DISCLAIMER: NINGUNO DE LOS PERSONAJES QUE APARECEN EN ESTE FIC, ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD EXCLUSIVA DE S. MEYER
Capítulo 6: Bella versus Cruella y la Reina
Capítulo 6: Bella versus Cruella y la Reina
Pov Edward
—Vienen para
acá —acertó a decirme
—Lo sé…, no
sé cómo habrá conseguido mi teléfono pero…tu madre me ha llamado.
—¿Qué?
—Que tu
madre me ha llamado, no sé cómo se ha hecho con mi número de teléfono pero me
ha telefoneado.
—Es muy
fácil Bella, simplemente te ha investigado y a estas alturas ya debe saber todo
sobre ti –me contestó con un dejé de pánico implícito en su voz —¿Qué te ha
dicho exactamente?
—Me ha
ofrecido dinero
—¿Qué le has
contestado?
—Qué esta
hija de su madre, era mucha mujer para venderse por dinero, que ella no tenia
lo bastante para comprarme a mí.
—¿Te das
cuenta del lio en que te estás metiendo?, ¿no quieres echarte para atrás y
dejarlo?, Bella yo…. no puedo ni quiero dejarte pero tampoco puede permitir que
te enfrentes a esto –me dijo dándome la
oportunidad de abandonar pero por lo
poco que lo conocía sabía que en su fuero interno estaba rezando para que no lo
dejara y no pensaba hacerlo, no, de
ningún modo. Solo hacía tres días que lo
conocía, pero para mí ya era toda una vida. Edward se me había hecho imprescindible
y sin él ya no sabría seguir y por el
modo tan intenso y suplicante con él que
me miraba sabía perfectamente que sus sentimientos eran los mismos. Los dos estábamos ahora de
rodillas en la cama, uno frente al otro…
—Me doy
cuenta Edward y lo asumo, tú mereces la pena.
—¿Qué… que
me dices Bella?
—Que tú
mereces la pena Edward, eres un chico sensacional, bueno, amable, cariñoso,
inteligente, alguien por quien merece la
pena luchar
Bella –me
dijo con los ojos brillantes por las lagrimas que pugnaban por salir—nunca
nadie en mi vida me habían dicho algo así. Normalmente todas las mujeres que se
acercan a mi lo hacen por el prestigio
que les da el apellido Cullen o simplemente por dinero, nunca nadie ha…
—Lo sé
Edward y lo repito, me importa un cuerno tu dinero y el prestigio de tu
apellido, me gustas tú creo…. creo que podría enamorarme, si es que no lo estoy
ya, de la maravillosa persona que eres
no de tu apellido ni de tu dinero, y no
estoy dispuesta a desperdiciar esta oportunidad, mereces la pena y voy a luchar
contra quien sea por esto que está naciendo entre nosotros, no voy a dejar que
nos separen
—Lucharemos
juntos Bella, no dejaré que nada ni nada nos separe lucharé por ti al igual que
tú me dices que lo harás por mí, con todas mis fuerzas, con todo lo que tengo,
haré lo que haga falta y llegaré hasta donde sea, yo… también siento que poco a poco… me estoy
enamorando de ti y tampoco quiero
desperdiciar esta oportunidad que me está concediendo la vida –me dijo
estrellando sus labios contra los míos en un beso único, irrepetible y
diferente a los que nos habíamos dado anteriormente. Porque sí, sin lugar a
dudas ese beso era distinto a los demás y demostraba que algo había cambiado entre los dos. Sus labios se movían sobre los míos con ternura
y suavidad pero a la vez con firmeza y deseo, este beso estaba lleno de amor y de
sentimientos, esos que se estaban forjando en nuestros corazones. Era además un beso cargado de
gratitud por la oportunidad que le estaba ofreciendo, uno en el que me decía
que era hermosa, maravillosa y valiente.
No separamos por un momento mirándonos fijamente a los ojos de una manera muy
intensa, diciéndonos con la mirada todo lo que aun no habíamos expresado con
palabras, aquello que nuestros inteligentes corazones ya reconocían, pero
nuestras mentes, más lentas, aun no habían asimilado.
—Tanto
tiempo buscando y resulta que estabas aquí, si le hubiera hecho caso antes a
Alice… —me dijo llevando su mano hasta mi mejilla y acariciándola con suavidad,
con delicadeza…
Esa tensión
sexual que se despertaba entre nosotros siempre que estábamos juntos, empezó a pedir a gritos una liberación, así
que se la dimos. Nuestras bocas se volvieron a juntar desesperadas,
hambrientas, El beso se volvió cada vez más demandante, más pasional, más cargado de
lujuria, deseo y amor. Nuestros labios danzaban al unisonó, perfectamente
sincronizados, sus labios recorrieron mi boca pidiendo permiso para entrar en
un santuario que ya era suyo por derecho, suyo y de nadie más. Nuestras lenguas
se encontraban ansiosas, jugaban la una con la otra, degustándose, reconociéndose,
amándose… nuestras respiraciones entrecortadas, nuestros jadeos que subían de
intensidad… la banda sonora de Blancanieves sonando en la distancia… un momento…
¿la banda sonora de Blancanieves sonando en la distancia?, ¿y no
era esa la parte en la que la malvada reina se convertía en una fea y verrugosa
bruja?
—De una
manera o de otra siempre fastidiando —dijo
mi hombre separándose de mí con un gruñido… es mi madre…
Acto seguido
puso el manos libres para que yo también escuchara y descolgó el inoportuno y
maldito aparato
—Edward, a
ver que no tenemos mucho tiempo, estamos a punto de abordar un avión ¿en qué
hotel te alojas? Tanya y yo vamos para allá, ya que se supone que vas a tener
que quedarte una buena temporada en Madrid, hemos decidido que…
—¿Habéis
decidido? –le contestó transformándose en una fiera a punto de saltar sobre
cualquiera que se le pusiese por medio —¿quiénes habéis decidido madre?, ¿Tanya
y tú?, pues déjame decirte que no sois nadie, repito NADIE, para decidir sobre
mi vida. No quiero que vengáis, no quiero casarme con Tanya, no os necesito a
ninguna.
—Edward no
me…
—Edward
nada, no quiero escuchar ninguna de tus idioteces madre, coge a tu Tanya, cógete
a ti misma y volved a casa, no os quiero aquí, me habéis entendido ¡NO QUIERO
QUE VENGAIS!, precisamente me marché porque me negaba a que me envolvierais en vuestros trucos y
mangoneos –rugía de tal forma que mi hermano y Rose asustados irrumpieron en la
habitación. Edward estaba desesperado,
enfurecido… le puse una mano en el hombro y mi hermano le dio unos golpes
suaves en la espalda… parece que reaccionó y se tranquilizó un poco…
—Mira madre,
por mi podéis hacer lo que os dé la gana, no me importáis ni tu ni esa zorra
que quiere meterse en nuestra familia y en mi cama a cualquier precio. No os diré donde estoy, hay miles de hoteles en Madrid ciudad y en las afueras, buscad por
todos, pero no me encontrareis, no me
alojo en ningún hotel madre y no necesito que me busques una casa, ya tengo
una, vivo con mi novia y su familia…
Al escuchar
que Edward tenía novia , un silencio sepulcral
se hizo al otro lado de la línea solo roto por una especie de grito de horror,
luego… otra vez el silencio, únicamente se oían respiraciones y los jadeos de una y
otra mujer. Se podía distinguir perfectamente cuales era los de una y cuales
los de la otra. Los sonidos que hacia la madre era de rabia, sorpresa e
incredulidad. Los de Tanya de ira, rabia, de odio… de furia.
—Te has
vuelto loco Edward, no le puedes hacer esto a Tanya, ella es tu prometida, me parece que ahora si
es necesario que vallamos allí, creo que esa zorrita de mierda amiga de tu hermana
te ha sorbido el coco, no voy a dejar que ninguna perra malnacida entre a la familia a aprovechase de nuestro
dinero…
—¡NO SE TE
OCURRA VOLVER A INSULTAR DE NUEVO A
BELLA MADRE, NO TE LO VOY A PERMITIR, AQUÍ LA UNICA ZORRA DE MIERDA QUE SE
QUIERE APROVECHAR DE MI DINERO ES LA QUE TIENES AL LADO!–rugió Edward de nuevo
enfureciéndose nuevamente –¡no se te ocurra ni siquiera mentarla, lo único que
deberías y tienes que hacer es besar por donde ella pisa, no voy a consentir
que la dañéis! Y otra cosa, no sé como
habrás conseguido el teléfono de mi novia pero me lo imagino y te prohíbo que
la vuelvas a llamar y sin por algún casual has conseguido la dirección de su
casa por el mismo conducto te advierto que como solo pongas un pie en ella te estarás
arrepintiendo toda la vida…—pero no le dio tiempo a decir mas ya que al otro lado
de la línea, su madre había colgado. Edward se levantó de la cama y empezó a pasear
de un lado a otro de la habitación, sujetándose el puente de la nariz y
pasándose la mano por un pelo cada vez mas revuelto. Mi hermano, que no sé en
qué momento había salido de la habitación, volvió con una botella de coñac en la mano y cuatro
vasos. Nos sirvió un vaso a cada uno y lo apuramos de un solo trago, yo no
acostumbraba beber pero en ese momento lo necesitaba. El alcohol parece que
calmó un poco los ánimos, Edward se sentó de nuevo en la cama llevándome con él
al tiempo que me abrazaba desesperado y
me pedía perdón por los insultos de su madre. Yo intentaba terminar de calmarlo
del todo, acariciándole la espalda y el pelo y diciendo que todo estaba bien,
que él no tenía la culpa.
—Se puede
saber de qué va esto –preguntó Rose cuando ya Edward se hubo tranquilizado
totalmente. Él mismo procedió a explicarle toda la historia.
—No podrán
con nosotros Edward –dijo Rose –lucharemos, eres lo que Bella quiere y nosotros
somos una familia que luchamos unida y nos protegemos los unos a los otros. Y por lo
que veo la parte de la tuya que viene para aquí hace lo mismo, no podrán con nosotros
Edward, anímate. Tanto Emmett como yo corroboramos las palabras de Rose y Edward se fue poco a
poco tranquilizando. Mis hermanos
salieron de la habitación dejándonos solos. Edward se recostó en la cama atrayéndome hacia él, me
abrazaba tan fuerte como si temiera que al
soltarme fuera a desaparecer. Empezó a besarme con urgencia,
con furia, con pasión y yo le respondí del mismo modo. Poco a poco las ropas
fueron despareciendo de nuestros cuerpos formando un montón amorfo en el suelo.
Edward besó y adoró cada parte de mi cuerpo como si con eso quisiera borrar las
palabras de su madre y cuando me penetró lo hizo de tal modo que en ese momento
tuve la absoluta certeza de que nada ni
nadie podría separarnos, éramos dos contra el mundo fundidos en uno solo, pero
teníamos de nuestro lado algo muy fuerte y poderoso, nuestras familias y
nuestro amor, ese que sin darnos cuenta había nacido, porque si de algo estaba
totalmente segura era de que en esos pocos días yo me había enamorado de Edward
Cullen, de ese chico tierno dulce y maravilloso con el que mi mejor amiga me
organizo una cita a ciegas, la mejor cita de mi vida.
La mañana
nos sorprendió dormidos, uno en brazos del otro. Nos despertamos, nos miramos,
nos sonreímos, nos comprendimos mutuamente y acabamos en la ducha dándonos los
buenos días.
Una vez que
nos hubimos vestido, bajamos a desayunar. Emmett y Rose ya estaban allí.
—Hola
hermano ¿estás más calmado? –le preguntó Emmett y Edward al escuchar la palabra
hermano de su boca le miró con una mezcla de asombro y agradecimiento.
—Sí, si
lo estoy. Gracias Emmett…gracias a los
tres pero… sobre todo…gracias a ti Bella yo…
—Shhhhhhh,
no tienes porque darlas, ya te dije ayer que tu mereces la pena –no me dio
tiempo a decir mas porque atrapo mi boca en un tierno y casto beso. No podemos
olvidar donde estábamos y que el renacuajo de mi sobrina estaba presente y, por
si no nos habíamos dado cuenta de su presencia, la niña se hizo notar.
—Mi papá te
acaba de llamar hermano –dijo en alto pero más para sí misma que para los demás
–y los hermanos de los padres suelen ser nuestros tíos, así que tu eres mi tío y por lo tanto a partir de ahora te voy a
llamar tío Edward –dedujo en un perfecto silogismo que ni el mejor profesor de
filosofía hubiera podido perfeccionar. Los demás nos echamos a reír ante su
cara de orgullo por el descubrimiento realizado pero todas las miradas se
centraron en Edward y su contestación.
—Por
supuesto que si renacuajo, me puedes llamar
tío siempre que quieras –de pronto el timbre de la puerta sonó
interrumpiendo ese momento mágico que se había creado.
—¿Quién
podrá ser? –dijo Edward, no creo que las haya dado tiempo a llegar ayer cuando
llamaron estaban todavía en el aeropuerto y…
—Tranquilo
Edward, vamos a abrir y saldremos de dudas –dijo Emmett muy resuelto. Todos nos
dirigimos hacia la puerta. A sugerencia de Rose Emmett miró primero por el
espejo de la mirilla, sonrío y abrió la puerta sin más, empujándome para que
fuera a mí a la primera persona que viera el que fuera que llamaba.
—¡Bella!
–gritaron justo en mi oído al tiempo que un borrón se abrazaba con fuerza a mi
luego, separándose un poco, empezó a dar
saltitos apoyando sus manos en mis hombros lo que me obligó a acompañarla en su
danza.
—Alice… ¿cómo
habéis llegado aquí tan deprisa?
—Mi padre
nos dejó el avión de la empresa, al fin y al cabo hemos venido por negocios ¿o
no? –dijo con su expresión mas inocente.
—Bella que gusto
me da conocerte, dijo otro borrón parecido al anterior esta vez de color rubio
que me abrazo efusivamente, me dio un beso y luego empezó también a dar saltitos
con nosotras. ¿Tú eres Rose verdad?,
encantada yo soy Irina, dijo la famosa
Irina uniendo a Rose a nuestro curioso circulo saltador. Otros dos borrones rubios
más se unieron al grupo repitiendo la operación así que acabamos las seis dando
vueltas en la entrada en una perfecta imitación de ese juego infantil
denominado “el corro de la patata”. Por el rabillo del ojo vi que el seto que separaba
nuestra casa de la de al lado, se movió y unos ojos curiosos nos observaban.
Rose también se dio cuenta,
—Alistair
–llamo por su nombre a nuestro vecino cotilla. Para que luego digan que no
tenemos categoría, vaya si la teníamos hasta contábamos con vecino cotilla y
todo –Es Alice, la amiga de Bella ¿la reconoces? y
estas son sus primas y su tía. ¿Has cotilleado ya bien, o necesitas
echarnos una nueva mirada? –le dijo al
tiempo que entre mi hermano y Edward nos metían a empujones a la cada, cosa difícil
porque las seis seguíamos unidas como si fuéramos hermanas siamesas, eso sí por
lo menos habíamos dejado de saltar. Al entrar en la casa vi como la más mayor
del grupo, la que supongo que era su tía, se echo a los brazos de Edward con
una ternura que más que su tía parecía su madre, sus primas y hermanas le abrazaron
también con mucho cariño y Edward les correspondía gustoso y emocionado.
Después de saludar a Emmett pasamos todos al salón.
Estuvimos
charlando un buen rato y después nos fuimos todos juntos a comer a un Centro Comercial
a sugerencia de Alice como no. Durante la comida estuvimos escuchando el plan
anti Tanya urdido por los cuatro diablos. Emmet y Rose las convencieron de que
se quedaran en nuestra casa ya que la habitación de invitados estaba
acondicionada de tal manera que podría alojarlas sin problemas. Además de la
cama central, la que siempre se veía nada más abrir el cuarto, de los muebles
que había adosados a las paredes salían unas hermosas literas. Una idea de Rose para que pudieran quedarse a
dormir las amiguitas de su hija cuando venían a jugar a casa. Las cuatro
aceptaron con una gran sonrisa en los labios. Después de comer, los chicos se
fueron dejándonos solas, ya que Alice descubrió que precisamente ese domingo,
mira tú que causalidad, era un domingo en el que las tiendas abrían y dictaminó que con las prisas habían traído poca ropa, cosa que fue
corroborada por las otras tres y eso causo la estampida de los chicos que, con
la excusa de que ellos irían a buscar a Rosie al colegio, salieron de allí como
alma que lleva el diablo. Aunque he de decir en favor de Edward que no estaba
convencido del todo de dejarme ya que su madre y Tanya debían de estar ya en
Madrid, pero Esme le dijo que estaba en buenas manos a lo que Edward asintió
con una expresión muy rara que no sabría
descifrar.
Si ya era
una autentica pesadilla para mi ir de compras con mi amiga y mi cuñada, cual
fue mi horror al descubrir que había otras tres más como ellas queriendo mandar
y decidir a dónde íbamos todas a la vez.
Después de
una sesión interminable de compras por aquí y compras por allá, en donde la
capacidad mental de las pobres y sufridas vendedoras se vio puesta a prueba una
y otra vez, por fin Esme dijo las palabras mágicas…
—¿Por qué no
descansamos un poco y nos tomamos algo?, he visto un Starbucks por aquí y me
apetece un cappuccino de esos, con su nata y su chocolate y sus… ¡parad!, dijo
de pronto causando que nos chocáramos las unas contra las otras pues ella iba
en cabeza…
—¿Qué pasa?
—¿No es esa mi hermana con Tanya? –preguntó con cara de
espanto y las otras tres asintieron a la vez.
—Toca batirse en retirada –dijo Kate y las seis nos echamos a
correr en dirección contraria de donde ellas estaban. Las bolsas que llevábamos
en la mano dificultaban la carrera sobre todo a mí y mi natural torpeza. A los
niños que jugaban inconscientes en el suelo con unos cochecitos, a esos les
logré esquivar saltándoles por encima sin caerme, no sé como lo hice pero lo
hice, creo que Rose e Irina que iban a mi lado tuvieron algo que ver, al otro
niño que iba subido en uno de esos carritos que había en los centros para ellos
también le logré esquivar dando un giro a la derecha ayudada por Irina, a la
pobre viejita que iba tan tranquila junto a su familia, logre pasarla por la
izquierda, al seto de flores con los bancos alrededor logré sortearle frenando
un poco para luego girar a un lado y
continuar con mi carrera, pero… a la
pobre señora que iba con el carrito de la compra todo lleno… a esa…no logré
esquivarla y me estampé directamente contra el dichoso carro junto con Irina
que por ayudarme se estampó conmigo. La verdad es que la situación era cómica
ya que yo tenía la cara pegada a una caja de galletas e Irina a un paquete de
bóxers con el típico dibujito del hombre buenorro vestido solo con los bóxers y con ya sabemos
qué instrumento sobresaliendo muy descaradamente,
caray que suerte tenían algunas, ella recreándose la vista y yo aquí con mis
galletas de chocolate y con lo que engordan ¡por Dios! En las costillas a mí se me clavaba lo que
parecían ser latas de cerveza, coca cola o algún liquido similar, las piernas
de ambas estaban suspendidas en el aire formando una especie de ángulo recto
con nuestros cuerpos sumergidos hasta el fondo dentro del carro, menos mal que
las dos llevábamos pantalones.
—Excuse me,
no mejor perdón –decía Esme toda nerviosa con Alice a su lado apoyándola
moralmente, al tiempo que Rose y Kate nos ayudaban a salir de ahí –de verdad
señora que no sabe cuánto lo sentimos nosotras no…
—¿Qué
diablos está pasando aquí? –preguntó uno de los Guardias de seguridad del
centro dirigiéndose hacia Esme. El Guardia en cuestión había aparecido de pronto montado en una especie de
andador eléctrico, ¡bravo por este país y su gente, siempre buscando la comodidad
para todo!
—Vera usted
señor guardia —le contestó Alice
–nosotras estaríamos encantadas de quedarnos a charlar con usted, pero es que…
ahora vamos un pelín pilladas de tiempo —dijo tirando de nosotras y señalando
con la cabeza hacia un punto en concreto. Cuando seguí su mirada vi como dos mujeres
se dirigían hacia nosotras muy derechas, las demás también las vieron y… nos
volvimos a echar a correr, dejando al guardia y a la pobre señora con la
palabra en la boca.
Corrimos,
corrimos y corrimos hasta llegar al parking donde estaba aparcado el jeep de
Emmett, ya que él y Edward se habían ido en mi coche dejándonos ese más grande
para nosotras. Cuando llegamos Rose abrió la puertas con el mando y todas
subimos despepitadas a su interior. Rose arrancó el coche y salió disparada
hacia la salida.
—Uff por que
poco –exclamo Irina.
—Sí eso
mismo digo yo.
—De todos
modos que situación más tonta, vamos a tener que enfrentarlas tarde o temprano.
—Si Bella
pero o en un centro Comercial lleno de gente con esas dos arpías dejándote en ridículo, no es el momento. No
las conoces, son capaces hasta de agredirte –me dijo Kate
—¿Esme qué
te pasa? –dijo de pronto Alice al ver que su tía estaba muy callada.
—¿Por qué
siempre que hacemos una de las nuestras y entra en juego la autoridad
competente, esta se dirige siempre a mi?,
¿tan vieja soy?, no soy tan vieja, ni siquiera tengo canas yo ¿ a que es
verdad que no soy tan vieja?…
—Noooooo,
contestamos todas a la vez
—¿Entonces?
—Veras tía
–empezó Irina –lo que ocurre es que te ven más seria, mas….
—Mejor
déjalo Irina no lo arregles –dijo Esme
—A ver tía
intervino Kate, no eres para nada vieja, pero no nos negaras que eres la mayor
y bueno… las autoridades como tú dices, pues piensan que…
—Kate, te
digo lo mismo que a tu hermana, mejor cállate.
—Vale, vale
–y continuamos el camino en un respetuoso silencio.
—Esto, me
gustaría que no le dijeseis nada a Edward de este… llamémosle incidente, ya
sabéis mejor que yo como se pone y… —les pedí nada más bajar del coche en la
puerta de casa.
—Bella —me
dijo Esme con una gran sonrisa en su rostro y dándome un abrazo –cada vez estoy
más convencida de que tú eres la indicada, hace poco que estáis juntos y ya le conoces
perfectamente y además te preocupas por él.
—Bueno… esto…yo
Esme, tu sobrino es un chico encantador yo… a mí me gusta mucho, creo que…. me
estoy enamorando, ayer estuvimos hablando y…
—Hay Bella
que alegría me das –dijo Alice fundiéndose con las dos en el abrazo cosa que
fue imitada por Kate e Irina.
—Nosotras
también creemos que no debemos decirle nada –dijeron las otras. Y con este
nuevo secreto entre nosotras entramos en la casa.
Mi hermano y
Edward estaban jugando con una Wii que se supone que Rosie había recibido como
regalo de Navidad pero desde esas fechas me he preguntado muchas veces para
quien fue de verdad el regalo ya que los dos hombres/niños estaban enfrascados
en el juego mientras una muy aburrida sobrina los miraba.
—Bella –dijo
Edward nada más verme corriendo hacia mí y quitándome de las manos las bolsas
que traía al tiempo que me daba un beso en los labios. Observé como Esme nos
miraba con ojos cristalinos. Verdaderamente esta mujer parecía su madre y no la
otra bruja que nos habíamos encontrado en el centro.
Decidimos
comprar unas pizzas ya que a las chicas no les apetecía volver a salir a cenar
pues el cambio de horario y la estampida en el Centro Comercial, estaba empezando a pasarles factura, cosa rara
en Alice pero había que aprovechar. Edward y Emmett ser ofrecieron a ir a por
ellas llevándose a Rosie consigo ya que quería elegir la pizza que se comerían pues su
padre, según ella, nunca traía lo que le
gustaba. Nosotras aprovechamos para
tumbarnos en los sillones ya que estábamos todas sencillamente agotadas.
De repente oímos que llamaban a la puerta. Emmett y Edward tenían llave ¿quién
podría ser?
—Creo que
son ellas —dijo Rose observando el
exterior por la mirilla de la puerta.
—Pues
ábrelas, que van a saber quiénes somos nosotras —dijo Irina
—No –la
corté –esconderos, dejadme a solas con ellas, a ver por dónde nos salen.
—¿Estás
segura Bella –preguntó preocupada Esme .
—Completamente,
esconderos – vi como todas se disponían a elegir un buen lugar donde esconderse
pero solo alcancé a ver como Alice se llevaba
a Irina a una especia de armario o pequeño trastero que teníamos bajo la
escalera donde guardábamos cosas variadas. Vaya dos solo les faltaba las gafas
redondas y la cicatriz en forma de rayo. Rose se dirigió con Kate hacia la
cocina, Esme se fue hacia el salón.
Abrí la
puerta y allí me encontré a una señora muy peripuesta y altiva junto a una muy decorada
mujer que como Edward me había dicho alguna vez mas parecía una pintura
impresionista que una mujer joven.
—Buenas
tardes –dijeron —¿tienes idea de quien somos?
—Sí me
imagino que usted es Elizabeth, la madre de Edward, y usted Tinia, o Tirría, Tiña, o Tonia, en fin, vamos que es usted la pelma
que persigue a mi Edward –las dije haciéndolas pasar al salón donde se suponía
que Esme estaba escondida, pero ¿dónde?,
decididamente esta mujer era la reina del
camuflaje
—¿Cómo te
atreves a tratarme así puta insolente?, ¿y cómo te atreves a decir tu Edward?, Eddie
es mío y solo mío, ¿cómo va a preferirte
a ti antes que a mi ¿ es que no te miras al espejo?—me dijo nada más entrar en
la estancia.
—A ver un
momentito. En primer lugar, ¿cuándo he
comido yo con usted para que nos saltemos los formalismos y nos tratemos de
tu?, en segundo lugar, de insultos nada
bonita que aquí el ladrón se cree que todos son de su condición. Y francamente
Titia, o bueno como se llame, no tengo interés
en pasarme horas y horas frente a un trozo de cristal, pero hija yo le aconsejaría que usted si lo hiciera porque… de todos modos también le recomendaría que
fuera uno de esos cristales irrompibles porque la verdad…—le dije mirándola
descaradamente de arriba abajo —y además, desde cuando Edward es suyo, que yo
sepa su novia soy yo no usted y la esclavitud hace tiempo que se abolió.
—¿Su novia?,
¿cómo te atreves?, yo soy su prometida nos vamos a casar.
—Hija que
ilusa eres —le contesté saltándome el formalismo del usted ya que estaba visto
que las normas básicas de educación no
iban con esta mujer—, no me hagas reír por dios, si eso fuera verdad
¿qué hace conmigo en mi cama por las noches y junto a mí el resto de las horas del día en
vez de estar junto a ti? Déjame decirte que es un Dios en la cama, pero claro seguro que eso tu
no tendrás la suerte de saberlo porque…
—Suficiente
–cortó la madre al ver que Tanya se ponía de todos los colores, bueno si eso
era posible porque en realidad ya los traía puestos, pero en fin al ver que se
encendía –a ver ¿cuánto quieres? –dijo sacando una chequera.
—Ya la dije
ayer por teléfono que aquí la hija de mi madre, es mucha mujer para aceptar
sobornos de nadie ¿estamos? Y…
—¿Es suficiente
con esto? –me preguntó poniendo en mis manos un cheque con tantos ceros que la
vista se me iba detrás.
—Hombre,
pues… si…suficiente es como para no tener que trabajar en mucho tiempo y darse
la vida padre, la verdad es que es usted una mujer muy generosa, pero… se me
acaba ¿y qué? sin dinero y sin ese
pedazo de hombre que se ha fijado en mi, a ver si nos enteramos, EN MI, no en
ella –apostillé señalando a Tanya —
¿cree por un momento que voy a abandonar
a un hombre maravilloso por un montón de
dinero?, ¿de verdad piensa que Edward tiene precio?, a pesar de ser una buena
cantidad de dinero ¿su hijo vale tan poco para usted?, ¿y se llama a si misma su madre?, quizás para usted solo
valga esto, pero no para mi, Edward para mí no tiene precio, no hay dinero
suficiente en el mundo para que pueda separarme de él, vamos eso ni pensarlo, para que iba yo a
aceptar esta minucia cuando puedo quedarme con el premio gordo, o sea, con él,
y con nadie más que con él, paso de su dinero y de su arrogancia señora, el
dinero no es poder, no lo consigue todo, abre muchas puertas pero no es
suficiente para conseguir que las personas sean felices y puede que usted no
sea capaz de verlo con ese cerebro tan diminuto que parece tener, pero su hijo
con todo su dinero y poder NO ES FELIZ, entérese de una buena vez, yo le he hecho
más feliz en estos pocos días de lo que usted ha sido capaz en toda una vida, pero ¿sabe
qué?, me lo voy a quedar, creo que a Edward le resultara muy interesante ver en
qué se gasta su madre el dinero que su padre
gana con tanto esfuerzo y trabajo.
—No te
atreverás niña estúpida
—¿Qué no?,
vamos que si me atrevo señora mía, no me conoce usted bien ni sabe de lo que
soy capaz ni con quién está hablando –le dije rompiendo el cheque en su cara y
dejando caer los pedazos como si fueran nieve encima de su cabeza. Y ahora, una
vez aclarado esto ¿hacen el favor de salir de mi casa de una santa vez?
—¿Quién diablos
te has creído que eres? –dijo Tanya pegándome un puñetazo en la cara . Perdí el
equilibrio por la fuerza de su golpe y caí arrastrándola conmigo. Una vez en el suelo
puso una de sus manos sobre mi cuello, apretándome
de tal manera que me estaba ahogando al tiempo que con la otra mano me tiraba
de los pelos y me clavaba las uñas ante la mirada impasible de la madre, yo intentaba zafarme de su agarre pero era
prácticamente imposible la ira y la rabia la habían convertido en una especie de
monstruo con una fuerza sobrehumana que
tenia totalmente encima de mi descargando todo su peso sobre mi propio cuerpo.
Podía sentir como alguien la intentaba apartar de mí y como la madre se lo
impedía forcejeando a la vez con ella y con alguien más, pero yo ya estaba perdiendo fuerzas debido a
la presión en mi cuello y empezaba
a ponerme roja y a toser…
—Suéltala
maldita zorra –oí una voz que reconocí como la de Esme, por el rabillo del ojo
pude ver como las demás habían salido de
sus escondites dispuestas a ayudar. Esme por fin pudo conseguir que Tanya me soltase dejándome tendida en el suelo, Alice, Rose e Irina fueron a socorrerme mientras Kate
forcejeaba con Elizabeth y Esme lo hacía con Tanya.
—Vaya ya me
suponía que tu no andabas muy lejos
–dijo la madre con una furia increíble que se había despertado en ella al ver a
su hermana…
—Y seguiré
estando aquí mientras te quieras seguir metiendo en la vida de Edward de esa
manera, no dejaré que se la destroces como me la destrozasteis a mí…
—No tienes
derecho –le contestó Elizabeth mas enfurecida aun mientras nosotros
observábamos la escena conteniendo la respiración, eran como dos titanes uno
contra el otro.
—Tengo más
derecho que tu y lo sabes, no me tires de la lengua hermana…
—es un
farol, no lo harás, sé que no eres capaz, no lo harás… por ellos…
—No me
tientes hermana, no me tientes, que tiro de la manta y ya asumiré las
consecuencias, hace mucho tiempo ya que tenía que haberlo hecho nunca debí permitir
que….
–Ella es su prometida –la cortó Elizabeth en
lo que sea que fuera a decir—lo sabes de sobra y tú zorra estúpida, si aun no te lo crees a lo
mejor esto hace que te enteres —dijo Elizabeth mirando hacia mí, que aun
seguía tirada en el suelo, al tiempo que me arrojaba a la cara un recorte de
periódico en donde se anunciaba su compromiso junto a una foto de los dos, foto
en la que Edward tenía una cara de asco que realmente era un poema.
—Si no recuerdo mal, este anuncio fue desmentido
por el propio Edward horas después –le dije realmente enfadada, ya estaba harta
de las dos y además nadie nunca me había maltratado ni golpeado de esa manera. Me
sentí dolorida físicamente. Todo mi
cuerpo temblaba de la ira y de
los nervios, de mi nariz y mis labios salía un reguero de sangre que me estaba
mareando—. Además es imposible que Edward se vaya a casar con ella, es del todo imposible… –les dije ya
verdaderamente alterada.
—¿Y te basas
en qué para asegurar eso? –arremetió la madre de nuevo contra mi intentado
golpearme de nuevo, pero cinco mujeres se pusieron delante, mientras que por el
rabillo del ojo me pareció ver a Edward avanzar hacia mi empujando a su vez a Tanya para pasar y
sentándola de culo en el suelo, pero yo estaba cegada por el dolor físico, el
olor de mi propia sangre y mis nervios.
—Me baso en
que es conmigo con quien se va a casar, me lo pidió anoche y yo acepté –le
contesté enseñándole el anillo que llevaba puesto en mi mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si os parece que me lo merezco dejadme un comentario