sábado, 7 de abril de 2012

RECUPERANDO TU AMOR. OUTAKKE 3 (FINAL): PADRES, HIJOS Y OTRAS CUESTIONES



DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer






Outakke 3: Padres, hijos y otras cuestiones.
Narración en tercera persona.

Washington, apartamento de Gaby, Maggie y Charlotte…en teoría

Alerta roja, alerta roja –decía una muy desesperada Gaby tras colgar el teléfono,  saltando por todo el apartamento que compartía con los chicos con un estilo similar al de su tía Alice, tropezando con todo lo que encontraba a su paso, en una clara imitación de su madre  y provocando que una serie de hechos sucedieran a la vez. La ensalada que Maggie estaba preparando cayó al suelo organizando no solo un estrepito sino todo un desastre en la inmaculada cocina, Tony que en ese momento entraba  a ver qué sucedía piso la mezcla de aceite,  vinagre y sal, resbalando y quedando sentado en el suelo en un divertido escorzo. Maggie al intentar ayudarle, resbaló también quedando tumbados uno encima del otro y pringados de arriba abajo. No muy lejos, en el  salón, un bol de palomitas yacía desparramado en el suelo junto a los mandos de la play y los cristales de una lámpara que se había hecho añicos, mientras Seth y Peter intentaban recogerlo todo antes que sus novias les echasen las bronca por descuidados. Charlotte intentaba,  sin éxito alguno,  que Tony y Maggie salieran de la trampa en la que estaban metidos cayendo ella también al revoltijo de cuerpos, aceite, sal y demás ingredientes de la famosa  ensalada,  llevándose consigo el mantel que había puesto en la mesa de la cocina con sus cubiertos y platos correspondientes. Al final tuvieron que gatear y agarrarse al mobiliario de la cocina para ponerse en pie, descalzarse y salir corriendo a la ducha y a cambiarse de ropa. Gaby seguía chillando, aleteando  y dando saltos por todo el apartamento ajena a los “problemas “de sus compañeros.
—Estamos muertos, estamos muertos. Ya vienen, ya vienen y como vienen, mamá dice que tengamos cuidado, que sospechan algo  y no viene solo uno, vienen todos…
—¿Quién viene? –preguntó Tony saliendo de la ducha todavía chorreando  y envuelto en una toalla. Charlotte y Maggie no tardaron mucho en salir detrás de él, ni siquiera se habían cepillado el pelo alarmadas por los gritos de su amiga. Charlotte miró a Gaby con una ceja levantada esperando una explicación para todo aquel jaleo.
—Tus padres, mis tíos, mis padres,  vuestros padres, nuestros padres… ufff que lío. Caray la Gestapo, viene la Gestapo en estado puro.
—¿Vi…vienen a visitarnos? –pregunto Charlotte  con una clara muestra de pánico en la voz
—Y vienen todos, con niños incluidos.
—Jooooooooooder… —exclamaron todos a la vez—.  Hay que ponerse en marcha –agregó Seth.
—¿Co…mo lo sabes? –Preguntó una muy aterrada Maggie pensando en la cara de su padre.
—Mi madre llamó para advertirnos, están en el aeropuerto, ninguna pudo llamar antes porque era una sorpresa incluso para ellas y no lo sabían hasta que no se han visto en el hangar privado, lo que las lleva a sospechar que se trata de una trampa. Mamá piensa que se trata de un plan para descubrir si vivimos y dormimos juntos en el mismo apartamento. Y me pregunto por qué pensaran eso –dijo mirando a Seth tan mal que el pobre muchacho no tuvo mas remedio que tragar en seco.
—Joder, joder, joder, no hay tiempo que perder –volvieron a exclamar todos a la vez, y seis asustados muchachos se ponían en marcha para intentar llevar las cosas de cada uno a su respectivos apartamentos de forma que pareciera que vivían en los dos, chicos en uno y chicas en otros,  como dios manda según la anticuada filosofía de sus muy arcaicos  y sobreprotectores padres….Y nada les importó que la gente que los veía correr de un lado al otro transportando ropas y demás enseres en la mano pensaran que estaban locos porque solo tenían un pensamiento en la cabeza sus padres los iban a matar….
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Aeropuerto de Seattle
—Pues no entiendo  porque tenemos que ir sin avisar –dijo una muy enojada Bella cruzada de brazos y sentada en el suelo del hangar privado. A su lado su cuñada y sus amigas tenían la misma postura.
—¿Es que uno no puede ir a visitar a su hija sin más?, ¿pasa algo que yo no sepa?, ¿hay algo que no tengo yo que saber o descubrir?,  ¿tengo acaso que pedir cita para ir a visitar a mi propia hija?,  ¿hay algo que no me hayas contado?
—¿Y qué demonios quieres que haga sino estudiar todo el tiempo?, ¿tan poca fe tienes en ella?, ¿te ha dado la pobre muchacha algún motivo para que desconfíes de ella?
—Entonces no veo razón para que no pueda ir sin avisar. Si no tiene nada que ocultar… –respondió Edward con esa expresión de inocencia y esa sonrisa torcida que hacía que Bella se quedase sin palabras y su cuerpo empezara a derramar inconscientemente cierto tipo de fluidos que iban a parar directamente a sus bragas causando el consiguiente desastre en ellas.  Edward, sonrió para sus adentros sintiéndose poderoso al darse cuenta una vez mas del efecto que causaba en su Bella,  mientras aprovechaba para subir  al avión privado que, una vez más  Marco les había dejado,  para hablar con el piloto.
—Hay que avisarles y avisarles ya –dijo Bella mirando a las demás una vez se hubo recuperado del shock –sino estamos muertas y ellos con nosotras. Así que disimulad un poco  mientas yo salgo a la calle a ver si puedo hablar con Gaby.
—Vale –contestaron sus muy preocupadas amigas y cuñada.
—¿Dónde va Bella? –preguntó un Emmett que parecía que hoy  se había presentado a un concurso de suspicacia y había ganado el primer premio.
—Ha ido…. al servicio… si eso… al servicio.
—Qué raro, si las mujeres sois incapaces de ir a esos sitios vosotras solas, necesitáis ir en pareja  hasta para…
—Emmett Swan –dijo una muy enojada Rose.
—Vale… vale, la verdad es que no entiendo porque os molesta tanto que vallamos sin avisar, pensamos que sería una buena idea, a menos que… tengan algo ocultar claro está.
—¿Y qué diablos quieres que oculten?, son jóvenes, son estudiantes y…— Rose de pronto se cortó en su discurso pensando que estaba dando mucha información.
—Ya está todo preparado –dijo un Edward triunfante saliendo del avión….—¿Dónde está Bella?
—En el servicio –contestaron varias voces femeninas a la vez con un claro tono de impaciencia y enojo.
—Pues si el servicio está allí, ¿por qué Bella viene de ese otro lado? –volvió a preguntar Emmett, ¡pero qué suspicaz estaba hoy el señor!, pensó Rose sarcásticamente. Posiblemente no habría ganado el primer premio en ese famoso concurso, no, a este hoy le habían echado a patadas por abusar.
—¿Porque ese está sucio? –le dijo Bella en un tonito que… bufff vaya tonito. Cuando Bella utilizaba ese tonito era mejor dejarlo estar, pensó Edward un poco acobardado, pero ahora no podía echase atrás no señor.

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Washington, apartamento de las chicas.
—Todo listo…
—Sí…
—Nada por medio…
—No…
—Nada  que no debiera estar…
—Nada….
—Daros prisa Abu Didy me dice que ya vienen para acá –pedía una muy angustiada Gaby con el teléfono en la mano—. Ahí están, acabo de verles bajar del coche, disimulemos—.  Y las tres chicas se fueron cada una a su habitación en un claro intento de demostrar que estaban estudiando. Un timbre sonó y una muy dispuesta Gaby fue a abrir….
—Papi, mami,  ¿qué hacéis aquí? —dijo intentando mal disimular una enorme alegría y una gran sonrisa.
—Hemos pensado venir a haceros una visita –dijo un muy mosqueado Edward entrando en ese apartamento como un sabueso  buscando pruebas, evidencias, indicios….su hija no podía engañarle era igual que su madre, no sabía mentir y estaba claro que esperaba su visita. Bella les había avisado pero ¿por qué? , aquí se cocía algo, pensó mirando a Bella con desaprobación pero Bella le sostuvo la mirada… ¡por Dios que mirada!, pero no era momento de acobardarse estaba allí con una clara misión se dijo por quincuagésima vez en lo que iba de día.
—Charlotte, Maggie, mirad quien ha venido…
Después de las consabidas muestras de sorpresa mal disimulada, abrazos, besos, etc., empezó la inspección y revista de cada una de las habitaciones  de sus respectivas hijas. Ben había ido con ellos al apartamento junto con Alice y los padres de Charlotte, mientras que Ángela, Rose, Emmett y Jasper estaban en el de los chicos. Los más pequeños habían quedado al cuidado de sus abuelos Dydime  y  Marco.
Edward entró en la habitación de su hija con esa mirada suya de perro sabueso característica  de jefe de policía Masen, inspeccionándola minuciosamente al igual que hacían los otros padres, pero fue Edward el que con su instinto de policía encontró lo que, según él, nunca debería estar en el servicio de una mujer… soltera…
—Hija, ¿me puedes explicar que hace una maquinilla de afeitar de hombre en tu cuarto de baño?
—Esto pues… yo…. –muerta pensó Gaby, definitivamente estoy  muerta –esto emmm, se la pedí a Seth para depilarme…eso…depilarme…uff tenía muchos pelos y…
—Gabriela Marie Masen Swan —dijo una muy enfadada Alice emergiendo detrás del enorme cuerpo de Edward  —¿Cuántas veces te he dicho que…? –pero se calló al ver las miradas envenenadas que con disimulo le echaban el resto de las mujeres, miradas que no pasaron desapercibidas para Edward y los otros dos, aquí había gato encerrado se dijo Edward  y él lo iba a averiguar. No en vano era el Jefe Masen, de la policía de Forks….
—Esto… hija… —preguntó de una manera muy inocente Ben a Maggie pues la inspección había pasado a su habitación —y la caja de condones esta ¿sirve también para depilarse? –se oyó un bufido procedente de Alice en con un claro mensaje: quien te manda abrir cajones que no son tuyos.  Ben ignoro el bufido.
—Bueno eso…eso…es… un trabajo de clase, eso un trabajo de clase.
—Ahhhhhhhhhhhh –contestaron a la vez los tres hombres que ahora iban a seguir la  inspección en la habitación de Charlotte, pues ya nos dirás que tipo de asignatura o trabajo implica el uso de condones en una carrera de psicología…, en fin le preguntaré a tu madre, aunque estoy seguro que tendrá una respuesta, como siempre.
—Y estas zapatillas, es que ahora usas zapatillas de hombre  —le dijo Geoffrey a su hija Charlotte.

Maldición se regañaban las tres así mismas, nosotras creíamos que lo habíamos guardado todo pero es que…estos padres…  te miran los cajones, entraban en tu cuarto de baño, se metían debajo de tu cama… ¿es que no había respeto ni intimidad? Uffff.  

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Mientras tanto en el apartamento de los chicos tenía lugar una escena similar
—Anthony –llamo Emmett a su hijo y el hijo en cuestión tragó en seco, pocas eran las veces que su padre le llamaba por su nombre entero y cuando lo hacía…
—¿Se puede saber que  hace un paquete de tampones en tu cuarto de baño?
—¡Hala! – se dijo a sí mismo –a ver cómo salía de esta ahora…
—Esto…. Bueno… es que… su casa se inundó, eso mismo… se inundó. Ya sabes lo despistadas que son y claro... una de ellas se dejo el grifo abierto, tuvieron que ir hasta  lo bomberos, menuda la que se armó, se tuvieron que venir a casa, pero tranquilos que durmieron las tres juntas en esta habitación no os creáis.
—¿Y cómo es que   Edward y yo no sabíamos nada?
—Emmett cariño, si lo sabías, os lo dijimos nada más pasar, pero…claro vosotros no os enterasteis, estabais en lo vuestro y… —dijo Rose haciéndose la enojada en un intento de ayudar a su hijo…
—¿En lo nuestro?
—Pues si, en lo vuestro, en cuanto os ponéis a ver el beisbol el mundo desaparece a vuestro alrededor –dijo Rose toda airada.
—Ya y entonces si eso es así, ¿por qué no nos lo volvisteis a decir después?
—Se nos olvidaría –contestó Rose mirando a su hijo con un claro mensaje: ya hablaremos  tú y yo de tampones.
—Emmet se dio cuenta de la mirada y decidió  investigar ya que estaba seguro de que ahí había gato encerrado.
—Y este pintalabios –volvió a preguntar  mirando interrogativamente a su otro hijo, ya que ahora tocaba inspección en su cuarto.
—Pues de Charlotte, de quien va a ser, no pensaras que me he vuelto travesti. Se lo debió de dejar aquí ya…sabes…
—Cuando la inundación –dijo su padre.
—Eso… cuando la inundación.
—¿Y no se supone que durmieron las tres en la habitación de Tony…?
—Si…bueno…verás… Charlotte pasó a ducharse y vestirse aquí, era la única solución  para no llegar tarde a clase, no te puedes imaginar lo pesadas y tardonas que son y…. –pero se cayó al ver esa mirada de su padre, mirada que el ya conocía a la perfección.
Seth miraba para todos lados aliviado ya que en su cuarto, aunque también toco inspección era su madre la que lo dirigía y no se encontró con nada…sospechoso, pensó para sí metiéndose en el bolsillo del vaquero  ese frasco de perfume que Gaby se dejo la otra noche olvidado y que su madre disimuladamente le había dado para que escondiese. Por su parte Jasper miraba a todos lados con fingido interés y cuando descubrió el frasco de perfume, le guiño un ojo a Seth. ¿Sería el capaz de reaccionar así de tranquilo cuando su hija tuviera la edad de Gaby, Maggie y Charlotte? Más le valdría que sí, porque a los volcanes era mejor mantenerlos inactivos y no activarlos con toda su ira y potencia.

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Unas dos horas después, y una vez pasado el trago inicial, o al menos eso pensaban  ellos, estaban disfrutando de una rica comida en un restaurante de Washington junto a Marco, Didyme, Kate y Garrett que se habían unido.  En la mesa contigua a la suya, Alice, Renée, Eddie, Bella y Rosie, disfrutaban también de la comida.
—Y… bueno… empezó Emmett, ¿hubo mucho destrozo con lo de la inundación? , lo pregunto por si hay que pagar algo, no podemos dejar que  te hagas cargo siempre de todo Marco –dijo con su mirada más inocente al más puro estilo de policía bueno.
—¿Inundación?, ¿qué inundación? —  preguntó Marco todo despistado –Ah sí… la inundación  –contestó un segundo después ante las dos patadas disimuladas que recibió por debajo de la mesa, suponía que provenientes de los pies de Kate y de Didyme. Pero Edward se percató del cambio de expresión en la cara de Marco, eso por un lado, y, por el otro, el había sido víctima de una tercera patada, suponía que proveniente de algún pie despistado intentado alertar a Marco de algo. Pero él no estaba al corriente de la inundación y su hija tampoco…
—¿Qué inundación?  —preguntaron  padre e hija a la vez.
—Gaby cari… esto… mira que eres despistada –dijo Seth muy rápido—. Esa inundación, cuando una de vosotras se dejo el grifo abierto y tuvisteis que venir a casa, ¿recordáis? –preguntó con un cierto retintín que tampoco paso desapercibido para nuestros sagaces policías.
—Ahhhhhhhhhh –dijeron tres voces femeninas a la vez.
— Claro, la inundación…. esa inundación— añadió Gaby golpeándose   con el puño izquierdo en la palma de la mano derecha como si se hubiera acordado de lo obvio.
—¿Tu lo sabías? –pregunto Edward aplicando el tercer grado a su esposa, al más puro estilo poli malo
—Esto… —Bella antes de contestar cometió el error de mirar a Rose en busca de repuesta y esa mirada no paso desapercibida por los jefes Swan y Masen.
—Según aquí mi Rose, estábamos viendo beisbol cuando nos lo dijeron, que oportuno ¿no? –dijo Emmett siguiendo con su papel de poli bueno.
—Sí, muy oportuno respondió Edward ya bastante enfadado de tanta tontería  y dejando salir a la superficie su faceta de poli malo en todo su esplendor  –a ver ¿vosotros os creéis que hemos nacido ayer?—, dijo desplegando sus cartas— ¿qué nos chupamos el dedo?, ¿qué somos tontos? Pues no señor somos más inteligentes que todo eso. Ya sabíamos  nosotros que vivíais todos juntos en la misma casa –al decir esto una epidemia de toses y atragantamientos se dio entre la población femenina de la mesa, pero Edward viendo el éxito que estaba obteniendo  siguió impertérrito  —pues no, no somos tontos ni hemos nacido ayer, y cuando uno llama al móvil de su hija  a una HORA en la que su HIJA  –dijo recalcando hora  e hija —debería estar en CASA  y en su CAMA  –dijo recalcando casa y  cama –y le contesta  Seth medio dormido, pues bueno, ata cabos. ¿O es que también se había inundado vuestra casa ese día? –les preguntó levantando una ceja
Y como si un ángel hubiera pasado,  el silencio se hizo entre los comensales, sobre todo entre las comensales. Unas miraban la decoración, otras el mantel, otras se dedicaban a hacer cuadros abstractos con la comida y otras, otras miraban a sus esposos con una expresión que helaba la sangre. Por su parte Marco, Jasper y Garrett disfrutaban de un hambre repentina y atacaban su comida sin piedad o eso es lo que parecía ya que en el fondo estaban muertos de la risa. Y en la mesa de al lado unos sorprendidos niños miraban a sus respetivos padre, madres, tíos, abuelos  y hermanos con las bocas abiertas y olvidándose  por completo de la comida que tenían delante, desde luego eran más interesantes  ver  los líos de esta familia que una peli en el cine.  Alice, Renée y Eddie lo hacían con mas disimilo  no fuera que su padre después de terminar con su hermana y primos le diera también con ellos, pocas eran las veces que veían a su padre enfadado pero cuando lo estaba…. Y Rossie conocía a la perfección esa mirada de inocencia de su padre, porque cuando su padre ponía esa mirada y hablaba con ese tono... era mejor estar lo más lejos posible.
Mientras, cuatro incorregibles hombres que parecían haber sido tele transportados de una época muy,  muy lejana  y que aun no se habían percatado de la expresión de sus esposas,  se miraban entre ellos orgullosos de sí mismos. Su plan había funcionado. Edward en ese momento se encontró con la mirada de  su mujer y tragó en seco al pensar en lo que le esperaba cuando estuvieran solos, la ira de Bella Masen no se podía comparar con nada, bueno si con la ira de Rose, de Ángela y de Charlotte que miraban igual a sus maridos. Jasper en ese momento tosió para disimular una carcajada que ya no podía reprimir por más tiempo…
—Ya me lo dirás tú a mí cuando tu hija crezca –le dijo  un muy enfurecido Emmett que se encogió  al cruzarse con la mirada de su esposa.
—Jasper es un hombre moderno, que vive con su tiempo y no anclado en el pasado como hacen otros –dijo Bella mirando a su marido.
—No hacíamos más que preguntar y vosotras no decíais nada, teníamos que averiguar  —dijo Edward intentando explicarse y apaciguar a las fieras, pero la mirada de su mujer no cambió, como tampoco cambio la de las demás.
—¿Eres consciente Edward Masen de que has invadido la intimidad de tu hija?
—No, no lo soy, es mi hija tengo derecho a…
—¿A qué? –preguntó Bella de una forma tan amenazadora que Edward se tuvo que colocar bien en la silla y acomodar los pantalones con disimulo, joder, si hasta enfadada le excitaba esta mujer.
En la mesa contigua unos asombrados hijos miraban incrédulos los que ocurría ¿sus padres enfadados y discutiendo en vez de dándose besos cada dos segundos?, increíble, esto era increíble
—Papi es que… –empezó Gaby intentado aligerar el ambiente –verás es que...bueno… no me negaras que…eres un poco anticuado y muy sobreprotector y….
—¿Es que vosotros practicabais el celibato a esa edad? –intervino de pronto un torbellino llamado Alice que extrañamente se había mantenido muy callada.
—No nos vengáis  con que era distinto,  porque no lo es –siguió diciendo Alice sin hacer cado de las patadas que Jasper le daba por debajo de la mesa. Gaby,  Seth y los demás le apoyaron con la mirada pero como siempre ocurre escurriendo el bulto y calladitos ¿para qué iban a arriesgarse si  tita Alice ya hablaba y sacaba la cara por ellos?—. Según tengo entendido pues me lo habéis dicho vosotros mismos—, prosiguió Alice mirando directamente a Edward —tú te escapabas a la habitación de Bella por las noches y nadie decía nada, ¿qué hacías?, ¿dormir’, ¿jugar al monopoli?, ¿si quieres hablo de esto con Renée?
—No hace falta Alice, no hace falta –contestó Edward mirando a todos lados menos a su esposa.
—Y tú, ¿qué? – prosiguió Alice mirando ahora a Emmett a quien le había tocado el turno   –según mis informaciones te escapabas con Rose  en el coche y…Jasper por favor deja quietas las piernas que pareces un niño pequeño y Jasper el pobre miró para otro lado más rojo que un tomate ya madurito. En la mesa de al lado Bella miraba atónita a su madre.
—Calla por dios que te van a escuchar los niños, además que te han informado mal  –contestó  Emmett muy bajito tragando en seco al ver por el rabillo del ojo la expresión de su esposa.
—¿Y vosotros?  —preguntó Alice de nuevo a Geoffrey y a Charlotte –y Geoffrey   se escondió bajo una disimulada tos.
—Sí, si ya sé, mejor no digas nada  –dijo un amedrentado Ben mirando a sus hijos a los que prefería ver antes que enfrentarse a la mirada de Ángela.
El resto de la mesa, aguantaba la risa como podían, sobre todo Kate y Didyme. Los niños de la mesa de al lado seguían con la boca abierta sin poderse creer lo que estaban oyendo,  ¿sus padres hacían esas cosas?, y luego se enfadaban con sus hermanos, pues que injusticia pensaban. Mientras,  los hombres sobreprotectores y tramposos decidieron  enfrentarse por fin a sus esposas. Y lo que vieron les dejo sin palabras, estos hombres a los que solo les faltaba la lanza, ir vestidos con pieles de animales y el mamut,  se habían quedado sin palabras y… también se quedaron sin algo más esa noche, ya que sus mujeres decidieron que si ese era su pensamiento pues habría una habitación de chicos y otra de chicas ¿o sería mejor decir cueva de chicas y cueva de chicos?
Al día siguiente estos hombres, tontos, sobreprotectores y arcaicos,  les daban una charla a sus hijos sobre la utilización de métodos anticonceptivos  y  relaciones sexuales sanas, charla que ellos aguantaron estoicamente mirándose los  unos a los otros y resoplando,  ya todos se la sabían de sobra. Pero por lo menos consiguieron la aprobación  paterna para su usual según ellos, inusual según los padres, modo de vida. Algo era algo. Lo que los hijos no sabían es que los padres no habían tenido mas remedio que claudicar si querían en un futuro no muy  lejano,   volver a dormir calentitos juntos a sus esposas que a su vez eran sus santas y pacientes madres.
—Papi –le dijo Gaby en un momento en que quedaron a solas—¿estás decepcionado conmigo?
Y todo su enfado desapareció, al ver la cara de su hija, de aquella pequeñita que le tocó el corazón dese el primer instante,  de aquella que, sin proponérselo, le incitó a luchar por lo que era suyo, su familia. Aquella que le hizo reaccionar llamándole papi en su momento más oscuro, la que le salvó…
—No hija, claro que no –le respondió abrazándola –nunca, me oyes, nunca podría  estar decepcionado contigo, eres mi niña, pero por favor, no me vuelvas a ocultar nada, sé que soy sobreprotector pero es porque te quiero. Y creo haberte demostrado que siempre estaré ahí para ti y que puedes hablar conmigo de cualquier cosa, puedo enfadarme algo al principio con ciertas cuestiones, pero creo que sabes manejarme muy bien y cuando me calmo, sabes que sé escuchar, nunca te dejaría sola hija. Solo te pido que seas responsable y tengas cuidado.  Seth es un buen chaval y muy adecuado para ti solo que…
—¿Me perdonas papi?
—Por supuesto hija –le respondió abrazándola más fuerte y por encima de su hombro pudo ver la mirada llena de amor de su mujer, esa mirada que le calentaba el alma, que le derretía, que adoraba, que le había incitado a pelear  por ella en un momento determinado de su vida que había quedado en el pasado, aquella  que ponía todo su cuerpo en estado de máxima alerta y provocaba un problema enorme en su entrepierna y el consiguiente estrechamiento de sus pantalones, la mirada de su Bella, de su compañera eterna, de la mujer de su vida, de su amiga, de su amante, de su esposa.  Edward se la devolvió  en un intercambio de palabras silenciosas, llenas de amor…
Al día siguiente los padres, las madres, los tíos y los respectivos hermanos, partían de nuevo para Forks, dejando a unos jóvenes respirando tranquilos, ufff ya no tendrían que esconderse más. Ya eran libres.
—Ya hablaremos tu y yo sobre la costumbre de contestar mi teléfono… —le dijo Gaby a un muy temeroso Seth pues la ira de la hija era igual o peor que la de la madre. Nunca me oyes, nunca más, me da igual quien sea, como si es el mismo Presidente de los Estados Unidos ¿estamos?
—Hombre… yo…no pensé que pudiera ser tu padre.
—¿Y quién iba a ser sino, el amante que tengo guardado en un cajón? –le recrimino enfadada. Desde luego con este chico había conseguido salir de un sobreprotector padre para encontrar un novio además de sobreprotector, celoso.  Ufff suspiro para sus adentros.
—Y también  deberemos hablar de inundaciones inesperadas de las que no nos informáis. La verdad es que vamos a tener que mejorar nuestra comunicación  –añadieron Charlotte  y Maggie y las tres partieron hacia su apartamento, dejando a los pobres chicos con la boca abierta
—Por cierto,  esta noche dormís en vuestra casa, también tenéis que hacer uso de ella ¿no? 
—Bueno nosotros pensábamos que ya que  nos habían dado permiso oficial pues…
—¿Es que alguien os ha dado permiso para pensar? –y dicho esto las tres se alejaron con un movimiento de caderas tan perfecto y sincronizado que dejaron a los tres chicos con un claro problema que iban a tener que resolver a mano.
Novias, novias, novias pensaban los pobres chicos…
Novios, novios, novios, pensaban las chicas mirándose entre sí, levantando sus cejas en una sincronización perfecta….
Padres, padres, padres, pensaban los hijos en general.
Hijos, hijos, hijos, pensaban los padres

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—Bueno pues no ha ido mal del todo ¿no os parece? –preguntó un muy inoportuno Emmett cuando subían al avión ganándose en el acto las miradas envenenadas de cuatro mujeres todavía enfurecidas. Así que el pobre poli bueno opto por dejar correr el comentario y el poli malo y los ortos dos padres, solo pasaron del asunto. Por su parte los mas pequeños se miraron entre sí rodando los ojos, en una perfecta imitación de sus madres.
Un par de horas después en el avión,  unos desesperados y jurasicos  hombres trataban de conseguir el perdón de sus esposas por todos los medios humanos posibles. Bella tras la escena que había presenciado entre Edward y su hija y esas miradas y sonrisas torcidas que le dedicaba de vez en cuando su  hombre, ya lo había perdonado aunque intentaba hacerlo sufrir un poco para que no se le volviese a ocurrir nunca más semejante comportamiento.  Pero Edward en ese momento puso su mano sobre su rodilla y empezó a subir lentamente hasta llegar a cierta parte de su anatomía y para rematar la miró de nuevo con esa sonrisa que… y suspirando apoyo su cabeza en su pecho. Edward la abrazó complacido atrayéndola  hacia él. Solo esperaba que Jacob y Riley no se enteraran de esto porque sino…. El cachondeo estaba servido por una buena temporada.
Por su parte, Ben ya tenía a Ángela casi convencida y en el bote, pero Emmett y Geoffrey no tenían tanta suerte. Charlotte y Rose eran las dos tal para cual. Emmet tocaba con disimulo a Rose poniendo su mejor sonrisa y Rose le devolvía  una malhumorada mirada, bufaba y volvía de nuevo a mirar por la ventana esbozando una sonrisa cruel. Charlotte por su parte hacia mas o menos lo mismo. El pobre Emmett no se atrevía a cerrar los ojos porque si los cerraba la cara de burla de Jacob y Riley aparecía en seguida en su mente. Y lo que era peor la cara de ira de su madre Renée Swan.

Hombres, hombres, hombres, pensaban sus mujeres.
Mujeres, mujeres,  mujeres, pensaban los pobres hombres.
Pero el principal problema es que todos se complementan y unos no pueden existir sin los otros…cosas de la vida.

Amor, amor, amor, eso es lo que le sobraba a esa familia.


















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