DISCLAIMER: Ninguno de
los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad
exclusiva de S. Meyer.
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Capítulo 10: Comparaciones y
secuestro exprés.
Pov Bella
—Vale, vale,
entra dentro de las cosas que no debo saber o que le tengo que preguntar a mis padres –dijo dándome un
beso en la mejilla –toma dale otro a Kate aunque no entiendo porque le hace
tanta gracia lo que he preguntado, es normal que quiera saber ¿no?, al menos
eso dice mi padre. Y dicho esto se fue. Le dio la mano a la profesora y entró
al colegio totalmente enrollada con ella
pues esta niña era de las que no se callaban ni debajo del agua.
Yo fui a
buscar a Kate al banco donde se había sentado. Pero unos fuertes brazos me interceptaron por el camino, una mano
sujetó mi boca para que no pudiera gritar mientras un frio aliento se posaba en
mi oído ordenándome obedecer…
—Te dije que
esto no iba a terminar así, o eres mía o
no eres de nadie y menos de ese patán de Cullen. Así que tú te vienes ahora mismo
conmigo y sin rechistar –me dijo arrastrándome calle abajo fuera de la vista de
Kate. Argggg maldito Jacob Black, en qué
idioma tendré que hablar a este idiota. Pero no, el no sabía con quien se
estaba metiendo, Bella Swan, era mucha Bella Swan para él y tenía sus recursos.
Uno de ellos iba a ponerlo en práctica inmediatamente. El recurso en
cuestión es ese mismo que utilizas cuando tu experiencia
en lucha libre es nula o tu contrincante demasiado fuerte para ti, es decir
patadita en salva sea el sitio y a salir
zumbando. La patada se la di, vamos si se la di, pero o yo no tenía ninguna
fuerza a pesar de que me había empleado
a fondo en ello, o el tenia esa zona de mármol puro porque el muy idiota ni
siquiera se inmutó, al revés apretó aun más su agarre.
—¿Tiene
algún problema señorita? –preguntó de pronto un pedazo de hombre tipo armario
de tres puertas que apareció de repente y que nada tenía que envidiar a mi pedazo de
hombre. Aunque mi pedazo de hombre, era mi pedazo de hombre y le ganaba por
goleada.
—¿Señorita?...
–volvió a preguntarme pedazo de hombre salvador,
mientras Scooby y yo parecíamos que nos habíamos congelado en el tiempo, los
dos mirándole como dos idiotas aunque por motivos bien distintos, el agarre de Jacob no cesaba.
— ¿Está
usted bien? –me volvió a preguntar, intentando inútilmente que Jacob me soltara, yo seguía
paralizada mirando sus brazos musculosos y comparándolo con los músculos del brazo de mi Edward sin poder evitarlo…
vamos a ver Bella hija céntrate que
comparar a este pedazo de hombre con tu
pedazo de hombre es bastante injusto para él.
No olvides que el pobre te ha ofrecido
su ayuda desinteresada para deshacerte
de aquí el capitán América, el cual por el momento debe ser tu única
preocupación. Además ¿qué culpa tiene él
de no llegar a tu pedazo de hombre a la suela de los zapatos?, encima de que te
ofrece su ayuda. Seguro que este pedazo de hombre, que no dudes que lo es, no
tanto como el tuyo, pero lo es, tendrá su propio club de fans y de momento es
lo único que tienes a mano para deshacerte cuando antes de Scooby doo ya que el asunto de la patada no
funcionó. Así que céntrate Bella, céntrate hija por Dios, céntrate…
—Pues ahora
que lo pregunta sí, sí que lo tengo –dije soltándome del agarre del pulgoso
gracias al espécimen sin calificar que había colaborado en ello y dándole sin
queriendo un puñetazo en esas narizotas
de depredador venido a menos—, aquí este proyecto de perro sarnoso con
aspiraciones de capitán América me está molestando si fuera usted tan amable de
echarme una mano.
—Bella ¿sucede
algo? –preguntó Kate que venía corriendo hacia mi asustada.
—Scooby doo,
aquí Kate, prima de Edward ¡TU JEFE! Kate aquí Scooby doo, mi martirio personal –Kate enseguida supo a quien me refería ya
que Edward y yo le habíamos hablado de él y entre ellas le conocían como el “insigne
escritor” ya que traía a Esme y a Edward por la calle de la amargura con sus
maravillosos reportajes —y aquí este
buen peda…digo…buen señor que me está ayudando a deshacerme de él –Jacob seguía paralizado y perplejo pasando la mirada de
uno a otro y con la boca tan abierta que
parecía un buzón de correos . Kate al ver que el pedazo de hombre salvador que nada tenía que envidiar a mi
Edward eso que quede claro, estaba para
ayudarme, se olvidó de mi y su boca se le desencajó. A ver hija por Dios que
también tienes a otro pedazo de hombre por
novio no tan pedazo de hombre como el mío pero pedazo de hombre al fin y al
cabo, céntrate tú también. Vaya dos pares de patas para un banco hemos ido a
juntarnos.
—Caballero
–le dijo a Jacob pedazo de hombre salvador mientras Kate seguía absorta haciéndole
un exhaustivo reconocimiento de arriba abajo –me parece que la señorita no
quiere su presencia cerca de ella, ¿sería usted tan amable de retirarse?
—¿Y porque
tendría que hacerlo?, ¿quién diablos se ha creído que es usted para…? –dijo el
perro sarnoso desafiante mientas se pasaba la manos por las doloridas narices y
estornudando de paso.
—Uno que le
va a poner los morros como un semáforo en rojo como no se marche
inmediatamente.
—Bella,
sabes que esto no se va a quedar así ¿verdad?, volveré. Bravo ahora se creía el
general Mac Arthur, no, mejor Rambo.
—Mira Jacob
le dije animada por la protección de pedazo de hombre salvador alias espécimen sin calificar –yo nunca te he
alentado a nada, todo te lo has creado en tu calenturienta imaginación tu
solito, así que por favor te pido que me dejes en paz.
—Sería mejor
que utilizases esa imaginación en escribir algo decente –le dijo Kate que ya
había salido del trance que espécimen sin calificar le provocaba.
—Me parece
que las señoritas están siendo muy claras –dijo el pedazo de hombre en cuestión
alzando el puño con gesto amenazador. Y Jacob como el perrito cobarde que es,
de ahí el apodo que Edward le había puesto, se dio media vuelta, no sin antes mirarme con
rencor, y se marchó.
—Muchas gracias
peda…esto…digo…gracias de verdad que muchas gracias –le dije al espécimen,
había que ser educados ¿no?
—De nada
señoritas ha sido un placer–nos dijo inclinándose ante nosotras como todo un
caballero español, ¡sí señor, ahí estamos con un buen par...! A ver Bella que
desmereces a tu hombre que a caballero no le gana nadie hija, se un poco justa.
—Mi nombre
es Samuel, Sam para los amigos.
—Yo me llamo
Bella y ella es Kate –mi prima postiza asintió aun con la boca abierta, ¡por
Dios! y hoy no llevaba pañuelos de papel en el bolso.
Estuvimos
conversando un rato mas durante el cual le conté por encima del acoso al que me
tenia sometida mi perro faldero particular, alias Scooby doo para los amigos.
Él me dijo divertido que mi táctica hubiera sido buena empleando la rodilla pues
por lo visto esta hace mas efecto en semejante zona. Yo, naturalmente, tomé nota, ya que no
descartaba futuros encuentros.
—Uff menos
mal que hemos tenido ayuda –me dijo Kate mientras regresábamos al coche –que
tío mas pesado, ¿siempre es así?
—Sí hija sí
y me temo que se va a poner mucho más ahora que por desgracia hemos de trabajar
juntos.
—Bueno
Edward os ha separado todo lo que ha podido, pero aun así hemos de estar alertas. Y no me pidas que no
le cuente nada a mi primo porque creo que debe saberlo Bella, sino hubiera sido
por ese…. en fin…dejémoslo en muchacho tan amable, no sé qué hubiera pasado.
Y con todas
estas diatribas llegamos al coche pero no me dio tiempo a terminar de abrirlo
cuando una voz estridente que se me hacía conocida llegó a mis oídos
—Mira a
quien nos encontramos por aquí Elizabeth –dijo con una voz nasal y tan
desagradable que por poco vomito el desayuno. Desde luego que mañanita, si ayer parecía ser el día del insecto con
alas, hoy debía de ser el del insecto con patas, porque vamos…—la zorra que
pretende arrebatarme a mi Edward acompañada de una de tus sobrinas –dijo de
nuevo la voz sacándome de mis muy extensas diatribas mentales.
—Os recuerdo
que tenéis una orden de alejamiento, no podéis acercaros a ella…
—Nos pasamos
la orden esa por donde tú ya sabes, sobrina, además estamos en la calle
paseando y la calle es de todos ¿no?,
pero ya que nos encontramos dadle este
mensaje a mi hijo ya que no se digna ni a cogerme el teléfono…
—¿Tu hijo?,
¿estás segura de eso tía? –le dijo Kate y Elizabeth cambió en ese momento el
color de la cara la cual parecía una cereza a punto de estallar.
—Pues sí, mi hijo, yo le crié y le eduqué y ahora
quiero que le digas que el domingo a las doce lo quiero en San Francisco el
Grande, ya está todo preparado para su
boda con Tanya y…
—De verdad
que resultas patética tía, ¿qué parte de que Edward no se quiere casar con
Tanya ni muerto no has comprendido?, ¿qué parte de que todos odiamos a esta
zorra no has escuchado? Mi primo se va a
casar, de eso no te quepa la menor duda, pero como muy bien sabes a pesar de que lo
ignoras a propósito, la novia es esta muchacha de aquí no la zorra de tu...
Sabes muy bien que nadie quiere a esa mujer en la familia y Edward es el
primero que la aborrece. ¿Qué derecho piensas que tienes sobre él para forzarle
a hacer algo así?, si ni siquiera eres su madre.
—¿Quién
diablos os ha metido esa absurda idea en la cabeza?, ¿ha sido Esme verdad?, esa
zorra que tengo por … —dijo muy enfurecida enfrentándose a Kate de una manera que
me dio hasta miedo, mientras Tanya se ponía a su lado para ayudar.
—Mucho
cuidado con lo que dice usted de mi suegra señora, que no se lo voy a consentir
–le contesté poniéndome a mi vez al lado de Kate demostrándole que no les teníamos
ningún miedo. Pobres de ellas como se atreviesen a volvernos a agredir.
—Eso mismo
tía no te lo vamos a consentir. Esme no ha contado ninguna mentira, al revés,
nos ha abierto los ojos sobre ti, a unos más que a otros diría yo. Tú no tienes
ningún derecho sobre mi primo, la única que los tiene es Esme, su verdadera madre,
pero aunque los tuvieras, ¡jamás!, escucha que te digo, ¡jamás!, lo tendrías
para manipular su vida de esa manera y obligarlo a casarse con una zorra solo
por el simple hecho de que se supone que te debes a una promesa. ¿Piensas que
no sabemos la verdad?, ¿que la arpía en
cuestión tiene que ocupar el lugar que
se supone le corresponde por derecho de nacimiento y que tu le negaste
en su día regalándosela a Eleazar y
Carmen? En todo caso sería el abuelo quien tendría que decidir sobre eso, los
Cullen no tienen ninguna obligación y mi primo menos que nadie –observé como el
rostro de Elizabeth iba cambiando de color mientras Kate hablaba y a estas
alturas corría serios riesgos de asfixia.
—Elizabeth
¿de qué diablos habla esta…?
—Vaya veo
que no lo sabes. En serio eres aun más tonta de lo que pareces a simple vista,
no si al final va a resultar que también te están manipulando a ti. Yo que tu
hablaría con esa que se dice tu madre, o
sea con Carmen, y le haría unas cuantas preguntas sobre su embarazo y tu
procedencia, a lo mejor te llevas una sorpresita.
—Elizabeth
–le imploró Tanya con lágrimas en los
ojos, unas lágrimas que en ese momento parecían sinceras.
—Eres cruel,
muy cruel Kate…
—Cruel, ¿me
hablas tu de crueldad?, ¿tú que eres la reina en ese tema?, mira no tenemos
tiempo para perderlo con vosotras y además tenéis una orden de alejamiento. En
cuanto lleguemos a casa lo voy a poner en conocimiento de las autoridades
pertinentes y ahora si nos disculpas –le
dijo metiéndome de un empujón en el coche y yendo ella a sentarse al lado del
conductor. Pero no le dio tiempo a cerrar su propia puerta cuando oímos que la
de detrás se abría y dos armarios roperos con cara de muy mala leche se metían
en el vehículo.
—Y ahora
tranquilitas —nos dijo uno de ellos
apuntándonos con un arma –arranca el coche y no quiero trucos baratos.
Y no tuvimos
más remedio que seguir unas indicaciones que nos llevaron a una parte de la ciudad desconocida para mí. A
lo lejos se podía oír el silbato de un tren, por lo que supuse estábamos cerca de la estación de Atocha. Nos sacaron
del coche y nos llevaron a una especie de casa donde nos metieron en una
habitación. Nos sentaron en una silla a cada una colocándolas respaldo contra
respaldo y nos ataron a las dos con nuestras espaldas juntas.
—Bella –me
dijo Kate una vez nos quedamos solas –Alice un día me contó una historia de cuando estabais en la universidad sobre
unos pesados a los que era imposible
echar de vuestro apartamento…
—Si ya
recuerdo, pero no podemos, estamos atadas...
—Tenemos que
conseguir que nos suelten.
—Vale, pero
antes vamos a ver si nos enteramos de cuantos son con los que tenemos que
lidiar, intentemos llegar hasta la puerta
a ver si se ve algo por el ojo de la cerradura.
Haciendo
fuerza e impulso con nuestros cuerpos
conseguimos avanzar a saltos un trozo de camino hasta nuestro objetivo pero de
pronto las sillas se rebelaron ante semejante maltrato y caímos de lado como si
de dos cucarachas a punto de palmarla se tratara.
—¿Se puede
saber que pretendéis? –dijeron los
hombres que, alertados por el ruido,
entraron a ver qué sucedía, mientras nos incorporaban de nuevo para que
volviéramos a nuestra posición inicial.
—Pues sucede
que esto es una mierda de secuestro y si hubiera un sindicato de secuestradores
seguro que os echaban de la profesión –les dije muy enfadada –a ver necesitamos
ir al servicio, a no ser que quieran que nos lo hagamos encima y luego tengan
que recogerlo, si es así ustedes mismos.
—Y además queremos
comer, tenemos hambre y a menos que les hayan ordenado matarnos de inanición,
cosa que no creo que entre dentro del trato, yo le aconsejaría que nos dejaran ir a la cocina a prepararnos algo de
comida –agregó Kate
—¿Dejaros ir
a la cocina? – a ver bonitas que esto es un secuestro no una cena entre
amigos y de lo otro olvidaros os
aguantáis y punto–dijo uno de los hombres totalmente alucinado por nuestro
desparpajo y nuestra falta de miedo. Madre mía si el supiera como estaba por
dentro. Pero se habían metido con una Swan y con una Vulturi y estos dos iban a
saber las consecuencias de eso.
—Ah bueno si
es así, ¿tú qué quieres Kate?
—Pues a mí me apetece una ensalada cesar de primero
con pan integral claro está y de segundo
a ver a ver….
—Lo de la
ensalada no está mal, pero yo prefiero un Sándwich de pan blanco con atún y…
—¿Qué os
habéis creído que esto es un hotel? –nos preguntó uno de los
secuestradores con expresión perpleja y
confundida. Los dos hombres se fueron
por la puerta dejándonos solas de nuevo.
—A ver Bella
pongamos en marcha el plan B.
—¿Y cuál es
ese?
—Ponte a
gritar, hasta quedar afónica. Y las dos comenzamos la sesión.
—¡Socorro,
auxilio, nos tienen secuestradas!, ¡queremos hacer pis, queremos hacer pos!, ¡queremos
comer!, ¡queremos que nos suelten!, ¡no hay derecho tratar así a unas pobres y
sufridas mujeres secuestradas contra su voluntad!... –y después de un buen rato de gritos los
secuestradores entraron y nos pusieron una mordaza en la boca, pero nos dio igual,
seguimos haciendo todo el ruido posible hasta que… por fin… el plan surtió
efecto, los dos secuestradores entraron de nuevo en la habitación desesperados y mientras uno nos pedía por favor que nos
calláramos, el otro nos liberaba de nuestras ataduras. Biennnnnn plan B llevado
a cabo con éxito.
Con uno
delante y el otro detrás apuntándonos con la pistola nos encaminamos a la
cocina. Allí ni cortas ni perezosas empezamos a abrir los armarios hasta que
encontramos un paquete de pasta. Bravo todo iba viento en popa. Kate cogió una
cazuela, la llenó de agua y encendió el
fuego, mientras yo tomaba con la mano una sartén.
—¿Qué se
supone que estáis haciendo?—
—Vamos a
cocinar pasta a la imaginación porque claro con lo surtida que tenéis la nevera
no da para mucho más —les contesté encarándolos. Los dos secuestradores estaban
cada vez más atónitos y congelados en el sitio rascándose la cabeza. Ambos nos
miraban incrédulos seguro que era la
primera vez que, en su trayectoria como
secuestradores, unos rehenes se les
habían rebelado de tal forma, lo cual le venía muy bien a nuestro plan. En un
momento determinado en que uno de ellos metía la cabeza conmigo dentro de la
nevera, Kate aprovechó para tirarle al otro el contenido de la cazuela, a medio
hervir claro, no somos tan sádicas.
Mientras, yo puse en práctica las
enseñanzas de pedazo de hombre salvador y le di un rodillazo en ese mismo sitio
al tiempo que, empujándole, le daba un
buen porrazo con la puerta de la nevera dejándolo aprisionado con ella momentáneamente cosa que
aproveché para coger la sartén por el mango. El hombre una vez liberado de su
fría cárcel, empezó a saltar sujetándose
con una mano la cabeza y con la otra esa zona que más dolía y yo aproveché para rematarlo con un buen par
de sartenazos mientras Kate hacia lo
mismo con la olla una vez vertido el líquido elemento sobre él. Resultado, dos
secuestradores momentáneamente sin conocimiento. Fuimos despepitadas hacia la puerta no sin antes pasar
recoger nuestros bolsos de la habitación donde nos habían atado. Cogimos de
paso las cuerdas con las que habíamos sido atadas y ni cortas ni perezosas
regresamos de nuevo a la cocina y poniéndolos bocabajo con las manos hacia
atrás, les atamos todo lo más fuerte que pudimos. Y con esto la segunda fase
del plan B, había concluido. Tercera y última fase, salir corriendo de ahí. Al
traspasar el umbral de la puerta nos esperaba otra sorpresita, pues otro par de
maromos, seguro que hoy estaban de fiesta y habían salido todos a pasear, nos sujetaban tanto a mí como a Kate y nos
arrastraban a un coche negro que salió disparado una vez estuvimos nosotras
dentro, después de una serie interminable de pataleos, mordiscos e inútiles gritos.
—Objetivo a
salvo –dijo uno de los hombres –no no ha hecho falta intervención, se han
salvado ellas solitas. Si...si jefe como lo oye ellas solitas. Cuando hemos
entrado a la casa hemos encontrado a los dos sujetos tirados en el suelo de la
cocina. Estaban inconscientes y atados con unas cuerdas. Nos ha costado
reanimarlos, pero ya los hemos detenido,
los llevamos a tomarles declaración.
— A ver, no
íbamos a estar esperando a que nos salvaran ustedes —les dijo Kate toda
exaltada al escuchar la frase se han
salvado ellas solitas —porque si por aquí son tan lentos como en mi país,
con tanto dispositivo, perímetro de seguridad, cordón policial, negociador para
arriba y negociador para abajo que encima tarda un montón en llegar, órdenes
que tienen que recibir y que nunca llegan, etc., vamos que nos dan la uvas ahí dentro.
—Señorita
–le dijo el… ¿por cierto quiénes eran los que nos habían recogido al salir?,
¿policías secretas, inspectores del cuerpo, otros secuestradores nuevos…? —créame que ha visto usted muchas series
policiacas, nosotros somos más efectivos que todo eso y sí –dijo mirándome a mí
y enseñándome su placa –somos del servicio secreto estadounidense para ser más exactos, delante de nosotros van varias patrullas del cuerpo Nacional de
Policía con agentes uniformados – me
dijo a modo de explicación ¿es que todo el mundo era capaz de leerme la mente?,
¿tan expresiva era?
—¿Y mi coche? – le pregunté de pronto al agente como si tuviera la culpa de algo —¿dónde
está mi coche?, es un modelo único y está nuevecito, ¡quiero volver, quiero mi
coche! –le dije pataleando enfurruñada como una niña pequeña ya que los nervios
de lo que había pasado dentro de esa casa, estaban haciéndose notar. A mi lado
Kate después de su pequeño arranque se había quedado callada, muy callada,
supongo que cada una exterioriza las cosas de formas distintas.
—Tranquila
Bella, otro compañero nos sigue conduciendo su coche.
—Ahhhhhhhhhhhhhhh
–solo acerté a decir no sin percatarme de que el buen hombre sabía cómo me
llamaba. Mirando a Kate me recosté en su hombro y ella recostó su cara en mi
cabeza.
Siguiendo a
los coches patrulla, nos dirigimos todos juntos a la Comisaría más cercana.
Cuando el coche se paró, unos fuertes y conocidos brazos me sacaron en volandas,
dándome un abrazo y un beso tan descomunal que mis pobres y repentinamente inundadas
bragas clamaban a gritos ser arrancadas
de su sitio para que algo duro, muy duro las reemplazara, mis brazos, abdomen y piernas parecían
hechos de plastilina. A mi lado Kate estaba abrazada a su tía, hermana y
prima.
—Bella, mi
amor, que miedo he pasado ¿estáis bien? –me preguntó mi hombre cuando me dejó
en el suelo y entonces mi hermano Emmett le tomó el relevo, pegándome uno de esos
abrazos típicos de él en los cuales se te salía hasta el alma de lo mucho que
estrujaba. A su lado las chicas estaban expectantes.
—No puedo
creer que mi hermana haya sido capaz de hacer esto –dijo una muy llorosa Esme
abrazándome tiernamente.
—Esme aun no
sabemos si ha sido la tía, unos minutos antes Bella había tenido un encuentro
con Jacob Black.
—¿Jacob
Black?, Bella mi amor que pasó, ¿te hizo
algo ese…?
—Tranquilo
Edward, no pasó nada, además un muchacho muy amable me ayudó y luego vino Kate —por
el rabillo del ojo vi como Emmett miraba a Edward y Edward a Emmett ¿qué se traían entre manos estos dos?
y ahora que lo pensaba, ¿por qué cada vez que tenía un encontronazo con ese
escombro humano, me salían pedazo de hombres por todas partes?, ¿una mujer con
suerte? o ¿una intervención divina de un
hermano llamado Emmet compinchado con un
pedazo de hombre llamado Edward?, sí, eso tenía que ser sin duda, no iba yo a
tener tanta suerte. Pero por mis santas
narices que este misterio lo iba yo
desentrañar solita, bueno a lo mejor podía pedirle ayuda a mis cuatro
amigas y a mi cuñada, sí eso haría, se iban a enterar estos dos. Pero por el
momento vamos a centrarnos en lo que nos tenemos que centrar el proyecto de
secuestro de pacotilla al que nos habían sometido.
—Pero nada más
librarnos del perro ese, aparecieron Elizabeth y Tanya saltándose la orden de
alejamiento, pretendían que te diéramos un mensaje –añadió Kate sacándome de mis diarreas mentales que eran muchas y todas juntas. ¿Por qué
últimamente tenia tantos problemas para centrarme en un solo tema?
—Sí, pero
eso no tiene nada que ver Kate, puede haber sido cualquiera de los dos y…
—O los dos
Bella, ¿quién te dice que mi tía no ha contactado con él y están juntos en
esto? –apuntó Kate.
—Han sido mi
tía y Tanya –dijo Edward apretando los dientes mientras notaba como cerraba los
puños alrededor de mi cintura. En su cara apareció una expresión de rabia e ira
–me llamó al móvil. La verdad es que lleva llamándome desde ayer pero la estaba
ignorando. Ante la insistencia de hoy decidí contestarla para que me dejara en
paz, pero me ha sorprendido diciéndome
que os tenía secuestradas y que no os soltaría hasta el domingo que viene
después de que me hubiera casado con la zorra esa que tiene por… Me dijo que habían
arreglado todos los papeles, licencia de matrimonio incluida y que lo único que
tenía que hacer era presentarme en no sé qué iglesia el domingo a las doce. Eso
sí me advirtió que fuera puntual, que no faltara y que no hiciera tonterías ya
que conseguir un hueco en esa iglesia era muy difícil y la había costado un
montón de dinero, ¡como si a mí me importara!
—San
Francisco el Grande, la antigua Catedral, esa era la iglesia–dije yo muy seria.
—O también
los Jerónimos podrían ser los Jerónimos –me contestó Rose… —ya sabes que hay
tortas para conseguir día y hora.
—No dijeron
San Francisco el Grande, de eso estoy segura.
—Sí—,
convino Kate dijeron algo de un santo.
—Esto…chicas
a ver un momentito, la iglesia que sea es irrelevante en este momento, vamos
digo yo –dijo Edward al que se notaba un poco desesperado y además estaba
mirando con cara de disculpa a los agentes de policía que esperaban para que
entrásemos en la comisaria donde nos habían llevado y que estaban empezando a
exasperarse, cosa que era especialidad de la casa. Pero a mí me dio lo mismo,
solo me importaba mi hombre y su preocupación
por mí.
—Amor –le
dije para tranquilizarlo —ya ha pasado, todo
está bien ahora.
—No, no ha
pasado Bella, todo sigue igual. Esas dos zorras siguen por ahí.
—Pero si han
sido ellas, las pillaran y esta vez no se libran de que las echen del país
Edward tranquilo –le dijo esta vez mi hermano que se había puesto en modo
profesional.
—¿Qué
respondiste a Elizabeth –le pregunté a Edward volviendo al tema, la verdad era
algo que me interesaba.
—Bueno al
principio me asusté e intenté darle largas para ver si conseguía sonsacarlas
algo, mientras que Emmett llamaba a la policía. Luego recibimos una llamada de
esto…ummm….la policía diciéndonos que esto…gracias a la declaración de un testigo
os había localizado –definitivo, esto era definitivo, estos dos ocultaban
algo —aunque ya veo que no necesitabais
ayuda –me dijo esbozando por primera vez esa sonrisa torcida tan preciosa que
provocaba la inundación inminente de mis bragas siempre que la ponía—. Cuando
me aseguré de que más o menos estabais localizadas, le dije lo de siempre, que
si estaba loca, que estaba arto de ella, que no tenía ningún derecho. Ella me
contestó que tenía el derecho que la otorgaba ser mi madre, a lo que yo riéndome
como un descosido le dije que dejara de ser tan hipócrita, que lo sabía todo.
Lo cierto es que estaba muy nervioso y preocupado por vosotras y esa fue una
forma de desahogarme. Entonces empezó a
decir una sarta de idioteces y acusaciones contra Esme así que iniciamos una
larga e intensa discusión que se cortó cuando Emmett colgándome el teléfono de
golpe, me dijo que estabais a salvo.
—¿Y se puede
saber cómo es que nos localizasteis tan pronto?, porque vamos a no ser que ese
supuesto testigo nos siguiera… vi con expresión triunfante como Emmett y Edward se miraban
inquietos.
—¿No será
querido hermanito que haciendo uso de tu posición en la embajada me has puesto
guardaespaldas para que me sigan? – pregunté mirando a los dos muy ofendida
–vamos que ahora entiendo tu predisposición a dejarme mi espacio y no agobiarme
–añadí mirando a Edward muy enfadaba, bueno enfadada en apariencia porque esa
mirada, ese gesto, esa expresión, ¡hay por Dios mis bragas! –no me vas a negar
querido hermanito que estos buenos señores que están aquí son del FBI, del
Servicio Secreto o de alguno lado de esos, ¿qué hacen metidos en un secuestro vulgar y corriente?
—Esto…Bella…verás…es
que…
—¿Es que,
qué Emmett Swan?—preguntó de pronto Rose poniéndose de mi parte.
—Señores por
favor ¿podría entrar a la comisaría para
prestar declaración y dejar las trifulcas familiares para otro momento? –pidió uno de los agentes totalmente
desesperado interrumpiendo el momento acusatorio. Lo dicho, desesperar a la
autoridad competente, especialidad de los Cullen/Vulturi/ Swan pensé con
orgullo.
—Esto no
se va a quedar así –les dije apuntando a
los dos con el dedo. Porque esto viene de tiempo hermanito, ya me explicaras
porque cada vez que me tropiezo con la pulga pedorra esa de Jacob Black siempre
tengo un peda…esto…ejem…alguien que me ayude y que por su aspecto físico bien
podrían pasar por luchador de sumo –y sin darle tiempo a replicar entré muy
ofendida por la puerta de la comisaria
que Edward sostenía para mí con esa mirada de disculpa, ¡hay
Dios que mirada! , yo…yo con esa mirada… ¿qué podía hacer yo ante esa mirada
sino apretar las piernas?, mis bragas por favor mis bragas.
—Amor, no te
enfades con tu hermano, él solo quiere lo mejor para ti y además, parece ser
que la embajada le obliga ya que bueno…esto… alguien podría utilizarte para
llegar hasta él ¿entiendes?
—Y claro tú
has aprovechado la circunstancia.
—Amor, te
pido humildemente perdón, pero mi tía y Tanya son de temer, ya has visto lo que
han hecho.
—Pues como
verás no necesitaba ayuda he sabido defenderme sola ¿o no?
—Sí mi amor te reconozco el merito y te admiro
por ello no sabes cuánto te admiro –y ahí estaba otra vez esa expresión demoledora y asalta bragas.
— Bufff está
bien lo entiendo –dije de nuevo abatida
y derrotada ante esa mirada. Como siguiera así iba a tener que plantearme la
posibilidad de usar esas compresas que había para perdidas de orina, aunque lo
mío no era precisamente eso, pero… cualquier precaución es poca al lado de este
hombre.
Sin mediar más
palabra entramos del todo en la Comisaria,
nos llevaron a una especie de despacho, donde un policía con cara de
estreñido nos tomo declaración
—Así que
antes de los hechos había tenido usted un encuentro con un tal Jacob Black que
se dedica a acosarla desde hace ya un tiempo.
—Correcto –contesté.
De verdad este hombre parecía tonto o le habían dado el carnet de poli en una
feria, si se lo acabo de decir ¿para qué me pregunta de nuevo?
—Y después
tuvieron ese encuentro con Elizabeth Cullen Vulturi y Tanya Denali, las cuales
se estaban saltando una orden de alejamiento es correcto.
Si, agente
sí, es correcto contestó Kate al policía como si le estuviera contestando a un
niño de la edad de mi sobrina que estaba en su modo pesado.
—Así que dos
hombres fuertes, altos y bastante musculosos se metieron en el coche con
ustedes ¿no es así?
—Si señor
dijimos las dos a la vez con gesto cansado porque era la tercera o cuarta vez
que el buen señor nos preguntaba lo mismo, ¿es que era la pregunta de la
semana?
—¿Serían
ustedes capaces de reconocerlos? —¡por
fin!, algo inteligente
—Hombre si
después de haberles tirado una olla de agua hirviendo encima, darles un par de
sartenazos y varios golpes en su zona fértil no fuéramos capaces… –le respondí
al agente que me miraba con cara de
¿dolor?, sujetándose por debajo de la mesa bendita sea la zona. A mi lado
Edward y Emmett hacían lo mismo, ¿tan brutas habíamos sido?
—El agente
en cuestión llamó a un compañero el cual vino con una especie de álbum de
fotos. Cuando lo abrimos una extensa colección de toda la flor y nata de la
delincuencia madrileña se extendía ante nuestros ojos.
—Este es
–dijimos las dos a la vez, reconociendo a uno de los secuestradores.
—Los dos
agentes de policía miraron la ficha policial del individuo en cuestión y
después nos miraron con una mezcla de ¿admiración?, ¿respeto?
—¿Pasa algo
agente? –preguntó Edward con el miedo reflejado en la mirada.
—No…no…pasa
nada... solo es que…aun no entendemos como consiguieron salir de ahí
sin…sin…sufrir daño alguno pues este hombre tiene un largo historial de delitos
y fama de…violar a sus víctimas de
secuestro. Es compatriota de ustedes, huyó de su país no se sabe cómo y aquí no
habíamos conseguido aun echarle el guante a pesar de estar en busca y captura.
Tiene muchos alias, pero su nombre verdadero es Royce King. Mis más sinceras felicitaciones señoritas, no
sé como la han conseguido, pero han ayudado ustedes a la detención de uno de los
criminales más peligrosos de Estados Unidos y de este país –Kate y yo nos miramos muy serias y por
primera vez fuimos conscientes del peligro que habíamos corrido.
—Ni nosotras
mismas sabemos cómo lo hicimos agente, pero menos mal que lo hicimos porque si
esperamos a que ustedes hagan algo, a estas alturas mi prima y yo seguro que…
—Señorita,
pasaré por alto esa impertinencia ya que está usted bajo los efectos del shock,
pero déjeme decirle que hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos y sabemos
y…
—No lo pongo
en duda agente –le contesté yo, ustedes siempre acuden en nuestra ayuda, cuando
están disponibles pero acuden, el problema es que cuando se les necesita nunca
están y…
—Firmen aquí
por favor, no tengo toda la mañana —dijo el muy ofendido agente y por el rabillo del ojo
vi la expresión de ¿resignación?, de mi hermano y de Edward.
Una vez
firmada la declaración, fue el turno de Edward para relatar la llamada
telefónica de Elizabeth conminándole a acudir a una boda forzada a cambio de
liberarnos, lo que implicaba la total aceptación de la autoría del secuestro.
Lo mejor de todo, es que Emmett como buen profesional, había grabado la
llamada.
—No se
preocupe señor —le dijo el agente
mientras Edward firmaba la declaración —la señora Cullen y la señorita Denali
serán detenidas por intento de secuestro y, una vez juzgadas por las leyes de
este país, cumplirán la pena que se les imponga, después serán expulsadas del mismo.
—Eso será si
los abogados de papá Denali y papá Vulturi no lo impiden –dijo Edward por lo
bajo pero el policía le escuchó.
—Señor
Cullen, no sé cómo serán de conocidos en su país, pero aquí son ustedes unos
ciudadanos americanos más bajo amparo de
suelo español por ser víctimas de un secuestro y la señora Vulturi y la
señorita Denali unas delincuentes más.
—Esperemos
que tenga razón agente –le dijo Edward levantándose y dándole la mano –por
cierto, ¿qué va a pasar con Jacob Black?, hay una posibilidad de que estuviera
compinchado con ellas.
—No se
preocupe señor Cullen ya hemos mandado a un par de agentes a detenerlo.
Cuando
salimos al exterior el resto de la familia nos esperaba. Rose y Alice habían
ido al colegio a recoger a mi sobrina ya que la hora de la comida se había
pasado del todo y eran ya las seis de la tarde. Como ninguno había tomado nada
desde el desayuno las llamamos al móvil y quedamos con ellas en un McDonald’s.
Cuando llegamos hicimos nuestro pedido y nos sentamos a comer en un silencio
total y absoluto. A Kate y a mí la realidad de lo que podía habernos sucedido
nos cayó encima de golpe cuando les
contamos al resto de las chicas quien era Royce King.
—Bueno chicas,
lo pasado pasado está –dije de pronto rompiendo el silencio –no nos ha ocurrido
nada y eso es lo que importa ¿o no?
—Pues sí, tienes
razón –dijeron todas a la vez—, sigamos con nuestra vida que hoy nada pasó. La
mirada rompe bragas de Edward se cruzó con la mía y en ese momento mis líquidos
comenzaron a fluir de nuevo con total y absoluta libertad, menos mal que el
asiento era de una especie de metacrilato o plástico que si no…., era una
mirada distinta, no solo había adoración en ella, había otra cosa que no supe
distinguir. El móvil de mi novio sonó en ese momento rompiendo nuestra burbuja.
Era su padre, Edward como venía siendo
costumbre lo puso en manos libres.
—Hijo, ¿qué
ha pasado?, tengo un montón de llamadas perdidas tuyas, estaba en una reunión.
¿Os ha pasado algo a alguno? Esme ¿cómo está Esme?, ¿y los demás?
—Mamá está
bien –contestó mi hombre mientras veíamos como el rostro de Esme se iluminaba
no solo por la emoción que sentía cada vez que Alice y Edward la llamaban mamá,
sino también por la preocupación que Carlisle demostraba por ella –y...gracias
a Dios los demás también pero…papá Elizabeth y Tanya han secuestrado a Kate y a
Bella.
—¿Qué? —preguntaron dos voces a la vez lo que nos
indicó que Carlisle no estaba solo.
—Aro está
conmigo –aclaró Carlisle –hemos estado hablando y solucionando nuestras
diferencias y me va a apoyar con lo del divorcio. También hablé con tu abuelo
hijo todo está aclarado gracias a Dios
—Y ahora
Edward, cuéntanos por favor que ha sucedido, ¿cómo es posible que mi hermana esté
llegando a estos extremos?, definitivamente esta loca. ¿Mi hija está bien? , ¿ y Bella?
— Si padre
estamos bien no te preocupes, conseguimos salir de allí las dos solitas.
—Vaya Bella
encantado de hablar contigo, veo que ese refrán que reza Dios los cría y ellos se juntan en vuestro caso es totalmente
verdad, ya veo que mis hijas, mi sobrina
y mi hermana han encontrado en ti una nueva compañera, casi que mejor no
pregunto como habéis conseguido salir de ahí–, dijo con sarcasmo relajando un poco el ambiente.
—Hola a
usted también –contesté un poco intimidada
—Nada de
llamarme de usted que soy muy joven para eso, de tú y Aro por favor y ahora a lo que estamos…. ¿qué
pretende mi hermana? –preguntó desesperado—, no lo entiendo.
— Pues que
me case son esa zorra quien si nuestras sospechas son ciertas va a resultar que
es sobrina tuya –contestó Edward a su pregunta.
—Yo no tengo
más sobrinos que vosotros y las hijas de Cayo –dijo Aro con una expresión muy
contundente que me recordó a Irina y a Kate. Y ahora por favor decidnos ¿qué ha
pasado exactamente?
—Esta mañana
después de un altercado que Bella tuvo con un individuo que esta detrás de ella
de hace tiempo, Elizabeth y Tanya…. –y
entre todos les relatamos con pelos y señales a Carlisle y Aro todo lo que nos había sucedido.
—No lo
entiendo Carlisle sigo sin entenderlo ¿por
qué ese empeño enfermizo de mi hermana que la lleva incluso a cometer un
delito?, si es verdad que esa…chica es… la hija que Elizabeth abandonó a su
suerte y por ende una Vulturi mi padre le reconocería sus derechos sin dudar
aunque no cabe duda que en la familia por lo menos por mi parte nunca
tendrá ningún lugar –añadió con
desprecio—. ¿Qué necesidad tiene de
andar manejando y manipulando a Edward
de ese modo llegando al extremo de poner en peligro otras vidas?
—Puede que
Eleazar tenga mucho que ver en ello –dijo Carlisle –como muy bien sabes mi padre
desheredó a mi hermana Rebeca por irse
con ese tal Benjamín Reynolds , un
vividor de tres al cuarto que cuando vio que no tenia posibilidad de sacar dinero se marchó dejándola embarazada. Aunque
tiempo después mi padre la perdonó, ella siempre se ha considerado algo así
como el pariente pobre de la familia, la oveja negra, una Cullen de segunda
categoría y ha inculcado ese resentimiento en sus hijos. Me temo que en Eleazar
puede que esté más arraigado de lo que yo mismo pienso. De hecho su apellido no
es Cullen sino Denali. Rachel
mi prima carnal, su madre, se casó con Paul Denali por lo tanto sus
apellidos son Denali Reynolds y el apellido Cullen ocupa el tercer lugar. En
Tanya el apellido casi ha desaparecido. Puede que lo que Eleazar quiera sea
recuperarlo y este chantajeando a Elizabeth…
—Sí es una
buena teoría, pero eso no es excusa para el comportamiento de mi tía pues ella
tuvo la culpa desde el principio al rechazar
a su propia hija para hacerse
cargo de nosotros y llegar de ese modo hasta ti, su único objetivo, ella es la
autentica culpable padre. Si por el camino ha tenido que prometer o hacer cosas
en contra de su voluntad es su problema no nuestro.
—Sí, de eso
no cabe duda, si Elizabeth hubiera tenido buenos sentimientos primero no hubiera hecho lo que os hizo; y segundo, no la hubiera hecho falta más que acudir a nuestro
padre o, en su defecto, a tu abuelo Edward
–le dio la razón Aro.
—Sigo
pensando que Elizabeth esconde algo más, algo que aunque me cueste la vida
estoy dispuesto a averiguar. Ya he iniciado los trámites del divorcio, pero no
recibirá ni un centavo mío hasta que no desentrañe todo este misterio y aun así
me lo pensaré.
Siguieron
hablando un rato más y Aro nos dijo que este fin de semana o al siguiente
viajaría a Madrid para conocerme, ya que era para él todo un placer ver en
persona a la mujer que había conseguido
que su sobrino dejase de imitar a los caza fantasmas. Me reí con ganas, junto a
las chicas por este comentario, pero se me atoró la risa al ver la expresión de
Edward, mis bragas necesitaban un salvavidas urgente ya que la inundación había
tomado la categoría de Tsunami. Si Edward en su modo sonrisa torcida era ya de
por si irresistible, ese gesto de enfado… madrecita del amor hermoso, lo dicho ¡pobres bragas mías!
Carlisle
pidió hablar con Esme a solas y esta no se lo pensó dos veces, cogió a toda prisa
el teléfono de encima de la mesa y se fue corriendo hacia la calle.
Sonreí mirando al resto de las chicas y en eso me di cuenta de que Rose no
estaba ¿dónde estaba Rose?
—¿No es esa
que está dentro del juego infantil? – preguntó Alice –me da la impresión de que
tu sobrina ya está como siempre, vamos a ayudarla.
—Estar como
siempre significa que se niega a salir del juego y no es la primera vez que
hemos tenido que tomar medidas desesperadas
—aclaré a las otras dos.
—Ah bueno
eso suena divertido vamos para allá.
—O sales o
entro a por ti –escuchamos que decía una amenazante Rose cuando llegamos a su
altura.
—No puedes
–respondía una muy desafiante niña emparapetada detrás de una especie de tobogán
–los mayores no puede entrar aquí.
—Que no
debamos no significa que no podamos –contestó Rose muy enfurecida quitándoselos zapatos para entrar, la demás la
imitamos –Bella tu ve por el flanco derecho, Kate por el izquierdo, Alice tú la
sigues por el tubo si se mete por él,
Irina tu espérala en la salida del tobogán.
Y ni cortas
ni perezosas nos metimos dentro del jueguecito en cuestión ante la mirada
furibunda de varios padres, pero nos pasábamos esa mirada por el forro de… en
fin ya se sabe por qué forro. Ya sabemos que no debíamos estar ahí, peor una
emergencia era una emergencia. La niña empezó a retarnos, yendo de un lado para
otro, nosotras caíamos como moscas por culpa de las bolas o pelotitas que llenaban el suelo. Luego la muy endiablada
niña, se metió en el túnel que daba
acceso al tobogán seguida de Alice. Mientras estábamos paradas cada una en
nuestra posición viendo como Alice desaparecía detrás de Rossie y como Irina la
esperaba al final del tobogán, pudimos ver que Edward y Emmett estaban muy
circunspectos mirando a Esme quien tenía
una apasionada y tensa charla con el guardia de seguridad del establecimiento,
¡estupendo otro McDonald’s al que no podríamos volver! A este paso se nos iban
a terminar las franquicias de esta marca en Madrid.
Como estaba
sumida en mis diarreas mentales, no me di cuenta de que Irina había
interceptado a mi sobrina hasta que no escuché sus gritos de triunfo. La verdad
es que siempre es bueno contar con algo de ayuda ¿o no?
—¡La tengo,
la tengo, es mía, la pillé! — decía entusiasmada con ella en brazos, mientras daba saltos provocando que las
bolitas del suelo se removieran haciendo pequeñas olas, causando que los otros niños perdiendo el equilibrio cayeran entre ellas a la vez que lo hacíamos
nosotras, Irina no soltó a la perversa niña ni por un momento todo hay que
decirlo. A los niños, como niños que son, les pareció muy divertido
el asunto y empezaron a chillar
pidiendo que saltara más. A estas alturas de la historia no sabíamos
quien echaba mas chispas, si las madres súper protectoras que había fuera o el
guarda de seguridad. Lo que si era cierto es que o salíamos de allí o un
incendio de dimensiones considerables provocaría un momento de inquietante
suspense es ese establecimiento.
—No creen
que ya son ustedes bastante maduritas para hacer estas cosas –increpó el
guardia una vez que hubimos salido y la verdad es que nos costaba trabajo oírle
ya que los gritos de las mamás gallinas, a los que se habían sumado los de un
par de abuelas nos lo impedían.
—No somos
tan mayores –dijo Alice muy ofendida—, yo ni siquiera estoy casada y ellas tampoco
–añadió señalando a su prima Irina, a Esme
y a mí lo que dejó sin querer en
el punto de mira a Rose y a Kate que no
se amedrentaron ni un poquito, la verdad
es que Rose ya estaba más que acostumbrada por lo tanto tomó el mando de la
situación.
—Disculpe
señor guardia –le dijo Rose –pero es que mi hija siempre hace igual, hasta que
no entro a por ella no sale y ufff menos mas que hoy he tenido ayuda de sobra,
que es en otro momento y todavía estamos ahí. La culpa la tiene el
establecimiento por poner estos juegos infernales todo vallados como si de un
campo de concentración se tratara –dijo muy segura de sí misma mientras que se
dirigía a la salida, seguida de los demás. Rossie seguía enfurruñada y
pataleando en brazos de Irina que aguantaba estoicamente los envites. Mi
hermano la cogió dándole una de esas miradas tipo Emmett que no dan lugar a
discusión y en el acto la dichosa y perversa niña paró sus protestas. Ni que
decir tiene que el guardia se quedó plantado en su sitio sin opción a replicar
nada. Bueno no nos habían echado, aún, ya veremos lo que ocurre si pretendemos
volver.
Nos subimos
a los coches para ir a casa ya que el día había sido agotador y estábamos muy cansadas. Habíamos
resuelto terminar la jornada viendo películas y comiendo palomitas. Esta vez le
gané a Edward por decimas de segundo y conseguí ser yo la que condujese. Los
dos íbamos solos en el coche ya que las demás se habían metido todas en el jeep
de Emmett supongo que para darnos nuestro minuto de privacidad. Viajábamos en
un completo silencio, solo roto por la música de Muse que sonaba en el estéreo.
De vez en cuando Edward me echaba unas miradas que mi mente no lograba descifrar
pero que mis bragas entendían a la perfección. Eran unas miradas enigmáticas,
como de respeto, adoración y admiración y, sobre todo cargadas de mucho amor.
Desde que habíamos llegado sanas y salvas de nuestro secuestro exprés, estaba
así y no lograba entender muy bien porqué, aunque suponía que habían sido unos
momentos angustiantes para él.
Mi
desconocida mente pervertida decidió que
era el momento de jugar un poco con él. Solté mi mano derecha del volante y
la dirigí inmediatamente su muslo
apretándole un poco, seguí mi viaje por su entrepierna hasta llegar a su
objetivo y cuando lo alcancé empecé a frotar mi mano contra él de arriba hacia
abajo y viceversa logrando mi el
crecimiento inmediato de cierta zona. Naturalmente, le pillé completamente desprevenido pero no
por eso rechazó la maniobra, al revés, esbozó su magnífica sonrisa anti
bragas y se tumbó un poco sobre el
asiento dejándose hacer. En un semáforo me ayudó a bajar la cremallera de su
pantalón e introduje mi mano debajo de sus bóxers hasta llegar a mi parte preferida de su anatomía.
Empecé a masajearlo, a pellizcarlo, a trazas círculos en su glande, sus gemidos
se oían en el coche, mezclados por la música y era un sonido celestial para mí.
Estaba consciente de lo peligroso que resultaba la situación por lo que bajé mi
velocidad al máximo. Si el jefe de policía Swan me viese, pensé para mis
adentros recordando a mi demasiado sobreprotector padre.
—Bella no
puedo más –voy a estallar preciosa –me dijo en respuesta a las atenciones que
su miembro estaba recibiendo moviéndose y retorciéndose de placer en el
asiento, a mis bragas les encantó su cara transformada por ese gesto
y debo decir que a mí también.
—Pues no lo
reprimas –le dije mirándole de una manera que se me antojó pecaminosa, lujuriosa,
pervertida y solo eso bastó para que Edward vaciara todo el contenido de su
miembro en mi mano manchando sus bóxers de paso.
—Estás un poco traviesa preciosa, pero esta noche te
demostraré que yo también se jugar al mismo juego.
—¿Por qué
esperar a la noche? –le dije sugerentemente mientras me relamía la mano
manchada con su semen, lo que provoco que sus ojos se dilataran de deseo –me
temo que necesita una ducha urgente señor Cullen.
Cuando
llegamos a casa, casi no me dio tiempo a frenar del todo. Salió de su asiento,
rodeó el coche y me cogió por los hombros llevándome consigo hasta la
habitación ante la mirada divertida de los demás.
Lo que
sucedió en esa ducha solo nosotros lo sabemos. Nos demostramos de todas las
maneras posibles nuestros sentimientos. Nos dijimos con hechos contundentes que
ese secuestro habían sido el detonante de algo. Edward me expresó la angustia y el miedo que había sentido y me
pidió perdón por el comportamiento de Elizabeth. Me explicó con la mirada que,
a pesar de lo mal que lo había pasado sin saber de mi, esas
horas de angustia habían ido muy
reveladoras para él y había descubierto
que me amaba, que me amaba de verdad, más de lo que él mismo se imaginaba. Que los
sentimientos que yo le provocaba nunca los había sentido con nadie más. Me dijo
con los ojos que yo era todo lo que quería, lo que buscaba y lo que necesitaba.
Eso que dije en un momento de nervios y
angustia, podría convertirse en realidad antes de lo que yo pensaba. Y lo mejor
del caso es que ya tenía mi respuesta, ya estaba preparada para dar ese paso pues
yo sentía exactamente lo mismo por él.
Cuando nos
hubimos secado el uno al otro con movimientos sugerentes y concisos que
despertaban a nuestras parece ser que insatisfechas líbidos, bajamos al salón
donde los demás estaban ya viendo El rey león.
El timbre de
la puerta sonó. Nos quedamos congelados en la estancia mirándonos los unos a
los otros ¿quién podría ser?, todos en tropel nos dirigimos a la puerta, la
mirilla nos desentrañó el misterio, Cruella y la Madrastra estaban detrás de ella.
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