sábado, 16 de febrero de 2013

EN BUSCA DE UN AMOR PERDIDO. SUMMARY Y CAPÍTULO 1: ACEPTANDO EL DESTINO


SUMMARY:

Le ocultó quien era porque quería que lo amasen por él mismo y no por su dinero, riqueza y poder…ella se enteró de la verdad de la peor forma posible. Ella huyó…él la busca desde entonces. ¿Podrá encontrarla antes de tener que aceptar su destino y...casarse con otra mujer?

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DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.


Capítulo primero: Aceptando el destino

Narrador en tercera persona

—Eres mía, completamente mía, ¿te ha quedado claro? –le preguntaba entre embestida y embestida clavándose dentro de ella una y otra vez al tiempo que su garganta emitía fuertes gruñidos de placer –no volveré a consentir que te alejes. Nunca más lo harás, estás unida a mí de igual modo que yo lo estoy a ti. Somos partes de un todo, no volverás a alejarte –añadió con determinación mientras con un movimiento rápido y preciso le daba la vuelta poniéndola a horcajadas sobre él– ¡cabálgame!, hazlo como si fuera lo último que fueras a hacer en tu vida –la chica subía y bajaba sobre su duro pene siguiendo las instrucciones de aquel que se había convertido en su dueño, amo y señor—. Sí, sigue así… por favor…no pares –le dijo al tiempo que llevaba una mano a su clítoris y comenzaba a estimularlo lo que arrancó gemidos y gritos de placer de la boca de la muchacha. Se incorporó un poco para besarla suavemente en el cuello al tiempo que le daba un pequeño mordisco marcándola de nuevo como suya –eres tan dulce, tan estrecha y caliente, me gusta esto…me encanta estar sumergido en ti, llenándote, haciéndote mía, porque eres mía, total y completamente mía. No pares…por favor… —suplicaba ansioso con la voz cargada de deseo tumbándose de nuevo y llevando otra vez la mano a su muy hinchado clítoris mientras sentía como la chica aceleraba sus movimientos, cerrando su vagina en torno a su pene— ¡córrete conmigo!–, ordenó mientras su poderoso orgasmo le sobrevenía sin piedad llenándola por completo con su semen.

Y de repente… todo acabó, sumiéndolo de nuevo en una profunda oscuridad, una inexplicable sensación de vacío y completa soledad. Desde que Ella se había ido, tenía ese sueño todas las noches sin excepción, pero hacia ya varios días, justo desde que se había visto obligado a tomar esa decisión que lo enjaularía de por vida, se repetía constantemente, fuera la hora que fuera, cada vez que intentaba relajarse.

Suspirando profundamente con gran desolación y tristeza, se levantó del sillón en donde se había quedado adormilado viendo el desastre que él mismo se había causado. Entró a la ducha que había dentro de su despacho para adecentarse y ponerse unos bóxers y pantalones limpios, menos mal que tenía varias mudas de ropa…por si acaso, no era la primera vez que le pasaba, siempre por la misma razón…su sueño recurrente y…Ella.

Encerrado en el inmenso despacho que poseía en el no más inmenso edificio donde se alojaba la sede principal de la empresa de su propiedad, Edward Cullen miraba sin ver, a través de amplio ventanal, la ciudad de Edimburgo. Unos golpes en la puerta le sacaron de sus pensamientos.

—Pasa –le dijo a la persona que estaba en el umbral.

—Hola cariño –dijo la mujer que estaba destinada a ser su esposa acercándose y dándole un frío beso en la mejilla. Bueno…al menos frío para él, por inercia apartó la cara. No era aquel beso el que deseaba recibir.

—Ángela, te he llamado para intentar por última vez meter un poco de cordura en esa cabeza tuya.

—¿Cordura?, ¿me hablas de cordura?, eres tu el que está loco si crees que voy a renunciar a todo esto –dijo señalando con la mano a su alrededor –solo porque hayas decidido cambiar de opinión. Me lo debes Edward, lo prometiste. Además sabes que te amo con locura, lo hago desde que era una niña y te vi por primera vez en el salón de mi casa, en aquel baile de mascaras.

—Pero yo no, nunca lo hice. En ningún momento quise esto ¿cuántas veces tendré que decírtelo?, no te amo, nunca lo he hecho, siempre me has parecido fría, calculadora, cruel y repulsiva. Tu tampoco me amas, solo buscas mi dinero, mis posesiones, el poder que el apellido Cullen te dará, ¿puedes vivir así toda una vida?, porque yo no.

—Sí, sí que puedo, porque a pesar de lo que tú piensas te amo y me pasaré toda esa vida demostrándotelo hasta que por fin consiga que tú también lo hagas. Acabarás amándome Edward, lo harás, ya lo hacías antes de que se pusiera por medio esa…

—¡No te atrevas a nombrarla!, no manches su nombre con tus sucios y depravados labios ¿me oyes? Nos casaremos Ángela, seré fiel al pacto que hicieron nuestros padres, pero te juro que haré de tu vida un infierno. No te amo y nunca te amaré. Mientras estemos casados, podrás tener mi dinero, mis tierras, todas mis posesiones, pero nunca tendrás mi cuerpo, ni mi corazón ni mi alma. Y…desde ya te aviso que no te extrañes si no regreso a casa por las noches porque lo más seguro es que esté calentando la cama de alguna de mis amantes. Y me da igual no engendrar un heredero, no me acostaré contigo, ya heredará todo mi futuro sobrino o sobrina, o mis primos me da igual.

—¡No me puedes hacer eso!– chilló Ángela desesperada –además, tú no tienes amantes, nunca las has tenido…a pesar de que te has empeñado una y otra vez en demostrarme lo contrario.

—¿Y tu como lo sabes?

—Porque te conozco y lo sé, no intentes engañarme ni amenazarme con eso. Desde que saliste de la facultad solo has pensado en esa…

—¡Que te he dicho que ni la nombres! Y, tienes razón nunca tuve ninguna amante, mi corazón y mi cuerpo solo le pertenecen a Ella, pero te juro que las tendré. Haré lo que sea para hacer de tu vida el infierno que es ahora la mía, para humillarte todo lo que pueda, para que seas tú la que decida dejarme. Veremos que puede más si tu amor por el dinero y el poder, o tu propio orgullo. Y ten presente que si algún día consigo encontrarla, te juro que pediré el divorcio tan pronto como haya hablado con ella y arreglado las cosas.

—¡No te atreverás!– chilló de nuevo Ángela al tiempo que levantaba una mano para abofetear a aquel hombre que había deseado toda su vida con desesperación y al que nunca había conseguido siquiera gustar un poco. Y todo se puso peor cuando apareció aquella…mediocre estudiante de intercambio que puso su vida patas arriba. Pero no estaba dispuesta a consentir que esa niñata le arrebatara todo el dinero y el poder que conllevaba el apellido Cullen. Su propio apellido era ya en sí poderoso pero le faltaba la chispa económica ya que su padre había hecho unos malos negocios…no dejaría que los Cullen se enterasen de ese pequeño detalle antes de la boda por eso le corría tanta prisa casarse.

—Ponme a prueba y verás de todo lo que soy capaz de atreverme cuando me fuerzan a hacer algo que no quiero ni deseo –le contestó fuera de sí deteniendo con fuerza la mano que iba directa hacia su cara.

—Tú lo aceptaste, dijiste que sí.

—¡Porque no me dejasteis otra opción! Me pusisteis una trampa, me pillasteis con la guardia baja y no descarto la posibilidad de que Ella saliera huyendo por culpa vuestra. ¿Qué la hicisteis?, dime, ¿qué la dijisteis?

—Na…nada, ¿cómo crees que yo, una aristócrata entroncada con la realeza, voy a rebajarme a hablar con una…?

—Ten cuidado con lo que dices, aristócrata venida a menos que necesita mi fortuna para poder mantener el ritmo de vida que llevas, ¿qué pasa?–le preguntó viendo su cara de asombro —¿pensabas que no lo sabía?, ¿qué me ibas a poder engañar? ¡Sal de aquí!, no quiero verte hasta el día de la boda, ¡marcharte!, ¡Alistair…!

—Diga señor –preguntó el asistente principal del Edward saliendo de la nada y temblando a la vez como una hoja. Su jefe era un hombre muy bueno pero cuando le entraban esos arrebatos de mal genio era mejor mantenerse a una muy buena distancia y parecía que esa mujer tenía la habilidad de causarle esos arrebatos en cuanto entraba por la puerta.

—Acompaña a la señorita Weber a la salida.

Una vez que se hubo quedado solo, se tiró de nuevo, literalmente hablando, en el enorme sillón que había en su despacho pasándose las manos por su desordenado cabello en un gesto desesperado. No tenía más remedio que resignarse y aceptar aquello a lo que había sido obligado desde que nació, a pesar de que su corazón nunca estaría con aquella mujer que por derecho de nacimiento estaba destinada a ser su esposa. Malditas costumbres irlandesas totalmente anticuadas y obsoletas. Según mandaba la tradición cualquiera de los dos podría renunciar y decir no, pero él se había visto forzado a aceptar, siendo presionado hasta la saciedad, tendiéndole una trampa que Edward nunca vio venir. Había intentado hablar con ella por activa y por pasiva, convencerla de que entre los dos buscaran una salida que les permitiera anular por mutuo acuerdo ese compromiso. Le había dicho que no la amaba, que su corazón pertenecía a otra, aunque esa otra hubiera desaparecido de repente de su vida sin saber muy bien el motivo.

Debería estar enfadado con ella, amargado por eso, de hecho lo había estado durante un breve periodo de tiempo en que, por despecho, había aceptado aquel estúpido compromiso cayendo en sus redes, en la trampa tan bien urdida y él mismo se había puesto esa soga al cuello. Pero con el paso del tiempo descubrió que, por muy traicionada que se sintiera, Ella no era así, era una mujer con todas las letras, acostumbrada a luchar, que enfrentaba las cosas a la cara, nunca huía, ¿por qué hacerlo entonces sin darle una explicación?, ¿por qué huir nada mas graduarse sin siquiera despedirse?, había algo raro en esa actitud, algo que sospechaba tenía mucho que ver con sus padres, con Ángela y con aquel extraño cheque que había encontrado en su buzón al día siguiente.

La había conocido en la universidad, los dos estudiaban literatura y ella además magisterio. Era increíble la capacidad de superación de esa mujer que con una beca de intercambio en un país extranjero se atrevía con dos carreras a la vez, pues su familia no tenía recursos, al tiempo que trabajaba en una librería para cubrir sus gastos. Él estudiaba también dos carreras al mismo tiempo, más por imposición que por otra cosa, pues la literatura y los libros eran su pasión no la administración de empresas. Pero, junto a su hermana, estaba destinado a tomar la dirección del negocio familiar por lo que no le quedaba otra. Ella sin embargo lo hacía para cumplir un sueño: ser maestra y escribir un libro que era su máxima ilusión.

Desde el primer momento en que la vio se quedó prendado de aquella cabellera castaña y aquellos bellos ojos del color del chocolate tan profundos que parecían estar haciéndote un scanner del alma, unos ojos que evocaban a la tierra fértil que descansa debajo de ese manto que le sirve de protección. Ojos que se perdían en el color verde de los suyos tan verdes como la hierba que poblaba los extensos bosques de Escocia. No era muy alta sino de estatura más o menos mediana, un poco baja quizás para su muy corpulento cuerpo y, sin embargo, tan perfecta para él.

Poco a poco fue naciendo entre ellos una buena amistad que pronto se convirtió en algo mas, por lo menos para Edward y él estaba convencido de que para ella también. No se acordaba ya de cómo ni cuándo empezó a nacer el deseo de cuidarla, de protegerla, de hacerla suya pues necesitaba su cuerpo como necesita el agua alguien perdido en un desierto durante días. Necesitaba besarla, beber de esos dulces, tiernos y carnosos labios. Acariciar con sus fuertes dedos esos pezones que le llamaban hasta que se pusieran duros como piedras, devorarlos hasta sentirse empachado de ellos; necesitaba hundirse en ella y no salir de su interior nunca más, experimentando orgasmo tras orgasmo hasta morir de puro placer.

Le iba a confesar sus sentimientos y pedirle que fuera su novia en aquella fiesta de graduación cuando de repente desapareció sin dejar rastro. Lo último que recordaba era haberla visto hablando con Ángela y sus padres, que desgraciadamente habían acudido a la fiesta, después…. nada. Alice, su hermana, le decía que la buscara pero él, terco como siempre, al principio se negó, pues estaba muy dolido y enfadado con Ella por… dejarle así.

Llevado por ese sentimiento de frustración y rechazo aceptó en ese mismo instante el compromiso que, nada más nacer, sus padres habían pactado con el clan Weber para unir así sus familias. Él no amaba a esa mujer, nunca lo hizo, es más la despreciaba, pero era tan fuerte el dolor de la perdida que, llevado por la ira, lo aceptó si medir consecuencias. Si Ella se había marchado de su lado sin decirle nada era porque no lo amaba tanto como él la amaba ¿o no?, se decía a sí mismo como excusa –o porque alguien le dijo algo que no debía de oír le dijo Alice y entonces empezó a barajar esa posibilidad. Había contratado a los mejores detectives, buscado por todo el continente, el resto del Reino Unido incluido, siempre le gusto Londres…pero nada, lo cierto es que resultaba muy obvio que si quería huir se refugiase precisamente en esa ciudad tan cerca de Escocia.

Sus últimas indagaciones indicaban que quizás hubiese regresado a España, su país de procedencia, pues aunque ella había nacido en Norteamérica, al morir sus padres se fue a vivir a ese país con su abuela materna Marie que se había casado con un emigrante español y vivía en España desde hace muchos años. Pero a Edward eso le parecía demasiado improbable ya que también sería el primer sitio donde se supone la buscaría y de hecho fue el primer lugar donde miró, pero su abuela nunca le dijo nada aunque estaba seguro de que sabía más que de sobra donde estaba. Por esta razón, tenía todo un ejército de detectives españoles puesto a su búsqueda y vigilando constantemente su casa así como todos los movimientos que hacía su abuela…pero todo había sido inútil, se la había tragado la tierra. Era consciente de que, a pesar de que había transcurrido muy poco tiempo, podría estar comprometida o tal vez ya casada, motivo por el cual quizás hubiese huido de aquella forma, pero tenía que encontrarla y que por lo menos le explicara el porqué de su abandono. Si ella no le quería, si estaba comprometida y casada la dejaría ir, y aceptaría unirse con una mujer de la que no estaba enamorado y ser desgraciado toda su vida al igual que antes de él lo había sido su padre. ¿Por qué el destino se empeñaba el negar el amor a los Cullen? Edward solo quería casarse con alguien y ese alguien era Ella...

—Te veo muy estresado…no te preocupes amor que yo te quitaré las preocupaciones de encima –le dijo la muchacha sentándose a horcajadas sobre él al tiempo que empezaba a desabrocharle la camisa. Edward se acomódo en el sillón y se dejó hacer. Cerrando los ojos sintió como sus suaves manos descendían por su duro y firme torso ahora desnudo, rastrillando con sus uñas las líneas de sus marcados y trabajados músculos, hasta acabar en la cinturilla de sus pantalones los cuales empezó a desabrochar llevando su mano por ese camino feliz que terminaba en un pene que la esperaba preparado y dispuesto. Mientras Ella liberaba esa protuberante y enorme erección de la presión de sus bóxers, iba dejando besos húmedos a lo largo de todo su cuerpo. Con sus pequeñas y suaves manos tomó su miembro y comenzó a acariciar el glande haciendo círculos. En un momento determinado se dio la vuelta y se sentó con la espalda apoyada en su pecho. Se inclinó hacia abajo para tomar el pene con su boca, pasó las piernas por encima de sus hombros de modo que su culo quedó a la altura de la cara de Edward. Éste no lo dudó un segundo y llevando su lengua hasta su ano, le penetró con ésta para sustituirla luego por sus dedos mientras sentía como Ella se metía toda su longitud dentro de su boca, chupando, lamiendo, succionando, dándole suaves y leves mordiscos….Edward ya no podía más de la excitación, deslizó sus dedos desde su ano hasta su vagina y la penetró al tiempo que con su lengua lo hacía en ese orificio trasero…sintió como su orgasmo llegaba…sintió como ella ordeñaba sus dedos…

Unos fuertes golpes que alguien daba en la puerta lo sacaron de ese nuevo y recurrente sueño, al principio no los escuchó, hasta que estos se hicieron ensordecedores. Poco a poco fue saliendo de su erótica fantasía devolviendo su mente a la realidad, en un primer instante no ubicó donde se encontraba hasta que se despertó del todo.

Pensando que podría volver a ser Ángela con algún que otro cuento chino, o quizás su padre para reprocharle el modo en que la había tratado, se levantó para abrir con cajas destempladas, ¿cómo se atrevían a importúnale así?, esos sueños eran lo único que le mantenían con vida… lo único que le anclaban a Ella. Pero sin embargo, cuando abrió la puerta todo el mal humor se disipó al ver una de las tres únicas personas que conseguían calmarle

—¿Qué sucede Alice?

—No se nos ocurrió buscarla allí en un principio, nunca pensamos que hubiera cambiado de continente pero…creo que la hemos encontrado – dijo su hermana a modo de saludo empujándole hacia un lado para entrar en el despacho de Edward como un elefante en una cacharrería arrasando todo a su paso y poniendo al mismo tiempo un portátil en sus manos. Edward, siguiendo como un autómata a Alice dentro de la estancia, cogió el ordenador totalmente confundido sobre todo por la página que su hermana tenía abierta en ese momento, una de esas páginas que a ella tanto le gustaban y que, sin embargo, él odiaba.

—¿Y esto qué es?, Alice no tengo tiempo para tus tonterías, ya sabes que no me gustan esas estúpidas historias que lees por internet, es mas creo que…—empezó a decirle pasando sus manos por su muy desordenado y cobrizo pelo el cual conservaba largo, justo de la longitud que a Ella le gustaba.

—Calla un poco y empieza a leer. Es por eso por lo que creo que he dado con Ella, fíjate en el nombre del autor, es un pseudónimo ¿no te dice nada?, ¿y el tema que trata?, ¿qué me dices del tema?, está basado en una leyendo escocesa, aquella que siempre nos decía que le contáramos. Pero sobre todo, fíjate en el nombre –le decía Alice todo seguido y casi sin respirar lo que mostraba lo excitada y nerviosa que estaba provocando de paso que a él le costase trabajo seguirla.

—Little Higlander –dijo más para sí que para Alexia —Ella estaba obsesionada con nuestras leyendas, nuestra historia, con este tema en particular… el título , el argumento, la leyenda que tanto le gustaba, yo solía llamarla de forma cariñosa mi pequeña inmortal ¿será posible que…? –pensaba en voz alta mientras se dirigía a la mesa del despacho para coger el teléfono.

—¿Qué haces?— preguntó Alice.

—Llamo a nuestra agencia de detectives para ver si pueden rastrear esto, tiene que haber algún modo de averiguar el país de donde procede esta publicación. Tenemos que ponernos en contacto con… la autora o autor de esta historia porque tenemos que partir de la base que puede estar escrita por un hombre y no ser Ella. Pero si conseguimos averiguar quien es y resulta ser nuestra pequeña inmortal, para no asustarla no le diremos que somos nosotros, solo que estamos interesados en publicar su historia como libro en este país, le daremos el nombre de una falsa editorial solo hasta conseguir llegar hasta ella y entonces … —Edward ni siquiera pensaba en lo que decía, estaba total y absolutamente nervioso y desquiciado…era Ella…tenía que ser Ella.

—Ya lo he hecho yo —contestó Alice —en la agencia me han dicho que es muy difícil rastrear esto, pero sí me han dado una pista. La historia está escrita en nuestro idioma por lo que es posible que provenga de un país de habla inglesa aunque no tiene porque ser así, puede publicar en inglés y vivir en un lugar donde no se hable este idioma, pero es una pista. Sabemos que no está en Londres, sabemos que no está en Irlanda ni aquí en Escocia, ¿qué otro país sugieres?, bueno más bien continente.

—¿Estados Unidos de América?, ¿Australia?

—No te vayas tan lejos, quedémonos primero con Estados Unidos, e incluso podemos buscar en Latinoamérica porque como digo, puede estar escondida en cualquier otro lugar y escribir en ingles pero…es un sitio por dónde empezar. Adelantándome a lo que harías me he puesto en contacto con ella, porque doy por supuesto que es una mujer aunque es bien cierto que en estas páginas también escriben hombres, pocos, pero algunos hay. ¿Ves?, pinchando aquí te envía a un enlace en donde puedes enviarle un mensaje personal y eso es lo que hice. En el privado, enviado con el pseudónimo que yo utilizo aquí, le he dicho que me ha gustado mucho su historia y que al ser dueña de una editorial me gustaría publicarla, por supuesto me he cubierto las espaldas y no le he dado el nombre de la editorial. Le he dejado mi dirección de correo electrónico y el número de mi móvil. Por otro lado me he puesto en contacto con la administración de la pagina pero como me imaginaba me han dicho que no podían darme información. Ellos desconocen el teléfono y la dirección de los autores que publican en este sitio, no los conocen ni saben quiénes son, Little Higlander para ellos es tan misterioso o misteriosa como para nosotros…o eso es lo que me han dicho por lo menos –agregó no demasiado convencida.

—Entonces no tenemos nada –contestó Edward pasándose otra vez la mano por el pelo en un gesto desesperado –la primera pista buena después de todo este tiempo y…¿nada?

—Te equivocas –dijo Alice –es por eso por lo que he venido no pensaba hacerlo hasta no tener una pista segura, sé lo mal que lo estás pasando. Llevo ya dos semanas detrás de esto, insistiendo una y otra vez. Esta mañana he recibido una contestación. No, no te emociones, la persona que me respondió era algo así como una especie de representante. La autora , atención me ha dicho autora, no se quiere dar a conocer ni revelar quién es, al menos no de momento, pero según esta persona está interesada en mi oferta, bueno…en nuestra oferta. Aunque, todos los trámites necesarios para la publicación del libro se tienen que hacer a través del supuesto representante. Me ha dado un número de teléfono. Le he llamado y me ha dicho que de momento no puede darme datos personales de Little Higlander, simplemente se limitaría a transmitirle nuestra intención de hablar directamente con ella y si su representada lo estima oportuno ya se pondría en contacto con nosotros. Me ha dejado bien claro que todos los trámites se tendrían que hacer a través de él, que ella -Alice recalcó el "Ella" mirando cómplice a su hermano-, es una persona muy celosa de su vida privada y de su intimidad. No quiere ni le gusta ser el centro de atención ni que la reconozcan ni la paren por la calle y eso es lo que pasaría si le publicamos el libro y tiene éxito. Dice que escribe por vocación, porque le gusta, porque en cierto modo es un sueño sin cumplir, pero quiere poder vivir su vida en privado y en paz. ¿No te recuerda eso a alguien?

—Hay que averiguar si se trata de Ella… ¿tienes el teléfono de su representante y su nombre?

—Aquí lo tienes— dijo mientras le tendía un trozo de papel –pero no vas a tener más suerte que yo ya lo verás. Edward se lo pensó por un momento, su hermana tenía razón así que marcó otro número de teléfono.

— Despacho de J.J. Jenks ¿dígame?— dijo la conocida voz de Lauren su secretaria.

—Soy Edward Cullen quiero hablar con Jenks ahora mismo. Me da igual que esté ocupado— contestaba a lo que Lauren le respondía al teléfono— quiero hablar con él ¡AHORA!

—Un momento Sr. Cullen— dijo Lauren bastante atemorizada.

—¿Diga? — dijo el abogado al otro lado del teléfono.

—Nos estábamos equivocando de país y de continente. Puede que esté en Estados Unidos, Australia e incluso en Latinoamérica, ha escrito una historia en una página de esas de Internet que se dedican a estas cosas, la historia se llama Bajo tu poder y está basada en nuestras leyendas. Escribe con el pseudónimo de Little Higlander. Quiero que remuevan los dos continentes buscándola, no dejen rincón sin investigar. Búsquenla sobre todo en colegios y universidades. Busquen también a su representante un tal... Demetri Vulturi –añadió mirando el nombre que ponía en en la nota que le había pasado Alice al tiempo que le daba también la dirección de correo electrónico del tal Demetri Vulturi —, puede que no sea su nombre de verdad, aplíquenle el tercer grado para que hable si es necesario, hagan todo lo posible y lo quiero para ya… Si en 24 horas no ha obtenido resultados me temo que tendré que prescindir de sus servicios, ¿me ha entendido…?

—Edward hijo –dijo Carlisle, jefe del clan Cullen, padre de Edward y Alice, entrando en ese momento al despacho —venía a comentarte que esta historia que me ha dado a leer tu hermana es fenomenal, realmente estas páginas son un nido de grandes autores, hay que intentar ponerse en contacto con este tal Little Higlander para que nos deje publicarlo como libro, sería muy bueno ya que está basada en nuestras leyendas y…. ah estás aquí Alice te buscado en tu despacho pero…bueno el caso es que tenemos que ponernos en contacto con la autora o autor de algún modo, averiguar quién es en realidad, esta claro que utiliza un pseudónimo como todos en estas páginas y…

— ¡ ¿Y qué te crees que estoy haciendo padre?!— ladró Edward llevándose de nuevo las manos al pelo —papá—, la autora es Ella, la he encontrado…o al menos eso creo —añadió mientras marcaba el número de teléfono del piloto del avión privado. Su hermana lo miraba con gesto condescendiente mientras se apresuraba a explicarle al padre…

—La hemos reconocido porque estaba escribiendo esta historia en la universidad y nos la enseñaba para que la leyéramos. Éramos algo así como sus conejillos de indias, he de admitir que siempre me quedé con las ganas de saber cómo terminaba, es tan bonita.

—¿Estáis seguros de que es Ella? –preguntó Carlisle Cullen con un tono de voz de lo más misterioso.

—Little Higlander —le explicó Paul impaciente mientras esperaba a que el dichoso piloto cogiera el maldito teléfono— es el mote con el que siempre la llamaba ya que en broma siempre decía que le gustaría ser una inmortal como los protagonistas de esas leyendas. Alice le ha mandado un mensaje privado y ha conseguido que le conteste alguien que dice ser su representante. Nos ha dicho que todo se tiene que hacer a través de él porque es muy celosa de su vida personal, cualidad que para mí la identifica aparte de que si se está escondiendo de nosotros lo último que querría hacer sería salir a la luz pública y, como ya te ha dicho mi hermana, esa es la historia que escribía en la universidad, me sé cada palabra de memoria papá, no tengo duda.

—Stephan, ya era hora, prepare el avión para viajar hasta Estados Unidos lo antes que le sea posible. Cuando esté listo me avisa. Y por favor búsqueme otra azafata que no sea Heidi o Jessica, no estoy de humor para lidiar con ellas—. ¿Por qué todas las mujeres se tendrían que acercar a él con el solo objeto de meterse entre sus pantalones a ver si le conquistaban y conquistaban de paso su fortuna?, ¿es que nadie le podía querer por sí mismo? Sí, sí que había alguien…Ella, Ella lo hacía…no sabía ni quien era ni cuánto dinero tenía, él se lo había ocultado aposta, necesitaba que lo quisiera por sí mismo, no por lo que su riqueza y poder representaban. Esa noche, esa maldita noche iba a contarle la verdad, a explicarle sus sentimientos, a poner un anillo en su dedo y pedirla que se casara con él. Estaba seguro que le perdonaría…era tan buena, amable y generosa, además de dulce, sencilla, luchadora, valiente. Era todo lo que quería, admiraba y…amaba.

—¿Y a que ciudad estadounidense pretendes ir?—preguntó su padre alzando una ceja en un vano intento por evitar que su hijo se marchara en pos de ese…sueño y diera al traste con sus planes y el prestigio de dos de las familias más importantes de Escocia—. Hijo, Norteamérica tiene cincuenta estados y un Distrito Federal, ¿no es mejor que esperes aquí a tener noticias?, ¿y si como pensáis está en otro lugar? Además… ¿qué vas a hacer con Ángela?, ella me ha dicho que al final has aceptado anunciar hoy el compromiso ¿no te irás a echar atrás ahora?, piensa en el escándalo. No, definitivamente no puedes echarte atrás.

— Viajaré a New Haven, ella siempre decía que le encantaría enseñar literatura en esa universidad, ¡Dios! ¿Por qué no lo pensé antes? Y además con lo fácil que tengo la estancia allí, tan preocupado estaba de buscar en este continente que no se me ocurrió… –dijo recordando de pronto ese pequeño detalle —y si no está ahí, buscaré en Harvard y sino… sino ya veré lo que haré –contestó sin vacilar—.

—Bueno también puedes probar en Berkeley y Stanford —le ilustró su hermana, pero tu punto es bueno —además cuando la encontremos llegaremos más rápido hasta ella si ya estamos allí. Y si está en Latinoamérica también estamos más cerca y si esta en…

—¿Llegaremos?

—Edward, ella era mi mejor amiga –le dijo Alice apuntando su pecho con el dedo—, también tengo derecho a saber porque se fue. Y si es por lo que me imagino tengo que decirle que podría haberlo hablado conmigo, a pesar de ser tu hermana…yo la habría comprendido, apoyado y ayudado. Yo era su confidente, no había nada de ella que no supiera y…

—¿Y…? Alice ¿te confesó ella alguna vez sus sentimientos hacia mí?

— No, nunca me lo confesó, nunca, ya te lo he dicho cien veces—le dijo enfurruñada— pero conocía cada uno de sus gestos a la perfección y ya te he dicho muchas veces también lo que creo…

— Bueno, esperemos averiguarlo pronto. Papá, Stephan me llamará en cuanto tenga dispuesto el avión me voy a casa a hacer mi equipaje. No sé cuánto tiempo estaré, no pienso volver sin Ella. Trabajaré desde allí, avisa por favor a nuestra filial en New Haven que voy para allá. Y, por cierto, en respuesta a tu otra pregunta, iba a mandar un comunicado de prensa para anunciar mi compromiso con…Ángela, ni que decir tiene que eso queda suspendido así que por favor no lo mandes. Rechazo de pleno ese matrimonio y me importa un comino el escándalo, las habladurías, la humillación y toda esa mierda.

—Pero hijo…—habló su padre con un claro gesto de preocupación y enfado –no puedes hacer eso…

—Me importa bien poco si puedo hacerlo o no, es mi vida y haré con ella lo que me plazca ¿estamos? Alice como no estés a la hora en que Stephan me diga que tiene listo el avión te aviso que te quedas en tierra –añadió sin darle a su padre opción a replica.

— No te preocupes, solo voy a meter cuatro cositas de nada. Ya compraré allí lo que necesite –Edward rodó los ojos ante su expresión cuatro cositas de nada, conociéndola iría cargada de maletas y encima protestando de que no tenía suficiente e iría de compras nada más llegar. Es por eso que a veces le exasperaba demasiado pero a la vez la quería y respetaba mucho. A pesar de nadar en dinero y su afición por la ropa y las compras, Alice Cullen era la mujer más sencilla que él hubiera conocido, bueno…después de Ella.

—Alistair, cancele todos mis compromisos por tiempo indefinido y esto… tiene usted disponibilidad de viajar conmigo a Estados Unidos por una buena temporada.

—Ya sabe usted que no tengo familia Sr. Cullen, sí que puedo.

—Pues valla a su casa y haga las maletas. Cuando Stephan nos avise nos marcharemos.

—¡Alto ahí a los dos!, no es un ruego es una orden, no podéis marcharos así…el compromiso…la familia…es un error…piensa en Ángela, está muy ilusionada…la destrozarás…he hablado con ella cuando ha salido de tu despacho y me ha dicho que lo ibais a anunciar por fin hoy…te ama Edward no hagas ninguna tontería.

—¿Qué me ama?, ¿qué me ama dices?, esa lo único que ama es mi cuenta corriente y la que tendré cuando…herede.

—Hijo eso es una total y autentica tontería, Ángela no necesita para nada nuestro dinero —Edward rodó los ojos desesperado ante esa afirmación. Maldita mujer que engañado le tenía —esta noche es el anuncio oficial de tu compromiso, tienes que estar ahí…es importante. Todo está ya preparado y dispuesto. No puedes dejar plantadas a tantas personas importantes.

—No va a haber ningún anuncio de compromiso padre, ¿cómo quieres que te lo diga?

—Piensa en Ángela y como se va a sentir cuando descubra que has huido de esa forma…no puedes…

—Ya me imagino cómo se sentirá, pobre ¡qué pena me da!– contestó con sarcasmo—. Papá ya sé… que está mañana cuando he hablado con ella he aceptado el compromiso y la boda…pero…no sé…si eres consciente de que ha sucedido un imprevisto y he cambiado de opinión. No me voy a casar con Ángela, en este momento me importan muy poco las consecuencias de mi decisión, no voy a unirme con una aprovechada que solo busca mi dinero y a la que no amo ni nunca amaré, me da igual el desprestigio y la humillación que eso pueda causarle, ella solita se lo buscó, la he estado advirtiendo y de nada ha servido…lo siento por la empresa y nuestra familia pero estoy seguro que conseguirás solucionarlo…como siempre.

—¿Tu dinero?, ¿para qué querría Ángela tu dinero Edward? Ella tiene de sobra, no es una pobrecita arrastrada como esa aprovechada de la que te encaprichaste en la universidad. Esa sí que buscaba tu dinero, aparte de tu cama y tu posición claro. Menos mal que yo…con todo lo que he luchado hijo…no puedes marcharte ahora así…

—¿Menos mal que tú qué…? —le dijo desesperado cogiéndolo por los hombros. Algo en su cabeza hizo clic mientras advertía en su padre una clara muestra de miedo, señal inequívoca que había hablado de más. Se alejó de él mirándolo con pavor al tiempo que Alice reprimía una exclamación de asombro y decepción —¡fuisteis vosotros!, ¡vosotros la alejasteis de mí!

—¿Y qué otra cosa podíamos hacer?– contestó ese hombre que se llamaba su padre como si fuera algo obvio —no podíamos dejar que una mujerzuela sin recursos, ni posición ni dinero entroncara con nuestra familia. Tu no pensabas con raciocinio teníamos que hacerlo nosotros. Tengo que decir en su favor que fue muy lista, jugando el papel de amiga que no quería meterse en tu cama, para pillarte desprevenido cuando pudiera. Pero ahí estábamos tu madre y yo... le dije en esa fiesta que te dejara en paz, que tenías novia formal y te ibas a casar con ella en breve. Le aconsejé que se olvidara de ti, que te permitiera ser feliz, que nunca podrías quererla teniendo una mujer como Ángela a tu lado. Que para ti solo había sido una diversión, un entretenimiento, mientras tu verdadero amor no estaba. Le dije que mirase a Ángela y se comparase con ella. De hecho se la presenté. Le di un cheque por sus servicios que ella gustosamente como la puta que en verdad era lo cogió y salió de allí lo más deprisa posible.

Edward no salía de su asombro con lo que estaba escuchando ¿cómo podía ser posible que tanta maldad se escondiera dentro de un hombre de tan amable apariencia?

—¿Co…cómo pudiste ser tan cruel padre? No me lo puedo creer por Dios –exclamó sentándose de golpe en la silla más cercana, horrorizado con todo lo que estaba oyendo. De su madre se lo hubiera esperado pero…¿de su padre?

—Bueno ya te digo que no dudó en coger el cheque y largarse, de hecho no has vuelto a saber de Ella y si no te hubieras empeñado en buscar…Ángela es la mujer indicada para ti no Ella —Edward ató cabos descubriendo por fin el misterio que se ocultaba tras el famoso cheque, sabía de sobra que ese famoso cheque no era lo que en un principio pensó, estaba tan devastado que…no se puso a investigar…pero lo sabía. Como en una especie de flashback, recordó que al día siguiente de la graduación un repartidor trajo a su apartamento un cheque firmado por Carlisle Cullen, por valor de veinte millones de libras escocesas. Al principio pensó que era un regalo sorpresa de sus padres por la graduación. Cuando les dio las gracias no le sacaron del error, pero ahora…¿porqué no se había dado cuenta antes?, se levantó de la silla y mirando de frente a aquel hombre desconocido para él lo encaró con la más absoluta de las rabias.

—Isabella Marie Swan, hija de Renée y Charlie Swan, es la mujer más integra que he conocido, conozco y conoceré, jamás se dejaría sobornar, nunca aceptaría dinero por algo que no fuera el producto de su trabajo.

—Pues no puso ningún reparo cuando se lo metí en su bolso, que yo sepa no nos lo devolvió.

—¿Así que no se lo diste en la mano? –Le preguntó alzando una ceja.

— Yo no me rebajaría a hacer una cosa así, se lo puse en el bolso sin que ella lo viera, pero nunca nos lo devolvió así que como ves…aceptó el sobornó, se fue de tu vida a cambio de un montón de dinero.

—Ella me devolvió ese cheque a mí, no sabía vuestra dirección padre, no venís en la guía. Me lo trajo un repartidor al día siguiente de la graduación. Pensé que era un regalo vuestro fui yo quien lo cobré y no Ella…, que idiota fui… y ahora…si me disculpas.

—No consentiré que te vayas así…no permitiré que dejes plantada a Ángela. No viajareis en el avión de la empresa…todavía soy yo el jefe aquí…llamaré a Stephan ahora mismo y…

Pero ninguno de los dos hermanos lo escuchaban...El patriarca del clan Cullen regresó a su despacho con un claro gesto de derrota y soledad, todos sus esfuerzos se había ido al traste por culpa de una estúpida historia que a su hija se le había ocurrido leer. Pensaba que tenía todo bien atado, pero no contaba con ese imprevisto. La verdad es que desde el momento en que esa…mujer aceptó su soborno…o eso creía él, se había olvidado por completo de Ella ya que si su hijo la encontraba siempre tendría ese arma que esgrimir…no se le ocurrió pensar…Tomó el teléfono decidido, sabía muy bien lo que tenía que hacer…al fin y al cabo estaba todo preparado…solo atar ese cabo suelto.

Cuando Edward entró por la puerta del gran e inmenso castillo situado a las afueras de Edimburgo, todo estaba en silencio. Genial, posiblemente su madre estaría de compras o en algún reunión de las suyas. Muy a diferencia de su hermana y de él, Esme Cullen era la mujer más frívola con la que se había topado nunca, a excepción de Ángela claro está.

Se puso a hacer las maletas, metiendo en ella casi toda su ropa. No sabía por cuánto tiempo iba a estar allí pero tras este nuevo descubrimiento de lo que sí estaba seguro era de que no volvería de Estados Unidos sin su mujer. No le importaba lo que sus padres pudieran hacer, como si lo desheredaban, le daba igual todo, de todos modos no era el primero de la familia en ser repudiado por perseguir el amor. Lo único que le detendría es que ella estuviera casada o comprometida con alguien y le demostrase que estaba enamorada, entonces… la dejaría ir.

—Tu padre me ha contado que te vas a Estados Unidos a…buscarla que has…encontrado una pista, me ha pedido que intente persuadirte porque…

—No madre no lo intentes porque no lo lograrás, estoy decidido y Alice se marcha conmigo, el compromiso como ya le he dicho a mi padre queda anulado.

—No iba a intentar hacerlo, solo…quería desearte suerte…encuéntrala hijo...vuelve con ella…pero si lo haces…casaros primero…es…es la única manera de que tu padre no…ya sabes lo que opina de un divorcio en la familia.

—¿Madre?, ¿es posible que la mujer frívola y mundana que siempre me has demostrado ser me diga esto? –le preguntó Edward claramente sorprendido

—Hijo…no…debes…fiarte de las…apariencias…yo soy lo que todos esperan que sea…una mujer florero que va del brazo de su esposo sonriendo, que hace todo lo que le dice, que acude a fiestas sociales, que va de compras y se gasta mucho dinero en ropa, en cosméticos, peluquería o spa…pero…nadie ha sabido ver lo que hay detrás de eso…ni siquiera vosotros. Ve hijo…no vuelvas sin ella. Te mereces ser feliz –Edward por primera vez en su vida miró a los ojos de su madre, tan verdes como los suyos y en ellos vio a una mujer frustrada y decepcionada de la vida que había aceptado su destino sin rechistar. Entonces la realidad lo golpeó, el malo de la historia era su padre, Esme solo era su títere.

—Oh vamos dame un abrazo –le pidió a esa mujer que lo había tenido engañado durante tanto tiempo.

—Iréis a casa de Emmett y Rose ¿cierto? –le preguntó a su hijo sin salir aun de sus brazos.

—Sí ellos no tienen inconveniente sí. La verdad es que es una maravillosa y sorprendente coincidencia…si me hubiera dado cuenta antes seguro que ellos me habrían ayudado a buscar.

—Dales mucho recuerdos hijo, echo mucho de menos a Emmett.

Salió por la puerta cerrándola de un golpe y dejando a Esme con un nudo en la garganta. Ojala su hijo tuviera más suerte que ella porque valentía no le faltaba…algo de lo que ella carecía.

Edward no se lo podía creer, siempre pensando que era su madre la más empeñada en su boda con Ángela y ahora resulta que su padre… fue su propio padre quien le había alejado de la mujer que amaba destruyendo para siempre su felicidad y haciéndole creer que ella le había dejado. Cuanto tiempo enfadado, encolerizado y enfurecido por nada. Cuanto tiempo para pensar que no le quería y le había dejado por eso. ¿Por qué no haría caso de las palabras de su hermana, sus tíos y sus primos?, ¿por qué no les habría escuchado?, ¿por qué no puso a una legión de detectives a buscarla por todo el país, continente o el mundo si hubiera sido necesario en vez de contratar solo a la agencia de la empresa? Por dolor, solo por dolor, el dolor de pensar que no le amaba tanto como él a ella. Ese dolor le cegó y no se paró a pensar que Isabella Marie Swan jamás se hubiera marchado así. Ella no era ninguna cobarde. Bella, como le gustaba que la llamasen, había nacido en un pequeño pueblo llamado Forks, su padre era el jefe de policía allí y éste le había enseñado a mirar a los problemas de frente, sin titubear, se enfrentaba a la vida, le plantaba cara a los problemas y salía adelante con una sonrisa. Le hubiera escuchado y luego con ternura, delicadeza y buenas palabras, le habría dicho que ella no le quería de ese modo, al igual que les contaba a Alice y a él que hacía con ese tal Jacob.

Antes de que los detectives le dijeran de su paradero, necesitaba calmarse, necesitaba un plan para encontrarse con Ella por casualidad, como quien no quiere la cosa. Necesitaba pensar como se lo diría, que le diría, porque la verdad es que nunca le había confesado su amor, no le dio tiempo. Pero ahora tenía la certeza de algo, si salió corriendo de esa forma, es por dejarle ser feliz, por darle espacio, por no entorpecerle. Eso solo podía significar algo: le amaba. Por lo menos en aquel entonces. Solo esperaba que quedara algo de ese amor en su corazón y que fuera capaz de despertarlo.

Necesitaba un plan para poder conquistarla de nuevo desde el principio. Quizás no sería prudente decirle desde el primer momento que estaba enamorado de ella. Quizás era bueno ir poco a poco, sembrando la duda en su cabeza… quizás…

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Habréis advertido que cuando escribo Ella, lo hago poniendo la "E" con mayúscula, está hecho a propósito Cuando Edward o Alice piensan o habla de Bella, se refiere siempre a Ella, pero ese Ella es alguien en concreto por eso lo puse con mayúscula. Nunca mencionan su nombre hasta un momento concreto del capítulo. Solo fue una manera de mantener la intriga, espero haber acertado.

Besos







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