DISCLAIMER: Ninguno de
los personajes que aparecen en este fic me pertenecen son propiedad exclusiva
de S. Meyer.
Capítulo 11: Despedida
Pov Edward
El timbre de
la puerta sonó. Nos quedamos congelados en la estancia mirándonos los unos a
los otros ¿quién podría ser?, todos en tropel nos dirigimos a la puerta, la
mirilla nos desentrañó el misterio,
Cruella y la Madrastra estaban detrás de ella.
No me lo
puedo creer, pensaba mientras me pasaba
la mano una y otra vez por el pelo. Estaba muy nervioso y enfadado. ¿Cómo era
posible?, ¿cómo podían tener tanta cara?, solo hacía unas horas que me habían
llamado por teléfono reconociendo ser las responsables del secuestro de Bella y
mi prima. Ellas no eran tontas, tendrían que saber que las habíamos denunciado
y la policía estaba detrás de ellas. ¿Cómo se atrevían a venir?, solo se me ocurría una explicación, Elizabeth Vulturi
se creía por encima del bien y del mal.
—Llama a la
policía Emmett, las entretendré hasta
que llegue. Bella, mi amor ¿podrías…?
—Si lo que
pretendes es que me marche para que no me vean estás muy equivocado Edward
Cullen, creo que ya te he demostrado que se cuidarme solita. Cuando acepté todo
esto, lo acepté con sus cosas buenas y cosas malas. No te dejaré, estamos
juntos en esto –no cabía duda, a estas alturas de la historia no me cabía la
menor duda, amaba a Bella Swan con todo mi corazón y no solo la amaba, la
admiraba por su forma de ser y de actuar, por su entrega total y absoluta hacia
mí, por su apoyo incondicional…cuando miré a las demás, éstas estaban
asintiendo con la cabeza en un claro gesto de apoyo a las palabras de Bella,
ninguno de mis diablos que en este momento eran ángeles para mí, me iban a abandonar. Resignado y orgulloso a la vez,
abrí la puerta.
—Eddie hijo,
cuanto has tardado en abrir. Solo queríamos concretar lo del domingo –me dijo
intentando pasar a la casa cosa que yo no se lo permití empujándola de nuevo
hacia la entrada. Por la cara que puso observé que no se lo esperaba —¿qué
sucede Edward?, déjanos pasar tenemos que hablar de… —en ese momento se dio
cuenta de la presencia de Bella y de Kate y puso cara de horror, era evidente
que no sabía que estaban libres.
—¿Cómo
tienes tanto morro Elizabeth?, ¿quién te crees que eres para pensar que estas
por encima del bien y del mal?, es evidente que no te voy a dejar pasar a una
casa que pertenece a mi novia la mujer que habéis secuestrado y sobre la que
tenéis una orden de alejamiento.
—Nosotras no
hemos secuestrado a nadie, solo nos la hemos llevado un tiempo hasta que
entrases en razón y...hijo tienes que…
—¡Ni se te
ocurra llamarme hijo!, ¡yo no soy tu hijo! , ¡lo sabes más que de sobra!, aquí
la única que parece ser que es tu hija es esta zorra a la cual abandonaste a su suerte porque
nosotros te éramos mas convenientes en ese momento ¿o escondes algo más que no
dices Tía –le escupí con todo el odio que llevaba acumulando durante años. Al
mirar a Tanya a la cara vi que ponía un
gesto como de asombro e incredulidad, estaba claro que no lo sabía. Pero no me
daba pena, ninguna, todos estos años me
había hecho junto a Elizabeth la vida imposible, reclamándome un amor que yo no
sentía y ella sabía de sobra que no la amaba. Impasible seguí hablando con mi
tía — y si llevarse a una persona contra su voluntad, atarla y retenerla no es
un secuestro ¿dime entonces que es?, ¿sabes que la policía esta buscándoos?, lo reconociste por
teléfono, tenemos grabada la conversación, ¿cómo puedes tener tanto descaro?
—Elizabeth,
¿qué…dice Eddie?, ¿es eso verdad?
—Eddie hijo…
—empezó de nuevo haciendo callar a una cada vez mas sorprendida Tanya.
—¡QUE NO ME
LLAMES HIJO!, ¡TU NO ERES MI MADRE!, mi autentica y verdadera madre es esta
mujer de aquí.
—Edward, soy
tu madre, te guste o no lo soy – me contestó tan tranquila mirando con odio a
Esme a quien hice un gesto con la mano para que no se le lanzara encima. No era
conveniente con la policía a punto de llegar. Me sujeté el puente de la nariz
armándome de paciencia –tu no vas a delatarnos hijo, no puedes, somos de la
misma sangre, no pue…
—Puedo y lo he hecho tía, la policía tiene en su
poder tu conversación telefónica
grabada, te he denunciado y en estos momentos viene para acá –le expliqué
mientras veía que varias patrullas de policía se paraban delante de la puerta
de casa.
Elizabeth y
Tanya no sabían dónde meterse, no sabían
si echar a correr o esperar que vinieran los agentes y darles una explicación. La mirada de Tanya era de autentico
horror. Por detrás del seto el famoso vecino cotilla era testigo de toda la escena y me daba rabia, no por mí,
pero si por Bella, Rose y Emmett.
—Elizabeth
Cullen Vulturi queda usted detenida bajo la acusación de secuestro e
incumplimiento de la orden de alejamiento impuesta contra la persona de Isabella
Marie Swan. Tiene derecho a…—y el agente que la
detenía le leyó sus derechos mientras la ponía de rodillas en el suelo y
la esposaba. Elizabeth me miraba con incredulidad, diciéndome con la mirada que
la ayudase, pero yo no iba a mover un solo dedo. Otro compañero suyo repitió el
mismo ritual con Tanya.
—Tiene que
haber un error agente, yo no soy culpable de nada.
—Si no es
usted culpable, ¿qué hace en la casa que
pertenece a Isabella Marie Swan cuando usted no puede acercarse a menos de dos
kilómetros de ella?
—Yo…no sabía
que esta era su casa…se…se supone que aquí vive mi hijo y… Eddie por favor
diles que esto es un error hijo
—No puedo
decir mentiras tía y esto no es ningún error.
—Yo no he
hecho nada –sollozaba una inconsolable Tanya al lado de Elziabeth
—Eso se lo
cuenta usted al juez –le contestó el policía.
—Por lo
menos llama a nuestro abogado, Edward nos tienes que ayudar es tu obligación,
yo soy tu madre y ella tu prometida. Maldita zorra de mierda que…
—¡NI TE
ATREVAS A HABLAR A BELLA Y SOBRE TODO A HABLARLE ASI, YA SABEMOS QUIEN ES LA
ZORRA AQUÍ! –le dije sin poder controlarme. Me apreté el puente de la nariz un
momento para calmarme y proseguí –tía, nuestro abogado no está para solucionar
problemas personales, solo los de la empresa, lo siento, no pienso llamarlo.
Además se plantea un conflicto de intereses ya que secuéstrate a Kate y ella es
una Vulturi y Bella es mi prometida, ponto será una Cullen—. Un grito
ensordecedor taladró en esos momentos el ambiente, Tanya intentaba zafarse de
las esposas y de los agentes que la tenían sujeta. Mitraba a Bella con odio,
con un odio ancestral, un odio que daba miedo.
—Eres una
zo…
—Insulta una
vez más a mi prometida Tanya y te juro que aunque salgas con bien de esta
gracias a papá Eleazar, te estarás arrepintiendo toda tu vida. Ella es mi
prometida, estoy arto de repetirlo y como tal debes respetarla. Tú para mí no
eres nadie, nunca lo has sido. Solo eres el engendro de esta mujer que se
empeña en que me case contigo, cuando si te digo la verdad me das asco, te
odio, te odio con todas mis fuerzas. Siempre lo hice, nunca te he aguantado. Y
si son ciertas nuestras sospechas, el abuelo es quien tiene el poder de decidir
pero por mi parte, las únicas, primas
que tengo son ellas, entendido ¿me has entendido?
—¿Pero porque
me hablas así?, ¿qué te hice yo? Elizabeth siempre me aseguró que me amabas, yo
soy tu prometida Eddie, ¿qué quieres decir
con eso de que soy tu prima?, ¿qué sucede?, no entiendo nada.
—Sí ya veo
que estas en la inopia pero ¿sabes qué?, que aun así no me das pena, ninguna.
Has estado haciéndome la vida imposible desde el primer momento que tuvimos uso
de razón, estoy arto de ti y de Elizabeth, más que arto ¿escuchas?, sal de mi
vida y no vuelvas. Iros las dos a engañar a otro –y con un gesto les dije a los
policías que se las llevaran de ahí. Estaba claro que alguien le tendría que explicar
a Tanya quien era ella en realidad, pero ese no iba a ser yo, no señor, no era
mi problema.
—No pensaran
meternos en una celda con todos esos
delincuentes –oí que decía mi tía tan remilgada como siempre –yo no soy
una delincuente yo soy Elizabeth Cullen Vulturi y ella…
—Como si es
usted la mismísima primera Dama. Ha cometido
un delito de secuestro, se ha saltado una orden de alejamiento y en este país a
eso le llamamos delinquir por lo que irá derecha a la cárcel junto a los demás
de su calaña.
—Yo no puedo
mezclarme con el populacho yo soy….
—Hombre pues
si a su señoría le parece bien, la alquilamos una habitación en el Palace para que esté más a gusto –le dijo con sorna el
policía, pero ya no escuché mas.
Entré en la casa y me tiré al sillón, necesitaba calmarme.
Unos suaves, cariñosos y dulces brazos, me cogieron de la cintura para abrazarme, yo me agarré a ella con toda la fuerza que pude puse mi cabeza en su hombro y lloré,
lloré por todas esos años de angustia en los cuales una mujer que decía ser mi madre
y que siempre me amargó la existencia, me hacia la vida imposible una vez y otra. Detrás de mi sentía como Esme, mi madre, mi autentica y
verdadera madre me acariciaba suavemente la espalda. A lo lejos escuchaba a mis
primas consolar a mi hermana. No había sido plato de buen gusto para ninguno de
los dos ver como aquella a la que creímos nuestra madre por tantos años, era
esposada y conducida a una prisión con unos cargos como los que tenía.
No sé cuánto
tiempo estuve abrazado a mi Bella, solo sé que de repente mi móvil sonó y mi
madre contestó en mi nombre.
—Edward
hijo, es tu padre, por lo visto Elizabeth les ha llamado.
—Papá…
—Edward,
Elizabeth me ha llamado, por lo visto la han detenido y…
—Ya lo sé,
tuvieron la desfachatez de venir justo a la puerta de la casa de Bella, es
increíble, no me puedo creer el descaro de esta mujer.
—Edward, no
te preocupes hijo, esta vez no se va a salir con la suya, su padre esta mas que
enfadado con ella y por mi parte no va a recibir ninguna ayuda, solo nos queda
la postura de Eleazar. Edward hijo verás….yo….nosotros….bueno tu tío Aro y yo
hemos estado investigando y…verás…ya creemos saber la razón de ese empeño
enfermizo que tiene tu madre para que Tanya se case contigo. Esto…verás….puede
que Esme se acuerde, sucedió un mes antes de que ella se marchara, cuando las cosas entre nosotros
iban viento en popa. Verás esto…Elizabeth salió de fiesta con Athenodora y
otros amigos y….en el grupo también iba Eleazar, ya sabes que estaba liada con
él a espaldas de Carmen, su esposa. Parece ser que hubo más que alcohol en esa
fiesta, era una época en que las drogas
de diseño estaban a la orden del día y…. bueno….Eleazar y Elizabeth se fueron
juntos en un coche, Elizabeth
conducía…hubo un accidente y un chico murió. Por lo visto entre mi hermana y su
hija consiguieron esconder los sucesos y
los dos salieron bien librados, de hecho, el informe policial solo dice que por
causas desconocidas el coche del chaval se salió de la carretera, choco contra
un árbol, causando heridas mortales de necesidad en su ocupante. Pero según lo
que hemos averiguado fue el coche de Elizabeth quien lo envistió. Hijo tu tío y
yo pensamos que…que….es mi propia hermana la que los puede estar chantajeando y
que a cambio de no decir nada, Elizabeth le tenía que entregar su hijo a
Eleazar para que él y Carmen lo cuidasen como suyo, después tendría que hacer
lo imposible porque ese hijo, se casara con uno de nuestros futuros hijos. No
lo sabemos con exactitud pero mi mujer debió de ver el cielo abierto cuando
Esme quedó embarazada. Ella quería casarse conmigo a todas costa y Esme le proporcionaría ese
hijo que necesitaba. Solo faltaba que la fortuna estuviese de su lado cosa que logró ya que ella tuvo una niña y
Esme un niño y una niña.
—Sí ya
recuerdo aquella historia –dijo Esme –por más que el padre del chico removió
cielo y tierra para averiguar lo que realmente sucedió no consiguió nada ya que
solo encontraba puertas cerradas, pero nunca se me ocurrió sospechar que
Elizabeth fuera culpable o siquiera tuviera algo que ver. ¿Cómo lo habéis
averiguado?
—Carmen ha
hablado.
—¿Cómo que
Carmen ha hablado?
—Verás…Carmen
no es mala mujer, según me cuenta ella no podía tener hijos y Eleazar un día se
presentó con Tanya en brazos diciéndola que la había conseguido adoptar por
unos medios no muy legales, pero que era su hija, de los dos. Carmen, deseosa
de tener un hijo, la acogió en su seno con alegría. Con el paso de los años,
fue averiguando la verdad. Decidió callarse porque ama a Eleazar y a Tanya.
—Cada día
que pasa esta historia me sorprende más, o sea, que Esme la vino muy bien para
sus planes, todo esto fue para que nadie se enterara de lo de ese chico,
increíble, esto es increíble. Pero, los delitos prescriben, si Rebeca se decidiese hablar ahora Elizabeth no iría a
la cárcel.
—Pero si
habría un escándalo hijo y eso es de lo que huyen nuestras familias desde
siempre. Sobre todo una persona como Elizabeth.
—Pues me
parece que de una forma u otra ha conseguido dar con sus huesos en ella y
además en un país extranjero –dijo Esme –no si por más vueltas que le des a la
vida, esta al final pone a todo el mundo en el lugar que le corresponde.
—Sí, supongo
que sí, bueno os dejamos supongo que tendréis que trabajar.
—Sí —contestó
Esme –y entonces me di cuenta de que me había pasado toda la noche en un
duermevela en los brazos de mi amor. Abrazados como dos enamorados subimos a
nuestro cuarto a ducharnos, ducha que por supuesto nos dimos juntos.
—Bella, te
amo, —le dije besándola mientras el agua de la ducha caía en cascada sobre
nuestros cuerpos –no te puedes imaginar cuanto te amo pero me estoy dando
cuenta poco a poco que lo que siento por ti es tan inmenso que no lo puedo
explicar con palabras –añadí mientas la levantaba en mis brazos par que se
cogiera con las piernas a mi cintura y la penetré de un solo embiste.
—Eres el
motivo por el cual me despierto todas las noches, eres la razón de mi vida, de
mi existencia, contigo he aprendido a reír, a ver la vida de otra manera, a
ponerme el mundo por montera al igual que lo hacéis vosotras, a vivir la vida,
a disfrutar de ella –le decía mientras la iba embistiendo poco a poco, con
ternura, sin prisas –me has enseñado a vivir y a amar. Antes de ti solo era un
pobre chico que pasaba por la vida si quedarse en ningún sito, siendo un mero espectador
de la felicidad de los demás pero sin conocerla ni sentirla él mismo. Tú me lo
has dado todo Bella Swan y quiero que esto perdure, quiero que esto vaya más
allá. Sé que hace poco que nos conocemos, pero necesito dar un paso más en esta
relación, ¿qué me dices Bella?, ¿qué me dirías si yo un día de esto te pidiera
algo?, ¿si decidiese que aquello que dijiste en un momento de furia se
convirtiera en realidad? –le pregunte entre gemidos ya que estos mezclados con
el sonido del agua de la ducha habían formado una sinfonía hermosa que nos
envolvía a los dos.
—Sí –me
contestó –te diría que sí sin dudar –y no pudo decir más porque un orgasmo
potente nos envolvió a los dos llevándonos derechos a nuestro cielo particular.
—¿Sabes una
cosa? –me dijo mientras nos lavábamos el uno al otro una vez nos hubimos
recuperado –si hace un mes alguien me hubiera dicho que iba a aceptar una
proposición así, le habría dicho que si estaba bebido drogado o loco y, sin embargo,
ahora me parece algo de lo más natural.
—Gracias –le
dije con la voz cargada de emoción
—¿Por qué?
–me contestó.
—Por
existir.
Una vez
pasados los efectos de ese momento dulce y romántico nos vestimos para
encaminarnos al trabajo. Hoy era la inauguración del nuevo periódico e íbamos a
dar un pequeño desayuno de bienvenida a los empleados antes de cortar la famosa
cinta que inauguraría nuestra sucursal. Después de lo que había ocurrido mi
intención era despedir de una vez por todas a Scooby doo pero no podía ser, no
había pruebas suficientes de que estuviese confabulado con esas dos arpías y
Sam nos dijo que lo único que podía alegar en su contra es que molestó a Bella
en la calle y eso, desgraciadamente, no era
ningún delito, a no ser que Bella lo denunciase, cosa que estaba
dispuesta a hacer si el chucho seguía molestando.
Llegamos a
las oficinas de los primeros, allí ya nos esperaban Ángela y Ben, el cual por
supuesto estaba invitado ya que le habíamos habilitado un pequeño despacho para
que trabajara desde aquí. Presenté a Bella y a Ángela y las dos se cayeron muy
bien al instante. Era increíble el don de gentes de mi Bella, siempre tan
sociable, tan cordial, era imposible que tuviera enemigos o que le pudiese caer
mal a alguien. No si en el fondo entendía al maldito chucho.
—Bella ¿me
acompañas al lavabo? –le pidió Alice en un momento determinado.
—Desde
luego, siempre estáis igual, siempre yendo a ciertos sitios en pareja, como la
Guardia Civil, ¿es que no sabéis hacer vuestras cosas solitas? –preguntó Emmett
tan socarrón como siempre. Ni que decir tiene que tanto él como Rose habían
sido invitados.
—Es que es muy aburrido hacerlo solitas, mi querido
hermano, ¿con quién vamos a cotillear sino mientras nos….desahogamos? –y dicho
esto los dos diablos se marcharon dejando a Emmett pensando en el significado
de la respuesta. Significado que a mí no
me dio tiempo a analizar porque de repente observé como el chucho se iba detrás
de mi Bella y de mi hermana, así que ni corto ni perezoso fui yo también
detrás.
—A ver chucho
de mierda –oí que decía Bella a un Scooby doo que se estaba sobando las narices
y a juzgar por cómo Alice sujetaba la puerta daba la impresión de que las
susodichas habían tenido un encuentro desagradable con ella. Antes de intervenir
decidí esperar a ver qué sucedía –es que va a resultar que ahora eres un eunuco
y tienes que mear en nuestras dependencias, porque si es así, adelante. Te la sujetaríamos
nosotras mismas, pero puaffff, no queremos contagiarnos de ningún virus de
estos raros que circulan por ahí.
—Mira Bella,
te dije el otro día que esto no quedaría así, que tú te ibas a venir conmigo de
una forma o de otra. Yo te vi antes que ese mentecato, eres mía.
—¿Ah sí? y ¿desde
cuándo se ha vuelto a legalizar la esclavitud que yo no me había enterado?,
mira chucho pulgoso, mejor será que te des media vuelta y te largues porque te estás
jugando muchas cosas, entre ellas tus preciosos y queridos testículos, los
cuales voy a patear bien a gusto como no nos dejes hacer pis tranquilas ahora mismo ¿estamos?
—No, no
estamos –dijo cogiéndola por el brazo y aprisionándola contra la pared, era el
momento de intervenir pero Alice se me adelantó. Se subió a su espalda, le pasó
los brazos por la garganta y empezó a apretar
con todas sus fuerzas. El chucho inmundo se puso de todos los colores, Alice
era pequeñita pero matona y esa maniobra se la había visto hacer muchas veces.
Según ella la había aprendido en unas dudosas clase de karate a las que la
madre de Bella se empeñó en llevarlas una temporada que pasaron con ella en
Forks. Y digo dudosas porque no creo que ese tipo de movimientos sean propios
del karate, Bella la ayudó dándole un experto rodillazo ahí mismo, en ese sitio tan especial para los hombres.
Tal fue la fuerza del susodicho rodillazo que yo instintivamente me llevé las manos
a la zona que, como no, estaba ya dura y preparada y mis pantalones ya se estaban
comenzando a estrechar. Diablos ¡qué mujer! hasta dando golpes en semejante
sitio me ponía a cien por hora. De todos modos esa costumbrita de dar siempre
ahí, ¿dónde leches la había aprendido?, un momento Cullen no te quejes, se
supone que se están deshaciendo del chucho inmundo. Vale, vale, no me quejaré,
solo espero no ser el objeto de la ira de esa diosa guerrera nunca, me dije a
mi mismo mientras me acariciaba inconscientemente una erección cada vez mas
satisfecha con la situación.
—Se las
apañan muy bien solitas ¿verdad? –dijo Emmett que se había situado a mi lado
para observar el espectáculo –la verdad es que me estoy empezando a preguntar
la utilidad del guardaespaldas….
—Bueno,
esto….no conviene quitárselo…verás…. es que.
—Tranquilo
hermano que no pienso hacerlo me contestó socarrón mientras los dos acudíamos
por fin “en ayuda” de las dos mujeres.
—Bella un
día de estos no tendrás tanta suerte, caerás ya te digo yo que caerás y te
arrepentirás de todo esto.
—Huy si,
¡por dios como tiemblo!, ese día Scooby doo, el cielo se abrirá y de él lloverá
sangre y piedras mientras el rayo de Zeus te atravesará de lado a lado con toda
su potencia; y los servidores de Lucifer aparecerán de improviso para llevarte
con ellos al umbral del mismo infierno, pero de momento y si no te
importa…tengo que hacer pis –le dijo intentando cerrar la puerta en sus narices,
pero el chuco metió la pata por medio, era ya momento de intervenir.
—Jacob, ¿qué
parte de no toques un solo pelo de mi novia o te las verás conmigo no has
entendido? –le pregunté mientras le agarraba del cuello y le lanzaba contra la
pared ayudado por Emmet.
—Vaya, ¡por
fin!, pensamos que se os había tragado la tierra –dijo Bella molesta mientras
el chucho al final decidió alejarse del lugar ante nuestra presencia, la verdad
es que Emmett intimidaba.
—No te
enfades cosita linda que os la estabais apañando bien vosotras solitas.
—A ver qué
reme…
—Pero no la
deje terminar de hablar ya que mi boca asaltó la suya con premura, lo cierto es
que estaba excitado, muy excitado de
verla defenderse de esa manera. Mi potente erección y mis pantalones estaban de
fiesta. Metí mi lengua en su boca sin permiso y sin tener en cuenta que Emmet y
Alice estaba presentes, para explorar cada centímetro de su dulce cavidad.
Bella empezó un movimiento de arriba abajo bastante provocador y mi erección le
dio la bienvenida de una forma espectacular poniéndose cada vez más dura. Pero
de repente me di cuenta que ese baile de erótico no tenía nada, más bien era un
baile desesperado, necesitado pero no
precisamente de mi. Me separé un poco para mirarla a la cara. Bella estaba
dando saltos al tiempo que juntaba las piernas una y otra vez.
—Perdona
pero es que… cuando he venido para acá he venido por algo concreto –y salió
disparada junto con Alice hacia el
interior del cuarto de baño.
—Es obvio
hermano, hay ciertas necesidades fisiológicas que por más que uno quiera….
Riéndonos
como descosidos nos fuimos de nuevo al salón principal donde tenía lugar el
desayuno. El chucho estaba en un rincón del mismo se le veía encolerizado. Me acerqué a él ya que no estaba dispuesto a tolerar más
tonterías por su parte.
—Mira Jacob,
te lo voy advertir una vez más, si
vuelves a acercarte a tan solo un metro de Mi Bella, te despido y me da igual
que sea improcedente, tengo el suficiente
dinero para pagar todas las demandas que me quieras poner y un regimiento de
abogados a mi servicio ¿entiendes? Limítate a hacer tu trabajo y deja de
molestar. Bella ha decidió que YO y no TU sea su novio y debes respetar su
decisión.
—Qué fácil
es decir eso no Cullen.
—Si si lo es,
entiendo que es mas difícil hacerlo pero si ella me dijera que no me ama, la
dejaría marchar –y sin darle lugar a replica di media vuelta y me marché ya que
Esme me llamaba para que diera mi discurso de bienvenida, tras el cual
empezamos a trabajar.
Habíamos
abierto el periódico en un buen momento ya que estaba a punto de empezar una
campaña por parte de los partidos políticos que culminarían en unas elecciones
generales que auguraban un cambio de Gobierno en un país cada vez mas azotado
por la crisis económica. Era una noticia de peso y no se la podía dar a
cualquiera. Confiaba en Bella y su buen hacer ciegamente y no porque fuera mi
novia sino porque era una gran profesional, así que le encargué la cobertura de
esta noticia junto a un equipo que se puso a sus órdenes. A mi Bella no le
gustó ya que, según me dijo en mi despacho unos minutos después, daba la
impresión de que se lo encargaba por ser la novia del jefe. Nada más lejos de
la verdad por cierto, yo era un profesional y sabía separar lo privado de mi
trabajo, pero Bella se lo merecía y no tenía más que demostrarlo. Y se lo
expliqué vaya si se lo explique y creo que de forma muy efectiva. Mi erección
me felicitó por mis explicaciones al igual que mis pantalones que se holgaron
un poquito en esa zona y ella lo entendió muy bien. Salió de allí con la firme
decisión de que demostraría que ella
valía para cubrir ese evento importante pero me hizo prometer que si metía la
pata o no valía para ello le diera la notica a otro y se lo prometí, cruzando
los dedos y con la boca pequeña pero lo hice, ya que si no se lo iba a tener
que explicar de nuevo. Mi erección se puso a favor del asunto pero mi fría
mente, que de de vez en cuanto hacia acto de presencia, me recordó que
estábamos en nuestro puesto de trabajo.
Y así los
días pasaron dando paso al fin de semana donde de nuevo recibimos la visita de
los chicos y de Carlisle a los que se
habían unido Aro y Sulpicia. El recibimiento de los chicos por parte de las
chicas fue como siempre un circo, con sus gritos, sus escenas peligrosas, sus
caídas, en fin toda la parafernalia que siempre va detrás de las chicas
Cullen/Vulturi. Yo aproveche la circunstancia para presentar a mi Bella a mis
tíos.
—Encantado
de conocerte en persona Bella –le dijo Aro a mi novia con su habitual educación
y caballerosidad.
—Lo mismo
digo, Edward y las chicas me han hablado mucho de usted.
—De tu por
favor, de tu, si todo marcha bien espero ser pronto tu tío.
—Y yo tu
tía, encantada Bella, no sabe cuánto me alegro de que hayas conseguido que mi
sobrino deje de perseguir mujeres inexistentes –y ya estábamos de nuevo con la
bromita.
Decidimos
pasar el día en Aranjuez y Toledo para que mis tíos, que nunca había estado en
España conocieran esas dos históricas ciudades. La verdad es que no conseguía
explicarme como mis diablos y mi tía conseguían subir tan deprisa y con tacones
unas calles con tanta cuesta y tan empedradas como las de Toledo. Solo Bella
llevaba un calzado adecuado para la situación y creo que su natural torpeza lo
celebraba. Lo primero que visitamos fue
el famoso Alcázar, convertido ahora en Museo del Ejército. Fuimos pasando por
las diversas salas con las miradas penetrantes y furiosas de todos los guardias de seguridad que nos
encontrábamos porque los diablos no entendían la expresión guarden silencio e
iban a voz en grito por todas ellas. Llegamos a una sala que tenia cuadros de
diferentes heroínas españolas y se fijaron en una de ellas, Agustina de Aragón. Se pusieron a leer su
historia y decidieron que era buena idea imitar en medio de la sala aquel
momento histórico en que nuestra heroína había disparado un montón de cañones
contra los franceses al encontrar muertos a los soldados que se suponen iban a
dispararlos. Aro y Sulpicia que ya habían salido algunas veces con nosotros las miraban divertidos, bueno los miraban, porque Emmet también se había unido al club de
teatro junto a su hija mientras los otros chicos y yo intentábamos sin éxito calmar a nuestras novias. Pero Carlisle estaba alucinando en
colores.
—Hijo ¿siempre
están así?
—Y créeme si
te digo que hoy están muy comedidas.
—Sí, la
verdad es que no se están portando mal –añadió Aro con su habitual tono bromista
y mi padre se rascó la cabeza todo confundido pero divertido al mismo tiempo.
Supongo que para él resultaba una novedad salir por ahí con un grupo de
personas tan desinhibidas y naturales,
él que estaba acostumbrado a la frialdad de la estirada de mi tía.
—Señoras
–dijo como siempre el guarda de turno mirando, como no, a Esme –señoritas
dijeron todas inmediatamente, bueno todas no Kate y Rose se tuvieron que
callar.
—Esto…bueno
es igual…solo quería decirlas que si siguen ustedes con este escándalo me voy a
ver obligado a echarlas del museo ya que...
—Huy
disculpe usted señor guardia –dijo de pronto Bella –y no sé porqué pero me
recordó a Rita Hayworth interpretando a la famosa Carmen de Merimé —, pero
es que como venimos con la niña, pues ya sabe… para hacerle amena la visita.
—Pero
tranquilo, que ya nos vamos, no se altere que después le sube la presión
arterial y créame no merece la pena –añadió Esme mientras todos empezábamos a
huir por el foro, Carlisle iba moviendo la cabeza entre divertido, sorprendido y alucinado.
Aro y Sulpicia iban haciendo que regañaban a sus hijas pero no les salía
bien ya que la risa se les escapaba por la boca. A ver seamos justos ¿a quién
creen ustedes que salieron Irina y Kate? Y ya que preguntamos ¿a quién piensan
ustedes que salió Alice? Y ni que decir tiene que ya Emmett me había contado
que Renée Swan era la loca oficial de Forks .
Seguimos
recorriendo salas y me fije con alegría que Esme y Bella iban las dos juntas y
cogidas del brazo y eso me gustó. Me gustó porque me hacia feliz y me hacía
feliz porque me encantaba que suegra y nuera se llevasen tan bien y se tuviesen
tanto cariño. Sí, señor, por supuesto, pensé cuando me di cuenta de las palabras
suegra y nuera. Ella era mi madre, por lo tanto su suegra y Bella era mi novia,
por lo tanto su nuera, y la idea no me pudo poner de mejor humor.
Llegamos a una
sala donde había un montón de armas blancas y de fuego, algunas de ellas
estaban expuestas abiertamente y empuñadas por los maniquíes vestidos con el
correspondiente uniforme. Esme y Bella e acercaron a una especie de florete
español,
—¿Tú crees
que después de tanto años eso todavía pincha o corta? –le preguntó Bella a
Esme.
—Pues si te
digo la verdad no lo sé, pero espera…— y no llegué como siempre no llegué, ni
llegué yo ni llegaron Carlisle y Aro que también lo vieron venir. Esme ni corta ni perezosa apretó la
yema del dedo contra la punta de la espada. Al instante un reguero de sangre
empezó a salir del susodicho dedo, pero ella no se inmuto, dejándonos clavados
en el sitio.
—Pues
sí, Bella sí, corta, y no sabes cuánto,
¿tienes una tirita o un pañuelo de papel?, Rossie hija ya ves la razón de que
las espadas no se puedan tocar le dijo muy seria a la niña que en ese momento estaba a su lado
con la boca abierta.
—Si tengo
las dos cosas, mira allí hay un cuarto
de baño –y muy decididas y con la cabeza
muy alta se dirigieron al servicio ante la atenta mirada enfurecida de un nuevo
guardia de seguridad, mirada que Esme cono siempre le sostuvo sin pestañear,
era su especialidad. Carlisle, Aro y yo
nos quedamos petrificados a medio camino. Carlisle tenía una expresión que no
sabría identificar muy bien pero que me atrevería a asegurar que era adoración
pura y simple.
—Desde luego
no nos vamos a aburrir no —dijo muerto de la risa.
—Me parece
que mis hijas y mi hermana han encontrado en Bella la horma de su propio zapato
–añadió Aro y Sulpicia se echo a reír con una carcajada tan estruendosa que
todo el mundo se nos quedó mirando. Otra igual, si lo que digo ¿a quién habrían
salido mis primas?
—Veo
Carlisle que ya no recuerdas nuestras andanzas –le dijo Sulpicia divertida y
pasando de las miradas de los demás
—Hace tanto
tiempo de eso –contestó Carlisle nostálgico.
—Demasiado,
cuñado, demasiado.
—Pero
–empecé un poco confundido —¿vosotros…?
—Nos conocimos
de la facultad y nos hicimos amigos, por
aquel entonces no sabía que la vida nos iba a mantener unidos. Por eso me dolió
tanto su actitud hacia mi cuando Esme regresó, claro que ahora lo entiendo y…
—Y el asunto
este olvidado hermano –le dijo Aro pasándole la mano por el hombro.
Después del Alcázar
pasamos a ver la Catedral, donde nuestros diablos se comportaron más o menos bien, alegando que en sagrado
había que mantener unas formas. Después nos dirigimos a ver la Casa del Greco
en donde, gracias a Dios se quedaron alucinadas viendo los cuadros y se
olvidaron por unos momentos de las travesuras aunque de vez en cuando se
llevaban algún que otro manotazo debido a sus intentos de tocar los lienzos.
Fuimos recorriendo las diversas tiendas hasta
que llegamos a una que vendía espadas. Se
fijaron en una en concreto y ahí íbamos
otra vez…
—Si con mi
vida o mi muerte puedo protegerte, cuenta con mi espada…—empezó Esme de forma
teatral arrodillándose ante Rossie que era la más bajita y las demás le siguieron el juego recitando y
representado cada una de ellas en perfecta sincronización, como si lo hubieran
ensayado previamente ese fragmento completo de
El señor de los anillos. Un corro
de gente se arremolinó a nuestro alrededor para ver la actuación.
Pasado el
momento teatrero buscamos un sitio donde comer y lo hicimos en un coqueto
restaurante situado justo en la plaza de Zocodover, centro de la ciudad.
Después de comer cogimos los coche para ir a Aranjuez.
En el
palacio real tuvo lugar otro de los momentos made in diablos, de esos que nunca
olvidas. Llegamos a una sala que antes estaba destinada a ser lo que podríamos
llamar el cuarto de baño de los Reyes. Presidía la estancia un enorme trono con
un no menos enorme agujero en medio, simulando…pues bueno…eso mismo…vaya que los
Reyes también tenían que hacer sus cositas ¿no?
—Carlisle
espera un poco que aun no hemos terminado –le dijo Aro reconociendo la
expresión de sus hijas previa a una de sus travesuras.
—Pero si
aquí no hay nada más que ver…
—Tú espera y
verás…
—¡Que
gracioso el agujerito! – decía divertida Irina –y digo yo ¿donde iría a parar la cosa?, yo no veo la cadena para
tirar por ningún sitio.
—Yo creo que
no tenían cadena todavía ya que aun no
existía el agua corriente –le contestó Bella apoyada encima de ella.
—A ver, a
ver –dijo Kate y las demás la siguieron apoyándose unas encima de las
otras y metiendo el cuerpo tan para dentro que
prácticamente se habían metido en la sala de forma que al apoyarse en el cordón de seguridad que impedía
el acceso a la misma, éste cedió bajo el peso de las seis y todas cayeron hacia
dentro de la sala formando un bulto deforme
de pies, manos, cuerpos y cabeza.
—Upps –no
tuvieron otra cosa mejor que decir. Un nuevo Guardia de seguridad, nuestros
personajes favoritos, se dirigía hacia nosotros con una cara extraña, diría yo
que se estaba aguantando la risa y nosotros no estábamos en mejor estado.
—Majestad
–empezó Kate dirigiéndose a Alice cuando por fin consiguieron levantarse y sin
percatarse de que el Guardia estaba detrás de ellas –le apetecería entrar a
tomar decisiones trascendentales.
—Pues sí
querida súbdita, que nadie me moleste por favor que esto de tomar decisiones
importantes es muy complicado y algo que se debe hacer en soledad…
—Pues su
majestad misma –añadió señalando el trono objeto de tanta burla.
—Señoras por
favor circulen –dijo el Guardia que no sabía si reírse, enfadarse o llorar.
—Señoritas
–contestaron de nuevo a la vez, las señoritas en cuestión.
—Señoras,
señoritas, la verdad es que su estado civil es lo de menos pero ¿les importaría
salir de aquí?, están ustedes entorpeciendo el paso.
—Ya vamos,
ya vamos, hay que ver que genio –dijo Alice toda mosqueada.
—Hija por
favor, haz caso de este señor y vamos de una vez de aquí –dijo Carlisle
intentando parecer serio pero sin conseguirlo. A su lado los demás íbamos
destrozados de la risa.
—¿Tendrían
estos reyes algún problema con la hora? –preguntó Kate al ver la ingente
colección de relojes que había esparcidos por todo el palacio.
—Me parece
que a uno de los reyes le gustaba coleccionarlos y se los traían como regalo los embajadores de otros países que venían a visitarlos. Mir ese
es precioso –añadió acercándose a él y saltando el cordón de seguridad que había,
las demás la siguieron. Jasper que era el que estaba más cerca, intento detenerlas
pero….
—Señoras…
—Señoritas—contestaron
las de siempre con evidente tono de
cabreo.
—Bueno pues señoritas
¿saben ustedes que es eso y para qué
sirve?
—Pues en
realidad no, pero estoy segura que usted va a ser tan amable de informarnos –contestó
Esme dejando una vez más al pobre hombre con la boca abierta.
—Bueno pues….ummm….es un cordón de seguridad que se
utiliza para….para evitar que la gente haga lo que precisamente ustedes han hecho.
Los objetos aquí expuestos no se pueden tocar porque…
—Pero sin no
les estábamos tocando –dijo Rose –solo mirábamos ¿o es que se desgatan por
mirar?
—Hombre
desgastarse no pero…
—Pues
entonces –terció Kate –vamos chicas que tenernos que seguir.
—Cuidado de
no pisar esta alfombre tan bonita y tan
limpita, es tan mona que da pena
–añadió Esme y el guardia se quedo como se quedaban todos los guardias con este
sexteto, plantado en su sitio cual árbol perenne y sin palabras.
—Salimos del
museo y visitamos los Jardines del
Palacio. Después de dar un paseo en una barca turística por el rio Tajo donde
las tuvimos que sujetar más de una vez para que no se fueran a hacer compañía a
los peces y los demás con ellas ¿es que nadie les había dicho que en las barcas
no se pone uno de pie?, menos mal que esta vez había un hombre para cada mujer
y conseguimos mantenerlas a ralla a la perfección. Carlisle estaba cada vez más
sorprendido y entusiasmado y en un aparte me confesó que le resultaba refrescante salir con nosotros
aunque altamente peligroso y que ahora se explicaba la cantidad de veces que
había tenido que a sacarnos de algún lio
en el que nos habíamos metido.
—Si es que
son reinas de los líos –comento divertido Aro.
Aprovechamos
que aun nos quedaba tiempo para visitar los Jardines del príncipe donde
nuestras chicas tuvieron unas cuantas palabras con un pájaro enorme que se
empeñaba en perseguirlas porque a Alice no se le había ocurrido otra cosa mejor
que tocar su nido para ver qué era eso. La verdad resultaba cómico ver a las
ocho corriendo, Sulpicia y niña incluidas, con el pájaro detrás emitiendo un
extraño sonido. En el museo de falúas casi se tiran una de las barcas encima
intentando hacer una simulación de como se remaba en aquellos tiempos y en la casita
del Príncipe tuvimos que sujetarlas para qué no se fueran de boca al río.
—Madre mía
–dijo Carlisle cuando ya estábamos en casa –yo creo que he adelgazado tres o
cuatro kilos con este trajín ya estoy yo muy mayor para esto –añadió y todos nos echamos a reír.
Los cuatro diablos
empezaron a hacer sus maletas pues ya su trabajo aquí había terminado y ese mismo domingo por la
noche volvían a Chicago, juntos a los
chicos. Alice y Kate no podían estar más tiempo lejos de su trabajo. Y además
el asunto Cruella y madrastra ya estaba solucionado. Carlisle y Aro habían ido
a verlas nada mas llegar a la ciudad antes de que nos fuéramos a Aranjuez, mientras
los demás llevábamos las maletas a la casa. Les habían comunicado que se las
tendría que apañar solas ya que ni Marco ni Carlisle ni mi abuelo iban a mover
un dedo para sacarlas del apuro ya que se habían pasado totalmente de la ralla,
así que ahí seguían, en la cárcel. El abogado
de oficio les había puesto en contacto con un bufete y estos, con el
dinero de Eleazar y Rebeca, estaban
intentando conseguir la extradición pero el Gobierno español por lo visto se
negaba. Me da la impresión, aunque nunca lo sabré con certeza, que Marco tenía algo que ver en ese asunto.
La mañana
del domingo decidimos que como despedida iríamos a comer a la Casa de Campo ya que
hacía un día excelente de primavera. Después de comer, las chicas se empeñaron en montar en las barcas. Y montaron, vaya que
si montaron, pero se empeñaron en hacerlo
solas, sin una guía experta o persona que las controlase y pasó, lo que tenía
que pasar. Lo primero seis en una barca era un overbooking tremendo; segundo,
no se podían estar quietas.
Nosotros
alquilamos dos barcas, más que nada por comodidad y desde allí las observábamos
como buitres dispuestos a saltar al menor movimiento. Me extrañó un poco que la niña que siempre
hacia a las travesuras de los diablos quisiera venir con nosotros, pero tampoco
le di más importancia. Si en el museo de falúas la coordinación para simular el
remo había sido perfecta, aquí parecía que se habían olvidado del tema y cada
una llevaba el remo para cualquier sitio menos para donde debía. Resultado, la
barca comenzó a dar vueltas. Siguiendo nuestras instrucciones consiguieron
estabilizarla pero la estabilidad no duró mucho, ya que de repente Alice se levantó para darle
algo a Kate, Irina se levantó también para cambiar el sitio con Esme y Bella se levantó, pues no sé para qué
se levantó, pero también se levantó, de
pronto la barca comenzó a zozobrar y dar vueltas y…volcó dejándolas a todas
ellas debajo. Raudamente dirigimos nuestras barcas para ir a por ellas como los caballeros de brillante
armadura que éramos. He de reconocer que yo estaba un poco asustado. Pero
cuando quisimos llegar, ya se habían salvado ellas solitas, como siempre. Bella
y Alice nadaban con gran maestría hacia la orilla una ayudaba a Irina y la otra
a Esme, Rose ayudaba a Kate y Sulpicia se las apañaba muy bien ella
sola. Salieron del agua completamente empapadas y se ganaron
un buen rapapolvo del responsable de las barcas quien las había
dicho hasta la saciedad que por favor no se pusieran de pie en
las barcas y menos todos a la
vez. Por la manera de regañarlas y de mirar a Bella y a Rose tuve la impresión
de que ya las conocía. Rossie confirmó mis sospechas…
—Veis porque
no he querido montar con ellas –le decía muy bajito Rossie a Aro, siempre hacen
igual. Mi tío y yo no aguantamos mas y comenzamos a reír a carcajadas ganándome una mirada muy malhumorada del responsable del las barcas y del resto de
los chicos. Una vez concluída la bronca, se metieron muy serias a unos de los
baños púbicos y salieron perfectamente cambiadas de ropa, ya estaba confirmado
no era la primera vez que las pasaba. Y luego dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con
la misma piedra ¿y de las mujeres que se dice?
La hora de las despedida llegó, mis cuatro
diablos y Sulpicia se abrazaban a Rose y a Bella con lagrimas contenidas
mientras les hacían prometer que las visitarían en Chicago.
Pero como
siempre pasa con estos seis diablos, ahora siete con Sulpicia, ellas no podían
tener una triste despedida a la manera tradicional, no que va, ellas lo tenía
que hacer… a su estilo. De repente vi que se agarraban unas a otras de las
manos y haciendo un círculo en el cual nos incluyeron a nosotros comenzaron a cantar una canción de
despedida tan vieja como el andar:
Llegado ya el momento de la
separación
Formemos compañeras una cadena de
amor
Que no nos separaremos no, que un mismo
corazón
Nos una en apretado abrazo que nunca
dice adiós.
Resultado:
todo el aeropuerto pendiente de nosotros y de nuestra actuación, ¿es que nunca
podíamos estar en un sitio normal sin
llamar la atención?, mi padre se lo estaba pasando pipa.
—No dejes
escapar a esta joya –me dijo Aro cuando se despidió de mi –es un diamante en
bruto hijo, muy difícil de volver a encontrar.
—Y que lo
digas –le dije muy serio asimilando la veracidad de sus palabras.
—Hasta la
próxima vez hijo, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien –me dijo mi padre.
—Bella
cuando vengas a Chicago estás
formalmente invitada a nuestra casa –le dijo Aro cuando se despidió de
ella y Sulpicia asintió.
—Bella cuida
de este cabeza hueca por mi ¿me harás ese favor? –le dijo Carlisle dándole un
cariñoso beso. Mi Bella asintió emocionada de lo bien que mi familia la había
admitido.
—Mis cuatro
diablos se despidieron de mí.
Una voz por el interfono anunciaba su vuelo y
ellos desaparecieron uno a uno por la puerta
de embarque, dejándonos a los demás con una sensación de vacío. Volvimos a casa
en silencio yo llevaba a Bella fuertemente abrazada y Emmet cogía de la cintura
a Rose mientras llevaba en brazos a su
hija, realmente las íbamos a echar mucho de menos. Pero nuevas aventuras nos esperaban…
¿cuál sería la siguiente?
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