermanas se llevaban a las
mil maravillas, la fomentó, nos ayudó y se hizo mi amiga… mi mejor amiga.
—Mi relación con Esme fue avanzado a pasos
agigantados, estaba claro que ella también sentía lo mismo por mí y un buen día
me propuso dar un paso más. Al principio yo me negué, ¡por Dios era una
chiquilla!, sería su primera vez, tenía
que estar segura. Pero mi rechazo la dolió pues pensaba que ella no era lo
suficientemente buena para mí ya que
solo era una niña tonta y sin
experiencia. Yo no podía permitir que pensase eso, ¡por Dios! estaba loco por
ella y la deseaba como nunca había deseado a una mujer, pero me frenaba su
juventud cosa que ella no entendía. Discutimos, Esme se puso a llorar, yo quise
consolarla, una cosa llevó a la otra… nos dejamos llevar y… sucedió. No recuerdo de donde salieron los condones que me puse pues fueron varias
las veces que hicimos el amor aquella mágica noche que nunca olvidaré. Más
tarde me dijo que se los había dado su hermana
—Después de
esto pasamos unos días maravillosos, inolvidables, pero de repente algo cambio
y mi Esme empezó a mostrarse distante, como temerosa de algo, un día sin más
desapareció. Me dejo una nota, una simple nota en la que me decía que ella no
era para mí, que no me amaba, que se había dado cuenta cuando hicimos el amor.
Me decía a su vez que le había dejado otra nota a su padre pidiéndole perdón,
eximiéndome de toda culpa y explicándole que se marchaba. No la volvimos a ver ni a saber nada más de
ella hasta que regresó convertida en toda una mujer y… acompañada. Yo simple y llanamente no me lo podía creer,
Esme es una mujer que no sabe ocultar sus sentimientos y yo estaba
completamente seguro de que me amaba era eso…o que había estado fingiendo y esa
última idea se instaló en mi mente y se quedó ahí para mortificarme.
—Cuando
hablé con Marco, éste estaba desesperado
porque como ya he dicho, Esme era su ojito derecho. Por lo visto en su
nota, para tranquilizarle, le dijo que tenía plaza en un instituto nuevo
donde terminaría sus estudios y luego
empezaría la universidad en algún lugar
de su elección. Le dijo que no se preocupara pues contaba con dinero suficiente para ir tirando y que
después trabajaría, no sería ni la primera ni la última mujer que lo hiciera.
Le pidió perdón por alejarse así, pero le dijo que no me amaba y que de
quedarse temía verse embarcada en un matrimonio que ella no quería y que por
favor no intentase buscarla. Que no me culpara ni me cuestionara a mí porque yo
no era el culpable y la había tratado
muy bien, que era ella la del problema.
—Marco, por
supuesto hizo caso omiso de su petición y la buscó por cielo y tierra sin éxito
alguno porque a pesar de todo el ejército
de detectives que puso en su búsqueda, nadie consiguió encontrarla. Ningún
archivo de ningún instituto del país reflejó jamás el nombre de Esme Vulturi
entre sus alumnos, estaba claro que de algún modo había cambiado de apellido.
Yo no me lo podía creer ni Marco tampoco,
solo tenía quince años, ¿cómo era posible que hubiera sido capaz de desaparecer
de ese modo tan maestro? Me preguntó si yo le había hablado alguna vez de
matrimonio a Esme. Yo, por supuesto le dije que no pues era temprano y según
una de sus condiciones ella tenía que acceder por voluntad propia y para eso
debía de ganármela. Marco asintió suspirando derrotado y me pidió perdón por el
daño que su hija me había causado y me dijo que siempre sería bien recibido en
su familia.
—No hace
falta que os diga que la odié, la odié
con todas mis fuerzas por dejarme así. Ese día me fui a un bar y bebí hasta
hartarme. Solo recuerdo de aquella noche que Elizabeth llegó en mi rescate. Me llevó con ella a una
habitación de hotel para que me recuperara. Me dejó llorar y desahogarme hasta
que el sueño me venció.
—Al día
siguiente estuvimos charlando y me dijo que nadie mejor que ella para
entenderme ya que le había sucedido algo similar hacia tan solo una semana. Me
confesó que estaba enamorada de un hombre al que su padre consideraba no apto
para ingresar en la familia por lo que habían mantenido la relación en secreto,
cosa que me extrañó al principio ya que Marco me había dejado claro aquella vez
con su primera condición que le importaba y mucho la felicidad de sus hijas.
Pero pensé que podría tratarse de un hombre que no la amase, un vividor que
solo buscase su dinero tratando de embaucarla y por eso se oponía temiendo que
la fuese a hacer infeliz. El caso es que solo Esme sabía de él ya que eran
confidentes y por aquel entonces se llevaban muy bien. Elizabeth me dijo que
Félix, como así se llamaba el individuo, abrumado por lo que se le caía encima
la había dejado no sin antes acostarse con ella lo que confirmo mi teoría sobre
el vividor y de la razón por la que Marco
se negaba a dar su consentimiento y aceptar esa relación. Por supuesto a ella
no se lo pregunté pues la veía demasiado dolida y afectada como para ahondar en
la herida.
—Elizabeth me
dijo que le entregó su virginidad como
despedida a sabiendas de que esa era la última noche que pasarían juntos pues
sabía de sobra que la iba a dejar, lo supo desde el primer momento en que se
encontró con él aquel día, por su mirada, por su expresión, por su
distanciamiento. Pero también que nunca amaría a otro hombre aunque en ese
momento lo odiase por haber sido un cobarde y no haber luchado. En ese momento me sentí más
cerca de ella de lo que nuca me había sentido con nadie ya que mis sentimientos
hacia Esme eran los mismos, la odiaba por lo que había hecho al tiempo que
comprendía que, llevada por su juventud, se hubiese asustado y huido, pero
sobre todo la amaba y nunca dejaría de hacerlo. Me acerqué a Elizabeth, la
abracé y juntos pasamos un buen rato llorando nuestras respectivas penas uno en
brazos del otro. Ahí nuestra amistad se afianzó un poco más. Cuando nos calmamos Elizabeth me explicó que Esme no era más que una niña, me pidió
que no la odiase ya que el odio no era un buen sentimiento, al fin y al cabo el
adulto era yo y tenía que haberme
controlado mejor, que la había asustado y lo comprendí vamos si lo comprendí y
me odié por ello y…me convencí de que lo mío con Esme no tenia futuro… ella se
había marchado, había huido para nunca
más volver.
—Unos días
después Elizabeth empezó a estar triste, parecía preocupada y ausente, cuando
le pregunté me contestó que no era nada, que echaba de menos a Esme, pero al
día siguiente la encontré llorando con algo en las manos, al quitárselo vi que
era una prueba de embarazo y que esta daba positivo. Me confesó entre lágrimas, que su encuentro con el tal Félix había traído consecuencias y que estaba
embarazada. Sentí que la debía algo, mi propia cordura tal vez, ella había sido
la única que había estado allí para apoyarme, para consolarme, así que me casé
con ella cosa que Marco me agradeció en privado. Yo no tenía muchas ganas ni
estaba convencido, en mi fuero interno mantuve la esperanza de que Esme
regresara, de que Marco la encontrara pero…
en realidad no era más que un hombre despechado y… me casé.
—Los dos nos
consolábamos mutuamente, no había amor, pero si respeto y cariño. Elizabeth me
pidió que durmiéramos en habitaciones separadas y yo, por supuesto, accedí
ninguno de los dos teníamos ganas de llevar nuestra relación a ese plano tan
intimo…sin amor.
— Cuando ya
estaba de casi nueve meses, me surgió un viaje de improviso por un problema que
había en una de nuestras sucursales en Seattle y no tuve más remedió que
marchar junto con Marco, Aro y Cayo pues el problema parecía ser de mucha
importancia. De todos modos Elizabeth aun
no salía de cuentas y se quedó con Athenodora y sus hijas ya que nunca
se ha llevado bien con Aro y Sulpicia. Además, tu tía ya estaba embarazada de
Irina y a punto también de parir. Lo más
curioso del caso es que cuando llegamos a Seattle el problema no era tal… no
existía pero aprovechamos para supervisar y ver de primera mano cómo funcionaba
esa sucursal y que Randall, la persona que estaba al mando, hiciera bien su
trabajo.
—Al regresar
ya habíais nacido Alice y tú, por lo visto fue un parto prematuro y con ella
solo estuvo Athenodora ya que no quisieron llamar a mi padre que había quedado
al frente de la empresa. Elizabeth me dijo que había sido muy rápido y no le
dio tiempo a llamarme, cosa que me enfureció ya que no lo entendí. Ella tenía
que haberme llamado, no esperar a que regresase. Esa fue nuestra primera
discusión fuerte pero lo dejamos pasar por vosotros y...por la familia aunque
Aro y su mujer también le recriminaron lo mismo.
—Cuando os
tuve en mis brazos por primera vez, me
sentí el hombre más feliz del mundo. A pesar de no ser vuestro padre biológico
os quise como a mis propios hijos desde el momento en que os vi, ya que una
fuerza extraña me atraía hacia vosotros… me llamaba.
—A partir de
ahí tu madre dejo de ser esa mujer con
la que me había casado, esa amiga que estaba ahí para todo y se fue convirtiendo poco a poco en la mujer que ahora
conocéis, cosa que se agrandó cuando conoció a mi primo y a su
hija Tanya. No entiendo muy bien el cambio de actitud ni si la verdadera
Elizabeth es la de antes o la de ahora, solo se… que ya me tiene harto.
—Cuando paso
el periodo de cuarentena me pidió, más bien me exigió, que fuéramos un
matrimonio en todos los sentidos. Yo al principio me negué, por ¡Dios! no la
amaba pero…al final cedí ya que me dijo que cuando nuestros hijos fueran
creciendo nos pedirían una explicación de por qué no dormíamos juntos y…esa fue
suficiente razón, no quería dañaros explicándoos antes de tiempo una verdad que
podríais no entender y, al mismo tiempo, me aterraba perderos.
— Años
después, Esme regresó, pero… ella tenía
su vida y yo la mía junto a Elizabeth.
—Marco la
perdonó y le dio su lugar, lo que hablaron… nadie lo sabe, solo sé que fue Aro
quien consiguió dar con su paradero y la trajo de vuelta. Tomó el puesto que le
correspondía en la empresa como accionista empezando a su vez a trabajar en
ella ya que había cursado la carrera de periodismo entre otros estudios y
estaba perfectamente facultada para tomar un puesto directivo y de
responsabilidad en una empresa que también era suya.
—Poco a poco
empezó con vosotros la extraña, maravillosa y admirable relación que tenéis. Tu
madre al principio se opuso, pero nada pudo hacer conforme ibais creciendo ya que parecíais
imanes. La relación con Irina y Kate era maravillosa, alentada por Aro y tu tía
y muy pronto se hizo extensiva a vosotros. Por otro lado sé que Marco y vuestra madre
tuvieron una larga e intensa conversación, tampoco sé exactamente que hablaron
solo que Marco la obligó a dejar que Esme se acercara a Alice y a ti, pero no me dio más explicación
y yo tampoco se la pedí. Ella era vuestra tía y se portaba bien con todos sus
sobrinos, no me parecía justo negárselo.
—El
reencuentro para mí fue horrible, no podía mirarla a la cara, sencillamente no
podía y había vuelto tan guapa. Ya no quedaba nada de aquella niña asustada de
tan solo quince años y en su lugar había
una hermosa mujer que enseguida congenio con todos vosotros. En ese momento
valoré la posibilidad de un divorcio, pero ¿para qué?, posiblemente ella me
rechazase ya que en su día dejó bien claro que no me amaba. Y
además no volvió sola sino acompañada de un tal Demetri que fue su novio
durante bastante tiempo y eso nos terminó de separar. Después la pareja rompió, Esme nunca nos dijo
porqué y no se la conocen más novios hasta
la fecha.
—Nosotros,
nunca hemos hablado de aquello jamás, nuestra relación es la que es, la que
vosotros veis, pero todavía tenemos esa conversación pendiente y está ahí
desafiándonos. Supongo que no quiere inmiscuirse en nuestro matrimonio. Al
principio me miraba con odio y resentimiento como si me desafiara, como si
supiera algo que se suponía que yo también tenía que saber. Al mismo tiempo, esa relación de camaradería
que había entre las hermanas había desaparecido, dando paso al odio que ahora
se tienen ¿por qué? no lo sé.
—Y esa es la
historia hijos, ahora odiadme o comprenderme pero por favor no juzguéis a Esme,
ella era muy joven, inocente e inexperta y… se asustó.
Alice y yo
estábamos en shock desde el momento en que escuchamos que Carlisle no era
nuestro verdadero padre, mejor diríamos padre biológico porque nuestro padre de
verdad si lo era yo lo tenía más que claro. Nos había educado, cuidado, querido
y se había hecho cargo siempre de nosotros, cosa que nuestra madre, nuestra
verdadera madre nunca había hecho. Pero
eso no impedía la incredulidad que sentíamos. Alice y yo nos miramos y miramos
juntos a Carlisle
—Entonces…
¿ese tal Félix es en realidad nuestro padre biológico?
—Al
principio estaba convencido de ello, pero pronto empecé a notar, como todos,
las semejanzas físicas que vosotros teníais conmigo. Los dos habéis sacado los
ojos verdes característicos de la familia de Dydime ,pero vuestro aspecto
físico, el color de la piel, la forma de mi barbilla… ese color de pelo tuyo
Edward y ese desorden en él son herencia directa de mi abuelo y eso es algo que
no podía pasar por alto. Alice tú, tú sacaste la forma y el color de
pelo de mi madre, tu abuela, que en paz descanse y si no fuera por esos ojos
verdes serias su viva imagen –y para
corroborarlo saco una foto de su cartera de una mujer joven, más o menos de
nuestra edad que muy bien podría haber pasado por Alice sino fuera porque esta
tenía los ojos azules de Carlisle.
—Un día y
sin que tu madre se enterara os llevé conmigo a ver a un medico amigo mío y le
pedí unas pruebas de paternidad. Las pruebas dieron positivas… los dos sois
hijos míos
Tanto Alice
como yo lanzamos un gemido de alivio ante semejante declaración pero fue
momentáneo ya que mi padre es y siempre ha sido Carlisle Cullen y así se lo
hice saber.
—Papá, aunque las pruebas hubiesen dado negativas y
nosotros fuésemos en verdad hijos biológicos de ese tal Félix, quiero que sepas
que yo te seguiría considerando mi padre, el único que he conocido y el único
que se preocupo por mi hermana y por mí y nos cuidó.
—Amen a eso
hermanito –Carlisle con lagrimas en los ojos nos abrazo a los dos durante un
buen rato, luego prosiguió…
–Con las
pruebas en la mano encaré directamente a vuestra madre quien, al verse pillada
me confesó que aquella noche en que me sacó de aquel bar habíamos hecho el amor,
pero que me lo había ocultado porque
ninguno de los dos estaba pensando en el cuerpo con el que intercambiaba la
experiencia, sino que nuestras mentes estaban con esos dos traidores que nos
habían abandonado. Di la explicación por buena y no investigué más pero me daba
mucha rabia cada vez que veía un desplante de Elizabeth hacia vosotros, o cada
vez que demostraba el poco cariño que os
tenía. Cuando le preguntaba solo me decía que le recordabais a aquellos dos que
nos habían orillado a estar en la situación en la que estábamos.
—Como ya os
digo poco a poco fue sacando a la luz su verdadero yo y cuando conoció a mi
primo decidió que Tanya debía casarse contigo y desde entonces, las fiestas,
las reuniones sociales y la cruzada a favor de Tanya y su matrimonio contigo
han presidido su vida.
—Pero lo
peor empezó cuando Esme regresó y esta quiso acercarse a vosotros ya que se
opuso abiertamente a ello y las dos demostraron el odio que
había nacido entre ellas y que cada vez se iba haciendo más grande y profundo.
Pero como digo no tuvo más remedio que
claudicar y dejarla estar con vosotros ya que Marco y Aro la obligaban, no sé
cómo pero lo hacían, y como digo parecíais imanes, como si una fuerza extraña y
desconocida os llevara hacia ella. Esme por su parte era feliz tanto con
vosotros como con Irina y Kate y, por supuesto con su cuñada Sulpicia. Pero con
su hermana y Athenodora se llevaba cada vez peor y no te cuento conmigo, cada
vez que me miraba, había odio, reproche, dolor, mucho dolor. Y yo no entendía por
qué y sigo sin entenderlo ya que yo no había sido el que había fallado, era
ella la que marchó.
—¿Y nunca le
preguntaste la razón?
—Muchas
veces pero nunca ha querido decirme más allá de lo que ya me dejó dicho en su
nota. La primera vez que la encaré me miró a los ojos y me dijo que era un
hipócrita y que como era capaz de preguntar eso, dio media vuelta y se marchó. Poco a poco y con el pasar de los años nuestra
relación se ha ido suavizando hasta llegar a lo que tenemos ahora.
Después de
ese sorprendente relato de mi padre, que nos había dejado exhaustos tanto a mi
hermana como a mí, salimos de esa cafetería con un nuevo objetivo, enfrentar a
Esme. Nosotros, junto a los chicos, nos
fuimos en el metro a buscar a las chicas y a Emmett para ir a comer y mi padre
fue a buscar a Elizabeth para intentar obligarla a que volviera con él, pero me
expresó su deseo de conocer a Bella antes de marcharse.
—Edward por
cierto ¿has encontrado ya secretaria? –me interrogó cuando nos estábamos
despidiendo.
—Lo cierto
es que no, he entrevistado a unas cuantas pero todas parecen más interesadas
por mi físico que por el trabajo en sí y yo necesito a alguien eficiente.
—Verás hijo
¿te importaría contratar a Ángela?, ella y Ben son novios formales desde hace
un tiempo y al enterarse de que habías nombrado a Ben como corresponsal de
nuestro periódico aquí, ella hablo conmigo para solicitarme ese puesto ¿qué te
parece?, yo podría quedarme con Jessica.
—Pues me
parece genial papá., Ángel es una secretaria excelente, justo lo que estaba
buscando pero… que tengas suerte con Jessica. No es mala trabajando no creas,
es eficiente, hace lo que le dices
pero….
—Otra a la
que parece interesarle más tú físico que el trabajo ¿no?
—Pues sí,
padre, pues si y… sinceramente había veces que me ponía muy nervioso y
violento.
—Bueno, creo
que conmigo no podrá, de momento soy un hombre casado –y no pude evitar
advertir el tono con que dijo ese… de
momento pero… no le pregunté nada… solo me despedí de él y le di la
dirección de nuestra casa para que viniera a conocer a mi Bella.
El camino
hasta el centro de Madrid, donde habíamos quedado con las chicas fue muy
solemne. Éramos un grupo my unido y no había secretos entre nosotros así que,
naturalmente, les contamos la conversación.
—Pobre Esme
–dijo Garrett y todos concordamos con él. El silencio se instaló entre nosotros
hasta que Jasper volvió de nuevo a hablar
—En toda
esta historia hay algo que no me cuadra pero…
—¿Qué
quieres decir? –le increpó Alice
—De momento
nada mi amor, ya me conoces, os contaré
mis dudas cuando yo mismo las tenga claras –y como todos conocíamos a
Jasper de sobra como para saber que de momento no hablaría seguimos nuestro
camino en silencio… bueno en silencio, silencio no… estuvimos callados hasta
que… Alice y yo nos perdimos y sin darnos cuenta aparecimos en un sitio que se
llamaba Alameda de Osuna y descubrimos
de que no teníamos ni puñetera idea de donde estábamos.
—Alice,
cariño, Edward tiene un pase preciosa pero tú no tienes excusa has debido hacer
este camino un montón de veces.
—No nunca lo
he hecho, Emmett o Bella suelen venir a buscarme en el coche... ya sabéis… las
maletas.
—Ah claro acabáramos,
la señorita viene a Madrid para dos días y se trae cinco maletas, ¿cómo he
podido ser tan estúpido como para olvidarlo? –dijo Laurent con sus habitual
sarcasmo –y claro cuenta con choferes particulares
ya me va cayendo mejor esa novia tuya Edward, pobrecilla debe tener vocación de
mártir y una paciencia sin límites para aguantar aquí a la miss –si tú supieras pensé para mí mientras
cogía el teléfono para llamar a Bella a ver si entre ella y sus hermanos eran
capaces de sacarnos de ahí, pero a Jasper se le ocurrió otra idea mejor.
—Ese señor
por cómo va vestido debe pertenecer al metro, vamos a preguntar antes de que
salgamos fuera del país sin darnos cuenta –y gracias a las indicaciones del buen señor
al cual Alice como siempre le volvió loco, conseguimos llegar a nuestro destino
donde las chicas ya nos estaban esperando.
Cuando
diablo tres y diablo cuatro vieron a sus respectivos tuvo lugar un deja vu en
mi mente ya que una escena igual a la del aeropuerto tenía lugar ante mis
ojos. Diferencias, no era una sino dos
las que se colgaron al cuello de sus respectivas parejas y Alice se les unió
colgándose a su vez de Jasper. Quedábamos Esme, Bella, Rose, Emmet y yo para evitar la caída. Es obvio que éramos suficientes para evitar
el fatal desenlace pero no pudimos,
dimos todo de nosotros, pusimos de nuestra parte pero… no pudimos. La torpeza
de Bella hizo acto de presencia y al
tropezarse con un obstáculo invisible Emmett y yo intentamos sujetarla pero fue
inútil y caímos al suelo con ella. Mi hermosa y patosa novia, en un intento de
evitar su propia caída se agarró al
brazo de Garrett quien sostenía a Kate.
Kate se agarró a la coleta de Laurent e
Irina a su vez intentó sujetarse del
hombro de Jasper quien arrastró a Esme y a Rose con él y caímos todos en un montón
amorfo y sin vida unos encima de otros. Si hubiéramos estado jugando a Twistter
seguro que ni en broma hubiéramos conseguido un lio más perfecto. Para colmo de males y, como siempre, la
fuerza se nos iba por la boca y ninguno
conseguíamos levantarnos. La
situación era divertida, todo el mundo se paraba a mirarnos formando un corro
de gente a nuestro alrededor, un reloj
sonaba en la distancia dando la hora, las patas de un caballo se situaron a mi
lado… ¿un momento?, ¿las patas de un caballo? Subí mi vista hacia arriba y me
encontré con unos estribos a los que se sujetaban unas botas de militar muy
lustrosas y relucientes, un poco más hacia atrás pude apreciar desde mi
posición un tanto indefensa unos enormes testículos de caballo junto a una no
menos lustrosa cola del susodicho animal. Seguí subiendo los ojos para apreciar
unos pulcros pantalones azules estilo
militar, una camisa de policía perfectamente planchada y sin ninguna
arruga y... por fin una cara con un enorme ceño fruncido que no presagiaba nada
bueno ¿porqué siempre nos metíamos en estos líos?, pensé
mientras conseguía levantarme ya que mis compañeros de fatigas al percatarse
también de la presencia policial se habían ido incorporando del suelo con la
risa atorada en la boca.
—¿No son
ustedes ya muy mayorcitos como para armar estos escándalos? –preguntó el
policía muy serio mirando a Esme –pobre mujer al ser la de mayor edad del grupo
cada vez que nos metíamos en un lio las autoridades pertinentes siempre se
dirigían a ella, pero Esme no era mujer que se achicase ante nadie y además mis
otros cinco diablos, Bella incluida, ya había cerrado filas a su alrededor.
—No estábamos
haciendo nada malo, solo que hemos perdido el equilibrio, nos hemos agarrado los
unos a los otros y hemos caído al suelo ¿es eso un delito acaso?, en lugar de estar con esa cara de vinagre
podría usted preguntar si alguno de nosotros esta herido o hemos sufrido algún
dañó, pues vaya con la hospitalidad española yo creí…
—Señora…
—Señorita
sino tiene usted inconveniente…
—Bueno pues
señorita –dijo el pobre policía empezando a armarse de paciencia…como siempre
–están ustedes alterando el orden público desde el momento en que han
conseguido que la gente se arremoline a su alrededor y este tipo de llamémosle
reuniones están prohibidas en la Puerta del Sol
y sus alrededores desde que…
—Disculpe
agente no lo sabíamos pero en cualquier caso debe tener usted mucho trabajo hoy
ya que en todo el rato que llevo aquí no he hecho mas que ver gente formando
corros para disfrutar de la música de los artistas callejeros o del espectáculo
de los mimos, así que le aconsejaría que…—empezó a decir Bella defendiendo
nuestro honor con uñas y dientes. Al ver
a esa mujer tan seductora en esa
actitud tan….tan… ¿sexy? mi pobre erección que hasta ese momento estaba muy
callada me hizo saber que seguía allí, mis pantalones también me lo confirmaron.
—Mire
señorita –empezó a decir el policía sacando una especie de radio para llamar a
sus compañeros, era hora de intervenir, pero Emmett se me adelantó.
—No creo que
al Gobierno de los Estados Unidos de América, le complazca mucho saber cómo
tratan en España a sus ciudadanos ya que nuestro país es amigo y… aliado –le
dijo enseñándole algo al policía. Este cambió de inmediato de actitud…
—Por esta
vez les dejaré marchar, pero por favor que no se repita y acto seguido jaló al
caballo y acercándose al corro de gente que se había formado y que estaban
aplaudiendo como locos las palabras de mis dos diablos, comenzó a dispersarlos.
Garrett, Jasper, Emmett, Laurent y yo
aprovechamos para coger a nuestras respectivas parejas y salir de ahí cagando
leches. Yo llevaba de un brazo a Bella y del otro a mi tía mientras las dos, alentadas por los aplausos, seguían lanzando improperios y maldiciones contra
el pobre policía dejándome sordo en el
proceso. Verás como de este país no me iba yo sin hacer una visita a sus
cárceles y en este lugar no teníamos papaíto cuyos abogados nos sacasen de ahí
y para colmo teníamos a Cayo y a la Reina detrás de nosotros.
Cuando
hubimos salido del campo visual y auditivo del policía yo hice las pertinentes
presentaciones entre Bella y los chicos. La saludaron muy cariñosamente y, como
siempre pasaba con esta preciosa y maravillosa mujer, conectó con ellos en
seguida. Mi pobre erección que no podía estarse quieta ni callada un solo
segundo, al observar esta escena me
confirmó lo que yo ya sabia, esta mujer era…en todos los aspectos mi mujer
perfecta… mis pantalones nos dieron la
razón.
Después de
explicarle a Esme que Jasper, Garrett y Laurent me habían llamado para que
fuera a por ellos al aeropuerto y que Carlisle había venido con ellos para
intentar llevarse de vuelta a su hermana y a Tanya, por fin… conseguimos llegar
al restaurante al que Emmett nos llevaba, un coqueto y bonito sitio situado al
lado del famoso Mercado de San Miguel y cuya especialidad era todo tipo de
arroces. Después de comer nos fuimos a seguir conociendo la ciudad,
destino, El Paseo del Pintor Rosales con
su parque y su templo de estilo egipcio. Cuando mis diablos llegaron al
mencionado parque todas empezaron a correr detrás de la sobrina de Bella como
si fueran mas crías que ella. Ni que decir tiene que nosotros íbamos detrás
intentando parar cualquier posible desastre menos mal que hoy si tenía refuerzos.
Respiré aliviado ante eso ya que cada cual se ocuparía de su pareja, solo
quedaba el cabo suelto de Esme, pobrecilla
pensé para mí al recordar la conversación con mi padre, a ver cuando podía hablar con ella. Debía de
ser muy cuidadoso ya que cualquier cosa mal dicha y perdería para siempre la
oportunidad de conocer su versión y no solo me daba miedo eso, sino que saliese
huyendo otra vez. Definitivamente debería andarme con cuidado.
—¿Estás
bien? –me preguntó Bella acercándose a mi
—Sí, amor
tranquila es solo que…
—La
conversación no ha sido nada agradable ¿verdad?
—Pues lo
cierto es que no
—¿Tan grave
es?
—Si te soy
sincero no se todavía que adjetivo ponerle, solo te puedo decir que ha sido…
impactante. Luego te lo cuento amor, es más, te pediría que me ayudaras a
encontrar una excusa para hablar con Irina y Kate sin que este Esme.
—Esa es
fácil, yo me la llevo a dar una vuelta con algún pretexto, por ejemplo, sacar la basura, hay un buen
paseo hasta el cubo.
—¿No podría
hacerlo Rose?, veras es que… me gustaría que estuviese presente
—Edward yo…
no soy de la familia… ¿qué les va a parecer a Alice y a las demás?
—Pues bien
Bella, te has integrado muy bien entre nosotros, eres mi novia, lo que no
verían normal es que no estuvieses presente amor.
—Está bien,
si tu lo dices, hablaré con Rose.
—Gracias
Bella –le dije atrayéndola hacia mí y dándole un beso en los labios. Al
principio pretendía ser corto pero como siempre pasa entre nosotros, el beso
fue ganando cada vez más intensidad. Su lengua pidió paso, mi boca se lo
concedió y mi lengua le dio la bienvenida.
En ese momento me di cuenta de una realidad, antes, cuando salíamos
todos en grupo, éramos dos los cabos sueltos y yo a veces me sentía de más,
como si sobrara. Ahora sin embargo tenía a Bella a mi lado completándome y complementándome,
me sentía feliz y pleno aun a pesar de la revelación de mi padre. Sentía que ahora tenía a alguien a mi lado y
eso para una persona como yo, que se sintió solo en ese sentido casi toda su vida, era una
sensación maravillosa. A partir de ahora
cuando fuera con el grupo yo tendría mi propia pareja, ya nunca me sentiría de más,
como si sobrase.
—A ver
tortolitos dejad eso para la intimidad del dormitorio –dijo Kate interrumpiendo
mi momento mágico –vamos a entrar a ver el templo de Debod ¿estáis conformes?
—Si contestó
Bella entusiasmada, Rose, Rossie y yo
tenemos un truco que enseñaros que os va a encantar –no sé porque me alarmé
ante ese, en apariencia, inocente comentario.
Entramos en
el famoso templo y Bella, Rose y la niña, arrastrando a las demás con ellas, se fueron derechas hacia una de las salas.
Nosotros fuimos corriendo detrás alarmados
pues no teníamos bastante con cuatro diablos peligrosos que se nos
habían añadido tres más a la ecuación. Emmett a nuestro lado era el más
tranquilo de todos y además iba riéndose lo que denotaba que ya sabía de la trastada
que estas iban a hacer.
Cuando
llegamos a la sala en cuestión solo alcanzamos a ver a Irina y Kate a cuatro
patas sobre el suelo y gateando para meterse por una especie de agujero lo
bastante grande para que cupiera una persona a gatas y que estaba situado en la parte baja de la pared, pero ni rastro
de las otras. Juraría que a través del muro podía oír los gritos y exclamaciones
de asombro y diversión de Alice y Esme a los cuales se unieron Irina y Kate cuando
desparecieron de nuestra vista. Nos
miramos entre nosotros extrañados pero de pronto vimos a Emmett hacer la misma
operación y desaparecer por el
misterioso hueco. Si ya era cómico ver a mis dos primas en esa postura, ver a
Emmett fue espectacular, parecía
increíble, todo un agente del servicio secreto jugando al escondite de esa
forma.
—El caso es
que se las oye por aquí detrás —dijo
Jasper mientras observábamos como una niña cualquiera, desconocida para
nosotros, se había metido junto a sus padres por el mismo misterioso hueco.
—Pues yo no
voy a ser menos, vamos a desentrañar el misterio –dije yo poniéndome a cuatro
patas y gateando por el agujero, pero cual no fue mi susto cuando me encontré
de frente con la cara de Kate viniendo hacia mí, así que tal como estaba empecé
a retroceder y mi… ejem… trasero, chocó
contra la cara de jasper que iba detrás, su trasero chocó con la cara de Laurent y así sucesivamente.
—Ah pero ¿vosotros
también venís?, ¡chicos! retroceded que
vienen los otros.
—Qué raro,
con lo circunspectos que suelen ser
–escuché que decía Alice y yo rodé los ojos ante el comentario, ¿sabría ella el
significado real de la palabreja que siempre nos dedicaba?, además alguien tenía
que mantener la cabeza sobre los hombros ¿no?
Kate empezó
a retroceder hacia atrás y nosotros seguimos nuestro camino hacia delante hasta
llegar a otra cámara o sala similar a la anterior y entonces caí en que las dos
salas se comunicaban por ese, llamémosle, especie de pasadizo secreto. La sala
era como la otra, es decir, todo piedra y con unos cuantos galimatías de esos
que dibujaban los egipcios, pero era curiosa. De repente la sala se empezó a
llenar de gente que alentados por nuestra excursión había decidido seguirnos.
—Será mejor
que volvamos que esto se empieza a parecer al camarote de los Hermanos Marx
–y empezamos a desfilar de la misma
manera en que habíamos entrado a cuatro patas y gateando. Me puse para salir detrás
de Bella y cuando su estupendo trasero se posó en mi cara, mi erección de
pronto me volvió a saludar felicitándome por la estupenda idea que había tenido
y mis pantalones me dieron un toque de
atención que yo por supuesto no
trate de ignorar ¿cómo iba a hacerlo con seméjate visión ante mi?, vamos ni
loco, por el contrario me acerqué a ella todo lo mas que pude e intente darle un mordisquito, el cual Bella
notó a juzgar por la risa que se le escapó. Mi erección volvió a felicitarme
por mi hazaña. Definitivamente esta mujer iba a matarme.
Cuando
llegamos a nuestro destino, es decir, a la otra sala, me encontré con un montón
de gente mirándonos asombrados de que 11 adultos y una niña saliésemos gateando
de un agujero del muro. Cuando levanté la mirada, mis ojos descubrieron a uno
de los vigilantes del templo que increpaba a la pobre Esme. Y ahí íbamos otra
vez.
—A ver
señora…
—Señorita
por favor.
—Bueno pues
señorita, es normal que sientan curiosidad pero vamos que lo haga un niño pase,
pero ya son ustedes mayorcitos –y ya
estábamos otra vez con la frase del millón. La sobrina de Bella nos sacó de
la incómoda situación.
—Perdón, es
culpa mía… no son de aquí y quería enseñárselo –le dijo con una cara de gato de
Sreck tan perfecta que ni Alice e Irina, que eran expertas en ella, podrían ponerla mejor.
—Eso es
señor guardia y claro cuando la hemos visto desaparecer y que no volvía, nos
hemos asustado y… —terció Irina poniendo la misma cara.
—Y claro en
vez de ir uno solo a buscarla han decidido ir en cuadrilla verdad –dijo el
hombre, pero la palabra se le quedo atascada en la boca al ver que un montón de
curiosos estaban imitándonos haciendo honor a ese refrán que rezaba, donde fueres, haz lo que vieres—. Está
bien circulen por favor –y salimos de ahí para ver el resto del Templo, audiovisual
incluido para fastidio de la pobre niña.
Al salir del
Templo seguimos paseando y llegamos a la Moncloa y desde allí nos llevaron a
ver la Universidad Complutense. Bella me mostró su facultad y se empeño en que nos hiciéramos una foto en la
puerta todos juntos y después una solo conmigo. Esme al salir aquella mañana me
había cogido una de mis cámaras, solo ella tenía permiso para usar mi equipo
pues había estudiado algo de fotografía
aunque no era profesional y sabía perfectamente cómo usarlo, aunque agradecería
que de vez en cuando me pidiese algo de consejo…pero en fin. Puse mi
cámara en disparo automático, corrí para ponerme a lado de mi novia y…
momento inmortalizado. Esme se ocupo de sacarnos la foto a mí y a Bella después
de una interminable discusión sobre ángulos, posturas, etc., y como siempre
nadie me preguntó. Volvimos sobre nuestros pasos a Moncloa y desde allí bajamos
hasta la plaza de España, Gran Vía, Callao y de nuevo la puerta del Sol y la
Plaza Mayor donde cenamos. El viaje a casa en metro y después en tren fue algo
mas…soportable ya que cada oveja sujetaba a su pareja y Laurent se encargó de
controlar a Esme así que yo podía
concentrarme en Bella, su cercanía, mis pantalones pidiendo auxilio y mi
erección bailando al compás de los traqueteos del vehículo. ¡Hay Dios! que ganas de hacerle el amor ahí
mismo. De nuevo nuestras miradas se conectaron y nuestros ojos se dijeron todo
lo que se tenían que decir, era extraordinaria la comunicación silenciosa que
habíamos aprendido a tener.
Cuando
llegamos a casa, Rose como quien no quiere la cosa y como si se lo pudiera
decir a ella al igual que a otra, le pidió a Esme que la acompañara a tirar la
basura y esta aceptó encantada. Rose no tenia padres y me da la impresión de
que Esme la había adoptado como su madre,
no me extrañaba ella era una mujer muy maternal. Ni que decir tiene que Alice
sabedora del plan le había contado a Rose el asunto aprovechando un momento en
el que mi tía iba paseando entretenida y despistada al lado de los otros diablos.
Aprovechando
su ausencia pasé a relatarles nuestra
conversación con Carlisle a las chicas y
a Emmett quien se ofreció para marcharse, pero yo se lo impedí y Alice estuvo
de acuerdo, lo conocía desde hace poco pero para mí era ya como un hermano más.
—No me
cuadra, hay varias cosas que no me cuadran –comenzó a decir Bella una vez que
yo terminé de contar la historia.
—A ver si
coincides conmigo Bella, ¿qué es lo que
no te cuadra exactamente? –dijo Jasper
—Varias
cosas, a ver, una mujer como es debido y con eso me refiero a alguien que no sea una zorra
en toda la extensión de la palabra, no le entrega su virginidad a un hombre y
se larga días después argumentado que se ha dado cuenta que no lo ama. Las mujeres nos tomamos eso muy en serio,
puede que como hombres no lo entendáis pero…
—Yo si te
entiendo –los demás asentimos en conformidad con Jazz –y además es una de las
cosas que a mí tampoco me cuadran, sigue Bella por favor.
—Bueno pues
luego está el hecho de que Elizabeth os tuvo prácticamente sola sin nada más
que Athenodora como compañía. Yo no he tenido hijos pero…siempre se tiende a
llamar a todo el mundo ya que necesitas estar acompañada pues se pasa mucho
miedo y…sobre todo a localizar al padre.
—Sigo
coincidiendo contigo Bella, entiendo lo que intentas decir pero… ¿es posible
hacer eso? –los demás los escuchábamos sin comprender ¿hacer qué?
—Sí Jasper,
claro que es posible, con dinero todo es posible, te sorprendería saber la
cantidad de madres de alquiler que dan a luz a unos hijos cuyas madres simulan
un embarazo perfectamente. Yo hice un reportaje sobre eso.
—Pero en la
intimidad del cuarto –dije yo comprendiendo la teoría de Bella
—No había
esa intimidad Edward no recuerdas esa parte de la narración, Elizabeth se las apañó para que no la hubiera diciéndole que dada la
naturaleza de su relación dormirían en cuartos separados.
—Y hay otra
cosa que hemos pasado por alto –intervino de pronto Garrett. Kate cuando yo te
conocí, no era nadie, ¿recuerdas?, y aun así tu padre me recibió con los brazos
abiertos y…tu abuelo, o sea, Marco no puso nunca ninguna objeción a nuestra
relación, siempre he sido bien recibido entre los Vulturi bueno… a excepción de
Athenodora y sus hijas, como no –añadió con sarcasmo.
—Bueno eso
puede explicarse porque soy su nieta y era mi padre el que debía de
aceptarte…no él.
—Vamos Kate
parece mentira que no conozcas al abuelo… y está el hecho de que Marco le dejo
bien claro a Carlisle que Esme era la que tenía la capacidad de decidir, ¿por qué no ir a hablar directamente con él
en lugar de huir?
—Sigo sin
entender…
—Y yo
tampoco lo entiendo —dijo de repente la
voz de Esme desde la entrada con los ojos llenos de lagrimas, mientras Rose nos
pedía disculpas con la mirada…
—Ella ha
sospechado que algo pasaba cuando Elizabeth le ha llamado para increparle por hacer
que Carlisle viniera a España y malmeterla contra él. Por lo visto, han tenido
una discusión muy fuerte, Carlisle le ha pedido el divorcio y le ha dicho que os ha contado la historia.
Elizabeth estaba muy enfadada, ha insultado a Esme por teléfono como nunca y le
ha echado la culpa de romper su matrimonio…lo último que hemos oído ha sido
como Carlisle le quitaba el teléfono de la mano llamándola maldita mujer, pero
Esme le ha colgado y ha venido directamente para acá no he podido detenerla.
Mientras iba
diciendo todo esto Esme se había sentado a nuestro lado y nos miraba con terror
y con lagrimas en los ojos.
—Ya que
vuestro padre –dijo Esme con sarcasmo y llorando —se ha tomado la libertad de
contaros una versión llena de mentiras bien está que escuchéis la mía
—Pues
adelante tía somos todo oídos –dijimos casi todos a la vez –Bella, Emmett y
Rose hicieron intento de salir, pero ella les detuvo.
—¡No!, eres
la novia de… Edward y vosotros sus hermanos, por la parte que me toca podéis quedaros –y dicho esto se colocó mejor en el sillón.
—Tu
disertación ha estado muy acertada Garrett, mi padre será frio y calculador,
pero nunca se opondría a la felicidad de
una hija. Por otro lado, no me extraña
Bella que tengas esas dudas y muy bien fundadas porque Elizabeth Vulturi… no es
vuestra madre –dijo dirigiéndose directamente a Alice y a mi –todos ahogaron una exclamación, todos menos
yo… que ya me lo veía venir.
Esme empezó
su relato
PARA CAPITULOS ANTERIORES, PINCHA AQUI