viernes, 22 de febrero de 2013

EN BUSCA DE UN AMOR PERDIDO. CAPÍTULO 2: LITTLE HIGLANDER...LA SOMBRA DE UNA DUDA




DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer

Capitulo 2: Little Higlander…la sombra de una duda.

Narrador en tercera persona

—De verdad que no quieres venir, anda por favor, ven aunque solo sea un rato, no puedes pasarte toda la noche metida en casa, pensando lo que no debes y llegando a conclusiones que a lo mejor no son las ciertas –le dijo su amiga haciéndole uno de sus pucheritos, pero ella esa noche no estaba para pucheritos made in Tanya.

—No insistas Tanya, no me apetece, me duele un poco la cabeza y además…

—Además qué amiga, vamos ni siquiera eres capaz de inventar una buena excusa.

—Vale, vale no tengo excusa es solo que hoy…no me apetece.

—Peter dice que se ha puesto en contacto con esa gente, ¿es por eso que estás así?

—No voy a mentirte sí, es por eso, no sé qué hacer Tanya y si lo público y por culpa de eso…

—¿Tienes tu acaso algo que ocultar o de que arrepentirte? –preguntó su amiga alzando una ceja.

—No pero…

—Pues entonces…si lo publicas y sucede…lo que temes que suceda…no estarás sola amiga que aquí nos tienes a nosotros, además Peter dice que se ha puesto en su sitio negándose a dar datos tuyos y dejando claro que todo se tiene que hacer a través de él.

—Pero…

—Pero nada, si es lo que crees y…te han descubierto, no eres tú la que tiene que agacharse y esconder la cara, ahora tienes amigos, nos tienes a nosotros, no seremos tan poderosos pero…nunca escatimes el poder de una familia, tenga dinero o no lo tenga y tu eres de los nuestros Bella. De todos modos sabes que…siempre…he pensado que…antes de salir huyendo debiste de haberte quedado a…

—¿A qué?, a que me humillaran más. Estaba todo demasiado claro.

—No sé qué decirte amiga, no lo sé, solo que las apariencias a veces engañan —dijo Tanya derrotada. Era una mujer que normalmente tenia respuestas para todo, pero con ese problema de su amiga…sentía que en toda esa historia había cabos sueltos pero…no los sabía atar.

—Pues salvada por la campana, esta es mi parada –dijo la muchacha aliviada.

—Hasta el lunes entonces…bueno quizás hasta antes del lunes no creas que voy a dejar que pases todo el fin de semana comiéndote la cabeza.

—Adiós Tanya, pásalo bien.

Con una sonrisa triste en su cara y un cierto aire melancólico, salió del metro como todos los días y se encaminó hacia el pequeño apartamento que se había comprado recientemente con lo que había ido ahorrando de sus dos sueldos, producto de su trabajo en un instituto y dando clases en la facultad de Literatura en la Universidad de New Haven. No era mucho, ya que le mandaba todos los meses una parte a su abuela Marie a la que estaba intentando traerse a vivir con ella, pero era una mujer tan terca. Estaba enamorada de ese país, decía que allí estaba enterrado su marido, el gran amor de su vida y que allí moriría ella para que la enterrasen junto a él. Y no la extrañaba ya que era un país precioso, de gente cordial, dicharachera y amigable. Se había sentido feliz el tiempo que vivió en Madrid el problema era…que no podía volver…ellos la encontraría en seguida…sobre todo Ella porque dudaba mucho que…Él, se molestase en buscarla. ¿Para qué?

Nada más entrar en su casa, se desvistió poniéndose ropa cómoda y fue a la cocina a preparar un poco de cena mientras se servía una copa del mejor vino español, que su abuela le enviaba a requerimiento suyo, uno de los pocos lujos que se permitía.

El caso es que se sentía muy satisfecha consigo misma pero a la vez…estaba muerta de miedo. La historia había gustado tanto que le habían propuesto publicarla como libro pero…el problema era ¿quién era el misterioso personaje que se lo había propuesto?, esa persona que contactó con ella no le había dicho el nombre de la supuesta editorial. Escribir un libro y poder publicarlo, desde siempre fue su sueño, por eso no quería dejar pasar esa oportunidad, era algo que había dejado en el olvido cuando se marchó de aquella universidad escocesa dejando atrás su corazón roto en mil y un pedazos. Siempre fue una persona decidida y luchadora, pero al mismo tiempo siempre tuvo miedo de fracasar, de que su sueño no se cumpliera y es por eso que lo había postergado…tampoco tenía a nadie que la animara a seguir…no los tenía a Ellos. Ahora contaba con otros amigos, de acuerdo, sobre todo con Tanya que era una maravillosa persona pero…no era lo mismo.

Pero alguien se había fijado en su historia, puede ser que esa fuera su oportunidad y no quería desperdiciarla. Sus pocos amigos Charlotte, Tanya y Peter, las únicas tres personas que habían conseguido conquistar su maltrecho corazón después de aquello, la habían insistido mucho en que la publicara en esa página de internet y ahora…había dado sus frutos por lo que entre los tres la estaban animando a aceptar esa propuesta. Además los fans que tenía en la mencionada página, no hacían más que preguntarle si tenía otra en mente. Y eso subía mucho una autoestima que, por culpa de Ellos, estaba muy maltrecha.

Nunca podría estar más agradecida a Peter, novio de Charlotte, alias Demetri Vulturi para sus seguidores, ya que era la persona que le revisaba los capítulos, de haberse ofrecido a negociar por ella. No era buena en ese tipo de negociaciones y además…era consciente de que podría ser…su editorial. Ese era su gran miedo, que la persona que se había fijado en su historia pudiera trabajar para Ellos o que incluso pudieran ser…Ellos. Conocían de sobra su historia y descubrirían enseguida que, tras ese pseudónimo se ocultaba ella. Por otro lado, si sus sospechas fueran ciertas, ¿por qué ocultarse?, fueron Ellos los que la engañaron y por lo visto pretendían seguir haciéndolo, en el caso de que estuviera en lo cierto. Por lo menos aquella que dijo ser su amiga durante tantos años podría dar la cara pero…claro, que tonta, se le olvidaba que la engañaron cruel y vilmente y, en caso de que en verdad Ellos estuvieran detrás de todo, solo estarían interesados en su historia porque la verían potencialmente rentable, su autora no les importaba nada a ninguno de los dos por eso no se habían dado a conocer. Para ella era evidente que si era su ex amiga o Él quienes habían leído Bajo tu poder, la habrían reconocido en seguida. Ahora se arrepentía de lo pesada que había sido en la facultad, leyéndoles una y otra vez lo que ella escribía. Ellos parecían interesados pero…¿por qué tenía la sensación de que solo se reían?, claro por supuesto, la habían engañado ocultándole la verdad. Lo cierto es que no comprendía como aquella que fue su amiga, a la cual le había contado todas sus cosas , absolutamente todas, bueno…casi todas pues siempre le ocultó el amor que sentía por su hermano por miedo a que le dijese que no era correspondida, aunque su amiga siempre le insistía y le lanzaba todo tipo de indirectas, se había prestado para seguir el engaño de aquel hombre que había amado tan profundamente y… todavía seguía amando. Pero amaba a un espejismo, a esa falsa imagen que Él le había dado en ese momento, porque la realidad era otra bien distinta. Por eso podía olvidar ni perdonar, no después de haberla hecho sentirse como una vulgar…fulana barata. Los dos eran tal para cual, ambos la habían traicionado. Que cruel broma del destino, condenada a amar para siempre a un hombre que…la había hecho tanto daño y que ni siquiera era en realidad tal y como ella pensaba.

Casi todos los días solía recibir un mensaje privado a la cuenta que se había creado única y exclusivamente para recibir mensajes sobre su relato, en donde le preguntaban si tenía en mente alguna otra historia. Para gran alivio de sus fans, sí la tenía en mente y prácticamente escrita, pero… le suponía un gran reto publicarla porque sabía de sobra que en el momento en que lo hiciera, alguno de Ellos podría leerla o, en su defecto, alguien que les conociera en aquella época, alguien cercano o incluso aquellas tres personas horribles que tan cruelmente le habían dicho la verdad, y entonces seguro que la reconocerían rápidamente. Ya se había arriesgado publicando Bajo tu poder y además no había sido muy original con el pseudónimo, pero el anonimato que proporcionaba este tipo de páginas la protegía y ahora esa protección podría venirse abajo si…decidía publicarla. Una buena opción era dejar a Peter todo el tema de la negociación y…seguir utilizando pseudónimo. Toda esta situación le daba pavor, le daba pavor que la reconocieran, estaba a gusto en New Haven, era uno de sus sueños enseñar allí, no quería seguir huyendo, no era mujer acostumbrada a huir, no era esa la educación que le había dado su padre. Pero no podía enfrentarse a Ellos, sobre todo a…Él y a su perfecta vida junto a su mucho más que perfecta novia. No se equivoquen, ella lo amaba lo suficiente para dejarle ir, y porque lo amaba le deseaba toda la felicidad del mundo, por eso se había marchado dejándole el camino libre a…su prometida, aquella mujer con la que le dijeron que iba a ser muy feliz.

Tanya opinaba que en ese momento no hizo bien, que no debió haber huido, que tenía que haberse quedado y enfrentarlo pero…el dolor de la humillación infringida era demasiado profundo. El caso es que ella no lo veía feliz cuando alguna revista del corazón le mostraba alguna foto, le conocía lo suficiente como para saber que su gesto en esas fotos era fingido, era algo así como una especie de felicidad artificial. Pero si tenía razón, ¿por qué seguía con esa mujer?, estábamos en el siglo XXI nadie puede obligarte a casarte por obligación por muy poderosa y rica que sea tu familia. Además ¿había llegado a conocer de verdad al verdadero Edward Anthony Cullen?, no claro que no, ella solo había conocido a un chico sencillo y honesto, por lo tanto ¿por qué pensar que ese gesto era fingido?, tal vez fuera su gesto real, era más que obvio que con quien había fingido era con ella. No debía caer en el error de engañarse a sí misma, estaba segura de que él consentía eso porque quería hacerlo y a lo mejor amaba a esa mujer, a su propia y especial manera la amaba, quizás simplemente le molestase salir en los medios, de ahí ese gesto extraño que ella identificada con infelicidad. Decidió entonces dejar de divagar porque esas divagaciones la hacían daño y…no llegaban a ningún lado, así que se centro de nuevo en uno de sus principales problemas, publicar o no su nueva historia en esa página de internet.

Al principio la había empezado a escribir como una especie de desahogo emocional, de hecho le estaba costando mucho hacerlo, cada dos por tres tenía que parar y echar unas cuantas lagrimas…, pero Charlotte y Tanya insistían en que la publicara y ¿por qué no?

Charlotte y Tanya eran primas. Tanya era hija de Eleazar y Carmen, dueños y directores del instituto donde daba clases de español y a los que les costaba un enorme esfuerzo mantenerlo en pie pues todo eran facturas y sueldos que pagar. Tanya tenía dos hermanas, Kate e Irina con las cuales se llevaba más o menos bien. Charlotte era prima de ellos y Peter el novio de ésta. Tanya estaba soltera y sin compromiso pero su corazón pertenecía a Félix, un compañero del instituto al que pretendía darle caza legal, tal y como ella siempre decía. Kate estaba casada con Garrett e Irina tenía un novio, Laurent del que estaba muy enamorada. No es de extrañar que en este ambiente tan…romántico…ella se sintiera desplazada, la pieza que no encaja, por eso prefería meterse en su casa con un buen libro a salir por ahí con unos amigos entre los que se sentía…la oveja de la discordia. Y todo era por su culpa, porque ellos insistían en insistían procurando no hacerla sentir así, pero…no podía evitarlo…la amargura y la melancolía son malos compañeros de viaje. Por suerte para ella, solo pocas veces lograba escabullirse de la insistencia de Tanya y de Charlotte y siempre terminaba yendo con ellos a donde sea que sus amigas decidiesen. Pero hoy era uno de esos días en los que se sentía especialmente triste, tenía que tomar una decisión, publicar ese libro o no publicarlo y en caso de optar por la primera posibilidad arriesgarse a todo asumiendo completamente las consecuencias de sus actos.

Después de cenar se tomó una larga y relajante ducha, después se sentó en el sillón del salón con la intención de ver algo en la tele, pero todo lo que echaban era un rollo. Dudó entre sí poner una película o adelantar un poco la historia. Se decantó por lo segundo. Cuanto antes terminara mejor que mejor.

Encendió el portátil y empezó a leer por donde lo había dejado. Era una historia triste. Hablaba de una chica que había perdido a sus padres a muy temprana edad en un horrible accidente de tráfico. Su madre era una humilde camarera del único restaurante de Forks, su pueblo natal, y su padre era el Jefe de policía allí. La muerte de sus padres la dejó sola y desamparada a pesar de los esfuerzos de los vecinos por consolarla. No tenía más familia, solo una abuela a la que no conocía más que por carta y teléfono, que un buen día se había enamorado de un emigrante español. Del matrimonio nació una hija, Renée, que al alcanzar la mayoría de edad se casó con Charlie. Su abuelo materno decidió en ese tiempo que ya había estado bastante tiempo fuera de España por lo que decidió volver a su patria, llevándose consigo a Marie antes de que ella tuviera la oportunidad de conocerla. Tras la muerte de sus padres, sus abuelos vinieron a por ella haciéndose cargo de la niña. En España fue feliz, muy feliz, hasta que su abuelo murió víctima de un cáncer dejándolas sin un duro ya que el pobre hombre se había quedado sin trabajo debido a su enfermedad. Marie trabajaba en lo que podía pero la situación económica del país no ayudaba en nada y mucho menos la edad de la pobre mujer. Ella contribuía trabajando para aportar parte de su sueldo, al tiempo que estudiaba pero su abuela se negaba a cogerla un solo céntimo decía que era para sus estudios. Ella a veces la engañaba comprando la comida que faltaba antes de que su abuela lo hiciera o pagando alguna que otra factura de la casa.

Como era muy buena estudiante, le fue concedida una beca de intercambio para estudiar en un país extranjero para perfeccionar el idioma y ampliar sus estudios. Como tenía algo de dinero ahorrado, se arriesgó a invertirlo en estudiar otra carrera aparte de la que le pagaba el estado con la beca, prometiéndose a sí misma buscar un trabajo nada más llegar a su destino. Su país elegido fue Escocia, siempre la atrajo ese país, su historia…sus leyendas.

Nada más ingresar en la universidad conoce al hombre de su vida. La relación empieza como una buena amistad, pero poco a poco se va convirtiendo en algo mucho más profundo, por lo menos para ella…está claro que tanto él como su hermana… la habían engañado.

Ese muchacho tan tierno, amable, dulce, caballeroso, comprensivo, a la vez que divertido, dicharachero y muy buena persona, se había convertido en el centro de su universo. Lo amaba con locura y tenía la seguridad de ser correspondida. Tanto es así que estaba totalmente convencida de que en la fiesta que se celebraba después de la graduación le iba a pedir que fuera su novia. De hecho su hermana y mejor amiga suya, le había insinuado algo de un anillo que había ido a comprar con él, razón por la cual esa noche…le había hecho albergar esperanzas. Pero cuál no sería su decepción cuando en medio de esa fiesta descubre que ese muchacho sencillo y dicharachero le había mentido y que era nada más ni nada menos que el hijo mayor de una aristocrática familia escocesa, heredero de un potente imperio editorial que además tenía una novia formal desde hace tiempo con la que se iba a casar en breve.

Es precisamente el padre del muchacho, al que conoce en la fiesta, quien le explica todo esto pues él nada le había dicho de aquello, ni su posición social…nada. Le había mentido, al igual que su hermana, haciéndola creer que eran otras personas. El mismo padre le presenta a la novia y le dice, muy educadamente eso sí, que se aleje de él, pues ella no ha sido más que un simple capricho, una mera distracción pues al lado de esa mujer despampanante, de buena y noble familia, tipazo de modelo, guapísima, ella no tenía nada que hacer. Con un dolor inmenso en el pecho no lo puede aguantar más y se escapa de esa fiesta sin esperar a decirle nada. La chica no es ninguna cobarde, no se vayan a pensar, solo quiere que sea feliz, darle su espacio y si para eso tenía que renunciar a él lo haría.

Cuál no sería su sorpresa cuando al abrir el bolso para sacar las llaves del pequeño apartamento que tenía en el campus, encontró un cheque por una cantidad enorme de dinero firmado por Carlisle Cullen. Nunca podría llegar a explicar la cólera y la rabia que sintió, ¿qué se creía esta familia que era ella?, ¿una puta de lujo?, no sabía cómo devolverle el cheque al buen señor pero sí como hacérselo llegar a su hijo. Aquel que la había decepcionado del todo. Le había ocultado la verdad, le había hecho creer cosas que no eran ciertas, la había utilizado…, y para rematar había permitido que su padre le pusiera dentro del bolso ese cheque para que se vaya y no cause problemas, ¡que cobardes por Dios!, ni siquiera se había dignado a dar la cara dejando todo el trabajo sucio a su padre… ese no era el chico del que se había enamorado, era otro, uno al que ella no conocía pero que no merecía la pena conocer.

Lo primero que hizo al día siguiente fue enviarle de vuelta el cheque a través de un servicio de reparto, lo segundo recoger sus cosas y sin despedirse de nadie se marchó.

Con los pocos ahorros que le quedaban y sus dos títulos que buen trabajo la había costado conseguir, en la maleta, saco un billete de avión rumbo a New Haven en Estados unidos, ¿por qué allí?, muy sencillo, aunque su intención inicial era ir a España a vivir con su abuela, sabía que era ahí en el primer sitio donde la buscaría en el caso de que se molestase en buscarla, claro está. Y además siempre le hizo ilusión enseñar literatura en esa universidad. Tanto él como su hermana sabían de ese sueño pero…se arriesgaría ya había perdido mucho en el camino, no estaba dispuesta a perder nada más. De todos modos estaría tan ocupado con su novia que no se molestaría en buscarla, ni siquiera se daría cuenta de que se había marchado.

Antes de abordar el avión llamo por teléfono a su abuela. La pobre mujer adoraba a su nieta, la única familia que le quedaba, pero no había podido acudir a la graduación por falta de medios económicos. Es curioso, Él se ofreció a pagarle los gastos de avión y hotel, pero ella lo había rechazado, pensando encima que se quedaría sin sus ahorros. Menos mal que lo había hecho, pues así esa familia no tendría motivos para decir ni mu de ella. Le dijo a su abuela que no se preocupara que estaba bien pero que le habían ofrecido un trabajo de incorporación inmediata y no lo podía rechazar. Por supuesto, no le dijo exactamente de su paradero ya que contra menos supiera mejor para ella.

Le costó Dios y ayuda conseguir un puesto de maestra de español en un colegio de la ciudad, idioma que había perfeccionado durante los muchos años que vivió con su abuela, pero su mayor ilusión era enseñar en la Universidad así que trabajó y luchó muy duro hasta conseguir una plaza como profesora de literatura inglesa en New Haven.

Levantó de nuevo la cabeza del portátil y miró por la ventana el paisaje que se veía a través del cristal. Esa no era una historia cualquiera, era la historia de su vida, de su muy penosa vida. Por una parte estaba satisfecha por los logros personales, pero por otra estaba sola, sus únicos amigos tenían su propia pareja. Muchos chicos se le acercaban con intenciones bastante claras, pero los rechazaba a todos…no eran Él, nunca podrían ser Él, puesto que Él tal y como ella lo había conocido no existía. Era un producto de su mente.

Sabia por las revistas del corazón que se había hecho cargo junto a su hermana y su padre de la empresa editorial, que tenía una filial aquí en New Haven. Por eso había pedido ese favor a Peter, no quería que fuese precisamente nadie de esa compañía quien se hubiera fijado en ella. Además, la manera de expresarse de ese mensaje privado le recordaba a Alice aunque, como decían Charlotte, Tanya y Peter, podría ser muy bien su paranoia. No quería nada con ese hombre ni con esa familia, le habían hecho mucho daño. La habían tratado como a una cualquiera. Parece mentira que Ellos no la conocieran lo bastante como para saber que Isabella Marie Swan, sería pobre pero honrada y jamás aceptaría sobornos de nadie. Para colmo, tenía que verle en las revistas que sus compañeros de trabajo, ignorantes de su historia, le enseñaban y tenía que aguantar leer, con el corazón encogido, como se las pasaba por ahí de fiesta en fiesta y discoteca en discoteca con su maravillosa novia Ángela Weber y...un buen montón de mujeres cosa que hablaba muy mal de él. Ángela no le caía muy bien pero, ¿cómo podía hacerle eso? No podía comprender ni estar de acuerdo con ese Edward Cullen del que hablaban los medios de comunicación, un total y completo mujeriego sin vergüenza ninguna que, estando prometido con una mujer, se dejaba ver con un montón de modelos y actrices que seguro iban a la busca de su momento de fama y gloria. No, ese no era el Edward que había conocido en la universidad. Pero el caso es que…ella vivió engañada todo ese tiempo y un hombre capaz de engañar de esa manera era…capaz de todo. En el fondo sentía pena por esa mujer, aunque en su día la hubiese tratado como…a una puta.

Pero hacía unos cuantos días, la madre de una adolescente, que había tomado bajo su tutela, solicitó hablar con ella, se habían caído bien no en vano ella trataba de encauzar a esa jovencita y llevarla por el camino correcto…esa mujer le estaba agradecida…una cosa llevó a la otra, la invitó a cenar a su casa y…

Sumida en todos esos pensamientos se quedó dormida y soñó, soñó con que aquel muchacho dulce y atento le decía que la amaba, soñó con que paseaba con él de la mano, soñó con que le pedía ser su novia después de la fiesta de graduación, soñó con que se arrodillaba ante ella y le pedía matrimonio tiempo después, soñó con su noche de bodas, soñó…

Sus fuertes manos bajaban despacio por su cuerpo acariciando y absorbiendo cada centímetro de su anatomía, besando sus senos con ternura para después morderlos y ponerlos duros como una piedra. Su boca siguió bajando hasta llegar a su centro en donde introdujo su lengua penetrando con ella en aquel lugar destinado solo a él. Sus dedos jugaban con su clítoris mientras la lengua entraba y salía de su cavidad provocando que fuertes gritos de placer salieran de su garganta. Sintió como abandonaba ese punto sensible de su anatomía para descender dejando besos por sus muslos hasta llegar a los dedos de sus pies, los cuales beso y mordisqueó uno a uno, a la vez que arañaba la planta con sus uñas para después hacerlo con sus dientes. Empezó de nuevo a subir dejando un reguero de besos húmedos allá por donde pasaba, hasta llegar de nuevo a sus muy erectos pezones. Ella a su vez exploraba su cuerpo fuerte y bien moldeado con la inocencia de la primera vez, con ansias, con amor, con pasión y él se estremecía ante su toque. Cuando sintió la punta de su pene dispuesta en su entrada para invadir su palacio, no tuvo duda alguna de ello y le dio su permiso sin vacilar. Al principio dolió un poco pero él era tan suave, tan tierno, que fue capaz de sustituir ese dolor que decían era capaz de partirte el alma en dos, por estertores de puro placer, de puro éxtasis agónico. Los movimientos al principio, fueron lentos, rítmicos, acompasados…Edward dejaba que Bella se acostumbrase a ese miembro duro y erguido que había invadido su cuerpo y lo reconociera como suyo. Fue la misma Bella la que aceleró los movimientos dándole a entender que estaba preparada. Él pasó entonces sus piernas por encima de su cintura para buscar una penetración más profunda, aquella que le resultara inolvidable y totalmente placentera. Bella poco a poco, sintió como su estomago se contraía bailando al ritmo de los jadeos y gemidos de su compañero de danza. Un orgasmo tan bestial y profundo como el amor que sentía por él la invadió por completo al tiempo que sintió como su pareja se derramaba por completo dentro de ella.

Bella despertó de repente sobresaltada por el insistente sonido del teléfono, sintiéndose mojada, fría y sola. En un confuso estado de semi inconsciencia, se levantó del sillón para ira a contestar.

-¿Por qué tardas tanto en contestar?, seguro que estás revolcándote en la mierda –escuchó que le decía la preocupada voz de su amiga al otro lado de la línea.

-Estoy bien Tanya, no debes preocuparte, en serio.

-¿Y porque tardabas tanto en contestar?, ¿por qué será que no me creo que estás bien?

-Me había puesto a escribir y me he quedado dormida nada más.

-¿A escribir?, ¿la historia?, lo que digo revolcándote en la mierda.

-Tanya estoy bien.

-Pues no me lo creo y como no me lo creo hemos decidido trasladar la fiesta a tu casa, en seguida llegamos –dijo su amiga colgando el teléfono antes de darle tiempo siquiera a replicar.

Con gesto apesadumbrado, volvió de nuevo al sillón recostándose otra vez en él. Había sido un sueño, el mismo sueño recurrente que tenía desde que había salido corriendo de Escocia, un sueño más durante el cual ella le entregaba su virginidad al único hombre que había amado y que amaría. Definitivamente tendría que terminar cuanto antes esa historia y dejar a Edward Cullen enterrado para siempre en su memoria como un bonito recuerdo.

¿O quizás no?, esa mujer le había contado…



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