DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.
Outakke 1: El hombre de hielo y su
pequeño gran monstruo.
POV ARO/TANYA (Narración en tercera
persona)
Sentado en
la lujosa mesa que presidia el enorme despacho de aquella inmensa casa, Aro
Vulturi escuchaba impasible las noticias
que por teléfono le estaba dando unos de sus esbirros, contándole el último
desastre que había ocasionado la inútil de su hija. Resultado: una mujer y un
niño gravemente heridos, uno de los asaltantes muerto y el otro también gravemente herido. Dos supuestos agentes del
FBI, que intentaban huir, muertos uno a
consecuencia de un accidente supuestamente provocado por su más fiel esbirro y el otro abatido a tiros por un compañero que
a su vez había sido detenido. Esperaba que el detenido no fuese Laurent, pero
por si acaso tendría que empezar a ponerse en contacto con sus abogados.
Poco le
importaba a él que al otro lado del país una mujer estuviera en estos momentos
debatiéndose entre la vida y la muerte y que un niño pequeño estuviera
sufriendo la misma suerte. Poco le importaba que aquellos dos supuestos agentes
muertos fueran aquellos hijos biológicos tenidos con la mujer que se supone
realmente amaba. Lo único que le preocupaba es que su hija, la idiota e inútil
de su hija, había metido la pata un vez más dejándole a él en entredicho y
exponiéndole, cuando a su vez él ya se estaba encargando del asunto… “a su
manera”.
De vez en
cuando lanzaba alguna que otra maldición contra Tanya mientras enfrente de él, sentada en el enorme
sillón, Carmen Vulturi estaba con la
cabeza totalmente gacha, con los ojos puestos en el café que se estaba tomando y sin atreverse a replicarle. Ya conocía ella en
sus propias carnes lo que suponía llevarle la contraria o no hacer o hacer algo
que a él no le pareciera bien. A estas alturas de la historia Carmen Vulturi
tenía clara una cosa y es que, hiciera lo que hiciera, y como lo hiciera, para
Aro Vulturi siempre estaría mal. Si había algo de lo que se arrepentía en su
vida era de haber dejado de lado a aquel hombre que de verdad la amaba
aceptando en su lugar a aquel monstruo. De hecho la noche anterior había vuelto
a ser víctima de uno de sus “castigos” porqué supuestamente la cena estaba
salada y ella y solo ella, no la cocinera de la inmensa mansión, tenía la culpa, ¿es que su cuñada Athenodora no vivía
también allí y era tan responsable como ella del mantenimiento de la casa? La
había golpeado hasta cansarse para después forzarla una vez más a mantener unas
relaciones que le daban cada vez más
asco. Ojala algún día tuviera la
oportunidad de vengarse, porque lo haría sin dudar un solo segundo…
—Definitivamente
tu hija es tonta –volvió a repetir una vez que hubo colgado el teléfono. No
tiene cabeza, no piensa como es debido. A veces pienso que Renata tiene razón y
que debí encargarla de todo a ella.
—¿A qué… a
que te refieres? –preguntó una asustadísima Carmen.
—Nada que te
importe –respondió mirándola con desprecio y dándose cuenta de que llevado por
la ira había hablado de más involuntariamente –. Como no va a ser tonta pareciéndose a ti
–añadió volviéndola a mirar de aquella
forma amenazante tan típica de él, lo que provocó que Carmen bajase la mirada
totalmente aterrorizada.
—Hola tito
querido –saludo Renata que en ese momento entraba al despacho de Aro alertada
por las voces que estaba dando su tío —¿qué sucede?
—¿Qué qué
sucede?, míralo por ti misma –contesto Aro poniendo en ese momento la enorme
televisión que había en la estancia. Renata, Cayo y Athenodora, que habían
entrado junto a ella se sentaron en ese momento en el sillón para escuchar las
noticias del día, al tiempo que una sumisa
Carmen se levantaba para irse en silencio sin siquiera haber terminado de tomar
el café que estaba bebiendo ante el gesto que le hizo su marido.
—Ya te dije
que me lo tenias que haber encargado a mi –dijo Renata enfadada por lo que
estaba oyendo, confirmando lo que su tío había dicho momentos antes – y encima
se confunden de mujer y de niño ¡es increíble!, yo sí que hubiera sabido mantener a raya a ese pedazo de hombre.
Si no se la hubiera ocurrido atentar contra la vida de la madre, Edward no
hubiera marchado a Jacksonville y todo seguiría en su sitio, donde debe estar.
—¿Pero es
que es ella la responsable del accidente de la madre? –preguntó Aro en evidente estado de ebullición.
—Pensaba que
lo sabías hermano –intervino Cayo en ese
momento.
—Yo que voy
a saber, parece ser que en esta casa nadie me dice nada –contesto el hombre de
hielo mirando desafiante al resto de la familia con esa expresión en el tan
característica suya, capaz de helar al propio hielo y aterrorizar al mismo
miedo.
—Ya le dije
a Tanya que no lo hiciera, le pregunté si lo sabías y ella me dijo que sí, que
tu se lo habías mandado –contesto Renata, la única capaz de calmar la ira de
aquel monstruo aunque fuera a base de mentiras y malmetiendo o arremetiendo
contra cualquier persona que tuviera a mano con tal de que su “tito” no se
enfadase con su madre, su padre o con ella misma. Y si en el proceso lograba
fastidiar a la idiota de su prima mejor. Ella también se había “enamorado” de
Edward y sentía por Bella un odio atroz, de hecho la quería muerta al igual que
a esa bastarda de su hija, pero es que por Tanya lo sentía mucho mas por
haberle quitado su oportunidad con él. Seguro que ella no lo habría dejado
escapar. De hecho si de ella hubieran
dependido los sucesos que ahora mismo estaba escuchando por la televisión,
ninguna persona que no tuviera que estarlo hubiera salido mal parado, pero esa
zorra y su asquerosa hija estarían a estas horas en el depósito, eso seguro. Y
todo hubiera sido un trabajo limpio, muy limpio sin dejar rastro alguno. María era una mujer que trabajaba rápido y
bien. No como esos “bastardos” que se suponía eran tan primos suyos como Tanya.
—¿Y qué
piensas hacer?
—Ya les he
dicho a Laurent y a Heidi que no dejen vivo
a nadie que pueda testificar en nuestra contra, y que no se preocupen ya les
sacaré de la cárcel en cuanto pueda si es que les llegan a detener.
—¿Te fías de
ellos?
—De Laurent
sí, pero de Heidi… —por cierto hay que sustituir a Irina, gracias a la tonta de
mi hija también la han pillado.
—Definitivamente
tu hija es imbécil –dijo Athenodora que
hasta el momento se había mantenido callada—. Claro que siendo hija de quien es
¿qué podríamos esperar?, ¿a quién vamos a poner ahora?, como si eso fuera tan
fácil. Tenias que haberte casado con….
—En ese
momento no era conveniente Athenodora y lo sabes…, además el amor es para los
cobardes y yo no tengo tiempo para esas estupideces. Lo mío son los negocios y
ese matrimonio era un negocio muy conveniente.
—Sí pero….
—Pero nada
–cortó Aro levantándose del sillón y dando por concluida la conversación.
—Voy a habar
con Tanya y a cerciorarme de que esto no vuelve a repetirse. Edward tiene que
volver al pueblo y a nuestro redil cuanto antes. ¿Por qué cometería el error de
dejarles vivir solos en esa casa? Tenían que haber venido a vivir a aquí, donde
yo pudiera controlar a ese… bastardo y al resto de la familia, empezando por mi
sobrina, sus suegros y esos viajecitos a donde no debían. Los toleré porque
pensaba que Tanya tendría controlados a Edward y a esa especie de hermanastro
suyo, pero ya veo que no. Ahora veo que dejar ciertos asuntos en manos de esa
inútil fue un gravísimo error…
**************************************
En ese mismo
instante una desesperada Tanya Vulturi se encontraba en el salón de su casa. Ni
James, ni ninguno de sus primos se habían comunicado con ella pero sabía por
las noticias del día lo que había sucedido. Por lo visto una mujer y un niño
habían sido gravemente heridos durante el tiroteo y uno de los asaltantes
muerto de un disparo mientras que el otro estaba también gravemente herido en
el hospital, pero en la noticia no se daban datos de las victimas ¡ojala ese niño fuese esa sucia bastarda y la
mujer la zorra de su madre! A saber si
esa niña en realidad era hija de su marido. Pero eso no la impedía estar
inquieta y ansiosa así que en estos momentos se encontraba escuchando las
noticias y paseando muy nerviosa de un
lado a otro del salón.
Por un lado,
seguro que su Eddie estaba enfurecido con ella así que tendría que negar su
participación en el atentado para que se le pasase el enfado , no le quedaba
otra. No, mientras su Eddie no se diera cuenta de las cosas, no mientras esa
mujer lo tuviese completamente idiotizado. ¿Cuándo se daría cuenta de que era
ella la que verdaderamente lo amaba y que hacía todo esto por el bien de los
dos, para que pudiesen estar juntos?
Y, por otro
lado, seguro que su padre estaba
enfurecido, más que enfurecido rabioso,
con ella. Otro que no comprendía que hacía todo esto por amor ¿amor?, esa palabra
no entraba dentro del vocabulario de Aro Vulturi, eso lo sabía ella de sobra,
lo había aprendido a base de palos.
Y, para
colmo de males posiblemente no habría
conseguido su propósito que no era otro que quitar del medio de una vez por
todas a esa mujer y a su hija que tenían a su Eddie tan obsesionado y le
impedían amarla. Era muy probable que fueran otras las personas heridas y no
esas dos malditas Swan, pero eso no la impediría seguir intentándolo. Sí,
definitivamente de una vez por todas y como fuera tenía que cagarse de una vez a esa zorra y a su
hija, las culpables de que su Eddie no estuviese con ella. Ya habría otras
oportunidades, de un modo u otro conseguiría que estuviesen juntos para
siempre. ¿Cuándo se iba a dar cuenta ese hombre de que ella era el verdadero
amor de su vida y no esa zorra de
Isabella Swan? Pero eso no iba a quedar así, no señor, ella conseguirías
separar a esa mujer de su marido aunque tuviera que morir en el intento.
Pero en esos
momentos su preocupación primordial era su padre, su muy enfurecido padre que
se transformaba en una especia de animal irracional cuando se enfadaba, pero
ella había decidido que ya no le iba a
temer mas, no señor, no se echaría atrás, lo hecho, hecho estaba y aunque hubiese salido todo mal,
cosa que ella aun no sabía, ya habría más ocasiones…
Pero una
cosa era decirlo y otra hacerlo, y en ese preciso momento en que oía como el
coche de su padre se estacionaba en la puerta de su casa empezó a temblar como
un flan, definitivamente su padre imponía y al verle salir del coche con ese
semblante que ya de por sí hablaba por sí mismo, no se sentía tan valiente…. Tendría que
hacerse la sorprendida al principio y después tratar de hacerle entender que era necesaria una
intervención y que lo sucedido no era
para tanto, que solo estaba defendiendo lo suyo.
*************************
Aro Vulturi
aparcó el coche frente a la entrada de la casa de su hija y salió de él con
semblante enfadado, más que enfadado,
totalmente furioso, tanto es así que, como habitualmente sucedía, asustaba al
mismísimo miedo con esa aterradora mirada que provocabas que todo bicho viviente
en varios kilómetros a la redonda saliera huyendo despavorido.
Se dirigió a
la entrada de aquella casa que su hija compartía con su marido. Con cada paso
que lo acercaba más a ella su furia iba creciendo, ¿cómo su hija podía llegar a ser tan idiota?,
¿cómo podía estar tan cegada con un hombre que estaba claro que ni siquiera
sentía un mínimo de simpatía por ella? Todo lo que tenía que hacer era
retenerlo a su lado y ni eso había sabido hacer bien, pensó poniéndose aun mas
encolerizado. Pero consciente de que con mal genio no iba a conseguir nada,
intentó controlarse aunque sabía que en cuanto la mirara a la cara le iba a ser imposible. Golpeó con fuerza el timbre
de la puerta en un intento de aliviar su ira. Era su hija, pero le ponía
totalmente de los nervios. Nunca había soportado a la gente inútil, tonta e
inepta para el trabajo y Tanya era todo eso y mucho más, una dudosa virtud que
había heredado de su madre. La había protegido porque era su deber como padre,
pero eso un día acabaría, llegaría un día en que terminaría agotando su
paciencia. Sabiendo lo obsesionada que estaba con Edward, nunca debió dejar que
fuera ella y no Renata la que se casara
con él. Tanya no era capaz de mantener la cabeza fría a la hora de actuar para mantener a ese
hombre a su lado. Solo era una zorra, una estúpida zorra, al igual que su
madre.
—Papi, ¿qué
pasa?, ¿por qué estás tan enfadado? –preguntó una al parecer muy sorprendida
Tanya cuando abrió, lo que causó que la
cólera de Aro aumentara de volumen en vez de disminuir ¿acaso pensaba que él
era idiota como para creerse que no sabia nada de lo sucedido?
—¿Tienes
idea de lo que has hecho?, ¿te haces las más mínima idea de la que has armado? —pregunto Aro rojo de la ira
aunque intentando calmarse un poco, pero
al mirar a su hija a la cara su cólera
se encendió en varios grados y le propinó una fuerte bofetada en la cara tirándola
contra la pared que había más cerca, partiéndole el labio y, a juzgar por la
sangre, posiblemente la nariz.
—Si te
refieres a mandar a James a ocuparse de Bella y de su hija, no me arrepiento de
ello –contestó Tanya mientras se tocaba
el sitio donde había recibido el golpe en un vano intento de limpiarse la
sangre—. Edward me estaba desafiando. Constantemente me llegaban informes que
me decían que esos dos estaban juntitos en actitud muy cariñosa y que Edward se
pasaba las mañanas con su hija. Lo llamé por teléfono para avisarle y me retó,
así que no tuve más remedio que…
— Que mandar
al inútil de tu amigo James a que se las cargará ¿no es así? —preguntó Aro
golpeando la mesa con el puño
— Bueno solo
quería darles un susto. Para advertir a Edward de que voy en serio —contestó Tanya de forma altanera.
—¿Advertir?,
¿sabes en que ha acabado tu advertencia? —preguntó Aro cogiendo a Tanya por los
brazos y sacudiéndola salvajemente lo que provoco que Tanya se golpease la
cabeza con el pico de la ventana que estaba abierta y un reguero de sangre
comenzase a descender por su cuello. Pero poco les importó a ninguno de los dos.
—Pues espero
que con esa mujerzuela y su asquerosa hija muertas —contestó
Tanya mirando desafiante a su
padre
—Pero ¿no
era solo una advertencia Tanya? —preguntó Aro con voz amenazadora y fría.
—Pero
mientras adviertes los accidentes pueden ocurrir –dijo Tanya impertérrita.
—Pues para
tu información Bella está intacta, ni un rasguño, al igual que su hija que solo
tiene un fuerte ataque de nervios. Pero
la amiga y uno de los niños están muy malheridos y…
—Qué pena
que no hayan sido ella y su hija –cortó Tanya a su padre totalmente
decepcionada de que aquellas dos miserables mujeres hubieran salido intactas
del atentado. ¡Maldito James, no sabía hacer nada bien!
—Pues no sé
si con eso habrías tenido más suerte hija, lo que sí sé es que ahora voy a
tener que solucionar otro de tus desastres. Da gracias a que tenemos amigos en
todos los sitios —dijo Aro soltándola de
golpe lo que ocasiono que Tanya callera al suelo golpeándose fuertemente en la
cabeza con la pared y provocando que otro hilillo de sangre bajara por su
cuello haciéndole compañía al primero.
—¿Tienes a
alguien de los tuyos también en Jacksonville?— preguntó Tanya asombrada —¿no se supone que
ibas a dejar Jacksonville en mis manos y
que tú te ocuparías de Irina y la sede central?, ¿tan poco confías en mí?
–preguntó Tanya desde el suelo sacando fuerzas de no se sabe dónde.
—No, no
confió nada en ti —respondió Aro muy cruelmente—. ¿No creerás que iba a dejar en tus manos y de
las de James una cosa tan crucial como es la vigilancia de Bella y su hija? Por
precaución puse a Laurent allí, infiltrado en las oficinas del FBI en
Jacksonville, irónicamente dentro del mismo equipo que protegía a Bella.
Laurent ya me estaba informando de las actividades de Edward con Bella y la
niña, y estaba viendo la forma de acercarse a él para darle una advertencia que
le quitara las ganas para siempre de seguir desafiándome y le hiciera volver
cuanto antes aquí, de donde nunca debió haber salido. Pero no, tienes que venir tú a joderlo todo. ¿Tanya
sabes que se grabó tu conversación con Edward?, ¿qué parte de tenemos que tener
cuidado con los teléfonos y lo que hablamos
porque estamos siendo investigados no has entendido? –preguntó
dándole un nuevo puñetazo en la cara.
—
¿Qué?–preguntó Tanya incrédula mientras
gateaba intentando sin éxito
incorporarse del suelo—yo llamé a Edward
desde el teléfono seguro que tú me diste, con el mismo que te he llamado
siempre a ti.
–Pues tu conversación fue grabada no sé cómo pero
lo fue, menos mal que Laurent pudo borrarla a tiempo antes de que se la
llevaran a la central, porque claro tuviste que irte de la lengua como la
estúpida que eres y darles el nombre de Irina.
—Creía que
Edward estaría solo —se disculpó Tanya
—¿Y cómo es
que creíste eso? Tanya, reconócelo,
Edward te odia y ha visto la oportunidad de acabar contigo.
— Eso que
dices no es verdad, mi Eddie me ama.
Solo es que… él aun no lo sabe —dijo susurrándolo para sí muy bajito
—Hija, ¿cómo puedes ser tan tonta por dios? Edward
ama y siempre amará a Bella Swan, grábate eso en la cabeza. Tu trabajo
consistía en que se olvidara de ella
manteniéndole satisfecho sexualmente,
tan satisfecho que no tuviera tiempo de acordarse de ellas, pero ni para eso
sirves, ¡eres una inepta! Además nada de esto
habría pasado si no hubieras mandado al inútil de James a dar un susto a
su madre y a su vez el muy tonto no se le ocurre otra cosa más que mandar el
trabajo a un drogadicto –dijo Aro—. ¿No
te paraste a pensar que si a la madre le pasaba algo Edward saldría corriendo?
—Ahí sí que
no pretendía que la pasase nada –se defendió Tanya – solo quería demostrarle a
Edward mi poder. Últimamente estaba muy brabucón conmigo.
—Pues tu
intento de demostración acabo con su madre con una pierna rota y con Edward
marchándose de Forks en busca de su amada —dijo Aro con voz dura
—Le llamaré
–dijo Tanya –le diré que como no venga pronto…
—Tú no harás
nada. Ya veremos cómo salimos de este lio. De momento James está muerto,
Laurent lo abatió en el tiroteo, pero la mujer, Victoria, solo fue herida.
¿Tienes idea del problema que puede causar sino llegamos a ella pronto y se va
de la lengua? Menos mal que también tengo a alguien en el hospital. Hija, tenemos
una investigación en curso, ¿cuándo vas a ser consciente de eso? –preguntó levantándola
del suelo donde Tanya había permanecido todo este tiempo y, zarandeándola de
nuevo, la empujó contra la pared con tal
violencia que Tanya volvió a caer golpeándose de nuevo con el pico de la mesa.
La sangre seguía cayendo a borbotones por su cuerpo pero a ninguno de los dos
parecía importarle.
— Perdona
papa, yo solo quería que volviera lo que es mío –le dijo a su padre como pudo
pues casi no le quedaban fuerzas.
— ¿Lo que es
tuyo?–preguntó Aro incrédulo —él nunca
fue tuyo, te repito que su corazón pertenece a otra mujer pero aun así, te puse
a Edward en bandeja hace cinco años y en todo este tiempo no has sido capaz ni
de retenerle, por dios ¡ni para puta sirves! Si no fuera porque eres de mi
familia, te iba a sacar de este lio…
—¿Qué puedo
hacer?
Nada ya has
metido bastante la pata —contestó Aro—
veremos qué pasa con la investigación. Quédate en casa tranquilita esperando
que tu “maridito” vuelva de estar con su amante y atorméntate pensando que está
en la cama con ella, besándola, acariciándola, amándola, mientras tú... sigues
aquí esperando como la idiota que eres. Veré si Laurent se puede acercar a él a darle
algún tipo de advertencia.
—Papa, James
y Victoria no era a los únicos que tenía en Jacksonville — anunció Tanya con voz triunfante—, tenía también a Félix y a Demetri. Estaban
infiltrados en el equipo que vigilaba a Bella, se supone que eran los
encargados de vigilar a James y Victoria. A lo mejor podríamos…
—¿Félix y
Demetri?, esos dos inútiles que tienes, o más bien tenías, por primos que han intentado escapar como dos cobardes al
ver el resultado del tiroteo y que al final han resultado muertos, el uno del
golpe que se dio en un accidente que Laurent no tuvo más remedio que provocar y
el otro abatido a tiros supongo que por él –informó a su hija de la manera más
cruel y sin preocuparle si a esta la causaba dolor el que sus medio hermanos
con los que mantenía una buena relación hubieran muerto—. Espero que por tu
maldita culpa –seguía diciendo impasible ante las lagrimas de su hija —ni
Laurent ni Heidi acaben en la cárcel porque sino el dinero que me costará sacarlos
de allí, te lo quitaré de tu sueldo. Aunque he de decir que no me extraña que Felix
y Demetri intentaran huir, eran un par de sabandijas cobardes, no se parecían
en nada a sus hermanas y a su madre,
esas sí que sabe hacer las cosas.
—Pero papá
yo quizás podría –rogó una suplicante y llorosa Tanya que aun no había
conseguido levantarse del suelo.
—Ya te he
dicho que no hagas mas, dejare todo en manos de Laurent.
Y dicho esto, Aro Vulturi,
el hombre de hielo, Salió de la casa de un portazo, dejando tirado en el
suelo roto, desmadejado y sin fuerzas al
monstruo que él mismo había creado.
Minutos después una ambulancia que la misma Tanya se había
ingeniado para llamar, se detenía en la puerta de su casa y, tras una breve
revisión, temblorosa y casi inconsciente
era acostada en una camilla y metida en una ambulancia que se dirigió presurosa
al hospital para que curaran las heridas que su propio padre le había causado.
******************************
En ese mismo momento Aro Vulturi recibía la noticia de que
Victoria, la mujer que podía delatarles había muerto misteriosamente en el hospital.
Desgraciadamente Heidi y Laurent habían sido detenidos. Tendría que enviar a
algún abogado de incognito para sacar a su más fiel esbirro de la cárcel y a
Heidi, antes de que ninguno de los dos abriese la boca, aunque era más seguro
que fuese Heidi la que acabara yéndose de la lengua pues Laurent era su más
fiel esbirro y tenía mucho por lo que callar y serle fiel, así que tendría que
ocuparse de ella primero. Lo más
importante era sacarles de la cárcel cuanto antes a ambos, luego… ya vería. No
podía arriesgarse más, pensó, pero ninguno de sus pensamientos fueron dirigidos a dedicar tan solo unos minutos en sentir pena, lastima o tristeza por la
muerte de aquellos que se suponía eran hijos suyos. Ni siquiera estaba
preocupado por la suerte que correrían sus otras dos supuestas hijas Irina y
Heidi. A Aro Vulturi solo le importaba una persona y esa era él mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si os parece que me lo merezco dejadme un comentario