martes, 26 de junio de 2012

UNA CITA CASI A CIEGAS. CAPITULO 12: SOBREVIVIENDO A LOS SUEGROS



DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fi me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capítulo 12: Sobreviviendo a los suegros

Pov Edward

Y el tiempo fue pasando inexorablemente.  Los días fueron cediendo su puesto a las semanas y las semanas a los meses, cuando me quise dar cuenta Bella y yo llevábamos cuatro meses de noviazgo, cuatro maravillosos meses en los que había habido de todo.
Cruella y la madrastra recibieron una visita de Cayo quien, siguiendo las órdenes de Marco, les informó oficialmente que no podrían  contar con la familia para nada pues su padre sentía tal decepción que hasta estaba valorando la posibilidad de desheredarla. Por su parte papá Eleazar y mi prima Rachel estaban intentando extraditarlas a Estados Unidos  para ser juzgadas  allí, pero estaba claro que el poder de Rachel Denali era muy limitado sin el apoyo  de su  abuelo Edward,  el cual también se negaba a ayudarlas y había instado a Carlisle a darse prisa con el divorcio. Realmente le molestaba tener a una delincuente en la familia. Por tanto, las dos se habían quedado solas y solas tendrían que salir del lio en que se había metido porque nosotros únicamente nos limitaríamos a acudir a declarar cuando nos llamasen en el juicio.
 Una vez cumplida esa misión mi tío se pasó por la redacción del periódico para ver con sus propios ojos cómo iban las cosas y si el gasto de dinero estaba justificado. Lo cierto es que el periódico iba viento en popa. El volumen de ventas era muy bueno  a pesar de la situación  económica que atravesaba el país y la poca afición que la gente tenía a la lectura por culpa de internet. Bella decía que era porque utilizábamos un lenguaje humano, cercano al pueblo y lo ilustrábamos con imágenes y fotografías facilitando su lectura. La idea había surgido de Esme durante el tiempo que estuvo aquí y he de reconocer que era todo un éxito. Ahora estábamos poniendo en práctica otra de sus ideas, la sección on line del periódico y para eso había hecho venir a Peter y Charlotte nuestros expertos en ese campo.
Bella cumplía con su trabajo a las mil maravillas, aquellas famosas elecciones habían pasado y un nuevo partido gobernaba el país. Bella lo había hecho tan bien que hasta el mismo Cayo la alabó y recibir una alabanza de Cayo, que no se casaba con nadie, era una novedad. Resultado, a instancias mismas de mi tío Bella quedo encargada de la sección de política nacional. Cuando se disponía a protestar  Cayo sostuvo impasible  que a él le importaba  un comino que fuera la novia de su sobrino, a él le importaba el trabajo y su rendimiento era excelente. Ante la seriedad de sus palabras, Bella decidió callar. Por otro lado mi tío me felicitó por la elección de novia que había hecho y eso me llenó de orgullo, Bella había superado el peor obstáculo de todos.
Athenodora, Renata y Heidi, eran otro cantar. Mi tío les había prohibido expresamente ayudar a su cuñada y a Tanya pero aun así estaba claro que de una forma o de otra estaban confabuladas con Rachel y Eleazar aunque no conseguían nada de nada.  Y no era la primera vez que me llamaban por teléfono para decirme lo que pensaban de mi novia y de que consintiese en tener a mi madre y mi prometida formal en la cárcel. Ni que decir tiene que mi contestación fue contundente: la única madre que conozco está libre como un pájaro y trabajando para sacar adelante un periódico; Esa mujerzuela ni era mi prometida ni era nada mío solo un grano que me salió hace tiempo en el culo y que por fin se reventó;  y por supuesto les advertí que como me dijeran una sola palabra más en contra de mi Bella se arrepentirían pues no se lo iba a consentir.
Mis cuatro diablos venían algún que otro fin de semana a visitarnos acompañadas de sus parejas y de Carlisle al que cada día se le veía más unido a Esme. Ni que decir tiene que protagonizaron muchas escenas divertidas y cómicas pero una de las que merece la pena mencionar fue en el Museo de la Ciudad. En una de las plantas hay una maqueta al natural del interior de un autobús antiguo, con unos asientos seguramente más viejos que nosotros. Dirigidas por Emmett, se sentaron en ellos y se pusieron a cantar a voz en grito la famosa canción “en el auto de papá” y así estuvieron haciendo el indio hasta que apareció, como no, el guardia de turno para poner orden y concierto. 
No sé si mencionar a Jacob Black porque cada vez que pienso en él me pongo de mal humor. Ese chucho asqueroso e inmundo estaba llegando al límite de lo que mi paciencia y control podían llegar a aguantar. Por más lejos que lo había puesto de mi Bella él siempre encontraba la manera de acercarse a ella, de acosarla, de perseguirla. Lo cierto es que la presencia de Sam me venía muy bien pero aun así…
Lo más divertido era la forma en la  que Bella se escapaba de él. De hecho yo creo que sus posibilidades de tener niños descendían un poco más cada vez que osaba acercarse a ella.

Y como digo así pasaban los días las semanas y los meses. Yo ya estaba preparándolo todo para  sorprender a Bella y pedirla aquello que estaba deseando pedirle y ella estaba deseando oír, aquello que en realidad ya le había   pedido esa vez en la ducha y a lo que ella ya me había respondido que sí, pero tenía que hacer las cosas bien Bella no se merecía menos.  Pero antes teníamos que superar un nuevo reto, Charlie y Renée Swan venían a visitarnos.
Y para preparar la llegada de tan insignes visitantes, Rose y Bella fueron al supermercado para tener la despensa bien provista ya que una de las manías de Renée era la de cocinar ella misma, rechazando por sistema que la sacasen a cenar  a ningún sitio. Lo más curioso, la expresión de las dos cuñadas mientas me lo contaban, realmente no sabría descifrarla.
Llegamos al súper y cogimos uno de los carritos para ir almacenando los artículos que comprábamos. Pude observar que las dos eran muy minuciosas ya que ponían todo muy colocadito, la leche y los botes de zumo todos juntos, los geles y productos de limpieza en otro lado, las latas amontonadas unas encima de otras, el pan arriba para que no se aplastase al igual que la bollería y las galletas. Hicieron el recorrido del súper con mucha disciplina, yendo desde un extremo al otro siguiendo un correcto y perfecto orden. Cuando llegamos a la caja para pagar, todo fue de la misma forma, Bella y Rose pusieron los artículos todos bien colocados para que a la hora de guardarlos quedaran de esa manera, lo de más peso primero y lo de menos peso arriba. Pero la cajera no estaba de acuerdo y empezó a pasar los artículos por la caja sin orden ni concierto causando un caos total. Bella y Rose no se amedrentaron y con mucha calma y paciencia lo fueron poniendo todo en su orden correcto. Consecuencia, la cola de la mencionada caja había alcanzado una dimensión considerable,  la gente se empezaba a cansar y algunos así se lo hacían saber, pero Bella y Rose no se  amedrentaban ni un poco. La cajera hastiada les pidió por millonésima vez que por favor le dieran o dinero en metálico o la tarjeta para pagar ya que si no totalizaba una cuenta, no podía empezar otra,  y ellas le respondían que un momentito por favor y seguían en su labor de guardarlo todo en un perfecto orden. Yo intentaba ayudar, lo juro que lo intentaba, pero debía de ser un trabajo muy difícil para mi pobre intelecto ya que cada vez que intentaba meter alguna cosa dentro del carro era inmediatamente sacada por alguna de las dos. Y así pasaban los minutos, la gente impacientándose, la cajera echando humo por los ojos y yo…yo aguardando impasible a que terminaran de colocar. Cuando por fin concluyeron Bella le dio la tarjeta para pagar a la  pobre muchacha sosteniéndole una mirada desafiante, una mirada de esas que decían algo así como, dime algo si te atreves, y la pobre muchacha no se atrevió.
—De verdad que siempre estamos igual, es increíble ¿es que no se puede esperar a que terminemos de guardar todo para empezar con otro cliente?, claro así se arman los líos que se arman y yo me llevo el azúcar del otro cliente y el otro cliente mi pan. Yo particularmente pensaba que no tenían razón, ya que la pobre cajera solo cumplía órdenes,  pero ya Emmett me había dicho las consecuencias de llevarles la contraria en determinados momentos, así que callé, callé como el cobarde que soy ya que no tenía ganas de que mis pantalones mañana me apretaran  más de lo acostumbrado y que mi miembro se enfadase conmigo regalándome una larga y dolorosa erección.
Llegamos al coche y otra vez la misma operación. Sacaron unas bolsas enormes de estas reciclables del maletero y fueron metiendo todo muy bien colocadito, todo perfecto, salvo por un detalle ¿no podían alternar el peso intercalando los botes de leche, geles, productos de limpieza, zumos,  etc., con otro productos de menor peso?, no sé,  así se equilibraba la balanza. Pero no, ellas metieron en la bolsa más grande la leche, zumos y demás y en las más pequeñas los productos que pesaban menos. Déjenme adivinar ¿a quien le tocaría llevar la bolsa grande?
—¿Se puede saber para qué demonios has comprado levadura Rose?
—Pues muy sencillo Bella, acuérdate del famoso bizcocho que tu madre nos hizo sin levadura fiel a su política de no importa lo hago sin ella.
—Puaffff no me lo recuerdes,  ¿y que me dices del famoso solomillo a la nata?
—Dios, eso sí que fue la experiencia más horrible de mi vida.
—Pues si el solomillo a la nata está muy bueno –les dije pensando en el que hacia Esme y que le salía tan bien.
—Sí, muy bueno cuando se hace con nata liquida y no con nata montada. Hay  una pequeña diferencia sabes, el azúcar.
—Ahhhhhhhhhhh –contesté todo convencido de que sería muy difícil sobrevivir a la cocina de Renée Swan. Ya estaba empezando a comprender esas expresiones tan cripticas que mi Bella y Rose tenían al entrar al súper.
— Lo cierto es que no sé porque me molesto ya que, por más  que intentemos llevarle la delantera ella siempre irá un paso por delante de todos. Siempre se le ocurrirá algo que  no tengamos cubierto.

Llegamos a casa en un tiempo record ya que Bella era la única persona que yo conocía capaz de superarme conduciendo deprisa. Mi tío Cayo antes de irse me dijo  que esta mujer estaba hecha a mi medida y la verdad es que no podía estar más  en lo cierto.
Al día siguiente y mientras nos dirigíamos al aeropuerto observé que Rose y Bella se miraban entre sí y fruncían el ceño. Verdaderamente la visita de sus padres no les hacía gracia  a ninguna de las dos. Por lo que me habían dicho Renée Swan era una muy buena mujer pero capaz de poner patas arriba un país entero si a ella se le antojaba,  pero  a mí con eso no me decía nada nuevo ya que mis cuatro diablos eran iguales o peores que ella y a las pruebas me remito. Para mí lo peor era enfrentarme a Charlie Swan quien por lo visto era muy sobreprotector y controlador, demasiado.  Bella había tenido ya muchas discusiones con él por eso y por lo que me había contado Emmett una vez no se llevaban demasiado bien
—Mamá, papá, ¿cómo estáis? –saludaron a la vez Emmett  y Bella al tiempo que daban un beso a una hermosa mujer muy parecida a mi Bella excepto por los ojos que eran iguales que los de Emmett. Detrás de ella venía un hombre  malhumorado con un bigote tan grande que lo hacía parecer más temible aun. Se me quedó mirando con una profunda  mirada chocolate igual que la de mi novia pero en versión enfadada  y yo le puse mi mejor sonrisa de anuncio de pasta de dientes. El buen señor al ver esa sonrisa idiota en mi cara puso un gesto tan adusto que me dio la impresión que, o bien creía que yo le estaba tomando el pelo,  que estaba retándole o simplemente  pensaba que era un tonto integral. Bella se dio cuenta de la situación y tomándome la mano me atrajo hacia ella.
—Papá él es Edward Cullen, mi novio –le dijo sin un ápice de temblor en la voz. ¡Si señor¡ esa era mi Bella.
—¿Tu qué? –le contestó el buen señor poniéndose tan morado que pensé que le iba a dar un paralis allí mismo, yo por si acaso empecé a buscar con la mirada algún sitio donde dijera servicio médico, nunca está de más ser precavidos.
—Mi novio, papá no te hagas el tonto que me has oído perfectamente –le contestó Bella impasible ante la tonalidad extraña que su padre estaba adquiriendo –y haz el favor de calmarte y respirar porque por muchos infartos que te den Edward Cullen es y seguirá siendo mi novio.
—Pero…si….si…. ¿no estabas comprometido con una tal Tanya Denali muchacho? –me pregunto furioso haciendo caso omiso de las advertencias de su hija –salió en el periódico…yo ...
—No se debe hacer caso de todo lo que digan los papeles señor ya que era una noticia errónea,  yo no estoy comprometido con nadie. Mucho gusto en conocerlo –le dije poniendo otra vez mi sonrisa de pasta dentífrica, sí la misma sonrisa idiota, mostrándole uno por uno todos mis blancos dientes. Ufff menos mal que tenía la costumbre de lavármelos todos los días.
—Oye no ofendas a mi hija diciendo que los periodistas son unos mentirosos porque…
—Papa, él también es periodista, de hecho además de mi novio es mi jefe y   hay toda una historia detrás de esa noticia que estaré gustosa de contarte si te calmas y escuchas.
—No te voy a decir que es un placer porque la verdad es que no lo es –dijo el buen señor por fin dándose por vencido, pero no del todo.
—Mira papá o te comportas o ahora mismo te  coges un avión de regreso a Forks. Hoy era un buen día para todos y no vas a venir tu a joderlo ¿estamos?, Edward es mi novio te guste o no y te  vas a comportar.
—Si no hay otra opción –contestó al ver la cara de pocos amigos que le ponía la madre –gusto en conocerte Edgar.
—Edward señor me llamo….
—Así que este pedazo de hombre es tu novio –intervino la madre salvando la  situación, a su modo, pero salvándola al fin y al cabo. En realidad nunca me habían llamado pedazo de hombre y que me lo dijera una mujer tan…digamos…ummmm…. madura… me ponía un poco violento. Renée  Swan era tal y como me la habían descrito, alocada y sin pelos en la lengua, así que si ella pensaba que yo era un pedazo de hombre pues eso salía de su boca sin más. Y pensándolo bien, yo no estaba tan mal, era guapo, bien parecido, alto… a ver Cullen ese ego hijo, ese ego que tu abuela todavía esta vivita y coleando.
—Mamá…—empezó Bella sonrojándose, pero no le dio tiempo a decir mas ya que la madre me plantó un par de besos en las mejilla,   la  maleta que llevaba  en mi  mano derecha  y cogiéndose de mi brazo izquierdo me llevó directamente a la salida sin parar de hablar y de decirme lo feliz que estaba porque su hija hubiera encontrado un hombre tan guapo y apuesto. La verdad es que a mí ya me estaba sacando los colores.

—¿Cómo lo llevas Renée? –pregunto Rose una vez estuvimos en el coche.
—Bueno pues aquí, con la menopausia esta que me está jorobando —dijo poniendo su mejor cara de lastima —y tu padre que no me hace caso cuando le digo que tengo sofocos o nervios. Digo yo que si esto se tiene que ir, se puede ir marchando por donde vino  cuanto antes y dejar de dar por saco, vamos, no se… digo yo.
—Mamá es un proceso natural que…
—Por favor Renée no nos aburras con tus problemas –le dijo su marido en un gesto que a mí me pareció hasta cruel. Menuda pieza de museo era este buen hombre. Bella y Rose lo miraron de tal forma que si las miradas matasen de verdad que a estas alturas de la historia Charlie Swan estaría haciéndole  compañía a los señores feudales,  los cuales seguro que eran mas liberales y tolerantes que él.
—Pues a mí no me aburre –le contesté para contentar a la pobre mujer que había puesto una cara muy lastimosa. Mi abuela me había comentado una vez que las mujeres que estaban pasando por esa etapa tenían bajadas de autoestima enormes y que les venía bien que de vez en cuando las adularan,  así que eso intenté hacer. Creo que en ese momento me ligué a Renée Swan por y para siempre ya que me dedicó una sonrisa tan bonita como la de mi Bella y mi Bella me miró con un gesto de aprobación en la mirada que causó el colapso total en donde ya todos sabemos. Con mucho disimulo me llevé una mano a semejante zona para acomodar mis pertenencias.
—Se ve que vas a ser un marido cariñoso, tierno, atento, dulce, caballeroso  y cortés no como otros –me dijo ratificando mis pensamientos y ganándose una mirada envenenada de Charlie Swan que de paso rebotó en mí. El jefe Swan iba sentado en una esquina del coche con una actitud  que más bien pareciese que se lo debiesen y no le pagasen.
—Bueno –dijo de pronto Renée dirigiéndose  a su nieta ¿preparada para comer la comida de abuelita Swan? –la cara que puso la niña me llevó a afirmarme en mi sospecha de que la cocina de la abuelita Swan no era muy comestible –espero que tengáis piña y gelatina de ese sabor en casa, os voy a hacer tarta según la  receta que aprendí hace poco, a vuestro padre le gusta mucho –por el rabillo del ojo vi dos cosas a la vez, una, la cara de asco de su marido cosa nada extraña dado el gesto que tenia desde que había llegado, pero la segunda me alarmó y fue la cara de horror instantáneo  que pusieron los dos hermanos, la niña y Rose.
—No es necesario que te molestes mamá ya tenemos comida de sobra pero lamento decirte que piña no hay, ni tampoco gelatina de ese sabor –y mira que las pobres habían intentando cubrir todas las posibilidades pensé recordando las palabras de Rose.
—Sí, sí  ya conozco vuestras comidas, de microondas  ¿verdad tesoro? –le preguntó a la niña quien no tuvo otra idea mejor mas que responder…
—Si eso es verdad mamá y la tía siempre me lo ponen todo al microondas.
—Solo para calentarlo hija, que son comidas que antes te hemos hecho como dios manda y nos hemos pasado  horas en la cocina –dijo Rose muy ofendida.
—Pero con el poco tiempo que tenéis por los trabajos seguro que no es tan buena como la mía ¿verdad tesoro? – dijo de nuevo a la niña quién puso una cara de fastidio ante los constantes pellizcos que sus mejillas recibían –además la tarta de piña es muy fácil se hace al baño maría como si fuera un flan y luego se le echan la piña en  trozos y gelatina. Claro que si no tenemos piña no os preocupéis, se le echa cualquier otra fruta y si no hay gelatina de piña se le puede echar también cualquiera, de naranja por ejemplo; yo el otro día hice un guiso de pollo al curry  pero como no tenia pollo le eché cordero y como no tenia curry  en su lugar eché salsa de soja y…—vi como Rose y Bella se miraban entre sí rodando los ojos y en fin, yo no entendía mucho de cocina pero si iba a hacer tarta de piña, digo yo que había que emplear piña no cualquier otra fruta o cualquier otra gelatina ¿o no? –lo que no pude hacer el otro día fueron unas patatas rellenas –siguió contando—,  porque a pesar de que me decía la receta que las asara a 200 grados durante media hora, yo las cocí en la olla para ir más rápido y al final no las pude vaciar, se me rompían y todavía no entiendo porqué.
—Renée –dijo Rose con ese tono de paciencia con el que hablaba con su hija cuando se ponía pesada –si la receta dice asar a una temperatura y durante un tiempo determinado es asar a esa temperatura y durante ese tiempo no cocerlo en la olla y olvidarme de ello.
—¿Y tu como sabes que se me olvidó? –preguntó Renée poniendo una expresión de perplejidad. Rose solo se limitó a rodar los ojos.

Llegamos a la casa otra vez en un tiempo record ya que Emmett conducía igual de loco que su hermana, la verdad es que en una sana competencia no sé yo cual de los tres saldría ganando.
—Ah pero ¿este también vive aquí? –dijo de pronto el señor Swan.
—Pues si papá es mi novio y vive conmigo. Y de este nada papá Edward, se llama Edward
—¿Entonces en que habitación  vamos a dormir tu madre y yo?, espero que este… Edgar, o Edwin.
—Edward papá…
—Bueno como se llame, espero que duerma en el sillón. Tu madre y yo no estamos para…
—Vosotros papá –intervino Emmett antes de que Bella hiciera estallar ella solita la tercera Guerra Mundial –dormiréis en el cuarto de siempre. Edward y Bella duermen juntos en la habitación de mi hermana.
—No mientras este yo en esta casa –bramó el buen señor.
—Pues si solo es eso ahí tienes la puerta, es mi casa, es mi habitación, es mi cuerpo, es mi vida y hago lo que me da la gana con todo.
—Renée, tu no estarás de acuerdo en…—empezó mirando a su mujer buscando algo de ayuda, pero la cara con la que se encontró le hizo recapacitar, coger su maleta y salir hacia el piso de arriba murmurando algo ininteligible. La verdad es que ya me estaba empezando a hartar este hombre y me estaba empezando a inflar las pelotas. Bueno mas infladas de las que ya las tenía porque con solo que Bella hiciera un movimiento de caderas ya se inflamaban las pobres. Pero el caso es que tendría que charlar con él, ¿qué prefería, un hombre serio y cabal como yo o un acosador de tres al cuarto como el chucho, alias Scooby doo?
—Perdónale  hijo, yo de verdad que me esfuerzo porque desayune bien todas las mañanas, pero él coge la botella de vinagre por su  cuenta, me descuido solo un momento y se la bebe entera —Rose, Emmett y Bella rodaron de nuevo los ojos y yo me la quedé mirando porque realmente no sabía qué diablos había querido decir. Supongo que me pedía disculpas por el comportamiento de su marido al estilo Renée Swan.
Cuando las mujeres se enzarzaron en una discusión sobre la cena, decidí subir a dejarle las cosas claras al jefe de policía Swan. Le encontré sentado en uno de los sillones de la sala con su habitual gesto de mal humor.
—Señor Swan –le dije entrando en la habitación—, solo quiero decirle que su hija me encanta, es una gran mujer, algo que he estado buscando durante mucho tiempo y ni usted ni nadie me van a separar de ella. Mi supuesto compromiso con esa Tanya Denali solo fue una trampa en la que me vi inmerso sin quererlo pero ya está  todo aclarado y naturalmente su hija lo sabe. No pretendo burlarme de ella ni aprovecharme, mis intenciones son las mejores. Soy el hermano de Alice Cullen, su mejor amiga, créame que ella estaría la primera para darme una patada en el culo o algo peor si le hago daño.  No quiero llevarme mal con usted ni que discuta con su hija por mi culpa yo…
—No sigas hijo yo…perdóname mi actitud, pero se trata de mi niña. Ya sé que no todos los hombres sois iguales pero…cuando estaba en el instituto capté una conversación de dos de sus compañeros que estaban haciendo una apuesta para ver quien se la llevaba antes a la cama. Mi reacción quizás fue desmesurada pero soy un padre y no se me ocurrió otra cosa que ponerle guardaespaldas ya que por muchas y diversas razones no los podía detener. Bella se enteró y desde entonces nos llevamos mal.
—¿No le dijo porque lo había hecho?
—Sí, pero cuando ya era tarde y había descubierto a los guardaespaldas y decidido venirse a estudiar y vivir con mi hijo. Emmet me dijo que había hecho mal y lo reconozco. Me hizo ver que mi hija se sabe defender ella sola pero yo…lo siento no dejo de ser un padre y cada vez que la veo con algún hombre no puedo evitar  pensar que va a aprovecharse de ella por eso me comporto así. He visto tanto en mi vida como policía, malos tratos, violaciones, mujeres burladas de mil y una maneras yo…no quiero que la dañen
—Pues le juro que yo no haré nada de eso, no soy así, no me educaron para ser así. Mis mejores amigas son mis dos primas y mi hermana y nunca, repito, nunca podría aprovecharme de una mujer y mucho menos hacerle daño. Yo amo a Bella Sr. Swan y pretendo que se convierta en mi esposa,  pero de todos modos si alguna vez me paso, si alguna vez le hago daño, le pido por favor que se encargue  de recordarme mi juramento.
—Eso ni lo dudes hijo.
—Señor verá, quizás piense que no soy quien para darle consejos pero creo que su hija y usted tienen que hablar  y arreglar sus diferencias, pero déjeme decirle que Emmett tiene razón, Bella se sabe defender muy bien ella sola —y pasé a relatarle todos los acontecimientos que habían tenido lugar desde que la conocía.
—Es increíble y dices que esa mujer te quiere obligar a casarte con alguien que no amas, es increíble, no sabes cómo me alegro que no sea tu madre realmente. Miedo me da pensar en lo del secuestro, la verdad me aterra oírlo. Si alguna vez ocurre alguna cosa por el estilo te pido por favor que me lo comuniques de inmediato, soy policía, algo tengo que poder hacer. Solo de pensar que mi pobre niña…Pero también me doy cuenta de una cosa y es que tenéis razón,  en verdad mi hija se sabe defender ella sola, pero…ese…como dices que se llama… ¿dónde ha aprendido mi hija a ser tan bruta por cierto?
—Según ella en unas famosas clases de karate a la que su mujer le obligó a ir con Alice.
—Si ya me acuerdo de eso pero…que yo sepa eso no se aprende en el karate.
—Supongo que es un misterio mas sin resolver –le contesté encogiéndome de hombros.
—Eres un buen hombre Edward –vaya al final si sabia mi nombre —y me gusta que hayas sabido defender a mi hija enfrentándote a tu madre, bueno a la que tu creías que era tu madre, pero ese gesto te honra hijo.
—Gracias señor Swan y créame que la defenderé siempre de quien sea.
—Charlie por favor, llámame Charlie y como gesto de buena voluntad te advertiré algo –yo trague en seco, aquí venia la famosa charla de como hagas daño a mi hija, pero no, el hombre me sorprendió.
—Si mi mujer hacer su famosa tarta de piña con cualquier ingrediente que encuentre por ahí que no sea piña, por favor, no la pruebes. El caso es que yo ya la he probado en casa de su amiga Kim y créeme, ni punto de comparación.
—¿Papá, Edward? –dijo mi Bella entrando confusa en la habitación –esto…la…cena ya está preparada –yo la hice un gesto intentándola decir que todo estaba bien, pero fue su padre que habló
—Todo esta correcto hija, este muchacho ha tenido la decencia de explicarme sus intenciones y hemos tenido una animada charla, charla que espero tener también contigo antes de irme –desde luego este hombre cuando impartieron la asignatura de diplomacia debió quedarse dormido o estar enfermo.
—¿Qué te propones padre?
—Esto…empezó el pobre hombre tragando saliva ante el gesto ceñudo de Bella –solo pretendo pedirte perdón  hija por…todo.
—Está bien papá cuando quieras tendremos esa charla, pero ahora bajemos a cenar, antes de que a mamá se le ocurra alguna cosa rara.
—Esto…la cena, ¿quién la hizo?
—Nosotras papá pierde cuidado.
Y la velada fue de lo más rara. Renée tenía una expresión igualita a las que ponía Rosie cuando no se salía con la suya, Emmett, Bella y Rose  comían una deliciosa lasaña con expresión triunfante y Charlie tenía una expresión de alivio en la cara, no sé si por la comida, por la charla, o por la perspectiva de arreglar las cosas con su hija.
Nos quedamos profundamente dormidos, después de una sesión de sexo mudo es decir de sexo sin ruido ya que una cosa es que su padre me hubiese aceptado a mí y otra muy distinta es que aceptase la banda sonora que interpretábamos cada vez que hacíamos el amor. Habíamos intentado no hacer nada ese día pero cada vez que nuestros cuerpos se juntaban se llamaban, juro que se llamaba y no éramos capaces de ignorar esa llamada. Era totalmente dependiente de mi novia,  y necesitaba enterrarme en sus pechos, aspirar su dulce olor, hundirme dentro de ella una y otra vez…
Normalmente Bella me despertaba con besos y caricias, pero esa mañana solo alcance a oír cosas como llego tarde, llego tarde, al más puro estilo conejo blanco de Alicia. Cuando emergí del todo de mi sueño le pregunté qué pasaba.
—Tengo que llegar a la cocina antes que mi madre, tengo que llegar, tengo que llegar –y salió disparada por la puerta. Al salir chocó con algo y por la voz, supe que se algo era Rose quien decía exactamente las mismas palabras que Bella pero esta vez en plural, lo dicho ni el conejo blanco de Alicia lo haría mejor.
Cuando bajé a la cocina me encontré con una escena muy similar a la de ayer por la noche pero con las tornas cambiadas. Ahora la que portaba la expresión triunfante era una Renée  que vestida con un delantal, se dedicaba a servir  una especie de tortitas en diferentes platos. Le dio uno a Rose, otro a Bella, otro a su nieta  y otro a Charlie quienes lo tomaron con resignación así que me preparé para lo peor.
—Siéntate Edward cariño que te sirvo el desayuno —y puso delante de mí un plato con  cuatro tortitas como cuatro soles pero ¿cuánto creía esta mujer que comía yo?
En el momento que traté de cortar una  con el cuchillo me imagine la cabeza de Tanya y la susodicha tortita estrellándose contra ella dejándola noqueada ya que el alimento en cuestión era un arma letal de primera categoría dada su dureza.
—¿A que están buenas?, ¿a que sí? –me preguntó ansiosa la buena mujer y todos me miraron esperando mi respuesta pero con su plato intacto.
—Buenísimas –le dije como pude intentando masticar, menos mal que tenia buenos dientes y el sirope de chocolate ayudaba en algo, poco pero ayudaba.
—Todos me miraron extraño pero, ¿qué querían que hiciera?, había que caerle bien a la suegra ¿o no?
—Lo veis, un hombre que sabe apreciar la buena cocina –dijo mirando a su nieta, marido,  hijos y nuera –no como vosotros con tanto régimen, comida basura y bollos industriales –añadió viendo como Rosie cogía una magdalena con mucho disimulo.
—No es necesario que te esfuerces más hijo, ya le has caído bien, no querrás acabar con una indigestión. Haz como yo, mira —y con los ojos como platos vi como el buen señor volvía a depositar sus tortitas en la fuente en un momento de descuido de la insigne cocinera, yo hice lo mismo y puse tres de las cuatro ya que una ya la había mordido, bueno si se le puede llamar así. Bella  nos miraba estupefacta ante semejante complicidad pero ni corta ni perezosa hizo lo mismo.
—¿Por qué tengo la impresión de que en la fuente hay mas tortitas que antes?
—Cosas tuyas mamá, cosa tuyas, es que siempre haces para muchos.
—Ah bueno supongo que las podemos meter en un tapper  para que os las llevéis al trabajo y…
—No dejan, está  prohibido dijo un Emmett dolido porque él no había tenido la misma idea ni nadie le había dicho nada por lo que había tenido que tragar el arma mortífera como buenamente pudo.
—En el periódico tampoco dejan mamá es una norma.
—Bueno el periódico es de Edward, me parece a mí…
—Renée, ¿qué dirían mis empleados si me vieran saltándome mis propias normas?
—Supongo que tienes razón. En fin se las llevaré a Rosie para que meriende cuando salga de la escuela, porque eso sí no os preocupéis que hoy voy yo a buscar a mi nieta—, dijo ante la mirada horrorizada de la pobre niña.
—Esto…abuela ¿por qué no me lo pones en un tapper y me los llevo ahora?, seguro que a mis amigos les gustará comérselas en el patio a la hora del recreo, sus madres solo les ponen cosas normales como bollos o galletas.
—Oh –dijo Renée emocionada –ahora mismo te lo pongo—y los demás la miramos como si la hubiesen salido cuernos.
—No será verdad que vas a compartir eso con tus amigos ¿no? –preguntó mi Bella cuando, una vez aparcado el coche cerca del colegio, llevábamos a la cría para allá. Bella siempre tenía costumbre de llevarla ella y dado que íbamos al mismo lugar, se había hecho costumbre que fuéramos los dos.
—No tía, no me las voy a comer –dijo la niña acercándose a un contenedor que había cerca de la escuela y vaciando el tapper dentro. Una  vez hecho eso untó todo el recipiente con los restos del sirope de forma que parecía que habían estado untando las tortitas. Chica lista si señor. Bella respiró tranquila —¿y cuanto tiempo decís que se va a quedar la abuela? –preguntó con un gesto de resignación parecido al que ponía su madre y mi Bella.
—Una semana hija, una semana.
—Uff que paciencia –y yo no pude aguantar la carcajada.
Mientras íbamos de camino al trabajo, pude observar que el mal humor de Bella iba en aumento.
—¿Se puede saber que hablaste ayer con mi padre y que os traíais los dos entre manos?
—No es nada amor, solo le dejé claro mis intenciones para contigo, charlamos un rato, el me contó los motivos por los cuales contrato a esos guardaespaldas y…
—¿Y te ha puesto de su parte verdad?
—No, mi amor ¿cómo piensas eso después de lo que hemos pasado?, nadie me pondrá nunca de su parte en contra tuya, solo digo que quizás, solo quizás cuando seamos padres, tengamos la capacidad de entender los actos de los nuestros así que…en fin…no estaría mal que…le escucharas y hablaras con él ¿quieres estar enfadada toda la vida con Charlie? Bella la vida da muchos giros y vueltas,  y en un minuto la felicidad puede verse colapsada por un suceso trágico e irremediable, dime amor, ¿quisieras que pasara algo así sin estar a buenas con tu padre?
—No, realmente no. Perdona Edward es que no desayunar me pone de mal humor y… —pero no pudo terminar de decir lo que fuera ya que su móvil sonó.
—Contesta por mi hazme el favor –así lo hice ya que ella iba conduciendo—. Al descolgar y decir el típico diga, esperé unos segundos y nadie decía nada, solo se escuchaba una respiración, que raro.  Después de un rato de preguntar quien era me colgaron.
—Esto es muy raro Bella, se oía a alguien respirar pero no me decían nada.
—Bueno puede ser que no pudieran por falta de cobertura.
—Eso es poco probable ya que escuchaba perfectamente su respiración.
—Bueno…verás…no le doy más importancia de la que tiene, pero llevo unos días teniendo llamadas como esas.
—¿Cuántos días exactamente?
—Bueno yo...el caso es que no les doy importancia por eso no os lo había dicho pero más o menos desde que tu tío Cayo regreso a Chicago.
—¿Y no dice nadie nada?
—No.
—Sí que es raro.
—Edward, tal vez sea un gracioso, o tal vez sea Scooby doo dando el coñazo otra vez.  Tu madre y Tanya están en la cárcel, no puede ser nada importante.
—Puede que tengas razón –le dije no muy convencido, pero tuvimos que cortar la conversación ya que llegamos al trabajo y enseguida Bella se vio absorbida por un miembro del equipo de Nacional que reclamaba su atención en algo que había pasado.
Me encaminé a mi despacho y le pedí a Ángela que le llevase a Bella un café con algún bollo para que desayunara. Nada más entrar llamé a Emmett. Él se mostro tan intrigado y preocupado  como yo y me prometió que usaría su influencia para intentar de alguna manera averiguar algo. Él pensaba como siempre que podría tratarse de alguien intentado acercarse  a él ya que las otras posibilidades, a excepción de la del chucho estaban descartadas con esa pareja entre rejas, y eso me puso más nervioso. Lo principal era convencer a Bella para pinchar su móvil. Los dos nos propusimos hablar con ella esa misma noche,
La semana transcurrió sin muchos incidentes y bien esta decir sin muchos ya que Renée al final hizo su famosa tarta de piña que en lugar de piña llevaba melocotón y como gelatina había escogido el sabor  frambuesa. Es imposible describir como estaba aquello, solo decir que una ración de esa tarta se podía convertir en una efectiva arma de destrucción masiva para diezmar a todo un ejército.
Bella y su padre estuvieron hablando largo y tendido y consiguieron limar todas sus asperezas, cosa que mi novia me agradeció esa noche de manera muy efectiva. Que se lo pregunten sino a cierta parte de mi anatomía que anduvo más que satisfecha durante todo el día. Pero a pesar de la susodicha satisfacción cada vez que Bella se movía, caminaba de un lado para otro, bebía cualquier tipo de líquido o comía lo que fuera, mi miembro y todo mi cuerpo se ponían inmediatamente en estado de alerta roja.
Por fin el domingo por la noche Renée y Charlie Swan dejaban España. Un cierto toque de alivio se instalo en mi interior, había conseguido sobrevivir a mis suegros y había salvado ese gran obstáculo con éxito, es mas se podría decir que me había ganado un buen aliado. Fiel a mi promesa le conté al jefe lo de las llamadas que Bella recibía y me hizo jurarle que le mantendría informado puntualmente. Poco faltó para que se quedará en Madrid haciendo guardia y colaborando con la policía española para resolver el caso, menos mal que Emmett le convenció de lo contrario.
Bella cogió un monumental cabreo por el jaleo que estábamos armando por unas llamaditas de nada y hasta me amenazó con tenerme a pan y agua durante un mes. Consiguió cumplir con su castigo un día porque si hay algo que Bella Swan no puede resistir son mis encantos y créanme que saqué todos los que tengo y más para conseguir su perdón. A la segunda noche ya la tenía cabalgando sobre mí  como una experta amazona antes de darnos una refrescante y productiva ducha. Al final, consintió en pinchar el móvil ya que las llamadas seguían sucediéndose  y fueron a peor, ahora no solo se limitaban a esperar un rato en silencio y luego colgar, sino que  también se escuchaban jadeos y sonidos extraños tipo Dark Vader.  También tuvimos que controlar   su correo electrónico pues empezó a recibir extraños mails con mensajes más extraños aún. El último me heló la sangre en las venas:

Yo te enseñaré a no quedarte con lo que no es tuyo, maldita zorra. Lo vas a pagar muy caro.







UNA CITA CASI A CIEGAS.CAPITULO 11: DESPEDIDA





DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer.
Capítulo 11: Despedida
Pov Edward

El timbre de la puerta sonó. Nos quedamos congelados en la estancia mirándonos los unos a los otros ¿quién podría ser?, todos en tropel nos dirigimos a la puerta, la mirilla nos desentrañó el misterio,  Cruella y la Madrastra estaban detrás de ella.
No me lo puedo creer, pensaba mientras  me pasaba la mano una y otra vez por el pelo. Estaba muy nervioso y enfadado. ¿Cómo era posible?, ¿cómo podían tener tanta cara?, solo hacía unas horas que me habían llamado por teléfono reconociendo ser las responsables del secuestro de Bella y mi prima. Ellas no eran tontas, tendrían que saber que las habíamos denunciado y la policía estaba detrás de ellas. ¿Cómo se atrevían a venir?, solo  se me ocurría una explicación, Elizabeth Vulturi se creía por encima del bien y del mal.

—Llama a la policía Emmett, las entretendré  hasta que llegue. Bella, mi amor ¿podrías…?
—Si lo que pretendes es que me marche para que no me vean estás muy equivocado Edward Cullen, creo que ya te he demostrado que se cuidarme solita. Cuando acepté todo esto, lo acepté con sus cosas buenas y cosas malas. No te dejaré, estamos juntos en esto –no cabía duda, a estas alturas de la historia no me cabía la menor duda, amaba a Bella Swan con todo mi corazón y no solo la amaba, la admiraba por su forma de ser y de actuar, por su entrega total y absoluta hacia mí, por su apoyo incondicional…cuando miré a las demás, éstas estaban asintiendo con la cabeza en un claro gesto de apoyo a las palabras de Bella, ninguno de mis diablos que en este momento eran ángeles para mí, me iban a  abandonar. Resignado y orgulloso a la vez, abrí la puerta.
—Eddie hijo, cuanto has tardado en abrir. Solo queríamos concretar lo del domingo –me dijo intentando pasar a la casa cosa que yo no se lo permití empujándola de nuevo hacia la entrada. Por la cara que puso observé que no se lo esperaba —¿qué sucede Edward?, déjanos pasar tenemos que hablar de… —en ese momento se dio cuenta de la presencia de Bella y de Kate y puso cara de horror, era evidente que no sabía que estaban libres.
—¿Cómo tienes tanto morro Elizabeth?, ¿quién te crees que eres para pensar que estas por encima del bien y del mal?, es evidente que no te voy a dejar pasar a una casa que pertenece a mi novia la mujer que habéis secuestrado y sobre la que tenéis una orden de alejamiento.
—Nosotras no hemos secuestrado a nadie, solo nos la hemos llevado un tiempo hasta que entrases en razón y...hijo tienes que…
—¡Ni se te ocurra llamarme hijo!, ¡yo no soy tu hijo! , ¡lo sabes más que de sobra!, aquí la única que parece ser que es tu hija es esta zorra  a la cual abandonaste a su suerte porque nosotros te éramos mas convenientes en ese momento ¿o escondes algo más que no dices Tía –le escupí con todo el odio que llevaba acumulando durante años. Al mirar a Tanya a la cara vi que ponía  un gesto como de asombro e incredulidad, estaba claro que no lo sabía. Pero no me daba pena,  ninguna, todos estos años me había hecho junto a Elizabeth la vida imposible, reclamándome un amor que yo no sentía y ella sabía de sobra que no la amaba. Impasible seguí hablando con mi tía — y si llevarse a una persona contra su voluntad, atarla y retenerla no es un secuestro ¿dime entonces que es?, ¿sabes que la  policía esta buscándoos?, lo reconociste por teléfono, tenemos grabada la conversación, ¿cómo puedes tener tanto descaro?
—Elizabeth, ¿qué…dice Eddie?, ¿es eso verdad?
—Eddie hijo… —empezó de nuevo haciendo callar a una cada vez mas sorprendida Tanya.
—¡QUE NO ME LLAMES HIJO!, ¡TU NO ERES MI MADRE!, mi autentica y verdadera madre es esta mujer de aquí.
—Edward, soy tu madre, te guste o no lo soy – me contestó tan tranquila mirando con odio a Esme a quien hice un gesto con la mano para que no se le lanzara encima. No era conveniente con la policía a punto de llegar. Me sujeté el puente de la nariz armándome de paciencia –tu no vas a delatarnos hijo, no puedes, somos de la misma sangre, no pue…
—Puedo  y lo he hecho tía, la policía tiene en su poder tu conversación  telefónica grabada, te he denunciado y en estos momentos viene para acá –le expliqué mientras veía que varias patrullas de policía se paraban delante de la puerta de casa.

Elizabeth y Tanya no sabían  dónde meterse, no sabían si echar a correr o esperar que vinieran los agentes y darles una  explicación. La mirada de Tanya era de autentico horror. Por detrás del seto el famoso vecino cotilla era testigo  de toda la escena y me daba rabia, no por mí, pero si por Bella, Rose y Emmett.

—Elizabeth Cullen Vulturi queda usted detenida bajo la acusación de secuestro e incumplimiento de la orden de alejamiento impuesta contra la persona de Isabella Marie Swan. Tiene derecho a…—y el agente que la  detenía le leyó sus derechos mientras la ponía de rodillas en el suelo y la esposaba. Elizabeth me miraba con incredulidad, diciéndome con la mirada que la ayudase, pero yo no iba a mover un solo dedo. Otro compañero suyo repitió el mismo ritual con Tanya.
—Tiene que haber un error agente, yo no soy culpable de nada.
—Si no es usted culpable,  ¿qué hace en la casa que pertenece a Isabella Marie Swan cuando usted no puede acercarse a menos de dos kilómetros de ella?
—Yo…no sabía que esta era su casa…se…se supone que aquí vive mi hijo y… Eddie por favor diles que esto es un error hijo
—No puedo decir mentiras tía y esto no es ningún error.
—Yo no he hecho nada –sollozaba una inconsolable Tanya al lado de Elziabeth
—Eso se lo cuenta usted al juez –le contestó el policía.
—Por lo menos llama a nuestro abogado, Edward nos tienes que ayudar es tu obligación, yo soy tu madre y ella tu prometida. Maldita zorra de mierda que…
—¡NI TE ATREVAS A HABLAR A BELLA Y SOBRE TODO A HABLARLE ASI, YA SABEMOS QUIEN ES LA ZORRA AQUÍ! –le dije sin poder controlarme. Me apreté el puente de la nariz un momento para calmarme y proseguí –tía, nuestro abogado no está para solucionar problemas personales, solo los de la empresa, lo siento, no pienso llamarlo. Además se plantea un conflicto de intereses ya que secuéstrate a Kate y ella es una Vulturi y Bella es mi prometida, ponto será una Cullen—. Un grito ensordecedor taladró en esos momentos el ambiente, Tanya intentaba zafarse de las esposas y de los agentes que la tenían sujeta. Mitraba a Bella con odio, con un odio ancestral, un odio que daba miedo.
—Eres una zo…
—Insulta una vez más a mi prometida Tanya y te juro que aunque salgas con bien de esta gracias a papá Eleazar, te estarás arrepintiendo toda tu vida. Ella es mi prometida, estoy arto de repetirlo y como tal debes respetarla. Tú para mí no eres nadie, nunca lo has sido. Solo eres el engendro de esta mujer que se empeña en que me case contigo, cuando si te digo la verdad me das asco, te odio, te odio con todas mis fuerzas. Siempre lo hice, nunca te he aguantado. Y si son ciertas nuestras sospechas, el abuelo es quien tiene el poder de decidir pero por mi parte, las únicas,  primas que tengo son ellas, entendido ¿me has entendido?
—¿Pero porque me hablas así?, ¿qué te hice yo? Elizabeth siempre me aseguró que me amabas, yo soy tu prometida Eddie,  ¿qué quieres decir con eso de que soy tu prima?, ¿qué sucede?, no entiendo nada.
—Sí ya veo que estas en la inopia pero ¿sabes qué?, que aun así no me das pena, ninguna. Has estado haciéndome la vida imposible desde el primer momento que tuvimos uso de razón, estoy arto de ti y de Elizabeth, más que arto ¿escuchas?, sal de mi vida y no vuelvas. Iros las dos a engañar a otro –y con un gesto les dije a los policías que se las llevaran de ahí. Estaba claro que alguien le tendría que explicar a Tanya quien era ella en realidad, pero ese no iba a ser yo, no señor, no era mi problema.
—No pensaran meternos en una celda con todos esos  delincuentes –oí que decía mi tía tan remilgada como siempre –yo no soy una delincuente yo soy Elizabeth Cullen Vulturi y ella…
—Como si es usted la mismísima  primera Dama. Ha cometido un delito de secuestro, se ha saltado una orden de alejamiento y en este país a eso le llamamos delinquir por lo que irá derecha a la cárcel junto a los demás de su calaña.
—Yo no puedo mezclarme con el populacho yo soy….
—Hombre pues si a su señoría le parece bien, la alquilamos una habitación en el Palace para  que esté más a gusto –le dijo con sorna el policía, pero ya no escuché mas.
 Entré en la casa  y me tiré al sillón, necesitaba calmarme. Unos suaves, cariñosos y dulces brazos, me cogieron  de la cintura para abrazarme,  yo me agarré a ella con toda la fuerza  que pude puse mi cabeza en su hombro y lloré, lloré por todas esos años de angustia en los cuales una mujer que decía ser mi madre y que siempre me amargó la existencia, me hacia la vida imposible  una vez y otra. Detrás de  mi sentía como Esme, mi madre, mi autentica y verdadera madre me acariciaba suavemente la espalda. A lo lejos escuchaba a mis primas consolar a mi hermana. No había sido plato de buen gusto para ninguno de los dos ver como aquella a la que creímos nuestra madre por tantos años, era esposada y conducida a una prisión con unos cargos como los que tenía.
No sé cuánto tiempo estuve abrazado a mi Bella, solo sé que de repente mi móvil sonó y mi madre contestó en mi nombre.
—Edward hijo, es tu padre, por lo visto Elizabeth les ha llamado.
—Papá…
—Edward, Elizabeth me ha llamado, por lo visto la han detenido y…
—Ya lo sé, tuvieron la desfachatez de venir justo a la puerta de la casa de Bella, es increíble, no me puedo creer el descaro de esta mujer.
—Edward, no te preocupes hijo, esta vez no se va a salir con la suya, su padre esta mas que enfadado con ella y por mi parte no va a recibir ninguna ayuda, solo nos queda la postura de Eleazar. Edward hijo verás….yo….nosotros….bueno tu tío Aro y yo hemos estado investigando y…verás…ya creemos saber la razón de ese empeño enfermizo que tiene tu madre para que Tanya se case contigo. Esto…verás….puede que Esme se acuerde, sucedió un mes antes de que ella  se marchara, cuando las cosas entre nosotros iban viento en popa. Verás esto…Elizabeth salió de fiesta con Athenodora y otros amigos y….en el grupo también iba Eleazar, ya sabes que estaba liada con él a espaldas de Carmen, su esposa. Parece ser que hubo más que alcohol en esa fiesta,  era una época en que las drogas de diseño estaban a la orden del día y…. bueno….Eleazar y Elizabeth se fueron juntos en un coche,  Elizabeth conducía…hubo un accidente y un chico murió. Por lo visto entre mi hermana y su hija  consiguieron esconder los sucesos y los dos salieron bien librados, de hecho, el informe policial solo dice que por causas desconocidas el coche del chaval se salió de la carretera, choco contra un árbol, causando heridas mortales de necesidad en su ocupante. Pero según lo que hemos averiguado fue el coche de Elizabeth quien lo envistió. Hijo tu tío y yo pensamos que…que….es mi propia hermana la que los puede estar chantajeando y que a cambio de no decir nada, Elizabeth le tenía que entregar su hijo a Eleazar para que él y Carmen lo cuidasen como suyo, después tendría que hacer lo imposible porque ese hijo, se casara con uno de nuestros futuros hijos. No lo sabemos con exactitud pero mi mujer debió de ver el cielo abierto cuando Esme quedó embarazada. Ella quería casarse conmigo  a todas costa y Esme le proporcionaría ese hijo que necesitaba. Solo faltaba que la fortuna estuviese de su lado  cosa que logró ya que ella tuvo una niña y Esme un niño y una niña.
—Sí ya recuerdo aquella historia –dijo Esme –por más que el padre del chico removió cielo y tierra para averiguar lo que realmente sucedió no consiguió nada ya que solo encontraba puertas cerradas, pero nunca se me ocurrió sospechar que Elizabeth fuera culpable o siquiera tuviera algo que ver. ¿Cómo lo habéis averiguado?
—Carmen ha hablado.
—¿Cómo que Carmen ha hablado?
—Verás…Carmen no es mala mujer, según me cuenta ella no podía tener hijos y Eleazar un día se presentó con Tanya en brazos diciéndola que la había conseguido adoptar por unos medios no muy legales, pero que era su hija, de los dos. Carmen, deseosa de tener un hijo, la acogió en su seno con alegría. Con el paso de los años, fue averiguando la verdad. Decidió callarse porque ama a Eleazar y a Tanya.
—Cada día que pasa esta historia me sorprende más, o sea, que Esme la vino muy bien para sus planes, todo esto fue para que nadie se enterara de lo de ese chico, increíble, esto es increíble. Pero, los delitos prescriben, si Rebeca  se decidiese hablar ahora Elizabeth no iría a la cárcel.
—Pero si habría un escándalo hijo y eso es de lo que huyen nuestras familias desde siempre. Sobre todo una persona como Elizabeth.
—Pues me parece que de una forma u otra ha conseguido dar con sus huesos en ella y además en un país extranjero –dijo Esme –no si por más vueltas que le des a la vida, esta al final pone a todo el mundo en el lugar que le corresponde.
—Sí, supongo que sí, bueno os dejamos supongo que tendréis  que trabajar.
—Sí —contestó Esme –y entonces me di cuenta de que me había pasado toda la noche en un duermevela en los brazos de mi amor. Abrazados como dos enamorados subimos a nuestro cuarto a ducharnos, ducha que por supuesto nos dimos juntos.
—Bella, te amo, —le dije besándola mientras el agua de la ducha caía en cascada sobre nuestros cuerpos –no te puedes imaginar cuanto te amo pero me estoy dando cuenta poco a poco que lo que siento por ti es tan inmenso que no lo puedo explicar con palabras –añadí mientas la levantaba en mis brazos par que se cogiera con las piernas a mi cintura y la penetré de un solo embiste.
—Eres el motivo por el cual me despierto todas las noches, eres la razón de mi vida, de mi existencia, contigo he aprendido a reír, a ver la vida de otra manera, a ponerme el mundo por montera al igual que lo hacéis vosotras, a vivir la vida, a disfrutar de ella –le decía mientras la iba embistiendo poco a poco, con ternura, sin prisas –me has enseñado a vivir y a amar. Antes de ti solo era un pobre chico que pasaba por la vida si quedarse en ningún sito, siendo un mero espectador de la felicidad de los demás pero sin conocerla ni sentirla él mismo. Tú me lo has dado todo Bella Swan y quiero que esto perdure, quiero que esto vaya más allá. Sé que hace poco que nos conocemos, pero necesito dar un paso más en esta relación, ¿qué me dices Bella?, ¿qué me dirías si yo un día de esto te pidiera algo?, ¿si decidiese que aquello que dijiste en un momento de furia se convirtiera en realidad? –le pregunte entre gemidos ya que estos mezclados con el sonido del agua de la ducha habían formado una sinfonía hermosa que nos envolvía a los dos.
—Sí –me contestó –te diría que sí sin dudar –y no pudo decir más porque un orgasmo potente nos envolvió a los dos llevándonos derechos a nuestro cielo particular.
—¿Sabes una cosa? –me dijo mientras nos lavábamos el uno al otro una vez nos hubimos recuperado –si hace un mes alguien me hubiera dicho que iba a aceptar una proposición así, le habría dicho que si estaba bebido drogado o loco y, sin embargo, ahora me parece algo de lo más natural.
—Gracias –le dije con la voz cargada de emoción
—¿Por qué? –me contestó.
—Por existir.
Una vez pasados los efectos de ese momento dulce y romántico nos vestimos para encaminarnos al trabajo. Hoy era la inauguración del nuevo periódico e íbamos a dar un pequeño desayuno de bienvenida a los empleados antes de cortar la famosa cinta que inauguraría nuestra sucursal. Después de lo que había ocurrido mi intención era despedir de una vez por todas a Scooby doo pero no podía ser, no había pruebas suficientes de que estuviese confabulado con esas dos arpías y Sam nos dijo que lo único que podía alegar en su contra es que molestó a Bella en la calle y eso, desgraciadamente, no era  ningún delito, a no ser que Bella lo denunciase, cosa que estaba dispuesta a hacer si el chucho seguía molestando.
Llegamos a las oficinas de los primeros, allí ya nos esperaban Ángela y Ben, el cual por supuesto estaba invitado ya que le habíamos habilitado un pequeño despacho para que trabajara desde aquí. Presenté a Bella y a Ángela y las dos se cayeron muy bien al instante. Era increíble el don de gentes de mi Bella, siempre tan sociable, tan cordial, era imposible que tuviera enemigos o que le pudiese caer mal a alguien. No si en el fondo entendía al maldito chucho.
—Bella ¿me acompañas al lavabo? –le pidió Alice en un momento determinado.
—Desde luego, siempre estáis igual, siempre yendo a ciertos sitios en pareja, como la Guardia Civil, ¿es que no sabéis hacer vuestras cosas solitas? –preguntó Emmett tan socarrón como siempre. Ni que decir tiene que tanto él como Rose habían sido invitados.
—Es que  es muy aburrido hacerlo solitas, mi querido hermano, ¿con quién vamos a cotillear sino mientras nos….desahogamos? –y dicho esto los dos diablos se marcharon dejando a Emmett pensando en el significado de la respuesta.  Significado que a mí no me dio tiempo a analizar porque de repente observé como el chucho se iba detrás de mi Bella y de mi hermana, así que ni corto ni perezoso fui yo también detrás.
—A ver chucho de mierda –oí que decía Bella a un Scooby doo que se estaba sobando las narices y a juzgar por cómo Alice sujetaba la puerta daba la impresión de que las susodichas habían tenido un encuentro desagradable con ella. Antes de intervenir decidí esperar a ver qué sucedía –es que va a resultar que ahora eres un eunuco y tienes que mear en nuestras dependencias, porque si es así, adelante. Te la sujetaríamos nosotras mismas, pero puaffff, no queremos contagiarnos de ningún virus de estos raros que circulan por ahí.
—Mira Bella, te dije el otro día que esto no quedaría así, que tú te ibas a venir conmigo de una forma o de otra. Yo te vi antes que ese mentecato, eres mía.
—¿Ah sí? y ¿desde cuándo se ha vuelto a legalizar la esclavitud que yo no me había enterado?, mira chucho pulgoso, mejor será que te des media vuelta y te largues porque te estás jugando muchas cosas, entre ellas tus preciosos y queridos testículos, los cuales voy a patear bien a gusto como no nos dejes hacer pis  tranquilas ahora mismo ¿estamos?
—No, no estamos –dijo cogiéndola por el brazo y aprisionándola contra la pared, era el momento de intervenir pero Alice se me adelantó. Se subió a su espalda, le pasó los brazos por la  garganta y empezó a apretar con todas sus fuerzas. El chucho inmundo se puso de todos los colores, Alice era pequeñita pero matona y esa maniobra se la había visto hacer muchas veces. Según ella la había aprendido en unas dudosas clase de karate a las que la madre de Bella se empeñó en llevarlas una temporada que pasaron con ella en Forks. Y digo dudosas porque no creo que ese tipo de movimientos sean propios del karate, Bella la ayudó dándole un experto rodillazo ahí mismo,  en ese sitio tan especial para los hombres. Tal fue la fuerza del susodicho rodillazo que yo instintivamente me llevé las manos a la zona que, como no, estaba ya dura y preparada y mis pantalones ya se estaban comenzando a estrechar. Diablos ¡qué mujer! hasta dando golpes en semejante sitio me ponía a cien por hora. De todos modos esa costumbrita de dar siempre ahí, ¿dónde leches la había aprendido?, un momento Cullen no te quejes, se supone que se están deshaciendo del chucho inmundo. Vale, vale, no me quejaré, solo espero no ser el objeto de la ira de esa diosa guerrera nunca, me dije a mi mismo mientras me acariciaba inconscientemente una erección cada vez mas satisfecha con la situación.
—Se las apañan muy bien solitas ¿verdad? –dijo Emmett que se había situado a mi lado para observar el espectáculo –la verdad es que me estoy empezando a preguntar la utilidad del guardaespaldas….
—Bueno, esto….no conviene quitárselo…verás…. es que.
—Tranquilo hermano que no pienso hacerlo me contestó socarrón mientras los dos acudíamos por fin “en ayuda” de las dos mujeres.
—Bella un día de estos no tendrás tanta suerte, caerás ya te digo yo que caerás y te arrepentirás de todo esto.
—Huy si, ¡por dios como tiemblo!, ese día Scooby doo, el cielo se abrirá y de él lloverá sangre y piedras mientras el rayo de Zeus te atravesará de lado a lado con toda su potencia; y los servidores de Lucifer aparecerán de improviso para llevarte con ellos al umbral del mismo infierno, pero de momento y si no te importa…tengo que hacer pis –le dijo intentando cerrar la puerta en sus narices, pero el chuco metió la pata por medio, era ya momento de intervenir.
—Jacob, ¿qué parte de no toques un solo pelo de mi novia o te las verás conmigo no has entendido? –le pregunté mientras le agarraba del cuello y le lanzaba contra la pared ayudado por Emmet.
—Vaya, ¡por fin!, pensamos que se os había tragado la tierra –dijo Bella molesta mientras el chucho al final decidió alejarse del lugar ante nuestra presencia, la verdad es que Emmett intimidaba.
—No te enfades cosita linda que os la estabais apañando bien vosotras solitas.
—A ver qué reme…
—Pero no la deje terminar de hablar ya que mi boca asaltó la suya con premura, lo cierto es que  estaba excitado, muy excitado de verla defenderse de esa manera. Mi potente erección y mis pantalones estaban de fiesta. Metí mi lengua en su boca sin permiso y sin tener en cuenta que Emmet y Alice estaba presentes, para explorar cada centímetro de su dulce cavidad. Bella empezó un movimiento de arriba abajo bastante provocador y mi erección le dio la bienvenida de una forma espectacular poniéndose cada vez más dura. Pero de repente me di cuenta que ese baile de erótico no tenía nada, más bien era un baile  desesperado, necesitado pero no precisamente de mi. Me separé un poco para mirarla a la cara. Bella estaba dando saltos al tiempo que juntaba las piernas una y otra vez.
—Perdona pero es que… cuando he venido para acá he venido por algo concreto –y salió disparada junto con  Alice hacia el interior del cuarto de baño.
—Es obvio hermano, hay ciertas necesidades fisiológicas que por más que uno quiera….
Riéndonos como descosidos nos fuimos de nuevo al salón principal donde tenía lugar el desayuno. El chucho estaba en un rincón del mismo se le veía encolerizado. Me acerqué  a él ya que no estaba dispuesto a tolerar más tonterías por su parte.
—Mira Jacob, te lo voy  advertir una vez más, si vuelves a acercarte a tan solo un metro de Mi Bella, te despido y me da igual que  sea improcedente, tengo el suficiente dinero para pagar todas las demandas que me quieras poner y un regimiento de abogados a mi servicio ¿entiendes? Limítate a hacer tu trabajo y deja de molestar. Bella ha decidió que YO y no TU sea su novio y debes respetar su decisión.
—Qué fácil es decir eso no Cullen.
—Si si lo es, entiendo que es mas difícil hacerlo pero si ella me dijera que no me ama, la dejaría marchar –y sin darle lugar a replica di media vuelta y me marché ya que Esme me llamaba para que diera mi discurso de bienvenida, tras el cual empezamos a trabajar.
Habíamos abierto el  periódico en un buen  momento ya que estaba a punto de empezar una campaña por parte de los partidos políticos que culminarían en unas elecciones generales que auguraban un cambio de Gobierno en un país cada vez mas azotado por la crisis económica. Era una noticia de peso y no se la podía dar a cualquiera. Confiaba en Bella y su buen hacer ciegamente y no porque fuera mi novia sino porque era una gran profesional, así que le encargué la cobertura de esta noticia junto a un equipo que se puso a sus órdenes. A mi Bella no le gustó ya que, según me dijo en mi despacho unos minutos después, daba la impresión de que se lo encargaba por ser la novia del jefe. Nada más lejos de la verdad por cierto, yo era un profesional y sabía separar lo privado de mi trabajo, pero Bella se lo merecía y no tenía más que demostrarlo. Y se lo expliqué vaya si se lo explique y creo que de forma muy efectiva. Mi erección me felicitó por mis explicaciones al igual que mis pantalones que se holgaron un poquito en esa zona y ella lo entendió muy bien. Salió de allí con la firme decisión  de que demostraría que ella valía para cubrir ese evento importante pero me hizo prometer que si metía la pata o no valía para ello le diera la notica a otro y se lo prometí, cruzando los dedos y con la boca pequeña pero lo hice, ya que si no se lo iba a tener que explicar de nuevo. Mi erección se puso a favor del asunto pero mi fría mente, que de de vez en cuanto hacia acto de presencia, me recordó que estábamos en nuestro puesto de trabajo.
Y así los días pasaron dando paso al fin de semana donde de nuevo recibimos la visita de los chicos y de Carlisle a los que  se habían unido Aro y Sulpicia. El recibimiento de los chicos por parte de las chicas fue como siempre un circo, con sus gritos, sus escenas peligrosas, sus caídas, en fin toda la parafernalia que siempre va detrás de las chicas Cullen/Vulturi. Yo aproveche la circunstancia para presentar a mi Bella a mis tíos.
—Encantado de conocerte en persona Bella –le dijo Aro a mi novia con su habitual educación y caballerosidad.
—Lo mismo digo, Edward y las chicas me han hablado mucho de usted.
—De tu por favor, de tu, si todo marcha bien espero ser pronto tu tío.
—Y yo tu tía, encantada Bella, no sabe cuánto me alegro de que hayas conseguido que mi sobrino deje de perseguir mujeres inexistentes –y ya estábamos de nuevo con la bromita.
Decidimos pasar el día en Aranjuez y Toledo para que mis tíos, que nunca había estado en España conocieran esas dos históricas ciudades. La verdad es que no conseguía explicarme como mis diablos y mi tía conseguían subir tan deprisa y con tacones unas calles con tanta cuesta y tan empedradas como las de Toledo. Solo Bella llevaba un calzado adecuado para la situación y creo que su natural torpeza lo celebraba.  Lo primero que visitamos fue el famoso Alcázar, convertido ahora en Museo del Ejército. Fuimos pasando por las diversas salas con las miradas penetrantes y furiosas  de todos los guardias de seguridad que nos encontrábamos porque los diablos no entendían la expresión guarden silencio e iban a voz en grito por todas ellas. Llegamos a una sala que tenia cuadros de diferentes heroínas españolas y se fijaron en una de ellas,  Agustina de Aragón. Se pusieron a leer su historia y decidieron que era buena idea imitar en medio de la sala aquel momento histórico en que nuestra heroína había disparado un montón de cañones contra los franceses al encontrar muertos a los soldados que se suponen iban a dispararlos. Aro y Sulpicia que ya habían salido algunas veces con  nosotros  las miraban divertidos, bueno los miraban,  porque Emmet también se había unido al club de teatro junto a su hija mientras los otros chicos y yo  intentábamos sin éxito calmar a nuestras  novias. Pero Carlisle estaba alucinando en colores.
—Hijo ¿siempre están así?
—Y créeme si te digo que hoy están muy comedidas.
—Sí, la verdad es que no se están portando mal –añadió Aro con su habitual tono bromista y mi padre se rascó la cabeza todo confundido pero divertido al mismo tiempo. Supongo que para él resultaba una novedad salir por ahí con un grupo de personas tan desinhibidas  y naturales, él que estaba acostumbrado a la frialdad de la estirada de mi tía.
—Señoras –dijo como siempre el guarda de turno mirando, como no, a Esme –señoritas dijeron todas inmediatamente, bueno todas no Kate y Rose se tuvieron que callar.
—Esto…bueno es igual…solo quería decirlas que si siguen ustedes con este escándalo me voy a ver obligado a echarlas del museo ya que...
—Huy disculpe usted señor guardia –dijo de pronto Bella –y no sé porqué pero   me recordó a Rita Hayworth interpretando a   la famosa Carmen de Merimé —, pero es que como venimos con la niña, pues ya sabe… para hacerle amena la visita.
—Pero tranquilo, que ya nos vamos, no se altere que después le sube la presión arterial y créame no merece la pena –añadió Esme mientras todos empezábamos a huir por el foro, Carlisle iba moviendo la cabeza entre divertido, sorprendido  y alucinado.  Aro y Sulpicia iban haciendo que regañaban a sus hijas pero no les salía bien ya que la risa se les escapaba por la boca. A ver seamos justos ¿a quién creen ustedes que salieron Irina y Kate? Y ya que preguntamos ¿a quién piensan ustedes que salió Alice? Y ni que decir tiene que ya Emmett me había contado que Renée Swan era la loca oficial de Forks .
Seguimos recorriendo salas y me fije con alegría que Esme y Bella iban las dos juntas y cogidas del brazo y eso me gustó. Me gustó porque me hacia feliz y me hacía feliz porque me encantaba que suegra y nuera se llevasen tan bien y se tuviesen tanto cariño. Sí, señor, por supuesto, pensé cuando me di cuenta de las palabras suegra y nuera. Ella era mi madre, por lo tanto su suegra y Bella era mi novia, por lo tanto su nuera, y la idea no me pudo poner de mejor humor.
Llegamos a una sala donde había un montón de armas blancas y de fuego, algunas de ellas estaban expuestas abiertamente y empuñadas  por los maniquíes vestidos con el correspondiente uniforme. Esme y Bella e acercaron a una especie de florete español,
—¿Tú crees que después de tanto años eso todavía pincha o corta? –le preguntó Bella a Esme.
—Pues si te digo la verdad no lo sé, pero espera…— y no llegué como siempre no llegué, ni llegué yo ni llegaron Carlisle y Aro que también lo vieron  venir. Esme ni corta ni perezosa apretó la yema del dedo contra la punta de la espada. Al instante un reguero de sangre empezó a salir del susodicho dedo, pero ella no se inmuto, dejándonos clavados en el sitio.
—Pues sí,  Bella sí, corta, y no sabes cuánto, ¿tienes una tirita o un pañuelo de papel?, Rossie hija ya ves la razón de que las espadas no se puedan tocar le dijo muy seria  a la niña que en ese momento estaba a su lado con la boca abierta.
—Si tengo las dos cosas,  mira allí hay un cuarto de baño  –y muy decididas y con la cabeza muy alta se dirigieron al servicio ante la atenta mirada enfurecida de un nuevo guardia de seguridad, mirada que Esme cono siempre le sostuvo sin pestañear, era su especialidad. Carlisle, Aro  y yo nos quedamos petrificados a medio camino. Carlisle tenía una expresión que no sabría identificar muy bien pero que me atrevería a asegurar que era adoración pura y simple.
—Desde luego no nos vamos a aburrir no  —dijo  muerto de la risa.
—Me parece que mis hijas y mi hermana han encontrado en Bella la horma de su propio zapato –añadió Aro y Sulpicia se echo a reír con una carcajada tan estruendosa que todo el mundo se nos quedó mirando. Otra igual, si lo que digo ¿a quién habrían salido mis primas?
—Veo Carlisle que ya no recuerdas nuestras andanzas –le dijo Sulpicia divertida y pasando de las miradas de los demás
—Hace tanto tiempo de eso –contestó Carlisle nostálgico.
—Demasiado, cuñado, demasiado.
—Pero –empecé un poco confundido —¿vosotros…?
—Nos conocimos de la facultad y  nos hicimos amigos, por aquel entonces no sabía que la vida nos iba a mantener unidos. Por eso me dolió tanto su actitud hacia mi cuando Esme regresó, claro que ahora lo entiendo y…
—Y el asunto este olvidado hermano –le dijo Aro pasándole la mano por el hombro.
Después del Alcázar pasamos a ver la Catedral, donde nuestros diablos se comportaron  más o menos bien, alegando que en sagrado había que mantener unas formas. Después nos dirigimos a ver la Casa del Greco en donde, gracias a Dios se quedaron alucinadas viendo los cuadros y se olvidaron por unos momentos de las travesuras aunque de vez en cuando se llevaban algún que otro manotazo debido a sus intentos de tocar los lienzos.
 Fuimos recorriendo las diversas tiendas hasta que llegamos a una que vendía  espadas. Se fijaron en una en concreto  y ahí íbamos otra vez…
—Si con mi vida o mi muerte puedo protegerte, cuenta con mi espada…—empezó Esme de forma teatral arrodillándose ante Rossie que era la más bajita  y las demás le siguieron el juego  recitando  y  representado cada una de ellas en perfecta sincronización, como si lo hubieran ensayado previamente ese fragmento completo de  El señor de los anillos. Un  corro de gente se arremolinó a nuestro alrededor para ver la actuación.
Pasado el momento teatrero buscamos un sitio donde comer y lo hicimos en un coqueto restaurante situado justo en la plaza de Zocodover, centro de la ciudad. Después de comer cogimos los coche para ir a Aranjuez.
En el palacio real tuvo lugar otro de los momentos made in diablos, de esos que nunca olvidas. Llegamos a una sala que antes estaba destinada a ser lo que podríamos llamar el cuarto de baño de los Reyes. Presidía la estancia un enorme trono con un no menos enorme agujero en medio, simulando…pues bueno…eso mismo…vaya que los Reyes también tenían que hacer sus cositas ¿no?
—Carlisle espera un poco que aun no hemos terminado –le dijo Aro reconociendo la expresión de sus hijas previa a una de sus travesuras.
—Pero si aquí no hay nada más que ver…
—Tú espera y verás…
—¡Que gracioso el agujerito! – decía divertida Irina –y digo yo ¿donde iría  a parar la cosa?, yo no veo la cadena para tirar por ningún sitio.
—Yo creo que no tenían cadena todavía  ya que aun no existía el agua corriente –le contestó Bella apoyada encima de ella.
—A ver, a ver –dijo Kate y las demás la siguieron apoyándose unas encima de las otras  y  metiendo el cuerpo tan para dentro que prácticamente se habían  metido en  la sala de forma  que al apoyarse en el cordón de seguridad que impedía el acceso a la misma, éste cedió bajo el peso de las seis y todas cayeron hacia dentro de la sala formando un bulto deforme  de pies, manos, cuerpos y cabeza.
—Upps –no tuvieron otra cosa mejor que decir. Un nuevo Guardia de seguridad, nuestros personajes favoritos, se dirigía hacia nosotros con una cara extraña, diría yo que se estaba aguantando la risa y nosotros no estábamos en mejor estado.
—Majestad –empezó Kate dirigiéndose a Alice cuando por fin consiguieron levantarse y sin percatarse de que el Guardia estaba detrás de ellas –le apetecería entrar a tomar decisiones trascendentales.
—Pues sí querida súbdita, que nadie me moleste por favor que esto de tomar decisiones importantes es muy complicado y algo que se debe hacer en soledad…
—Pues su majestad misma –añadió señalando el trono objeto de tanta burla.
—Señoras por favor circulen –dijo el Guardia que no sabía si reírse, enfadarse o llorar.
—Señoritas –contestaron de nuevo a la vez, las señoritas en cuestión.
—Señoras, señoritas, la verdad es que su estado civil es lo de menos pero ¿les importaría salir de aquí?, están ustedes entorpeciendo el paso.
—Ya vamos, ya vamos, hay que ver que genio –dijo Alice toda mosqueada.
—Hija por favor, haz caso de este señor y vamos de una vez de aquí –dijo Carlisle intentando parecer serio pero sin conseguirlo. A su lado los demás íbamos destrozados de la risa.
—¿Tendrían estos reyes algún problema con la hora? –preguntó Kate al ver la ingente colección de relojes que había esparcidos por todo el palacio.
—Me parece que a uno de los reyes le gustaba coleccionarlos y se los  traían como regalo los embajadores de  otros países que venían a visitarlos. Mir ese es precioso –añadió acercándose a él y saltando el cordón de seguridad que había, las demás la siguieron. Jasper que era el que estaba más cerca, intento detenerlas pero….
—Señoras…
—Señoritas—contestaron las de siempre con evidente  tono de cabreo.
—Bueno pues señoritas ¿saben ustedes que es eso  y para qué sirve?
—Pues en realidad no, pero estoy segura que usted va a ser tan amable de informarnos –contestó Esme dejando una vez más al pobre hombre con la boca abierta.
—Bueno  pues….ummm….es un cordón de seguridad que se utiliza para….para evitar que la gente haga lo que precisamente ustedes han hecho. Los objetos aquí expuestos no se pueden tocar porque…
—Pero sin no les estábamos tocando –dijo Rose –solo mirábamos ¿o es que se desgatan por mirar?
—Hombre desgastarse no pero…
—Pues entonces –terció Kate –vamos chicas que tenernos que seguir.
—Cuidado de no pisar esta alfombre tan bonita y tan  limpita,  es tan mona que da pena –añadió Esme y el guardia se quedo como se quedaban todos los guardias con este sexteto, plantado en su sitio cual árbol perenne y sin palabras.
—Salimos del museo y visitamos  los Jardines del Palacio. Después de dar un paseo en una barca turística por el rio Tajo donde las tuvimos que sujetar más de una vez para que no se fueran a hacer compañía a los peces y los demás con ellas ¿es que nadie les había dicho que en las barcas no se pone uno de pie?, menos mal que esta vez había un hombre para cada mujer y conseguimos mantenerlas a ralla a la perfección. Carlisle estaba cada vez más sorprendido y entusiasmado y en un aparte me confesó  que le resultaba refrescante salir con nosotros aunque altamente peligroso y que ahora se explicaba la cantidad de veces que había tenido que  a sacarnos de algún lio en el que nos habíamos metido.
—Si es que son reinas de los líos –comento divertido Aro.
Aprovechamos que aun nos quedaba tiempo para visitar los Jardines del príncipe donde nuestras chicas tuvieron unas cuantas palabras con un pájaro enorme que se empeñaba en perseguirlas porque a Alice no se le había ocurrido otra cosa mejor que tocar su nido para ver qué era eso. La verdad resultaba cómico ver a las ocho corriendo, Sulpicia y niña incluidas, con el pájaro detrás emitiendo un extraño sonido. En el museo de falúas casi se tiran una de las barcas encima intentando hacer una simulación de como se remaba en aquellos tiempos y en la casita del Príncipe tuvimos que sujetarlas para qué no se fueran de boca al río.
—Madre mía –dijo Carlisle cuando ya estábamos en casa –yo creo que he adelgazado tres o cuatro kilos con este trajín ya estoy yo muy mayor para esto –añadió  y todos nos echamos a reír.
Los cuatro diablos empezaron a hacer sus maletas pues ya su trabajo aquí  había terminado y ese mismo domingo por la noche volvían a  Chicago, juntos a los chicos. Alice y Kate no podían estar más tiempo lejos de su trabajo. Y además el asunto Cruella y madrastra ya estaba solucionado. Carlisle y Aro habían ido a verlas nada mas llegar a la ciudad antes de que nos fuéramos a Aranjuez, mientras los demás llevábamos las maletas a la casa. Les habían comunicado que se las tendría que apañar solas ya que ni Marco ni Carlisle ni mi abuelo iban a mover un dedo para sacarlas del apuro ya que se habían pasado totalmente de la ralla, así que ahí seguían, en la cárcel. El abogado  de oficio les había puesto en contacto con un bufete y estos, con el dinero de Eleazar y Rebeca,  estaban intentando conseguir la extradición pero el Gobierno español por lo visto se negaba. Me da la impresión, aunque nunca lo sabré con certeza,  que Marco tenía algo que ver en ese asunto.
La mañana del domingo decidimos que como despedida iríamos a comer a la Casa de Campo ya que hacía un día excelente de primavera. Después de comer, las chicas se empeñaron  en montar en las barcas. Y montaron, vaya que si montaron, pero se empeñaron  en hacerlo solas, sin una guía experta o persona que las controlase y pasó, lo que tenía que pasar. Lo primero seis en una barca era un overbooking tremendo; segundo, no se podían estar quietas.
Nosotros alquilamos dos barcas, más que nada por comodidad y desde allí las observábamos como buitres dispuestos a saltar al menor movimiento.  Me extrañó un poco que la niña que siempre hacia a las travesuras de los diablos quisiera venir con nosotros, pero tampoco le di más importancia. Si en el museo de falúas la coordinación para simular el remo había sido perfecta, aquí parecía que se habían olvidado del tema y cada una llevaba el remo para cualquier sitio menos para donde debía. Resultado, la barca comenzó a dar vueltas. Siguiendo nuestras instrucciones consiguieron estabilizarla pero la estabilidad no duró mucho,  ya que de repente Alice se levantó para darle algo a Kate, Irina se levantó también para cambiar el sitio con  Esme y Bella se levantó, pues no sé para qué se levantó,  pero también se levantó, de pronto la barca comenzó a zozobrar y dar vueltas y…volcó dejándolas a todas ellas debajo. Raudamente dirigimos nuestras barcas  para ir a  por ellas como los caballeros de brillante armadura que éramos. He de reconocer que yo estaba un poco asustado. Pero cuando quisimos llegar, ya se habían salvado ellas solitas, como siempre. Bella y Alice nadaban con gran maestría hacia la orilla una ayudaba a Irina y la otra a Esme, Rose ayudaba  a Kate y  Sulpicia se las apañaba muy bien ella sola.  Salieron  del agua completamente empapadas y se ganaron un  buen rapapolvo  del responsable de las barcas quien las había dicho hasta la saciedad que por favor no se pusieran  de pie en  las barcas  y menos todos a la vez. Por la manera de regañarlas y de mirar a Bella y a Rose tuve la impresión de que ya las conocía. Rossie confirmó mis sospechas…
—Veis porque no he querido montar con ellas –le decía muy bajito Rossie a Aro, siempre hacen igual. Mi tío y yo no aguantamos mas y comenzamos  a reír a carcajadas  ganándome una mirada muy malhumorada  del responsable del las barcas y del resto de los chicos. Una vez concluída la bronca, se metieron muy serias a unos de los baños púbicos y salieron perfectamente cambiadas de ropa, ya estaba confirmado no era la primera vez que las pasaba. Y luego dicen que el hombre es el  único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra ¿y de las mujeres que se dice?

La  hora de las despedida llegó, mis cuatro diablos y Sulpicia se abrazaban a Rose y a Bella con lagrimas contenidas mientras les hacían prometer que las visitarían en Chicago.
Pero como siempre pasa con estos seis diablos, ahora siete con Sulpicia, ellas no podían tener una triste despedida a la manera tradicional, no que va, ellas lo tenía que hacer… a su estilo. De repente vi que se agarraban unas a otras de las manos y haciendo un círculo en el cual nos incluyeron  a nosotros comenzaron a cantar una canción de despedida tan vieja como el andar:
            Llegado ya el momento de la separación
            Formemos compañeras una cadena de amor
            Que no nos separaremos no, que un mismo corazón
            Nos una en apretado abrazo que nunca dice adiós.
Resultado: todo el aeropuerto pendiente de nosotros y de nuestra actuación, ¿es que nunca podíamos  estar en un sitio normal sin llamar la atención?, mi padre se lo estaba pasando pipa.
—No dejes escapar a esta joya –me dijo Aro cuando se despidió de mi –es un diamante en bruto hijo, muy difícil de volver a encontrar.
—Y que lo digas –le dije muy serio asimilando la veracidad de sus palabras.
—Hasta la próxima vez hijo, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien  –me dijo mi padre.
—Bella cuando vengas a Chicago estás  formalmente invitada a nuestra casa –le dijo Aro cuando se despidió de ella y Sulpicia asintió.
—Bella cuida de este cabeza hueca por mi ¿me harás ese favor? –le dijo Carlisle dándole un cariñoso beso. Mi Bella asintió emocionada de lo bien que mi familia la había admitido.
—Mis cuatro diablos se despidieron de mí.
 Una voz por el interfono anunciaba su vuelo y ellos desaparecieron  uno a uno por la puerta de embarque, dejándonos a los demás con una sensación de vacío. Volvimos a casa en silencio yo llevaba a Bella fuertemente abrazada y Emmet cogía de la cintura a  Rose mientras llevaba en brazos a su hija, realmente las íbamos a echar mucho de menos. Pero nuevas aventuras nos esperaban… ¿cuál sería la siguiente?