DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer
Outakke 3: Padres, hijos y otras
cuestiones.
Narración en tercera persona.
Washington, apartamento de Gaby,
Maggie y Charlotte…en teoría
—Alerta roja, alerta roja –decía una muy desesperada
Gaby tras colgar el teléfono, saltando
por todo el apartamento que compartía con los chicos con un estilo similar al
de su tía Alice, tropezando con todo lo que encontraba a su paso, en una clara
imitación de su madre y provocando que
una serie de hechos sucedieran a la vez. La ensalada que Maggie estaba
preparando cayó al suelo organizando no solo un estrepito sino todo un desastre
en la inmaculada cocina, Tony que en ese momento entraba a ver qué sucedía piso la mezcla de
aceite, vinagre y sal, resbalando y
quedando sentado en el suelo en un divertido escorzo. Maggie al intentar
ayudarle, resbaló también quedando tumbados uno encima del otro y pringados de
arriba abajo. No muy lejos, en el salón,
un bol de palomitas yacía desparramado en el suelo junto a los mandos de la
play y los cristales de una lámpara que se había hecho añicos, mientras Seth y
Peter intentaban recogerlo todo antes que sus novias les echasen las bronca por
descuidados. Charlotte intentaba, sin
éxito alguno, que Tony y Maggie salieran
de la trampa en la que estaban metidos cayendo ella también al revoltijo de
cuerpos, aceite, sal y demás ingredientes de la famosa ensalada, llevándose consigo el mantel que había puesto
en la mesa de la cocina con sus cubiertos y platos correspondientes. Al final
tuvieron que gatear y agarrarse al mobiliario de la cocina para ponerse en pie,
descalzarse y salir corriendo a la ducha y a cambiarse de ropa. Gaby seguía
chillando, aleteando y dando saltos por
todo el apartamento ajena a los “problemas “de sus compañeros.
—Estamos
muertos, estamos muertos. Ya vienen, ya vienen y como vienen, mamá dice que
tengamos cuidado, que sospechan algo y
no viene solo uno, vienen todos…
—¿Quién
viene? –preguntó Tony saliendo de la ducha todavía chorreando y envuelto en una toalla. Charlotte y Maggie
no tardaron mucho en salir detrás de él, ni siquiera se habían cepillado el
pelo alarmadas por los gritos de su amiga. Charlotte miró a Gaby con una ceja
levantada esperando una explicación para todo aquel jaleo.
—Tus padres,
mis tíos, mis padres, vuestros padres,
nuestros padres… ufff que lío. Caray la Gestapo, viene la Gestapo en estado
puro.
—¿Vi…vienen
a visitarnos? –pregunto Charlotte con
una clara muestra de pánico en la voz
—Y vienen
todos, con niños incluidos.
—Jooooooooooder…
—exclamaron todos a la vez—. Hay que
ponerse en marcha –agregó Seth.
—¿Co…mo lo
sabes? –Preguntó una muy aterrada Maggie pensando en la cara de su padre.
—Mi madre
llamó para advertirnos, están en el aeropuerto, ninguna pudo llamar antes
porque era una sorpresa incluso para ellas y no lo sabían hasta que no se han
visto en el hangar privado, lo que las lleva a sospechar que se trata de una
trampa. Mamá piensa que se trata de un plan para descubrir si vivimos y
dormimos juntos en el mismo apartamento. Y me pregunto por qué pensaran eso
–dijo mirando a Seth tan mal que el pobre muchacho no tuvo mas remedio que
tragar en seco.
—Joder,
joder, joder, no hay tiempo que perder –volvieron a exclamar todos a la vez, y seis
asustados muchachos se ponían en marcha para intentar llevar las cosas de cada
uno a su respectivos apartamentos de forma que pareciera que vivían en los dos,
chicos en uno y chicas en otros, como
dios manda según la anticuada filosofía de sus muy arcaicos y sobreprotectores padres….Y nada les importó
que la gente que los veía correr de un lado al otro transportando ropas y demás
enseres en la mano pensaran que estaban locos porque solo tenían un pensamiento
en la cabeza sus padres los iban a matar….
———————————————————————————
Aeropuerto de Seattle
—Pues no
entiendo porque tenemos que ir sin
avisar –dijo una muy enojada Bella cruzada de brazos y sentada en el suelo del
hangar privado. A su lado su cuñada y sus amigas tenían la misma postura.
—¿Es que uno
no puede ir a visitar a su hija sin más?, ¿pasa algo que yo no sepa?, ¿hay algo
que no tengo yo que saber o descubrir?,
¿tengo acaso que pedir cita para ir a visitar a mi propia hija?, ¿hay algo que no me hayas contado?
—¿Y qué
demonios quieres que haga sino estudiar todo el tiempo?, ¿tan poca fe tienes en
ella?, ¿te ha dado la pobre muchacha algún motivo para que desconfíes de ella?
—Entonces no
veo razón para que no pueda ir sin avisar. Si no tiene nada que ocultar…
–respondió Edward con esa expresión de inocencia y esa sonrisa torcida que
hacía que Bella se quedase sin palabras y su cuerpo empezara a derramar
inconscientemente cierto tipo de fluidos que iban a parar directamente a sus
bragas causando el consiguiente desastre en ellas. Edward, sonrió para sus adentros sintiéndose
poderoso al darse cuenta una vez mas del efecto que causaba en su Bella, mientras aprovechaba para subir al avión privado que, una vez más Marco les había dejado, para hablar con el piloto.
—Hay que
avisarles y avisarles ya –dijo Bella mirando a las demás una vez se hubo
recuperado del shock –sino estamos muertas y ellos con nosotras. Así que
disimulad un poco mientas yo salgo a la
calle a ver si puedo hablar con Gaby.
—Vale
–contestaron sus muy preocupadas amigas y cuñada.
—¿Dónde va
Bella? –preguntó un Emmett que parecía que hoy se había presentado a un concurso de
suspicacia y había ganado el primer premio.
—Ha ido…. al
servicio… si eso… al servicio.
—Qué raro,
si las mujeres sois incapaces de ir a esos sitios vosotras solas, necesitáis ir
en pareja hasta para…
—Emmett Swan
–dijo una muy enojada Rose.
—Vale… vale,
la verdad es que no entiendo porque os molesta tanto que vallamos sin avisar,
pensamos que sería una buena idea, a menos que… tengan algo ocultar claro está.
—¿Y qué
diablos quieres que oculten?, son jóvenes, son estudiantes y…— Rose de pronto
se cortó en su discurso pensando que estaba dando mucha información.
—Ya está
todo preparado –dijo un Edward triunfante saliendo del avión….—¿Dónde está
Bella?
—En el
servicio –contestaron varias voces femeninas a la vez con un claro tono de
impaciencia y enojo.
—Pues si el
servicio está allí, ¿por qué Bella viene de ese otro lado? –volvió a preguntar
Emmett, ¡pero qué suspicaz estaba hoy el señor!, pensó Rose sarcásticamente.
Posiblemente no habría ganado el primer premio en ese famoso concurso, no, a
este hoy le habían echado a patadas por abusar.
—¿Porque ese
está sucio? –le dijo Bella en un tonito que… bufff vaya tonito. Cuando Bella
utilizaba ese tonito era mejor dejarlo estar, pensó Edward un poco acobardado,
pero ahora no podía echase atrás no señor.
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Washington, apartamento de las
chicas.
—Todo listo…
—Sí…
—Nada por
medio…
—No…
—Nada que no debiera estar…
—Nada….
—Daros prisa
Abu Didy me dice que ya vienen para acá –pedía una muy angustiada Gaby con el teléfono
en la mano—. Ahí están, acabo de verles bajar del coche, disimulemos—. Y las tres chicas se fueron cada una a su
habitación en un claro intento de demostrar que estaban estudiando. Un timbre
sonó y una muy dispuesta Gaby fue a abrir….
—Papi, mami, ¿qué hacéis aquí? —dijo intentando mal
disimular una enorme alegría y una gran sonrisa.
—Hemos
pensado venir a haceros una visita –dijo un muy mosqueado Edward entrando en
ese apartamento como un sabueso buscando
pruebas, evidencias, indicios….su hija no podía engañarle era igual que su
madre, no sabía mentir y estaba claro que esperaba su visita. Bella les había
avisado pero ¿por qué? , aquí se cocía algo, pensó mirando a Bella con
desaprobación pero Bella le sostuvo la mirada… ¡por Dios que mirada!, pero no
era momento de acobardarse estaba allí con una clara misión se dijo por
quincuagésima vez en lo que iba de día.
—Charlotte,
Maggie, mirad quien ha venido…
Después de
las consabidas muestras de sorpresa mal disimulada, abrazos, besos, etc.,
empezó la inspección y revista de cada una de las habitaciones de sus respectivas hijas. Ben había ido con
ellos al apartamento junto con Alice y los padres de Charlotte, mientras que
Ángela, Rose, Emmett y Jasper estaban en el de los chicos. Los más pequeños
habían quedado al cuidado de sus abuelos Dydime
y Marco.
Edward entró
en la habitación de su hija con esa mirada suya de perro sabueso característica de jefe de policía Masen, inspeccionándola
minuciosamente al igual que hacían los otros padres, pero fue Edward el que con
su instinto de policía encontró lo que, según él, nunca debería estar en el
servicio de una mujer… soltera…
—Hija, ¿me
puedes explicar que hace una maquinilla de afeitar de hombre en tu cuarto de
baño?
—Esto pues…
yo…. –muerta pensó Gaby, definitivamente estoy
muerta –esto emmm, se la pedí a Seth para depilarme…eso…depilarme…uff
tenía muchos pelos y…
—Gabriela
Marie Masen Swan —dijo una muy enfadada Alice emergiendo detrás del enorme
cuerpo de Edward —¿Cuántas veces te he
dicho que…? –pero se calló al ver las miradas envenenadas que con disimulo le
echaban el resto de las mujeres, miradas que no pasaron desapercibidas para
Edward y los otros dos, aquí había gato encerrado se dijo Edward y él lo iba a averiguar. No en vano era el
Jefe Masen, de la policía de Forks….
—Esto… hija…
—preguntó de una manera muy inocente Ben a Maggie pues la inspección había
pasado a su habitación —y la caja de condones esta ¿sirve también para
depilarse? –se oyó un bufido procedente de Alice en con un claro mensaje: quien
te manda abrir cajones que no son tuyos.
Ben ignoro el bufido.
—Bueno
eso…eso…es… un trabajo de clase, eso un trabajo de clase.
—Ahhhhhhhhhhhh
–contestaron a la vez los tres hombres que ahora iban a seguir la inspección en la habitación de Charlotte, pues
ya nos dirás que tipo de asignatura o trabajo implica el uso de condones en una
carrera de psicología…, en fin le preguntaré a tu madre, aunque estoy seguro
que tendrá una respuesta, como siempre.
—Y estas
zapatillas, es que ahora usas zapatillas de hombre —le dijo Geoffrey a su hija Charlotte.
Maldición se
regañaban las tres así mismas, nosotras creíamos que lo habíamos guardado todo
pero es que…estos padres… te miran los
cajones, entraban en tu cuarto de baño, se metían debajo de tu cama… ¿es que no
había respeto ni intimidad? Uffff.
——————————————————————
Mientras tanto en el apartamento de
los chicos tenía lugar una escena similar
—Anthony
–llamo Emmett a su hijo y el hijo en cuestión tragó en seco, pocas eran las
veces que su padre le llamaba por su nombre entero y cuando lo hacía…
—¿Se puede
saber que hace un paquete de tampones en
tu cuarto de baño?
—¡Hala! – se
dijo a sí mismo –a ver cómo salía de esta ahora…
—Esto….
Bueno… es que… su casa se inundó, eso mismo… se inundó. Ya sabes lo despistadas
que son y claro... una de ellas se dejo el grifo abierto, tuvieron que ir hasta
lo bomberos, menuda la que se armó, se
tuvieron que venir a casa, pero tranquilos que durmieron las tres juntas en
esta habitación no os creáis.
—¿Y cómo es
que Edward y yo no sabíamos nada?
—Emmett
cariño, si lo sabías, os lo dijimos nada más pasar, pero…claro vosotros no os
enterasteis, estabais en lo vuestro y… —dijo Rose haciéndose la enojada en un
intento de ayudar a su hijo…
—¿En lo
nuestro?
—Pues si, en
lo vuestro, en cuanto os ponéis a ver el beisbol el mundo desaparece a vuestro
alrededor –dijo Rose toda airada.
—Ya y
entonces si eso es así, ¿por qué no nos lo volvisteis a decir después?
—Se nos
olvidaría –contestó Rose mirando a su hijo con un claro mensaje: ya hablaremos tú y yo de tampones.
—Emmet se
dio cuenta de la mirada y decidió
investigar ya que estaba seguro de que ahí había gato encerrado.
—Y este
pintalabios –volvió a preguntar mirando
interrogativamente a su otro hijo, ya que ahora tocaba inspección en su cuarto.
—Pues de Charlotte,
de quien va a ser, no pensaras que me he vuelto travesti. Se lo debió de dejar
aquí ya…sabes…
—Cuando la
inundación –dijo su padre.
—Eso… cuando
la inundación.
—¿Y no se
supone que durmieron las tres en la habitación de Tony…?
—Si…bueno…verás…
Charlotte pasó a ducharse y vestirse aquí, era la única solución para no llegar tarde a clase, no te puedes
imaginar lo pesadas y tardonas que son y…. –pero se cayó al ver esa mirada de
su padre, mirada que el ya conocía a la perfección.
Seth miraba
para todos lados aliviado ya que en su cuarto, aunque también toco inspección
era su madre la que lo dirigía y no se encontró con nada…sospechoso, pensó para
sí metiéndose en el bolsillo del vaquero ese frasco de perfume que Gaby se dejo la otra
noche olvidado y que su madre disimuladamente le había dado para que escondiese.
Por su parte Jasper miraba a todos lados con fingido interés y cuando descubrió
el frasco de perfume, le guiño un ojo a Seth. ¿Sería el capaz de reaccionar así
de tranquilo cuando su hija tuviera la edad de Gaby, Maggie y Charlotte? Más le
valdría que sí, porque a los volcanes era mejor mantenerlos inactivos y no
activarlos con toda su ira y potencia.
——————————————————————
Unas dos
horas después, y una vez pasado el trago inicial, o al menos eso pensaban ellos, estaban disfrutando de una rica comida
en un restaurante de Washington junto a Marco, Didyme, Kate y Garrett que se
habían unido. En la mesa contigua a la suya, Alice, Renée, Eddie, Bella y
Rosie, disfrutaban también de la comida.
—Y… bueno…
empezó Emmett, ¿hubo mucho destrozo con lo de la inundación? , lo pregunto por
si hay que pagar algo, no podemos dejar que
te hagas cargo siempre de todo Marco –dijo con su mirada más inocente al
más puro estilo de policía bueno.
—¿Inundación?,
¿qué inundación? — preguntó Marco todo
despistado –Ah sí… la inundación –contestó un segundo después ante las dos
patadas disimuladas que recibió por debajo de la mesa, suponía que provenientes
de los pies de Kate y de Didyme. Pero Edward se percató del cambio de expresión
en la cara de Marco, eso por un lado, y, por el otro, el había sido víctima de
una tercera patada, suponía que proveniente de algún pie despistado intentado alertar
a Marco de algo. Pero él no estaba al corriente de la inundación y su hija
tampoco…
—¿Qué inundación? —preguntaron
padre e hija a la vez.
—Gaby cari…
esto… mira que eres despistada –dijo Seth muy rápido—. Esa inundación, cuando
una de vosotras se dejo el grifo abierto y tuvisteis que venir a casa,
¿recordáis? –preguntó con un cierto retintín que tampoco paso desapercibido
para nuestros sagaces policías.
—Ahhhhhhhhhh
–dijeron tres voces femeninas a la vez.
— Claro, la
inundación…. esa inundación— añadió Gaby golpeándose con el
puño izquierdo en la palma de la mano derecha como si se hubiera acordado de lo
obvio.
—¿Tu lo
sabías? –pregunto Edward aplicando el tercer grado a su esposa, al más puro
estilo poli malo
—Esto… —Bella
antes de contestar cometió el error de mirar a Rose en busca de repuesta y esa
mirada no paso desapercibida por los jefes Swan y Masen.
—Según aquí
mi Rose, estábamos viendo beisbol cuando nos lo dijeron, que oportuno ¿no?
–dijo Emmett siguiendo con su papel de poli bueno.
—Sí, muy
oportuno respondió Edward ya bastante enfadado de tanta tontería y dejando salir a la superficie su faceta de
poli malo en todo su esplendor –a ver
¿vosotros os creéis que hemos nacido ayer?—, dijo desplegando sus cartas— ¿qué
nos chupamos el dedo?, ¿qué somos tontos? Pues no señor somos más inteligentes
que todo eso. Ya sabíamos nosotros que
vivíais todos juntos en la misma casa –al decir esto una epidemia de toses y
atragantamientos se dio entre la población femenina de la mesa, pero Edward
viendo el éxito que estaba obteniendo siguió impertérrito —pues no, no somos tontos ni hemos nacido
ayer, y cuando uno llama al móvil de su hija a una HORA en la que su HIJA –dijo recalcando hora e hija —debería estar en CASA y en su CAMA
–dijo recalcando casa y cama –y le
contesta Seth medio dormido, pues bueno,
ata cabos. ¿O es que también se había inundado vuestra casa ese día? –les
preguntó levantando una ceja
Y como si un
ángel hubiera pasado, el silencio se
hizo entre los comensales, sobre todo entre las comensales. Unas miraban la
decoración, otras el mantel, otras se dedicaban a hacer cuadros abstractos con
la comida y otras, otras miraban a sus esposos con una expresión que helaba la
sangre. Por su parte Marco, Jasper y Garrett disfrutaban de un hambre repentina
y atacaban su comida sin piedad o eso es lo que parecía ya que en el fondo
estaban muertos de la risa. Y en la mesa de al lado unos sorprendidos niños
miraban a sus respetivos padre, madres, tíos, abuelos y hermanos con las bocas abiertas y
olvidándose por completo de la comida
que tenían delante, desde luego eran más interesantes ver
los líos de esta familia que una peli en el cine. Alice, Renée y Eddie lo hacían con mas
disimilo no fuera que su padre después
de terminar con su hermana y primos le diera también con ellos, pocas eran las
veces que veían a su padre enfadado pero cuando lo estaba…. Y Rossie conocía a la perfección esa mirada de
inocencia de su padre, porque cuando su padre ponía esa mirada y hablaba con
ese tono... era mejor estar lo más lejos posible.
Mientras,
cuatro incorregibles hombres que parecían haber sido tele transportados de una
época muy, muy lejana y que aun no se habían percatado de la
expresión de sus esposas, se miraban
entre ellos orgullosos de sí mismos. Su plan había funcionado. Edward en ese
momento se encontró con la mirada de su
mujer y tragó en seco al pensar en lo que le esperaba cuando estuvieran solos,
la ira de Bella Masen no se podía comparar con nada, bueno si con la ira de
Rose, de Ángela y de Charlotte que miraban igual a sus maridos. Jasper en ese
momento tosió para disimular una carcajada que ya no podía reprimir por más
tiempo…
—Ya me lo
dirás tú a mí cuando tu hija crezca –le dijo un muy enfurecido Emmett que se encogió al cruzarse con la mirada de su esposa.
—Jasper es
un hombre moderno, que vive con su tiempo y no anclado en el pasado como hacen
otros –dijo Bella mirando a su marido.
—No hacíamos
más que preguntar y vosotras no decíais nada, teníamos que averiguar —dijo Edward intentando explicarse y
apaciguar a las fieras, pero la mirada de su mujer no cambió, como tampoco
cambio la de las demás.
—¿Eres
consciente Edward Masen de que has invadido la intimidad de tu hija?
—No, no lo
soy, es mi hija tengo derecho a…
—¿A qué?
–preguntó Bella de una forma tan amenazadora que Edward se tuvo que colocar
bien en la silla y acomodar los pantalones con disimulo, joder, si hasta
enfadada le excitaba esta mujer.
En la mesa contigua
unos asombrados hijos miraban incrédulos los que ocurría
¿sus padres enfadados y discutiendo en vez de dándose besos
cada dos segundos?, increíble, esto era increíble
—Papi es
que… –empezó Gaby intentado aligerar el ambiente –verás es que...bueno… no me
negaras que…eres un poco anticuado y muy sobreprotector y….
—¿Es que
vosotros practicabais el celibato a esa edad? –intervino de pronto un
torbellino llamado Alice que extrañamente se había mantenido muy callada.
—No nos
vengáis con que era distinto, porque no lo es –siguió diciendo Alice sin
hacer cado de las patadas que Jasper le daba por debajo de la mesa. Gaby, Seth y los demás le apoyaron con la mirada
pero como siempre ocurre escurriendo el bulto y calladitos ¿para qué iban a
arriesgarse si tita Alice ya hablaba y
sacaba la cara por ellos?—. Según tengo entendido pues me lo habéis dicho
vosotros mismos—, prosiguió Alice mirando directamente a Edward —tú te escapabas
a la habitación de Bella por las noches y nadie decía nada, ¿qué hacías?,
¿dormir’, ¿jugar al monopoli?, ¿si quieres hablo de esto con Renée?
—No hace
falta Alice, no hace falta –contestó Edward mirando a todos lados menos a su
esposa.
—Y tú, ¿qué?
– prosiguió Alice mirando ahora a Emmett a quien le había tocado el turno –según
mis informaciones te escapabas con Rose en el coche y…Jasper por favor deja quietas las piernas
que pareces un niño pequeño y Jasper el pobre miró para otro lado
más rojo que un tomate ya madurito. En la mesa de al lado
Bella miraba atónita a su madre.
—Calla por
dios que te van a escuchar los niños, además que te han informado mal –contestó
Emmett muy bajito tragando en seco al ver por el rabillo del ojo la
expresión de su esposa.
—¿Y
vosotros? —preguntó Alice de nuevo a
Geoffrey y a Charlotte –y Geoffrey se escondió bajo una disimulada tos.
—Sí, si ya
sé, mejor no digas nada –dijo un
amedrentado Ben mirando a sus hijos a los que prefería ver antes que
enfrentarse a la mirada de Ángela.
El resto de
la mesa, aguantaba la risa como podían, sobre todo Kate y Didyme. Los niños de
la mesa de al lado seguían con la boca abierta sin poderse creer lo que estaban
oyendo, ¿sus padres hacían esas cosas?,
y luego se enfadaban con sus hermanos, pues que injusticia pensaban. Mientras, los hombres sobreprotectores y tramposos
decidieron enfrentarse por fin a sus
esposas. Y lo que vieron les dejo sin palabras, estos hombres a los que solo
les faltaba la lanza, ir vestidos con pieles de animales y el mamut, se habían quedado sin palabras y… también se
quedaron sin algo más esa noche, ya que sus mujeres decidieron que si ese era
su pensamiento pues habría una habitación de chicos y otra de chicas ¿o sería
mejor decir cueva de chicas y cueva de chicos?
Al día
siguiente estos hombres, tontos, sobreprotectores y arcaicos, les daban una charla a sus hijos sobre la
utilización de métodos anticonceptivos y
relaciones sexuales sanas, charla que
ellos aguantaron estoicamente mirándose los
unos a los otros y resoplando, ya
todos se la sabían de sobra. Pero por lo menos consiguieron la aprobación paterna para su usual según ellos, inusual
según los padres, modo de vida. Algo era algo. Lo que los hijos no sabían es
que los padres no habían tenido mas remedio que claudicar si querían en un
futuro no muy lejano, volver a dormir calentitos juntos a sus
esposas que a su vez eran sus santas y pacientes madres.
—Papi –le
dijo Gaby en un momento en que quedaron a solas—¿estás decepcionado conmigo?
Y todo su
enfado desapareció, al ver la cara de su hija, de aquella pequeñita que le tocó
el corazón dese el primer instante, de
aquella que, sin proponérselo, le incitó a luchar por lo que era suyo, su
familia. Aquella que le hizo reaccionar llamándole papi en su momento más
oscuro, la que le salvó…
—No hija,
claro que no –le respondió abrazándola –nunca, me oyes, nunca podría estar decepcionado contigo, eres mi niña, pero
por favor, no me vuelvas a ocultar nada, sé que soy sobreprotector pero es
porque te quiero. Y creo haberte demostrado que siempre estaré ahí para ti y
que puedes hablar conmigo de cualquier cosa, puedo enfadarme algo al principio
con ciertas cuestiones, pero creo que sabes manejarme muy bien y cuando me
calmo, sabes que sé escuchar, nunca te dejaría sola hija. Solo te pido que seas
responsable y tengas cuidado. Seth es un
buen chaval y muy adecuado para ti solo que…
—¿Me
perdonas papi?
—Por
supuesto hija –le respondió abrazándola más fuerte y por encima de su hombro
pudo ver la mirada llena de amor de su mujer, esa mirada que le calentaba el alma,
que le derretía, que adoraba, que le había incitado a pelear por ella en un momento determinado de su vida
que había quedado en el pasado, aquella
que ponía todo su cuerpo en estado de máxima alerta y provocaba un
problema enorme en su entrepierna y el consiguiente estrechamiento de sus
pantalones, la mirada de su Bella, de su compañera eterna, de la mujer de su
vida, de su amiga, de su amante, de su esposa. Edward se la devolvió en un intercambio de palabras silenciosas,
llenas de amor…
Al día
siguiente los padres, las madres, los tíos y los respectivos hermanos, partían
de nuevo para Forks, dejando a unos jóvenes respirando tranquilos, ufff ya no
tendrían que esconderse más. Ya eran libres.
—Ya
hablaremos tu y yo sobre la costumbre de contestar mi teléfono… —le dijo Gaby a
un muy temeroso Seth pues la ira de la hija era igual o peor que la de la madre.
Nunca me oyes, nunca más, me da igual quien sea, como si es el mismo Presidente
de los Estados Unidos ¿estamos?
—Hombre…
yo…no pensé que pudiera ser tu padre.
—¿Y quién
iba a ser sino, el amante que tengo guardado en un cajón? –le recrimino
enfadada. Desde luego con este chico había conseguido salir de un
sobreprotector padre para encontrar un novio además de sobreprotector, celoso. Ufff suspiro para sus adentros.
—Y también deberemos hablar de inundaciones inesperadas
de las que no nos informáis. La verdad es que vamos a tener que mejorar nuestra
comunicación –añadieron Charlotte y Maggie y las tres partieron hacia su
apartamento, dejando a los pobres chicos con la boca abierta
—Por
cierto, esta noche dormís en vuestra
casa, también tenéis que hacer uso de ella ¿no?
—Bueno
nosotros pensábamos que ya que nos
habían dado permiso oficial pues…
—¿Es que
alguien os ha dado permiso para pensar? –y dicho esto las tres se alejaron con
un movimiento de caderas tan perfecto y sincronizado que dejaron a los tres chicos
con un claro problema que iban a tener que resolver a mano.
Novias,
novias, novias pensaban los pobres chicos…
Novios,
novios, novios, pensaban las chicas mirándose entre sí, levantando sus cejas en
una sincronización perfecta….
Padres,
padres, padres, pensaban los hijos en general.
Hijos,
hijos, hijos, pensaban los padres
———————————————————————————————
—Bueno pues
no ha ido mal del todo ¿no os parece? –preguntó un muy inoportuno Emmett cuando
subían al avión ganándose en el acto las miradas envenenadas de cuatro mujeres
todavía enfurecidas. Así que el pobre poli bueno opto por dejar correr el
comentario y el poli malo y los ortos dos padres, solo pasaron del asunto. Por su
parte los mas pequeños se miraron entre sí rodando los ojos, en una
perfecta imitación de sus madres.
Un par de
horas después en el avión, unos desesperados
y jurasicos hombres trataban de
conseguir el perdón de sus esposas por todos los medios humanos posibles. Bella
tras la escena que había presenciado entre Edward y su hija y esas miradas y
sonrisas torcidas que le dedicaba de vez en cuando su hombre, ya lo había perdonado aunque intentaba
hacerlo sufrir un poco para que no se le volviese a ocurrir nunca más semejante
comportamiento. Pero Edward en ese
momento puso su mano sobre su rodilla y empezó a subir lentamente hasta llegar
a cierta parte de su anatomía y para rematar la miró de nuevo con esa sonrisa
que… y suspirando apoyo su cabeza en su pecho. Edward la abrazó complacido
atrayéndola hacia él. Solo esperaba que
Jacob y Riley no se enteraran de esto porque sino…. El cachondeo estaba servido
por una buena temporada.
Por su
parte, Ben ya tenía a Ángela casi convencida y en el bote, pero Emmett y
Geoffrey no tenían tanta suerte. Charlotte y Rose eran las dos tal para cual.
Emmet tocaba con disimulo a Rose poniendo su mejor sonrisa y Rose le
devolvía una malhumorada mirada, bufaba
y volvía de nuevo a mirar por la ventana esbozando una sonrisa cruel. Charlotte
por su parte hacia mas o menos lo mismo. El pobre Emmett no se atrevía a cerrar
los ojos porque si los cerraba la cara de burla de Jacob y Riley aparecía en
seguida en su mente. Y lo que era peor la cara de ira de su madre Renée Swan.
Hombres,
hombres, hombres, pensaban sus mujeres.
Mujeres,
mujeres, mujeres, pensaban los pobres
hombres.
Pero el
principal problema es que todos se complementan y unos no pueden existir sin
los otros…cosas de la vida.
Amor, amor,
amor, eso es lo que le sobraba a esa familia.
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