DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.
Capítulo 9: La historia de Esme.
Pov Bella
—Tu
disertación ha estado muy acertada Garrett, mi padre será frio y calculador,
pero nunca se opondría a la felicidad de
una hija. Por otro lado, no me extraña
Bella que tengas esas dudas y muy bien fundadas porque Elizabeth Vulturi… no es
vuestra madre –dijo dirigiéndose directamente a Alice y Edward –todos ahogamos una exclamación de sorpresa
aunque si soy sincera me lo estaba
figurando. A mi lado Edward continuó impasible, no habíamos hablado sobre ello
pero le conocía lo suficiente para saber
que ya…se lo veía venir.
Esme empezó
su relato
—Solo tenía
quince años cuando vi por primera vez a Carlisle Cullen y me bastaron cinco
minutos para saber que estaría enamorada de él toda mi vida. Tan alto, tan
guapo, tan imponente. Todo él irradiaba sexualidad, hombría y al mismo tiempo
cordialidad, amabilidad, simpatía… en fin que me enamoré como una tonta de él
en ese mismo instante pero… era para mi hermana no para mí, y parecía que ella
no se mostraba tan…digamos… atraída por él como yo.
—Unos días
antes Marco había estado hablando con Elizabeth sobre la posibilidad de que
contrajese matrimonio con el hijo de Edward Cullen, dueño del único periódico
que les hacia competencia a los Vulturi por aquel entonces y una de las
familias mas prestigiosas de Chicago, una fusión con ella, según palabras de mi
padre, era adquirir prestigio y poder. Mi hermana y yo éramos las mejores
amigas por aquel entonces, nos los contábamos todo y, aunque sabía perfectamente
como era ella de práctica, calculadora y fría, lo cierto es que no entendía como, estando enamorada de otro
hombre, estuvo de acuerdo en aceptar la
propuesta que mi padre le había hecho. Cierto que amaba a un hombre casado y
esa relación no podía traer nada bueno, era todo un hecho que con ese otro
hombre no tenia oportunidad, él amaba a su mujer y mi hermana solo fue una
aventura acaecida en un momento de crisis en su matrimonio pero… yo no podría aceptar algo así sin amor...
no lo comprendía.
—Cuatro días
más tarde mi padre nos presentó a Carlisle y a su padre en una cena que celebró
en nuestra casa. Como ya digo la
atracción fue mutua, aunque al principio yo pensé que solo fue por parte mía y
como ya digo…era para mi hermana, la
cual no parecía sentirse atraída por él ni una cuarta parte de lo que yo me
sentía. Pero aun así no dejó de coquetear con él ni un solo instante y en ese
momento y a pesar de lo mucho que quería a mi hermana…sentí nauseas.
—Cuando nos
retiramos a dormir me confirmó esta sospecha al decirme que era mono y aunque
no estuviera enamorada un matrimonio con él representaba glamur, dinero, más
del que los Vulturi teníamos, poder, prestigio y que estaba decidida a hacerlo
pues su relación con ese otro hombre no tenía ningún futuro ya que él estaba
casado y en cuanto a riqueza, prestigio y poder no le llegaba ni a la suela de
los zapatos. Yo la dije, como muchas veces antes había hecho, que tenía que
olvidarse de ese amor pero que no debía embarcarse en un matrimonio sin estar
enamorada y ella contesto como siempre
cariño en el corazón no se manda y muy pronto comprendí la veracidad de esas
palabras aunque en ese momento lo que sentí fue una incomprensión total hacia
la actitud frívola de mi hermana. Esa noche me fui a dormir sintiendo pena por
Carlisle, pues embarcarse en un matrimonio así verdaderamente debería ser una
autentica tortura. Aguantar a una persona toda tu vida, con sus defectos, su
carácter su… todo…sin amarla… no se…yo nunca podría.
—Cuál fue mi
sorpresa cuando días después mi padre me llamó a su despacho y me dijo que
Carlisle había mostrado más interés por mí que por Elizabeth y él había
aceptado la posibilidad de que me cortejara siempre dentro de unas normas que
mi padre mismo había impuesto, la más importante, yo tenía que consentir en el
matrimonio ya que mi felicidad y la de mi hermana estaban por encima de todo. También
debería terminar mis estudios y Carlisle tendría obligación de financiarme la
universidad si yo quería estudiar una carrera. Me dijo que me lo tomara con
calma, que no corría prisa, que le conociera, le dejara cortejarme y… sin al
final yo aceptaba nos casaríamos cuando cumpliera dieciocho años. No tengo que
deciros que acepté encantada, aunque algo temerosa de la reacción de mi hermana. Pero Elizabeth como
siempre me sorprendió, se alegró por mí, nos ayudó, alentó y se convirtió en la
mejor amiga de Carlisle pues mía ya lo
era.
—Nuestra
relación empezó cuando Carlisle ese día me fue a buscar al instituto. Recuerdo
que era la envida de todas mis compañeras cuando vieron a aquel apuesto
muchacho tan guapo, tan amable y yo no podía estar más feliz. Me invitó a comer
en un Burguer, después paseamos y me compro un helado. Era maravilloso conmigo
en todos los sentidos, ¿cómo no enamorarse?, me iba a buscar al colegio, me regalaba
flores, y bombones y hasta me compró un precioso peluche que aun guardo como
uno de mis más preciados tesoros. Yo era
francamente feliz… hasta que mi hermana me hizo ver una cruel realidad… de paseos,
helados y muñecos no vivía una relación, tenía que dar un paso más, comenzar
una relación más intima porque si no le iba a perder ya que Carlisle le había dicho que se estaba comenzando
a aburrir, que él buscaba…algo mas… que era un hombre y como cualquier otro
hombre necesitaba de eso y…si yo no se
lo daba lo buscaría por otro lado. Yo me asusté, era muy joven y era virgen,
realmente no estaba preparada para dar ese paso, pero Elizabeth me fue
aleccionando y convenciendo, y como no estaba
dispuesta a perderlo, aquella noche, muerta de miedo todo hay que
decirlo, intenté seducirlo. Al principio
me rechazó, yo me ofendí, lloré, me sentía impotente, humillada y…cuando quiso consolarme una cosa llevó a la otra…jamás
olvidaré aquella mágica noche…la noche en que…
—Un mes más
tarde, comencé a sentirme mal, me levantaba todas las mañanas y vomitaba la
cena del día anterior, me mareaba, me sentía débil, cansada y floja. Me di cuenta con horror de que no me había
llegado el periodo cuando Elizabeth me preguntó. Pronto salimos de dudas con
una prueba de embarazo que dio positiva. En un principio no entendí como pude
quedar embarazada ya que mi propia hermana me había proporcionado los condones
pero…más tarde descubrí que los había manipulado.
—Me entró el
pánico, mucho pánico, nuestro padre nos iba a matar pues Elizabeth me confesó que ella también
estaba embarazada de ese hombre casado y me dijo que lo mejor era que
abortáramos pero yo me negué. Era joven e inexperta pero llevaba dentro de mí una
personita que había sido engendrada con amor, con mucho amor y estaba segura de
que Carlisle me ayudaría y apoyaría. Quise llamarlo por teléfono pero Elizabeth
me dijo que era muy peligroso ya que cualquiera podía oírme. Al fin y al cabo yo
era una menor y a Carlisle le podía acusar de corrupción de menores e incluso
hasta de pederastia y yo me asusté. Mi hermana me dijo que hablaría con él y así parece ser que lo hizo,
puesto que volvió y me dijo que hiciera las maletas ya que íbamos a huir, huir
a un país donde nadie nos conociera y pudiera dar a luz a mi hijo si problemas.
—Cuando
llegamos al aeropuerto me dijo que tendría que abordar el avión yo sola y que
en Berlín me esperaba una amiga de Athenodora, que nos estaba ayudando, para
llevarme a una institución de señoritas y poder estar ahí escondida hasta que
diera a luz. Cuando le pregunté si es que Carlisle no iba a acompañarme ella me dijo que era imposible
puesto que si desaparecíamos los dos a la vez del país, se vería enseguida que
habíamos huido juntos y Marco perseguiría a Carlisle hasta encontrarle y cuando
lo hiciera no solo acabaría con él, sino con toda la familia. Me dijo que tenía
que ser fuerte y aguantar puesto que estaba en juego el prestigio de una de las
familias más importantes de nuestra ciudad y por ende la nuestras. Me aseguró
que Carlisle se reuniría conmigo en cuanto pudiera. Y yo tonta de mi le hice
caso y me marché, me marché sola, a un país desconocido cuyo idioma no
entendía, con unas personas completamente ajenas a mí y jamás me sentí mas
abatida, derrumbada y vulnerable. MI
hermana me había procurado una nueva identidad, ya no era Esme Vulturi, esa
había desaparecido al igual que el color de mi pelo y en su lugar había una
persona cuyo nombre ni sabía pronunciar pero que me dio la posibilidad de
proseguir mis estudios en esa misma institución. No estaba mal de dinero ya que mi hermana me
dejó lo suficiente para cubrir mis gastos diciendo que era de Carlisle pues él
no quería que sufriera privaciones.
—Pasaron los días, pasaron las semanas y no
tenía ni una sola noticia de Carlisle, ni una llamada de teléfono, ni una
carta…. nada. Al cumplirse justo el mes de estar allí mi hermana vino a verme,
cuando le pregunté por qué Carlisle no se
había puesto en contacto conmigo, en vez
de responderme se sentó junto a mí, me cogió las manos y me dijo que fuera
fuerte.
—Por lo
visto mi hermano Cayo había pillado a Athenodora ayudándonos y la obligo a
confesarlo todo, Cayo se lo dijo a nuestro padre y este mandó detener a
Carlisle por abuso de una menor. Me dijo que Carlisle fue a dar con sus huesos
a la cárcel y su permanencia allí dependía de la decisión
que yo tomase después de que me contara cual era el trato para que papá quitara
la denuncia y Carlisle pudiera salir de allí.
Marco y su padre habían ido a verle. Mi padre le dijo que permanecería en prisión a no ser que
accediese a unir nuestras familias con un matrimonio pero no con conmigo… sino
con Elizabeth, ya que estaba claro que ni podían dejar que nos
casáramos, ni podían dejar que tuviese
el niño, ya que ambas cosas serían un escándalo para las dos familias pero
mucho más para los Cullen. Pero ni vuestro abuelo Edward ni Marco querían que abortara puesto que ese niño seria un
Cullen/Vulturi algo que uniría mas si cabe a las dos familias. Pero el matrimonio
no sería con Esme sino con mi hermana. Carlisle accedió, no tuvo más remedio
según dijo Elizabeth, pues estaba presionado por nuestro padre, su propio padre, la sociedad y
porque era aceptar eso o permanecer en la cárcel en espera de juicio
acusado de corrupción de menores con el consiguiente escándalo y desprestigio
de su familia la cual para él era lo primordial, antes que yo, antes que sus
hijos y antes que nadie. Así que… no
tuve más remedio que acceder a la petición de Elizabeth quién me obligó a
firmar un papel en que decía que…. cuando nacieran mis hijos yo los tendría que
dar en adopción a mi hermana y a Carlisle renunciando completamente a mis
derechos sobre ellos ya que a partir de ese momento su verdadera madre sería
Elizabeth. Mi padre me había dado otro
ultimátum, o firmaba o me obligaría a abortar. Mi hermana me dijo que mi
padre estaba enfadado, decepcionado y dolido conmigo y que de momento... no
quería saber nada de mí. Eso sí me dejaba dinero suficiente para que no me
faltara de nada, pero… literalmente me desterró, renegó de mí, yo ya no
era una Vulturi, según Elizabeth me
había desheredado.
—Ni que
decir tiene que odie a Carlisle con todas mis fuerzas, ¿cómo era posible que
antepusiera su empresa y su familia a sus propios hijos y a la mujer que dijo
amar por encima de todo, aquella que le había entregado confiada el tesoro más
preciado que tenía?, ¿cómo era posible que fuera tan cruel, débil y sobre todo
cobarde?, porque era un cobarde que no había sabido defender lo que es suyo, que
no había sabido luchar por mí. Yo habría vuelto y habría atestiguado la verdad.
Mi padre consintió en la relación y, a pesar de que él se negó, había
sido yo la que le incito a mantener relaciones sexuales. Habría estado con él
hasta el final asumiendo todas y cada una de las consecuencias de mis actos.
Pero estaba claro que él no había sabido estar a la altura, me sentía dolida, humillada y rota. Y Elizabeth me rompió mas cuando me dijo que
como pretendía ayudar a un hombre hecho y derecho acusado de semejante delito
una niña tonta y mojigata como yo. Aquella fue la primera vez que mi hermana
dejo ver su verdadera cara conmigo. Al ver mi dolor intentó arreglarlo
diciéndome que eso era lo que opinaría el juez pero a mi… ya me había destruido
del todo. Pero la gota que colmó el vaso fue cuando la interrogué por el bebé
que se suponía que ella también iba a tener. Me contó muy fríamente que seguía
embarazada ya que era más fácil eso que fingir un embarazo y que había convencido al padre para que se
hiciera cargo del bebé a cambio de una
promesa, y ella así pudiera dedicarse a mi hijo y a su matrimonio con Carlisle.
—Después de eso
no volví a saber más de ninguno de ellos hasta que di a luz a dos hermosos
niños. La primera ecografía que me hicieron reveló que no solo estaba
embarazada de un bebé sino de dos y que estos estaban en diferentes bolsas por
lo que serían mellizos. No os podéis imaginar lo que sentí cuando os vi, una
serie de sentimientos encontrados se instalaron en mi alma, estómago y corazón.
Erais los niños más bonitos que nunca había visto y en ese momento supe que no
podía dejaros, que tenía que luchar por vosotros. Pero esas intenciones se
fueron al traste cuando Elizabeth llegó esgrimiendo el documento que yo misma
había firmado, me dijo que no tenía nada que hacer y que si lo intentaba mis
hijos acabarían en un orfanato y Carlisle en la cárcel… tuve que dejaros ir. No había cumplido aún los dieciséis años,
estaba sola en un país desconocido, ni mi padre ni el resto de mi familia querían
saber más de mí, ¿qué podía hacer?, por
lo menos procurar vuestro bienestar. NI que decir tiene que volví a odiar a
Carlisle todavía más pues ni siquiera se había dignado a venir a verme con
Elizabeth, a explicarme personalmente, ni una carta, ni una llamada, nada, era
como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Cuando le pregunte a
Elizabeth por él simplemente dijo que Carlisle se había dado cuenta de que mi
hermana era el verdadero amor de su vida y que lo único que quería era iniciar
una nueva vida junto a ella y sus hijos, que yo… sobraba. Y como dije me vi
sola... me seguían acogiendo en esa casa siempre a cambio de un dinero al mes
por supuesto, y seguí asistiendo a clases. Pero el dinero se agotaba y mi
padre, siempre según mi hermana, se había negado a darme más. Busqué
inútilmente trabajo y no lo encontraba ya que era menor de edad, hasta que un
día entré a un panadería y le conocí…
era el hijo del dueño se apiadó de mi y convenció a su padre quién accedió a contratarme.
—Pasaron los
años y llegó el día de mi graduación. Me gradué junto a Demetri ya que aprendí
alemán lo suficientemente bien como para cambiar de instituto y matricularme en
el mismo al que iba mi amigo, mucho más barato. Gracias a mi buen expediente
conseguí una beca para estudiar en Londres y Demetri, al cual yo le había
contado mi historia, se vino detrás de mí. Inicié mis estudios en periodismo,
ese siempre había sido mi sueño y los completé con cursos sobre publicidad, imagen, cine y fotografía. Fueron años muy difíciles pues tenía que
compaginar todos esos estudios con el trabajo ya que… no tenía más ingresos que
esos, mi familia, los Vulturi, habían desaparecido y me sentía decepcionada, de
todos y de todo, pero sobre todo de Elizabeth, de mi querido hermano Aro y de
Sulpicia
—Una vez
terminada la carrera, y gracias siempre a mi buen expediente, conseguí trabajo
en uno de los periódicos más prestigiosos de Londres. Un día fui enviada a
cubrir un evento en Italia y… allí fue donde lo vi. Al principio me costó
trabajo reconocerlo, pero luego confirmé
que era él, por su sonrisa, sus gestos, su saber estar… mi hermano Aro.
Yo pensaba que no me iba a reconocer, mi color de pelo era distinto, llevaba lentillas
para que mis ojos verdes no me delataran y… habían pasado los años. Pero Aro me
reconoció desde el principio. Intenté huir pero el vino detrás de mí y me siguió a mi hotel. Al principio discutimos, él
me recriminó por marcharme y yo por dejarme abandonada a mi suerte… mi propio
hermano, de Elizabeth en el fondo no me había extrañado, pero ¿de él? Cuando por fin nos dimos cuenta
de que estábamos hablando un lenguaje de sordos, nos calmamos y él me volvió a
preguntar que porque había escapado así de esa manera, sin dejar, rastro, sin
dejar huella, si no quería casarme simplemente hubiera recurrido a él y me
habría ayudado, pero huir causando tanto dolor a la familia. Me dijo que mis
padres estaban rotos, hundidos, que no eran los mismos de desde que me marché y
que Sulpicia y él tampoco. Yo le escuchaba incrédula, ¿huir yo sin dejar
huella?, si había sido mi padre el que… entonces comprendí y até cabos…
entonces fue donde me di cuenta de la maldad de mi hermana, de su astucia, de
su plan para separarnos y quedarse con el trofeo que ella tanto ansiaba. Me senté temblando en uno de los sillones, mi
hermano me miraba expectante ansioso,
esperando a que hablará y cuando hablé,
cuando le conté, no daba crédito a lo que oía, su hermana, su propia
hermana, pero me creyó a pies juntillas ya que por lo visto Elizabeth había mostrado
ante todos hacia ya mucho tiempo su verdadera cara. Y además, él la conocía
desde siempre tan bien como yo.
—Llamó a
nuestro padre para decirle que me había
encontrado y le contó mi historia. Mi padre se mostró consternado y se enfadó
mucho con mi hermana. Ordenó a Aro que me trajera inmediatamente a mi hogar, a
mi casa, junto a mi familia. Pero yo no quería volver, no, si tenía que estar
cerca de vosotros y a la vez tan lejos. No podía soportar veros y no poder ni
siquiera acercarme a vosotros. Por otro lado, Aro ya me había contado el trato
que recibías de Elizabeth y su empeño en meterte por las narices a Tanya aun
siendo todavía tan joven y eso me incitaba a volver porque pensaba que de
alguna manera podría protegerte. Cuando le pregunté quién era Tanya y me lo
dijo supe desde ese momento la verdadera razón detrás de aquella actitud.
—Pero había
otra razón más para no querer volver y esa era vuestro padre ¿cómo iba siquiera
a mirarlo a la cara después de lo que me había hecho?, pero mi hermano me dijo
que era una Vulturi y que mi derecho y sitio estaba junto a su familia. Que
Carlisle era un cabrón con todas las
letras y que una vez allí debería enfrentarlos a los dos y hacer valer mis
derechos sobre vosotros, pero no era tan fácil...no quería dañaros.
—Al final
volví, tuve una charla muy larga con mi padre, mi hermano y Sulpicia. No quise
que Cayo estuviese presente en esa reunión
ya que Athenodora había sido cómplice de Elizabeth desde el principio,
era él quien nos había delatado… no confiaba en mi hermano. Tiempo más tarde y
en una conversación que tuve con Cayo
descubrí que era mentira, él no se había enterado de nada, Athenodora había
actuado por su cuenta, ocultándole todo,
él nunca me había delatado, jamás habría hecho una cosa así. Simplemente habría
ido a por mí y me habría traído a rastras y obligado a Carlisle a casarse
conmigo sin importarle el escándalo.
—En el
transcurso de aquella conversación tanto mi padre como Aro me dijeron que, si
yo quería, podría reconocer a mis hijos como tales que de Elizabeth y Carlisle
ya se encargaban ellos y tratarían lo mejor posible de mitigar el escándalo que
ocasionaría todo esto. Pero yo les dije que no y lo hice por vosotros. Teníais
ya una edad en la cual reconocíais a Elizabeth como vuestra madre, a pesar de
que esta no era digna de llamarse así, deciros en ese momento la verdad…tan jóvenes…
tan pequeños…seria dañaros en muchos
sentidos, la prensa os perseguiría allí donde fuerais, al colegio, al parque,
sencillamente no podía consentirlo… y lo único que pedí fue poder estar con
vosotros, a vuestro lado, aunque solo fuera como vuestra tía y mi padre,
siempre tan frío y práctico, me lo
garantizó.
—Aro me
había presentado a Irina y Kate, aunque era solo un bebe cuando me marché,
pareció reconocerme y enseguida me hice con ellas. Se llevaban muy bien con
vosotros dos, y al conoceros me aceptasteis desde el primer momento y yo…tuve
bastante con eso.
—Les pedí a
mi padre y a mi hermano que no le dijera nada a Carlisle, que no le
cuestionaran ya que… era en vano… el no me quería, estaba enamorado de
Elizabeth, había sido su cómplice para
quitarme a mis hijos, así que… por vuestro bien y también por el prestigio de
la familia que se vería inmersa en un escándalo si se supiera todo esto y ese
escándalo os salpicaría a vosotros directamente y erais tan pequeños. Les dije
que no le recriminaran nada que hicieran
como si no lo supieran y dieran por valida su historia. Ellos, en contra de su
voluntad, me lo prometieron ya que Marco siempre frio y práctico estuvo de
acuerdo conmigo en que no sería nada bueno un escándalo así para la familia
aunque volvió a repetirme que si cambiaba de opinión el tenía medios para parar
el susodicho escándalo, pero yo no quise...no os lo merecíais. Los dos me
sugirieron que debía enfrentar a Carlisle ya que, efectivamente él había
recibido esa nota y, o sabía fingir muy bien, o realmente estaba destrozado por mi marcha. Yo les prometí hacerlo,
pero no me dio tiempo. Cuando Elizabeth vio que había regresado y pretendía acercarme
a vosotros me lo prohibió argumentando que su madre era ella, que ese documento
lo atestiguaba y lo decía. Fue mi propio
padre el que llamó a Elizabeth para enfrentarla y dejarle claro que nunca
podría prohibirme que me acercara a vosotros. Nuestro padre estaba enfadado con
ella como nunca lo había visto con ninguno de mis hermanos, incluso llegó a
pegarla. Ella con una actitud fría y distante les dijo que todo lo había hecho
por mi bien y por el de mis hijos ya que cuando aquel día fue a contarle a
Carlisle que me había quedado embarazada éste la dijo que no me amaba y que no quería
verse obligado a embarcarse en un matrimonio sin amor. Nos dijo que ese mismo
día le confesó que a quien de verdad amaba era a ella y juntos…urdieron este
plan. Cuando escuché eso no pude mas ¿mi propia hermana conspirando contra mí para
quedarse con mis hijos y su padre, su propio padre confabulado contra con ella?,
tuvimos una discusión muy fuerte, una de las peores que hemos tenido en la cual
me echó en cara que había tenido que renunciar a su propio bebe por hacerse cargo
de los míos, cosa que pilló a Aro y a nuestro padre por sorpresa. Pero ella sin
más explicaciones, les dijo que ya estaba hecho, que ese bebé no formaba parte
de su vida al igual que mis hijos no formarían parte de la mía pero nuestro
padre, totalmente enfadado, decepcionado y enfurecido con ella, la cortó y la obligó a dejar que me acercara a
vosotros amenazándola con quitarle el mismo vuestra custodia si se oponía. Así
mismo la juró y la perjuró que buscaría por cielo y tierra a ese bebé que
abandonó para darle el puesto que se merecía dentro de la familia, aunque ella
hubiese renegado de él. La discusión acabó ahí ya que Elizabeth se marchó
iracunda de la habitación y nunca,
repito, nunca ha dejado voluntariamente que os tratara, siempre poniendo pegas,
excusas, todo lo que se la ocurría pero yo no me amedrentaba, siempre me
enfrentaba a ella sobre todo cuando me enteré que intentaba casarte con esa
mujerzuela que…. bueno en fin, mejor sin comentarios ya que no puedo probar
ciertas cosas.
—El
reencuentro con vuestro padre fue muy violento y desagradable para mi, no podía
evitar odiarle y amarle al mismo tiempo, reprocharle el hecho de que había
contribuido a quitarme mis hijos, para mí
fue horrible, no podía mirarlo a la cara sin recordar aquella noche mágica hace
ya tantos años, esa noche que para mi significó tanto y tan poco para él. Pero yo ya no era aquella
niña asustada que él conoció, yo ahora era una mujer hecha y derecha, capaz de tomar mis propias
decisiones y embarcada en mi propia
relación. Demetri y yo éramos amigos, muy buenos amigos y cuando hablé con él
por teléfono me propuso una relación fingida para demostrarles a esos dos que
Esme Vulturi sabía renacer de sus cenizas. Yo lo acepté más que nada porque
necesitaba a alguien a mi lado a parte de mi hermano y cuñada, alguien con
quien poder hablar, en pocas palabras necesitaba a mi amigo. Pero le puse una
condición y era que cuando encontrase a la chica adecuada me lo dijera sin más.
Nuestra fingida relación duró algún tiempo. Poco después conoció a Gianna, se
enamoraron .Hoy están casados y felices. Tengo el enorme privilegio de llamarme
su mejor amiga ya que fui yo la que incito esa relación y le contó a Gianna la
verdad.
—Mi padre me
dio mi sitio en la familia y en la empresa, aquel que me corresponde por
derecho y que nunca me había quitado. Empecé a trabajar en la empresa, a las
órdenes de Carlisle y de Cayo, aunque
como ya sabéis es Carlisle el que lleva la batuta. Mi relación con él siempre
fue cordial pero distante. En ocasiones noté que me miraba con pena, pero yo le
devolvía la mirada con resentimiento y dolor. Un día, poco después de regresar, me enfrentó y
me preguntó porque había huido, yo me lo quede mirando cómo se mira a un
insecto y después me marché no sin antes echarle en cara que como era posible
que me dijese algo así, que si no tenia vergüenza. Ha habido otros momentos en
los que quiso hablar conmigo, pero yo siempre me negué, para que remover la
basura... no merece la pena. Él está felizmente casado y yo no soy quien para
entrometerme en un matrimonio, eso yo nunca lo haría. Y además estabais
vosotros.
Y esa es la
historia –dijo mirando directamente a Alice y Edward –yo…
—Entiendo
que no nos quisieras decir nada cuando éramos pequeños, pero ahora tenemos
veintitrés años, casi veinticuatro madre
–y a nadie le pasó por alto el hecho de que Edward la llamara madre —¿por qué has seguido callando?, y no me
vengas con el cuento del escándalo porque sabes que a mí eso me da igual.
—Edward,
Alice, hijos yo…tenía miedo…tenía miedo de que me odiarais.
—¿Odiarte
yo?— contestó Edward –¿odiar a la mujer
que ha cuidado de mi toda mi vida, que me ha dado el amor y el cariño que solo
una madre sabe dar a sus hijos?, ¿aquella que se ha enfrentado a la que
legalmente lo es por mí, para defenderme, para evitar que Elizabeth me destruyera?
Yo no te odio madre yo…. te amo –y sin
mediar mas palabras Edward se levantó del asiento, para arrojarse a los
brazos de la que ahora todos sabíamos
que era su madre y lloró, lloró como un niño. Esme le recibió con los brazos
abiertos al tiempo que miraba a Alice que refugiada en los brazos de Jasper no hacía
más que llorar a su vez, sus miradas se encontraron, Alice se tiro a Esme abrazándola,
Edward la hizo sitio… los demás
sobrábamos así que fuimos desapareciendo lentamente del salón.
Nos reunimos
todos en la habitación de invitados en total y completo silencio.
—Sabéis
–dijo Jasper –hay algo que me está rondado por la cabeza desde que Esme dijo
que Elizabeth cedió su bebé al padre, a ese hombre misterioso.
—Yo también
estoy pensando lo mismo –dijo Kate. Todos coincidimos en lo mismo, pero solo
Elizabeth y quizás Esme tenían esa
respuesta… el silencio continuó.
A eso de las
tres de la madrugada Esme y Alice con los ojos enrojecidos y abrazadas hicieron
acto de presencia en la habitación.
—Mi hijo te
necesita Bella, ¿podrías ir con él? –no necesito decir nada mas ya que yo salí
corriendo hacia nuestra habitación. Lo encontré tumbado en la cama, con los
brazos haciendo almohada detrás de su cabeza, pensativo.
—¿Todo bien?
—Mejor que
bien Bella, Esme es mi madre, mi verdadera madre. He de decir que hacía tiempo que lo sospechaba,
no me ha pillado de sorpresa. Ahora solo queda darle el lugar que le corresponde
en mi vida y en mi corazón. Elizabeth no es mi madre y por lo tanto no se merece
el privilegio de que le llame así, además… tengo una sospecha sobre Tanya y ese
empeño en querer que me case con ella. Esme tiene la misma, pero no lo puede
confirmar. Solo sabe que Elizabeth en una de sus discusiones le dijo que Tanya
y yo estábamos prometidos desde que nacimos y
tenía que ser fiel a esa promesa, que se debía a ella.
—Yo también
tengo la misma sospecha, amor, en realidad todos la tenemos pero solo Elizabeth
sabe la respuesta.
—Yo la voy a
conseguir, no lo dudes Bella.
—Edward, ¿le
has contado a Esme tu conversación con tu padre?, el tiene una versión
totalmente distinta, versión que también confirman tu tío y tu abuelo, ceo que
fue tan victima como Esme.
—Si eso creo
y Esme ha prometido hablar con él. Bella
estoy cansado yo tengo las cosas muy claras y… no quiero hablar más de eso por
hoy...Bella yo… te necesito –y no tuvo que decirme más nuestras bocas se acercaron y se fundieron en
un beso urgente y necesitado sobe todo por parte de él. Su lengua invadió mi
boca como un soldado conquistando un territorio y mi lengua salió a su encuentro
recibiéndole como su conquistador. En
pocos minutos sucedió lo de siempre, nuestras ropas ya no estaban puestas en nuestros
cuerpos sino esparcidas de cualquier manera sobre la cama. Su boca dejó mi boca
y viajó hasta el lóbulo de mi oreja, descendió por mi cuello hasta mis pechos
en los que se entretuvo un buen rato. Yo le dejaba hacer, sabía que lo
necesitaba y yo estaba dispuesta a dárselo a que tomara todo lo que fuera de mí.
Besó y adoró todas y cada una de la partes de mi anatomía, sus dedos viajaron a
mi centro y masajearon mi clítoris a la vez que invadía mi cavidad, yo gemía y
me revolcaba debajo de él, buscando mas fricción. En un momento determinado sus
dedos desparecieron y fueron sustituidos por su miembro el cual fue entrando lentamente,
muy lentamente, cuando estuvo dentro salió y volvió a embestirme de golpe, al
tiempo que subía una de mis piernas a sus hombros haciendo la embestida más
profunda y placentera. Su cuerpo se movía
en perfecta sincronización con el mío, intentábamos amortiguar los jadeos de la
mejor manera posible con nuestros besos, pero aun así alguno se me escapaba al igual
que a él. Estuvimos un buen rato amándonos, besándonos. De pronto sentí el
familiar hormigueo, el calor abrasador y todo mi cuerpo explotó llevándole
conmigo a ese lugar al que solo él y yo sabíamos llegar… el amanecer nos
sorprendió amándonos.
Cuando
estábamos a punto de comenzar a desayunar el timbre de la puerta sonó. Edward y
los chicos se lanzaron como camicaces pensando que podría ser Cruella y la
Madrastra, ahora nunca mejor dicho,
saltándose la orden de alejamiento,
pero al volver a la cocina un hombre rubio y enormemente parecido a
Edward y Alice entró por la puerta junto a ellos… Esme se tensó.
—Bella, déjame
presentarte a mi padre, Carlisle.
—Encantada
señor Cullen.
—Lo mismo
digo, pero llámame Carlisle por favor, no podía marcharme de España sin conocer
a la mujer que ha conseguido que mi hijo dejara de buscar fantasmas por todos lados –dijo mirado con
sarcasmo a su hijo y aquel gesto me recordó tanto a Edward que me pregunté cómo
Elizabeth había podido engañarlo tan solo un segundo —. Lo siento hijo –siguió
diciendo –pero no he conseguido que tu madre…
—Esa mujer
no es nuestra madre papá, nuestra
verdadera madre es esa persona que está sentada junto a Alice –dijo Edward muy
seguro de sí mismo, y el gesto de Carlisle lo decía todo ya que en milésimas de
segundo pasó del estupor a la sorpresa,
después a la incredulidad, para después quedarse mirando a Esme como si nunca
la hubiera visto en su vida –me parece que tenéis una conversación pendiente
¿no es así mamá? –apremió Edward.
—Pues sí,
eso creo –dijo una muy tímida Esme—, ¿qué...qué te parece si desayunamos
primero y luego…damos un paseo..?
—Me parece
genial, claro si a Bella y sus hermanos no les molesta –dijo Carlisle todavía
en estado de shock y presentándose el
mismo a Rose y a Emmett.
—No para
nada –dijimos los tres a la vez.
Rose y yo,
ayudadas por Esme a la que se veía claramente que necesitaba ocuparse en algo,
nos pusimos a preparar los cafés y hacer el desayuno. De repente una mosca de
esas gordas, molestosas y asquerosas entró por la ventana causando como siempre
que Rose y yo nos pusiésemos a saltar aterradas como si en vez de una mosca
fuera un psicópata dispuesto a terminar
con nuestras vidas. Esme, yo no se sí por miedo o por nerviosismo comenzó a
chillar y saltar con nosotras. Emmett,
que ya nos conocía, de un ágil movimiento agarró un matamoscas que estaba
colgado de un gancho de la pared y de un matamoscazo contundente acabó con la triste
vida del pobre bicho. Rose, Esme y yo nos pusimos detrás de él, Emmett seguía
con el matamoscas en la mano y los demás nos miraban expectantes. Otra mosca
tan gorda como la otra o más, entró por la ventana.
—Desde luego
cuando dicen que España es diferente que razón tienen –dijo Emmett muy serio
mientras perseguía a la mosca –vamos que solidarios son los moscardones
esto, matas uno y vienen todos al
entierro –y ese simple comentario contribuyó a descargar un ambiente que estaba
muy tenso y todos nos relajamos al instante. Irina cogió uno de las cascaras de
naranjas que habían quedado vacía tras hacer el zumo y metiendo a la mosca en
cuestión en ella, pues la otra no había quien la pillara, dijo un pequeño
responso.
—Aquí yace…
la mosca… vivió y murió como todas las moscas, dando por saco –y todos
estallamos nuevamente en carcajadas. Tras levantar los dos cadáveres, pues
Emmett al final pillo a la otra, y cerrar la ventana para evitar más
solidaridad, nos pusimos a desayunar.
—Mami
–preguntó Rossie –puedo invitar hoy a jugar a mi amiga julia.
—Claro hija
y a Ana también.
—No –dijo
muy resuelta –a Ana no.
—¿Y eso
por...? –preguntó Rose aprovechando la circunstancia ya que el viernes pasado
la profesora al recogerla nos había dicho que se había peleado con esa tal Ana
de muy malas manera, llegando incluso a tener que separarlas y que no entendía
porque, ya que desde que esa niña llego al colegio parecían muy amigas.
—Es que… le
ha dicho a…Seth que sea su novio y a mí no me da la gana.
—¿Y porque
no quieres? –dijo Rose aguantándose una risa que los demás escondían como
buenamente podían.
—Porque yo
estoy primero, él era mi amigo antes de que ella viniera , su padre es amigo y compañero vuestro en la
embajada por lo tanto... su novia tengo que ser yo.
—No crees
que eso lo tiene que decir él y además, ¿no es ella tu amiga?, ¿merece la pena
que discutáis por una cosa así? –arremetió mi cuñada mientras por el rabillo
del ojo vi cono Emmett tenía su ceño frunció en un gesto de… ¿celos quizás?,
¿desagrado?
—Sí pero es
que…
—Pero es que
nada, o invitas a Ana y hacéis las paces, o no viene nadie a jugar, además sois
muy pequeñas para esas cosas aun –dictaminó mi hermano poniendo esa voz
autoritaria que raras veces ponía pero que cuando la ponía…todos nos
cuadrábamos.
—Vale, vale,
la invito y jugaremos muy bien las tres juntas, tranquilitas y sin discutir –contestó
resignada y los demás no pudimos más y soltamos la carcajada, Irina casi se cae
de la silla pero Laurent la sujetó a tiempo.
Concluido el
desayuno, Esme y Carlisle se fueron y en lo que nosotras terminábamos de
recoger, los chicos se pusieron a jugar con la Play, cosa que me hizo
cuestionarme un vez más para quien era el regalo.
Le pedí a
Kate que saliera conmigo a recoger la ropa y así lo hizo, pero parecía que hoy
era el día mundial del insecto y habían venido todos al congreso ya que al ir a
coger una sabana una enorme polilla emergió de ella ocasionándonos el
consiguiente sobresalto. Yo como a todo bicho volador, las tenía un poco de
repelús a las polillas y Kate a mi lado estaba igual, así que empezó el baile.
Las dos chillábamos y saltábamos a la vez haciendo círculos y espavientos con
las manos intentado espantarla. La polilla, a la cual se veía muy bien
alimentada y más asustada que nosotras,
revoloteaba a nuestro alrededor y para colmo otra, mejor alimentada todavía,
salió alarmada por los gritos de detrás de una toalla… y ya éramos cuatro.
Estuvimos así un buen rato, hasta que mis ojos pudieron distinguir un paño de
cocina que intentaba espantarlas a golpes y vi que las demás, alertadas por nuestros
gritos se habían unido al club pero las polillas en su revoloteo ansioso nos
tocaban y cada vez que lo hacían pegábamos un grito, aleteando con las manos
mientras los brincos seguían. De pronto Rose llegó con el arma definitiva, un
insecticida que roció directamente sobre los bichos en cuestión. Pero ni que
fueran Spiderman ya que la malditas
polillas no se morían ni a la de tres y nosotras andábamos ya medio intoxicadas.
Y así seguimos las nueve, sobrina y polillas incluidas, ya que los bichos en su
ansiedad se afanaban por tocarnos con sus asquerosos cuerpos y alas, puafff, lo
que provocaba nuestro nerviosismo y nuestros gritos. Cualquiera que nos viera pensaría que éramos brujas y estábamos
haciendo un ritual de esos raros, solo faltaba la hoguera a la cual sustituía
la ropa tendida pues todas estábamos girando alrededor de ella. De pronto unas manos
que me resultaron conocidas de haberlas visto explorando magistralmente ciertas
partes de mi cuerpo, cogieron una de las polillas con la mano y…digamos que el
insecto pasó a mejor vida junto con su hermana y compañera que había caído en
manos de Jasper.
—Hasta que
por fin habéis venido –dijo una muy indignada Alice –nos pueden asesinar y secuestrar
que vosotros ni caso, ¿estáis sordos?, ¿no nos habéis odio gritar?
—Oíros os
hemos odio hermanita, pero Emmet nos dijo que no había problema, que
seguramente fuera una simple polilla ya que estabais recogiendo la ropa y
siempre os sucedía lo mismo, pero al ver qué pasaba el tiempo y seguíais…
—Habéis
decidido salir a investigar si en verdad eran las polillas o Freddy Kruger ¿no
es así? –terció Irina –y bueno por lo menos vosotros os habéis dignado venir
que se me yo de otros…vamos que ya podríamos estar muertas que…
—En primer
lugar, hemos venido solo nosotros porque para enfrentarse a unas pobres
polillas mas asustadas que vosotras nos bastamos y nos sobramos; segundo, si
estuvierais muertas los pobres cadáveres del cementerio se hubieran puesto en
huelga para exigir vuestra inmediata resurrección; en tercer lugar, Uff no me gustaría
estar en la piel de ese tal Kruger y, de
todas formas, que yo sepa no estáis durmiendo –dijo Jasper con sarcasmo –y en cuento a lo del
secuestro creedme cuando os digo que el
pobre secuestrador nos paga dinero con tal de perderos de vista y poder
recluirse de por vida en un psiquiátrico –añadió con tal seriedad que nosotros
solo acertamos a abrir y cerrar la boca al estilo besugo, hasta que Rose habló…
—¿Emmett os
ha dicho que no pasaba nada?, ya verá ese esta noche cuando quiera…
—Rose, la
niña –avisé.
—Uff aun así
ya verá ese esta noche, dijo saliendo muy digna hacia la cocina seguida de unas
no menos dignas, hija, amigas y cuñada,
o sea yo, dejando a nuestros pedazos de
hombres plantados en medio del jardín.
Una vez
transcurrido el momento polilla, seguimos lo que quedaba de mañana charlando en
la cocina sobre la historia de Esme y Carlisle. A eso del medio día, los
susodichos llegaron…
—¿Qué tal?
–preguntó Edward ansioso.
—Bueno hemos
hablado y... Edward si ya estaba empezando a hartarme de tu madre…
—Tía
–corrigió –aquí mi madre es esta señora –dijo señalando a Esme y a esta se le
aguaron los ojos mientras que Alice la abrazaba.
—Perdón, es
la costumbre, si vuestra tía había
llegado a hartarme, ahora ha conseguido
que definitivamente la odié. Esto no se lo voy a pasar ni tolerar, tantos años
de engaño, de dolor, pensando lo que no era…no definitivamente me va a escuchar
y va a hacerlo ahora, dijo resuelto—, esto tiene que quedar solucionado lo
antes posible –dijo mirando a Esme –volveré cuando haya terminado con ella –y
diciendo esto dio un beso a Esme en la frente y se marchó.
—Y con
vosotros que va a pasar ¿pregunto Alice?
—Bueno,
vuestro padre primero tiene que solucionar sus cosas con su esposa del todo,
eso es algo entre ellos donde yo no debo interferir y…una vez que este
libre…hemos decidido darnos una oportunidad a ver qué ocurre.
—Bien
chillamos un montón de voces a la vez.
— Y…si no
tenéis inconveniente a mi… bueno…yo…
—Mamá, Alice
y yo estaríamos encantados de que por fin nos reconozcas como nuestra madre
–dijo Edward con el consiguiente apoyo de su hermana.
—Gracias…hijos…muchas
gracias –y los tres se volvieron a fundir en un abrazo donde los demás
sobrábamos de nuevo.
El resto del
día pasó tranquilo, sin sobresaltos, por la noche Carlisle regresó.
—No me puedo
creer lo hipócrita y falsa que es, lo ha negado todo, absolutamente todo. Te ha
acusado de mentirosa, de querer destruir nuestro matrimonio cuando ha sido ella
todos estos años la que se ha encargado de destruir…lo que fuera que tuviéramos,
¡Dios! –dijo pasándose la mano por el pelo en un gesto igual al de Edward,
tantos años creyendo una mentira, ¿Cómo pude ser tan imbécil y dejar que me
engañara así? No me quedaran años para hacer que me perdones Esme.
—Eso no
importa ahora, lo que importa es el futuro.
—Un futuro
que no se hará esperar, ya se lo he dicho, en cuanto llegue a Chicago empiezo
con los papeles del divorcio. ¡Dios! todos estos años mirando a la cara a Aro y
Marco, ¡qué vergüenza por favor!, tengo que hablar con ellos en cuanto llegue a
Chicago, ahora entiendo su cambio de
actitud para conmigo, ahora entiendo muchas cosas. Es increíble, pero lo más
curiosos del caso es que ayer, antes de saber anda de todo esto, cuando le dije
lo del divorcio, me suplicó y me rogó, diciéndome que haría cualquier cosa con
tal de que no nos separáramos. Pero cuando la conmine a marcharse y dejaros en
paz, me contestó que no podía, que eso era imposible, que se debía a una
promesa, yo entonces no lo entendí, pero
a estas alturas de la historia y sabiendo todo esto...
—Esa es una
cosa que nosotros también sospechamos pero
solo ella está en posesión de la verdad.
—¿Qué
vergüenza por Dios! –volvió a decir Carlisle pasándose la mano por el pelo.
¿Qué pensará de mi Aro?, con lo que yo le aprecio, y tu padre, ¿qué pensará tu
padre?
—Bueno —Bueno por
un lado ellos al principio me dijeron que no les cuadraba mi historia con la
actitud que tenías cuando me marche y me incitaron
a hablar contigo dándote el beneficio de la duda,
pero por otro lado te quisieron matar…yo no los deje y aunque en ese momento lo hice por la
empresa y por mis hijos y no necesariamente en ese orden, ahora me alegro de
haberlo hecho.
—Lo
importante aquí es que la verdad ha salido a la luz y ahora tengo a mis dos
padres juntos –dijo Alice dando saltitos con esa actitud que la caracterizaba y
solo eso bastó para aligerar el ambiente.
La cena fue
agradable y la noche junto a Edward más
agradable aun, nunca me cansaría de hacer el amor con este hombre, con mi
pedazo de hombre.
La mañana
llego y con ella nuestras responsabilidades, las chicas y Edward se fueron al aeropuerto para despedir a los
chicos y después ir a trabajar, todas menos Kate que resolvió quedarse conmigo
para que no estuviera sola. Algo me decía que era cosa de Edward y su instinto
de protección. No me importaba, cosa extraña en mí, al revés me alagaba y me
gustaba que lo hiciera con esa diplomacia, otro se hubiera empeñado en quedarse
él, agobiándome, asfixiándome, pero él me conocía perfectamente a pesar del
poco tiempo que llevábamos y su estrategia… estaba funcionando. Además para reforzar esa estrategia me dio
un beso de esos en los que las piernas
se te vuelven de plastilina, pierdes la cordura, la decencia y… hasta las
bragas.
Emmet y Rose
se fueron al trabajo y Kate y yo a llevar a Rossie al colegio. Fuimos en el coche hasta el centro y lo deje
aparcado en el primer lugar que encontré
lo más cerca que pude de la escuela, sabedora de lo imposible que a esas
horas era encontrar sitio en la misma puerta.
Por el
camino un hermoso dálmata se puso delante de nosotros. Vi como mi sobrina
miraba detenidamente cierta parte de la anatomía del can con cara de hacerme la
pregunta del día
—Esto… tita
Bella…—y aquí venia la dichosa pregunta ¿es que estas cosas no podían suceder con
sus padres delante?
—Dime
—Que son
esas cosas tan redondas y tan gordas que lleva colgando ese perro –Kate a mi
lado empezó a mirar a todos lados, como
si el paisaje fuera de lo más interesante, total unas cuantas casitas de nada,
pero en fin, había que responder a la niña
—Esto...Pues…bueno...ummm…
a ver…se llaman testículos –decidí contarle la verdad –y son una parte de la
anatomía de los animales machos. Las hembras tenemos vagina y los machos tienen
pene y testículos.
—Ahhhhhhhhhhhhhhhhh
–esperaba que se quedara satisfecha con mi explicación pero…. parece mentira
que no conociera a esa mente inquieta.
—Dices que
eso lo tienen los animales, ¿y las personas también?
—Esto…ummm…
si hija si las personas también.
—¿Mi madre,
Kate y tu tenéis vagina? –Kate tuvo un
repentino ataque de tos/risa pero se le quedó la tos a medio camino ya que uno
de los alumnos del instituto que estaba al lado, uno de estos macizotes, tan
bien dotados en todos los sitios
correctos, de los que jugaban al futbol o a cualquier otro deporte, se puso a
nuestro lado en ese momento y, a juzgar por su mirada socarrona, escuchó claramente la pregunta de la niña.
—Sí –le
contesté dándole la menor importancia, total era una clase de anatomía, impartida
en el sitio incorrecto pero clase al fin y al cabo, pensé mirando desafiante al
musculitos en cuestión. He de decir que antes me los quedaba mirando toda
pervertida y con la boca abierta y la baba saliendo involuntaria de la misma,
pero ahora no… mi pedazo de hombre era mucho mejor.
—Y mi padre
tiene los testigos esos –la risa de Kate se convirtió en carcajada que intento
disimular con otro ataque de tos pero… no le salió
—Aja –la
contesté riéndome por dentro por el curioso juego de palabras.
—¿Y los
tiene tan gordos como los del perro? –Kate ya no podía mas, su cara se estaba
poniendo de todos los colores posibles y se sentó en un banco que
oportunamente, apareció en nuestro laaaargo camino a la puerta del cole, mi sobrina ni cuenta que se dio.
—Esto...
bueno…yo…no acostumbro a ver esa parte de la anatomía de tu padre hija…
—Ahhh… pero
si verás los de tío Edward, ¿los tiene el tío Edward así de gordos? –uff no lo sabes
tu bien pensé para mí, a ver Bella céntrate que estás con la niña.
—Rossie
cariño no me he fijado en…
—Pero si
duermes con él y haces los mismos ruidos que hacen mis padres a veces, digo yo
que algo habrás visto ¿no?
—Si…
pero…yo… — arggggg, dichosa niña, ringggggg, ringggggg. Ufff salvada por la
campana que anuncia la entrada al cole.
—Vale, vale,
entra dentro de las cosas que no debo saber o que le tengo que preguntar a mis padres –dijo dándome un
beso en la mejilla –toma dale otro a Kate aunque no entiendo porque le hace
tanta gracia lo que he preguntado, es normal que quiera saber ¿no?, al menos
eso dice mi padre. Y dicho esto se fue. Le dio la mano a la profesora y entró
al colegio totalmente enrollada con ella pues esta niña era de las que no se callaban
ni debajo del agua.
Yo fui a
buscar a Kate al banco donde se había sentado. Pero unos fuertes brazos me interceptaron por el camino, una mano
sujeto mi boca para que no pudiera gritar mientras un frio aliento se posaba en
mi oído ordenándome obedecer…
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