DISCLAIMER: Ninguno de
los personajes que aparecen en este fi me pertenecen son propiedad exclusiva de
S. Meyer.
Capítulo 12: Sobreviviendo a los
suegros
Pov Edward
Y el tiempo
fue pasando inexorablemente. Los días
fueron cediendo su puesto a las semanas y las semanas a los meses, cuando me
quise dar cuenta Bella y yo llevábamos cuatro meses de noviazgo, cuatro
maravillosos meses en los que había habido de todo.
Cruella y la
madrastra recibieron una visita de Cayo quien, siguiendo las órdenes de Marco,
les informó oficialmente que no podrían
contar con la familia para nada pues su padre sentía tal decepción que
hasta estaba valorando la posibilidad de desheredarla. Por su parte papá
Eleazar y mi prima Rachel estaban intentando extraditarlas a Estados Unidos para ser juzgadas allí, pero estaba claro que el poder de Rachel
Denali era muy limitado sin el apoyo de
su abuelo Edward, el cual también se negaba a ayudarlas y había
instado a Carlisle a darse prisa con el divorcio. Realmente le molestaba tener
a una delincuente en la familia. Por tanto, las dos se habían quedado solas y
solas tendrían que salir del lio en que se había metido porque nosotros únicamente
nos limitaríamos a acudir a declarar cuando nos llamasen en el juicio.
Una vez cumplida esa misión mi tío se pasó por
la redacción del periódico para ver con sus propios ojos cómo iban las cosas y
si el gasto de dinero estaba justificado. Lo cierto es que el periódico iba
viento en popa. El volumen de ventas era muy bueno a pesar de la situación económica que atravesaba el país y la poca
afición que la gente tenía a la lectura por culpa de internet. Bella decía que
era porque utilizábamos un lenguaje humano, cercano al pueblo y lo ilustrábamos
con imágenes y fotografías facilitando su lectura. La idea había surgido de
Esme durante el tiempo que estuvo aquí y he de reconocer que era todo un éxito.
Ahora estábamos poniendo en práctica otra de sus ideas, la sección on line del
periódico y para eso había hecho venir a Peter y Charlotte nuestros expertos en
ese campo.
Bella
cumplía con su trabajo a las mil maravillas, aquellas famosas elecciones habían
pasado y un nuevo partido gobernaba el país. Bella lo había hecho tan bien que
hasta el mismo Cayo la alabó y recibir una alabanza de Cayo, que no se casaba
con nadie, era una novedad. Resultado, a instancias mismas de mi tío Bella
quedo encargada de la sección de política nacional. Cuando se disponía a protestar Cayo sostuvo impasible que a él le importaba un comino que fuera la novia de su sobrino, a
él le importaba el trabajo y su rendimiento era excelente. Ante la seriedad de
sus palabras, Bella decidió callar. Por otro lado mi tío me felicitó por la
elección de novia que había hecho y eso me llenó de orgullo, Bella había
superado el peor obstáculo de todos.
Athenodora,
Renata y Heidi, eran otro cantar. Mi tío les había prohibido expresamente
ayudar a su cuñada y a Tanya pero aun así estaba claro que de una forma o de
otra estaban confabuladas con Rachel y Eleazar aunque no conseguían nada de
nada. Y no era la primera vez que me
llamaban por teléfono para decirme lo que pensaban de mi novia y de que
consintiese en tener a mi madre y mi prometida formal en la cárcel. Ni que
decir tiene que mi contestación fue contundente: la única madre que conozco está libre como un pájaro y trabajando para
sacar adelante un periódico; Esa mujerzuela ni era mi prometida ni era nada mío
solo un grano que me salió hace tiempo en el culo y que por fin se reventó; y por supuesto les advertí que como me dijeran una sola palabra más en
contra de mi Bella se arrepentirían pues no se lo iba a consentir.
Mis cuatro
diablos venían algún que otro fin de semana a visitarnos acompañadas de sus
parejas y de Carlisle al que cada día se le veía más unido a Esme. Ni que decir
tiene que protagonizaron muchas escenas divertidas y cómicas pero una de las
que merece la pena mencionar fue en el Museo de la Ciudad. En una de las
plantas hay una maqueta al natural del interior de un autobús antiguo, con unos
asientos seguramente más viejos que nosotros. Dirigidas por Emmett, se sentaron
en ellos y se pusieron a cantar a voz en grito la famosa canción “en el auto de papá” y así estuvieron
haciendo el indio hasta que apareció, como no, el guardia de turno para poner
orden y concierto.
No sé si
mencionar a Jacob Black porque cada vez que pienso en él me pongo de mal humor.
Ese chucho asqueroso e inmundo estaba llegando al límite de lo que mi paciencia
y control podían llegar a aguantar. Por más lejos que lo había puesto de mi
Bella él siempre encontraba la manera de acercarse a ella, de acosarla, de
perseguirla. Lo cierto es que la presencia de Sam me venía muy bien pero aun
así…
Lo más
divertido era la forma en la que Bella
se escapaba de él. De hecho yo creo que sus posibilidades de tener niños
descendían un poco más cada vez que osaba acercarse a ella.
Y como digo
así pasaban los días las semanas y los meses. Yo ya estaba preparándolo todo
para sorprender a Bella y pedirla
aquello que estaba deseando pedirle y ella estaba deseando oír, aquello que en
realidad ya le había pedido esa vez en
la ducha y a lo que ella ya me había respondido que sí, pero tenía que hacer
las cosas bien Bella no se merecía menos. Pero antes teníamos que superar un nuevo reto,
Charlie y Renée Swan venían a visitarnos.
Y para
preparar la llegada de tan insignes visitantes, Rose y Bella fueron al
supermercado para tener la despensa bien provista ya que una de las manías de
Renée era la de cocinar ella misma, rechazando por sistema que la sacasen a
cenar a ningún sitio. Lo más curioso, la
expresión de las dos cuñadas mientas me lo contaban, realmente no sabría
descifrarla.
Llegamos al
súper y cogimos uno de los carritos para ir almacenando los artículos que
comprábamos. Pude observar que las dos eran muy minuciosas ya que ponían todo
muy colocadito, la leche y los botes de zumo todos juntos, los geles y
productos de limpieza en otro lado, las latas amontonadas unas encima de otras,
el pan arriba para que no se aplastase al igual que la bollería y las galletas.
Hicieron el recorrido del súper con mucha disciplina, yendo desde un extremo al
otro siguiendo un correcto y perfecto orden. Cuando llegamos a la caja para
pagar, todo fue de la misma forma, Bella y Rose pusieron los artículos todos
bien colocados para que a la hora de guardarlos quedaran de esa manera, lo de
más peso primero y lo de menos peso arriba. Pero la cajera no estaba de acuerdo
y empezó a pasar los artículos por la caja sin orden ni concierto causando un
caos total. Bella y Rose no se amedrentaron y con mucha calma y paciencia lo
fueron poniendo todo en su orden correcto. Consecuencia, la cola de la mencionada
caja había alcanzado una dimensión considerable, la gente se empezaba a cansar y algunos así
se lo hacían saber, pero Bella y Rose no se
amedrentaban ni un poco. La cajera hastiada les pidió por millonésima
vez que por favor le dieran o dinero en metálico o la tarjeta para pagar ya que
si no totalizaba una cuenta, no podía empezar otra, y ellas le respondían que un momentito por favor y seguían en su
labor de guardarlo todo en un perfecto orden. Yo intentaba ayudar, lo juro que
lo intentaba, pero debía de ser un trabajo muy difícil para mi pobre intelecto
ya que cada vez que intentaba meter alguna cosa dentro del carro era
inmediatamente sacada por alguna de las dos. Y así pasaban los minutos, la
gente impacientándose, la cajera echando humo por los ojos y yo…yo aguardando
impasible a que terminaran de colocar. Cuando por fin concluyeron Bella le dio
la tarjeta para pagar a la pobre
muchacha sosteniéndole una mirada desafiante, una mirada de esas que decían algo
así como, dime algo si te atreves, y
la pobre muchacha no se atrevió.
—De verdad
que siempre estamos igual, es increíble ¿es que no se puede esperar a que
terminemos de guardar todo para empezar con otro cliente?, claro así se arman
los líos que se arman y yo me llevo el azúcar del otro cliente y el otro cliente
mi pan. Yo particularmente pensaba que no tenían razón, ya que la pobre cajera
solo cumplía órdenes, pero ya Emmett me
había dicho las consecuencias de llevarles la contraria en determinados
momentos, así que callé, callé como el cobarde que soy ya que no tenía ganas de
que mis pantalones mañana me apretaran más
de lo acostumbrado y que mi miembro se enfadase conmigo regalándome una larga y
dolorosa erección.
Llegamos al
coche y otra vez la misma operación. Sacaron unas bolsas enormes de estas
reciclables del maletero y fueron metiendo todo muy bien colocadito, todo
perfecto, salvo por un detalle ¿no podían alternar el peso intercalando los
botes de leche, geles, productos de limpieza, zumos, etc., con otro productos de menor peso?, no
sé, así se equilibraba la balanza. Pero
no, ellas metieron en la bolsa más grande la leche, zumos y demás y en las más
pequeñas los productos que pesaban menos. Déjenme adivinar ¿a quien le tocaría
llevar la bolsa grande?
—¿Se puede
saber para qué demonios has comprado levadura Rose?
—Pues muy
sencillo Bella, acuérdate del famoso bizcocho que tu madre nos hizo sin
levadura fiel a su política de no importa
lo hago sin ella.
—Puaffff no
me lo recuerdes, ¿y que me dices del
famoso solomillo a la nata?
—Dios, eso sí
que fue la experiencia más horrible de mi vida.
—Pues si el
solomillo a la nata está muy bueno –les dije pensando en el que hacia Esme y
que le salía tan bien.
—Sí, muy
bueno cuando se hace con nata liquida y no con nata montada. Hay una pequeña diferencia sabes, el azúcar.
—Ahhhhhhhhhhh
–contesté todo convencido de que sería muy difícil sobrevivir a la cocina de
Renée Swan. Ya estaba empezando a comprender esas expresiones tan cripticas que
mi Bella y Rose tenían al entrar al súper.
— Lo cierto
es que no sé porque me molesto ya que, por más
que intentemos llevarle la delantera ella siempre irá un paso por
delante de todos. Siempre se le ocurrirá algo que no tengamos cubierto.
Llegamos a
casa en un tiempo record ya que Bella era la única persona que yo conocía capaz
de superarme conduciendo deprisa. Mi tío Cayo antes de irse me dijo que esta mujer estaba hecha a mi medida y la
verdad es que no podía estar más en lo
cierto.
Al día
siguiente y mientras nos dirigíamos al aeropuerto observé que Rose y Bella se
miraban entre sí y fruncían el ceño. Verdaderamente la visita de sus padres no
les hacía gracia a ninguna de las dos.
Por lo que me habían dicho Renée Swan era una muy buena mujer pero capaz de
poner patas arriba un país entero si a ella se le antojaba, pero a
mí con eso no me decía nada nuevo ya que mis cuatro diablos eran iguales o
peores que ella y a las pruebas me remito. Para mí lo peor era enfrentarme a
Charlie Swan quien por lo visto era muy sobreprotector y controlador, demasiado.
Bella había tenido ya muchas discusiones
con él por eso y por lo que me había contado Emmett una vez no se llevaban
demasiado bien
—Mamá, papá,
¿cómo estáis? –saludaron a la vez Emmett
y Bella al tiempo que daban un beso a una hermosa mujer muy parecida a
mi Bella excepto por los ojos que eran iguales que los de Emmett. Detrás de
ella venía un hombre malhumorado con un
bigote tan grande que lo hacía parecer más temible aun. Se me quedó mirando con
una profunda mirada chocolate igual que
la de mi novia pero en versión enfadada y yo le puse mi mejor sonrisa de anuncio de
pasta de dientes. El buen señor al ver esa sonrisa idiota en mi cara puso un
gesto tan adusto que me dio la impresión que, o bien creía que yo le estaba
tomando el pelo, que estaba retándole o
simplemente pensaba que era un tonto
integral. Bella se dio cuenta de la situación y tomándome la mano me atrajo
hacia ella.
—Papá él es Edward
Cullen, mi novio –le dijo sin un ápice de temblor en la voz. ¡Si señor¡ esa era
mi Bella.
—¿Tu qué?
–le contestó el buen señor poniéndose tan morado que pensé que le iba a dar un
paralis allí mismo, yo por si acaso empecé a buscar con la mirada algún sitio donde
dijera servicio médico, nunca está de
más ser precavidos.
—Mi novio,
papá no te hagas el tonto que me has oído perfectamente –le contestó Bella
impasible ante la tonalidad extraña que su padre estaba adquiriendo –y haz el
favor de calmarte y respirar porque por muchos infartos que te den Edward
Cullen es y seguirá siendo mi novio.
—Pero…si….si….
¿no estabas comprometido con una tal Tanya Denali muchacho? –me pregunto
furioso haciendo caso omiso de las advertencias de su hija –salió en el periódico…yo
...
—No se debe hacer
caso de todo lo que digan los papeles señor ya que era una noticia errónea, yo no estoy comprometido con nadie. Mucho gusto
en conocerlo –le dije poniendo otra vez mi sonrisa de pasta dentífrica, sí la
misma sonrisa idiota, mostrándole uno por uno todos mis blancos dientes. Ufff
menos mal que tenía la costumbre de lavármelos todos los días.
—Oye no
ofendas a mi hija diciendo que los periodistas son unos mentirosos porque…
—Papa, él
también es periodista, de hecho además de mi novio es mi jefe y hay
toda una historia detrás de esa noticia que estaré gustosa de contarte si te
calmas y escuchas.
—No te voy a
decir que es un placer porque la verdad es que no lo es –dijo el buen señor por
fin dándose por vencido, pero no del todo.
—Mira papá o
te comportas o ahora mismo te coges un
avión de regreso a Forks. Hoy era un buen día para todos y no vas a venir tu a
joderlo ¿estamos?, Edward es mi novio te guste o no y te vas a comportar.
—Si no hay otra
opción –contestó al ver la cara de pocos amigos que le ponía la madre –gusto en
conocerte Edgar.
—Edward
señor me llamo….
—Así que
este pedazo de hombre es tu novio –intervino la madre salvando la situación, a su modo, pero salvándola al fin y
al cabo. En realidad nunca me habían llamado pedazo de hombre y que me lo
dijera una mujer tan…digamos…ummmm…. madura… me ponía un poco violento.
Renée Swan era tal y como me la habían
descrito, alocada y sin pelos en la lengua, así que si ella pensaba que yo era
un pedazo de hombre pues eso salía de su boca sin más. Y pensándolo bien, yo no
estaba tan mal, era guapo, bien parecido, alto… a ver Cullen ese ego hijo, ese ego que tu abuela todavía esta vivita y
coleando.
—Mamá…—empezó
Bella sonrojándose, pero no le dio tiempo a decir mas ya que la madre me plantó
un par de besos en las mejilla, la maleta que llevaba en mi mano derecha y cogiéndose de mi brazo izquierdo me llevó
directamente a la salida sin parar de hablar y de decirme lo feliz que estaba
porque su hija hubiera encontrado un hombre tan guapo y apuesto. La verdad es
que a mí ya me estaba sacando los colores.
—¿Cómo lo
llevas Renée? –pregunto Rose una vez estuvimos en el coche.
—Bueno pues
aquí, con la menopausia esta que me está jorobando —dijo poniendo su mejor cara
de lastima —y tu padre que no me hace caso cuando le digo que tengo sofocos o
nervios. Digo yo que si esto se tiene que ir, se puede ir marchando por donde
vino cuanto antes y dejar de dar por
saco, vamos, no se… digo yo.
—Mamá es un
proceso natural que…
—Por favor
Renée no nos aburras con tus problemas –le dijo su marido en un gesto que a mí me
pareció hasta cruel. Menuda pieza de museo era este buen hombre. Bella y Rose
lo miraron de tal forma que si las miradas matasen de verdad que a estas
alturas de la historia Charlie Swan estaría haciéndole compañía a los señores feudales, los cuales seguro que eran mas liberales y
tolerantes que él.
—Pues a mí
no me aburre –le contesté para contentar a la pobre mujer que había puesto una
cara muy lastimosa. Mi abuela me había comentado una vez que las mujeres que
estaban pasando por esa etapa tenían bajadas de autoestima enormes y que les
venía bien que de vez en cuando las adularan, así que eso intenté hacer. Creo que en ese
momento me ligué a Renée Swan por y para siempre ya que me dedicó una sonrisa tan
bonita como la de mi Bella y mi Bella me miró con un gesto de aprobación en la
mirada que causó el colapso total en donde ya todos sabemos. Con mucho disimulo
me llevé una mano a semejante zona para acomodar mis pertenencias.
—Se ve que
vas a ser un marido cariñoso, tierno, atento, dulce, caballeroso y cortés no como otros –me dijo ratificando
mis pensamientos y ganándose una mirada envenenada de Charlie Swan que de paso
rebotó en mí. El jefe Swan iba sentado en una esquina del coche con una actitud
que más bien pareciese que se lo debiesen
y no le pagasen.
—Bueno –dijo
de pronto Renée dirigiéndose a su nieta
¿preparada para comer la comida de abuelita Swan? –la cara que puso la niña me
llevó a afirmarme en mi sospecha de que la cocina de la abuelita Swan no era
muy comestible –espero que tengáis piña y gelatina de ese sabor en casa, os voy
a hacer tarta según la receta que aprendí
hace poco, a vuestro padre le gusta mucho –por el rabillo del ojo vi dos cosas
a la vez, una, la cara de asco de su marido cosa nada extraña dado el gesto que
tenia desde que había llegado, pero la segunda me alarmó y fue la cara de
horror instantáneo que pusieron los dos
hermanos, la niña y Rose.
—No es necesario
que te molestes mamá ya tenemos comida de sobra pero lamento decirte que piña
no hay, ni tampoco gelatina de ese sabor –y mira que las pobres habían
intentando cubrir todas las posibilidades pensé recordando las palabras de Rose.
—Sí, sí ya conozco vuestras comidas, de
microondas ¿verdad tesoro? –le preguntó
a la niña quien no tuvo otra idea mejor mas que responder…
—Si eso es verdad
mamá y la tía siempre me lo ponen todo al microondas.
—Solo para
calentarlo hija, que son comidas que antes te hemos hecho como dios manda y nos
hemos pasado horas en la cocina –dijo
Rose muy ofendida.
—Pero con el
poco tiempo que tenéis por los trabajos seguro que no es tan buena como la mía
¿verdad tesoro? – dijo de nuevo a la niña quién puso una cara de fastidio ante
los constantes pellizcos que sus mejillas recibían –además la tarta de piña es
muy fácil se hace al baño maría como si fuera un flan y luego se le echan la
piña en trozos y gelatina. Claro que si
no tenemos piña no os preocupéis, se le echa cualquier otra fruta y si no hay
gelatina de piña se le puede echar también cualquiera, de naranja por ejemplo;
yo el otro día hice un guiso de pollo al curry
pero como no tenia pollo le eché cordero y como no tenia curry en su lugar eché salsa de soja y…—vi como Rose
y Bella se miraban entre sí rodando los ojos y en fin, yo no entendía mucho de
cocina pero si iba a hacer tarta de piña, digo yo que había que emplear piña no
cualquier otra fruta o cualquier otra gelatina ¿o no? –lo que no pude hacer el
otro día fueron unas patatas rellenas –siguió contando—, porque a pesar de que me decía la receta que
las asara a 200 grados durante media hora, yo las cocí en la olla para ir más
rápido y al final no las pude vaciar, se me rompían y todavía no entiendo
porqué.
—Renée –dijo
Rose con ese tono de paciencia con el que hablaba con su hija cuando se ponía
pesada –si la receta dice asar a una temperatura y durante un tiempo
determinado es asar a esa temperatura y durante ese tiempo no cocerlo en la
olla y olvidarme de ello.
—¿Y tu como
sabes que se me olvidó? –preguntó Renée poniendo una expresión de perplejidad.
Rose solo se limitó a rodar los ojos.
Llegamos a
la casa otra vez en un tiempo record ya que Emmett conducía igual de loco que
su hermana, la verdad es que en una sana competencia no sé yo cual de los tres
saldría ganando.
—Ah pero
¿este también vive aquí? –dijo de pronto el señor Swan.
—Pues si
papá es mi novio y vive conmigo. Y de este nada papá Edward, se llama Edward
—¿Entonces
en que habitación vamos a dormir tu
madre y yo?, espero que este… Edgar, o Edwin.
—Edward
papá…
—Bueno como
se llame, espero que duerma en el sillón. Tu madre y yo no estamos para…
—Vosotros
papá –intervino Emmett antes de que Bella hiciera estallar ella solita la
tercera Guerra Mundial –dormiréis en el cuarto de siempre. Edward y Bella
duermen juntos en la habitación de mi hermana.
—No mientras
este yo en esta casa –bramó el buen señor.
—Pues si
solo es eso ahí tienes la puerta, es mi casa, es mi habitación, es mi cuerpo,
es mi vida y hago lo que me da la gana con todo.
—Renée, tu
no estarás de acuerdo en…—empezó mirando a su mujer buscando algo de ayuda,
pero la cara con la que se encontró le hizo recapacitar, coger su maleta y
salir hacia el piso de arriba murmurando algo ininteligible. La verdad es que
ya me estaba empezando a hartar este hombre y me estaba empezando a inflar las
pelotas. Bueno mas infladas de las que ya las tenía porque con solo que Bella
hiciera un movimiento de caderas ya se inflamaban las pobres. Pero el caso es
que tendría que charlar con él, ¿qué prefería, un hombre serio y cabal como yo
o un acosador de tres al cuarto como el chucho, alias Scooby doo?
—Perdónale hijo, yo de verdad que me esfuerzo porque
desayune bien todas las mañanas, pero él coge la botella de vinagre por su cuenta, me descuido solo un momento y se la
bebe entera —Rose, Emmett y Bella rodaron de nuevo los ojos y yo me la quedé
mirando porque realmente no sabía qué diablos había querido decir. Supongo que
me pedía disculpas por el comportamiento de su marido al estilo Renée Swan.
Cuando las
mujeres se enzarzaron en una discusión sobre la cena, decidí subir a dejarle
las cosas claras al jefe de policía Swan. Le encontré sentado en uno de los
sillones de la sala con su habitual gesto de mal humor.
—Señor Swan
–le dije entrando en la habitación—, solo quiero decirle que su hija me
encanta, es una gran mujer, algo que he estado buscando durante mucho tiempo y
ni usted ni nadie me van a separar de ella. Mi supuesto compromiso con esa
Tanya Denali solo fue una trampa en la que me vi inmerso sin quererlo pero ya
está todo aclarado y naturalmente su
hija lo sabe. No pretendo burlarme de ella ni aprovecharme, mis intenciones son
las mejores. Soy el hermano de Alice Cullen, su mejor amiga, créame que ella
estaría la primera para darme una patada en el culo o algo peor si le hago
daño. No quiero llevarme mal con usted
ni que discuta con su hija por mi culpa yo…
—No sigas
hijo yo…perdóname mi actitud, pero se trata de mi niña. Ya sé que no todos los
hombres sois iguales pero…cuando estaba en el instituto capté una conversación
de dos de sus compañeros que estaban haciendo una apuesta para ver quien se la
llevaba antes a la cama. Mi reacción quizás fue desmesurada pero soy un padre y
no se me ocurrió otra cosa que ponerle guardaespaldas ya que por muchas y
diversas razones no los podía detener. Bella se enteró y desde entonces nos
llevamos mal.
—¿No le dijo
porque lo había hecho?
—Sí, pero
cuando ya era tarde y había descubierto a los guardaespaldas y decidido venirse
a estudiar y vivir con mi hijo. Emmet me dijo que había hecho mal y lo
reconozco. Me hizo ver que mi hija se sabe defender ella sola pero yo…lo siento
no dejo de ser un padre y cada vez que la veo con algún hombre no puedo evitar pensar que va a aprovecharse de ella por eso
me comporto así. He visto tanto en mi vida como policía, malos tratos,
violaciones, mujeres burladas de mil y una maneras yo…no quiero que la dañen
—Pues le
juro que yo no haré nada de eso, no soy así, no me educaron para ser así. Mis
mejores amigas son mis dos primas y mi hermana y nunca, repito, nunca podría aprovecharme
de una mujer y mucho menos hacerle daño. Yo amo a Bella Sr. Swan y pretendo que
se convierta en mi esposa, pero de todos
modos si alguna vez me paso, si alguna vez le hago daño, le pido por favor que
se encargue de recordarme mi juramento.
—Eso ni lo
dudes hijo.
—Señor verá,
quizás piense que no soy quien para darle consejos pero creo que su hija y
usted tienen que hablar y arreglar sus
diferencias, pero déjeme decirle que Emmett tiene razón, Bella se sabe defender
muy bien ella sola —y pasé a relatarle todos los acontecimientos que habían
tenido lugar desde que la conocía.
—Es
increíble y dices que esa mujer te quiere obligar a casarte con alguien que no
amas, es increíble, no sabes cómo me alegro que no sea tu madre realmente.
Miedo me da pensar en lo del secuestro, la verdad me aterra oírlo. Si alguna
vez ocurre alguna cosa por el estilo te pido por favor que me lo comuniques de
inmediato, soy policía, algo tengo que poder hacer. Solo de pensar que mi pobre
niña…Pero también me doy cuenta de una cosa y es que tenéis razón, en verdad mi hija se sabe defender ella sola,
pero…ese…como dices que se llama… ¿dónde ha aprendido mi hija a ser tan bruta
por cierto?
—Según ella
en unas famosas clases de karate a la que su mujer le obligó a ir con Alice.
—Si ya me
acuerdo de eso pero…que yo sepa eso no se aprende en el karate.
—Supongo que
es un misterio mas sin resolver –le contesté encogiéndome de hombros.
—Eres un
buen hombre Edward –vaya al final si sabia mi nombre —y me gusta que hayas
sabido defender a mi hija enfrentándote a tu madre, bueno a la que tu creías
que era tu madre, pero ese gesto te honra hijo.
—Gracias
señor Swan y créame que la defenderé siempre de quien sea.
—Charlie por
favor, llámame Charlie y como gesto de buena voluntad te advertiré algo –yo
trague en seco, aquí venia la famosa charla de como hagas daño a mi hija, pero no, el hombre me sorprendió.
—Si mi mujer
hacer su famosa tarta de piña con cualquier ingrediente que encuentre por ahí
que no sea piña, por favor, no la pruebes. El caso es que yo ya la he probado
en casa de su amiga Kim y créeme, ni punto de comparación.
—¿Papá,
Edward? –dijo mi Bella entrando confusa en la habitación –esto…la…cena ya está
preparada –yo la hice un gesto intentándola decir que todo estaba bien, pero
fue su padre que habló
—Todo esta
correcto hija, este muchacho ha tenido la decencia de explicarme sus
intenciones y hemos tenido una animada charla, charla que espero tener también
contigo antes de irme –desde luego este hombre cuando impartieron la asignatura
de diplomacia debió quedarse dormido o estar enfermo.
—¿Qué te
propones padre?
—Esto…empezó
el pobre hombre tragando saliva ante el gesto ceñudo de Bella –solo pretendo
pedirte perdón hija por…todo.
—Está bien
papá cuando quieras tendremos esa charla, pero ahora bajemos a cenar, antes de
que a mamá se le ocurra alguna cosa rara.
—Esto…la
cena, ¿quién la hizo?
—Nosotras
papá pierde cuidado.
Y la velada
fue de lo más rara. Renée tenía una expresión igualita a las que ponía Rosie
cuando no se salía con la suya, Emmett, Bella y Rose comían una deliciosa lasaña con expresión
triunfante y Charlie tenía una expresión de alivio en la cara, no sé si por la
comida, por la charla, o por la perspectiva de arreglar las cosas con su hija.
Nos quedamos
profundamente dormidos, después de una sesión de sexo mudo es decir de sexo sin
ruido ya que una cosa es que su padre me hubiese aceptado a mí y otra muy
distinta es que aceptase la banda sonora que interpretábamos cada vez que
hacíamos el amor. Habíamos intentado no hacer nada ese día pero cada vez que
nuestros cuerpos se juntaban se llamaban, juro que se llamaba y no éramos
capaces de ignorar esa llamada. Era totalmente dependiente de mi novia, y necesitaba enterrarme en sus pechos, aspirar
su dulce olor, hundirme dentro de ella una y otra vez…
Normalmente
Bella me despertaba con besos y caricias, pero esa mañana solo alcance a oír cosas
como llego tarde, llego tarde, al más
puro estilo conejo blanco de Alicia. Cuando emergí del todo de mi sueño le
pregunté qué pasaba.
—Tengo que
llegar a la cocina antes que mi madre, tengo que llegar, tengo que llegar –y
salió disparada por la puerta. Al salir chocó con algo y por la voz, supe que
se algo era Rose quien decía exactamente las mismas palabras que Bella pero
esta vez en plural, lo dicho ni el conejo blanco de Alicia lo haría mejor.
Cuando bajé
a la cocina me encontré con una escena muy similar a la de ayer por la noche
pero con las tornas cambiadas. Ahora la que portaba la expresión triunfante era
una Renée que vestida con un delantal,
se dedicaba a servir una especie de tortitas
en diferentes platos. Le dio uno a Rose, otro a Bella, otro a su nieta y otro a Charlie quienes lo tomaron con
resignación así que me preparé para lo peor.
—Siéntate
Edward cariño que te sirvo el desayuno —y puso delante de mí un plato con cuatro tortitas como cuatro soles pero ¿cuánto
creía esta mujer que comía yo?
En el
momento que traté de cortar una con el
cuchillo me imagine la cabeza de Tanya y la susodicha tortita estrellándose
contra ella dejándola noqueada ya que el alimento en cuestión era un arma letal
de primera categoría dada su dureza.
—¿A que
están buenas?, ¿a que sí? –me preguntó ansiosa la buena mujer y todos me
miraron esperando mi respuesta pero con su plato intacto.
—Buenísimas
–le dije como pude intentando masticar, menos mal que tenia buenos dientes y el
sirope de chocolate ayudaba en algo, poco pero ayudaba.
—Todos me
miraron extraño pero, ¿qué querían que hiciera?, había que caerle bien a la
suegra ¿o no?
—Lo veis, un
hombre que sabe apreciar la buena cocina –dijo mirando a su nieta, marido, hijos y nuera –no como vosotros con tanto
régimen, comida basura y bollos industriales –añadió viendo como Rosie cogía
una magdalena con mucho disimulo.
—No es
necesario que te esfuerces más hijo, ya le has caído bien, no querrás acabar
con una indigestión. Haz como yo, mira —y con los ojos como platos vi como el
buen señor volvía a depositar sus tortitas en la fuente en un momento de descuido
de la insigne cocinera, yo hice lo mismo y puse tres de las cuatro ya que una
ya la había mordido, bueno si se le puede llamar así. Bella nos miraba estupefacta ante semejante
complicidad pero ni corta ni perezosa hizo lo mismo.
—¿Por qué
tengo la impresión de que en la fuente hay mas tortitas que antes?
—Cosas tuyas
mamá, cosa tuyas, es que siempre haces para muchos.
—Ah bueno
supongo que las podemos meter en un tapper
para que os las llevéis al trabajo y…
—No dejan,
está prohibido dijo un Emmett dolido
porque él no había tenido la misma idea ni nadie le había dicho nada por lo que
había tenido que tragar el arma mortífera como buenamente pudo.
—En el periódico
tampoco dejan mamá es una norma.
—Bueno el
periódico es de Edward, me parece a mí…
—Renée, ¿qué
dirían mis empleados si me vieran saltándome mis propias normas?
—Supongo que
tienes razón. En fin se las llevaré a Rosie para que meriende cuando salga de
la escuela, porque eso sí no os preocupéis que hoy voy yo a buscar a mi nieta—,
dijo ante la mirada horrorizada de la pobre niña.
—Esto…abuela
¿por qué no me lo pones en un tapper y me los llevo ahora?, seguro que a mis
amigos les gustará comérselas en el patio a la hora del recreo, sus madres solo
les ponen cosas normales como bollos o galletas.
—Oh –dijo
Renée emocionada –ahora mismo te lo pongo—y los demás la miramos como si la hubiesen
salido cuernos.
—No será
verdad que vas a compartir eso con tus amigos ¿no? –preguntó mi Bella cuando,
una vez aparcado el coche cerca del colegio, llevábamos a la cría para allá.
Bella siempre tenía costumbre de llevarla ella y dado que íbamos al mismo
lugar, se había hecho costumbre que fuéramos los dos.
—No tía, no
me las voy a comer –dijo la niña acercándose a un contenedor que había cerca de
la escuela y vaciando el tapper dentro. Una vez hecho eso untó todo el recipiente con los restos del
sirope de forma que parecía que habían estado untando las tortitas. Chica lista si señor. Bella respiró tranquila —¿y cuanto tiempo decís que se va a
quedar la abuela? –preguntó con un gesto de resignación parecido al que ponía
su madre y mi Bella.
—Una semana
hija, una semana.
—Uff que
paciencia –y yo no pude aguantar la carcajada.
Mientras íbamos
de camino al trabajo, pude observar que el mal humor de Bella iba en aumento.
—¿Se puede
saber que hablaste ayer con mi padre y que os traíais los dos entre manos?
—No es nada
amor, solo le dejé claro mis intenciones para contigo, charlamos un rato, el me
contó los motivos por los cuales contrato a esos guardaespaldas y…
—¿Y te ha puesto
de su parte verdad?
—No, mi amor
¿cómo piensas eso después de lo que hemos pasado?, nadie me pondrá nunca de su
parte en contra tuya, solo digo que quizás, solo quizás cuando seamos padres,
tengamos la capacidad de entender los actos de los nuestros así que…en fin…no estaría
mal que…le escucharas y hablaras con él ¿quieres estar enfadada toda la vida
con Charlie? Bella la vida da muchos giros y vueltas, y en un minuto la felicidad puede verse
colapsada por un suceso trágico e irremediable, dime amor, ¿quisieras que
pasara algo así sin estar a buenas con tu padre?
—No,
realmente no. Perdona Edward es que no desayunar me pone de mal humor y… —pero
no pudo terminar de decir lo que fuera ya que su móvil sonó.
—Contesta
por mi hazme el favor –así lo hice ya que ella iba conduciendo—. Al descolgar y
decir el típico diga, esperé unos segundos y nadie decía nada, solo se
escuchaba una respiración, que raro. Después
de un rato de preguntar quien era me colgaron.
—Esto es muy
raro Bella, se oía a alguien respirar pero no me decían nada.
—Bueno puede
ser que no pudieran por falta de cobertura.
—Eso es poco
probable ya que escuchaba perfectamente su respiración.
—Bueno…verás…no
le doy más importancia de la que tiene, pero llevo unos días teniendo llamadas
como esas.
—¿Cuántos días
exactamente?
—Bueno yo...el
caso es que no les doy importancia por eso no os lo había dicho pero más o menos
desde que tu tío Cayo regreso a Chicago.
—¿Y no dice nadie
nada?
—No.
—Sí que es
raro.
—Edward, tal
vez sea un gracioso, o tal vez sea Scooby doo dando el coñazo otra vez. Tu madre y Tanya están en la cárcel, no puede
ser nada importante.
—Puede que
tengas razón –le dije no muy convencido, pero tuvimos que cortar la
conversación ya que llegamos al trabajo y enseguida Bella se vio absorbida por
un miembro del equipo de Nacional que reclamaba su atención en algo que había
pasado.
Me encaminé
a mi despacho y le pedí a Ángela que le llevase a Bella un café con algún bollo
para que desayunara. Nada más entrar llamé a Emmett. Él se mostro tan intrigado
y preocupado como yo y me prometió que
usaría su influencia para intentar de alguna manera averiguar algo. Él pensaba
como siempre que podría tratarse de alguien intentado acercarse a él ya que las otras posibilidades, a
excepción de la del chucho estaban descartadas con esa pareja entre rejas, y
eso me puso más nervioso. Lo principal era convencer a Bella para pinchar su
móvil. Los dos nos propusimos hablar con ella esa misma noche,
La semana
transcurrió sin muchos incidentes y bien esta decir sin muchos ya que Renée al
final hizo su famosa tarta de piña que en lugar de piña llevaba melocotón y como
gelatina había escogido el sabor
frambuesa. Es imposible describir como estaba aquello, solo decir que
una ración de esa tarta se podía convertir en una efectiva arma de destrucción masiva
para diezmar a todo un ejército.
Bella y su
padre estuvieron hablando largo y tendido y consiguieron limar todas sus
asperezas, cosa que mi novia me agradeció esa noche de manera muy efectiva. Que
se lo pregunten sino a cierta parte de mi anatomía que anduvo más que
satisfecha durante todo el día. Pero a pesar de la susodicha satisfacción cada
vez que Bella se movía, caminaba de un lado para otro, bebía cualquier tipo de líquido
o comía lo que fuera, mi miembro y todo mi cuerpo se ponían inmediatamente en estado
de alerta roja.
Por fin el
domingo por la noche Renée y Charlie Swan dejaban España. Un cierto toque de
alivio se instalo en mi interior, había conseguido sobrevivir a mis suegros y
había salvado ese gran obstáculo con éxito, es mas se podría decir que me había
ganado un buen aliado. Fiel a mi promesa le conté al jefe lo de las llamadas
que Bella recibía y me hizo jurarle que le mantendría informado puntualmente.
Poco faltó para que se quedará en Madrid haciendo guardia y colaborando con la policía
española para resolver el caso, menos mal que Emmett le convenció de lo contrario.
Bella cogió un monumental cabreo por el jaleo que estábamos armando por
unas llamaditas
de nada y hasta me amenazó con tenerme a pan y agua
durante un mes. Consiguió cumplir con su castigo un día porque si hay algo que
Bella Swan no puede resistir son mis encantos y créanme que saqué todos los que
tengo y más para conseguir su perdón. A la segunda noche ya la tenía cabalgando sobre mí como una
experta amazona antes de darnos una refrescante y productiva ducha. Al final, consintió en pinchar el móvil ya que las llamadas seguían sucediéndose y fueron a peor, ahora no solo se limitaban a
esperar un rato en silencio y luego colgar, sino que también se escuchaban jadeos y sonidos extraños
tipo Dark Vader. También tuvimos que
controlar su correo electrónico pues empezó a recibir extraños
mails con mensajes más extraños aún. El último me heló la sangre en las venas:
Yo te enseñaré a no quedarte con lo
que no es tuyo, maldita zorra. Lo vas a pagar muy caro.