sábado, 26 de noviembre de 2011

RECUPERANDO TU AMOR. CAPITULO 22: VOLVIENDO LA VIDA





















DICLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen. Son propiedad exclusiva de S. Meyer.





Capitulo 21: volviendo a la vida

Pov Edward

Bella  pronto volvería de nuevo a  Forks, como mucho solo tendría que esperar hasta después de Navidades. Pero yo no me podía aguantar, así que en pocos días  cogería un avión a Jacksonville y pasaría las fiestas  con ella y el resto de la familia se nos uniría para fin de año.
Marco me había llamado para felicitarme por la feliz resolución de mi caso y para pedirnos a mis padres, a Emmett y a mí  que declaráramos  en el juicio contra Tanya,  Aro y Cayo pues nuestra declaración era crucial al ser  víctimas directas de su chantaje, especialmente era importante mi testimonio.  En realidad  yo había hecho un trato para testificar a cambio de que mi matrimonio con Bella se declarara legal y válido, después de solucionarse el embrollo en el que me había metido. Lo cierto es que esto no era más que una salida legal que el juez  había adoptado para concederme mi petición, pues todo el mundo sabía de sobra que yo estaba más que dispuesto a declarar. Mis padres y Emmett, aceptaron  gustosos así que de la noche a la mañana nos convertimos en los principales Testigos de Cargo   y  Paul  y Jared se habían convertido en nuestra sombra. El peligro aún  no había pasado a pesar de que Aro, Cayo y Tanya estaban entre rejas,  y Marco había mandado  a  Forks para reforzar esa vigilancia a Quil y Colin. Embry, Brady, Jacob y Sam quedaban en Jacksonville para seguir vigilando a Bella. Yo me puse nervioso ante este hecho pues prefería mil veces estar yo desprotegido a que lo estuviera Bella y además, como policías que éramos podíamos protegernos a nosotros mismos, pero Marco con muy buen criterio me había dicho que en Forks había más gente a la que cuidar y eso incluía a mi hija, así que ante semejante realidad decidí dejarlo como estaba.  Ninguno  quería  que la historia se repitiese y a pesar de que Emmett, mi padre  y yo como policías colaborábamos en la protección de los demás,  al mismo tiempo éramos testigos principales en el juicio contra Aro así que no me quedaba otra más que aceptar, pues era imprescindible la protección del FBI.
Rose  no podía declarar debido a su parentesco directo   con los Vulturi y eso la hacía sentirse mal porque quería enfrentar cara a cara a Aro y a Tanya por todo el daño que  habían  hecho, empezando por el accidente donde murieron los padres de Rose y los míos y terminando por el atentado donde su propio hijo había terminado malherido. Marco le dijo que estaba  en su derecho pero que la ley era muy clara en ese sentido.
 Hoy mi madre se estaba comportando de manera muy extraña  y me  preocupaba  que estuviera  enojada conmigo por irme en unas fechas tan señaladas. Pero mi mujer estaba sola y era su hija ¿no podía comprenderlo? Primero nos llamó  a Rose a Emmett y  a mí  para  invitarnos a cenar a su casa ¿invitarnos?,   si mi madre nunca invitaba a cenar ni a comer, simplemente aparecíamos y ya está. Después cuando me pasé a visitarla junto a Emmett  como todos los días para ver como andaba,  la encontré cocinando, de pie, atención al dato,  el plato favorito de Bella y la tarta de chocolate que tanto le gustaba.
—Mamá,  ¿qué haces de pie?,  ¿cómo es que estás cocinando eso, no dijiste que…?— le pregunté confuso.
  —Hombre pues que yo sepa la comida no se hace sentada y ya sé lo que dije hijo pero Bella pronto regresará a casa y esto es un ensayo, quiero ofrecerle ese plato el día que ella vuelva – me dijo muy resuelta.
—¿Y no puedes hacerlo el día que vuelva para celebrarlo  y te ahorras trabajo?,  mira que con la pierna —dije preocupado.
—El día que regrese lo volveré a hacer. Esto es un ensayo. Hace cinco años que no lo hago Edward –me dijo rodando los ojos como si fuera obvio.
Me hubiera quedado satisfecho con esa explicación sino hubiera sido porque mi madre no me había mirado a la cara en ningún momento mientras me hablaba y eso solo significaba una cosa: estaba mintiendo. El comportamiento de Rose y mi padre no eran muy distintos. Mi padre no hacía más que dar vueltas por toda la comisaria ladrando órdenes a todo el que se ponía en su camino y Rose, Rose bueno, Rose sin comentarios. Se había dedicado en cuerpo y alma a limpiar una casa que se suponía no iban a utilizar hasta pasadas las fiestas ¿a qué tanta prisa? Ni que decir tiene que mi hija y sobrinos si no estaban en el colegio o con Emmett y conmigo, estaban con ella en la casa vigilados muy estrechamente por Rachel.
 Emily se había marchado a pasar las navidades con su marido y habíamos quedado en que, una vez estuviéramos allí, se volvería a hacer cargo de la niña. Rachel la había sustituido y se había convertido en nuestra  sombra con la excusa de haberse hecho muy amiga de Rose en el colegio, Paul  Jared, Quil y Embry seguían de cerca todos nuestros pasos.  Pero aún así, se necesitaba alguien que temporalmente ocupara el puesto de Emily como “niñera” hasta que ésta volviera y en eso estábamos. Jacob y Sam tenían varias candidatas pero estaban siendo investigadas al milímetro.
Me fui a buscar a Rose a la casa que ocuparían Alice y Jasper a ver si podía ayudar en algo o en todo caso a ver si podía rescatar a mi hija y sobrinos. Cuando llegué estaban todos enfrascados en la limpieza de las habitaciones.  Ángela y sus hijos  también estaban allí.
—Edward, por fin llegas. Mira ayúdanos a mover esto que no podemos— me dijo una Rose bastante sofocada por el esfuerzo.
—Encantado señoras –dije entusiasmado de haber podido volver al grupo, a mi vida anterior,  a lo que yo tenía—, de verdad que sigo sin comprender como es que corre tanta prisa.
Ángela y Rose se miraron, definitivamente aquí pasaba algo y Ángela también lo sabía ¿qué podría ser?, le preguntaría a Emmett.
—Ángela –dije cambiando de tema a otro que me  interesaba mucho— ¿qué tal Gaby?,  ¿progresa?
—Es una niña encantadora Edward y sus progresos son excelentes —me dijo muy orgullosa.
—Ya duerme en su cama toda la noche y sin pesadillas. De vez en cuando se despierta y me llama por el walkie pero en cuanto  le  digo que ahí estoy se vuelve a dormir.
—Yo no las tenía todas conmigo con eso del walkie,   he de reconocer que no es un método muy ortodoxo —me confesó—  pero una vez más me inclino ante la sabiduría de un padre, aunque sea novato como tú. Yo creo que más que poder hablar contigo, ella siente tu presencia a través del aparato. Sabe que estas ahí para ella. Es más una cuestión de confianza en ti que otra cosa. No sé, de alguna forma le has dejado claro que siempre podrá contar contigo —me dijo.
—Pues no sabes cuánto me alegra oír eso,  aunque a veces me pega cada susto —dije contento con las noticias—. Me pongo el aparato debajo de la oreja para oírlo cuando estoy dormido y no tardar mucho en contestarle y pego cada respingo en la cama.
—Sí, se algo de eso ja, jaaaaaaa. Bueno lo importante Edward es que está mejorando y mucho.
—¿Y tus hijos?— le pregunté a Rose.
—Lo mismo, ya sabes que hemos empleado el mismo truco y mano de santo. La diferencia es que nosotros tenemos a dos hablando a la vez por el aparatito.
—Ya veréis como poco a poco se arregla todo. Por cierto ¿qué hora es?, tenemos que arreglarnos para esta noche —dijo Ángela.
—¿Vosotros también venís?—pregunté confuso. Aquí había gato encerrado y era todo muy sospechoso.
—Sí, tu madre nos ha invitado —y de nuevo se miraron, ¿qué pasaría? De pronto se me ocurrió que quisieran celebrar el hecho de que me había librado de Tanya pues de lo otro aun no sabían nada,  pero ¿por qué no decírmelo?
Me llevé a Gaby para vestirla e intenté  sonsacarle algo. Verdaderamente no sabía nada. Cuando llegamos a la casa, Emmett nos abrió la puerta y mi padre y Ben nos saludaron desde el salón. Las mujeres salieron de la cocina y nos saludaban pero de repente vi que mi madre, Ángela y mi cuñada se iban a la cocina a cuchichear algo. Y me quedé pensando. Primero mi madre y su actitud, luego Rose y Ángela limpiando a toda prisa una casa que iba a ser ocupada dentro de un larguísimo mes.  Miré a Emmett que estaba tan alucinado como yo, definitivamente traman algo. Pero, ¿qué tramarían estas tres?  Miedo me daba pensarlo, pues cada vez que estas tres se juntaban a tramar algo eran temibles y letales y eso que mi Bella no estaba, porque antes cuando vivía aquí, cuando se juntaban las cuatro…un momento, ¿cuándo se juntaban las cuatro? “Bella seguro que no está de guardia/… Tengo una corazonada —,  recordé las palabras de Rose de esa tarde. Mi  madre cocinando la comida favorita de Bella, precisamente hoy, su comportamiento extraño,  la mesa puesta para ¿más gente de la que somos ahora?… una sonrisa tonta se me puso en la cara y me dirigí a la cocina. Al llegar las tres estaban  hablando muy entretenidas y no me oyeron llegar. Me apoyé en el marco de la puerta sonriendo abiertamente
—¿No crees que están tardando un poco?—oí que decía Rose—. Esta chica es capaz de perderse, ya lo verás —le comentaba a las otras dos.
—¿Quién está tardando? —pregunté haciéndoles  dar un respingo, y provocando que a Rose le cayeran todos los cubiertos al suelo, que Ángela se pegara un buen porrazo en la cabeza con una puerta que estaba abierta y que mi madre que mi madre pegase un grito arrojando dentro de la cazuela la cuchara con al que removía la salsa. Efectivamente iba por buen camino—.  ¿Esperamos a alguien más a cenar? – pregunte inocentemente—. Supongo que es mujer y que no conoce el pueblo o es muy despistada, a juzgar por lo que hablabais —dije con una cara de inocencia tal,   que si hubiera sido actor me habrían dado el Oscar
—Bueno… sí… no… bueno, verás  –empezó mi madre. Nos quedamos mirando los cuatro, ellas sin saber que decirme y azoradas, y yo esperando a que me dieran la única respuesta que quería oír. Después de aguantarnos un rato la mirada, ya no tenía duda de lo que me decían sus expresiones y una enorme sonrisa se puso en mi cara, y ellas al verla se echaron a reír nerviosamente mientras se miraban entre ellas.
—Desde luego, sois las cuatro unos diablillos aterradores —les dije en broma. 
—¿Cuatro? —contestaron ellas, poniendo esa cara de inocencia que ponían cuando se veían pilladas en algo.
—Sí cuatro, aunque a lo mejor habría que añadir algún diablo mas a la ecuación —dije pensando en  Alice, esa sí que era un buen diablo.
—No sé a qué te refieres —dijo mi madre fingiendo sorpresa.
—Vamos mamá, ¿a quién esperamos? —pero no pudieron contestar, porque el teléfono de Rose sonó.
—¿No me irás a decir que te has perdido y no sabes cómo llegar?— preguntó  Rose a quien llamaba por teléfono,  un tanto enfadada y rodando los ojos al mismo tiempo.
Reí para mis adentros,  esa frase me confirmaba todo, había dado en el clavo,  solo Bella era capaz de perderse en el pueblo que la vio nacer. Debo reconocer que el pueblo había cambiado y crecido en estos años, pero es que mi Bella es tan despistada que se perdería en una plaza si tuviera la oportunidad.
—Bella hija —dijo Rosalie—, de verdad que por mil años que pasen tú serás siempre igual ¿verdad mi niña?, sí, si ya sé que el pueblo ha cambiado pero amiga ¡es tu pueblo, por Dios! –yo seguía apoyado en el marco de la puerta con la sonrisa en la cara y escuchando la conversación. De repente Rose volteó y se me quedó  con cara de ups, he metido la pata, y por el rabillo del ojo vi como mi madre se entretenía en remover una ensalada inexistente y Ángela encontraba las baldosas del suelo muy interesantes. Ya no me pude aguantar más la carcajada y comencé a reír con todas mis ganas, yéndome hacia el salón a por las llaves del volvo.  Emmett me miraba confundido.
—No te muevas de ahí que ahora os voy a buscar —oí que decía Rose.
—¿Dónde vas Rose?—preguntó mi padre.
—Se ha perdido —contestó Rose desesperada. Confirmado,  mi padre también estaba en el ajo.
 —Vale, espera que ya sé dónde estáis, ahora mismo voy a recogeros — dijo Rosalie.
—¿Quién se ha perdido?—preguntó Emmet—,  ¿a quién van a buscar?
—¿De verdad hermanito que no te has dado cuenta de que tu mujer y tu madre llevan todo el día muy extrañas?
— Bueno sí pero, como cada vez que traman algo se ponen así, pensé que… ¡Dios! —exclamó cayendo en la cuenta de repente.
—No es necesario que vayas Rose. Mi dama está en peligro y me corresponde ir a mí a rescatarla —le dije de forma muy teatral.  Rose se me quedó mirando a la cara y rompió en risas.
—Menuda sorpresita ¿no?, están en la entrada del pueblo en el  McDonald’s.
—Voy por mi mujer —dije mientras salía corriendo por la puerta con mi niña en brazos.
—¿Qué pasa papi?,  ¿a dónde vamos?—preguntó Gaby.
—Ahora lo verás.
Conduje lo más rápido que pude teniendo en cuenta que llevaba conmigo a una niña de cinco años.  Justo en la puerta del McDonald’s divisé  un coche rojo. Aparque enfrente de ellos y al salir vi a Bella. Los dos nos quedamos mirando un momento y sin pensarlo echamos a correr el uno hacia el  otro. Nos encontramos a mitad de camino y nos fundimos en el abrazo más fuerte que yo recordara jamás. Era un abrazo de alegría, de vida recobrada. Bella se separó un poco de mí,  se acercó al coche, desató el cinturón  de seguridad de la sillita de mi niña,  cogió  a Gaby en brazos y los tres nos volvimos a fundir en un abrazo. Yo le daba besos por todos los lados que buenamente podía,  la cara, los labios, la frente, el pelo, pero sobre todo los labios. Mi cuerpo reaccionó del mismo modo que lo había hecho en Jacksonville y de repente notaba mis pantalones un poco más estrechos de lo habitual. En un momento determinado, Alice  cogió a la niña para saludarla y yo aproveché para estrecharla más contra mi cuerpo y profundizar un  beso que había empezado. Ella enrolló sus manos en mi cuello alzándose un poco para besarme mejor,  cosa que aproveché y sin romper el beso la cogí por las nalgas y la alcé más arriba  obligándola a rodear mi cuerpo con sus piernas. Estuvimos así un buen rato, besándonos, nuestras lenguas danzaban en un baile rítmico, exquisito, se peleaban por ganar,  no me quedó ni un solo recoveco de su boca por recorrer, el aire nos faltaba pero eso no parecía importarnos, hasta que unas manitas nos tocaron mientras Gaby se reía divertida.
—Tía Alice dice que como sigáis así, os vais a ahogar –dijo mi niña riéndose.
—Vamos a casa mi amor —le dije aun con ella en mis brazos. Bella se bajó de mi cuerpo  y cogió a Gaby  y empezó también a besarla por todos los sitios, besos a los que la niña respondía gustosa, era precioso ver este reencuentro madre e hija. Yo aproveché para saludar a Alice y Jasper.
—Gracias por salvar a mi hija –le dije a Alice de nuevo, mientras  le daba un gran abrazo. Ya se lo había agradecido en Jacksonville pero estaba aun muy aturdida y me pareció  correcto volver a hacerlo ahora.
—Todo fue un placer —respondió —. Considero a Gaby como de mi familia, ya lo sabes. Para mis sois mis hermanos y ella mi sobrina.
—Gracias por incluirme en la ecuación  –dije agradecido de verdad.
—Me parece que te lo has ganado a pulso –añadió ella sonriendo de forma abierta.
—Te seguimos con el coche —dijo Jasper–, por fin alguien que sabe cómo llegar —dijo con un teatral suspiro  mirando a Bella con coña. Bella, que tenía aún  cogida a mi hija en sus brazos  le sacó la lengua,   me volví riéndome como un tonto  y rodeé el cuerpo de mi esposa con los míos  y las encaminé al coche.
—Que sorpresa y que alegría me has dado —dije cogiéndola de nuevo en mis brazos, una vez hubo puesto a Gaby en su silla,  y besándola otra vez.
—Esa era la idea. Y ahora,  ¿me llevas a mi casa?
—Será un placer  –le contesté con esa sonrisa torcida que sabía que tanto le  gustaba.
—Espera mis maletas.
—Aquí están —dijo Jasper—, y ahora sí, te seguimos que será la única forma de llegar –agregó mirando a Bella con guasa.
—De verdad que cuando no es Jacob eres tú —dijo Bella resignada entrando en mi volvo.
—Jasper, la voy a llevar primero a nuestra casa. Pero cuando pare no hay perdida, la casa de mis padres es justo la de al lado, la que tiene la verja pintada de  amarillo. Mi madre dice que el amarillo le recuerda al calor que en Forks no hace —dije rodando los ojos y entrando a mi vez al coche—.  Cuando paremos quedaros con Gaby, mientras yo llevo a Bella a casa ¿ok?—tenía una sorpresa que darle y quería dársela a ella sola. De repente observé que Bella estaba muy callada.
—¿Qué pasa?
—Todavía lo tienes —me dijo emocionada.
—Bueno, este es otro modelo más moderno, el otro simplemente dijo adiós. Pero por nostalgia cogí el mismo color y la misma marca. Pasamos muchas cosas en aquel coche ¿recuerdas?—ella asintió con la cabeza—.  De todas formas cuando te llegue el Aston Martin me lo tienes que dejar—dije guasón y ella volvió a decirme que sí con la cabeza—vamos primero a casa mi amor. Estoy deseando enseñártela y tengo una sorpresa para ti —le dije con una sonrisa en mi cara tan grande como todo el mapa estadounidense enterito.
—Y yo deseando verla.
—Es tan bonita mamá, seguro que te encanta —dijo mi niña
—Teniendo en cuenta el amor con que se ha hecho, seguro que me encanta –contestó mirándome a los ojos con esa mirada que tanto había echado de menos.
—Edward que pasa con…ya sabes…Kate no ha querido decirme nada.
—Eso forma parte de la sorpresa, mi amor.
Arranqué el coche y con mi mano derecha cogiendo la suya me encaminé a lo que desde ahora mismo sería nuestro hogar. No podía evitar mirarla, estaba tan feliz y a ella se le veía igual. Llegamos a la casa. Le indiqué a Jasper con la mano cual era la de mis padres y dejé a Gaby con ellos no sin antes explicarle  que necesitaba un momento a solas con su madre. Abrí  con el mando la verja de acceso al garaje y una vez aparcados  nos dirigimos dentro de la casa.
—¿Qué te parece? –le pregunté ansioso mientras veía como inspeccionaba toda la cocina—, si hay algo que no te gusta… a lo mejor acostumbrada a esa tan enorme que tenias en Jacksonville
—Es perfecta – me cortó—, me encanta y está decorada maravillosamente. ¿Renée te ayudó o lo hiciste tú?
—Bueno, no quería que nadie entrara antes  que  tú pero ya sabes que a mí la decoración…,  Renée y Rose me echaron una manita…—confesé.
—Pues es maravillosa Edward. Ya veo que me prestabas atención cuando te describía mi cocina perfecta –me dijo haciendo que las lágrimas salieran a mis ojos. Por supuesto que  había escuchado todas y cada una de las palabras y eso se reflejaba en cada rincón de la casa.
—Y no solo me escuchaste con la cocina mi amor, también es mi salón perfecto, mi despacho y biblioteca perfectas  y mi sala de juegos perfecta —me dijo una vez hubo visto esas tres partes de la casa. Ahora estábamos yendo  hacia las habitaciones y yo cada vez estaba más nervioso porque viera nuestra habitación. La verdad es que me había esmerado muchísimo,  era en donde había puesto más amor y más dedicación. Pero primero fuimos a que viera la habitación de Gaby.
—Vaya —exclamó mi Bella—,  ya veo que ha conseguido que su padre le compre la famosa cama de la Bella Durmiente  —dijo admirando la enorme cama que le había comprado—. Me gusta mucho, es preciosa, ¿ya duerme sin pesadillas?
—Ya consigue dormir sola la mayor parte de la noche  y cuando se despierta y tiene miedo, coge esto – dije enseñándola el Walki— llama a su papá y hablamos un rato y luego se vuelve a dormir —Bella me miró enarcando las cejas.
—Fue idea mía pero Ángela dice que le ha ido bien —expliqué orgulloso—. ¿Vamos a que te enseñe nuestra habitación?—le pregunté deseando mostrársela
—Por supuesto— dijo cogiéndome de la cintura.
Y de esta manera nos encaminamos hasta nuestra habitación. Cuando entró en ella, sus ojos se abrieron como platos y literalmente se quedo muda de la impresión. Pasaron unos largos segundos, o quizás fueron minutos, viendo y observando toda la estancia. La enorme cama King Size, con su cobertor dorado. El tocador con sus mesillas de noche  a juego con la cama  que entre mi madre y yo habíamos escogido, el enorme espejo, el reproductor de música,  el vestidor…las fotos enmarcadas que había en la repisa de la enorme chimenea, los cuadros de la pared que no eran más que fotos ampliadas de nuestra boda, del nacimiento de Gaby… y uno muy especial que alguien había pintado para nosotros.
—Edward es…es…—se la veía que casi no podía hablar, tenía un nudo en la garganta. Me acerqué a ella intentado tranquilizarla— ¿te gusta? –  le pregunté besándola en el cuello y subiendo hasta el lóbulo de la oreja—, la cama está esperando a que esta noche la estrenemos —le dije de forma muy seductora al oído. De repente se volvió me echó los brazos al cuello y comenzó a sollozar en mi hombro.
—Es maravillosa, Edward, no tengo palabras, es… es todo lo que había soñado. Y yo que pensé que te aburría cuando te hablaba de estas cosas. Nunca pude haber imaginado… gracias —dijo besándome castamente en los labios.
—Espera que aún  no has visto el baño —le dije empujándola hacia el enorme cuarto de baño donde había hecho instalar un jacuzzi con todas sus comodidades. Al lado una enorme y cómoda ducha, no había que olvidar que allí protagonizaríamos algunos momentos…
—Edward —chilló Bella— es maravilloso. No… no tengo palabras, gracias, mil veces gracias. Gracias por quererme, gracias por todo Edward.  ¿Has hecho todo esto estando con la bruja?
 —Venía aquí cada vez que quería estar un rato a solas, era mi refugio, mi sitio especial donde solo existíamos tú y yo  —le dije con la verdad en la mirada.
—Pues ahora será nuestro hogar, nuestro sitio especial, para los tres.
—¿Y para lo que pueda venir no?–  pregunté inocentemente—. Yo  ya tengo mi princesa pero tú querías un Edward en miniatura ¿recuerdas?— le dije como quien no quiere la cosa.
—Y aún lo sigo queriendo, sobre todo si es tuyo y se parece a ti —me dijo dándome otro beso—. Si quieres empezamos a intentarlo desde ya.
—Estaré encantado mi amor—dije radiante de alegría—. Nada me haría más feliz que otro hijo contigo y mil más si vinieran así no se hable más. ¿Amor?—pregunté—,  ¿te gustaría cambiarte de ropa y refrescarte un poco?
—Pues la verdad es que sí. No tardaré mucho.
—Te ayudaría, pero tenemos que acudir a una cena. Pero esta noche no te escapas —añadí en su oído mientras dejaba caer mi aliento en él. Ella se estremeció y mi cuerpo parecía que tenía fuegos artificiales dentro.
Mientras se duchaba bajé a por las maletas que habíamos dejado en el coche y antes de subir, cogí aquel CD donde estaba grabada la nana que en su día compuse para ella. Subí de nuevo a la habitación, metí el Cd en el reproductor y esperé…Al cabo de unos segundos, apareció envuelta en mi albornoz, tal y como esperaba. Encendí el reproductor y la música comenzó a sonar.
—Bella antes que nada— dije un con una mezcla de duda y ansiedad—, quisiera volver a darte una cosa—dije dirigiéndome al ya más que famoso cajón  y cogiendo el cofre del que saqué una caja forrada de terciopelo negro. Lo abrí delante de ella, allí descansaba, junto con las alianzas,  el anillo de mi madre, el que yo le regalé  el día de la graduación y que luego me devolvió.
—Bella,  el juez ha anulado mi matrimonio con Tanya, ha admitido la alegación de Enajenación Mental Transitoria por lo que he quedado libre del delito de bigamia y ha declarado el nuestro totalmente legal a cambio de que testifique contra los Vulturi en el juicio. Los documentos definitivos todavía no los tengo, se los van a enviar a Kate pero  soy libre, estamos legalmente casados y esto te pertenece –le dije con el corazón encogido por la angustia–. Siempre fue tuyo ¿quieres por favor volvértelo a poner?
—Será  un placer –me contestó y mi corazón se hinchó de alegría.
—¿Me lo quieres poner tú?—me pidió con una sonrisa de oreja a oreja. Cogí  su alianza y me arrodillé ante ella.
—Isabella Marie Swan, ¿quieres volver a casarte conmigo para poder amarte y respetarte como  te mereces  toda la vida hasta que la muerte nos separé e incluso más allá de ésta y para, en la medida de mis posibilidades,  reparar  con mi amor el daño que te hice y subsanar todos los errores que cometí?
—Sí quiero –me dijo mientras deslizaba de nuevo el anillo por su dedo. Ella  tomó el otro anillo, el que me correspondía a mí,  me miró con una expresión cargada  de amor, hizo que me pusiera en pie  y repitió mis palabras…
—Edward Anthony Masen, ¿quieres volver a casarte conmigo para poder amarte y respetarte tal y como tú te mereces hasta que la muerte nos separé e incluso más allá de ésta y poder así dejar que repares con tu amor todo el daño que me hiciste y los errores que cometiste y, por supuesto, poder hacer yo lo mismo?
—Claro que quiero, lo estoy deseando –le dije mientras ella deslizaba de nuevo la alianza por mis manos. La  acerqué más a mi cuerpo para  poder besarla. Luego tomé  el anillo  y antes de ponérselo en el dedo correspondiente me puse de rodillas de nuevo  ante ella. Bella me miraba con lágrimas en los ojos, mientras la música seguía sonando.
 — Bella,  me gustaría volver a renovar nuestros votos matrimoniales en una iglesia, delante de un sacerdote, de la familia y de todo vecino del pueblo que quiera venir. Quiero proclamar de nuevo a los cuatro vientos que eres mía y que yo soy tuyo, y  esta vez para  siempre.
—Mi respuesta es sí, yo también quiero renovar los votos delante de todo el mundo y proclamar que te quiero.
Le deslicé el anillo en su dedo, me levanté del suelo, la tomé en mis brazos y la besé. La besé como si esa fuera la última noche que íbamos a pasar juntos, la besé con una desesperación que jamás pensé que pudiera llegar a sentir, con un amor infinito, la cogí entre mis brazos y la llevé a la cama, me deshice del molesto albornoz y   como dos locos enamorados consumamos de nuevo nuestro amor.
 Me  separé a regañadientes de ella, pero teníamos que acudir a una cena y  Bella tenía que cambiarse. La esperé en la sala de juegos entretenido con un videojuego al que llevábamos unos días jugando Gaby y yo. Pasados unos minutos apareció por la puerta preciosa, totalmente preciosa. Se había puesto una blusa roja que resaltaba más esos hermosos senos que eran mi perdición. La blusa era muy sencilla pero tenía un montón de botones que instintivamente deseé desabrochar en ese mismo instante. Llevaba también una falda negra muy estrecha   por encima de la rodilla que  resaltaba sus maravillosas piernas.  Le puse el abrigo antes que mis primitivos y por demasiado tiempo dormidos instintos siguieran haciendo estragos en mi entrepierna, y salimos de la casa tras haber cerrado la puerta.
Nos encaminamos hacia la casa de Renée y Charlie  por un camino interior que conectaba las dos  y  que se había construido dada la enorme amistad existente entre los Masen y los Swan. De ahí que fueran mis tutores legales y por eso pudieran adoptarme sin problemas. Cuando llegamos a la casa,   una alegre Rose  seguida de una no menos alegre Ángela,  rodearon a Bella entre sus brazos. Mientras los demás esperaban para saludarla.
— ¿Qué tal estás hermanita? –dijo un Emmet que no salía aún de la sorpresa.
—Muy biencontestó Bella—.  Ya ves que he traído refuerzos –dijo irónicamente mirando a Alice y Jasper.
—Ya sabes que yo siempre detrás de ti, como hermanas siamesas tal y como afirma mi padre —contestó Alice siguiendo  la broma.
—Lo que pasa Alice,  es que si te quedas sola en Jacksonville,  ¿a quién vas a enredar para una de tus interminables tardes de compras?—preguntó Bella alzando una ceja —además, tus padres también se vienen para acá ¿no?
—Bueno, aquí tampoco escaparás hermana —dijo Rosalie—, en Port Ángeles ya hay varios centros comerciales y si no  está Seattle.
Bella gimió y  Rosalie y Alice  se echaron a reír, junto con mi madre y Ángela.
—Hola Bella —dijo Ben saludándola–, no sabes cuánto me alegra verte por aquí y verte con este de nuevo –dijo refiriéndose  a mí—.  Parecía un ánima del purgatorio que se hubiera perdido en Forks  —y todos reímos de nuevo.
—¿Y Jacob?,  ¿no decíais que venía también con vosotras?—preguntó mi madre.
—Le esperamos después de las navidades con Nessie.
—¿Nessie? —dijeron mi madre, mi padre y Rose a la vez.
—Sí — dijo Bella resignada—, ha pasado igual que con Gaby ya nos lo pegó.
Con la excusa de que le quería enseñar a Alice su antigua habitación  las cuatro mujeres subieron escaleras arriba mientras mi madre daba, con nuestra ayuda, los últimos retoques a la cena. Rose, Ángela  y Alice bajaron solas y yo supuse que Bella necesitaría un rato a solas en esa habitación llena de recuerdos. Pero ante una señal de Rose, subí para compartir ese momento con ella. Cuando llegué estaba sentada en la cama mirando al vacío. Me senté detrás de ella y la rodeé con mis brazos dándole un beso en la mejilla, mientras en silencio recordábamos el pasado. Nuestras guerras de almohadas, mis escapadas nocturnas para meterme en su cama, las huidas  por la ventana para ir a nadar a la piscina a altas horas de la noche, las horas interminables estudiando o escuchando música, las bromas que Emmett le gastaba debido a su manía  de no guardar nunca los CDs en la caja que les correspondía cosa que nos volvía locos a todos, la noche en que estuvimos mirando las joyas de mi madre después de que Renée me dio ese joyero al cumplir los dieciocho…
Al cabo de un rato bajamos con nuestras manos entrelazadas y todos nos pusimos a cenar. La cena transcurrió como todas las cenas en casa de los Swan, con bromas, risas y chistes a los que contribuían Ángela y Ben además de  Jasper y Alice que parecían muy a gusto con nosotros. Yo,  en lo único que pensaba, es que esa cena acabara cuanto antes para poder tenerla en nuestra cama debajo de mí. Volviendo a recuperar mi vida, nuestra vida…su amor.
Habíamos decidido por el camino que les daríamos las nuevas noticias a  los postres pero mi madre, nada más entrar reparó en la alianza que Bella volvía a llevar en su mano. Ante su mirada interrogante  le dije que tuviera paciencia que a los postres se enteraría
—Pero yo soy la madre  —se quejó – tengo derecho a saberlo antes.
—Pues en este caso lo sabrás con todos los demás, créeme mamá,  espera y te gustará  más la noticia –le dije intentando persuadirla.
Y  puedo  decir que funcionó, no del todo, pero funcionó. Aunque estuvo toda la noche echando miraditas y lanzando indirectas, tanto es así que Rose, Ángela y Alice se percataron del asunto y decidieron llamar a Bella a la cocina. Cuando salió de allí, Bella llevaba una sonrisa triunfante y ellas cara de resignación. 
Por fin, llegaron los postres y con ello el momento…



viernes, 18 de noviembre de 2011

RECUPERANDO TU AMOR. CAPITULO 21: LA HISTORIA DE CARMEN Y UN GIRO INESPERADO



Disclaimer: los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

Capitulo 20: La historia de  Carmen y un giro inesperado.

Pov Edward

A pesar de que Bella ya me había dicho que Carmen nos iba a vender la casa, estaba súper nervioso parado enfrente de la mansión Vulturi, esperando que vinieran los demás. Un sedán  negro se paró delante de mí y de él salió una mujer que a juzgar por su ropa debía ser el abogado que estaba esperando. Mientras se acercaba a mí, esa figura se me iba haciendo cada vez más familiar…
—Buenos días— me dijo cuando salió del coche—. ¿Edward? —me preguntó.
—El mismo —dije devolviéndole el saludo.
—Me llamo Kate Vulturi, hemos hablado antes por teléfono. Soy hija de Marco y amiga personal de Bella. Como verás, no hace falta que me cuentes nada, ya sé  toda la historia y cuando digo toda, es… toda.
—Bueno pues si esto es así,  cuando el  asunto de las tierras esté solucionado,  te agradecería tu ayuda en el otro tema, si no es mucha molestia.
—Señor Edward Massen  —dijo en tono de broma—,  Bella Swan,  que es mi cliente,  me ha mandado ayudarte en lo que sea. Estaré encantada de hacerlo.  Y además— añadió— Bella es mi amiga y tú en lo que a mí respecta su marido, así que eso te convierte automáticamente en mi amigo  y ¿qué problema puede haber en ayudar legalmente a un amigo? – dijo mirándose las uñas de modo inocente. Se notaba,  en ese gesto,  que era prima de Tanya, además se parecía mucho a ella, pero por Dios nada que ver, ni punto de comparación. La sonrisa de Kate era natural, franca, cálida, la de Tanya era hipócrita, calculada, fría, cruel…
—Y ahora poniéndonos serios Edward, la verdad es que no creo que haya mucho problema. Verás, he solicitado audiencia con un juez amigo de mi padre, para mañana por la mañana a primera hora. Ya le hemos mandado toda la documentación y está estudiando el caso. Vamos a presentar una demanda de divorcio y solicitar directamente la anulación de un matrimonio que según las leyes, es ilegal,  de principio a fin desde el mismo momento en que fue un matrimonio forzoso y que acudiste a él manipulado, mediante chantaje y coacción. En el momento en que el juez admitiese la demanda y anulase tu actual matrimonio, el otro problema dejaría de serlo. Si bien el delito no existe desde el momento en que Bella no te va a denunciar, no obstante y para evitar futuros inconvenientes, debemos ponerlo en conocimiento del juez. Podríamos esgrimir el arma de la Enajenación Mental Transitoria como defensa,  y se  podría presentar igual como prueba fehaciente de hasta qué punto tu mente se bloqueó por la coacción y el chantaje al que estabas siendo sometido. Según la ley, al matrimonio  se acude libremente, sin coacción. Tú fuiste obligado, amenazado y chantajeado para casarte contra tu voluntad. No se puede decir que el matrimonio haya sido consumado porque técnicamente ella te obligó y eso es una forma de violación,  perdona  si soy tan directa y franca –me dijo ante la cara avergonzada que le puse por sus palabras—, pero no tenemos tiempo de andarnos con miramientos. De todos modos, también nos vendría bien que alguien, que no sea un familiar cercano tuyo, declarase en tu favor, corroborando que   accediste a ese matrimonio forzado, amenazado  y obligado por las circunstancias. Y no nos vendría mal que tu amiga Ángela declarase a tu favor como psicóloga confirmando la existencia de la Enajenación Mental Transitoria.
—Eso está hecho –contesté pensando en Ángela, su  marido Ben, alguno de mis compañeros de trabajo y por supuesto  Nahuel, actual  Alcalde de Forks, gran amigo mío y teniente de Alcalde por aquella época. La verdad es que Kate me estaba dando esperanzas, a pesar de haber entendido solo la mitad,  ya que hablaba todo de corrido y sin descanso como si le hubieran dado cuerda, pero se la veía muy segura y eso me tranquilizaba.  Inmediatamente les mandé un mensaje pidiendo su ayuda. 
—Si el juez nos concediese la solicitud y anulase ese matrimonio y admitiese la Enajenación Mental Transitoria en el otro caso–siguió diciendo—, tu otro problema quedaría definitivamente resuelto aunque también pediríamos una confirmación legal por parte del juez. Lo cierto es que es un tema muy peliagudo y hemos ido a dar con un Estado donde la ley es muy exigente en este tema pero hay una cosa a tu favor y es que Bella no va a presentar ninguna denuncia contra ti,  tranquilo lo conseguiremos.
—¿Piensas que el juez fallará en mi favor? –suspiré aliviado por primera vez desde que descubrí lo que había hecho o más bien lo que no había hecho.
—Edward  –dijo Kate–, Tanya y Aro te coaccionaron, ese matrimonio no es legal lo mires por donde lo mires y además, ambos incurrieron en un delito grave al chantajearte y amenazar a tu familia y las amenazas, amigo mío, en este Estado están penadas con la cárcel.   Cualquier juez lo anularía y más  este que es amigo personal de mi padre y al cual le debe muchos favores.
—Edward, hermano —dijo Emmet que en ese momento llegó  junto a Rosalie.
—Hola Emmett, Rose, mirad os presento a Kate, la abogada que nos va a asesorar.
—Encantada —dijo tendiendo la mano a Emmett, gesto que él correspondió gustoso — hola Rose – dijo dándole un abrazo,  vaya parecía que se conocían—, ¿entramos?
Llamamos a la puerta y  el mayordomo nos abrió. Tenía orden de recibirnos y de hacernos pasar al salón.
—En seguida aviso a la señora.
No habían pasado ni dos minutos cuando una Carmen visiblemente afectada por los acontecimientos entraba en el salón.
—Edward, Emmet, Rose, sentaos por favor y ¿usted es…?—dijo mirando fijamente a Kate, la verdad es que se parecía muchísimo a Tanya.
—Soy Kate,   tía Carmen, la hija de Marco –dijo dándole un beso–. He venido como abogada de la familia Swan.
—Edward,  no tienes porque darme explicaciones –dijo al ver que yo comenzaba a abrir la boca—,  además la vamos a necesitar, voy a venderos la casa Emmett. No dispongo de abogado,  pues como ya sabréis,  los que puedo tener son todos esbirros de mi marido.
—Tía, si quieres llamo a la firma y en seguida estaría aquí un abogado en representación tuya.
—¿Y gastarme el dinero que no tengo?,  me fío de ti  señorita,  tienes cara de buena persona —dijo iniciando una pequeña broma—. Lamento tener que cogeros el dinero, si fuera por mí os la regalaría, me quedaría con mi conciencia más tranquila,  pero me voy de aquí y lo necesito. A Aro le han embargado,  como bien sabréis. La mayoría de sus bienes estás ocultos en empresas de las que ni yo misma sé su paradero. Si no hubiera sido por Eleazar  y el FBI nunca habría encontrado yo solita estos documentos— dijo blandiendo las escrituras de la casa de Emmett en la mano—, por consiguiente, ahora mismo puede decirse que estoy en la ruina.
—No sabes cuánto lo lamento por ti Carmen –le dije.
—Tranquilo Edward. Yo sí que lamento todo esto. No tenía ni idea. Cuando mi hija me dijo que te habías divorciado de Bella y os ibais a casar, no me lo podía creer. Se os veía tan enamorados a Bella y a  ti. No me cabía en la cabeza que Bella pudiera haberte engañado con otro hombre, pero las distancias son malas consejeras, así que me lo creí.
—¿Tanya te dijo que Bella me engañaba? –dije pero es que no podía dejar de odiar cada día un poco más  a esta mujer.
—Sí y que por ese motivo mi hija  y tu os habías echo mas amigos y os habíais terminado enamorando. Con razón se aseguró de que yo nunca te hablara de Bella, me dijo que era por no ahondar en la herida. Dios mío. Me pregunto si  he criado una hija o un monstruo  –se lamentó—.  Rose cariño, siempre creí ciegamente que Aro os había dado ese dinero, cuando digo dado, me refiero a dado. Nunca pensé que os lo reclamaría y por supuesto que os hiciera algo así. Que avergonzada me siento.
—Sabéis –continuó hablando, bueno más bien desahogándose— era muy joven cuando vine a este país desde España con mis padres. Mi abuelo acababa de morir y mi padre y mi tío se iban a hacer cargo entre los dos de su herencia: la empresa que él fundó.  Nada más conocer a mi primo Eleazar, uno de los hijos de mi tío, me enamore perdidamente de él. Pero Eleazar era un mujeriego que se metía en la cama con todo lo que tuviera faldas, por lo que yo no estaba dispuesta ser una más. En una cena de negocios que se organizó para agasajar a los Vulturi, una familia de empresarios que procedentes de Volterra se habían instalado en Forks y hecho una gran fortuna,  conocí a Aro. Era tan  caballeroso, amable y educado. Como Eleazar parecía ni notarme yo empecé a salir con Aro. Mi padre veía con buenos ojos esta relación pues significaba la fusión de las empresas Denali y las empresas Vulturi. Así que cuando unos meses después,   Aro me pidió que me casara con él yo acepté. Ojalá nunca me hubiera casado con él. Puedo decir que han sido los años peores de mi vida y ahora me siento libre.
Poco tiempo después me enteré de que Eleazar se había casado con Sulpicia, un familiar lejano de Aro y Cayo de Volterra  a la que había conocido en uno de sus viajes de negocios allí. Tuvieron cinco hijos Corín, Félix, Demetri,  Heidi e Irina. Pero por lo visto el matrimonio nunca se llevó bien y se divorciaron a los dos meses de haber nacido Heidi e  Irina. Parece ser que Sulpicia y Aro se entendían demasiado bien y Eleazar sospecha que cuatro  de sus  cinco  hijos en realidad  son hijos de Aro, ya que las relaciones sexuales en el matrimonio fueron prácticamente nulas tras el nacimiento de Corín. He estado hablando con Eleazar  a cuenta de tus tierras Emmett, hemos hablado y hemos aclarado lo que sucedió.
Al casarme con Aro, mi marido no solo ganaba una esposa sino la empresa que por derecho me correspondería dirigir junto a mis primos cuando mi padre y tío murieran. Por lo visto Eleazar se enamoró de mi nada mas verme, pero Aro le obligó a renunciar a mí, y en cierto modo se vio coaccionado, al igual que tu Edward,  a casarse con Sulpicia. Por lo visto nunca la aguantó, no podía olvidarme y además dice que era una mujer fría y calculadora, seguidora fiel de los dictados de Aro y que arrastraba a  sus  hijos con ella.
Cuando mi padre murió,  Aro se hizo cargo en mi nombre de mi parte de la empresa. Yo se lo agradecí pues no tenía ni idea de negocios. Pronto empezaron las discusiones entre mi tío y Aro por la forma en la que pretendía llevar los negocios hasta que un buen día, mi tío decidió retirarse y dejar los negocios en manos de Eleazar más favorable en apariencia a las directrices de Aro. Ayer me enteré  de que Eleazar fue chantajeado por Aro desde el principio, hizo con él algo parecido a lo que hizo contigo. En pocas palabras, yo estaría bien si Eleazar hacia lo que Aro le ordenaba. 
—Así que ese es su modus operandi  –dije yo más  como una conclusión que como una pregunta—. Juega con los sentimientos para que los demás hagan lo que él quiere.
 De repente, no me sentí tan mal por lo que me había visto obligado hacer. Pero al mismo tiempo me horrorizaba aun más lo monstruoso que podría llegar a ser Aro ¿era consciente de que había mandado matar a sus  propios hijos?
 —Así es Edward, pero la vida pone a todo el mundo en su sitio y Aro está en el suyo.  Por lo visto tanto mi hija como él han sido atacados en prisión por otros presos. Tanya ha tenido mejor suerte,  pero por lo que sé,   a Aro lo han torturado hasta casi matarlo y Cayo se salvó de milagro. De hecho parece ser que es el que alertó a los agentes de la prisión,  aunque según tengo entendió,   estos no se dieron mucha prisa en llegar, pero ¿sabéis qué? , no me importa, que se pudra, tiene lo que se merece. Eleazar y yo nos vamos a dar una segunda oportunidad lejos de aquí, en donde no pueda encontrarnos el poder de Aro. Dejaremos la empresa en manos de Corín  la única de la familia que siempre se negó a seguir los dictámenes de Aro y de la  que Eleazar sabe a ciencia cierta que sí es hija suya.
—Edward las pocas veces que te veía intuía que no eras feliz –siguió hablando. En verdad necesitaba desahogarse—. Habías perdido ese brillo especial en los ojos que tenias cuando estabas con Bella. Pero no quise verlo, estaba más feliz sumergida en mi mundo. ¿Podréis perdonarme alguna vez los dos? —dijo mirándonos a Rose y a mí —sobre todo tú Rose, le juré a tu madre en su tumba que cuidaría de ti y le  fallé, os fallé a las dos. Tu madre siempre fue muy cariñosa conmigo. Y encima tendré que vivir toda mi vida con el cargo de conciencia de pensar que mi propio marido, su propio hermano,  puede ser el responsable de su muerte.
—Bueno, ese dato no está confirmado –dije yo intentando consolarla. Me daba pena. Estaba derrumbada.
—Edward, ¿y todavía lo dudas? , por Dios necesito que me perdonéis. Los dos —pidió llorando.
—Tú has sido tan victima como nosotros, Carmen –le  dije yo—, por mi parte estás perdonada.
—Y por la mía también  —dijo Rose visiblemente emocionada.
—Gracias chicos,  vamos a enmendar lo que mi marido y mi hija destrozaron. Bueno parte, porque Bella y tú Edward…
—Bella y yo volvemos a estar juntos –le dije—. Ella vuelve al pueblo pasadas las navidades.
—No sabes cuánto lo celebro.  Con Aro en la cárcel, he reclamado el derecho a mi parte en la empresa y gracias a la intervención de Marco se me ha concedido tan rápidamente. Ejerciendo ese derecho estoy perfectamente autorizada y capacitada para venderos las tierras. Los abogados de Eleazar me han redactado este documento de venta y aquí están las escrituras —dijo dándole a Kate todos los papeles.
—Está todo correcto —dijo Kate después de haberlos revisado detenidamente—. Lo  único que resta es que firméis.
—Pues trae  esos papeles y acabemos con esto –dijo Carmen  mientras estampaba su firma en ellos. Emmett hizo lo mismo al tiempo que yo le daba el dinero. Bella me había dicho que se lo llevara en efectivo, supongo que ya conocía sus planes de huida.
—Ahora, si me disculpáis,  tengo un avión que coger. Eleazar me está esperando. Marco nos  va ayudar a salir de aquí  –dijo levantándose y tendiéndonos la mano.
—Carmen, ¿puedo decirle a Tanya esto?—le pregunté dudoso.
—Dame un día para huir y podrás contarle todo lo que quieras. Supongo que es tu pequeña venganza.
—Así es.
Al día siguiente  estaba en la sala reservada a las visitas de la prisión estatal de Seattle. Emmett y Rose habían insistido en venir conmigo, pero yo quería enfrentarme a esto solo, no por nada, simplemente lo necesitaba. Mi estado de euforia y felicidad era tal que pensaba que no iba  a poder hacer bien mi papel, ya que se me iba a notar al instante. Esa misma mañana, el juez había aceptado la demanda de divorcio junto con la argumentación de Kate y, una vez escuchados a los testigos, mi matrimonio con Tanya había quedado anulado automáticamente. Realmente nunca fue legal, ya que no acudí a él libremente. En cuanto a lo otro,  por lo visto  Kate tenía razón  y al no presentar Bella ninguna denuncia no existía delito como tal, pero para reforzar el caso,  el juez también admitió la Enajenación Mental Transitoria como atenuante en mi conducta y como además no iba a haber seguimiento de oficio, el  problema quedó solucionado del modo más satisfactorio posible. Aunque podríamos decir que ya todo era oficial, realmente no lo seria hasta que Kate no recibiera toda la documentación, pero el juez nos dijo que sería cuestión de poco tiempo.
También le había pedido a Kate ayuda para hacer algo que tenía muchas ganas de realizar, era mi particular regalo de Navidad para mi amor.
—Vaya esto sí que es bueno, ¿has venido a verme? –dijo una Tanya bastante desmejorada pero muy pagada de sí misma. Se notaba en su rostro  y en la parte visible de su cuerpo el ataque que había sufrido. La verdad es que hacía mucho tiempo que me había dado cuenta de que la Tanya despampánate acababa y empezaba en la calle. Una vez dentro de casa, cuando comenzaba a desmaquillarse tenía una cara de lo más normalita, nada del otro mundo y no digamos nada recién levantada. Pero cuando un grupo de cuatro o cinco presas habían intentado violarte con un palo de escoba, ni el maquillaje más costoso podría disimularlo y se le notaba en la cara el sufrimiento que había pasado. Pero…no me importaba,  ella misma se lo había buscado,   igual que su papaíto que estaba bastante grave en la enfermería. Cayo por lo visto había sido aislado de los demás presos pues su vida también corría peligro.
—Así es Tanya. Vengo a hacer un trato contigo –le dije muy tranquilo.
—¿Y cuál sería el trato?—preguntó intrigada.
—Puedo declarar  a  vuestro favor y decir  que manipulé la grabación tal y como tu padre y tú queréis e  intentar sacaros  del atolladero de alguna  manera y a cambio tu padre le dice a esa persona anónima que venda a Emmett las tierras.
—No querido, mi padre no venderá a Emmett las tierras jamás, pero tú sí me ayudarás, porque si no se las venderá al mejor postor y este inmediatamente las reclamará como suyas.
—¿Y qué te hace pensar que si no le vendes las tierras a mi hermano yo voy a  ayudarte?—pregunte impasible.
—Porque no tienes más remedio Edward, te tengo pillado. ¿Has sabido algo de tu amorcito hoy? –preguntó con ironía.
—Sí,  he hablado con ella hace unos momentos y está perfectamente. Ammon y  Kebi están siendo vigilados muy de cerca. ¿Algo más Tanya?—dije con el corazón sobrecogido de nuevo.
—¿Y qué te hace pensar que Félix y Demetri no hayan sido sustituidos también dentro del FBI?— preguntó alzando las cejas de forma enigmática.
—Por la sencilla razón de que el FBI no tropieza dos veces con la misma piedra. Vuestros esbirros están siendo vigilados por dos agentes de la máxima confianza del mismísimo jefe del FBI —le informé y al oír esto se le demudó la cara, pero en seguida recobró la compostura y volvió a la carga.
—No soy yo la que tengo la  potestad de decidir a quién se le vende las tierras o no. Es ese hombre el dueño ahora  y Aro quien decide —dijo mirándose las uñas en un gesto que odiaba—usa tu influencia para que pueda hablar con él, si es que el pobre después del ataque sufrido está en condiciones de hacer,  a ver si le convenzo, pero date prisa,  hasta donde yo sé esas tierras van a ser vendidas esta misma semana. Lo siento  pero mi padre está muy disgustado con tu comportamiento, por tu culpa  y esa maldita grabación es que estamos en la cárcel —ya será por algo más pensé yo—. Pero, si estás dispuesto a arreglar el desaguisado y de paso a quedarte conmigo, pues yo hablaría con mi padre…—dijo como quien no quiere la cosa.
—Tanya, ¿esa persona desconocida,   más que persona,  no será por casualidad Empresas  Denali, cuyos dueños son Eleazar Denali y  tu madre?—  le pregunté del modo más inocente que pude—, lo digo porque me pareció ver ese nombre ayer en unos documentos que Carmen tenía cuando fui a visitarla,  ¿ no te lo he dicho? –le dije de forma irónica—, pues sí,   estuvimos visitándola. Tu madre está muy disgustada con tu comportamiento. Dijo que tenía que arreglar algo de lo que habíais destruido como fuera y en fin,  la única manera de hacerlo,  ya sabes cuál es.
—Mi madre no tiene potestad para vender esas tierras, Aro se hizo cargo de la empresa en su nombre, ella no tiene derecho a…
—¿No me digas?,  pues ayer nos dijo que había reclamado ese derecho al estar Aro en la cárcel, alegando eso sí,  que se había visto obligada a aceptar, y se lo han concedido. Ella es perfectamente capaz de vender esas tierras. Los abogados de Eleazar Denali redactaron ayer un documento  de venta de las tierras en su nombre que nuestra abogada revisó ¿qué no te lo he dicho?—volví a decir de forma irónica —también nuestra abogada estuvo visitando ayer a tu madre –me estaba divirtiendo de lo lindo.
—Mi madre nunca se enfrentaría a mi padre de esa forma—dijo de forma iracunda—. No se atrevería— volvió a repetir.
—¿No?, entonces qué es esto— dije tendiéndole a través del agujero abierto en la ventanilla una copia del documento de venta y otra de las escrituras de la propiedad a nombre de Emmett.
—No puede ser—dijo con el rostro contraído –, mi padre cuando se entere la matará.
—Primero tendrá que pillarla, primero tendrá que averiguar dónde está. Me encargó que te dijera que lamenta no quedarse para ver cómo te meten en la cárcel,  pero tenía un poquito de prisa —expliqué levantándome del asiento dispuesto a marcharme—.  Te veré en el juicio Tanya. Voy a declarar en él, pero contra ti.
—No podrás declarar contra mi Edward, eres mi marido y nunca tendrás el divorcio Edward, jamás —sentenció Tanya.
— Pero, ¿es que alguna vez me casé contigo Tanya?–  le dije volviéndome para mirarla a la cara de nuevo—. Tanya, no se puede forzar a la gente a hacer lo que no quiere, no es legal. Por culpa de tu chantaje hay algo que olvidé  firmar —le dije de forma misteriosa  y nunca se me olvidará la cara que puso en ese momento–,  menos mal ¿sabes?, porque como marido tuyo no podría declarar en  tu contra, según la ley. Pero claro, si nunca me case…
Y dicho esto me marché de allí con la satisfacción y la sonrisa pintada en mi rostro, mientras dejaba a una muy estupefacta Tanya mirando cómo me iba con los ojos como platos y los ojos llenos de lágrimas. En unos días volvería a estar con mi Bella. Y menuda sorpresa tenía para ella.
Me subí a mi coche y volví a Forks. Había quedado con mi familia en la antigua casa de Dydime  que Rose se estaba encargando de arreglar para Alice y Jasper.
Carlisle había comprado una mansión en una zona que podría decirse que técnicamente no estaba en el pueblo. Era una mansión a la que recuerdo que acudíamos de niños pues nos llamaba la atención ya que se decía que estaba embrujada. La llamábamos la casa del vampiro porque según la leyenda allí habitaba un aquelarre de vampiros sedientos de sangre. Cuentos de viejas para tener a los niños alejados de allí ¿o no? El caso es que pasaba el río cerca y en esa zona tenía mucho caudal. Esme se estaba encargando personalmente de la reforma y  había mandado reconstruirla a partir de la estructura principal y verdaderamente yo pensaba que podría quedar una mansión muy bonita.
 Aparqué el coche frente a la casa y entré  dispuesto a darle a Rose toda la ayuda que pudiera ofrecerle desde hoy hasta que me fuera a Jacksonville con Bella. Estaba de vacaciones oficialmente. Las primeras verdaderas vacaciones que me había  permitido en todos estos años. Cuando llegué y presencié semejante escena no sabía si reírme o echarme a llorar.
—Mamá, ¿qué haces en medio de la habitación sentada en esa silla? –pregunté sin poder dejar de reírme. Últimamente reír se me hacia fácil.
—Ya que no puedo hacer nada físicamente por lo menos dirijo la cuestión – dijo, aunque ya le  habían quitado la escayola y el hueso había soldado, le quedaba una larga rehabilitación por delante.
—Rose no pongas eso ahí, va mejor en el otro lado. Ángela por favor tienes que limpiar eso mejor,   no ves que con solo un trapo no sale. Es polvo acumulado de hace años.
—Sí, sí, Renée ya lo sabemos —dijeron las dos pacientemente entre estornudos y toses por culpa del polvo y eso que  todos, niños incluidos,  llevaban unas mascarillas.
—Peter, Tony, Seth   —avisó  mi madre…
—No nos digas nada, cuidado no rompamos nada—dijeron los tres a la vez.
—Es que podríais hacer como Gaby y Maggie,  coger un trapo y limpiar algo  —dijo mi madre señalando a mi niña y a su nueva amiga  que estaban como unas mujercitas limpiando las cosas con un trapo y estornudando como unas locas.
—¿De dónde habéis sacado el vestuario? –pregunté divertido.
—Mejor no preguntes –dijo Rose malhumorada y enseguida adiviné de donde había  venido la idea de ponerse una especie de petos verdes fosforitos iguales a los que se utilizaban para meterse en el río a pescar. ¿De dónde los habría sacado Renée?
—Se puede preguntar si me hiciste el favor de reservarme los billetes —le pegunté  a mi cuñada.
—Esto…sí, no tienes más que ir al mostrador y recogerlos. Ya sabes dos horas antes —contestó Rose.
—De acuerdo.
Pasamos el resto de la mañana acondicionando la casa bajo la supervisión de mi madre que no hacía más que ladrar órdenes con el bastón en la mano. Cuando nos cansamos,  decidimos dejarlo para la tarde e ir a comer un poco.
—¿A qué tanta prisa si hasta después de Navidades no la van a ocupar?— pregunté un tanto intrigado.
—Bueno…esto… verás luego llegan las fiestas, hay que salir a comprar regalos, la comida, la cena, la fiesta de la policía a la que por supuesto este año no podemos faltar.
—Siento perdérmela,  pero bueno Emmett lo recogerá en mi nombre,  tampoco es para tanto —dije yo un poco apenado más que por no recoger el premio,   por la gente que había votado para que nos lo dieran. Si pudiera ser que Bella tuviera esos días libres…
—No, no lo es. Díselo a las madres de los niños anda  –dijo Rose rodando  los ojos
—No fue para tanto Rose,  cualquiera lo hubiera hecho —yo había jurado proteger a la gente del pueblo y eso es lo que hice,  ni más ni menos.
—No cualquiera no…solo Emmett Swan y Edward Masen —dijo Rose de nuevo.
— ¿Sabes que opino— intervino Ángela—, que aquel día te ganaste el cariño y respeto de todo el pueblo y ya puedes estar viviendo con Bella sin estar casado o como quieras,   que creo que todo el mundo te defenderá.
—Que exagerada eres.
—¿De verdad que no puedes volver para la fiesta?, a lo mejor a Bella  le dan permiso y podríamos pasar el fin de año aquí en vez de allí, total la bruja ahora no está para impedirlo y los dos ya tenéis una situación perfectamente legal desde esta mañana. Y el tema de los niños ya lo solucionaremos en verano, Ángela dice que no hay prisa—dijo mi madre. Toda mi familia sabía por la situación que había pasado. Yo había prometido nunca jamás ocultar nada y contar con las personas que me querían  y eso es exactamente lo que había hecho, nunca jamás volvería a defraudar a mi Bella.
—Sí eso había pensado,  como es después de Nochebuena… El problema es que a lo mejor tiene guardia. Ella me dijo que en estos días para olvidarse un poco de la cuestión se ponía a hacer guardias y luego celebraba en otro momento con Gaby.
—No creo que tenga guardia –dijo Rose muy convencida, muy deprisa y  de forma muy sospechosa.
—Rose, ¿hay algo que me tengas que decir? —le  pregunté.
—¿Yo?—dijo pegando un respingo—. No, ¿qué tendría yo que decirte? Solo que no creo que Bella  se ponga a hacer guardia este año. Llámalo corazonada.
O poco conocía a esta mujer o algo estaba tramando y a juzgar por cómo la miraba mi madre, ella también estaba en el ajo. ¿Qué sería? Sumido como estaba en mis pensamientos no me fijé  que el móvil me vibraba hasta que no empezó a sonar una música de la… ¿Bella y la bestia? Vaya, alguien había manipulado el móvil – pensé con una sonrisa.
—Bienvenido al maravilloso mundo de ser padre — me dijo Rose por segunda vez en esos días. Yo le  respondí con una sonrisa mientras descolgaba.
—¿Si?—contesté.




viernes, 11 de noviembre de 2011

RECUPERANDO TU AMOR. CAPITULO 20: LAS NOTICIAS MAS ESPERADAS



DISCLAIMER: ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de  la magnifica S.Meyer. Solo el personaje de Gaby es de mi invención



Capitulo 19: las noticias más esperadas
Pov Bella
Después de los días que pasamos en Jacksonville, Edward,   Emmett  y el resto de la familia, tuvieron que regresar y con ellos yo también tuve que hacerlo a la realidad. Mi madre se había recuperado lo bastante como para coger un avión y Tony, aunque convaleciente aún  de la herida,  tenía permiso para viajar si  lo hacía bajo ciertas condiciones. Por eso  Marco nos prestó su avión.  Gaby se marchó con ellos tal y como habíamos quedado, así que yo quedé nuevamente sola, que digo, más sola aun todavía pues no solo echaba mucho de menos a mi hija, de la cual era la primera vez que me separaba, sino que también estaba atemorizada por lo que pudiera sucederle. Confiaba ciegamente en Edward, sino no la habría dejado marchar con él, pero no podía evitar sentirme preocupada. Supongo que es uno de los inconvenientes de ser madre, ¿no?  Los primeros días se me pasaron muy deprisa intentando que mi hiperactiva amiga  estuviera un poquitín  quieta, pero eso era pedir un imposible. Para una mujer como Alice,  quedarse quieta en una cama y sin nada mejor que hacer, no era una  buena idea. Recuerdo aún  nuestra primera conversación cuando despertó.
Flashback
—Alice, hola amiga ¿Cómo estás? –dije dándole un abrazo.
—Como si me hubieran dado una paliza Bella, pero bien,  ¿y los niños?, ¿y Tony? ¿Rose? —me preguntó.
—Tony está mejor, el problema fue que perdió mucha sangre, pues tardamos mucho en darnos cuenta de lo que pasaba. Peter estupendamente y Gaby bien y viva gracias a ti. Alice, gracias, nunca habrá nada lo suficientemente valioso que yo pueda hacer para agradecerte lo que has hecho —le  dije abrazándome a ella todo lo que su herida me lo permitía.
—Bueno, fue un placer. Oh Bella, ella es como mi sobrina, somos familia ¿recuerdas? y la familia está para lo bueno y lo malo.  Además, ya te lo recordaré  cuando yo quiera ir… ya sabes…—me dijo bromeando.
Fin flashback
Pero con Alice las bromas muchas veces eran como predicciones del futuro. Y eso fue lo que sucedió,  me lo recordó, vaya que si me lo recordó. Cuando por fin le dimos el alta, fue la primera cosa que se le ocurrió hacer ¿cómo no? Eso sí, con la excusa de intentar animarme. Pero, aunque le hubiéramos dado ya el alta, todavía se estaba recuperando de sus propias heridas y me daba miedo ir de compras con ella teniendo en cuenta que hablábamos de mi amiga. Conseguí contenerla una semana más. Todo un triunfo.
—Vamos a ver Bella, en Forks hace más frio que en Jacksonville.  Cuando Gaby se fue, le compraste todo un guardarropa enterito porque según tú iba a un lugar donde hacía mucho frío y llovía constantemente. Y encima como estaba convaleciente y de baja no me permitisteis ir y sabías de sobra la ilusión que me hacía –me dijo poniendo uno de sus típicos pucheritos de niña buena—, Bella, ¿cómo crees que vas a aguantar el frío de Forks,  teniendo en cuenta lo friolera que eres? –me dijo con una argumentación imposible de refutar, siempre era igual.
—Bueno tengo un abrigo y… —dije tratando de salirme por la tangente.
—Y que vas a llevar debajo del abrigo, ¿el bikini?, ¿ropa interior?– me interrogó alzando las cejas—.  Supongo que a Edward no le importará, mientras sea él el que te lo vea,   claro.
—Tengo guardada mi antigua ropa en una maleta, esa me servirá –dije sacando mi último cartucho.
—Tú misma lo has dicho Bella,  tu antigua ropa. Por Dios amiga, esa ropa es de cinco años como poco, ya estará pasada de moda.
—Alice,  los vaqueros nunca pasan de moda.
—Eso es lo que tú te crees. Además, me debes una,  a ver si recuerdo tus palabras exactas… —dijo  frunciendo el ceño con gesto pensativo.
—Está bien –dije resignada—. Alice de verdad no se qué haces siendo médico, ya te he dicho muchas veces que para político no tienes precio, y para sobornadora oficial tampoco. Caray,  siempre tienes un arma que esgrimir.
Al día siguiente no se conformó con llevarme de compras. Me llevó al centro comercial más grande de todo Jacksonville, su excusa, que luego así podríamos entrar al cine.
—Alice, yo con esto ya tengo bastante,   de verdad. Tengo para ponerme una cosa cada día sin tener que repetir modelo y aún así,  me sobra —me quejé.
—Tonterías –dijo tirando de mi brazo de nuevo para entrar en ¿Victoria Secrets?
—Alice un momento si de lo que se trata es de que compremos ropa adecuada para Forks, ¿qué hacemos aquí? –le pregunté alzando una ceja.
—Bella –dijo impaciente—, vuelves a  estar con tu marido después de cinco años de abstinencia. No quiero ni pensar que llevarías debajo en vuestro romántico reencuentro en ese famoso sillón y en esa famosa ducha.  Pero conociéndote, seguro que tu madre llevaría algo más provocativo.
—Bueno, conociendo a Renée Swan –admití—, un momento —me defendí, acordándome de repente—,   llevaba un conjunto que tú me regalaste, aquel azul, ¿recuerdas? –le dije sonrojándome –. Y en la ducha no llevaba nada —susurré para mis adentros.
—¿No decías que no le ibas a perdonar tan fácilmente? Pues ya veo como se ganó tu perdón,  ya —me volvió a repetir con voz socarrona. Me lo había dicho al menos cien veces desde que le conté lo que había pasado primero en el sillón y luego en la habitación.
—Bueno,  cinco años son cinco años y la carne es débil Alice,   y él muy insistente y muy guapo e irresistible y... dime ¿tú te resistirías a Jasper?— le  pregunté alzando las dos cejas.
— NI un segundo, amiga, ni un solo segundo. De hecho ahora me tiene de mal humor —me dijo poniendo mala cara.
—¿Y eso porque?—interrogué sorprendida, ¿Alice enfadada con Jasper?
—Bella, ni siquiera me toca. Parece como si me fuera a romper  –se quejó.
—Te recuerdo que has tenido una bala alojada en el abdomen durante todo el tiempo que duró el tiroteo. Perdiste un montón de sangre y no teníamos reservas de tu tipo, tuvimos que improvisar. Hubo que operarte de urgencias. Estuviste a punto de morir.  Has estado convaleciente, ¿quieres que siga? –le dije intentando que comprendiera al pobre Jasper, el cual había estado hablando conmigo del tema.
—Pero ya estoy recuperada Bella, y él es médico —dijo bufando—. Si se pone así por una simple herida, ¿qué hará cuando tengamos un niño?,   ¿ponerme un cinturón de castidad?
—¡Alice!, ¿una simple herida?– dije chillando. De repente me di cuenta que mientras hablaba se había dedicado a meter un montón de conjuntos en una cesta. Me fijé en uno en concreto.
—Alice,  ¿qué se supone que es esto?—le dije roja como un tomate y escandalizada.
—A ver, este es para ti, bueno más bien para Edward en su noche de bodas. Y este para mí,  a  ver si Jasper coge la indirecta —me dijo muy confiada.
—Alice, yo no pienso ponerme esto ni loca. Pero si desnuda del todo enseño menos.  Y además, como estás tan segura de que me volveré a casar con Edward. Alice, ¿tú sabes algo que yo no?,   ¿ayer hablaste con mi hija verdad?
—¡No! –dijo chillando a su vez y haciéndose la inocente–, yo lo decía… ¿Bella no te querrás casar con Edward otra vez cuando todo esto acabe?— preguntó poniendo su mejor cara de inocencia.
—Claro por supuesto pero… —le contesté dudosa.
—Entonces no hay más que hablar, nos lo llevamos y esto también y esto… — decía mientras metía en la cesta conjuntos cada vez más, provocativos y escandalosos.  ¿Qué pensaría Edward de mí si  yo me ponía eso?
—Alice para, me lo tendré que probar y ya sabes que… —le dije intentando zafarme de la situación, ya que si me probaba todo eso no llegaríamos al cine.
—Bella el famoso conjunto azul te quedaba bien ¿no?, ¿crees por un momento que después de tanto tiempo no me sí tu  talla? Venga vamos a pagar que llegamos tarde al cine —me dijo muy resuelta. Y yo suspiré resignada.
La película que vimos estuvo genial y salimos muy contentas del cine  hablando sobre  ella muy animadamente.
—Bella –me dijo Alice parándose de repente—, ¿tú recuerdas dónde hemos dejado el coche?
—Pues no, no se supone que si yo conduzco tu miras el color y la letra.
—Yo creo que la que conduce es la que mira el color y la  letra ¿no habíamos quedado en eso?— a estas alturas ya me estaba poniendo nerviosa, no podía olvidar la amenaza que se cernía sobre mí y un aparcamiento desierto era un buen sitio para llevarla a cabo. De repente mi móvil sonó. Era un mensaje de Embry.
—¿Dónde dicen que está? –preguntó mi amiga.
—En el rojo letra A.
—Pues vamos para allá, lo cierto es Bella que siempre nos pasa igual y no quiero pensar en que sucederá el día que no tengamos al FBI detrás.
—¿Pues que tendremos que llamar a alguien? –contesté pensando en el cachondeo que se traerían Jasper, Jacob, Emmett y hasta el mismo Edward.
Después de aquel día no habíamos vuelto a salir. Cada día echaba más de menos a Edward y a mi hija y no podía evitar sentirme preocupada por ella a cada  segundo.  Edward, Emmett, mi padre y hasta la misma Emily solían tranquilizarme. El verano dio paso al otoño y continuábamos sin  noticias de la investigación, solo que seguía su curso según nos decían Jacob y Sam.  Al  otoño le siguió  invierno y sólo sabíamos que el FBI tenía a buen recaudo la famosa grabación y que la bruja ya se había enterado de que estaba en poder del FBI. Claro que ella pensaba que la había destruido su contacto allí. Pero su contacto, junto con Irina y Heidi, se había acogido al programa de Protección de Testigos.
Las navidades llegaban, yo le había pedido a Carlisle esos últimos días de permiso para poder marcharme antes pero si Tanya seguía sin ser detenida no sería lo mismo. Mi sustituta se había hecho con el control rápidamente y realmente no hacía falta allí. Por fin el tan ansiado día llegó a principios de diciembre
—Bella —oí la voz de Marco al contestar el teléfono.
—¿Marco?,  hola ¿cómo estás?,  ¿tienes algo que contarme?—le pregunté esperanzada.
—Ya puedes volver con tu marido y tu hija a  Forks princesa —me dijo con voz de triunfo—, pero habla con  tu abogado cuanto antes. Mañana es el gran día y a partir de pasado  tendrás a tu disposición las tierras de tu hermano en nuestra oficina de Port Ángeles. Con todo el dinero que Aro y Cayo deben al estado se les va a embargar todos sus bienes.
—Bueno, esa es una buena noticia Marco —contesté radiante de alegría—mañana me pondré en contacto con la firma J.Jenks en Port Ángeles para que en mi nombre adquieran los terrenos de Emmett. Yo  por mi parte ya tengo casi todo preparado. Carlisle me ha dado los días que me quedaban de estar aquí libres para que pudiera marcharme con mi familia a pasar las navidades. No estaba muy convencida de regresar tan pronto y en estas fiestas, con esa zorra rondando por ahí, pero ahora me alegro, la sorpresa va a ser doble.
—No te quepa la menor duda, pero Bella una cosita. Esta información es confidencial no le digas a Edward ni a nadie de tu familia. No quiero que sin querer alguien meta la pata y Alguien lo oiga ¿ok?—me advirtió.
—Vale Marco —le dije
Con una sonrisa de oreja a oreja,  llamé a mi abogado quien prometió ponerse en contacto con la sucursal que tenían en Port Ángeles. Llamé a Alice y Jasper para contarles las buenas nuevas y, ¡sorpresa!, Alice tenía las maletas tan preparadas como yo.
—No pensarías que te íbamos a dejar marchar sola.
—Supuse que querrías pasar las navidades con tu familia.
—Bella, mi familia también eres tú y además, ¿quién te ha dicho que no las voy a pasar con mis padres? —me preguntó dejándome pasmada.
—Eres un diablillo perverso y manipulador, ¿lo sabías?—le dije fingiendo enfado.
—Lo siento Bella pero esta vez el mérito es de mi padre, pensó que así podríamos  aprovechar para irnos  familiarizándonos con la gente del pueblo, ya sabes que eso es crucial en nuestro trabajo —dijo mi amiga. Como si esa excusa me la fuera yo a tragar.
—Ya, cualquier cosa antes de dejar a Bella sola ante el peligro—le contesté  rodando los ojos.

Pero dicen que la felicidad es efímera y eso es lo que me sucedió al día siguiente cuando Edward me llamó y me dijo que Aro en un movimiento imprevisible había traspasado las tierras a un desconocido. No creo que fuera difícil  para el FBI rastrearlas. Hablaría con Marco. Y segundo, que  Tanya había jurado y perjurado que jamás le concedería el divorcio a Edward. ¡Qué mujer más odiosa! A pesar de lo que le había dicho a Alice,  yo quería volver a casarme con él cuanto antes y esperaba que me lo  pidiera. No quería vivir con él sin estar casados y menos siendo médico y policía en un pueblo tan pequeño. Pero me daba igual,  cruzaríamos ese puente cuando tocara. Pero más petrificada me quedé cuando me contó lo que había o mejor dicho había dejado de hacer. ¡Jesús!, se enfrentaba a una pena de hasta ocho años de cárcel. En cuanto le colgara el teléfono me pondría en contacto con mi amiga Kate, quizás a ella se le ocurriría alguna solución y sino a Garrett. Tal vez alegando enajenación mental transitoria.  Pero por  ahora lo que más importaba era  Emmett. Le dije a Edward que me diera un  número de cuenta para hacer un traspaso de dinero. Si Marco podía seguirle el rastro a los movimientos de Aro y localizar los documentos de la propiedad de Emmett encontrando así  al nuevo propietario, cabían dos posibilidades, una que el nuevo propietario fuese alguien de Forks  y entonces Edward necesitaría efectivo para hacer la compra; y dos, que esos documentos hubiesen ido a parar a una persona o empresa  fuera  del pueblo y en ese caso  le pensaba pedir a Jasper que comprara las tierras en mi nombre. Cogí el teléfono para llamar a Marco.
—Hola Kate, ¿cómo te va?, ¡cuánto tiempo!,  ¿qué hacéis por allí? —dije con alegría pues hacía tiempo que no hablaba con mi amiga y así mataría dos pájaros de un tiro.
—Estupendamente Bella. A Garrett le han dado permiso por Navidad y hemos venido a ver a mis padres. Ya me ha contado, te tengo que dar la enhorabuena  por partida doble. Felicidades por tu ascenso y felicidades por haber recuperado de nuevo a Edward. ¿Qué tal Alice, como está de su herida?,  ¿y Gaby? Espero que  esa mujer se pudra en la cárcel —me dijo todo esto sin respirar al más puro estilo Kate Vulturi, ella era así, cuando le daba no paraba de hablar y ni decir tiene cuando Alice y ella intentaban mantener un diálogo. Pero era la mejor abogada que había conocido.
—Pudrirse se pudrirá—dije cuando pude meter una palabra aunque fuera de canto—, pero aún  encarcelados nos siguen haciendo la puñeta Kate ¿está tu padre?
—Sí, aquí está ¿qué pasa Bella?—me dijo adoptando su tono de abogado.
—Quería hablar con él, pero antes…tengo que solicitar tus servicios como abogado para Edward. Verás… se ha metido en un pequeño lío que… y acto seguido pasé a contarle todo el asunto.
—Bella, lo que voy a hacer es pedir a mi padre el Jeet privado y volar con urgencia a Seattle, es un caso peculiar pero ya estoy pensando en algo. De hecho su matrimonio con Tanya es ilegal lo mires por donde lo mires,  la ley es muy clara en ese sentido y conseguir la anulación será coser y cantar. En cuanto a lo otro…no te preocupes que ya tengo alguna idea en mente. Cuando llames a Edward le dices que estaré ahí lo antes posible para lo que necesite.

—Está bien, se lo diré y ahora  dile tú a Marco que se ponga y pon el manos libres y así lo escuchas —le dije, era una amiga que se había ofrecido sin preguntar ni cuestionar y no quería ocultarle nada.
—Por supuesto Bella y así veo en que puedo ayudar —me contestó siempre dispuesta a todo.
—¿Bella? –dijo Marco–, iba a llamarte,  te tengo malas noticias.
—Sí, ya las sé  Aro cedió la propiedad de Emmett a un desconocido días antes de ser detenido,  ¿no es eso?
—Así es Bella –dijo Marco apenado—, no tenemos idea de donde pueden haber  ido a parar esos malditos papeles de propiedad. Pero tranquila estamos rastreando todos los movimientos que Aro ha hecho desde que se enteró que estaba siendo investigado. No te preocupes,  esos documentos aparecerán tarde o temprano.
—Eso espero porque la bruja de tu sobrina le ha dicho a Edward que esa persona tiene orden de venderlas al mejor postor cuando él se lo indique. Si Edward no  dice que esa grabación estaba manipulada, quien sea las venderá al primero que le haga una oferta. Pero, por supuesto nunca a un Swan, ni a Edward, claro —dije con la preocupación reflejada en mi voz.
—Al mejor postor –dijo Kate–. Garret y su apellido desconocido, pueden ser un buen postor o mi hermano Jasper.
Aunque Jasper fuese adoptado como Edward y en muy tristes circunstancias, Kate siempre lo consideró  un hermano mayor.
—Lo  único que hay que hacer es no acceder a lo que se les manda y enviar a ese mejor postor.
—Es arriesgado hija, corremos el peligro de que Aro tenga ya elegido ese postor ¿entendéis? —preguntó Marco.
—Marco,  ¿no me dijiste un día que tu y Dydime erais viejos amigos de la esposa  de Aro?,  ¿podrías tú hablar con Carmen en nombre de esa vieja amistad? A lo mejor ella sabe algo –le pedí esperanzada.
—Tú me lees la mente ¿verdad?– contestó Marco–, precisamente estaba pensando en eso. De todos modos, vamos a rastrear todos los movimientos que han hecho los hermanitos y esos Denali, también están siendo investigados.  No te preocupes Bella, se arreglará ya verás, tranquila. 
—¿Y cuál era el otro problema Bella? –dijo Kate.
—Pues que Tanya le ha dicho a Edward que jamás le concederá el divorcio. Nunca nos podremos casar,  Kate. Y encima está el otro problema.
—De esos dos temas me encargo yo, no te preocupes Bella.
—¿Qué problema? –preguntó Marco.
—Es un poco largo de contar, pero ahora te lo explico…—dijo Kate
—Primero hay que solucionar el tema más importante. Llamaremos a Carmen  y te volveré a llamar.
No habían pasado ni dos horas cuando Marco me llamó otra vez.
—¿Bella?, hola de nuevo. Carmen  no tenía ni idea de todo lo que estaba pasando, dice que le  extrañó que Edward se divorciara para casarse con su hija, pero por lo visto Tanya le dijo que tú te habías enredado con otro hombre
—Será  zorra.
—Completamente de acuerdo —convino Marco—.  El caso es que le dijo a su madre que ella estaba intentando dar ánimos a Edward y que  entre unas cosas y otras se habían enamorado. Le pidió por favor que no le hablara a Edward de ti, para no remover la herida.
—O sea, ¿qué Carmen ha vivido engañada todo este tiempo?—concluí yo con lo obvio.
— Sí. Y va a intentar arreglar lo que entre su marido y su hija destrozaron. Se va aponer en contacto con Eleazar Denali, primo suyo y padre de Irina, Heidi,  Félix y Demetri.  Yo conocí a  Eleazar hace años y era un hombre muy recto y moral, al igual que su padre. No entiendo cómo es que acabó trabajando a las órdenes de Aro, junto a sus hijos, pero Carmen dice que nos ayudará.  Además Carmen piensa reclamar legalmente la parte de la empresa que por derecho es suyo y yo voy a presionar para agilizar el trámite.  Eleazar y Carmen piensan que los documentos de propiedad han podido ir a parar a las empresas Denali, porque siempre han sido una tapadera para sus negocios sucios. Las encontraremos Bella. No te preocupes.
 Todo el mundo me decía lo mismo pero ¿cómo no  me iba a preocupar? pensé para mí cuando Marco me colgó con la promesa de que volvería llamar cuando supiera algo.
Pasaron unas horas interminables en las cuales yo creí que me volvería loca de verdad. Alice me dio dos tisanas, pero ni por esas conseguía estarme quieta.  Podían haber pasado  minutos, horas e incluso hasta siglos, me daba igual, cuando sonó el teléfono de nuevo.
—Bella —dijo Marco de nuevo desde el otro lado del teléfono —la cosa ha resultado más sencilla de lo que pensábamos. Uno de mis agentes rastreando los movimientos ha encontrado una empresa propiedad de Empresas Denali,  dedicada a los bienes inmuebles, y como lo que estábamos buscando era eso,  una casa, le ha dado por revisarlo y bingo, ahí está la casa de Emmett, junto a otras propiedades que Aro tenía en Forks.  Con carácter urgente, le han concedido a Carmen su derecho a la herencia de su padre y su primera acción como nueva dueña de esa empresa ha sido ponerse en contacto con Edward para venderle la casa directamente a Emmett. Me ha pedido que la ayude a salir del país para irse donde  Aro no pueda encontrarla nunca ya que como esposa suya no puede declarar contra él a no ser que de aquí a que se celebre el juicio pudiera conseguir el divorcio, cosa que va a intentar. Mi yerno ha prometido ayudarla a título personal. Y otra cosa, Kate dice que ella misma irá a Forks a asesorar  a tu marido y a Emmett con la transacción pues ya había quedado contigo en ir  para ayudar a Edward  con ese otro problemilla y con el tema del divorcio. El avión acaba de despegar,  solo tienes que llamarla para decirle lugar y hora o darle su teléfono a Edward. Bella, preciosa, ya todo pasó —me dijo alegrándose por mi—, solo queda el pequeño detalle del divorcio y bueno…lo otro, pero tranquila que tengo jueces muy buenos amigos míos que nos pueden ayudar y Kate tiene una muy buena idea para su defensa, de hecho es lo obvio, las leyes de este país son muy claras con eso y, por supuesto,  es un delito más a añadir a la colección de mis hermanos y de Tanya, pues no solo existió coacción y chantaje, también se amenazó contra vuestra vida. Además una vez anulado su matrimonio, Edward podría declarar como Testigo de Cargo y eso sería un punto muy importante a nuestro favor. Si Carlisle te ha dado permiso, prepara las maletas y vuelve a Forks a apoyar a tu marido, no te lo pienses más.
—El problema  Marco – le dije interrumpiéndole—, es que es un pueblo muy pequeño donde todo el mundo cotillea. A estas horas ya seremos el centro de atención por lo que ha pasado y no querría que Edward, siendo policía de allí, cogiera mala fama por…
—No te preocupes Bella, tu marido ha hecho cosas en ese pueblo con las que  se ha ganado fama pero no precisamente mala  –me dijo de forma misteriosa y dejándome intrigada, pero Marco me dijo que era una cosa que le correspondía a Edward decirme.

Cuando colgué a Marco, llamé a Edward para decirle lo que me había dicho. Edward me dijo que Carmen ya se había puesto en contacto con él y que al día siguiente tenía cita con ella a las doce. Yo le dije que llamara a Kate y le di el teléfono. No quería que  fueran solos, por si había gato encerrado, aun no me fiaba.
Al día siguiente, Edward me volvió a llamar para decirme que todo estaba arreglado y me dijo que me echaría mucho de menos durante las fiestas de Navidad.  Lógicamente yo  le oculté el hecho de que ya tenía los billetes para dentro de dos días. Una sorpresa es una sorpresa ¿no? Los únicos que lo sabían en Forks eran mis padres, Ángela  y Rose. Pensamos en no decirles nada a Emmett y Ben porque los dos eran tal para cual y se iban de la lengua muy fácilmente delante de los niños.
Terminé de recoger las pocas pertenencias que me quedaban pues a lo largo de este tiempo había estado enviando cosas para que las fueran colocando en la  casa.
—Estoy tan feliz de saber que voy a vivir por fin en esa casa –le dije a Alice un día.
—Mujer de poca fe. Y  tú que llevabas cinco años consumiéndote pensando que Edward vivía con esa mujer en la casa que había jurado que solo compartiría contigo —me regañó mi amiga.
—Y que quieres Alice,  yo oí lo que oí —dije defendiéndome—. Se suponía que si estaba enamorado de esa zorra, querría vivir en esa casa con ella ¿no? ¡Ay Alice!,  Gaby me ha dicho que es preciosa. Ya están los dos viviendo allí sabes, por lo visto Edward se fue de casa de Tanya el mismo día de su detención. Me dijo que no aguantaba más,   que esa había sido su prisión.
—¿Y no sabéis nada del divorcio y del otro tema?
—No,  Tanya por lo visto no cede por nada. Y eso que  no es muy famosa entre las demás presas. Ha ido a parar a un sitio donde la mayoría son madres que no pueden tener a sus hijos con ellas pues tienen delitos de sangre. Marco le ha ofrecido un trato: irse al otro lado del país a una cárcel nueva y omitiendo en su expediente que trato de asesinar a tres niños. Pero ella sigue en sus trece,  está convencida de que los abogados de papá la sacarán del apuro en cuanto se celebre el juicio.  De hecho los abogados de papá han conseguido aislarla de esas mujeres pues una de ellas, le  dio un tremendo susto  en las duchas y ha salido muy mal parada. No tengo todos los detalles pero te puedes imaginar tratándose de presas que tienen delitos de sangre —le conté esperando que el susto hubiera sido de los que no pudiera olvidar jamás.
—¿Qué hay de lo otro?, ¿qué dice Edward? —volvió a preguntar mi amiga.
—Desde que le dije que Kate le va a ayudar, parece que se ha tomado el tema con más tranquilidad, pero chica hasta que no esté todo solucionado no estaré tranquila… Lo mejor de todo es que no ha tramado nada sin contar conmigo, cumpliendo así la promesa que me hizo. Fue parte del trato para perdonarle. Aunque,  ilusa que soy, a estas alturas, ya sé que no tengo remedio, le habría perdonado de todas formas.
—Y lo perdonarías otra vez y otra —sentenció mi amiga.
—No sin antes tener una buena bronca y darle un susto del que  no se olvidara, pero este no es el caso Alice, lo cierto es que estoy muy orgullosa de él —dije muy convencida–, pase lo que pase, estaré a su lado apoyándole.
Varios días después, un desesperado Jasper estaba intentando encontrar el camino hacia casa en la entrada de un pueblo que, madre mía,  lo que había cambiado en unos pocos años. No recordaba absolutamente nada. Habíamos llegado a Port Ángeles hacia como una hora, después de haber tenido un tranquilo pero largo vuelo hasta Seattle y después habíamos alquilado un coche ya que los nuestros tardarían varios días en llegar. Alice y Jasper habían dormido casi todo el tiempo, pero yo, yo era un manojo de nervios.  Didyme, les había regalado su casa de Forks para ellos. Rose y mi madre se habían encargado de acondicionarla.  Carlisle había adquirido una mansión  a través de Rose  fuera del pueblo,  en un sitio muy bonito según recordaba, y yo venía con un as bajo la manga,  era mi regalo  para Rose.

—A ver Bella, si me dices por donde tengo que ir,  a lo mejor llegamos al dichoso pueblo antes de que nos den las campanadas, pero  no las de este año sino de las del que viene.
—Jasper,  hace mucho tiempo  que no vengo por aquí, ten paciencia vale.
—No si paciencia tengo, pero gasolina para llegar no sé yo…—dijo impaciente.
—No seas payaso, mira —grité de repente—, es por ahí.
—Ya era hora —dijo aliviado.
Jasper tomó el desvío y entrar conseguimos entrar al pueblo, pero, por Dios que cambiado estaba todo.
—Sabes que te digo, que voy a llamar a Rosalie —le dije desafiándole con la mirada.
—Es la mejor idea que he oído en todo el día —dijo Jasper.
—Madre mía pero que gracioso es el nene —dije mientras le sacaba la lengua y cogía mi teléfono móvil.
—Bella  —contestó Rosalie—, ¿qué pasa? estamos esperándote.
—Pues verás… pasa, que me he perdido, sí, sí, ya sé, es que sabes lo despistada que soy —Rosalie, Alice y Jasper bufaron a la vez—. Esto está muy cambiado —me defendí.
—Está bien,  ¿dónde estáis? voy a buscaros —dijo mi amiga y casi podía adivinar su cara de resignación como cuando Emmett le hacia alguna.
—Esto…—dudé —pues no sé, solo sé que hay un McDonald’s.
—Vale, vale, ya sé dónde estáis,  no os mováis voy para allá.
—De  acuerdo.
No habían pasado ni cinco minutos cuando un volvo plateado que pensé que jamás iba a volver a ver,  apareció por el camino y de él salieron las dos personas que más quería en esta vida.