DISCLAIMER: Los personajes que salen en esta historia no me pertenecen, son propiedad exclusiva de la magnifica SM, yo solo he jugado con ellos para crear este mi primer fic.
Capitulo 11: Limpiando mi alma
Pov Edward
—¿Qué tipo de clases?—pregunté.
—¿Quieres abrir la guantera por favor?—dijo con recelo en la voz.
Abrí la guantera y cuál fue mi sorpresa al encontrarme un revólver. Era pequeño, de fácil manejo pero no por eso menos letal.
—¿Jacob te ha enseñado a disparar?—no podía salir de mi asombro.
—Sí, eso es lo que intento decirte desde el principio, se defenderme sola Edward. Quiero que estés tranquilo a la hora de cumplir la promesa que me has hecho.
—Si te refieres a que esa arpía no me vuelva a tocar, te lo juro, no volverá a hacerlo. Pero no puedo evitar seguir teniendo miedo—dije mirando el revólver —Bella, ¿estás segura que sabes cómo usar esto?—pregunté en tono de broma otra vez para relajar la situación, pero un tanto preocupado porque la ecuación Bella más arma de fuego en sus manos…
—Eres incorregible –, contestó un poco enfadada—. La verdad, es que al pobre Jacob le está costando un poquitín. Sobre todo cuando entra alguien en la sala de tiro y al querer saludar me vuelvo con el arma en la mano apuntando a diestro y siniestro, pero ya lo voy pillando, Edward –dijo mirándome de nuevo —. No te preocupes por favor.
—Me preocupo por lo mío —le respondí notando que se paraba en la puerta de un garaje y marcaba un código en el mando que tenía instalado en una de las paredes laterales. Reconocí de inmediato la medida de seguridad y me quedé agradablemente sorprendido, al menos cuando estuvieran en casa estarían seguras. La puerta se abrió y entró en un garaje en donde había otros tres vehículos más. Un Aston Martin precioso, un Porsche amarillo y una moto plateada muy bonita.
—Ya hemos llegado —anunció mi Bella.
—La moto es de Jasper –me explicó al ver como los miraba —y el Porsche de Alice. El Aston Martin también es mío.
—¡Vaya! ahora sí que estoy empezando a pensar que tienes de verdad dinero para comprarle la casa a Emmet—exclamé impresionado y a la vez aliviado pues en todos estos años siempre me devolvía el dinero que yo le enviaba para mantener a Gaby—¿Cuándo me contarás esa larga historia?
— En realidad no es tan larga. El sueldo en el hospital es bueno y todos los meses ahorraba un poco. ¿Conoces Farmacéuticas Plat?
—Cualquiera no la conoce, es una de las empresas farmacéuticas más fuertes del país
— Pues Esme Plat, la mujer de Carlisle, es la heredera universal de la corporación. Ella en realidad es diseñadora de interiores pero dirige la empresa junto a su padre, que ya es mayor y está a punto de jubilarse por lo que Esme quedará como dueña y señora pues es hija única. Ella me sugirió hacer unas cuantas inversiones aquí y allá con el dinero que procuraba ahorrar todos los meses por si las moscas. Y esas inversiones, como ves, dieron su fruto.
Es una mujer muy creativa y se le ocurrió que podríamos hacer una revista médica pero asequible a todo el mundo. Con artículos escritos en un lenguaje que todo el mundo entienda. Uno de los objetivos era alertar contra la anorexia y la bulimia cada vez más extendida en las adolescentes, contra las dietas milagro y otra serie de temas que ponen en peligro la salud sin que seamos conscientes de ello. Procuramos a través de nuestros artículos que la gente se quiera un poco más a sí misma y deje de hacer las tonterías que muchas veces hacen para adelgazar. Alertamos también sobre el peligro que supone para los deportistas tomar ciertas sustancias para aguantar un poco más. Y hasta nos hemos atrevido a enfrentar los malos tratos.
Y lo que en un principio fue un simple proyecto, hoy es una revista que se vende por todo el país. Médicos de renombre escriben artículos para nosotros y hasta modistos famosos se ha prestado a hacer ropa con los tallajes más altos y publican sus diseños en nuestra revista alentando a las mujeres para comprarlos.
Yo estaba verdaderamente sorprendido. Hacía falta mucho valor para sacar adelante un proyecto así y eso me dijo mucho de la maravillosa mujer que tenía delante de mí. Cada minuto que pasaba la adoraba todavía más.
—Ni que decir tiene que me da unos beneficios todos los meses, que las inversiones que me aconsejó Esme también me proporcionan ganancias, y luego tengo mi sueldo, que es con lo que vivo. Lo demás lo he ido ahorrando, solo me permití estos dos coches como caprichos. Ya sabes cómo soy, no me gusta la ostentación. Todavía no sé ni cómo me dejé convencer por Alice para lo de los coches, bueno si lo sé. Nunca discutas con Alice cuando se empeña en que te compres algo. Primero me compré el Aston. Pero cuando mamá, papá, Rose y los niños, empezaron a venir por aquí, decidí comprar este Mercedes familiar para que cupiéramos todos. Además, la silla de Gaby entra mejor aquí, así que es el coche que normalmente uso. Y ahora, si no tienes más preguntas, ¿entramos en casa?—preguntó risueña abriendo la puerta del garaje que daba paso directamente a la cocina.
—¡Papá! ya has llegado —oí que gritaba mi hija al tiempo que se tiraba a mis brazos cortándome la respiración, no me acostumbraría jamás a esto, pensé con una sonrisa.
—Hola —dijo Emmet—, bueno como ya es oficial que te has reconciliado con este cabezota, ahora si te voy a dar la bienvenida como te mereces – dijo cogiendo a Bella entre los brazos y comenzando a darle vueltas.
—Papá la vas a asfixiar—dijo Tony asustado.
—Y se va a marear –añadió Peter con su habitual seriedad.
—No, que va —dijo mi hija –, está acostumbrada, ella me ha dicho que tiito Emmet siempre la saluda así —y ante esto no puede evitar reírme a carcajada limpia. Llevaba cinco años sin reírme con tantas ganas y tanta fuerza, y en dos días no dejaba de hacerlo, esta hija mía era un caso. ¡Qué bien se estaba con la familia!
—Bienvenido a ti también Emmet –dijo Bella recuperando el resuello cuando ya puso el pie en tierra dando todavía algunos traspiés— ¿crees que podrás hacerte cargo de estos jovencitos un poco más mientras nos duchamos?
—Sí, sí puedo, pero a ver qué hacemos que hay niños delante y tienen que llegar a una clase de natación. Y te recuerdo que tú eres médico Bellita y tus pacientes no esperan —empezó Emmet con sus bromas de siempre.
—¿Y qué es lo que tienen que hacer?—preguntó el terceto perfectamente coordinado.
—Siempre tan gracioso Emmet —dije echando a andar detrás de Bella—, a ver que como te las apañas ahora con la respuesta.
—Sí eso, a ver –añadió Bella empezando a subir unas escaleras. La casa era enorme.
—Vaya, los coches no es el único lujo que te permites tener—dije recorriendo la casa con la mirada mientras subía detrás de ella.
—Esta casa es de Marco. Cuando se percató de que era el objetivo de Aro y Cayo, Marco, nos dejo esta propiedad para vivir. Es una verdadera fortaleza Edward, aquí no entra nadie sin ser detectado antes por no sé cuantos chismes de seguridad de esos. De hecho como se me olvide el código de entrada al garaje o de la puerta de la calle, directamente no entro. Ya me ha pasado una vez —dijo abriendo una puerta – .Tu habitación.
—Pero no habíamos quedado en que ocuparía tu misma habitación —dije remolón, la verdad quería dormir con ella entre mis brazos. La necesitaba, lo necesitaba y no estaba dispuesto a ceder.
—Bella –le dije cogiéndola de la cintura, atrayéndola hacia mí y aprisionándola contra la puerta medio abierta—, no pretendo conseguir tu perdón a través del sexo, pero te necesito, necesito que me des tu amor, por favor, no me lo niegues. Ámame Bella, te lo ruego. No sólo se trata de conseguir tu perdón amor mío, también tengo que aprender a perdonarme a mí mismo para poder sentir que soy digno de ti y eso sólo lo podré conseguir a través de tu amor. Solamente tú podrás conseguirlo—le decía mientras con mi boca recorría de arriba abajo su cuello, acariciándola suavemente hasta llegar al lóbulo de su oreja, el cual mordía y luego vuelta a empezar, sabía que eso la excitaba muchísimo. Realmente no era únicamente una necesidad física lo que sentía por ella, era algo más, algo mucho más profundo, la certeza de que sólo su amor podía limpiarme y redimirme…sacarme del negro pozo en donde había estado todos estos años.
—Es tan puro e inmenso el amor que siento por ti —le volví a decir entre besos húmedos y caricias—, no me lo niegues por favor.
La abracé fuerte contra mí, busqué sus labios y la besé. En mi beso iba implícita la felicidad por estar de nuevo con ella, pero al mismo tiempo soltaba la amargura de todos estos años sintiendo su ausencia. Sabía por como ella se retorcía contra mi muy excitado sexo que estaba sintiendo lo mismo que yo y había empezado a ceder. Subió sus brazos hacia arriba y rodeó mi cuello con ellos, tirando de mi pelo para que me acercara más, si es que eso era posible. Y como siempre tan dulce, tan cariñosa, tan maravillosa, me devolvió el beso con la misma intensidad. ¡Dios cuanto la amaba!
—No pretendo negártelo Edward –me dijo jadeante cuando rompimos el beso —, yo también te necesito. ¿Quieres entrar y mirar la habitación, por favor?
Hice lo que me decía y cuando me di cuenta…
—Esta es tu habitación —dije con esa sonrisa torcida que sabía que tanto le gustaba.
—Le pedí a Rose que colocara tu maleta aquí ayer por la noche —dijo entrando en la estancia. Y de la alegría que me dio no puede contenerme. Cerré la puerta de un golpe, la aprisioné contra ella. Eché el pestillo y comencé a besarla otra vez, a devorarla, a saborearla. Le levanté las piernas e hice que rodeara mi cintura con ellas y así la llevé hasta la cama, no sin antes buscar donde se encontraba. La tumbé y me puse sobre ella, sin dejar de besarla por todas las partes que podía.
—Tienes mucha ropa mi amor –dije sentándome a horcajadas encima de ella y empezando a quitarle la blusa que llevaba puesta – y así no te puedes duchar—proseguí mientras le besaba en los labios, el cuello, y los pezones, primero uno, después el otro, mordisqueándolos suavemente y estirando de ellos al tiempo que frotaba mi muy dura erección por su centro. –
—Edward – dijo, mientras levantaba mi camiseta hacia arriba y me la quitaba también pasando sus manos desde mi pecho hacia mi ombligo, acariciándome, deteniéndose seductoramente en el inicio de la cinturilla de mi pantalón.
—¿Qué pasa mi amor? —le dije mientras bajaba mis manos hasta el cierre de su pantalón y lo abría metiéndolas entre sus mulos. ¡Qué bien se estaba allí!—, ayer por la noche sólo fueron mis dedos los que entraron ahí, ahora voy a ser yo todo enterito mi amor –le decía mientras le bajaba los pantalones y se los quitaba. Me levanté un poco, le abrí las piernas y me volvía a sentar encima de ella de forma que mi erección se chocaba con su centro, y mi boca la recorrió desde el cuello, el hombro, los pezones los cuales mordisquee sin piedad, hasta llegar a su vientre y seguí bajando lentamente hacia mi objetivo. Le terminé de quitar las braguitas bajándoselas con los dientes. Subí de nuevo hacia arriba besándola y mordisqueándole las puntas de los pies, los tobillos, las piernas, las rodillas, los muslos hasta llegar a donde quería, y le metí mi lengua todo lo dentro que pude, chupando, devorando, excitándola. Con uno de mis dedos la masajee el clítoris y con otro volví a los pechos. Diablos como me gustaban esos pechos.
—Los niños están abajo, Emmet también, tú tienes que irte con ellos y yo al hospital –dijo Bella ronca por la excitación, mientras notaba como su orgasmo estaba punto de llegar.
—Ya lo sé, no tardaré mucho —dije sacando de mala gana mi boca y mi dedo de su interior y quitándole también el sujetador, dejándola desnuda delante de mí. La contemplé unos instantes en los que me deleité con su hermosura. Me levanté de la cama llevándola conmigo, obligándola de nuevo a que envolviera sus piernas en mi cintura para que nuestros sexos no perdieran el contacto, el roce era exquisito, excitante, placenteramente insoportable—, ¿dónde está la ducha? –ella me la señaló con el dedo y la llevé en mis brazos hasta allí. La metí dentro, me despojé de la ropa que me quedaba y entré con ella. Abrí el grifo del agua y mientras esta caía sobre nosotros, la volví a coger en brazos haciendo que envolviera mi cintura con sus piernas de nuevo, la aprisioné contra la pared y besándola entré en ella de una estocada. De repente me sentí en casa, libre, limpio y seguro. Ella pegó un respingo de ¿dolor? Y me alarmé pensando que había sido demasiado brusco.
—Llevo cinco años sin mantener relaciones Edward, es normal que me duela un poco —dijo mi sol intentando calmarme.
—Perdona mi amor, no me di cuenta –contesté apesadumbrado pero también orgulloso de que hubiera guardado tanta fidelidad sin merecérmelo. Me quedé quieto dentro de ella esperando a que marcara el ritmo, mientras la colmaba de besos por la cara, los hombros, los hermosos y exuberantes pechos. Empezó a moverse despacio, y yo con ella. Siempre me pareció que habíamos nacido el uno para el otro, estábamos sincronizados, nuestros cuerpos, que encajaban a la perfección, se reconocieron al instante. Los movimientos se hicieron más rápidos y desesperados mientras nuestros jadeos y gritos eran amortiguados por el sonido del agua y nuestros propios besos. De repente sentí como mi pene empezaba a ser aprisionado en su interior, ya no lo soportaba más y por lo que parecía ella tampoco… y así el éxtasis nos alcanzó. Nos quedamos uno en brazos del otro recuperando nuestro ritmo cardíaco normal y nuestras respiraciones.
—Cuanto tiempo.
—Demasiado mi amor —dije satisfecho, colmado, limpio y feliz. Ahora me sentía un poco menos sucio que cuando salí de Forks. Bella me había empezado a redimir. Ahora sí que estaba de nuevo en casa—. Prepárate para lo que te espera esta noche porque te aseguro que mañana tendrás agujetas —le avisé una vez que me hube recuperado.
Me levanté del suelo de la ducha en donde habíamos terminado y la ayudé a ponerse de pie. Cogí una esponja y llenándola de gel empecé a lavarla. Primero el cuello y los hombros, luego sus pechos…
—Están más llenitos de como los recordaba, mi niña —le decía al oído muy bajito—, me encantan, me gustan mucho más. El embarazo te sentó fenomenal.
Y seguí lavándola sensualmente, acariciándola con la esponja por todas las partes de su cuerpo mientras ella se arqueaba contra mí. Cuando llegué a su centro volví a meter mis dedos dentro, excitándola, llevándola al límite mientras le daba besos en el cuello, bajando lentamente una y otra vez desde la base hasta el hombro, provocándole un nuevo orgasmo. Cuando volvió a recuperar la respiración, terminé de lavarla y después, ella hizo lo mismo conmigo. Sentir como sus manos tocaban mi pene era la culminación del éxtasis para mí, pero sentir su boca chupando, besando, succionando… era algo inenarrable, y al igual que me pasó antes y también la noche anterior no aguante demasiado, era imposible, había pasado tanto tiempo y su contacto era exquisito. Le quité su boca de mi pene pues quería volver a terminar dentro de ella, llevándola de paso un nuevo orgasmo.
Terminamos de ducharnos demasiado pronto para mi gusto, pero abajo me esperaba una hija y a ella unos pacientes. Nos vestimos y bajamos.
—Ya era hora —dijo Emmett—, Vaya ducha más larga, anda que si os descuidáis. Bella le he dicho a la niñera que se podía ir, que ya nos encargábamos hoy Edward y yo de estos tres.
—Pues ya que has echado a su guardiana, ahora te toca ejercer de policía y padre Emmet –dijo mi Bella entre risas—, que Edward te cuente. Tranquilo –me dijo en voz baja –no estará muy lejos, os estará vigilando.
—Ya estoy al corriente —dijo Emmet poniéndose serio—, entre papá, Rose y la misma Emily me lo contaron anoche. Por cierto, menos mal que Rose me advirtió que no me quedara mirándola demasiado, ni fijamente, porque con lo que soy yo. Pobrecilla, ¿quién sería el mal nacido que la quemó con ácido?
—Fue durante una misión. Sam y su equipo no llegaron a tiempo. Sam no se lo perdonará en lo que le quede de vida, a pesar de que no fue culpa suya. El mes que viene le hacemos una nueva operación de cirugía. Tiene una cicatriz en todo el lado derecho de la cara que le llega hasta el mentón –me explicó mi Bella —y eso no es nada comparado a como estaba cuando la conocí. Como niñera de Gaby y su protectora pasamos mucho tiempo juntas y con la ayuda de Alice, la convencí para que se hiciera las operaciones.
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Bueno pues parece ser que Edward ha conseguido lo que se proponía pero...¿Podrán dsifrutar de esa noche de pasión que le ha prometido a Bella?
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Bueno pues parece ser que Edward ha conseguido lo que se proponía pero...¿Podrán dsifrutar de esa noche de pasión que le ha prometido a Bella?
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